Certamen de Cuentos y Relatos 2021

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XXIV CERTAMEN LITERARIO RELACIÓN DE GANADORES 3º Ed. Infantil: Rubén Cano Martínez “El gato del rey” 1º Ed. Primaria: Jorge Gómez López “Quique, el ratoncito aventurero” 2º Ed. Primaria: Lola Cutillas López “El lagarto y el delfín” 3º Ed. Primaria: Lorenzo Pascual Coly Guardiola. “De camino al polo” 4º Ed. Primaria: Aarón Abellán Fernández “Un héroe en el mar” 4ª Ed. Primaria (A. Diversidad): Mariama Barbosa Côte “Un día en la playa” 5º Ed. Primaria: Sanaa Hassani “El perro de Ana” 6º Ed. Primaria: Kaoutar Boujemaoui “La granja revoltosa” 1º Ed. Secundaria: Antonio García Lozano “Los castores y la madera” 2º Ed. Secundaria: Bilal Mazouzi Benserya “El pueblo y los erizos” 3º Ed. Secundaria: Houda Moussa El Mokhtari “Una lombriz singular” 3ª Ed. Secundaria (A. Diversidad): Ejérico Abellán Terol “El guepardo y el oso perezoso” 4º Ed. Secundaria: Fatna Aouichi Aouisset “Ni el bueno es tan bueno, ni el malo es tan malo”


El gato del rey HABÍA UNA VEZ UN GATO LLAMADO COPY, QUE ERA LA MASCOTA DEL REY. TENÍA DE TODO Y, CUANDO LE APETECÍA, SE TUMBABA PATAS ARRIBA A TOMAR EL SOL. UN DÍA, EL REY, QUE ERA UN POCO DESPISTADO, CERRÓ LA PUERTA DEL CASTILLO DEJANDO A SU GATITO FUERA. COPY JAMÁS HABÍA SALIDO DEL CASTILLO Y, TENÍA TANTO MIEDO, QUE CORRÍA Y CORRÍA SIN SABER HACIA DÓNDE. CUANDO POR FÍN IBA A DESCANSAR, APARECIÓ… ¡OTRO GATO! ¡Y QUÉ SUCIO ESTABA! COPY GRITÓ: - ¡FUERA DE AQUÍ, GATO APESTOSO! ¡VETE A DARTE UN BAÑO DE ESPUMA! EL GATO VAGABUNDO NO SABÍA NI DE QUÉ HABLABA, PERO LE PARECIÓ DIVERTIDO Y DECIDIÓ SEGUIRLO. COPY ESTABA CANSADO Y HAMBRIENTO, Y EL OTRO GATO LE OFRECIÓ COMIDA. - ¡HE DICHO FUERA!, ¡HUELES FATAL! ASÍ QUE, EL GATO APESTOSO, SE FUE.


DÍAS MÁS TARDE, UNOS LADRONES LE QUITARON A COPY SU COLLAR DE ORO DEJÁNDOLO HERIDO EN EL SUELO. POR SUERTE,

SU

AMIGO

ESTABA

CERCA,

LE

AYUDÓ

A

RECUPERARSE Y LE INDICÓ EL CAMINO DE VUELTA AL CASTILLO. COPY LE QUEDÓ TAN AGRADECIDO QUE LO INVITÓ A UN BAÑO DE ESPUMA Y UN BUEN BANQUETE.


MORALEJA: NUNCA HAY QUE JUZGAR A NADIE POR LAS APARIENCIAS. AUTOR E ILUSTRADOR: RUBÉN CANO MARTÍNEZ 3º ED. INFANTIL

Quique, el ratoncito aventurero Había una vez un travieso ratoncillo de campo al que le gustaba mucho escaparse de casa en busca de aventuras. Quique, que así se llamaba, tenía dos hermanos, y todos disfrutaban haciendo cosas en familia: las labores del hogar, jugar, pasear…

Solían

reunirse con sus papás junto a un gran arbusto que había cerca de la única tienda del pueblo, ya que allí casi siempre podían conseguir algo que llevarse a la boca. Quique, el vivaracho ratón, siempre ponía excusas para escaquearse de la faena de buscar comida, ya que decía que él solo era capaz de conseguir mejores manjares.


-¡Soy un as cazando! -le dijo una vez a su padre. No necesito vuestra ayuda para conseguir comida. Además, sois unos aburridos que no hacéis nada interesante. -Quique,

¡tienes

que

tener

cuidado!

El

bosque

entraña muchos peligros y arriesgas demasiado, -dijo el padre preocupado. A la mañana siguiente, Quique se marchó temprano en busca de alguna aventura cerca del lago. El ratoncillo estuvo correteando de un lado para otro


durante

un

ratito

cuando,

de

repente,

fue

sorprendido por un señor mayor mientras estaba olisqueando un trozo de queso que había en la orilla del lago, junto a unas coloridas flores. El señor mayor lo cogió y lo guardó en una cajita. -¡Has caído en la trampa! –dijo satisfecho al ver lo fácil que había sido atrapar al ratón. - ¡Serás el regalo para el cumpleaños de Matilde! ¡Siempre ha querido tener un roedor! Unos días más tarde, en mitad de una fabulosa fiesta de cumpleaños, el padre llevó a Matilde a una habitación en la que había diminutas escaleras, tubos por los que correr y esconderse y cientos de insectos preparados para saciar el apetito de un pequeño ratón que la miraba triste desde un rincón de la habitación. Pasaron unos días y la niña se percató de que algo estaba ocurriendo. -¿Estás bien, ratoncillo? –le preguntó Matilde.


-La verdad es que no, -dijo Quique con cara triste. Eres muy buena conmigo, tengo todos los caprichos que quiero y estoy más acompañado que nunca; sin embargo, echo de menos a mi familia. ¡De nada sirve tener de todo si no lo puedo compartir con mis seres queridos! -Solo

quiero

tu

felicidad,

ratoncito.

-dijo

la

comprensiva niña. Te llevaré de nuevo al bosque para que te reúnas con tu familia e iré allí a visitarte cada vez que pueda. Matilde y su papá llevaron a Quique al bosque en el que lo habían encontrado y, con lágrimas en los ojos, se despidieron de él. Quique, agradecido, le dio un abrazo a la niña y le dijo: -Gracias por traerme al lugar en el que debo estar. -Hijo mío, ¡cómo te hemos echado de menos! –dijo el padre al verlo de nuevo. -Recuerda siempre estas palabras:


No por todo poseer más feliz se logra ser. Si valoras lo que tienes y disfrutas de tus bienes, sean pobres o sencillos, ¡serás grande, ratoncillo! Autor e ilustrador: Jorge Gómez López 1º Ed. Primaria

EL LAGARTO Y EL DELFÍN Érase una vez, un lagarto que tenía mucho miedo de

un

delfín

por

sus

numerosos

dientes.

El

lagarto siempre creía que el delfín le iba a comer cada vez que le viese. Unos días después, el lagarto decidió visitar el mar más cercano a su casa. Lo que no sabía el lagarto es que allí estaba jugueteando el delfín. Cuando el lagarto se metió al mar, el delfín se


acercó a él muy rápido para decirle que si quería ser su amigo.

-¡Es que tengo mucho miedo de ti!” –

le

respondió

el

lagarto

muy

asustado.

Rápidamente, el lagarto salió del agua y volvió a su escondite, que era su casa. Al siguiente día, el lagarto decidió volver al mar para tomar un baño y, como era de esperar, el delfín seguía allí. El delfín, mucho más calmado,


volvió a preguntarle al lagarto si quería ser su amigo. -¡Claro que sí!” – le respondió esta vez. El lagarto pensó que, cada vez que fuese al mar, siempre se encontraría al delfín y decidió que la mejor idea era que los dos se hiciesen amigos. Desde entonces, todos los días, el lagarto y el delfín

nadaban

convirtiéndose

y

jugaban

así

en

juntos

grandes

en

el

amigos

mar, para

siempre.

Moraleja: Nunca

hay

que

juzgar

a

los

demás

por

su

apariencia. Autora e ilustradora: Lola Cutillas López. 2º Ed. Primaria.

De camino al Polo


Éranse una vez, en las Islas Svalbard, un grupo de amigos que eran muy diferentes entre sí pero con algo en común, y es que todos vivían en un precioso mar de hielo situado en el Polo Norte. Todos convivían en ese mar, aunque no todos se llevaban bien. Pero un día sucedió algo que los hizo cambiar… Allí vivían el oso polar Felipe con su esposa Martina y sus siete hijos, que jugaban en el hielo con los hijos de la morsa Florida. Felipe, Martina y Florida no querían que sus hijos se relacionasen, y muchísimo menos, que estuviesen con el zorro Baldomero y el búho Samber; ellos solo querían que jugaran entre hermanos de su misma familia. Los hijos continuaron desobedeciendo a sus padres, ya que no entendían por qué no podían jugar entre ellos y ser amigos, así que lo seguían haciendo y se divertían mucho. Un día estaban jugando al fútbol sobre hielo y el árbitro era la foca Luisa. Luisa se subió a un iceberg para ver mejor y poder controlar el partido. Estaban todos muy emocionados, Luisa no paraba de hacer palmas, de saltar y de animar el juego. Tanto estaba disfrutando, que no sospechó lo que se


le venía encima. De repente, se escuchó un gran estruendo debajo de donde estaba ella subida y, de pronto, se rompió la capa de hielo y Luisa se hundió en el mar. Todos, al ver lo que sucedía, intentaron ayudarla a salir del agua, pero no lo consiguieron. Entonces, Braulio, uno de los hijos del oso Felipe fue a buscar ayuda. Iba gritando: -¡Auxilio!, ¡Luisa se ahoga!, ¡Ayuda! Todos los animales siguieron a Braulio al lugar del accidente, hicieron una especie de cadena y lograron rescatar a Luisa. Nadie entendía qué había sucedido, excepto el búho Samber que, desde el cielo, lo había visto todo; aprovechó que todas las familias estaban juntas para contarlo: -Queridos vecinos del mar de hielo, he volado por toda la isla y tengo una muy mala noticia que daros -decía Samber con mucha tristeza.


-Debido al cambio climático, el Polo Norte,

nuestro hogar, se está derritiendo; en muy poco tiempo dejaremos de existir si no hacemos algo; pronto todo será agua y nosotros necesitamos hielo para poder vivir. Tenemos dos opciones: buscar nuestra salvación por separado o unirnos todas las familias y buscar una solución todos juntos.


Decidieron ir por separado. El búho Samber les advirtió de que era la peor opción, pero no le hicieron caso. Pasaron los días, las semanas y también los meses y no encontraban solución; y cada vez el hielo se derretía más y más. Los padres pasaban el día enfadados por no encontrar solución y los hijos estaban tristes porque perderían sus hogares, sus amigos, sus familias… y todo por culpa de la desunión y la falta de humildad de los mayores. Los hijos no estaban dispuestos a que se extinguiera todo e idearon un plan; estaban decididos a buscar cualquier otro lugar donde pudieran vivir y, después de mucho pensar, al León marino Ryan se le ocurrió algo. Se acordó de que, hacía ya algunos años, sus padres viajaron a visitar a un primo al Polo Sur. Era el lugar perfecto, no había mar de hielo, pero sí era un continente helado donde podrían vivir. Ryan, intentó reunir a todas las familias para contar su plan, pero nadie lo quiso escuchar. Entonces Ryan, muy triste, se lo contó todo a sus padres y ellos decidieron consultarlo con el búho Samber. Al búho le pareció muy bien, era el plan perfecto. A Samber todos lo escuchaban; así que, reunió a


todas las familias y les contó el plan. Todos se empezaron a alegrar. ¡Por fin una buena noticia! Samber se encargaría de prepararlo todo para emigrar al Polo Sur. Escribió una carta al presidente del Polo Sur y le contó que tenían que salir de sus hogares porque el Polo Norte se estaba derritiendo y era de extrema urgencia abandonarlo; si no, todos morirían. A los cuatro días, el presidente del Polo Sur, el pingüino Kirponcio, respondió a Samber con una bella carta que decía: “Queridos habitantes del Polo Norte, les respondo a su carta muy triste y alegre a la vez. Triste, porque sus hogares se extinguen y alegre, porque las puertas del Polo Sur están abiertas para recibirlos; de ahora en adelante, nuestro hogar también será el vuestro; todos sois muy bienvenidos al Polo Sur.” Samber les leyó la carta a todas las familias y todos se pusieron muy contentos. Empezaron a prepararlo todo y cogieron el camino hacia el Polo Sur. Después de unos cuantos días de viaje, llegaron a su destino y el pingüino Kirponcio los recibió muy alegre junto con todos los pobladores de allí; todos estaban muy felices.


Así, los habitantes del Polo Norte recibieron una gran lección, pues entendieron que todos unidos tenían más fuerza; que todos eran iguales, aunque su aspecto físico fuera diferente, y que siempre hay gente dispuesta a recibir y ayudar a los demás, vengan de donde vengan. La moraleja de esta fábula es que hay que ser tolerante, que a los hijos hay que escucharlos siempre pues, aunque sean pequeños, también pueden tener buenas ideas; que todos pueden jugar juntos, da igual si son osos, búhos, morsas o focas; que la amistad hay que cuidarla y que en todos los lugares podemos encontrar amigos; pero, sobre todo, que es mejor pedir ayuda, que intentar hacerlo todo uno solo y fracasar. Autor e ilustrador: Lorenzo Pascual Coly Guardiola. 3º Ed. Primaria

UN HÉROE EN EL MAR Era un día caluroso de verano, el mar estaba tibio y allí estaba el tímido caballito de mar llamado Hipo. Hipo estaba cansado de que sus padres le exigieran mucho. Su padre siempre le decía que tenía que esforzarse más para


convertirse en un auténtico dragón de mar. Pero él ya trabajaba mucho, ya no sabía qué hacer y entonces pensó en ir a ver a la estrella de mar. Al fin consiguió ir a donde vivía la estrella. -¡Hola!, dijo Hipo. Y la estrella le devolvió el saludo. Hipo le contó su problema. Y la estrella le dijo que la respuesta estaba en él, que debería hacer un viaje por los distintos mares y océanos. Él vivía en el mar Mediterráneo pero, claro, el mar es muy grande. Así que empezó su viaje recorriendo ese mar y luego siguió con el Océano Atlántico y el Cantábrico. Tenía grandes ilusiones, pero cuando ya estaba cansado de nadar, y no sabía el motivo de ese viaje, perdió las ganas de seguir. Llegó a una zona muy oscura, no se veía nada y parecía un laberinto. De repente, vio una luz que parecía una bombilla. ¡Luz! Fue nadando hacia ella y conforme se iba acercando, vio que no era una luz, sino un pez linterna, uno de los mayores depredadores del mar.


Hipo era muy pequeño, pero intentó nadar lo más rápido que pudo para huir de su perseguidor. Estaba muy cansado, cuando notó como una mano lo cogía de la cola. Como estaba tan asustado, se desmayó. Más tarde oyó una voz que decía: -¿Y ahora qué hago? ¿Y si ya no se despierta? Hipo se despertó y vio a una nutria. -¡Por fin te has despertado! -dijo la nutria.


Hipo, confundido, respondió: -¡gracias por haberme salvado! Tras descansar un rato, prosiguió su viaje. Llegó a una aldea donde solo vivían calamares. Preguntó el motivo y un calamar mayor le contó que era normal que en algunas zonas viviera una sola especie de animales. Más adelante, se encontró con un calamar pequeño que lloraba. El caballito le preguntó, pero no quiso contarle el motivo de su llanto. Hipo era muy persistente y al final logró que le contase qué le pasaba. -En el colegio me han pedido un trabajo sobre mi especie, -dijo el calamar. -Yo he explicado el motivo de que nuestra sangre sea de color negro y todos se han reído de mí, -siguió contando. -¿La maestra también se ha reído de ti? -le dijo Hipo. -No, ella me escuchaba con atención, -dijo el calamar. -No debes hacer caso de las risas de tus compañeros. Ve y habla con tu profesora, -dijo Hipo. El calamar le dio las gracias y se fue a seguir los consejos del caballito.


Hipo siguió nadando y conociendo a muchos animales marinos, pero no conseguía encontrar la respuesta que le había dicho la estrella de mar. Cuando ya estaba decidido a volver a casa, escuchó un alboroto muy grande. Había muchos animales, desde las especies más comunes hasta delfines y otros más grandes. Todos pedían ayuda. Hipo vio una gigantesca red que tenía atrapados a un gran número de peces. Él quería ayudarlos, pero era una red enorme, por lo que decidió pedir ayuda a todos los que por allí nadaban asustados. Por fin consiguieron hacer un gran agujero en la red, y los peces que estaban prisioneros, salieron nadando agradecidos. A partir de ese momento, Hipo se dio cuenta de que para ser un gran dragón de mar, no tenía que ser más fuerte, ni más valiente, sino saber cuándo hay que pedir ayuda. Autor e ilustrador: Aarón Abellán Fernández 4º Ed. Primaria


Un día en la playa Éranse una vez dos hermanos a los que les encantaba pasar el día en la playa. Se llamaban Juan y Elsa. Una tarde, estaban nadando y Juan vio una gran cola de pez sumergirse en el agua. Buceó un poco y se encontró con algo sorprendente; gritando, le dijo a su hermana: _ ¡Elsa, he visto una sirena! _ ¿Qué estás diciendo? ¡No te creo!, seguro que es otra de tus bromas. _ No, es cierto; no me ha dado tiempo a verla muy bien porque se ha asustado y se ha ido nadando. Al día siguiente, regresaron al mismo sitio, Elsa se metió en el mar y al rato, cerca de ella, pudo ver la gran cola de pez, ¡no se lo podía creer! Salió rápidamente del agua para decírselo a Juan, que estaba en la orilla. ¡La he visto!, ¡la he visto!; es de color rosa y amarilla.


_ ¿Qué dices, Elsa? _ He

visto la gran cola de pez nadando cerca de mí. Tenías razón por una vez. ¿Qué haremos ahora, hermanito? _ No se lo contaremos a nadie, no quiero que le hagan daño, tenemos que pensar la manera de acercarnos a ella sin asustarla. _ Juan, llevaremos un cubo con unos cuantos peces para dárselos y así no tendrá miedo de nosotros. _ Vale, hermanita, ¡qué idea tan fantástica! Al día siguiente, se levantaron muy temprano para pescar los peces que le iban a dar a la sirena. Con mucho cuidado, fueron nadando hasta el lugar donde la habían


visto y, de uno en uno, le iban tirando los peces que llevaban. Al rato, vieron que estaba allí, comiendo tranquilamente, mientras Juan y Elsa la acariciaban con cuidado. Desde ese día, decidieron llamarla Eli y se hicieron amigos y pasaban muchos ratos jugando con ella a la pelota y nadando juntos. Autora: Mariama Barbosa Côte 4º Ed. Primaria (A. Diversidad)

EL PERRO DE ANA Ana era una niña muy buena, tenía ocho años y medio, y le gustaban mucho los animales. Era delgada, con unas gafas grandes y llevaba el ojo izquierdo

tapado

porque,

cuando

miraba

a

alguien, ese ojo siempre iba para otro lado. Su pelo era rojizo y tenía dos trenzas largas. Vivía en el campo, con sus padres y un hermano mayor. En la granja, su padre criaba muchos


animales: ovejas, gallinas, pavos…

Pero en su

casa tenían una tortuga, un gato y un perro. El gato era muy peludo, blanco y negro y casi todo el día estaba tumbado en la alfombra, durmiendo. Pero su animal favorito era el perro, se llamaba Lika, tenía el pelo de color marrón claro, y un hocico largo. Cuando Ana volvía del colegio, Lika se ponía muy alegre, movía el rabo y daba saltos. A Ana le gustaba jugar con él, y cuando tenía que dar de comer a las gallinas y los pavos, Lika siempre iba con ella. Un día se fue a buscar setas por el bosque que estaba cerca de su casa, Lika iba con ella y, al volver, el perro comenzó a comportarse de una forma extraña. Ladraba mucho, trató de comerse a una gallina y casi muerde a su padre. El padre tuvo que llamar al veterinario. Cuando éste llegó a la granja y vio al perro, le puso un bozal y se lo llevó a su clínica para curarlo. Al volver de la escuela, Ana preguntó cómo estaba Lika, y su padre le contó malas noticias. El perro tenía una enfermedad grave y era difícil que pudieran curarlo, casi seguro que tendrían que


sacrificarlo. Ana se puso a llorar y no paraba de gritar que no podían hacer eso. Le pedía a su madre que no dejara que hicieran eso con el perro. Al día siguiente, cuando salió del colegio, fue a la clínica del veterinario y habló con él para que hicieran todo lo posible para que su perro no muriera. El veterinario le puso otro tratamiento y, después de varios días, les llamó para decirles que estaba mejorando.

Todavía no se había curado completamente, pero Ana, con su padre, fueron a recoger a Lika para


llevarlo a su casa, ya que Ana quería cuidarlo hasta que estuviera bien. Llegó el fin de semana y Ana salió al bosque a recoger unas piñas.

Pero a la hora de comer

todavía no había vuelto. Su padre salió a buscarla y no la encontró. Llamaron a la policía y pidieron ayuda a más gente. Todos se pusieron a buscarla, pero Ana no aparecía. Ya era de noche y hacía mucho frío. La gente dejó de buscar porque no se veía nada y decidieron continuar al día siguiente. El padre pensaba que, si pasaba toda la noche en el bosque, con ese frío, podría quedarse congelada. La familia volvió al bosque con linternas y Lika iba con ellos. El perro, por el olor, siguió un rastro y, al poco rato, comenzó a ladrar. Cuando llegaron todos, vieron un pequeño pozo, y allí dentro estaba Ana. La sacaron con cuerdas y, aunque tenía algunas heridas, se encontraba bien. Lika estaba muy contenta y no paraba de lamer la cara de su ama, que ya estaba salvada. Autora e ilustradora: Sanaa Hassani


5º Ed. Primaria


La granja revoltosa ¡Hola, chicos! Yo soy un burro de granja y todos me conocen por el nombre de Burro Pepe. Soy el jefe de la granja, pero quiero deciros que esta granja es como una

escuela de animales; ellos están aquí por el día y siempre que quieren, pero pueden salir a pasar la noche con sus familias, que viven en otras granjas vecinas. Sólo tres clases de animales conviven en esta granja

revoltosa:

gallinas,

cabras

y

vacas.

Para

empezar, os diré que el nombre de “revoltosa” le viene a la granja porque en ella no hay un orden establecido, es decir, que encuentras a las gallinas en el corral de las cabras, las cabras donde las vacas y a las vacas donde deberían estar las gallinas, y no hay manera de arreglarlo. Os voy a presentar a los animales. Empecemos por las gallinas: está la gallina Paca y la gallina Rosa, que siempre están juntas y nadie las puede separar; y, por otro lado, está Ainara, que siempre está sola porque, según Paca y Rosa, Ainara es una gallina que no está a su nivel; y, por esa razón, esta gallina va siempre al corral de la cabra.


A la derecha del corral de las gallinas está el corral de las vacas. Allí solo puedes encontrar dos vacas: la vaca Pepa y la vaca Loli, que se llevan muy mal y no paran de discutir. Al lateral del corral de las vacas podemos encontrar el corral de la cabra Sol. Un día, la cabra Sol no pudo venir a la granja porque se puso mala y tuvo que ir al médico y Ainara, la gallina, se sintió

muy sola; así que le dijo a Paca y a Rosa si podía quedarse con ellas. - No, con nosotras no te vas a quedar- le dijo Paca.


- Por mí sí, pero ya sabes que como Paca es la que manda, le tengo que hacer caso porque si no, perdería su amistad- dijo Rosa. Ainara, muy triste, fue al corral de las vacas a preguntarles si podía quedarse con ellas. - No, con nosotras no te puedes quedar- le respondieron. Así que Ainara se pasó todo el tiempo sola, pensando en lo mal que se portaban con ella. Estaba en ello, cuando yo mismo fui a preguntarle: - ¿Qué te pasa, que estás tan sola? Ella no quiso decir nada porque es demasiado buena persona y no quiso que yo, como jefe que soy, le riñera a nadie. - No pasa nada, pero gracias por preguntar, estaba pensando- me mintió. Al poco tiempo, resultó que Rosa, la gallina, estaba dos días sin aparecer por la granja. Nadie sabía nada de ella desde que le llegó un mensaje urgente para que se pusiera en contacto con su madre lo más pronto posible y salió a toda prisa para ir a visitarla a una granja vecina, donde vivía. Cuando iba

de

camino,

le

llegó

un

audio

de

algún

desconocido, que decía: ¡Hola!, seguro que en estos momentos estarás buscando a tu madre. Si quieres encontrarla, tendrás que traer contigo una propina y


venir a la siguiente dirección: segundo corral de la cuarta granja. Rosa llamó a su padre y le contó lo del mensaje. Su padre, un gallo de lo más valiente y astuto fue casi volando a esa dirección y no quiso entrar porque no se fiaba. Allí había muchos animales que no conocía y no sabía si serían amigos. Como era muy astuto, buscó la forma de entrar en el corral sin que lo vieran y encontró a la madre de Rosa justamente allí, la salvó y la llevó a su casa. Rosa se puso demasiado feliz al ver a su madre y por esa razón no volvió a la granja ese día, pues se quedó con

su

familia

celebrando

que

no

había

pasado

nada. Por otro lado, la vaca Loli, no se encontraba en la

granja

porque

se

había

ido

unos

días

de

vacaciones a unos corrales muy grandes a buscarse un novio; y la vaca Pepa tampoco estaba porque había ido a visitar a sus abuelos a otra granja y, encima, se había perdido por el camino y tuvo que venir su tío Paco a recogerla. Así que solo estaban la cabra Sol, la gallina Ainara y la gallina Paca.


Paca se sentía muy sola, así que le dijo a la cabra Sol y a la gallina Ainara que si se podía quedar con ellas. Y Ainara le dijo: - ¡Ah!, El otro día tú no quisiste que yo me quedase con vosotras, así que lo mismo te puedo decir yo hoy: ¡no te vas a quedar aquí! La gallina Paca le dijo que eso no volvería a ocurrir y que quería ser su amiga, y Ainara, como era buena persona, le dijo: -Vale, de acuerdo, pero como vuelva a pasar, no te voy a perdonar en la vida. No quedaré contigo más veces. Cuando volvieron la vaca Pepa y la vaca Loli, se enteraron de lo que había pasado y pensaron que Ainara les había dado a todos una buena lección, así que lo pensaron bien y decidieron que no tenían que discutir más. Desde entonces, todos los animales empezaron a jugar juntos, y el burro Pepe estaba muy contento porque ya todos en la granja se llevaban bien.

Esto significa que siempre tienes que aceptar a la persona que quiera jugar o quedar contigo, porque tú no sabes cómo se sentirá al decirle que no. Y, además, otro día puedes necesitarla tú a ella.


Y colorín colorado, los animales finalmente felices jugaron. Autora e ilustradora: Kaoutar Boujemaoui 6º Ed. Primaria

Había una vez, a las orillas de un lago al norte de Europa, cuatro familias de castores que se llevaban muy bien. Como eran vecinos, siempre quedaban para hacer todos juntos las tareas propias de su especie, es decir, salir a buscar madera para construirse sus viviendas. Para ello, iban a un bosque que estaba al noreste del lago; allí abundaba la madera y

LOS CASTORES Y LA MADERA ellos siempre encontraban material para llevar a sus casas. De esta tarea solo se encargaban los machos adultos, o sea, los cabeza de familia. Un día salieron solo dos castores a buscar la madera, y les dijeron a sus vecinos que, si había mucho trabajo, ya les avisarían para que fueran a ayudar. Cuando estaban en el bosque, escucharon a lo lejos un fuerte golpe y decidieron ir a ver lo que había sucedido.


Al llegar al lugar, vieron que había volcado un camión cargado de troncos. Se alegraron al ver tanta cantidad de materia prima, sobre todo, porque la mitad del trabajo ya estaba hecho y ellos sólo tendrían que transportarla. Así que pensaron en ir a avisar al resto para, entre todos, terminar antes con la tarea.

Cuando ya se decidían a marcharse, se dieron cuenta de que un coche se encontraba medio atrapado debajo del camión ya que, al volcar éste, lo había golpeado. Los castores se acercaron más para ver si había alguien dentro del coche, pues les había parecido escuchar ruido, y vieron que dentro del coche estaba el amo de la fábrica de madera, la persona que más odiaba a los castores, puesto


que consideraba que éstos le robaban su medio de subsistencia. Los castores intentaron rescatar al hombre, pero no podían, así que acordaron que, definitivamente, tenían que ir a buscar ayuda. Volvieron al lago y les contaron lo ocurrido a sus vecinos. Las cuatro familias de castores, en pleno, acudieron al bosque para intentar rescatar a la persona accidentada. Se subieron todos encima del coche y rompieron la luna y, así, finalmente, pudieron liberarle. El hombre estaba muy agradecido y les regaló un camión entero de troncos de madera con los que los castores podrían aumentar sus casas. Y todos terminaron felices en este bosque. La moraleja es que, aunque alguien te caiga mal o no lo quieras, no debes dejar de ayudarle y, al final, puede ser la persona más bondadosa del mundo. Autor e ilustrador: Antonio García Lozano 1º Ed. Secundaria


EL PUEBLO Y LOS ERIZOS Había una vez una familia integrada por tres erizos, que iba a asentarse en un pueblo muy rico en variedad de animales. Nada más entrar la familia en el pueblo, todos los animalitos les ojeaban con miradas malvadas, como si los erizos fuesen a dejarlos sin vida. La pequeña familia siguió en busca de la calle y el número de su hogar, pero no daban con él. ¡Estaban perdidos! Preguntaban a unos y otros, pero nadie les hacía caso. Hasta que llegaron a la residencia de una anciana y sabia tortuga, que los recibió amablemente y la que no tardó en darles la respuesta que esperaban. La tortuga les comunicó: -Pequeña familia, su vivienda está pegada con la mía, es la 204. Seremos vecinos. El padre le interrogó: -¿Por qué usted no nos teme? Hemos observado que todo el mundo nos tiene miedo. ¿Acaso es porque tiene esa capa rocosa que la defiende?


La anciana le explicó: -Hijo, yo también estoy haciendo el mismo papel que ustedes. El pueblo desprecia a la gente de distinta apariencia. -¡Necesitan una lección!-dijo el erizo padre.

Unos días después la aldea fue atacada por un lobo villano. Los pequeños animales peludos corrían por todas partes; no sabían que hacer ni a dónde ir. Acudieron a pedir ayuda a los erizos. Ellos, como una familia gloriosa, ayudaron al pueblo con sus largas púas. Desde ese día, el pueblo entero


apreció la benévola personalidad de la familia de erizos. Moraleja: La personalidad.

apariencia

no

hace

la

Autor e ilustrador: Bilal Mazouzi Benserya 2º Ed. Secundaria

Una lombriz singular Érase una vez una lombriz común que vivía con los demás de su especie. Esta era el motivo de burla de toda su aldea, ya que era algo más gruesa de lo normal. Incluso su familia se avergonzaba de ella por su singular apariencia. La lombriz se pasaba la vida sola, puesto que nadie quería estar con ella. A menudo se burlaban de ella en la escuela, lo que hacía que nuestra lombriz no quisiera ir más a su colegio. Nadie sabía el porqué de su apariencia. Algunos decían que era una especie diferente que se coló con las crías de las otras. Otros afirmaban que era un castigo de Dios por sus malas acciones en su vida anterior. Una vez conoció a otra lombriz con quien estrechó una fuerte amistad. Esta no se burlaba de su apariencia y


no solo eso, sino que la respetaba. Estaban siempre juntas y se hicieron muy buenas amigas. Esto motivó a nuestra protagonista a seguir con sus estudios y a tener algo más de confianza, ya que no estaba sola, a pesar de que aún seguían burlándose de ella. Pasados unos meses, su amiga desapareció sin dejar rastro. Todos la buscaron por todas partes, pero fue en vano. Se creía que había sido devorada por algún pájaro que pasaba cerca. Nuestra protagonista volvió a estar sola y triste por la desaparición de su mejor amiga. A pesar de estar deprimida, siguió con su vida y con sus estudios, cumpliendo la promesa que le hizo. Nunca más se rendiría otra vez y se defendería sola ante las burlas; estaría siempre orgullosa de sí misma, tal y como le prometió a su amiga. Empezó a estudiar mucho y a mejorar cada día hasta convertirse en la mejor estudiante de su escuela. Las burlas continuaban, pero esta las ignoraba y seguía con lo suyo; tenía grandes sueños que cumplir. Era un día caluroso de verano. Los rayos del sol asomaban por la habitación de la lombriz singular, pero esta no estaba, lo único que había era algo que parecía un montón de seda blanca amontonada en una esquina del techo.


No se supo más de ella y la dieron por desaparecida, al igual que a su antigua amiga. No se molestaron en buscarla mucho, ya que no le importaba a nadie, así que, simplemente, la olvidaron. Un día de agosto, anunciaron con las alarmas de emergencia la llegada de unos insectos desconocidos, nuevos depredadores de los que nunca habían oído hablar. No eran de gran tamaño, pero sí, muy feroces y

numerosos. Estos insectos atacaron la aldea robándoles a todos sus suministros. De repente, apareció una bella mariposa, con unas alas de gran tamaño y unos colores brillantes nunca antes vistos.


Los insectos, al ver que venía hacia ellos, se asustaron por su gran tamaño y escaparon dejando todo lo robado. Toda la aldea estaba agradecida a la mariposa por lo que había hecho y la invitaron a quedarse a vivir con ellos. La mariposa, extrañada, los miró a todos de uno en uno y les preguntó si no la reconocían. La aldea, perpleja, empezó a pensar en quién podría ser y recordaron a aquella lombriz singular de apariencia extraña y con muchas ganas de estudiar. Pero era imposible que fuera ella, pues esta no era tan hermosa como la mariposa que tenían delante. Pero sí, sí era. Resulta que la “lombriz” en realidad era una oruga que se había colado en el nido de sus hermanos lombrices cuando éstos eran aún eran bebés; y de ahí su apariencia tan singular. Todos, muy arrepentidos por haberse burlado de su apariencia, no encontraban palabras para disculparse con ella. La hermosa mariposa los perdonó a todos, a pesar de lo que le habían hecho, ya que tenía un gran corazón. Durante los siguientes meses, la mariposa vivió feliz y acompañada de mucha gente, con el título de heroína de la aldea. Les enseñó a todos que la verdadera belleza está en el interior y que no todo lo que brilla es oro.


Y aquí os dejo con una nueva lección: no juzgues a nadie por su apariencia, pues éste podría sorprenderte algún día.

Autora e ilustradora: Houda Moussa El Mokhtari 3º Ed. Secundaria

EL GUEPARDO Y EL OSO PEREZOSO En una selva de la India vivían muchos animales, entre los que se encontraban un guepardo y un oso perezoso. El guepardo era rápido, orgulloso y muy egoísta. El perezoso, aunque era algo lento, tenía un gran corazón: era humilde, solidario y siempre estaba dispuesto a ayudar a todo el mundo. Un día, el león de la selva se puso muy enfermo y solicitó, al resto de animales de la selva, ayuda para poder curarse. Para ello, necesitaba Ashwaganda, una planta medicinal hindú, con la que poder recuperarse y recobrar las fuerzas. Los animales de la selva no dudaron en confiar en el guepardo, ya que era el animal más rápido de todos. Sin


embargo, éste se negó a realizar la tarea, pues era egoísta y no era capaz de ayudar a nadie. - ¡Tú eres el único que puedes traer rápidamente la medicina! –dijeron los animales. - ¡No, no os ayudaré jamás! –dijo el guepardo. El perezoso, que estaba oyendo la conversación, le dijo al león: - No te preocupes, yo iré en busca de la medicina que necesitas para que puedas recuperarte. El


león lo miró y le dijo: - Gracias, pero no sé si serás capaz de traerla a tiempo. Tú no eres tan rápido como el guepardo. El oso le dijo que confiase en él, pues estaba seguro de que podría hacerlo. Tras recorrer varios kilómetros por la selva y trepar por los árboles, el perezoso consiguió obtener la planta medicinal y entregarla a tiempo y, al cabo de una semana, el león estaba completamente recuperado. MORALEJA: No hay que dudar de las capacidades de los demás. Hace más quien quiere, que quien puede. Autor e ilustrador: Ejérico Abellán Terol. 3º Ed. Secundaria (A. Diversidad)


Se cuenta que, hace muchos años, en un lejano país, había una pequeña aldea donde vivían todos los animales juntos: ardillas, pájaros, elefantes, jirafas, tortugas, …Todos compartían territorio y vivían muy tranquilos ayudándose unos a otros cuando era necesario. Hasta que un buen día, llegó una pequeña serpiente en busca de un hogar. Todos los habitantes de la aldea la miraban con desprecio y también con miedo, pues sabían que alojaba veneno en una parte de su cuerpo, aunque ella lo usara solo para defenderse de sus enemigos en caso de ser atacada. La serpiente, que tenía la intención de llevarse bien con todo el mundo y que solo quería hacer amigos, se sintió marginada y muy sola pues, en


cuanto aparecía, todos salían huyendo sin darle siquiera la oportunidad de explicarse; aun así, se quedó a vivir allí con la esperanza de que algún día la conocerían mejor y dejarían de juzgarla. A medida que los meses iban pasando, la serpiente crecía y dejaba de ser pequeña; la situación iba empeorando por momentos, ya que los demás animales se sentían cada vez más amenazados debido a su gran tamaño. Poco tiempo después, los residentes se reunieron en asamblea para deliberar qué hacer en contra del "monstruo"; después de mucho debatir, decidieron que lo más sensato era acabar con su vida y así se librarían del peligro para siempre y volverían a vivir tranquilos. Pero la serpiente, que no andaba muy lejos y que, además, tenía un oído muy fino, escuchó toda la conversación y, muy triste, no tuvo más remedio que abandonar su casa y huir de la aldea. Al darse cuenta de lo sucedido, no cesaban los comentarios entre los habitantes del lugar. La serpiente quedó como una cobarde villana ante los ojos de los niños y los padres quedaron como héroes. Moraleja: no siempre el que parece malvado lo es en realidad, ya que ésta es solo una de las perspectivas de la misma historia y, para juzgar con rectitud siempre hay que escuchar a las dos partes. Autora e ilustradora: Omayma Aouichi Aouisset 4º Ed. Secundaria



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