Libros, caminos y días. El viaje del ingeniero

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Retrato de Agustín de Betancourt y Molina. Galería de personajes ilustres de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

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ora pro salute sua». Dos años más tarde, empezó a publicarse la Revista de Vías de Comunicación, que él había planeado y, en el primer número, su discípulo Resimont publicó un artículo necrológico, con su retrato. En 1828, ignorando su fallecimiento, Gabriel Ciscar, desde su exilio en Gibraltar, le dedicaría un poema que incluía la siguiente estrofa: «De do susurra humilde el Manzanares, / al caudaloso Neva trasladado, / disfruta los honores singulares / debidos a tu mérito acendrado. / Gózate, en paz, y en medio de tu gloria, / nuestra amistad conserva en tu memoria» (Texto facilitado por Carlos Domínguez). Se ha motejado poco menos que de denigrante el trato recibido por Betancourt en sus dos últimos años. De hecho, con independencia de los modos prepotentes de Wurtenberg, nada tiene de extraño que, por decirlo en términos actuales, se prejubilase a un funcionario de 64 años y se le jubilase a los 66, cuando esas edades eran realmente avanzadas para la época. Pocos días antes de morir, viéndose ya muy enfermo, escribió Betancourt al zar Alejandro en solicitud de protección para su familia y este le contestó manifestándole su aprecio por los eminentes servicios que había prestado y tranquilizándole sobre la suerte de su familia. En efecto, a Ana Jourdain se le concedió como pensión el mismo sueldo que Betancourt venía disfrutando en vida.

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