LA. NATURALEZA. ex.tremicladcs de las ramas. Por medio de yaria ag uja fijadas á diferentes altura , se ye que eT mo,imient.o tiene su máximum en la que llc,a el boton terminal, y qnc decrece en las dos inferiores, por debajo de las cuales es nulo. Jo pasan siempre las cosas con la regularidad que acabamos ele indicar; algunas veces el período sinistrorsum se interrumpe por una vuelta de algunos grado derl'trorswn, seguida de otra en 1 sentido primitiYo. Otras veces se corta la rotacion por un momento de inmonlidad sin cambio de direccion. .r o hay duda que la torsion de los ejes no está én relacion directa con su fl.exion, pero no podemos expresar por cifras esta concordancia. U na ele las causas de esta imposibilidad, es que la observacion de la torsion llega ti ser muy difícil en el caso de uua curvadura muy pronunciada del eje, á consecuencia de los desplazamientos del plano en que gira la aguja que sirrn para medir los ángulos.
AT~IÓSFERA DEL PLA 1 ETA VÉNUS. Debemos á los últimos progresos de la astronomía física datos tan imporLanLes acerca de nuestro vecino y hermano el planeta Vénus, que nos es fácil ]Jasar en el conjunto ele ellos una opinion científica sólida y racional eon respecto á la meteorología, climatología y estado probable de vida de la superficie de este mundo. Su objeto es doblemente curioso, y su esLudio no carecerá indudablemente de interes para aquellos de nuestros lectores, que algunas veces olvidan los asuntos de nuesLro mundo, para transportarse á las regiones celestes que el telescopio presenta más allá de los horizontes habituales de la vida. Hasta estos últimos años podia ponerse en duda la existencia de la atmósfera ele Vénus; ]?Cro hoy clia poseemos· pruebas irrecusables de la similitud completa de este mundo con el nuestro; no solamente sabemos que existe dicha atmósfera, sino que tambien hemos medido su espesor, su densidad y su misma constiLucion física y química. Las primeras probabilidades se tuvieron en el úUimo siglo, por las observaciones del paso del planeta por delante del sol en 1761 y '1769; pero podían atribuirse los -efcclos observados á ilusiones ópticas. A fines del mismo notó Schrcctcr . en una de las fases de este globo, á lo largo del borde iluminado, una débil luz que parecía denotar un efecto crepuscular. Los dibujos del mismo observador presentan listas de sombras que atraviesan el disco, debidas evidentemente á la existencia de una atmósfera. Estas mismas bandas fueron apreciadas des pues, especialmen-
te por lord Rosse, De la Rue y Duffham. Otra prueba poco convincenle de la atmósfera de Vénus S:) había dado, fundada en la prolongacion del creciente, tanto en longilud como en latitud, aumento producido por la luz del sol que ilumina, bien sea una atmósfem ó bien sean nubes , que viene á ser lo mismo, pue·s no hay nubes sin atmósfera. El borde interior del creciente aparece con una zona gris, una pen ümbra, producida por el he cho de que ·en la cxtension de este meridiano el sol no ilumina la superficie del planeta, :sino únicamente su atmósfera, como sucede aquí al salir y ponerse el sol. Así yemos desde aquí los crepúsculos del mundo de Vénus, el alba y declinacion del clia . Entre los astrónomos que han examinado detenidamente este bello planeta, no hay uno sólo que haya dejado de notar que la parte del crecimiento exterior ó vuelta hácia el lado del sol, es más brillante que la curva elíptica interior, que marca la línea de separacion entre la sombra y la luz. Esta desigualdad prueba la existencia de la atmósfera de Vénus. Los rayos del sol reflejados en la superficie del planeta, y que forman el borde circular del crecimiento, atraviesan, en efecto, un ·espesor menor de atmósfera que los que llegan á las parles más ó ménos · próximas del círculo terminador. ½ª discusion de las observaciones prueba que esta penumbra no puede ser motivada más que por una atmósfera que rodee el globo ele Yénus y poco diferente de la nuestra en espesor, más bien.más que ménos elevada. Estas primeras medidas rudimentarias estaban hechas cuando tuvo lugar el maravilloso descubrimiento de la análisis especlral. Los astrónomos se apresuraron á aplicarlo, emprendiendo Iluggins, en Inglalerra, el imporlante estudio de las atmósferas planetarias. Las primeras investigaciones ele este hábil astrónomo dieron los resultados siguientes · (1S66): <cAunque sea brillante el espectro de Vénus y se vean muy bien las franjas de Fraünhofcr, no he podido descubrir ningul'l.a franja adicional que revele la presencia de una almósfera. La ausencia de dichas franjas quizá sea debida á que la luz no sea reflejada probablemente por la superficie de este globo, sino :i;¡or las nubes situadas á cierta altura. La luz que llegase á nosotros de este modo por reflexio~ sobre las nubes , no se h abría expuesto á la accion absor• bcntc de las capas más densas de la atmósfera del planeta. » ' Estos pri\neros rcsuHados no adelantaban la cuestion. Empezando de nuevo Huggins sus ex-