La invención del hormigón, producto pastoso y fácil de moldear que en contacto con el aire adquiere una consistencia pétrea, es un logro genuinamente romano. En su fabricación se toma del tapial púnico el empleo de encofrados de madera y se utiliza un mortero de cal como aglomerante, que constituye, junto con los áridos y el agua, un hormigón en masa conocido como opus caementicium. Ahora bien, los hor migones hechos con cal solo fraguan en contacto con el aire, por lo que no pueden emplearse en obras sumergidas en el agua, y para este tipo de obras los técnicos romanos se aventuraron en la fabricación de hormigones espefig. 2 Maqueta de grúa movida por rueda de pisar. ciales capaces de endurecer inmersos en agua. De una manera empírica, que todavía nos asombra, descubrieron que si sustituían en el mortero de cal la arena habitual por unas oscuras cenizas de origen volcánico que llamaban pulvis puteolanus, se producía el milagro, obteniendo un mortero especial que, vertido sobre los áridos, era capaz de fraguar y endurecer bajo el agua. El polvo de Puzol o puzolana solo se empleaba en ocasiones excepcionales, pues su transporte a grandes distancias encarecía las obras. Se trata, en cualquier caso, del primer hormigón hidráulico que se registra en la historia, sin que se encuentre otro —fabricado ya artificialmente— hasta 1824, en que el inventor inglés Joseph Aspdin patenta el cemento Portland. Los romanos utilizaron otros muchos materiales de construcción (madera, cerámica, vidrio...), entre los que por su singularidad cabe mencionar el llamado yeso especular o lapis specularis, un yeso transparente y fácil de exfoliar, cuyas principales canteras se encontraban en Hispania, cerca de la ciudad de Segobriga (Saelices, Cuenca) y empleado, en competencia con el vidrio, para el cerramiento de óculos y ventanas. Cerramos este breve resumen mencionando las máquinas auxiliares para la construcción, como grúas, tornos y polipastos para multiplicar la fuerza, ruedas de cangilones, tímpanos, máquinas de achique, grifos, bombas de Ctesibio o tornillos de Arquímedes, ingenios ya conocidos en Grecia y Egipto y cuyo proyecto y construcción era tarea encomendada al mechanicus, el ingeniero constructor de ingenios y máquinas. Para la realización de algunas de las maquetas de estos artificios se ha recurrido a las descripciones de Vitruvio, aunque en algún caso se han podido estudiar ejemplos concretos a partir de sus restos arqueológicos [Fig. 2].
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INGENIERÍA ROMANA