CONOCIMIENTOS_UTILES_ParteVIII

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CONOCIMIENTOS DE HISTORIA UNIVERSAL. -ot52J t -

TIEMPO S HERÓICO S.

Esparta. -Licurgo .-Su legislaci on.-Sus usos y costumb res. Grande ha sido la parada que hemos hecho (1). Ct·eemos , lector querido, te hallarás bien descansado y con suficientes fuerzas para poder proseguir el viaje que emprendimos, con el ánimo resuelto, con el propósito firme de no volver á entregarno s á la vida de la inacéion y la calma, sin haber antes visitado, alllnque ligeramente , las ciudades, los sitios más célebres donde la humanidad de otro tiempo dejó marcada su huella¡ sin haber antes hojeado los cronicones antiguos, donde se registran sus más grandes "proezas, donde se consignan los verdaderos origenes de la sabi:luría, en todas sus múltiples manifestaciones. Sí, hoy más que nunca debemos continuar nuestra interrumpid a vuelta al mun· do, porque hoy más que nunca necesitamos instruirnos , necesitamos aprender, estudiando sin descanso en el gran libro de la historia, á fin de que, co.n crite'rio propio, podamos apreciar la importancia , la trascendenc ia de las borrascosas vicisitudes, de las profundas convulsione s por que irremisiblem ente tienen que pasar los pueblos en el curso de sa transitoria existenci-a. Y que en medio del aband-ono, del eompleto aislamiento en que con los demás pueblos nos hallábamos cuando hicimos nuestro primer alto, ha llegado hasta nosotros la brisa vivifican te, la purísima luz del explendente sol de libertad que ha. venido por fin á. iluminar á. nuestra q ueri· da pátria; ya que sentimos caer rotas, es-

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labon por eslabon, las pesadas cadenas de la más vergonzosa esclavitud; ya que el humillante yugo que hacia. bajar dura· mente nuestra cerviz cayó deshecho en pedazos; justo es que para que no volvamos á vernos sumidos, por nuestra ignorancia, en los oscuros calabozos del más denigrante , del más despótico vasallaje, estudiemos, y estudiando, reconozca cada uno los medios, los recursos que debe aprontar á la obra comun de nuestra reconstitucion libre y dignat para que, coad· yuvando á que domine la paz, suprema aspiracion de las naciones que pretenden seguir por el verdadero camino de la ilustracion y del progreso, lleguemos al suspirado eden de la posible felicidad humana. El hombre que estudia, aprende; el hombre que aprende, sabe~el hombre que sabe , se perfecciona ; el hombre que se perfecciona , marcha indudablem ente por el florido sendero del bienestar y la dicha. Ayudemos, pues, á dilatar la esfera del espiritu, para que así pueda tambien ensancharse el limite de la materia, que no siempre sigue el rápido compás de los adelantos intelectuale s. Dilatando la inteligencia , se aumenta, como hemos dicho, el círculo de accion del poderoso imperio del saber, y este nos condudrá en un dia no l-ejano al anhelado centro de lo 1UiZ, como la beneficiosa i·n· dustria; de lo justo, como las sábias y equitativas leyes; de lo hermoso, como las bellas artes;- de lo cie1:to, como la buena filosofía; de lo santo, como la verdadeJ'a religion: condiciones necesarias , elementos indispensab les 1 sin los que nunca

del \l.• tomo. págínas

podrá. verse mecida la humanidad

por~

FUNDACIÓN Jl:A~ELO TUR~IAl\0


Los Conocimientos úliles. dulce y refrescante ama !le una época feliz, de positivo, de real engrandecimiento. Si tanto es nuestro deseo, si tan grande es nuestro afan de ver planteada en nuestra pátria la sup?'fYlllajo?·rna del bello ideal de tos gobiernos, no nos queda otro camino que civilizarnos, que ilu str ar tambien kasta el su¡yremo grado á nuestro espíritu, para que este, al hacer uso de la libertad, que no el hombre, y si:.el regenerador del mundo le concediera, sepa Lasta dónde debe ir y á lo que no debe llegar; sepa loque debe conservar para si y lo que d'e be ceder en favor de sus semejantes; pues esto, caro lector, no es tan fácil, ni tan sencillo, ni tan comprensible como á primera vista les parece á algunos. En relacion con los dereckos que se tienen, están los deberes que hay que curoplir. ¡Y qué fácil es reclamar aquellos, pero cuán dificil el cumplir estos! Para ser gobernados por la suprema forma de las ideas populares, es preciso, que el pueblo esté tambien preparado para ' ello por su cordura, por su sensatez, por su nobleza, por su progreso. por su patdotismo, y sobre todo por su ilustracion; pnes que, de no ser así, su triunfo se compromete, y el desenlace, el deseneanto de tan amada ilusion será, como lo fué en las pasadas edades, la anarquía más sangrienta, el· despotismo más duro, la tiranía más bárbara. Y para llegar al- grado dé cultura que neceaitamos, tenemos que andar bastante-· todavía¡ tiene aun que avanzar más el mundo en su carrera. No podemos negar que efectivamente hemos adelantado mucho en poco tiempo; pero no hay que hacernos ilusiones; no es ni puede ser todo lo que es preciso, todo , lo que es necesario, porque la lenta y marcada marcha de la humanidad entera . no pued·e sufrir alteracion, no puede violentarse á capricho de un reducido número de séres. y no nos vayas á creer por esto sospe· chosos, lector; somos jóvenes, hemos- sido educados en la escuela de la libertad, y por consiguiente la amamos de corazon, ~ por instinto, y hasta por temperamento;

pero por la misma causa somos celosos ue ella, y tememos q.ue; al no poder cumplir fiel· y dignamente las severas condiciones que sw cariño nos impone, la per·damos para siempre. No hay nada en el mundo qne fascine más, que más seduzca, que más halagtieño sea para el hombrd, que la mágica palabra de libertad; pero ¡ay! que no existe nada en la vida tan rígido, tan inflexible , tan intransigente; al mismo tiempo que tan engañoso, tan vano y tan tristemente desconsolador, como esa m'isma libertnd que tanto y tanto adoramos, á causa todo del mal uso, de la mala interpretacion quesiempre y en todas las épocas se ha hecho de ella. por falta de la tiebida ilustrncion. · Nosotros confesamos franca e ingénuamente que, para no dejarnos seducir muchas veces por su faustuoso brillo, por su seductora pompa, por su grandísimo é incomparable poder, hemos tenido necesidad de apelar á la fria, á la: severa é imparcial razon, que es la que analiza, la que in vestiga. la que desmenuza, la que tritura,permítasenos la frase,-las ideas más atre· vidas, los pensamientos más levantados que en un momento supremo fueran concebidos por las inteligencias superiores, por las imaginaciones ardientes. Y aquella, y no estas, es la que nos guia en nuestra expedicion histórica, que, por su índole, debe ser solo presidido por la razon más severa y más desapasionada, sin de· jarse llevar nunca de los afectos de un corazon ardiente, de las impresiones, de las simpatías más ó ménos vivas que pueda experimentar nuestra alma por ciertas y determinadas ideas. En la importante historia de los célebres pueblos.de que nos vamos á ocupar, encontraremos grandes pruebas, salientes ajeroplos que nos demostrarán lo cierto de nuestras opiniones: no porque su época sea lejana, deja de ~ener toda la fuerza que se necesita para que pueda obrar directamente sobre noaotros. El hombre de hoy es el mismo que vivió hace seis mil años, aun contando con la profusa variedad de sus accidentes de forma.

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Nace con las mismas tendencias, con iguales deseos, con las mismas inc!inacio· nes que enemistm·on á los primeros hermanos; por lo que, teniendo en cuenta el clima, la organizacion social, la religion y otras muchas cosas más, el hombre de hoy, decimos, explica, demuestra perfec· tamente al hombre que, en parecidas circunstancias, ejerció su accion en los pasados siglos; por lo que no está, como algunos tal vez pretendan, tan separada de nosotros la histol'ia de las generaciones antiguas. Animo, pues; seguid á nuestrolado 1 que hat•emos todo lo posible por que el viaje sea corto y fácil, á fin de qu·e, cuanto antes, y sin grandes molestias, podamos llegar al objeto apetecido. En íre los diferentes Estados de la Grecia antigua sobresali0 en primer lugar la renombrada Esparta, no solo por su mayor poder y grandeza, si que tambien, y más principalmente, por su especial legislacion y costumbres. Forzoso es, pues, que nos ocupemos separada y detenidamente,-en cuanto la indole de. la. publicacion nos lo permita,de lo.s pueblos que tanto han dado y darán que l1nccr y que pensar al mundo, por las sábias , gr~tles y provechosas lecciones que le legaron•, á través de los iu.v isibles pliegues del infinito círculo del tiempo.

·E sparta. Se hallaba situa'da eu el Atica, en la falda del monte Taigeto, á orillas del rio Eurotas, por donde declina-ba hasta el mar la cordillera de montes de la A'l·cadia. Constituinn sus- Estados tres clases ó castas: los EsPARTANos, kabitadO'J·es de la ciudad, raza privilegiada y dominadora, y de la que solo hace mencion la historia: los LACBDimoNIOS, habitantes de la ca1npiüa, pueblo vasallo que hacia-los servicios militares y pagaba tributos;· y los ILoTAS y demás esclavos inferiores, privados absolutamente de toda clase de derechos y coosideraciones. 1 Los espartanos, en general, vestian sflyo basto de lana que no les lle~aba á

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las rodillas; encima una capa grosera, completando su traje un calzado tosco y gorro cilíndrico: llevaban ca bellosJargos, que les caían por los dos lados del rostro, y un cayado en la mano, que no abandonaban más que cuando iban á la asam. blea. Su t·eligion era el politeísmo ó paganisrJto, represen tan do armados á todos sus dioses, incluso la misma Vénus. Licurgo fué el gran legislador de Espa,·ta. He1·mano de Polidecto, último rey que murió.sinsucesion, hubierapod1do reinar; pero• quPdando su viuda en cinta., se declaró protectot· de 10 que saliera de su seno, rechazando la proposicion que aquella le hiciera de dar muerte á la criatura si consentia en casarse con ella. A fin de desvanecer la más ligera sospecl;la· que contra él pudiera tenerse, se alejó de su pátria y fué á visitar los países más importantes del mundo, en los que aprendió lo que consideró más útil para sus conciudadanos. De la isla de Creta, que era considerada como griega,- y que en aq.uel entonces gobernaba el célebre Minos, tomó lamayor parte de sus leyes , mejorándolas despues con sus visitas á Egipto, á la India y á Grecia. Dice una crónica que uno de l0s 'reyes de Creta, llamado Acte?·io, ma:ndó á pelear.; contra los fenicios á su mejor capita;n, y este, enamorado locamente de.su hija E~t· ropa·, •aprovechó la ocasion huyendo con ella en una nave cuya carena tenia la figura de un toro, trasladándose al con tinente que hoy lleva su nombre á su m~moría. Volvió, pues, á. su pátria Licurgo, y hallándola en la más completa anarquía, juzgó que necesitaba más que nunca de una organizacion vigorosa,- de un fuerte dique que opusiera resistencia· á sus desbordadas pasiones. Formuló sus leyes, y sometiéndolas al exá.men de sus amigos más fieles•y prudentes , hizo que el oráculo de la Pitonisa declarara que ningun gran pueblo las tenia mejores, satisfaciendo de esa mane-

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ra la necesidad de hacer callar á la muchedumbre, á quien le parecieron demasiado austeras. Asi que las vió puestas en ejecucion, convencido de su bondad, hizo que jurasen los espartanos que no alterarían su código hasta la vuelta de la nueva expedicion que iba á emprender, y de la que no volvió, mandando al tiempo de morir que arrojasen al mar su cadáver, temeroso de que, si era conducido á Esparta, se juzgasen libres sus conciudadanos del juramento qne le hicieran. Gl'ande, sublime, desinteresada pt·ueba de abnegacion por lo que él juzgaba el_ mayor bien de su q ueritla pátria. Sus leyes no fueron escritas, reduciéndose solo á sentencias y máximas que se trasmitían de viva voz, habiéndole atribuido muchas instituciones que, al estudiar su legislacion, la hacen aparecer duJosa y contratlictoria. Su idea más pre1ominante se redujo á concedet• la ménos libet·tad posible, tanto en el sentido moral como en el político. Trataba solo de dar á su país una existencia fuerte por si misma., es decir, formar ciudadanos invencibles de cuerpo é incorruptibles de alma, fijando toda su atencion en la vida física y en la privada, abandonando completamente la 0onstitucion pública . Diciéndole un dia los que tenían pensamientos más avanzados que estableciese la democ1·acia como la mejot· forma de gobierno, les contestó: « Empezad antes de

todo po?' establece1·la en 1Jzwst1·as casas.»

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Sentencia verdaderamente sábia, pl'incipio levantado de una inteligencia superior que, despues de tantos..siglos de progreso, viene hoy á tener más aplicacion, mayor fuerza que la que tuvo en las generaciones heróicas. Estudiad las causas y comprendereis los efectos. Reset·vó el Senado, compuesto de veinti· ocho geron tes vitalicios, mayores de 60 ailos, elegidos por los ciudadanos, los que discutían juntamente con los reyes lo que convenia·más al pueblo,juzgau<.lo las causas civiles y criminales. A fin -de que to-

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dos estuviesen íntimamente convencidos rle que pertenecían al Estado como á una misma familia, y que por lo tanto estaban en la obligacion de prestarle la más ciega obediencia, llevó á cabo la rigualdad de bienes y la uniformidad en el modo de vivir, haciendo la tan tlocnntada rlistribncion de ticl'l'as, dando iguales po1·ciones á todos los hombres, éigual tambien, aunque más pequeüa, á las mujet·es; pei·o llegó un dia, como era de presumir, en que no se con taba u en toda Espat·ta mas que setecientos propietarios, viniendo á quedar deshecho al poco tiempo lo que tanto tt·abajo, lo que tan grandes obstáculos babia costado ven· cer para conseguirlo. Otro desengaiío m•1s, y grande por cierto, para los soiíadores del socialismo, para los utopistas de lo malo que, sin conocimiento las más de las veces de las especiales condiciones que reunen Jos respectivos países donde nacieron, quieren plantear en ellos, en su afan de imitacion, en su loco desvarío, lo que no comprenden que es de todo punto imposible que pueda echar hondas raíces. Las asociaciones políticas, dice un gran hombre de nuestra época, se consolidan defendiendo y conservando las propiedadeR y derechos del ciudadano: Licu•·go comenzó las leyes conculcándolos y destruyéndolos, y por consiguiente tenia n que producir distinto efecto que el qne con tanto afan se propuso. Prohibió todo el 1ujo y las artes de recreo, debiéndose construir los muebles de los casas solo con el hacha y con la sierra, á fin de que tuvieran la mayor rusticidad, morigerando todas sus costumbres hasta un caso increíble. Se sentaban á comer sobre tablas de en· cina, reunidos por clases, en grupos de quince en quince, sirviéndose los alimentos más frugales, como pan, vino, queso é higos que ellos mismos llevaban, be bien· do solamente hasta apagar la sed. No se permitía el pescado ni niogun otro manjar mas apetitoso, á fin de hacer· los sóbrios, rese1·vando solo á los jóvenes la carne de los sacrificios, y el caldo negro á los ancianos.

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Licurgo compt·enrlió que las privacioues y los sacrificios unen más estrechamente

á los hombres que los placeres y los goces, y por eso los hizo tan parcos. En los banquetes se trataba de las cues· tiones más importantes, sin permitirse la asistencia á mujer alguna que pudiera in· fluir en la dulcificacion de sus cat·actéres y costumbres. Ad vírtiendo que solo podían asistir á las comidas los ciudadanos de edad de 30 años, y que pagasen la cuota para tal objeto, lo que les daba además voz en la asamblea para poder discutir sobre la paz ó la. guerra. E;sta costumbre la tomaron de Creta, donde los jóvenes servían en la mesa á los magistrados de la patria, ó como ellos de· cían con nombre más afectuoso, lan~at?·ia. Cuidábase que lo::; matrimonios no se verificasen antes de cumplir el hombre 30 años y la mujer 20, agolpándose los muchachos detrás de los célibes mofándose de ellos. A fin de que no disminuyese el afecto conyugal viviendo juntos los esposos, y sí por el contrario, aumentase, hacían dormir en público á los casados, teniendo que ir á hurtadillas en busca de sus mujeres, ex· poniéndose á ser silbados si eran vistos por la multitud . Para evitar las ilusiones de la imaginacion, hacían presentarse á las doncellas medio desnudas, y desnudas del todo en el teatro, sacrificando la más rica de las joyas femeniles, el pudor. No se permitían mujeres públicas, obli· gando asi al hombre á esperar á cumplir los 30 años para casarse. Las casadas salian cubiertas con un ve· lo, y se lus consultaba en los asuntos graves. Decían que e1·an las únicas mztjeres que

e1¿genclraban homb?·es. Sin duua porque los criaban fuertes y valientes, y porque ellas corrían .con lijereza, luchaban con vigor, y sofocaban todos los sentimientos, excepto el de lapatria, exponiendo sin sonrojo á las miradas 1 de todos los encantos y bellezas que solo 'lt1LO debiera conocer.

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Los Conocimientos útiles . Oyendo una que su hijo había sucumbí· do en la pelea, exclamó: «Sabia que lo ltabia parido pa1·a mo?'Í'I'. » Habiendo llegado á noticia de otra que el suyo volvía fugitivo del campo de bata· lla, le salió al encuentro y lo mató, diciendo: «El Ewotas no corre para los

sie'I'VOS.» Oyendo otra que los tracias elogiaban á su hijo como el más valiente entre los espartanos, les interrumpió diciendo: «Si

mi Mjo e1·a valiente, Esparta tiene mucltos más q1te él.» Diciéndole á .oka que su hijo se empeñaba en defender el puesto de más peligro, respondió: «'Que ntlte?·a, su !termano

le ~reemplaza'rá . » Otra, al saber que pasa un correo, corre á preguntarle: -¿qué noticias traes1-:I'zts

cinco ltijos !tan mue1·to.-No te pregurtto eso; blta vencido la pát?·ia1- 8í.-Oor1·a· mos á da?· gracicts á los dioses. b:s cuanto se puede decir para compren· der por un lado la insensibilidad materual, y por otro el entusiasmo pot·la pátria de las mujeres espartanas: entusiasmo feroz que hace extremecer dolorosamente las fibras del corazon. Semejante modo de conducirse seria una virtud grande, sobresaliente, sublime en Esparta; más ante la verdadera virtud del cristianismo, virtud de cariño y sentimiento, no deja de ser aquella, como una virtud pagana, cruel, espantosa, hor· rible. El niño que nacía endeble y contrahecho, lo arrojaban desue el TaigE>to. Si el magistrado le consideraba digno de vivir, se le lavaba con vino y se le colocalJa, sin cobertor alguno, deot.ro del e::;cudo paterno, al lado de la lanza, par,a que las armas despet,.tason sus primeras _ sensaciones. Se les acostumbraba á las mayores inco· modidades: á anclar á oscuras, á no quejarse en medio ;de los dolores, á ir con la cabeza rapada, con las piernas y los pié::; desnudos, á caminar con la vista baja y sin mirar á un lado ni á otro; y muehas veces, para probarlos, les hacían pelear desnudos eu el rigor del invierno; pero

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sobre todo les obligaban á. ser muy obedientes. Eran educados en comun desde la edad de 1 años bajo la férula de los ancianos, que les dirigían y amonestaban con rigi· dez, castigándoles cuando era necesario, cuidando los éforos de que tal severidad no se entibiase. El respeto á la ancianidad ocupaba por lo tanto el lugar más preferente. Un dia, en los juegos olimpicos, se presentó un anciano , y recorriendo las gradas buscando donde colocarse, nadie le hizo lugar; más llega á donde estaban los espm·tanos, y todos se levantan á porfía ofreciéndole su asiento. Un aplauso universal premió esta accion, exclamando el anciano conmovido y satisfecho: torios los

g'riegos conocen la vi?·tutl, pero solo los espa1·tanos la p1·actican. El que no tenia hijos 6 no esperaba tenerlos muy robustos, llevaba á su mujer á algun jóven vigoroso (1). Ofrecían sacrificios humanos á Diana Táurica, degenerando más tarde á solo azotar á los niños, para los que era honroso no quejarse mientras duraba la ope racion, en la que algunos llegaban hasta el caso de perecer por la dureza y continuidad de los golpes. Su espiritu era educado tambien 'por las lecciones de los ancianos, escuchando en la comida los razonamientos de los más só.bios, con un profundo silencio, ínterin no se les preguntaba nnüa ; pero llegado el caso, debían contestar con gracia, pureza y concision adecuada al asunto. Decían, con sobrado fundamento, que de ese modo se adquiría una inteligencia perspicaz, estilo vibrante y preciso, de donde toma origen la palabra laconismo. Ejemplo del anterior estilo. El rey persa Jerjes intimida á los espartanos para que le entreguen las armas, y ellos solo contestaban: bien, 'iJenid á tomarlas. A una extensa carta en que los macetlonios, valiéndose de mil rodeos, pedían les permitiesen pnsar por la Laconia, respon- , diet·on solamente con un no. (1) Todnviu hoy los montdnogrinos de lo Iliria no hao aban· donudu lllll cxec•·uble custulllb•·o.

Un ateniense trataba de ignorantes &.los espartanos, y estos le respondieron: «en

efecto, nosot'J·os somos los 1í1ticos que no ltemos aprenditlo nada malo de 'iJosot'J·os. » A un embajador que les hizo una arenga interminable para pedirles víveres, le contestaron: «Hemos olvidado el principio, no

kemos .compre1~ditlo el •medio, y no ?WS agrada el fin.» Entonces el embajadQr volvió á la junta con los sacos vacios, y dijo: llenadlos (1). Digna tambien de tan austero pueblo era esta conc1sa plegaria: «.Dadnos alma sana en cue1'Po sano. A lo 1n~eno agregatl to

bel/;o.>) Su instruccion se reducía á. aprender de memoria los versos de Homero, de Terpandro, de Tirteo y ott·os, abandonando las artes y demás á. los esclavos. Sus ocupaciones más favoritas y constantes eran la caza, la gimnasia, ó el ir á hablar á sus Lescos ó salones. Su vida estaba solo reducida á la guerra. Sus ciudades carecían completamente de murallas: no tenían más medio de defensa que l9s pechos de sus moradores. Viendo un diaArquidamas una máquina de guerra, no pudo ménos de exclamar: «j :\dios valor desde hoy en adelante!>) Si hubiera visto nuestros rápidos y tet·· ribles inventos de destruccion, ¡qué no ex· clamaría, qué grande no fuera su desprecio para los que asi buscaban el innoble medio de pelear! Tenían por armas picas, lanzas, espadas, cotas grandes, escudos adorñadoR con las iniciales de su pais natal, ó con su propia divisa. Uno de ellos pintó en su escudo u na m os· ca de tamaño natural, diciendo: <(Me ace;r-

caré al enemigo ltasta que la 'iJea.>) Cuando iban á pelear se vestían de en carnado, se peinaban con esmero y se adornaban con hojas, como en algunos paises de Alemania lo hacen todavía. Nunca preguntaban cuantos eran los enemigos, sino dónde estaban, marchando (1) En tiempo de nuestra guorro de lo lndeJlendeneio. el general francós Lefebre, sitiondo 6 lo inmortal Zaragoza, envio a lu ciudod un billete quo docla: Capilulacíon. Al quo contestó el voliO<Jte Palofox con otro en quo ~o leio: Guerra á cuchillo. TOMO

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al combate al son de flautas, siendo los primeros que introdujeron ese uso, así como el de ir vestidos uniformemente. No per•5eguian á los vencidos: el que apel~ba á la fuga era más digno de lástima que si hubiese muerto. Poseían esta. idea en tan alto grado, que cuando tratemos de sus diferentes guerras lo demostrarán notablemente. Para ejercitar á sus jóvenes en la caza, Cl,lando habia excesivo número de esclavos ilotas, disponían fueran matados por pa::~atiempo en las tierra¡:¡ bañadas con su sudor. Apartemos la vista con espanto de tan feroz costumbre! Sus éforos á magistrados estaban reves· tidos de un poder formidable. Tenían facultade.s para destituir á los senadores é imponer les castigos; para pren· der á los reyes y suspenderlos hasta que el oráculo ordenase su restablecimiento. Cuando se presentaba el rey en la asamblea no se movían los éforos de su asiento, pero aquel se ponía en pié á la llegada. de

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Juraban prestarle obediencia mientras no ~e excediese de sus facu)tades. Era de su obligacion velar por la con tinencia de las reinas, recibir á los embajadores, hacer las levas, convocar á la asam, blea y llamar á cuentas á los reyes. · A tal g·rado se ex.tendia su poder, que Agesilao, durante sus guerras, en medio de sus bdllautes victorias, se vió llamado pot· los óforos, acudiendo al punto á.la ciu· dad, abandonando el supremo mando del ejército. , Al célebre Leónidas, por no haber acudido á un llamamiento igual, le depusieron, si bien más tarde fué repuesto. En una palabra, en la legislacion de Li·

curgo todo era para la pátria, nada para el individuo. Un poco, nada más que un poco, de aquel amor pátdo nos. hacia falta á nosotros, que tanto blasonamos de él, y que, segun nues· t1·a huruiltle opinion, juzgamos que apenas le conocemos, al observar, mejor dicho, al saber el espídtu secreto que preside en nuestt•a histol'ia contemporánea, que no es otro q u¿ el más refinado egoísmo, la más desmedida ambicion, el más sórdido interés del individuo: sentimientos bastardos, que siempre han sido envueltos en nuestro suelo por el mágico, por el sagrado no_m ~ bre de la patl'ia, lo que, sin género de duda, ha sido la causa de todos nuestros grandes males. Tal vez e;;to será duro para unos pocos, más para los muchos es una verdad triste y desconsoladora por cierto. Conoc~mos pues, lector, la manera de ser, digámoslo así, de los habitantes de la gran ciudad de Esparta; réstanos solo no ignorar los heróicos hechos de sus continuas guerras, en donde sus reyes representaron dignamente al pueblo que gober· nabau. Mas antes de entrat· en la narracion de esos siempre dolorosos d1·amas que, desde el principio del mundo, vienen siendo su triste patrimonio, á pesar de su dacantado progreso, con viene a. nuestro P.r9pósito el dar á conocer Ja constitucion, en sus diversas fases , dt;)l libre y sábio pueblo de Atenas, lo que haremos en los artículos si· guientes, pasando luego á ocuparnos de la titánica lucha que por espacio de muchos años sostuvieron, ya entre sí, ya con los extranjeros, estas dos grandes y poderosas naciones, que constantemente vivieron en el más extremado antagonismo de ideas y de costumbres.

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B EI:UTO D& MAnTIN-ALao.

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CONOCIMIENTOS DE ESTADISTICA.

POBLACION DE MADRID.

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fera de las atribuciones del Estado, no solo La Diputacion provincial de Madrid aca· se reconoce la facultad, sino que se impone ba de publicar un interesante libro, el An'lba1·io de la provincia, redactado de su á este mismo Estado, que no es ott·a cosa que la sociedad en su accion política, la órden por el Sr. D. Francisco Javier Bona. de garantir á cada uno de los obligacion Es un trabajo estadístico completo sobre derecho, y como medio la rle su asociados todos los ramos de la administracion púla lista de los miembros so en insct•ibirlos blica, lleno de datos del mayo~:. interés y certificando ·s u origen; en nacer, al ciales; sumamente digno de estudio, así bajo el familia, cuando contraen de jefes los de la punt.o de vista. simplemente de conocer los mueren, cuando cuando y matrimonio; resultados que presenta, como de examinar humana, el asociacion gran la en baja son descubrir científicamente estos resultados, ostensi· manifestacion la es que Gobierno, sus consecuencias1 y deducir las leyes esel consignar tambien debe Estado, del ble cienla que fin el tadísticas para.obtener de· los precisar de necesidad la por hecho cia se propone. 1 rechos que el ~nado lega; y pa1·a que las Entre los datos que la referida obra con· circunstancias de la muet·te agregadas á. tiene, se encuentran , en primer lugar, los las de otros muchos, ycomparadasen g rande provincia la de relativos á la poblacion des grupos puedan servir de útil enseñan· clasifiy cifra la Madrid. Para determinar za social; para calcular las probabilidades una de pais, un de cacion de los habitantes vida, segun la localidad en que ocurre de desde ocurre comarca 6 de una provincia, el estado civil, la profefallecimiento, el obtede medio el luego á cualquiera que de influencia en la bre· causas otras y sion ner aquella , independientemente de Jos de la existenprolongaciou la en ó vedad detalles de la operacion, es verificar su rehombre.» del cia cuento directamente; pero esta o.peracion, , Llámase censo el empadronamiento 6 que es de dificultad suma para que pro directa de las personas, y enumeracion duzca resultados exactos, no se hace cada número y clasificacion reel teó?·ico censo de varios de año, sino al cabo de períodos del movimiento de registro del sultante recuentos estos de ellos. En el intérvalo 6 censo direcuento último El poblacion. dirPctos las cifras de poblacion se determide bnse sirve que Espaüa, en hecho recto del1Jtovi1Jitic7tto nan y deducen del estudio es gubernativas, disposiciones las todas á de la poblacion, servicio el más importante toen simultáneamente verificó se que el que se confiere á la estadística oficial, y dos los pueblos y caseríos de la nacion en cuyos resultados no producen simplemente la noche del 25 al26 de Diciembre de 1860. el conocer el número de habitantes y su Su resultado, respecto á la pt·ovincin. de estado, sino que de los hechos que aquel Madrid, es el que se consigna en el Am&a· estudio presenta, proceden todos los derepresentando despues los datos relu.tirio, chos del hombre-en sociedad, y por consemovimiento de poblacion en los nüos al vos cuencia todos sus tleberes. «Esta verdad, Estos últimos se consignan con posteriores. dice el autor del Anua1·io, goza el privilelo que toca á. la capital y por separacion gio de no ser por nadie contradecida; pues la provincia, dis"tincion de pueblos los á aun entre las escuelas politicas más radi necesaria para deducir y oportuna muy cales, entre las que más r estringen la es-

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FUNDACIÓ?\ JüA~ELO

TURRJAl\0


@;>-

92

~-,

Los Conocimientos útiles.

-----------------------------------------------------------------------'

apreciaciones exactas de los resultados que aquellos datos arrojen, teniendo en cuenta las diversas circunstancias de la capital como entidad aislada, y de la entidad provincia compuesta de pueblos y de la capital. Nuestro objeto aqui, siendo únicamente exponer como datos curiosos los que se refiet·en á la caP,ital, pero no hacer, _propiamente dicho, su estudio, nos limi·t&mos á pt·esentarlos en los estados que sigue:r:¡; á continuacion, advirtiendo que los que se incluyen en el presente número-, y-se refie· ren únicameate al resultado del' censo de

~Q

1860, estando englobados en el totar de la provincia en los estados del Amta'Jio, los bemol) obtenido directamente de su autor. Los que se refieren al movimiento de la poblacion, que son por cierto los más curiosos é inter·esantes, y dejamos para otro número por no molestar á los lectores con una extensa exposicion. de números, que siempre presenta alguna aridez, están extractados del Amtario, en el-cualse·hallan, como antes hemos dicho, separados de los totale:5 de la provincia. Hechas las precedentes indicaciones, hé aq ui los referidos estados ;

Habitantes de Madrid segun el último censo oficial. B~BITANTES EN NÚMERO ABSOLUTO.

'

NACIONALES.

-

EXTRANJEROS l-

Establecidos. Transeuotes.

Establecidos.

RELACION SEXUAL.

-

-

l'roporcioo por t.OOO va· rones.

Tout..

Transeuotes.

Varones ..

fS5.0S2

12.812

i .515

i99

149.558

Hembras ..

145.'700

2. f'7Q

934

64

148.868

ToTAL.

280 .'732

14.982,

2.449

263

1.000

Coo 1elacioo il 100.

50'!2_

1

49'88

995'37

' !00'00

298.426 1

Division por edades. ,;

.

EDADES.

UABITANTES.

..

De ménos de 1 año.

.

· De f' á 5 años.

.

De 5 á iO.

. .

· De 10 á t 5.. De f5 á 19 ..

.._.

.

De 20. De 2{. De 22. De 28. De 24.

·-·

.

.. ~

.

.,

.

'

EDADES.

RADIT.ANTES •

6.425

De 25 á SO.

22.80'7

De SO á 40.

t9.840

De 40 á 50.

85.015

22.45'7

De 50 á 60.

19.922

22 .662

De 60 á. '70.

9.6f4

6.559

De 70 á 80.

2.98'7

6.499

De 80 á 85.

395

7.i02

De 85 á 90.

i59

6 .805

De 90 á 95.

4;i

7.268

Be 95 á 100 ..

28

37.005 58 .09ª

• t• • .... .

-

á_.____________.;._ __.___J De 25.

6.'736

De más de iOO.

1·~

-7

FUNDACIÓN JUANELO TURRIAKO


~ ---·------------------- ~

~

93

Los Conocimientos útiles.

~

Division por estado civil.

l lmptiberos meno- Solteros ~ropiar.•s de 15 año;. mente-dt chos.

Varones .. Hembras.

.. .. . .. . .. . . .. .. . .. .

Viudos.

35.'702

57.505

49 .1"1 5

'7.286

35.827

4'7.288

46.5!'1

19. 236

71.529

84.798

-----

'J:OTAL.

Casados.

95.632

26.472

Soblan leer s o!amonto.

No eabiao leer ni escribir.

1

Considerados por su instru:ccion.

Sabían l~er 1 escribi r.

.

Varones .. Hembras.

.. . . ..

95 .'799

4.859

48.900

55. tH

10 .0!3

83.'144

..

!50.910

i4.8'12

132.644

TOTAL •••

Segregando los que por su edad no deben saber leer, y los incapacitados de aprender por ceguera, mutismo, idiotismo y otras causas, resultatt :

Varones.

Jlembroe~

TOTAL •

{5. 604

!5.618

SI .222

630

398

1.028

4.859

i O.OfS

14.8'12

95 .'799

55 .1H

! 50.910

32.666

6'1.728

100.394

.

· Inhábiles por edad...

. . . . . . . . . . . ..

-

Inhábiles por incapacidad física 6 moral (1) .... Que saben solo leer . . . . . . . . . .

..

Que saben leer y escribir . . . . . . . .. Ignorantes por incuria ú otras causas. . .

(i )

.. ..

Esta categorla esta caloulada~indnctivamente.

A

@g_~~----------------------------~------------~~

. FUNDAC!Ól\ JUA;-!ELO TURRJAJ\0


~~------------------------~------------------------~~© ~ Los Conocimientos útiles. ~ 94

Habitantes clasificados por profesion ó estado .

GRUPOS DE CLASIFICACION. Personas consagradas al culto, de ambos sexos . Militares activo~ . . . . . . . . . . . . . . . . ro ti t•ados . Empleados activos . . . . . . . . . . cesantes ó jubilados. . . Mario os en activo set·vicio . matriculados. . . . . . . Dedicados al magistet·io, de ambos sexos. . .. Abogados, notarios, procuradores, etc. . . . . Profesiones liberales, médicos, farmacéuticos, ingeniot·os, etc. Propietat'ios de ambos sexos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Industriales, comercian~es, fab~icantes , etc., etc., q11e trabajan con más 6 ménos capital propio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Empleados de ferro-carriles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Artesanos, jornaleros, criados domésticos y de labranza, y en general todo trabajador sin capital. . . . . . . . . .. . . . . . . .. Pobres de solemnidad, sordo-mudos, ciegos, etc. . . . . . . . Mujeres consagradas á los quehaceres domésticos . . . . . . . Menores de edad sin profesion. . . . . . . . . . . . . . . . . . Presos en las cárceles . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . Enfermos y acogidos en los establecimientos de Beneficencia.

No absoluto.

2.208

i 3.1 20 i .679

5.257 L 009 14'1 24 f .251 t .805 1.832 8.080

Habitantes que correspoddeo á cada uno.

!35 23 t78 57 291 2.1i6 12.434 ~37

t65 163 37

2'1 .364 t .320

t1 226

108 .030 3.290 44.300

3 tOO 6'7

77 .520

L192 11.039

4

250 25

NoTA. De estas clasificaciones resultan cerca de 13.000 habitantes más, 6 sea un poco más del 4 por lOO, resultado inevitable de muchos individuos clasificados dos 6 tres veces, como suGede con los presos, los Eropietarios, mujeres, etc. (Se contin·uará.)

CONOCIMIENTOS VAniOS. CURIOSIDADES I NDUSTRIALES Y BIBLIOGRÁFICAS.

Obras diminutas. N uestro apreciabl& colega la Gaeeta de los caminos de hierro inserta en sus Variedades la relacion de algunas obras diminutas, verdaderas curiosidades industriales. Su lectura nos ha sugerido la ideú de a11mentar aquella relacion con algunos datos que hemos r[\cogido, y añadir otra de curiosidades bibliográficas no ménos interesantes. vigésimo

año del reina'do de Isabel de Inglaterra, un herr ero, llamado !11erk Scaliot, qizo un reloi, compuesto de once piezas de hierro, de acero y de cobre, que, con la llave, solo pesaba un grano de oro. Tamblen fabricó una cadena de oro, de 43 anillos, que atada á una mosca no la impide volar. En junto el reloj, la llave y la cadena, no pesaban más que grano y medio. NoringheruR, que era más fomoso que Scaliot (e

--------~~-------------~©

fUNDACIÓl\ JUA}IELO TURRIA};O


@~--------------------------------------------------~ 95 ~ Los Conocimientos útiles. '

¿

por sus obras minúsculas, fabricó 1.600 platillos, de marfil torneado, perfectamente formados, pero tan pequeños y tan ténues, que los apilaba todos encima de una salvilla ó copa hecha con un grano de pimienta de tamaño ordinat·io. Johannes 8had, de Metelbrach, llevó á Roma este maravilloso trabajo, y se lo presentó á Pablo V, quien lo examinó con un lente y contó las piozas separándolas con una aguja. Eran tan peq ueiias que apenas se veian á. la simple vis ta. Johanncs Ii'el'l'arious,un jesuita, poseia unos cañones de madera, con sus cureñas y cajas de municiones, que cabían en el espacio que ocupa una habichuela pequeña. Aunque no de extremada. pequeñez, citaremos otro trabajo notable: un artista llamado Claudius Gallus, hizo para Hipólito de Este, cardenal de Fert'ara., unos pájaros colocacios en ramas de árboles, que por medio de una maquinita hidt·áulica, que distribuia el agua por todas las partes del árbol, cantaban y batian las alas; pero á la repentina aparicion de un mochuelo, que salia de un agujero por los mismos medios hidráulicos, las avecillas se queda.: han quietas y silenciosas. Hoy son ménos frecuentes estos trabajos de ;habilidad delicada y paciente; pero no tanto que, h ace poco y en nuestro paí~:~, no podamos citar un at·tista nott\ble r.le este género. E l Sr. Iglesias, uu modesto relojet·o de Santiago, construyó y trajo á Madrid, presentándolo á la entonces reina Isabel, un pequeño costurero, todo de marfil, que, además del tamafio regular y el hueco o1·dinario para la costut·a, contenia en sus adornos un prodigioso númet·o de objetos fijos y otros de movimiento. Uo frisio exter1or contenia todas las estátuas de los reyes de España; el interior de la tapa una ciudnd monumental por la que circulaban carruajes, y por un puente un- tren de ferro- carril, cuya máqui na, que era de oro, tenia todos los movimientos exteriores, inclusas las bielas. En un doblefondQ de la caja habin una marina con buques y figuras de movimiento, un faro girando, un telégrafo aéreo y una torre de señales. El mismo artista, que fué pensionado, y del

que no hemos t enido noticias de&de su marcha al extranjero, reprodujo, sin examinar su mecanismo interior, el famoso p¡íjuro cantor del casino de Madrid. Este pájaro salia del centro de una rosa tallada en la tupa de una tabaquera, y al cesar el canto, plegaba la cabeza debajo de las alas y lo ocultaban al cerrarse las hojas de la rosa, cuyo relieve era de un centimctro. Tambien vimos maravillosos juegos de movimiento en un tarjetero de marfil que hizo Ig lesias, si mal no reco1·damos, para la condesa de Mirasol. Es de advertir que el ingenioso relojero de Santiago no había salido jamás de su país hasta que trajo el hermoso costut·ero; en términos que para hacer el tren de ferro-carril no tuvo más modelo que un gt·nbudo de la Ilustracion francesa. Hasta aquí las obras citadas por nuestro co · lega; véanse algunas otras. Plinio refiere que i'llyrmecides construyó de marfil un carreton de cuatro ruedas y cuatro caballos, y un barco <:on su velámen y equipaje, de tal pequeñez la una y otra obra, que podía una abeja cubridas con sus alas. Se dice tambien que un hábil artífice construiamolíno:l en tuu mínima escala, que podían llevarse en la manga dtll hábito de un monge, y sin embat·go, cada uno de estos aparatos podia moler en un día grano suflciente para el alimento de ocho personas. En Haloton, en el Shropshit·e, se conserva un hueso de albaricoque sobre el cual está esculpido el retrato de Có.rlos I: tiene colocada la corona y el traje está. pintado . En el museo real de Copen bague hay un hue so de cereza sobre el que están grabadas 220 cabezas. Expongamos ahora las siguientes CuruostDADBS BIBuoGn,\FrcAs.-Ciceron refiere haber visto la_Jliada escrita en un trozo de per· gamino contenido en una cáscara de nuez. Para hacer comprensible este hecho, el ::.úbio H uet ha demostrado que un trozo de viLela del.;ado, de 27 centímetros de largo por 2t de ancho, podía contener en los dos lados t 5.000 versos y colocarse fácilmente dentro de una cáscara de

~-----------------------------------------------

.

fUNDACIÓ'l\ :fU A)lELO TURRlA}-.;0

il


·R>~~-----------------------------------------------------------------------~.~

v__9__6__________________~__o_s__C_o__n_o_c_i_nrr__ n_t_o_s__ú_L_i_le_s_._____________________ ~ i_e__

mediana magnitud. Se pone tambien como ejemplo de la posibilidad de aquel hecho las Afáximas de Larochefoucauld, impresas en caractéres microscópicos en casa de Didot en 1829, y que contenían 26 líneas de 44 letras por página;de 9;> 1 milímetros cuadrados. Ahora bien, la Ilíada, que consta de 15.210 versos de SS letras próximamente eada uno, dá un total de 501.\)30 letl'as. Si se toma un cuadrado de papel de 485 milímetros de lado, es decir, de 189.225 milimetros cuadrados, contando los de ambas caras , resultará el doble, a .sea 378.450, de donde se puede fácilmente deducir que es posible contenga la Ilíada entera en su superficie, y un papel de este tamaiio puede fácilmente colocarse dentro de una cáscara de nuez. Se cita un amanuense que escribió un verso de Homero sobre un grano de maíz, y otro que trazó un dístico en letras de oro y le colecó dentro de la cáscara de un grano de trigo. Se enseña en el colegio de San Juan, .en Oxford, un dibujo, cróquis de la cabezule Ciu·los I, fo rmado con caractéres cscrjtos que, vistos á una muy pequeña distancia paret:en líneas de buril, y contienen en los contornos de la cara y de la gorguet·a, los salmos, el credo y el padre nuestt·o. En la biblioteca imperial de Viena se vé una hoja de 58 centímetros de altura por 44 de ancho, que contiene en una sola de .sus caras cinco libros del antiguo t estamento escritos por un israelita en varias lenguas; el llttlh, en aleman , el Eclesiástico, en hebreo; el C.antar de los cantares, en latin; Esther, en siriaco, y el DeutorotiOmio, en francés. En el museo de Lóndres hay tambien un dibujo ancho como la mano que representa el retrato de la reina Ana. Sobre el dibujo hay trazadas líneas de escri tura microscópica que forman el contenido de un v.olúmen en fólio.

El retrato del general Koenigsmark contenía de la misma manera, en latín, la vida de este militar. En el de Cristo de Pozzo se leía la pasion, segun San J uan. Un tal :M. de :Musset, antiguo director de aduanas y entusiasta de :Madame de Sevigné, ha dedicado á. esta escritora el .siguiente singular monumento: en medio de las hojas de un gran álbu-m ha pegad.o las páginas de dos ejemplares de una edicion escogida de las cartas de esta mujer ~leure, y en ·las anchas márgenes que rodean cnda página impresa ha heello ejecutar pGr d~ vet·sos artistas los retrates de los personajes y las vistas de1as ciudades y castillos que se mencionan en la página. Hay tarobien algunos autógrafos pegados en las márgenes, y la composicion de esta obra heterogénea ha. costado á su autor más de cien mil francos. Se puso en venta en Bourges hace poco tiempo otra maravilla Rnáloga; era un ejemplar único de un Voltaire, edicion Beuc!wt en 90 volúmenes, que un aficionado habla enriquecido con 12.800 grabados, que representaban todas las personas y .todos JQs lugares mencionados en la obra; los personajes más oscuros, como los más célebres, figuraban en la ilustracion; no faltaba el más pequeiio Jugar, ni una sola habitacion de las que nombraba el insigne autor, ídolo del paciente y laborioso coleccionador. En 1837 se ofreció al rey Guillermo IV un Nuevo testamento impreso en letras de oro sobre papel porcelana, en cuya ejecuciol}l>se trabajó dos aiios. Apareció en Lóndres en t 830 un almanaque de dimension tan pequeña, que se podía colocar en una sortija. Contenía sin embargo muchos trozos de obras de Jos más célebres autores ingleses, pero era necesario el auxilio de una lente para distinguir los caractéres tipográficos.

MADR ID : i8 69.=1mprsnla do Los CoNocnm~ros órrus 6 cargo de Francisco Roig, Arco de Sonia Morla, 39.

fUNDACIÓ1\• JUA:-IELO

TURRlAl\0


~~------------------------------------------------------------------~~~'~

y Num. 7.

0

97

Los Conocimientos útiles.

~'

1

CONOCil\IIENTOS DE ESTADISTICA.

Movimiento de la poblacion de Madrid en el año :1867 (1) . NACIMmNTOS CLASIFICADOS SEGUN LOS

. NACIMiENTOS.

MESES EN QUE TUVIERON LUGAR.

¡,

Vurooes. Hembrus

- - - - --

..

Legítimos ...

TOTAL.

4.'728 4.644 9.3'72

Ilegítimos. . .

1.422 i. 374 2.'796

-- -- ToTAL • • •

Legítimos por un ne. gítimo .

... .

-

6 .1 50,6.0{8 12.168

3'35

3'32 1 3'37

.

Censo di, recto de Habitantes 1860 ... 24'31 24'73 24'52 por un nacido .. .. Censo leó· rico de 1866... 23'73 24'60 24'15

Varones ..

Jl umbr111.1

591

592

1.183

Febrero ..

508

525

1.033

Marzo....

600

496

1.096

Abril. . . .

513

493

1.008

470

432

902

Junio ..

426

417

843

Julio . . .

420

445

865

452

440

892

Setiembre.

498

5tt

i.009

Octubre ..

56'7

515

L082

Noviembre ..

550

548

t .098

Diciembre ..

553

604

t.f57 r.

6.150

6.018

-

MESES.

..

Enero ...

Mayo..

. . ..

..

Agosto..

NACIDOS, MUERTOS Y FALLECIDOS SIN BAUTIZAR.

Varones ... . . . • . .

1'74

Hembras.

t59 ToTAL • • • •

TOTAL ••

'1'01.\L.

12.168

333 MATRIMONIOS CLASIFICADOS SEGUN EL ESTADO CIVIL DE LPS CONTRAYENTES.

AL UMBRAMIENTOS.

Sencillos .... .

12.026

Dobles ... .

71

Triples..

1 TOTAL.

1

(t)

Vense el níunero ont orior. Abril 17 de 1800.

12.097

Soltero con soltera ..

2.135

con viuda ..

155

Id.

Viudo con soltera. Id.

326

con viuda ..

89

ToTAL • • , • TOMO

3. 0

2.705 13

(J~----------------------------~--·------------------------

Fl.NDACJÓN JUANELO TURRIANO


~@

~

L os Conocimientos útiles.

98

- - -Y

- - - --

CONTRAYENTES POR PRfliERA.S, SEGUNDAS Y

DEFUNCIONES CLASIFICADAS SEGUN EL SEXO

TERCERAS NUPCIAS.

Y ESTADO CIVIL DE LOS FALLECIDOS.

Primeras nupcias. Segundas id .. Terceras ld .

Varones. Hembras.

TOTAL.

2 . ~90 ' '2.46i

4 .751

.. ..

414 t

1

243

65'7

i

2

Varones.

Hembras.

TM"'-L.

4 .()4i

s..q¡4

.8.515

Casados.

t. 446

1. 058

2.504

Viudos ..

508

982

f .490

6. 495

6 .014

f2.509

Habitantes por fallecidos se- , gun el censo de l860 .. . . 23'02

24''75

23'85

Resúmen de 1866 . . . . . .

24'62

23'5!

Solterbs •.

ToTAL.

.'

..

EDAD DE LOS CONTRAYENTES.

De 14 á25 . . . . De 25 á 35 ••. De 35 á 50• •. De más de 50 ..

605' 1.456 553 91

24'27

DEFUNCIONES CLASIFICADAS SEGUN

ToTAL.

2 .705

SUS CAUSAS·

llc u•bra s . De i4 á 25 . . . • . De 25 á 35 .. . . De 35 á 50 • . . De más de 50.. •

Varones.

1 .024 443 27

Hembras.

TOUL.

- - - --- - -

1 .211

Enfermedades comunes . . ..

..

5.44 1

Enfermedades epidémicas .. . . . .

910

829

f . '739

Muerte natural repentina•.• .. :

5'7

25

82

M:A.TRIMONIOS CLA.SIFI0l\.D03 SEGUN LOS MESES

Muerte violenta . .

'74

34

108

EN QUE SE CONTRAJERON.

Muerte senil (vejez) . • . . . . . .

13

29

42

ToTAL..

Enero. . . Febrero .. Marzo .. Abril .. Mayo .. Junio .•. Julio . . . Agosto . . . Setiembre. . Octubre . . . . No;iembre . . Diciembre. .

. ..

2 .'705

250 248 236 228 195 t8f 224 Hi5 212

158 346 262

ToTAL. . . 2 .'705

5 .09'7 10.538

--- --- - - TOTAL . . .

6 .495 1 6 .014 12 .509

DEFUNCIONES POR EDADES.

EDADF.S.

Varones.

Hembras.

Tou1..

De ménos de un aiio .. De t á 5 • . De 5 á ·10 .. De tO á 15. De 15 á 20. De 20 á 25. De 25 á 30.

i .664 1. 41'7 223 83 t98 23'1 263

L 439 1 .345 188

3. t 03 2 . '762 4H t 75 403 452 525

92

205. 221 262

~

·-------------- ~©

FUNDAC!Ól\ JUA)IELO TURRIAl\0


_·_ti_l_e_s-.------------------9~~ __i_e_n--to_s__u c_irn __o_n_o__ --o-s__C ~------------------~

Yaroncs.¡llerobras.

EDADES.

T OTAL.

DEFUNCIONRS CLASIFICADAS SBGUN LOS MESES EN QUE OCURRIE!\ON.

490 573 577 525 450 467 425 417 293 248 t28 5'1 2 '1

2'71 De SO á 85 .• 800 De 35 á 40 .. 814 De 40 á 45 .• StO De 45 il. 50 .. 250 De 50 it 55 . • 237 De 55 á 60 . . . De 60 á 68 . . . 226 192 De 66 á '70 .•. 133 De 70 á '75 .. • 1 10 De '75 á 80 . .. 52 De 80 á 85 .• 14 De 85á 90. )) De 9 1. . . De 92 . . . . . 2 )) De 93 ... De 94. . . 2 t De 95 .. , )) De 96 .•. » De97 ... • • . 1 De 98. . . . . . » De 99 . . . . . . ' De t 00 en ade-

219 273 263 215 200 230 199 225 160 i 38

lante . . . . .

t

'7

8

TOTAL . .

6.495

6.0t4

12.509

.. ..

... ... ..

76

43 2 5

..

i

t

3 2 1

5 S 1 ))

))

1

)) ))

>1

Repetiremos al cerrar este artículo lo que ya hemos indicado al empezarle en el número anterior, á saber: los cuadros es tadisticos que quedan expuestos tienen aquí por objeto úuicamente hacer conocer á nuestros lectores un cierto número de hechos curiosos relativos a;l movimiento de poblacion, de los que no es frecuente tener idea. Sa;ber, por ejemplo, aproximadamente, el número de nacimientos, el de defunciones y el de matrimonios que ocurreo en la capital durante un afio; ten~r noticia de los meses en que resulta mayor mortandad ó mayor número de casamientos; conocer en este último he.cho la particuladdad del estado de los contrayentes; saber los grupos de habitantes por edades, etc., etc.; pero si alguno de los lectored desea analizar los resultados, estudiarlos científicamente, necesita. conocer más datos y leer las observaciones que de su auálisis se deducen, para lo cual le recomendamos el Am&ario de la pro1Jincia de Ma1 drid, del cual hemos entresacado los l anteriores, estados. Y como prueba de r& nuestras observaciones, y para prevenir el

t

Ya rones.

MESI'S.

.. .. ..

Enero .... Febrero .. Marzo . • Abrí¡ .. . Mayo . • .. Junio . . • . . Julio . . . . • . agosto . • • ••

..

..

Setiembre. Octubre ••. Noviembre.• Diciembre. .

ToTAL ..

598 682 6'71 484 463 46 1 !>52 592 494 570 485 448 6.495

Jlerobros.

T OTAL.

623 602 620 484 482 49 1 582 3'73 454 391 425 487

1.216 t .284 1.291 968 945 952 1.'134 965 948 961 910 9S5

6.014

12 .509

caso de que alguno deduzca desde luego resultados equivocados de aquellos estados, véase lo que dice el autor del Amtario respecto á este punto. De los 298.42t> habitantes que contaba }{¡adrid al hacerse el último censo, había entre ellos 15.245 transeuntes y 13.120 militares activos, sin contar 1.679 ¡retira· dos, que le daban un contingente de ploblacion flotante de 26.365 individuos, y que reduce la sedentaria á 272.061; y te niendo en cuenta que, para los efectos de la reproduccion, debe descartarse casi toda la poblacion fiotante, que no contribuye á ella, miéntras que tiene que contarse toda, absolutamente toda, para el contingente de mortalidad, se verá cuán diferen· tes son de lo que aparece á primera vista los resultados proporcionales del movímiento de la poblacion de la capital del Reino. Otro coeficiente importante son liJs establecimientos gene1·ales de Beneficencia, entre ellos los hospitales, los asilos de decrépitos y otros donde vienen á morir gran número de personas, que pueden conside·

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Los Gonocimientos útiles.

rarse cond enadas á perecer por la edad ó por las enfermedades; los niños expósitos, que tan triste continge •te sumimstran tambien á la muerte, y los muchos pobres que buscan en las grandes poblaciones un r ecurso contra la más extrema miseria, en cuyo desgraciado caso tanta propension tiene la humanidad á perecer. 'l,'odos estos elementos extraños,. etiminados con justicia, revindicarán para la capital de la' Monarquía los títulos á que tienen det·echo: disminuirán esas espanto· sas cifras que tanto la afean respecto á su estado moral como la entristecen en cuan· to al sanitario. Distribúyanse solo los nacid.os entre la poblacion establecida y sedentaria, que es la verdadera, y se verá euánto sube el termómetro de su fecundidad y de la reproduccion; cárguense en la cuenta de sus respectivas provincias todos los forasteros, así militares como industriales,

criados, mozos de cuerda, aguadotes y otras gentes que no tienen aqui:sus familias, pero que aquí terminan en gran nú-· mero su existencia, y vet•emos cómo se de ~pl ega la: fruncida frente del observa dor, al ver mejorarse la cift·a proporcional de la mortaliuad, apareciendo la verdadera q ne á Madrid corresponde; descuéntense, pot· último, si e:; posible determinar su númei•o, los millares de expósi.tos que anual· mente nos envían de otras pat·tes; los hijos del crimen que la vergüenza de sus madres trae á nacer á la capital; los de la pobla .. cion flotante femenina, no siempre la de más irreprensibles costumbres, y veremos lo que resta de esa profunda inmoralidad que á las grandes capitales se atribuye; acaso habrá tambien que rebajat· mucho. de ciertas ventajas morales que los poetas vulgares se complacen en hacer patrimonio exclusivo de las campiñas.

LlTERATURA ...

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Fragmentos escogidos. 1

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Con .el titulo que precetie ,abrimos hoy una nueva seccionen este periódico. Pocas palabras bastarán para dar á conocer á nuestros lectores su objeto, porque el refer!do titulo lo revela. La índole de Los CoNOCIMIENTos ÚTILES nos ha obligado á ser muy parcos en la insercion de lo que comunmente se entiende por artículos liter arios, tanto que, propiamente dicho, no hemos publicado basta ahora alguno; ciencias, industria, historia y artes son los ramos que hemos, por decirlo así, cultivado, y basta las pocas líneas dedicadas á Ortmica han obedecido á la idea de exponer solamente hechos ó descubrimientos útiles, dentro del círculo de aquellos mis· mos ramos. No de.be, sin embargo, estarnos vedado entrar en el campo de la lite-

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ratura, porque en él tambien se pueden' recoger flores y frutos, á la par que bellos,.. útiles, y nadie p.uede dudar que existea obras del género exclusivamente literario que deleitan y á la vez insti'Uyen, y porque instruyen ya entran en los dominios de la nuest;a. Elegir de aquellas obras, así antiguas como modernas, nacionales ó extranjeras, trozos escogidos que mejor cumplan el · precepto del gran poeta,-tttiZe et dulci,es el objeto que nos proponemos. La literatura abunda en monumentos inaprecia· bles de exclarecidos talentos, de b·ombres de génio, cuyos nombres habrán llegado á oídos de todos los lectores de este periódico, pero cuyas inmortales obras pueden ser á muchos desconocidas·, y si no es po- Á

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©~-------------------------------------------------~~ 101 ~ Los Conocimientos útiles. ~ sible que en el corto espacio de que disponemos, ni aun muy peq ueüa parte-t:le cada una de ellas quepa, podremos presentar al ménos tal cual muestra cual perla desprendida de at·ti::>t.ica joya. Há poco tiempo se ha dado á luz un libro de este género, una alhaja literaria, y deleitados con su singular belleza hemos decidido su elecéion para inaugurar esta parte de nuestro pe-riódico. Sn autor no es español, pero ni la ciencia ni el arte tienen pátria, y las glorias del ingenio son g·lorias de la humanidad. La dife1·encia entre unas y otras obras, cuando ::;u mérito no está acaso tanto en las ideas cuanto en la beHeza de la forma y en las galas del lenguaje, consis.te precisamente en este lenguaje, en el distinto idioma, que es su .e xpresion. La dificultad es, en tal caso, presentar aquellas ideas y aquellas galas en

un nuevo idioma, conservando su belleza y colorido, su riqueza y su valo1·. Necesitase entonces otro artista, otro talento que, inspirándose en el pensamiento ul'l autor, absorbiendo sus ideas, las vierta&, su vez engarzadas en el nuevo idioma. En el libro de que vamos á dar muestra ligera á los lectores, todas las condiciones están cumplidas; talento inimitable en el autor, maestría en el traductor. Y ya es hora de que digamos el nombre del lib1·o: titúlase El Páfa?·o,· su autor, M. Michelet. Le presentamos como una joya literaria, de rica inspiracion, de dulce poesía, de brillantes conceptos. No es posible hac~r eleccion entre sus diversos capítulos; todos son igualmente ricos; insertaremos algunos, y fácil será al lector que en la obra halle att·activo, satisfacer su deseo y gozar con toda ella (1). F. C.

EL HUEVO.

La sábia ignorancia, el perspicaz instinto de los antiguos, l1abia formulado este oráculo: Todo procede del huevo: el huevo es la cuna del mundo. El origen, pues, ,es para todos el mismo ; la. diversidad de destinos consiste principalmente. en las madres. Puede la madre obrar, prever,. amar más ó ménos; puede ser más ó ménos madre; y cuanto más lo es, más se elevan los séres ; los grados de la existencia dependen de los grados del amor. En la móvil y agitada vida de los peces, ¿qué pueden hacer las madres? Unicamente confiar el huevo al Océano. ¿Qué pueden hacer en el mundo de los insectos, en el cual generalmente muere la madre al poner? Tan sólo buscar ántes de la muerte un sitio seguro para que los hijos salgan y vivan. Lo propio acontece respecto de los animales superiores. Por lo que hace á los cuadrúpedos, en los cuales el calor de la sangre parece que ha

de perturbar al amor, y en cuya familia lamadre constituye durante largo tiempo el nido y la. dulce morada del pequeñuelo, los cuidados de la maternidad son, por lo tanto, menoces. Nace el cuadrúpedo formado, vestido, y en un. todo semejante á su madre; halla al nacer leche expresamente preparada, y en mllchas especies la educacion se adquiere sin que la madre tenga má.s preocupaciones ni inquietudes que cuando encerraba al hijo en su seno. Muy diverso es el destino del pájaro: moriría. éste si no fuese querido. ¡Querido he dicho! Desde el Océano hasta las estrellas quieren todas las madres; lo que yo intentaba decir, es cuidado, rodeado de un amor infinito, envuelto en el calor del magnetismo maternal. Dentro de ese huevo en que le veis así defendido por una easoarilla calcárea, siente este sér tan inmensamente los efectos del aire, que cada punto que en el huevo se enfrla cuesta al futuro

(1J El Pájaro, ¡1or M.l Michclot, traducido al castellano, por D. Pi o Gullon.-Librerfa de Duran.

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pájaro un miembro. De ahí nace el largo é inquietisimo trabajo de la incubacion; así se explica la cautividad voluntaria y la inmoviliza~ion del más móvil de los séres: esfuerzos además dolorosísimos; se trata de una piedra oprimida durante mucho tiempo sobre el corazon, sobre la carne, ¡muchas veces sobre carne viva! Nace al fln el pájaro, pero desnudo; y mientras que el cuadrúpedo, vestido desde el primer dia, trepa y anda ya, el pajarillo, ·sobre todo el de las espe;ies superiores, vive inerte, inmóvil, echado de espaldas, sin vello siquiera. Para suscitar el cnlor no le basta á la madre cobijarle, necesita además f¡·otut·le con el mayor cuidado. El potro sabe mt1mar y al poco tiempo se alimenta él mismo; el pajarillo tiene que esperar á que In madre busque, escoja y prepare el sustento. Pero la madre no puede apartarse del nido; el padre, pues, proveerá. ¡Hé ahí la verdadera familia, la fidelidad en el amor, el primer vislumbre moral! Nada diré aquí de una educacion prolongada, muy aventurada y muy especial, la del vuelo, ni menos de la del canto, tan delicada entre los pájaros artistas. Pronto sabe el cuadrúpedo cuanto ha de saber; algunos hay que corren al nacer; y aun strponiendo que se caigan, decidme: ¿es lo mismo caer sin riesgo en lA- yerba que lanza1·sc á cruzar los cielos?

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Cojamos el huevo en la mano. Su forma elíptica, la más comprensible, la más bellJ!., la que ménos se presta á los ataques exteriores, sugiere la idea de un número pequeño, pero completo, de una armonía á la cual nada podrá quitarse ni añadirse. En nada afectan las cosas inorgánicas á esta forma perfecta. Presiento yo que esa exterioridad encierra algun el" vado mis· terio vital y alguna obra de Dios enteramente acabada. ¿Qué misterio e~? ¿Qué saldrá del huevo? No lo sé yo; pero lo sabe perfectamente la que, extendiendo las alas y ex:tremeciéndose, lo cubre y lo madura con su calor; laque viviaayer á su capricho, libre y reina de los aires, y ahora,

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cautiva de repente, se ha quedado inmóvil sobre ese objeto mudo que parece una piedra y que nada revela todavía. No me hableis de instinto ciego; por los hechos se verá hasta qué punto modifican las circunstancias ese pet·spicaz instinto, ó en otros términos, cuán poco difiere en su naturaleza esa razon incipiente de la elevada raza humana. Si, esa madre sabe y ve clarame~lte por la penetracion y por la sagacidad del amor. Al través de la e~ pesa y compacta cáscara en que nada siente vuestra tosca mano, percibe ella, po.r medio de un delicado tacto, el sér misterioso que se alimenta y se forma dentro. Esta percepcion es la que sostiene y anima á la madre en el C_?Stoso trabajo de la incubacion, en su prolongada caut ividad. Ya ve al vástago delicado y gentil en sus primeras plumas; ya adivina con la esperanza cuán fuerte, atrevido y ágil será, cuan. do, con las alas e)l;tendidas, n;úre al sol y vuele sobre las tempes tades. Aprovechemos estos dias; no anticipemos nada. Contemplemos sosegadamente esa encantadot·a imágen de los sueños de una madre, de ese segundo alumbramiento por medio del cual el ave termina y completa el invisible objeto de su amor, el hljo desconocido del deseo. Espectáculo delicioso, y sobre todo sublime . Seamos nosotros modestos en este punto. Nue.s- ' tras madres aman lo que se agita en sus senos, lo que sienten, lo CJUe tocan, lo que contienen y poseen realmente; quieren, en una palabra, á la realidad, realidad que vive y que responde á sus movimientos. Entre las aves, la madre ama á lo porvenir, á lo desconocido; su corazon palpita en la soledad, y nadie le responde todavía; la madre sigue queriendo, no obstante, y se sacrifica y sufre; hasta la muerte sufriría por su ilusion y por su fé.

Fé poderosa. y eficaz que ejecuta ó completa un mundo, acaso el más sorprendente de todos. No me hableisde los soles ni me citeis la química elemental de los globos. El hqevo de un pájaro-mosca es una mara,•illa que vale tanto como la via láctea.

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Reparad que ese punto, que al hallarlo se os figura imperceptible, es todo un Océano dentro del cual flota en gérmen el favorito de los cielos. Pero aunque flota no temais que naufrague; tiénenle colgado delicadísimos ligamentos; está libre de tropiezos y de choques; nada en aquel tibio elemento tan dulcemente como lo hará despues al través de los aires: seguridad admirable, situacion perfecta en el seno de una habitacion alimenticia, muy superior á toda lactancia. Luego, en ese divino sueño, el gér:g1en percibe á su madre, siente su calor magnético y sueña tambienco.n el movimiento; la imita, la adivina, se ar~oniza con ella; y el primer acto que realiza, acto de un amor oscuro y confuso, consiste en asemejarse á ella. «¿Ignoras acaso que el amor trasforma en su seno á cuantos ama?,. Tan luego como se asemeja á su madre, quiere el gérmen acercarse á ella; se inclina · dentro del huevo, se apoya más cerca del cascaron, único espacio que le separa de su madre. Ella le escucha entónces, y á veces es tan feliz que oye su primer reclamo. Ya no fracasará el po lluelo, ya se enardece, ya toma una decision. 'Tiene un pico; lo aprovecha, agujerea y atraviesa las paredes de su encierro. Tiene piés y con ellos se ayuda ... ya se comenzó y se adelantó el trabajo. Su recompensa consiste en verse desligado; entra ya en la libertad. No diremos aquí los hechizos, la agitacion, la prodigiosa inquietud, los innumerables cuidados de la madre; ya acabamos de mencionar las dificultades de la educacion. El tiempo y la ternura únicamente pueden iniciar y encaminar al pájaro. Superior á los demás animales por el vuelo, el pájaro lo es á un más por haber debido á su madre un hogar, una cuna especial, y por 'haber recibido de ella dos veces la vida; este sér, el más libre de todos,

alimentado por su madre y por su emancipado padre, es, en resúmen, el favorito del amor. Si querem(ls adivinar la facundia de la naturaleza, el vigor de su inventiva, la riqueza encantadora (y en cierto sentido espantosa) que de una sola creacion ltace brotar millones de milagros opuestos, miremos un huevo semejante á otro, del cual saldrán, no obstante, las infinitas tt·ibus que van á volar por el mundo. La naturaleza saca de la osctu·a unidad y derrama en rayos íonumet·ables, en líneas prodigiosamente divergentes, todos esos fulgores con alas que vosotros llamais pájaros, y que pueblan la tierra y el espacio radiantes de ardimiento y de vida, de colores y de canto. Sin cesar brota de la ardiente mano de Dios ese infinito conjunto de abanicos de fulminante diversidad, en que todo brilla, todo canta, todo mo inunda en armonía y en luz... Yo por mi parte bajo los ojos ofuscado al contemplar tanta riqueza. ¿Y á qué no alcanzais vosotras , melodiosas criaturas, ráfagas de luz divina? No hay para vosotras altura ni distancia ; el cielo y el abismo os es igual. Eulas altas nubes y en las más profundas aguas teneis acceso; la tierra os pertenece en sus dilatados con tomos con sus montes, sus mards y sus valles. Os oigo en el Ecuado'r tan ardorosas como los rayos del sol. Os oigo en el Polo, en el silencio eterno de aquellas regiones donde la vida ha cesado, donde no existe ni el más modesto musgo, allá adonde el oso mira confuso al horizonte sombrío y luego se aleja gruñendo. Vosotras allí todavía os quedais, y seguís viviendo, amando, sirviendo de testimonio á DiQ.S, prestando calor á la muerte. En aquellos terribles desiertos vuestros tiernos amores revisten de inocencia y poesía á los imponentes misterios que el hombre llama la barbárie de la naturaleza.

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LAS ALAS.

¡Alas! tAlas! volar por loe alturas Del llondo velle 6 lo empiuada cresta, Y oll6. sobre los royos de la aurora, Cerner el oll~o en lo region sereua. ¡Alas tenor y dominar los maros 1uuto ol sol purpurino del Oriental ¡Alas... volor tamblon sobre lu vida, Posar ol otro lodo de lo muerlel ROilii.KRT.

'l'al es el grito de la tierra entera, del mundo, de cuanto vi ve; tal es la aspiracion que todas las especies, animales ó vegetales, exhalan en cien diversas lenguas, la \OZ que brota hasta de la misma piedra y del mundo inorgánico. "i Alas! ¡queremos alas, el impulso, el movimiento! Si ; los cuerpos más inertes se precipitan con avidez en las trasformaciones químicas que han de introducirles en la corriente universal, dándoles las alas del movimiento y de la fermentacion. Si ; los vegetales, adheridos á su inmóvil raíz, explayan sus amores interiores y los encaminan luicia una existencia en qne puedan tener alas, y se encomiendan á los vieutos, á las ondas y á los insectos, para impulsar á sus afectos ' y hacerlos vivir fuera de sí y prestarles el vuelo que á ellos les negó la naturaleza. Miramos con lástima. á esos bosquejos de animales, lustimeros y doloridos, que, como el bradipo y el al (1), no pueden dar .un paso sin exhalar un quejido: perezosos ó tardígrados, decimos, y ú. la verdad pudiéramos guardar para nosotros ese nombre que les concedemos. Si la lentitud se relaciona con el deseo de moverse y con los esfuerzos, siempre vanos, que se. han hecho para marchar, adelantar y obrar, el verdadero tardígrado es el hombre. La facultad de arrastrat·:;e de un punto á otro de la tierra, y

---------·-----(1) Uno de lo< cuadri1pedos de Américo que solo puodeu 1

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movorse con sumn

l~otilud

J g•·ao tl'abnjo. (IV. del T .)

los ingenio.sos instrumentos que para secundar esa facultad ha inventado últimamente, no disminuyen su adherencia á 11l tierra; sigue, á pesar de todo, pegado á ella por la tiranía de la. gravitacion. Solo veo en la tierra una clase de séres que lagren ignorar 6 engañar, por los libres y rápiclos movimientos, la tristeza universal_que produce esta impotente aspiracion; forman esa clase los que, por decirlo así, solo se enlazan á la tierra por la punta de las alas, los que viven mecidos y sostenidos por el aire mismo, sin que las más veces tengan que ocuparse de su movimiento sino par~ dirigirlo segun sus necesi• dades ó sus caprichos. ¡Vida fácil y sublime! ¿Con qué ojos mirará el último de los pájaros, cómo despreciará cualquier ave al más rápido y más fuerte de los animales, al tigre 6 al leon, p0r ejemplo? ¡Cómo debe reírse al verle en su impotencia agarrado y pegado á la tierra, haciéndola temblar con inútiles y ' anos rugidos; cuánto le divertirían los gemidos nocturnos que demuestran tan solo la servidumLredeese falso rey de los animales, maniotado , como lo estamos todos, en esta existencia inferior que nos producen dos causas de igual poder, el hambre y la gravitacion! Terrible fatalidad es la del vientre; terrible la del movimiento que nos obliga á arrastrarno.:1 sobre la tierra; terrible, en verdad, la implacable pesadumbre que va llamando á puestros piés desde el elemento rudo y pesado en el cual

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dos ha de volver á introducir la mue e, y que al llamarlos, nos dice : "Rijo de la tierra, á_la tierra perteneces; saliste por un momento de su seno, -pero en él permanecerás muy largo tiempo.» No culpemos, empero, á la naturaleza; esa ley es indudablemente la prueba de que habitamos un mundo jóven aun y bárbaro; un mundo que puede considerarse como de aprendizaje y de ensayo en la sét•ie de las estrellas,.ó como una de las pnradas elementales de la gran ini ciacion. Es este un globo de niños, y el hombre es un niño que se eman.cipará tambien, y alcanzará al emanciparse bellas y poderosas alas. Aquí abajo gana y merece con el sudor de su frente un grado en la libertad. Hagamos u u experimento ; preguntemos á tUl pájaro que aun no llaya salido del nido lo que q tliere ser, dejémosle que escoja, y ofrezcámosle el puesto de hombre, la dignidad real que nos d1n en la tierra el arte y el trabajo. De seguro to ttestará que no quiere. En efecto, no necesita siquiera calcular los inmensos esfuerzos, los trabajos, el sudor y la inquietud con que pagamos aquí aquella dignidad; no tendrá más que d~cir: uYo 'tambien soy, desde que nazco, rey del espucio y de la luz. ¿Pot· qué he de ,abdicar, cuando el hombre, en su más alta ambician, en su aspiracion supt·ema de dicha y de libertad, sueña con hacerse pájaro y con tener alas?» En sus mejores niios, en la ftor y en el período más rico de su existencia, en los sueños de su juventud, es cuando el hombre alcanz~~:. alguna vez la fortuna de olvidar que es hombre, esclavo del peso y ligado á la tierra. Vuela entónces, se cierne, domina el mundo, nada en un rayo de sol, goza la inmensa dicha de abrazar con una sola mirada la infinidad de cosas que ayer veia una por una. Enigmas oscuros de detalles que se hacen repentinamente luminosos para el que percibe su unidad. Ver el mundo á las plantas, dominarle y amarle ... ¡Qué divino, qué sublime suefio! ¡No me despertcis, os lo ruego, no me despcrteis nunca! .. . Pero ¿qué veo? ya amanece, ya oigo el rumor de los trabajos, el duro y férreo martilleo, la acerada campaua, que me destro nan y me precipi-

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tan con su penetrante ruido: se han derretido mis alas; tierra pesada soy, á tierra cuigo; humillado, encorvado y herido, tengo que volver á empuiiar el arado. A fines del siglo pasado concibió el hombre la a-trevida ide11. de ent1·egarse á los. vientos, de subir á los &ires siu tiwon, ni remo, ni medio alguno de direccion, y proclamando que al cabo babia conquistado las alas, eludiendo la ley de la naturaleza y venciendo á la g rnvitncion; pero sucesos harto crueles y tl'!ígicos defraudaron esta aml.Jicion. Se estudiaron las alas y se t•·ató de imitarlas; se remedó g J·oser·amonte al inimitable mecánico. Viruos cou espauto á un pobre pája'ro huruano provisto de inmensas alas lanzarse desde la punta de una columna de cien piés, ag-itarse y hacerse pedazos. Aquella triste y funesta mál)uina, con su laboriosa coro plicacion, no podio. record a•· de modo alguno el urazo sorp•·endc•nte, harto superior al de los hombres, y el admi rable sistema musculat· que coope1·an en las aves á lograr ' tan vivos y tan fuertes movimientos. Las alas humanas, largas y desconcertadas, enrecian especialmente del omnipotente músculo que enlazá el hombro con el pecho (el húmero al esternon) y permite al hnlcon en su vuelo aquellos violentos aletazos. El instrumento se halla en las aves tau ligado con el motor; el remo está tan identificado con el navegante, y forma con él un conjunto tan armónico, que el avion y la fragata 6 rabi-horcado reman hasta ochenta leguas por hora, cinco 6 seis veces más que nuestros más rápidos trenes de ferro carriles, dejando atrás al huracun, y sin más émulos que el rayo. Pero aunque nuestros pobl'es copiantes hubieran imitado verdaderampnte las alas, nada tenían adelantado. Se copiaba la fo1·ma, no la estructura interior; se creía que el pájaro tiene tan sólo en el vuelo la fuerza de ascension, y se ignoraba que la naturaleza oculta un auxiliar secreto en su pluma y en sus huesos . Estemaravilloso misterio consiste en la facultad concedida al pájaro de hacerse, segun le pl~zca, ligero ó pesado, admitiendo más ó ménos aire en los depósitos que al efecto se le han dispuesto. TOMO 3. 0 14 ,

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Para hacerse ligero se hincha ó aumenta su volúmen, y por lo tanto disminuye su gravedad relativa, y desde entóaces sube por si mismo en un espacio más pesado que él. Para bajar ó caer vuelve á hacerse pequeño, estrecho, arrojando el aire que le ahuecaba, y resulta más pesado, ó con el peso que quiere. Eso es lo que enga:iaba; en eso estaba la fatal ignorancia. Sabíase que el pájaro era un buque, pero no .que era tambien un globo: se imitaban las alas, y las alas, aunque estén muy bien imitadas, si no se hallan secundadas por aquella fuerza interior, no son más que un medio seguro de pereeer. ¿En qué consiste, en qué estriba esa facultad, ese ejercicio rápido de coger ó arrojar aire, de nadar tomando 6 dejando lastre á voluntad? En una fuerza de pulmones, en una potencia de re~piracion, única, inaudita. Un hombre que recibiera tanto aire de una sola vez, se ahoJ aría inmediatamente. El pulmon del pájaro, elástico y prepotente, se impregna, se llena, se em· briaga de aire con fuerza y con delicias, y luego lo derrama por ondas en sus huesos y en sus aéreas casillas; aspiracion y renovacion que se verifican con rapidez fulminante, á veces de segundo en segundo. La sangre, vivificada continuamente con aire nuevo, suministra á los músculos un vigor inagotable, que no disfruta ningun otro sér, que solo á los elementos pertenece. La tosca invencion de Anteo, que tocaba en su madre la tiel'l'a, y de ella sacaba sus fuerzas, expresa débil y groseramente alguna idea de esta realidad. El pájaro no necesita buscar el aire para tocarlo y fortalecerse; el aire le busca y afluye á su seno, y anima incesantel}lente aquel ardiente foco de la vida. Eso es lo prodigioso, no las alas. Procuraos por milag ro las alas del buitre peruano, y seguidle luego, cuando arrancando su vuelo de la cima de los Andes y de sus ventisqueros sibéricos, hiende los aires y se precipita sobre la abrasada costa del Perú, atravesando on un minuto todas las temperaturas y todos los climas del mundo, recogiendo con asombrosa vehemencia, y en una sola aspiracion, masas de aire

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ardiente, y helado, y tibio á la vez .. ; llegaríais, de .fijo, anonadados. Los pújaros más pequeños avergüenzan en este punto á los más vigorosos cuadrúpedos. Encadenad me á un leon en un globo, dice Toussenel, y sus sordos rugidos se perderán pronto en el espacio; en cambio, una alondra pequcñuelu, con una respiracion y con una voz harto inferiores, va prolongando, dilatanc;!o su canto, mientras sube á los aires, y todavía se la oye cuando ya se la perdió de vista: su cántico gozoso, ligero, que nada la cuesta, que no la fatiga, pa1·ece la alegría de un espíritu invisible que quiere consolar la tierra. La fuerza engendra la alegría. El más alegre de los animales es el pájaro, porque siente que sus fuerzas son superiores á su accion, porque nada y sube sin t1·abajo, como en un sueño, mecido y sostenido por el aliento del cielo. Hay una embriaguez divina en esa fuerza ilimitada, en esa facultad sublime de adquirir fuerzas á voluntad en el seno materno, f.tcultad oscura en los séres in~erlores, clara y viva en los pájaros. La tendencia natural, y no en verdad orgullosa ni impía, que experimentan todos los sé res, es la de querer parecer$e á la Madre universal, y organizarse á su imágen y participar de las infatigables ulas con que el amor eterno cobija el mundo. Probada está en esa materia la tradicion humana. El hombre no quiere ser hombre, sino ángel, dios con alas. Los genios alados de la Persia engrondran los querubines de la Judea. La Grecia pone alas á. Psiquea, ni alma, y encuentra el verdadero nombre del alma, aspiracion cxaOp.:.t. RJ alma conserva sus alas; pasa al vuelo por la tenebrosa edad media, y crece en aspiraciones. Entónces se formula con más ardor y con más claridad aquel deseo, aquel voto exhalado desde lo más íntimo de su naturaleza y de su profético ardimiento: a¡Oll ! ¡si yo fuera pájaro!" dice el hombre. En cuanto á la mujer, cree, sin dudarlo siquiera, que su· hijo ha de ser un ángel. Así lo ha visto en sus sueños. ¿Serán sueños, 6 realidades? Sueños alados,

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encanto de las noches, que nos costais lágrimas por la mañana, ¡si os realizárais, si tuviérais vida... ! ¡Si no fueran verdad estos desengaños, si de estrella en estrella nos remontáramos reunidos en un vuelo eterno, y siguiéramos todoa juntos una peregrlnacion apacible al través de la inmensa bondad!

Así se cree en ciertos momentos. Algo nos anuncian que estos sueüos no lo son, que deben ser ráfagas óexbalncionesdel mundo verdadero de las luces, mundo que entrevemos más allá de la niebla de nuestra esfera; que deben ser promesas reales, y que la realidad aparente será más bien un mal ensueño.

CONOCIMIENTOS DE METEOROLOGlA. Nubes.-Nieblas. Quién no ha contemplado infinitas veces las caprichosas y variadas formas de esas gasas ligeras que se mecen en la atmósfera; de esos montes de deslumbradora blancura que cual grandes copos de algodon se acumulan en el horizonte; de las fajas brillantes de color de púrpura que forman el cortejo del sol poniente; de las blancas y esbeltas palmeras dibujadas-sobre la bóveda del cielo, ó bien de esas masas azuladas y grises que impelidas pot• el viento ruedan sobre nuestras cabezas'? Quién, en una palabra, no ha visto las nubes'? Y qué son las nubes'? Qué es esa otra masa de ai1·e t1wbio que algunas veces nos envuelve, manchando la traspa rencia de la atmósfera é impidiendo el paso á los rayos del sol'? Las nubes de resplandeciente blancura, · las fajas de púrpura y oro, las gasas de admirable finura, no son más que una es pecie de humo gris, húmedo y frío; su belleza y magnificencia es un efecto de la iluminacion por los rayos del sol. El espectáculo de las nubes, como ei de la 156veda azul del cielo, debe ser visto de léjos. La bóveda celeste pierde su azul risueño á medida que nos elevamos para contemplarle; las nubes pierden sus mágicos tintes si las visitamos de cerca. La cúpula azulada no es más que una ilusion, pero bajo esta ilusion se oculta la atmósfera, que nos distnbuye lu luz, nos conserva ef calor, nos dá el aire necesal'io para la vida;

las maravillas de las nubes son otra ilusion, pero bajo esta ilusion se hallan los depósitos de lluvia que fecundizan la tierra, madre de todos los séres. -Pero veamos qué son las nubes. Cuando se pone á. hervir al fuego una marmita de agua, se desprende un humo abundante que rápidamente se disipa. En poco tiempo el vaso en que se opera la ebullicion se quecla seco, porque toda el agua ha pasado al aire, donde se halla ahora disuelta é invisible. Un plato con agua, simplemente colocado al aire libre, pierde tambien poco á poco su contenido y queda por fin seco. De modo que por la ac· cion sola del calor: de los di versos objetos que le rodean, el agua puede disiparse en el aire, como se verifica con más rapidez cuando está colocada sobre el fuego. Esta disolucion. del agua en el aire sin la intervencion de un bogar 6 foco de calor, se llama evaporacion, y se dá el nombre de vapor al agua que ha tomado la forma gaseosa, aérea, y se ha hecho invisible como el aire mismo en que está disuelta. En todas las estaciones, y especial meo te en estío, hay vapor en la atmósfera. Puede comprobarse por medio de una botella de cristal llena de agua muy fria, colocada al aire durante el estío. Inmediatamente se cubre su exterior de unR.ligeracapahúmeda 6 niebla que empaña su trasparencia y se convierte Juego en finas gotitas que res-

balan por la superficie. Estas gotas pr: J

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vienen del vapor de agua. que ex.Lste en el aire. Enfriado por el con t.acto de la botella, el aire .no puede contener en disolucion toda el agua que contenía antes al estado de vapor invisible, y entonces una parte de e&te vapor se hace visible tomando la forma de uua gasa nebulosa, y despues se reune en gotas. Se dice entonces que el vapor se condensa. Este experimento explica la formacion de las nieblas y de las nubes~ ·Una contíliU8 evaporacion tiene lugar, tanto en la superficie del suelo húmedo de la tierra, como en los diferentes depósitos de agua, lagos , estanques, rios, y sobre todo en los mares. Las capas inferiores de' aitt> se impregnan, pues, constantemente de vapor de agua. Si estas capas inferiores son bas· tante fdas, los vapores que centienen expedmentan un pdncipio de condensacion y producen una niebla. Las nieblas se forman frecuentemente durante la noche por consecuencia del enfriamiento rápido que entonces sufre la atmósfera. El aumento de calor que se verifica durante el día, á consecuencia de la presencia del sol sobre el horizonte-, hace rlesvanecer frecuentemente la niebla formada durante la noche, y vuelve al aire su tras· parencia primitiva. Se dice entonces que la niebla se levanta. Sobre los lagos, los rios y los terrenos muy húme,los se forman tambien ft·ecuen· temente niGblas -pJ:>t' la mañana. La explicacion es muy sencilla. El aire durante la noche es más frie que la tkrra. Las capas de ail'e en contacto con el agua se calientan y se saturan de húmedau; se hacen esp,:cificamente más ligeras y se elevan en la- atmósfera, y encontrando capas de aire frío se enfrían tambien y el vapor se condensa. l)or esta misma explicacion-se comprende que la~ cit·cunstancias más favorables para la formacion de las nieblas son un suelo húmedo y caliente.y un aire húmedo y frio. En ·tal caso las nieblas son frecuentes y densas. Eo lo que ·snceue en Inglaterra, cuyas costas están bañadas por una mar de temper·atura elevada. En Lón clres adquieren las nieblas algunas veces

una rlensidnd ex traordiuaria. Su ceJe m uchas veces que en medio del di a hay que encender el a lumbradodelascalles,y·aun así las luces estáa tan amortiguadas. que dan poca claridad, el tt·ánsito se hace con dificultad y aun octHren desgracias . Las nieblas se observan tambien muy densas y formando masas aisladas y de poca extensiou.en las montauás que tienen mucha vegetacion. Se ven algunas veces como pegadus, agarradas á las cúspides durante mucho tiempG, y tambien sobré las quebratlas y desfiladeros, y en los intérvalos el aire es traspat·ente. Las nieblas son más frecuentes en inviet·no que en ninguna otra estaciou porque el fdo de la atmósfera condensa más prontamente los vapores y las exbalaciones húmedas. Por esta causa se nota en invierno, y más mat·cadamente si el aire es húmedo, que el aliento de las persanas al salir de la boca forma una especie de nube, como una humar·ada; no es realmente más que una niebla, el vapor del hálito al salit· á la atmósfera fria y cargada de húmedad se condensa y se hace visible. Hay un género de niebla que se presen· ta. como un velo blanquecino y espeso que empaña el color azul del cielo y oculta el sol, impidiendo que sus rayoS' lleguen á la tierra. En la atmósfera, sin embargo, no sepresentaninguua nube, propiamentedi· cha, y está empaliada ó cubierta en toda la extension visible. Se dice entonces que el dia está cubierto ó tambien nublado. Es una especie de niebla que puede liamarse niebla seca . Algunas veces se sostiene durante dias, otras dura solamente algunas horas, hasta que al parecer se adelgaza y rompe por algunos puntos, por los cuales el sol co· mienza á penetrar, desapareciendo por completo, 6 lo que es más co:nun, amonto· nándose en nubes de diversas formas. Se manifiesta esta especie de niebla en todas· las estaciones á diferencia de las nieblas húmedas ántes indicadas, que -son casi exclusivamente del invierno. Parece tarnbien que está formada en la pat·te superior de la atmósfera, y no como las uie bias hú- ~

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medas que envuelven y tocan á la tierra Si se considera que algunas veces las y á todos los objetos y pe1·sona:l, y digánubes flotan en regiones de la. atmósfera moslo asi, se palpan . cuya temperatura es de muchos grados Las nubes son masas de vapor de agua, bajo cero, se comprende que pueden comcondensado en gotas muy pequeñas, lo ponerse de partículas de hielo. En inviermismo qne las nieblas, de lasque no difieno, cuando hace un frío intenso, se observa ren sino en que ocupan las altas regiones con frecuencia que los vapores que se elede la a t mósfera. Resultan , corno las nie-. van se componen de agujas brillantes que blas, de la coudensacion del vapor de agua rel ucen á la luz del sol, y se asemejan á que se eleva de la tierra , y de la mezcla de pequeños copos de nieve . Lo mismo debe dos corrientes de aire de desigual tempesuceder en las alt'as regiones de la atmósr atura , 'cargadas de humedad. Las nieblas fera, y de aquí la opinion de que h ay nubes que se forman en la super·fi cie de la. tierra, de nieve. en el fondo de los valles ó en l as c ümbres Son tan val'iadns las fo rmas, apariencias de las montañas, se convierten en nubes·, y disposiciones que presentan las n ubes, cuanll o, a rrastradas p or -corrientes aseen que parece imposible clasifica rlas bajo este dentes, se elevan y q uedan suspendidas en aspecto. Sin embat·go, se ha tratado de vela atmósfera. r ificarlo, refirióndolas á algunos tipos de Para explicar la suspension de las nubes formas principales, y se dividen en cuatro en Ia atmósfera se han hecho dos hipótesis. especies, designadas con los nombres latiSegun unos fisicos, las nubes están forma· nos de cir1·us, cwmulus, st,ratus, nimó11ts. das de una infinidad de vejiguillas sumaLa. primera la fot·man pequeilas nubes mente pequeilas, huecas como bombitas de blancas compuestas de fragmentos ó porjabon, y llenas de un aire más caliente que ciones sueltas semejantes á vedijas de lana. el aire que les rodea, por un efecto de ab cardada. Son las nubes que vulgarmente sorcion del calor solar . Estas vejiguillas se expresan diciendo que el cielo está flotarían en la atmósfera como los g lobos aborregado, porque se parecen realmente aerostáticos, por ser ménos denso el aire á la lan a de un bot·rego. Estas nubes son i nterior , y for mar por consiguiente cada las más elevadas y las que, consic.ler·ada la vejigailla un cuer po más ligero que el - bajfl temperatura de las regiones que ocupan , se suponen fo r madas de po.rticulas de aire. Otr os admi ten que las n ubes y las nieblas están formadas de goti.tas de agua,. hielo ó copos de nieve . S u aparicion prece· de fl'ecuentemente á un cambio de tiempo . llenas, est ando sostenidas en la atmósfer a ¡Jor corrientes ascendentes de aire calien- · H ay un proverbio que dice : «cielo á bor regos, agu a á calderos.» te, como el polvo ligero es elevado y sosLa segunda especie, cu?m~lu,s, correstenido en el aire por el viento. Las nubes conservan, al parecer, u na ponde á g-randes masas redondeadas y alt.ut·a constante, ó lo que es lo mismo, amontonadas unas sobt·e otras formando presentan completa inmovilidad en el sev· grandes nubarrones acumulados en el horizonte, que parecen desde léjos montaiias tido vertical. Esta inmovilidad juzgan alcubiertas de nieve. Son más frecuentes en gunos físicos que .es aparente, y que las nubes, por lo genet·al, descienden lentaestío que en invierno. Suelen formarse mente, pero su parte inferior se disipa conpor la maiiana y disiparse por la tarde. tinuamente en las capas de aire más caCuando en lugar de disiparse se aumentan_, y además se presentan en la parte liente que atraviesan, al paso que su parte superior las de la especie llamada ci1''J'US, superior se aumenta por la agregacion de nuevos vapores que se condensan, produson un anuncio de lluvia ó de tempestad. La especie strattM la forman capas 6 ciéndose asi el efecto de su inmovilidad . bandas horizontales muy anchas y contíResulta entonces que están en un movinuas, superpuestas unas á otras. Se for mien to continuo, en un estado per manente de formacion y de destruccion. man generalmente á la postura del sol y ~

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L os Conocimientos útiles.

desaparecen á sú salida. Son más frecuen tes en otoño que en primavera. En fin, nimbus se llama á las nubes de lluvia que se componen de una masa compacta é irregular sin forma característica, y se distinguen por su color gris uniforme. Todavía estas cuatro especies principales se componen entre ::;í para formar otras que toman los nombres de ci'l·ro-stratus, cirro-cu1m~Zus, c'li!Jnulo-st?·atus, etc. La altura de las nubes es muy variable; se han observado nubes tempestuosas cuya altura sobre el suelo no excedía de 200 metros, y en una ascension aerostática, á una altura de más de 7.000 metros, se han vi::;to algunas de la especie cirrus queparecían estar aun á una elevacion considerable. En cuanto á las causas que determinan la forma de las nubes , su extructura, su elevacion no son _bien conocidas. La distribucion de las nubes en las diferentes regiones del globo no está estudiada por observaciones suficientemente completas y precisas para poder. deducir leyes generales. Esta distribucion está eviden-

temente en relacion con la cantidad de lluvia que cae en cada país. Los paises de montañas son favorables á laformacion de las nubes. Las nubes, aun sin resolverse en lluvia ú originar la caída de la nievé, son útiles para la fertilidad de la tierra, porque conservan su calor evitando la irradiacion, y la protejen contra la sequedad. Las nubes se cargan f&.cilmente de electricidB.d porque son excelentes conductores, y no pierde u el flúido de que están car· gadas sino cuando encuentran otras nubes que tienen una electricidad contraria. Se atribuye á la diferencia de elevacion á que se encuentran las nubes el fénomeno de estar unas cargadas dff electricidad positiva y otras de negativa, fenómeno que produce el rayo y el trueno. La esplicacion de estos meteoros no cor· responde al presente, y por lo mismo nos limitamos sobre este punto á las anteriores indicaciones, y con ellas terminamos las lígeras nociones que sobre la formacion y rlemás circunstancias de las n ubes han sido el objeto de este artículo. F.

CARVAJAL,

CONOCIMIENTOS VARIOS.

Fosforescencia del agua.

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Es fr ecuente ver, en una noche sombrla, y cuando el aire es seco y la mar está agitada, una luz viva que se destaca en la superficie. Unas veces la forman chispas que brillan acá y allá, á manera de estre11 as, pero cuya existencia es de poca dura· cion; otras es una in mensa sábanade fueg o que se extiende por la superficie en una zona luminosa. En los trópicos es sobre t odo donde tiene lugar este admirable y mag nífico espe~táculo. El navío deja tras <le sí una estela de fuego, y se ve con frecuencia deslizarse bajo su quilla globos

inflamados, que pasan á algunos metros de profundidad. En otros casos, la mar asemeja á un campo nevado, y Peron afir· ma que toma tambien colores prismáticos que cambian á cada instante; pero estos fenómenos son raros. Una piedra arrojada en medio de las aguas produce á veces rayos luminosos que se lanzan en el espacio, y los navíos, vogando en la superficie del mar, parecen estar enteramente cubiertos de las llamas que brillan con gran resplandor. Por otra parte, en todas épocas y en casi todas las situaciones, la espuma

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levantada por la proa de una embarcacion está sembrada de estrellitas argentadas que se deslizan sobre las olas y se extinguen en la estela. Este fenómeno parece debe ser atribuido á varias causas, de las que las principales son la electricidad, la sal marina, la putrefaccion de los animales, y la fosfo rescencia de un gt·an número de pólipos y de animales microscópicos. La fosforescencia se manifiesta con mayor desarrollo, especialmanteen ciertos peces, en los zoófitos, los infu:;orios, los acéfalos, los equinodermos, los miriápodos, crustáceos y m~luscos. Patticularmente á. las medusas, de las que algunas especies son microscópicas y de la cht.sede losascalefos, es á. quien parece son debidas las claridades más vivas repartidas por el Océano. El ca1~cer fulgens, el folado y el JJY'I'oma atlántica producen tambien una luz muy brillante. En ciertas localidades, como en Boloña y el Havre, la fosforescencia no es debida sino á. una sola especie de zoófitos ó animalillos microscópicos ; los noctilucos, reuni.ios por millones, de modo que ciertos sitios toman un tinte uniforme. Sin embnrgo, los noctílucos son ménos luminosos que los ofiuros y ciertos anélidos. Algunos obset·vadores admiten tambien que en el agua del mar y en medio de una mucosidad que puede ponerla al abrigo del contacto del air·e atrnosfél'ico, un fósforo en estado líquido puede desprenderse de su prision y colocarse en contacto con el oxigeno que se encuentra en las aguas

del mar, y se sabe por las maravillosas experiencias de Fourcroy que las sales fos· fóricas abundan en todos los humores dt> los peces, sobre todo en su vena láctea. En fin, la opinion de Bory de Saín t-Vincent es que ninguu animalillo entra pnra nada en la luz de 1 mar, que es detel' mi na· da por la electricidad y una mucosinad donde el fósforo se prolluce en su mayor parte. En las aguas dulces los pantanos ofrecen á. su vez emanaciones fosforescen tes producidas por sustancias vegetales ó a ni· males en putrefaccion. Despues de su combinacion con el hidrógeno, se inflaman al solo contacto del aire. Esta luz es conoc.ida con el nombre de fu,ego játuo, y se presenta bajo la forma de pequeñas y ligeras llamas, que giran en todas dil·ecciones á impulso del aire. Esta llama tiene á veces semejanza con la luz de una bujia, pero otras se presenta bajo la apariencia esf6 rica, y aunque sea casi siempre inocente, se la ha visto, no obstante, adherirse á cuerpos combustibles y desanollar un incendio. Apat·ecen asimismo llamas análogas en los mástiles y aparejos de las embarcaciones, y reciben el nombre def~tego de San 1'elmo: este era conocido por los romanos con el nombre de dioscu?·os. A mediados de .Marzo de 1825, cayó en Lochawe, en Escocia, nieve luminosa, y todas las parte::~ humedecitlas por ella, á medida que se derretía, quedaban igualmente luminosas.

CRÓNICA.

aluminio, del CUal se han hecho modernamente numerosas aplicaciones industriales, vá á recibir otra nueva empleándole para campanas. Un if!du,;trial belga ha fundido recientemente una de cincuenta y cinco centímetros de diámetro, que no pesa PROGRESO INDOSTRJ AI.,-El

más que veinte kilógrarnos. El menor esfuerzo basta para hacerla vibrar. El sonido que produce es de una intensidad considerable, y además de un timbre particular. Sabido es que un lingote de aluminio suspendido de un cordon y chocado por un cuel'pO duro, produce una sono-

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Conocimi.entos útiles.

: ------------------------------- ------------------1 ridad suave y vibrante como la de una campana de cristal. EsTAoísrJCA.-Segun vemos en una estadística de Lóndres, la superficie de esta gran ciudad es de 122 millas cuadradas, con 400.'118 casas hnbitudas, té•·mino medio, por ocho personas. La poblacion en 1868 era de 3. 126,635 personas. En el mismo año hubo 1H5.'14'!,. nacimientos y

'14 908 defunciones. CABLE., ELEGHÁ~·,co. - Se h a formado en America una nueva compaliia para colocar otro cable eléctrico trasatlántico doble. Tendrá por punto de partida Plymouth (Massachussets) y terminará en las Azores, desde donde dirigirá á

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las costas de Francia.

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HtGJEI'IE PÚBLJCA.-Hace muchos años que en Colonia se tiene la costumbre de calentar los h ornos con madera procedente de derribos de edificios, ó de t1·a vi esas usadas en. los caminos do hierro; pero esto puede acarrear graves inconvenientes, como vamos ú demostrar. Habiendo tenido Mr. Vohl que hacer en 4865 la annlisis cuantitativa de varios productos de tahona, halló en las cenizas de una especie de vizcocho proporciones bastante considerables de óxido de plomo y de zinc. Este hecho inesperado no podil~ atribuirse más que á la naturaleza del combustible; y las investigaciones que so emprendieron presentaron la prueba de que el horno se había calentado efectivamente con

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madera pintada, procedente de derribos de casas (puertas, marcos de ventanas, vigas, etc.) Analizado tambien el cisco procedente de la misma tahona, se encontró en él óxido de plomo, de zinc, de cobre y sulfato de barita, que provenían evidentemente de la pintura. Algun tiempo despues, en ott·o análisis que ordenó la autoridad, se encontró una cantidad considerable de óxido de plomo y vestig ios de

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óxido de zinc en la corteza que forma ha la parte inferior de un pan de centeno: en lo interior del pan y en la corteza superior no se encontraban tales óxidos. H~tbiendo l111mado la atencion estos hechos, se reconoció que otras varias tahonas calentaban tambien los hornos con maderas cargadas de sustancias venenosas. El autor refiere tambien otros resultados; más lo que precede basta para demostrar completamente la existencia del peligro, q ue debe variar en sus detalles segun la naturaleza de las mad~ras quemadas.

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DEscunnJMJENro.-Segun el Misisipí republicano, acaba de verificarse un interesante descubrimiento en los Estatlos-Unidos Los ingenieros, al abrir _POZOS para establecer pilares á fin de sostener un puente para pasaje del Misisipi, hnn descubierto cerca de San Luis, y debajo del rio, un túnel que se remonta á la m ás alta antig üedad. Está a bierto entre rocas, sosteuido por pilares salientes adornados de cabezas parecidas á los dibujos egipcios y cirios. Esto probaría que en los más antiguos tiempos existía una raza civi1izada en el valle del Misisipí. /

V JTlOUJ.TUnA. - Las experiencias .hechas por un viticultor <lel vecino imperio francés han demostrado, segun afirma una publicaci<m de la localidad, que b.ay un m1evo medio m uy eficaz de cut·ar el oidium de las viñas, y 'consiste simplemente en untar las cepas 'con aceite de petróleo. Este procedimiento ha dado buenos resultados en casos en que ha sido insuficiente el azufrado, y las plautas hao producido raci.:. mos cu,Ya apariencia, gusto y m11durez nada dejaban que desear. Debe comprobarse en todaS' partes este procedimiento poco costoso, que seria de grandes beneficios.

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CONOCI~flENTOS

DE 1\IECANICA.

c;:s:c,,-

Las máquinas de vapor. La potencia más poderosa del mundo es la inteligencia , que pone las fuerzas de la naturaleza al servicio de un brazo débil de suyo, y las s_u jeta y dirige creando la máquina. La inteligencia dice al arroyo que muela el grano, y el arroyo se encarga de dar vueltas al molino por medio de un ingenioso mecanismo. Dice al viento que empuje al navio hácia lejanas costas, y el viento obedece, recibido en una vela sá• biamente orientada. Manda al vapor dar forma á los metales, hilar la seda, tejer las telas, trasport11r fardos pesados, y el vapor, servidor dócil, se apresura á cu mplir las mil tareas que le impone. Ordena al rayo que trasmita una noticia al otro extremo de la tierra, y el rayo, conducido por un hilo metálico, cumple su mision con una rApidez que lucha con la del pensamiento mismo. Dice al calor que liquide el bronce y el acero; al ünan, que dirija la marcha de los navegantes; á la luz, que dibuje una imágen permanente de los objetos; á la electricidad, que ilumine cual sol resplandeciente, y el calor, el magnetismo, la luz y la electricidad ejecutan el trabajo deseado. La inteligencia llama al servicio del hombre á cada una de las fuerzas naturales, y cada cual, reconocien· do su dominio, dice: héroe aquí. La mate· ria ee doblega como un esclavo ante el hombre que piensa, y el hombre, rey de la tierra, debe doblegarse ante Dios, que le ha dado el divino rayo del pensamiento. De todas las potencias utilizadas por la actividad humana, la más importante por sus numerosas aplicaciones es la del vapor. En el agua vaporizada se encuentra un auxiliar inagotable de recursos para todo género de trabajo mecánico, cualquiera que sea la fuerza ó la destreza que haya 1 de ponerse en juego. El vapor cepilla el tJ)

Abril 24 de !869.

hierro y le reduce á. virutas eon la misma facilidad q uu pulimenta una aguja; levanta, dá forma, trabaja las masas más pesadas, como teje la más ligera gasa ; lanza un convoy sobre los carl'iles de un camino de hierro, como pone en movimiento los miles de canillas de una fábrica de tejidos ó hila el algodon. Los dedo:; de la más hábil obrera no pueden luchar en destreza con el vapor; la tempestaJ y las aguas torrenciales no tienen su fuerza bruta. Más para Jomar esta potencia terrible, para hacerla dócil, como lo es hoy día, qué de esfuerzos de ingenio se han necesitado!. .. Pasemos á exponer a1gunos conocimien· tos elementales. Sea un pequeño frasco mediado de agua, que tapamos sólidamente y ponemos al fuego. Cuando el agua está suficientemen· te caliente, u na explosion tiene lugar; el tapon es violentamente lanzado al aire, ó si el tapan resiste mucho, el frasco mismo estalla con estrépito. La experiencia, como se vé, es peligrosa y no puetle hacerse sino con prudencia y precauciones. La causa de esta rotura súbita del frasco es el vapor de agua, que no teniendo salida por donde escapar, se acumula, ejerciendo sobre las paredes del frasco una presion ó empuje cada vez más fuerte, á medida que la temperatura se eleva. Llega un momento en que el vaso, por sólido que sea, no puede resistir al empuje del vapor, y salta en pedazos si el tapon no cede antes. Se llama fuerza elástica el empuje que el vapor hace contra las paredes de los vaso3 que le retienen en prision. Esta fuerza €lástica es tanto más considerable cuanto más elevada es la temperatura del vnpor. De modo que aumentando suficientemente el calor puede dársele una potencia irr~TOMO

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Los Conocimientos útiles.

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sistible, capaz de hacer estallar, no solamente un frasco de vidrio, sino los depósitos más sólidos y gruesos de hierro ó de bronce, ó de cualquier otra materia por resistente que sea. En tal caso la explosion es tcLTiiJle. Los trozos del frasco ó depósito son lanzados con una violeJ:!cia comparable á la de la bala que sale del cañon y á los fragmentos de una bomba que estalla. Destrozan todo lo que á su paso encuentran. La pólvora no produce efectos más desastrosos. , Se valúa la f~1erza elástica del vapor segun la altura de la c.olumna de mercurio que este vapor es capaz de levantar en un tubo ,·ertical que comunica con el interiot· uel depósito, perfectamente cerrado, en que se forma. Si esta columna es de 76 centímetros, se dice que la fuerza elástica es de una atmósfera , porque el peso de esta columna de mercuri.o repre!!enta el de una coluruna de aire de la misma base, cuya altura es desde el suelu hasta el extr·emo limite super·ior de la atmósfera. Si la columna de mercurio le-.antada es de dos, tres, diez, etc. , veces ·76 centímetros, la fuerza elástica es de dos, tres, diez, etc., ntmósferas. Ahora bien, la presion de la atmósfera es de lOO kilógramos por cada decimetro cuadrado de superficie; por cons.iguiente, decir que la fuerza elástica del vapor es de diez atmósferas, por ejemplo, es tlecil· que este vapor·ejerce un empuje de üiez veces 100 ki1ógramos, ósea de l. 000 kilógramos, sobre cada decímetro cuadrado de la pared del depósito que le contiene. L a fut:t·za elástica del vapor aumenta muy rápidamente con la temperatura. A lOO grados es de una atmósfera; á 121 de dos, á 135 de tres, ál81 de diez, etc. El agua y su vapor no alcanzan estas temperaturas sino en vasos cerrados; es preciso, pues, no perder de vista que el vapor, de cuyos efectos nos estamos ocupando, se forma siempre en uepó~'itos herméticamente cerrados. En toda máquina movida por el vapor pay dos piezas principales, que son: la qaldera y el c-ue?'}JO de bomba. En la caldera se produce el vapor. Está formada de sóli· das pl¡tcas de hierro, pe1·fectamente ensam -

bladas con gruesos clavos. Su forma es la de uu gran cilindt·o redondeado por sus e.xtremos. Está colocada á lo largo, tendida, encima de un hogar muy encendido, y alimentado con carbon de piedra. El agua, que no llena por completo la caldera, ,ino la mitad, se mantiene siempre al mismo nivel por medio de unt~. bomba q·ue saca ngna de un depósito, y la inyecta en la caldera á meuida que el contenido de esta disminuye por causa de la formacion y de la salida de los vapotes. Est~ bomba de alimentacion se pone en mqvimiento por medio de la máquina ,misma . Un qbrero, llamado maquinista, está exclusivamente ocupado en vigilat· la marcha de la caldera y el estado del hogar. Es preciso que á cada instante se informe de lo qne pasa en la caldera: necesita saber Ri la. va porizacioo es bastan te rápida; si la fuerza elástica no es exce,iva.; si el agua de la b0rnba de ali· mentacion llega en cantidad conveniente. Diverso3 apat·atos que tiene constantemente á la vista le procuran el conocimiento de estos datos, segun los cuales arregla la actividad del hogar. Esta vigilancia no debe interrumpirse jamás; un ligero olvido puede ocasionar e>1.pantosos desastres. Unas cuantas paletadas de carbon echadas fuera de ocasion en el hogar pueden producir una explosion de la caldet·a, cuyos pedazos, lanzados con una fuerza iodomable, q uebt·antan, destrozan y del'l'ibau los muros más sólidos y aplustan á los opet·arios bajo sus ruinas. Estos desastres son por fortuna muy raros, y cuando ocurren son siempre por causa q.e negligencia. Hénos, pues, en po~esion de un manantial de vapor de una enorme potencia; pero cómo utilizar esta fuerza bruta que ruge en su prision de metal y amenaza destruirlo todo'? El vapor es sm duda capaz de hacer estallar la caldera, pero podremos dominar su energía, sacar partido de su ímpetu salvaje, y emplearle en un trabajo regu· lat·, pacífico, continuo'? Este problema fun· damental ha sido resuelto por primera vez hácia el fin del siglo XVII, por una de las glorias de la li'l'ancia, por el infortunado Dionisia Papin, que despues de haber en-

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seüado el primer paso para la construccion de la máquina de vapor, origen incalculable de beneficios, vivió penosamente en el extranjero abandonado y miserS\ble. La idea de Papin fue estudiada más tarde y enteramente trasformada por James Walt, que, de pob1·e obrero mecánico que era en una pequeiia villa de Escocia, llegó á ser, por su ingenio y por sus descJlbrimientos sobre el empleo del vapor, uno de los bombres más importantes de su si· glo. Hé aq tlÍ ligeramente indicado el me· dio, co~forme á lo ideado por Walt, que se emplea pat·a utilizar hoy la fuerza elástica del vapor. Figúrese un gran cilindro hueco de me· tal, perfectamente cerrado por sus dos ex· tremas. Es lo que se llama el cuerpo de oon~ba. Un tapon, ó segun el nombre que tiene, un piston ó én~bolo, tambien de metal y del mismo calibre, ó sea diámetro, que el cuerpo de bomba, puede resbalar, ir y venir en la cavidad de este último, si es oportunamente empujado en un sentido ó en otro. Por cada uno de sus extremos el cuerpo de bomba puede alternativamente recibir el vapor de la caldera, ó dejar salir al aire el que contiene ya. Además, la entrada y la salida del vapor están arregladas de modo que cuando el cuerpo de bomba recibe el vapor de la caldera por su· parte supei·iot·, deja salir ·al aire la que éontiene del otro laclo del pis ton en su pa1•te inferior, y recíprocamente. Una vez com· prendido esto, el movimiento del émbolo es muy sencillo. Cuando el vapor llega al eompartimento supel'ior, no hallando en esta parle salida, empuja violentamente al piston y le hace descendel'. Nada se opone á este efecto por la parte inferior, porque én el mismo momento el vapor contenido en el departamento inferior del cuerpo de bomba se sale libremente al aire. Hecho esto, el vapor cesa de llegar por arriba, y el que babia se escapa fuera, y por el contrario, entra nuevo vapor en la parte inferior. El émbolo, pues, debe ascender lle· vado por un empuje igual al que le ha he· eho bajar. Por medio de esta entrada y sa· lida alternativas del vapor, tanto en la parte supel'ior como en la inferior del cuer-

pode bomba, el émbolo adquiere l1D movimiento de va y ven que le hace recorrer en un sentido y despues en otro, alternativamente, toda la longitud tlel cuerpo de bomba. La energía de este movimiento es muy fácil de valuar. Supongamos que el agua de la caldera esté calentada á 150 grados; la fuerza elástica del vapor es entonces de cinco atmósferas, es decir, que hace sobre cadadecimetro cuadrado una presion igual á la que produciría un peso tle 500 kilógramos. Si la superficie del émbolo es de 20 decimetros cuad1·ados, estará empujado, alternativamente por uno y otro lado, por una presion de 10.000 kilógramos. Pero atendiendo á que cuando una de las caras del émbolo es empujada por el vapor de la caldera, la otra está en contacto con la atmósfera, condicion necesaria para la salida del vapor q u~ no obra, la atmósfera hace presion sobre esta última cara y contrnbalaneea una parte del empuje que sufre la primera. El émbolo no obedece, pues, en realidati más que á un ero puje de cuatro a tmósferas, es decir, tomando en cuenta la extension de su superficie, á un empuje re· presentado po¡: un peso de 8.000 kilógs. Para utilizar el movimiento de >a y ven del émbolo se une á este una vadlln sólida de metal, que penetra en el cuerpo de boro· ba por un orificio practicado en medio de uu n de sus caras ·e xtremas, con el diámetro justo púa per·mitir el paso á la varilla, sin dejar escap:l.r el vapor. La extremidad de esta varilla, que sale por fuera del cuer· po de bom ha, está pues animada del mismo movimiento de va y ven que el émbolo. Esta varilla es la que se pone en coro u nicacion con la máquina que se quiere mover y le imprime su fuerza y movimiento, trasformado por ingeniosas combinaciones en movimiento circular. Se llama locomotora la máquina de vapor que en los caminos de hierro arrastra . tras de si la tlla de carruajes ó vagones que componen un convoy. La fórma, casi en su totalidad, la caldera colocada sobre seis ruedas. El hogar se coloca detras. Las

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llamas y el humo que se desprenden pasan por un centenar de tubos interiores rodea· dos del agua de la caldera y van. á parar á la chimenea colocada en la parte de delante. Esta disposicion dá por resultado poner en contacto con el agua una gran extension de superficie calentada, á fin de producir rápidament e y en abundancia el vapor- q.u·e necesita la energía de la máquina. De cada lado de la locomotora hay un cuerpo de bomba alimentado por este -.;raper. 1a varilla del émbolo se une con la ru.eda inmediata y la hace girar. Parece á primera vista que las dos ruedas movidas por el vapor deberían girar en su sitio, resbalal.' sobre el carril, pero no avanzar. Más á causa del peso enorme de la locomotora se produce un rozamiento tal entre las ruedas y los carriles, que el resbalamien to no es posible y resulta una rodadura hácia adelante (1). Despues -de haher obrado sobre el émbolo el vapor penetra en la misma chimenea. por donde sale el humo que proviene deL bogar. Por. esta. causa se vé que la chime-nea lanza bocanadas de humo, ya blancas, ya negras. Estas últimas son las que provieneo del bogar; las primeras del vaporar· roj,ado fuera del cuetpo de bomba despues de-cada golpe-del émbolo. El carruaje que viene despues de la locomotora se llama ténder. B;n él se hallan las P,r;oyisiones de ,car.bon para sostener el fuago en el bogar, y de agua para aliine.ntar la caldera y x:eemplazar la que se vaporiza. El agua es inyectada en la caldera por un.a bomba movida EOF la misma locomotora. Sobre el ténder se colocan el fogonero, que tiene cuidado del hogar, y el maq~inista, que arregla la introduccio n del. vapor en el cuerpo de bomba segun la velocidad que es preciso dar al convoy. La potencia de una locomotora es sin duda considerabl e; sin embargo, si puede ' arrastrar con gran velocidad una larga fila de vagones todos muy. cargados, consiste espe_cialmen-te en la disposicion de la via sobre que rueda. Fuertes barras de hierro, llamadas car~iles, están colocadas

y fijamente sujetas sobre el suelo en toda la longitud del camino, formando dos filas paralelas, y sobre estas barras ruedan SJ.n salirse de ellas las ruedas de todos l0S-ea.rruajes del convoy. Para impedir que resbal~n y. salgan fuera délles carr~les llevam estas ruedas-un rebord'e. La via f:rrea, no teniendo los inconvenientes de los caminos ordinarios, es decir, rodadas, baches, cantos y todo género de desigualdad es que estorban la mancha; de los carruajes y hacen gastar mucha fuerza en pura pérdida, toda la. trace-ion de la locomotora es utilizada.,. y los ~:esult-ados obtenidos tienen algo de maravilloso. Una locomotora de viajeros remolca, con una velocidad de una docena de leguas por hora, t:lll- comroy. euyo pe-so total llega á 150.000 kilógramos . Una locomotora de met·cancías remolca, á raZ-9n de siete le~uas por hora, u.n peso total de 650.000. kilógramos. Más de 1.300 caballos serian necesarios para reemplazar la primera lo· como tora., Y: más de 2.000 para la segunda, si se empleasen en. trasportar igual peso con la misma celeridad y á iguales distan· cias en v.ehiculos que rodasen sobre los carriles. Cuántos no. se necesitarían si el traspor.t.e se hiciese con vehículos comunes rodando sobre caminos ordinarios, cuyas desigualdad es ocasionan tanta pérdida de fuerzas! Y ahora, si se ·reflexiona que millares de locomotoras semejantes circulan díariamente por todoS-los países de la tierra~ su· primiendo, por decirlo así,. las distancias, y poniendo en aontacto las naciones más separadas;. q.ue una iafinidad. de máq uin.as de toda- especie trabajan incesantem ente para el hombre;.lib rándole de la, tarea más penosa y permitiéndo le la más noble y elevada del pensamient o; que muchas veces la máquina que hace mover un navío de guerr.a representa por si sola los esfuerzos reunidos de-cuarenta y dos mil caballos; reflexionando en. todas estas cosas, se coro· prende qué inconcebible desarrollo ha adquirido el. genio del hombre. con algunas paletadas de hulla quemándose- bajo un (1) Una Iocomolora. de vi1ljeros pesa 22 .000 kilogrnmos. depósito de agua!. Y cómo se han hallado ~ m''''" •• m""""' ''" •• "ooo , 49.ooo. ___ _c_osa _ s tan maravillosas'?_Pensando ..~. 1

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L ITERATURA. FRAGMENTOS ES GOGID és ( 1).

La luz.-L a noche. ¡J..uz! ¡Mó.'s luz tOda vial Tales fueron las úlYo dije al pajarillo, llorando: nHijo fnocentetimas palabras de Goethe. Esta frase del · genio »de la luz, ¡con cuánta razon la cantas y la reque espiraba es tambien el clamar.general de la »fiejas en tus himnos! La noche, que abunda naturaleza que resuena por los ámbitos de todos >>para tí en asechanzas y peligros, se parece los mundos. Las palabras que pronunciaba >>mucho á la muerte. ¡No puedes contar siquiera aquel hombre poderoso; uno de los primogéni»con que verás la luz de mañana!,. Luégo, patos de Dios, las repiten en el fondo de los mares sando con la mente del destino del pájaro al de sus más humildes hijos, los ménos adelantados tantos y tantos séres que desde las profundidaen la vida animal, los moluscos, que no quieren des de la creacion suben mu·y lentamente hácia vivir allí donde la luz no llega. Luz apetece la el resplandor del dia, exclamé como Goethe y· ftor, que en pos de la luz gira y sin ella languiaquel pajarillo: «Luz, Señor, dadnos más luz todavía!>> (MJcaELET, El pueblo, p. 62, i846.) dece. Los animales, nuestros compañeros de trabajo, se regocijan ó se afligen como nosotrost segun q11e la luz llega ó desaparece. Mi nieto ,.que tiene. dos meses, llora desde que se acaba el dia. ' El~mundo de los ·peces es el mundo del silenPaseándome. este verano por mi jar.din, oí, Dice un adagio francés: C1Mudo como un cio, ' miví un pájaro que cantaba sobre una rama.. pescado.» El-mundo de los insectos es el de la x:ando .al.sol, q].le se ponía; ,di-rigíase hácia l"a noche. Todos son lucífugos; y aun los pocos que, luz; estaba verdaderamente arrebatado. ~o como la abeja, trabajan de dia, prefieren, no < avecillas mis nunca verle; al tambien lo quedé P.articulares me habian permitido formar idea : obstante, la o'scuridad. E l mundo de los páj_aros es el d-e la luz, el del de que existiera una. criaturita. tan inteligente, canto. tan poderosa, tan apasionada... Vibraba todo mi sér al oir su canto ... El pajarillo inclinaba Todos viven del sol, se impregnan de sus ra-· ligeramente hácia atraa su cabeza y adelantaba. y,.os y. se inspiran en su luz. Los del Mediodía el enhiesto pecho; jamás cantante ni poeta alllevan en sus alas los reflejos del astro del dia; de nuestros climas en su canto; muchos hay· los era, No guno alcanzó. tan cándido éxtasis.que le siguen d&comarca en comar.ca, de regi~n sin embargo, el amor quien le inspiraba; la esen region. tacion babia pasado,con exceso; lo que le hechi«Mirad, dice Saint-Jolm, cómo·suludan por la zaba entónées era indudablemente el dulce sol, al sol naciente y cómo por la noche se mañana ¡el encanto de la claridad! reunen fielmente para ver su ocaso desde nuesBárbara ciencia, orgullo inconsciente el que tras costas de Escocia. El gallo silvestre sube rebaja y deprime á la naturaleza animada, el el dia declina á lá rama superior del cuando que de este modo separa al hombre de sus heralto, y allí se columpia para ver al más abeto manos inferiores! sol el mayor tiempo posible., (i) V.é!Mio el nilmero anterior'

Lu,, amo•, c•nticos, aon pm los pájam

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misma cosa. Si se quiere que el ruiseñor cautivo cante fuera de la estacion de sus amores, se le tapa la jaula; luégo se le devuelve la luz repentinamente, y el pájaro puede entóoces disponer de su voz. El desgraciado pinzon, al cual privan de la vista algunos c:lrazones bárbaros, canta con animacion desespérada, febril, insana, crelindosc con la voz una luz de armonía, haciéndose un sol particular é imaginario con su fuego interno. Me inclino á crer que esta misma causa es la que hace cuutar á los pájaros de los climas sombríos, donde el so!'aparece tan sóle en claros muy fugaces. Con relacion á las brillantes zonas en que el sol nunca se aleja del horizonte, nuestras t•egiones veladas por las nieblas prouucen el mismo efecto que la jaula del ruiseñor, á quien aludimos, tapada durante largo tiempo y abierta despues repentinamente, provocan el canto, hacen brotar la armonía, equivalen á la luz. Husta el vuelodelave ·ctepende de la luz. Tanta participacion tiene en el vuelo los ojos- como las alas. Las especies dotadas de una vista delicada Y penetrante, como el halcon, que desde lo alto del cielo descubre al regalioco en unas matas, co.mo la golondrina, que percibe un moscardon á milpiés de distancia; estas especies, repetí~os, vuelan con seguridad, cor~ g ran atrevímiento, de una manera ~ue caut iva ¡¡or la l~ber· tad y l'll fijeza. Otras hay, que por su &specpo y maneras se distinguen, y que siendo mioptJS caminan con precaucion, vuelan como á tientas, temiendo chocar con algo. Ojos y alas, vuelo y vista, ambas cosas cp t.al grado que permita abarcar y cruzar con una sola mirada paisajes inmensos, extensas comarcas, reinos enteros; en un·grado que baste, no sólo para ver achicando como en un mapa, sino para contemplar en todo su detalle, tan gran variedad de objetos, ¡para ver y percibir casi como Dios! ¡.Ah! ¡Qué manantial de goces! ¡Qué dicha inefable, misteriosa, extraña, casi incomprensible para el hombre! Advertid, en efecto, que estas percepciones son tan vehementes y se f!ja.n tanto en la memoría, que un piahon (animal inferior) r ecu-erda

y conoce todos los accidentes de un camino que no haya recorrido mas que una vez. ¿Qué acontecerá, pues, respecto de la sábia ci.;üeña, del discreto cuervo y de la inteligente golondrina? Confesemos esta superioridad; miremos sin envidia estos placeres de vision, á los cuales acaso llegaremos en otra existencia mejor. ¿06roo se explica, en efecto, la dicha de ver tanto, de ver desde tan lejos, de ver tan bien, de atravesar con la mirada y con las alas casi en un momento lo infinito? Se explica precisamente por lo que forma nttestro más remoto ideal: Viviren plena luz y sin sombra. La existencia del pájaro viene á set· un ensayo de este ideal: la vida seria para las aves una fuente divina de ciencia si no conservaran en su ' libertad suhlime dos fatalipades que neutralizan el impulso de volar para todas laa criaturas de este globo, así como condenan el globo mismo á cierta perpé,tua barbarie. Fatalidad del vientre, que nos sujeta y contiene á todo9, pero que detiene más partícularmente á esa llama viva, á ese foco devorador que llamamos pájaro, obligado á renovarse con tinuamente, á buscar, á errar, á olvidar, condenado sin apelacion alguna á la estéril movilidad de impresiones demasiado variadas. La otra fatalidad es la noche, el sueño, las horas de la sombra y de las asechanzas, horas en que sus alas qued'an cortadas, y en que el av¡¡, indefensa, pierde el vuelo, la fuerza, -la luz. Luz quiere decir seguridad para todos los séres. La luz garantiza la vida para el hombre y ·para el animal; viene á ser la sonrisa pacífica y serena que nos tranquiliza; la franqueza de la naturaleza. Limita los sombríos terrores que nos acompañan en las tipieblas; pone término á temores harto sombríos, asi como al cruel y positivo tormento de los sueños y á los pensamientos que agitan el alma perturbándola durante la noche. El hombre, disfrutando como disfruta la seguridad que le ha procurado la asociacion civil elaborada al través de los siglos, apenas comprende las angustias que dominan la vida salvnje en las horas que la naturale~a dej a á cier-

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tos séres casi indefensos, y en que su terrible imparcialidad abre anchos cáuces á la muerte, que es tan legitima aquí como la vida. En vano se intenta reclamar: la naturaleza responde al pájaro que tambien el buho tiene d&recho para vivir; y al hombre le contesta: «tengo que ali -

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mentar á mis leones.» Leed en Jos viajes ol espanto ele los desgraci<J.dos que ~e extravían en las soledades del Afl'icn, 6 los tonnootos del pobre esclavo fugi tivo que solo se libra de la barbat·ie de los hom· !tres paua encontrar uoa naturaleza bár.barn tambien. ¡Quó angustia sufre el infeliz tao lue~0 como el sol se oculta, así que empiezan á recorrer aquellos contornos los siniestros exploradores del leon , los lobos y los chacales, que le acompañan á cierta distancia, ya precediéndole como itinerarios, ya siguiéndole como sepultureros! Sus aullidos dicen con lamentable tono: •mañana buscarán tus restos.» Pero ¡qué horr or tan íntimo y t an profundo!.. Hélo ahí, á dos pasos no más... os vé .. . os mira, ruge con t errible fuerza, os exige, os reclama á vos como presa viva desde el ancho abiRmo de su exófago de bronce!. .. El caballo no puede resbtir un terror semejante ; se extremece, se encabrita, se cubre de un sudor frío... El hombre. agachado entre dos hogueras cuando por dicha s uya puede encenderlas, apenas conserva la fuerza necesaria para alimentar esta muralla de luz, única cosa que protege su vida. Iguales sufl'imieotos reser.va la noche á los píLjt\ros hasta en nuestros cllmns, que parecen á primera vista ménos peligrosos. ¡Cuánto;:; mónstruos oculta, cuántas probabilidades de muerte entraña para las aves la oscuridad! Los enemigos del pájaro tienen, no ob;;taote, una condicion comun á todos ellos; la de aparecer sin el menor ruido. La lechuza vuela con un ala tan silenciosa como si estuviera acolchada con algodon en rama. La lar.;a comadreja asoma la cabeza en eluido y la mete cautelosamente sin tropezar siquiera en una hoja del ár!Jol. La ardiente garduña, sedienta de sangre caliente, obra con tal rapidez, que en un solo instante desangra ó. los padres y á los hijos, degüella una familia entera.

El pújaro, cuando tiene hijos, parece gozar de doble vista para percibir todos estos peligros: necesita proteJcr una familia toc.lnvía más débil y más desprovista que la del cuadrúpedo, pues el hijuelo de este puede al ménos caminar. Pero ¿qué proteccion hade ejercer el pájaro? No puede hacer otra cosa que permu.uecer junto ú los suyos y morir por ellos; por eso no vuela; ol amo r le corta las alas. La estrecha entrada del nido se halla durante la noche g uardada por el padre, que ni duerme ni está clespiet·to, que cayéndose de cansancio, presenta al pelfgt·o su débil pico y su enardecida cabeza. ¿Qué le sucederi si ve aparecer de repente la enorme boca de uua serpiente ó el ojo terrible y extraot·dinariamente engrandecido de la mo rtifera ave nocturna? Mucho más le inquieta su família que su propio sér. La naturaleaa permite al pájaro, mientras vive solo, prescindir de esta prevision dolorosa. La noche le encuentra entonces melancólico y triste, más bien que nlurmado; al \'erla llega!, sa calla, se encoge, oculta su callecita debajo del ala, y su cuello desaparece tamlJien entre las plumas E u esta postura, llena de couftap.za y de abandono, en la misma que tenia deptro del huevo, en la venturosa prision maternal que tan completa segul'ldad le !Jfr ecia, en la propia sigue durmiendo con valor todas las noches, sin proteccion alguna y rodeado de peligros. La tristeza que engendra la oscuridad afecta consideralJlemente il. tallos los sét·cs, áun á los m ás proteg idos . Los pintores holandeses lo han expresado con notable sencillez por lo que hace á los animales olvidados en el campo. El caballo busca casi siempre á s u compañero y apoya la cabeza en su ~ucllo. Las vacas vuelven á. las puertas de la poblacion con sus terncrillos, y quieren regresar al establo; que las vacas y los caballos tienen al ménos un establo 6 una cuadra, un abrigo para preservarse de las emboscadas de la noche. ¡El pájaro no cuenta con más techo que una hoja! En cambio, ¡qué dicha por la mailana, cuando ei terror se disipa, cuando desaparecen las sombras y se iluminan hasta los más modestos . at·bu>Jtosl ¡Qué gorjeo alrededor tle los nid~

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qué vehementes conversaciones! Aquello es una especie de felicitacion mútua por volverse á ver y por vivir todavía. Luégo comienzan los cantos. La alondra arranca del surco trazado en la tierra, y sube cantando, cantando, y llevando hasta el cielo la alegría de la tierra. Así como el pájaro es el hombre. Los antiguos Vedas de la India contienen en cada línea un himno á la luz, que guarda la vida; al sol, que tod,os los dias revela lo que es el mundo á sus ha\)itantes, y lo crea de nuevo y lo conserva. Revivimos, seguirnos respirando, recorremos nuest1·a morada, volvemos á ver á nuestra familia, contamos nuestros reb.a ños. Nadie falta, nadie bu perecido, la vida sigue completa. No nos ha SOl'prendido el tigre ni ha invadido n uestros cercados la horda de animales salvajes. La serpiente negra tampoco sacó partido de nuestro sueño. ¡Bendito seas, sol, que nos concedes un dia más!

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Dicen los indios que todos los animales-cantan al sol y le dan gracias cuando despunta la aurora, entonando en sí mismos un himno de reconocimiento, y particularmente el más sábio de todos ellos, el brama de la creacion, el elefante. Pero uno solo pronuncia ese himno, lo dice por todos; uno no más lo canta realmente. ¿Cual? Uno de los más débiles; el que más teme á la noche y el que mejor siente la alegría de la mañana¡ el que vive de laz; aquel cuya vista impresionable, dellcadisima, extensa, penetrante, percibe todos los accidentes de la claridad y se 11soeia porto tanto con mayor intimidad, lo mismo á los eclipses y disminuéiones del día, que il. sus resurrecciones. El pájaro dice en nombre de toda la naturaleza el himno de la mañana y la bendicion del dia: es su augur y su sacerdote, su voz inocente y divina.

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MEDICINA PRÁCTICA. Instru ccione,s familiares. EFI,..UVIOS.-Ml AS MAS. - VIRUS.

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Apenas si habrá en el campo etiológico estudio de tan alta importancia como el de los efluvios y los miasmas. Las epidemias, las endemias, todas esas enfermedades de· vastadoras, cuya violencia espanta, y cuya rápida trasmision aterra, cubriendo, en corto espacio de tiempo, de luto y lágrimas la alegría del hogar doméstico, tienen s u causa incógnita en el g rupo de causas con que encabezamos este artículo. Los médicos de todos tiempos, desde las más remotas generaciones, vienen preocupados con el estudio de estas causas, que más refractarias parecen hacerse á las inteligeneias, cuantas más inteligencias se fijan en ellas.

Hipótesis y más hipótesis, teorías sobre teorías, apoyadas en mal deslindados bechos prácticos ; hé ahí el fondo de los trabajos cie1;1tificos hechos, basta hoy, sobre este particular. El progresivo perfeccionamiento de las instituciones médicas y ·de las ciencias auxiliares apenas si, sobre efluvios, miasmas y virus, ha hecho otra coila que el flujo y reflujo de los mares. Una concepcion feliz, una idea uueva venia de vez en cuando á dar luz sobre el objeto, y, más tard~, ob· servaciones rigurosas y hechos innegables hacían comprender la falsedad de lo que se creía, volviendo nuevamente-á la oscurs. ignorancia en que antes se estaba.

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Los Conocimientos útiles. Peró si bien poco ó nada se sabe respecto á la esencia intima y al modo de acci.on de tales causas, se ha profundizado lo suficiente en lo que hace referencia á su trasmision; y de esta y de los medios de entorpecerla, ya que no de evitarla, nos cuídaremos singularmente en lo que digamos en este e~rito. Efluvios y miasmas se tienen hoy día como palabras sinónimas, por más que ej!Awios exprese más particularmente las emanaciones deletéreas que se desprenden de las materias en putrefaccion que existen en las aguas estancadas de los ríos, de lo:; lagos y las lagunas; y miasmas los elementos impalpables que tienen su orígen en los individuos enfermos, y que se esparcen, en mayor ó menor esfet·a, al reueúor de la cama, alterando el aire de la habitacion y comunicándole malas condiciones. Nosotros, sin embargo, imitaremos á los má.s de los autores, tomando como idénticas las dos palabras, y usándolas, de consiguiente, indistintamente. Los efluvios ó miasmas pantanosos proceden, como hemos dicho, de la putt·efaccion de las materias vegetales. En épocas dt! calor las aguas estancada¡; se evaporan, dejando al descubierto en el fondo á aquellas. La elevacion de temperatura favorece tambien la putrefaccion y la volatilizacion tle los principios deletéreos, que se elevan en la atmósfera (400 ó 00 metros en nuestro clima), y á la noche, cuando el calor ha disminuido, y siendo, como son, estos miasmas más pesados que el aire, descienden, obrando sobre los sugetos que á su accion se exponen, y produciendo en ellos las fiebres intermitentes (cuotidianas, tercianas, cuartnnas, etc.). Esto explica el por qué del precepto higiénico de favorecet• el libre curso de l~s aguas, de limpiar los pozos, los rios y los pantanos, y de no acostarse de noche en las inmediaciones de estos lugares, pues los efluvios pueden propagarse en direccion hol'izontal :300 ó más me·tros, y llevar de consiguiente su accion á lal"gas distancias. Hay además otra clase de emnnMiones,

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tan desconocí das como aquellas en su est!n · cia, y que, trasportadas por los vientos ó por sustancias contumaces desde los más lejanos países, llegan á producir en otros devastadoras epidemias. Tales miasmas (como el de la peste, el del cólera-morbo, etc.) pueden trasmitirse ó por. el intermedio del aire, ó por ciertos cuerpos, como la lana., el cáñamo, la seda, y que por eso se llaman contumaces. El aire saturado de ellos, y obrando maléficamente sobre el individuo, produce la infeccion, y las enfermedades así prodnci· das se lJaman i'iifestas. Cuando las enfer· medades tienen el poder de engendrar miasmas parecidos á ·los que las produjeron, y de trasmitirlos, se llaman contagiosas, y á la aeci( n del aire contamiundo co?ttagio. Enfermedad infes.ta será, pues, la fieb1·e illtermitente, porque el inui vid uo que la sufre no la puede trasmitir; y contagiosa la fiebre tifoidea, segun muchos médicos, pues que el individuo atacado desprende miasmas que, obrando sobre otros, producen en estos aquella fiebre. El contagio puede ser itmtediato y 'lnediato. Es inmediato el contagio cuando el principio contagioso se trasmite directamente de individuo á individuo . Esta trasmision puede verificarse de d.íversas maneras, ó ya por el aire de la alcoba donde el enfermo se halla, ya po,r contacto intimo, ó bien por medio de lo~ restos del animal muerto de una enfermedad con tagiasa . El contagio mediato se efectúa por el intermedio de los cuerpos y su, tancias que han estado en contacto con el enfermo, como los vest.idos, la ropa de la cama, los objetos de que ha hecho uso, y los anima.Iiilos que revolotean en el aire y que se detienen alternativamente en los enfermos y en los sanos. Hay además circunstancias que con viene adver~ir, y que predisponen á ser víctimas de la accion de los principios contagiosos; y estns circunstan.cias son genel·ales ó individuales. Entre las primeras se cuentan principalmente el calor, la humedad, la falta de luz, y, sobre todo, la. duracion 6 antigüedad del miasma contagioso, pues TOMO

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con el tiempo disminuye; y entre las indi· roo hemos dicho, caracteriza el contagio. viduales se estudian los temperamentos · E~ uso del alcanfor , del romero, del inláng·uidoe y linf:\.ticos, las constituciones cienso y de otras tantas plantas a t·omátidemacradas y caídas, la vida indo len te y cas aconsejadas como medios preserva ti vos muelle, los abusos f.l.l~meQticios, lQS (HHU.. del contagio eu las epidemias, no tienen bios brusco& en la alinwntacion, el sueño ott·a importancia que 1~ que la imaginaprolongado' pasiones uomin~doras, y el vion y la fé de quienes las usan quiera miedo, ese faptp,sm~ )lQrr¡ple de ~spí.J:jtq$ darles. pu$ilánirp~~ y Usil;oa, Exaotam(;:nte lo mismo puede decirse De las precedentes consideraciones de - del azúcar quemado y del vinagre, pues dúcense los preceptos higiénicos á que han que no obran si p.o por su fuerte olor, desde sujetarse los individ uos en tieropos de tn~yendo el que adquiet·e el aire cuando epidemias. está estancado en un recinto, cowo las al Habitense sitios bien ventilados, secos, cobas de peql.leiias dimensiones. limpios y expuestos, á ser posib1e, á los Los virus son tambien, como los míasrayos del sol; úsese de una alimentaciop. mas, agentes causales y patológicos de regular, sóbria, nutritiva, y á que habi· una enfermedad determinada y especifica; tualmente se esté acostumbrado; no se como estos, dan á la afeccion que ocasionan duerma más de seis ó siete horas diarias. la virt\ld de engendrar y de procrear el Téngase t1·anqnilo el corazon sin entremismo pl'iucipio morboso productor; pero, gars~ á fuertes pasiones, y no se deje que aunque semejantes, se diferencia~ , prácel mielo prevalezc~. porque en sí lleva esa ticaroente por lo ménos, en s~r los vir us afeccion una pn~dispos:ciol;l muy inmi · prodllcto de supllL'acion ó sect·ecion mor neo te. bosa; y los lpja&rua:; ~ de¡;prendinüentos de 1\. este modo de proceder añadiremos ~i una sustancia orgáoic~ en p~1trefaccion, se quiere un baño diario~ templado, para ó ele \,ln hombre enfermo, ó proceder del sostener la limpiez41o del cuerpo; y las roaire de una alcoba ó de un hospital~ ek pas de que se tenga alguna sospecha ó el Esta casi identid~d de significacion ha aire, pode:nos pur~ficar de vez en cuanclo hech.o que en las obras se use la palabra con aci(lo hiponítdco, ~s decir, vertiep.do virus en, qn sel;lti<lo tan lato, que con ella en un vaso ó un9, copa ácido nítrico y agre· se exprese hasta los agentes miasmáticos gando una moneda de cobre1 con lQ q4e s,e d(:l tas enfermedades epidémicQs que hedesprenderá aquel, bfljo la .(orma de vapQ· mos enu,nviado; así, se di<;e, ~1 vjrus de la r es rutilantes de un 4ermos<:~ cplor .tojo. pes~e, d~l cólen.\·JDo.rbo, ele 1St fiebre ama&Qué enferuJPdades son coptagiusast y ¡ill9,, d~ },~lepra , del tifo, etc. cuáles no lo son? l:Ié íl(},UÍ un punto muy Los virus q-ue más particularmente mecontrovertido, y que no ha tenido todavia recen estqdiarse son: el virus vacuno, el una solucion completa y terminante. vaciolo:¡o y ellísico. En el tlia, sin embargo, muchos son los La inoculacion del virus vacu,no es de higienistas que se inclinan á creer el contan alta \mport~ncif.\, y t&n trascendentatagio restringido á. muy pocas enfermed~les y benéficos han sido sus resultados, que des, J entre ellos Llevy, considerando solo debemos qedicar le siq ujera dos palabras. como contagiosas la peste, y co ~o infestas H4c\~ el final del pasadQ sig lo observó la fiebre amarilla, el cólera-mor bo, la leEdua.rd,o Gen¡¡er que en el condado de pra y otras; que á. su ver, si se g-eneraliGlocester, punto de la Gran Bretaña que zan, depende de que todos los individuos habitaba , la~ personas que cuidaban de de la comarca, provincia ó pueblo que su- las vacas que padecían el cowpox (viruela fre la epidemia están sujetos á la influencia de las vacas) no solían sufdr algunas los de un mismo aire mal sano, pero sin ser terribles efectos de las viruelas. Meditando por trasmision de miasmas engendrados sobre este particular y entregándose todo en in1lividuos enfennos, q¡¡e es lo que, coél á la atenta observacion de este singular

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FIDIDACIÓN JUANELO TURRIA:-.10


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~------------------------------------------------------~~ ~ ~ Los Conocimientos útiles. 125 ~~ y -~ fenómeno, advirtió que las que adquirían taL especie de inmunidad eran precisamente las que, ó por rasguños, ó por grie· tas, ó por alguna heriJ.a accidental de su cuerpo, dejaban que el virus de las pústulas de las vacas se inoculase. Este hécho tan sencillo fué el que hizo concebir al talento de aquel insigne hombre la idea grandiosa de la vacunacion. Operacion feliz , que desde 1798 en que la dió á conocer, ha _librado á la humanidad de una de sus más terribles plagas, y ha evitado muchos días de luto, de martirio y de lágrimas. Descubrimiento inefable que ha libertado á muchos de la muerte, robando á esta miles de víctimas que a11tes hubiera sacri· ficado (1). La inoculacion puede· hacerse, ó directamente con el pus de las pústulas de las ·vacas que padecen el cowpox, 6 bien con el de las pústulas de la vaei:1l'l.a fH'od ucida en el hombre ·po'r aquel med-í'(!) (vacúnacion) ; este es el procedimiento más. af0-rtunado y el que generalmente sé emplea en 1& práctica por todos los médicos. Momentos despues de la vacunacion aparecen algunos s1ntol'n'8s, que son los primeros en anunciar la enfermedad prbvocada, 6 sea la 1Jacuna. Las picaduras de la inoculacioo: se rodean de un círculo sonrosado de pequeño diámetro, que desaparece mrmy luego, y· hasta puede fulitar, sin q~ae por eso haya. de temerse del éxito lisonjero que nos pro· metemos. Para el cuarto dia, en el punto de cad-a. picadura se expresa un pequeño grgno. rojo, indurado, papuloso, que crece lentamente y adquiere para las veinticuatro horas el volúmen de un grano de cebada, 6 més , y en cuyo centro ete· distingue claramente la incision li-echa con }a lanceta para la iNoctrlaeion. En los días sucesivos el grano se llena, , se ensancha, al paso que su centro se deprime (ombligo). Los tejidos ambientes se

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(1) Segun se desprende de minuciosu eatadfstic.a s, antes de la introduceion de la vacuna so contaba una dcfuncion flOr 'firuela entre tO muertos; y al conu ario, despuos de aplicada la vocunacion, la rolacion es de 1 por 2.000.

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endurecen, se presenta comezon violenta en las picadut·as y se desarrolla un lig·ero estado febril. De los diez y ocho á los veinte días las pústulas cambian el color azulado que an· tes tenían en un tinte pardusco, y empiezan á desecarse. Por fin, hácia el dia vein· te, la fiebre desaparece, la costra se eleva en el centro, va desprendiéndose hácia la periferia, y cae, dejando al descubierto una ligera cicatriz blanquecina, indeleble y que persistE" toda la vida. Oua,ndo esta sucesidn d'e fenómenos no se presenta con .la regularidad que acaba· mos de diseñar, y los granos abortan, desecándose para el sétimo 6 el octavo dia, la V'acunacion es falsa, y de consiguiente de nada ha servido. Los niños deben vacunar'Se en los seis 6 $iete primeros meses w }a vi-da, y pocas veces despues, á no ser que su const.itncion sea ~aquitica y pobre, en cuyo caso la higiene aconseja prot•ogar hasta más adelante esta operacion . La revac?tnacion es muy conveniente, y bmto más eficaz cuanto más tiempo diste de la vacunacion anterior. Despues de los 30 años la vacuna no es necesaria porque se ha perdido mucha predisposicion á adquirir el contagio de la virtrela. Antigunmettte se acostumbr'a ba á inocttlar e'l pus qu'e se recogia de las pústulás en la fiebre variolosa, pero esta perniciosa práctica b:a caid:ó en desuso, pues servía tan solo para genetalizar los focos de infeccion y provocar accidentalmente muchas muertes, que se hubieran evitado á tener verúadero conocimiento de la causa. E l virus de la rabia (virus lisico) es taml:liep nota ole para: ser estudiado; pero no por su poder preservati ~o· de e'rlfentledades epidémícas , sino por su tnortul influencia y su letal influjo, que lleva tras sí casi siempre una agonía desesperada y una muerte horrible. La inoculacion del virus lisico determina la vesania llamada rabia, é impropiamente !tidrofobia (horror á los liquides), que no es más que un síntoma de aquella.

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Ftll\DACIÓN JliA>JELO TURRJAl\0


/~----------~-------------------------------------~© ~ Los Conocimienlos utiles. 124 Alg,mos autores, fundándose en escasisimo número de hech.os, _han creid~ que la rabia podía desarrollarse expontáneamen· te en ('l hombre; pero á la-verdad quehoy dia solo está comprobada esta fatal propiedad en los p!=!rros. y en los gatos. En el género humano, si algo se ha observado de esto como expontáneo, ha sido la hidro· fo.bia y no la rabia. Una vez mordido un individuo por un perro rabioso, pueden presentarse los primeros sintomas, ó. ya á poeas bora..c¡ de sufrida- la :esion, 6 bien á los ocho, .Hez, doce meses y hasta despQes de dos ó tres. años. A este período de tiempo g.ue media desde la inocl!lacion de cualquier virus hasta la manifestacion de la enfermedad_. se denomina periodo. incubacion. En la rabia, si el período de incubacion es largo, la mordedura hecha por el perro (los gatos no trasmiten el virus) puede ci· catrizarse y curarse; pero apenas la afeccion se manifiesta, la herida se altera, se hace dolorosa, la cicatriz se resquebraja, ~e agrieta, se destruye y empi~za á fluir por la herirla un liquido claro, traspnrente y seroso .. El herido empieza á sentir dolores vagos, inestables, erráticos; quebrantamiento de cuerpo, displicencia' un malestar insólito é inexplicable. Tiene turbado el sueño, la imaginacion sobreescitada y soñolienta~ cambia de carácter, haciéndose iracundo y mal humorado. La luz y los ruidos le of~J)..de.n; el agua, los cristales, los espejos, Qua.lquier cuerpo brillante lo vuelve furioso, y cwlérico. Más adelante estos sín.tomas se acentúan y aparecen otros nuevos; se producen vómitos de materiales biliosos y porráceos; ansiedad grande para respirar ; tiene la boca abierta, por la que arroja una sustancia espumoSJl.; 1¡¡ cara se inyecta y se

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pone vultuosa; le aqueja una sed excesiva y un calor insoportable; y por fin, en medio de la desesperacion más angustiosa, la muerte termina esta desgarradora agonia. Todos estos síntomas preséutanse por accesiones en el intérvalo de las qae el enfermo goza de completa calma y serenidad. l.a terapéutica de esta enfermedad se reciuce: 1. 0 , á destruir el virus, y 2. 0 , á neutralizar los efectos orgánicos que haya producido. La primera indicacion, que es necesario de todo punto llenar y I;lrontamente,. se satisface usando con valor los. cauteriost y mejor que todos el hierro hecho áscua; carbonizando la herida, esté donde esté, y exagerándose más bien que limitándosE}. en esta Gperaci.on. Como mt>dida secundar-ia puede usarse la ligaduPa ó la compresion, aplicándola entre }a herida y el corazon. Si hecho esto los fenómenos precitados aparecen, es un. augurio fatal, pero sin embargo, hay que obrar con energia. Entonces las sangrías, los purgantes y los baños frios están indicados para contrarre&tar el estímulo que el virus lísico sostiene en todos los sistemas.. Nada diremos del virus psórico (virus de la sarna) ni del sifilitico, penque so:q muy vulgarmente conocidos, y sus efecto.s no cuentan con preservativos especiales de ningun géner.o. Para concluir advertiré únicamente que todos los medios, como los baños de agua fria, agua d·l cal y otros que se han pregonado como infalibles para evitar la ino· culacion de la sífilis, son muy 'problemá.ticos, y que nadie, fundado en tan ilusoria y punible creencia, debe confiadamente entrega~ al contagio. FERNANDO

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Burnol(.

~·--fUNDACIÓK JüA;-IELO TURRIAKO


Los Conocimientos .útiles.

CO~OCtMtENTOS

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YARIOS·""

EL CAFÉ.. Lleva este nombre In semilla y la planta de un vegetal que se cree originario de la Etiopía, donde ba sido conocido desde tiempo inmemorial, y dende todavía se cultiva con muy b¡¡en

i.os holandeses fueron los primeros europeos que·ensayaron el cultivo del café en sus colonias, de donde lo trajeron á Amsterdam en' f690.

é!ltito. Es. un arbusto gracioso, cuyas flores •tienen alguna semejanza con las del jazmín; son blancas, odoríferas y se producen durante todo el año. El fruto que les sucede presenta. desde luego la forma de racimos de cascaras verdes, que despues toman los colores blanco, amarillo, rojo,. y. en fi.n, moreno nbg ruzco. Cada cápsula de este fruto contiene dos simientes ó granos

En 1719 M. Bessons, oficial de artilleria_, llevó á P11rís un pié de esta planta traído de Amsterdam, y se cultivó en el jardin del Rey; pero habiendo perecido, el corregidor de Am~­ terdam envió-otro á .I:.ui$ XIV, que fué cuidado en el jardín-real• de plantas. Su historia es interesante, porque ha sido el padre de las primeras plantaciones de café de las islas francesas de América. En el año t7 16 ~entregaron unag plantas tiernas nacidas de las granas de este pié, al médico Isemberg, para Benrlas ú. las colonias f-rancesas de las Antillas; pero habiendo muerto este poco tiempo despues de su lle-

de la forma de habas p~queñas y redondeadas. l.a época del descubrimiento del café no se conoce de un modo seguro. Cuenta un auto~ que un pastor árabe, habiendo observadc que sus cabras, des pues de haber comido los granos de esta planta, parecian agitadas y no tenían descanso, ensayó en él mismo el efecto de estosr ~

granos, y le produjeron una sensacion de bienestar que nunca había experimentado. Dícese· tambien que un molaco, llamado Chadely, fué el primer árabe que usó ·el café con el designio. de librarse de. un entorpecimiento continuo que no le permitia rezar sus. o.raciones nocturnas. Sus · dervises le · imitaron; el ejemplo de estos· atrajo á los jurisconsultos, y no se tardó en conocer que esta bebida purificaba la sangre mediante una dulce agitacion; que disipaba la pesadez del estómago, alegll'aba el espíritu, y por esta causa. lo adoptaron aun los que no tenían necesidad de estar despiertos. L.os historiadores de las Cruzadas no hacen mencion alguna. En cuanto al uso de la infusion de los granos de esta planta, se exte.ndió d.,sde luego en.Persia, segun toda probabilidad, puesto que de este país se llevó á Aden. Cuando el sultan Selim

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conquistó el Egipto, en ·l 5J7, pasó el uso del. café áGonstantinopla.

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gada, la tentativa no produjo el buen efecto que se espePaba, Declieux·, en t 770, enriqueció la Mar.tiniea con este cultivo; á sus cuidados se debe el acierto de este segundo ensayo. Este· buen·ciudadano, entonces capitan·de infantería y alférez de navío, habiendo conseguido por el créditq de Ohirac, médico, un pié nuevo de café, nacido de la semilla del que se conservaba en el jardín del Rey, se embarcó para la Martinica; y habiendo escasez de agua en el navío donde iba, dividió con su arbusto la poca que letocaba•para beber. Con este generoso sacrificio consiguio salvar el precioso depósito qU'6 llevaba. Esta planta estaba extremadame nte débil y no era más gruesa que un acodo ó cogollo de clavel. •Llegado á mi casa, dice Declieux, mi primer cuidado fuá plantarla, con el esmero posil>le, en el lugar de mi jardln más favorable á su vegetacion. Aunque yo mismo la guardaba, q.uisiera muchas veces robársela; de manera que me vi precisado á rodearla de espinos y ponerle un guarda de vista hasta la madurez de su fruto. El éxito más feliz satisfizo mis espe -

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ranzas; recogí ~omo d:>s libras de semillas que cipalmeote en las inmediaciones de Bestelrepartí entre todos los que me parecieron más I!akih, es el que da mejor fruto; las caravanas capaces de cuidar de la propiedad de esta planta. le trasportan á Moka, de cuya ciudad toma el La primera cosecha fué muy abundante, y á la nombre. segunda su cultivo se halló en estado de extenUna estadís tica reciente de la produccion del derse prodigiosamente. De la Martinica se encafé en loa difet·entes países en que se cultiva y viaron despnes plantas á Santo Domingo, á la de ~onde se trae á Europa, fija dicha producGuadal upe y á otras islas adyacentes.» oion en la enorme cantidad de más de ciento El uso del café, introduc~o.en Constantinopla once millones de lcilógramos. en 1517, como antes se ha dicho, no se extendió La semilla del café es inodora.., pero su sabor hasta 1645. De aquí pasó á Italia, despues á es ligeramente amargo y algo acre: si se tuesta Lónd•·es, donde•el primer establecimiel;lbo destiadquiet·e cierto ol0r empireumátrc<!> que no es nado á tomar esta bebida fué ereado ~am,bien desag>radable. en f645. El café perjudicn á los n~fies, iu los temperaMarsella fué la pril¡n era ciuda_d.¡ de Fran~ia mentifils nerviosos. y sa-nguíneos; pero es untódonde se bebió café, y tuvo esto ll{gar á medi~, l;J;ico e;r¡c&hmte, es digestivo., alivta. los dolores dos del siglo XVII. :QesJ_)ues el via~ro- Thevenotde cabeza, quita &l sueño, es diurético y se usa lo llevo á París en 1660; y en fin, el embajador con buen resultado, para calm&J'i' 1at embriaguez, otomano Soliman- Agá lo puso en moda en ' J en wvativas contim la apoplegút. Esta bebida aquella ciudad. sienta bien gen-erafulente á los temperamentos El primer café público creado- en París fué linfáticos, pituitosos y fiemáticosr cuyo estómaen 1672 on la feria de San G~rman, por un argo es débil y digiere con dHlcultad. men~o, e\ cual, terminada la, feria,_ t¡aslado su Lo que es incontestable es que esta bebida establecimiento á la Cl\lle de Bu.ssy. Otros natiene una gran iotiuellt!ia para.. disipar la pesatu•·ales de Levant,e siguieron su ejemplo; uno se 1 dez de cabeza, y pou esta causa. e'S muy agr.eciado estableció en el puente de San f4iguel, y varios por los hombres que se entregan á trabajos inse dedicaron á la venta- gor laB c.ai-I:es· rec.QIJÚ~n... teil.ectJua.les.. Excita: tambien e.i! entusia,smo en dolas eon los utepsilios ~ec,esarias }{ara b~Q.el1 algumo.s. 1tOUAndo·te¡ beb.OI,. •oh dii'VIirul.aafé!, exel café, ofreciéndqle á ~os trans,eun¡~es1 po1; un cl8illlla un esonitao, nma á mlis. semeja,ntes, adoro precio módico. Nq obstante estos pnimer<>s cafés á, las mugeres1 vueh~en pana milos dlias de ,feU· no pro!i!peraroa po,rque e;sta-.ban mal decorados cjdad , de juventud, de placet"es ¡ respiro los. y erl\n UOI), especie de tabe110aS aol¡\d¡¡ Se fumaba, dulces perfLimes de las ftoFes.; me sienoto.rodeadu y no oonollol'ria ge~te bie~_ eduq~da. L>espt~.es se del sua.ve aliento de los céfiros; la naturaleza establecieron otros cafés adoml\d'Os con eleganme parece máS:g<llan'(].ec, má&bella, ménos penesa cia donde no s,e fumaba, ni se tomll'ba cerveza, la carga de la 'ida-....... etc.» No debea ser copero se servía, además del café, chocolate, helamunes tal} maraov;i¡Jilosos. y. en-vidiables efectos, d,os y licores, y se reunía la gente para converporqcre, daaq el conswno geAel'al de esta bebisar y leer el Diario d11 París y la Gaceta d.A da, enoontoa~ianse por iodas partes hombres , Ft·ancia, embriagados de felicidad, y hlllbltiase hallado-el En los primeros tiempos, el café que se conptoblema de co~v.ertir en paMiso lo•q.u.e.es valle sumia en Francia venia de Levante 4 Marsella, de lágrimas. y se vendia muy caro, pues, segun refi.e.re un Se atribuyen tambien al cM'é pr.!O'piedades nu · historiador, valia la libra 120 francos, trítivaa muy. nota:bl89', y all!lq:ne alg0¡no& las El cafJ se cultiva principalmente en Arabia, ponen en duda-, están aonfirmadBStponnumeroen Java, e1;1 SuriQ.!\O·, en Cayen_a, en las Antisas autoridades en la materia, y su mismacomll~s, en la islf.\ de li'ranci1.11 y en la isla de Bo.cbon. posicion es la prueba. Contiene azm~, mat~ias ~- El que se cria e los nvalles d.e la, Arabia, pt:ingrasas y salinas, un principio amargo y un~. ~\ )

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esencia aromática, es decir, todo lo que es esencial para producir ventajosamente la nutricio o. Los partidarios del café están di vidídos en la cuestion de si deben tostarse las habas en un molino ó en una cazuela ó sarten. Este último método es preferible, porque el molino ataca el aceite esencial, única parte aromática del café, y en la cazuela ~o se evapora este aceite porque la frescura dºl ail'e atmosférico lo impide. El café se conserva y se hace tanto mejor cua.nto más seco está, porque entonces contiene el haba rnénos agua de vegetacion . Debe tostarse día-

riamente el café que se haya de consumir, porque hacióndolo en mucha cantidad se evapora el aceite, segun se puede notar en el papel en que acostumbran á envolverle, ya molido, algunos aficionados, aunque poco inteligentes. Los métodos de preparar el café son muy varios, y su eleccion depende del gusto de cada persona. Al café se le pegan todos los olores do los cuerpos q uo se le acercan; por esta razon es necesario conservarle en tarros ó botellas bien tapadas para evitar aquel inconveniente y al propio tiempo la evaporacion del aroma.

CRÓNICA.

ÚONSERVACION DE LAS CARNES.-Todos saben que desde hace algun tiempo se están haciendo ensayos para conseguir por medios económicos la conservacion de las ca1·nes, problema de suma importancia que, satisfactoriamente resuelto, permitiría abastecer abundante y económicamente los mercados de Europa con carnes de América. Uno de los métodos últimamente empleados, y, segun se dice, con éxito, es la aplicacion del bisulfato de cal. Una peque· ña cantidad. de sal antiséptica puede preservar una graq masa de carne:.

MuERTE DE EnJCSON .-Ha fallecido en Richlaud (Estado de New- York) el célebre inventor de Jos monitores, el sueco Ericson, á consecuencia de la mordedura de un perro. Nació en 1803 y era hijo de un propietario de minas de Wermelnnd: desde su más tierna edad demostró tal ingéoio para las ciencias mecánicas, que á los doce aiios era inspector en el gran canal marítimo de Suecia; tenia 600 obreros bajo sus órdenes. En 1826 fué á perfeccionarse á Inglaterra, y obtuvo, t1·es años Jespues, el premio por la mejot· locomotora.

DEL VELOCÍP.ED0.-0os nuevaS" aplicaciones de este aparato podemos citar. La una es á la locomocion sobre hielo, para lo cual se ha armado la rueda delantera de púas en su llanta, sustituyendo las ruedas traseras con dos apoyos en rorma de patines. La otl·a es la apliC!\Cion como motor á flote subre aguas tranquilas, t•eamplazando.la r ueda delantera por una de paletas, y la otra por dos capacidades de madera llenas de aire, que flotan sobre el agua, y en cuyo intermedio se mueve la rueda citada. Tarobien so ha ideado otra combinacion del mecanismo, que permite hacer marchar el velocípedo con el movimiento simultáneo de ambos piés en u.n mi:.mo sentido.

Desde esta época, prosiguió en su idea favorita de utilizar como fuerza motriz el calo¡· del sol; pero la máquina calorífera que expuso en 1833 no provocó más que curiosidad. Se dedicó entonces á las construcciones marítimas y estableció un remolcador de hélice que so brepujuba en utilidad á todos los que se conocían. M as no encontrando en los ingenieros ingleses y en las oficinas del almirantázgo sino un mal querer, partió para América, en donde tuvo alguna mejor acogida. Inventó infinidad de máquinas, unas mús importantes que otras; sin embargo, su nombre no fué universal hasta que tuvo lugar el contbate por siempre memorable, en el cual su pequeño Monito•· deshizo como un vidrio el Afer-

PROGRESOS

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Los Conocjmienlos úliles. 1"imac y ot•·os veinte buques confederados. Se

abrió una nueva era con este motivo en la historia de la marina de guerr3.. En sus últimos años, Ericson volvió al estudio de su máquina calórica, que ha perfeccionado basta tal punto, que puede reconocerse para lo futuro como una de las conquistas más útiles, de las que el génio del hombre ha dotado la industria. EXTJUCTO

CARNE

LlEBIG.-'El periódiCO fJ ucnos Aires Standard hace la siguient.e descripcion del grao establecimieñto que ha montado la Oompaiiía que fabrica el extracto de carne de Licbig. uLa fítbrica está. situada en un gran -ed:itlcio, que ocupa un espacio de 20:{)00 piés cuadrados. Se entra p1·imero en una gran sala enlosada, bien ventilada y extremadamente limpia; en ella se colo ·a la carne. y á través de aberturas, pasa á las máquinas cortadoras: en esta sala existen cuatro máquinas poderosas, que cada una puede cortar la carne de 200 bueyes por hora. La carne cortada pasa á 12 digestores, que cada uno puede contener i2.000 libras de carne, y en donde se mace!'an bajo una alta presioo; de aquí el líquido que contiene el extracto y la grasa marchan, por medio de tubos, á ona serie de vasijas, donde se separa en caliente la g rasa del extracto. Se desciendé luégo á una gran sala de 60 piés d.e alto, dond~ funci.o nnn los separadores, y debaj<: de éstos se. .en... cuentra una série de claritlcador.es: caqa clarificador está provisto de una llave muy ingeniosa. En estamosti'Uosa sala es donde se veri• O.ca la separacion de la albúmina, la fibrina y el fosfato de magneSi\1.. Luégo bombas de aire, movidas por máquinas <le vapor, de fuerza de 32 caballos, conducen el extracto liquido en grandes recipientes colocados encima de los clarificadores, y de aquí salen para otros clarificadores. Subiendo la escalera, que conduce á una Sl\la donde se encuentran dos sistemas de aparatos de evaporar en el vacío, y por lo tanto á una baja temperatura, pero ántes de entrar 1

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en estos aparato.>, el liqui:.lo ha pasado á través de filtros de diversa naturaleza. Subiendo algunos escalones se entra en una sala donde se hacen las últimas preparaciones: esta sala está separada por medio de cortinas de gasa; las puertas y las ventanas -son igualmente guarnecidas de gasa, para estar al abri.;o de las moscas y del polvo. El conjunto es extremadamente limpio. La ve~tilacion se veritlca -con ventiladores partieula.-es. Los aparatos para aumentar la s111perftcie de e.vaporaoion son muy curiosos. En es,t a sala terminan :las operaciones del procedimiento. »El extracto se sac.a por medio de grandes cántar0s, y se deja para ei dia siguiente. Subiendo algunos escalones se entr.a en la sala donde se opera la soliditlcacion y el embalaje Se ven en esta habitacion inmensas vasijas de fun· dicion, cuyo fondo está sumergido en un baño de .agua ca,llente; en estas vasijas se introduce .el extracto por 10 000 libras á la-vez, y se solidifica despues formando una masa homogénea; entóuces ~~~ toman muestras, y se analizan por .el químico del establecimiento, el doctor Seeckamp4 b jo cuya inspeccíon se verifican todas las operaciones químicas y técnicas. »El carnJccro de la compañia mata los bueyes jL ro.zon de 80 por hora; por ¡peclio de un cuchillo de doble filo se separan las vértebras, y el ani{lil.al cae Instantáneamente en un wagon, y / es conducido á un sitio donde 150 hombres se hallan ocupados en preparar la carne, cortando cada buey en seis partos. El número de bueyes que se convierten caJa dia en extracto de carne es 400 . ~> La descripcion que antecede nos parece algo exagerada; pero de todos modos es preciso convenir que es un grao establecimiento e1 que se ha montado p>ua apr.)vechar la gran cantidad de carne de buey que se produce en esta parte del mundo. La agricultura está llamada tarobien á sacar un inmenso beneficio cqn el apro\'tchamiento de los despojos de estos animule.:;.

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Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS DE ESTADISTICA. Suicidios ( 1 ). Madrid, como toda gran poblacion, es centro de ambiciones, hogar de las más encontradas pasiones, refugio de miserias do todo linaje, y por lo tanto teatro más frecuente que cualquiera oera localidad de esos actos de criminal desesperacion, que producen las pág-inas más lúgubres de las estadísticas ofic1ales . .Pero, dicho sea en hono¡· de la moralidad de nuestro país, tanto España en su conjunto como Madrid, of1·ecen en este punto resultados ménos sombríos que las demás naciones de Eu· ropa . gn el periodo de 1859 á 64, en cuatro o ños completos, se han suicidado en la Península é islas adyacentes 892 personas) que producen un promedio anual de 223, 6 sean algo ménos de 14 por cada milloó tle habitantes. Esta proporcion, comparada con la de otros países, produce la sig-uiente escala: SUICIDIOS POR CADA MILLON DE UABlTANTES.

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Se coloca Génova en esta escala de naciones, á pesar de ser solamente una ciu-

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dad, por ser el punto de Europa donde los suicidios son más frecuentes. Si de esta relacion, relativamente satis· factoría del conjunto de la nacion, se desciende á examinar separadamente los sui· cidios ocurridos en Madrid, aparece que en los mismos cuatro años antes citados, los que pusieron voluntariamente término á. la existencia fueron 81, lo que produce un promedio anual de 20 y una proporcion de 72 por cada m1llon de habttantes; de modo que, aun comparada con el conjunto que presenta bao las demás naciones, todavía hay 7 de las 10 comprendidas en la escala anterior que exceden á la villa de Madrid en la frecuencia de estos desastres. Ctmsiderados Jos suicidios de Madrid y su provincia por sexo y edad , suminist1·an en los cua.tro nños referidos el resultado que se expresa en los cuadros que van á la vuelta. En los suicidios, segun el grado de instruccion de las víctimas, son tantos los comprendidos en la casilla de instruccion desconocida, que.la exposicion en un cua· dro de este dato no conduciría á ningun resultado útil. Algo parecido sucede respecto de las causas frecuentes del suicidio; y además, lo mismo este dato que el de los medios empleados pa1·a consumarlo y el de los meses del año en que ocurrieron, son noti· cías en que se encuentran englobados todos los suicidas de la Península. El cor· to número que corresponde á la capital no ofrece por otra parte una base bastante grande para deducir una ley de ella. Las tentativas de suicidio fueron en los mismos:

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131 Los Conocimientos útiles. Y ----~------------------~-------

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CONOCIMIENTOS DE INDUSTRIA.

1· L a telegrafía submarina y el" cable trasatlántico. I.

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cuerpo que se parece mucho al cautchouc, pero que tiene la ventaja sobre esta sustancia de ser absolutamente inalterable en el agua dulce ó salada, lo que la hace verdaderamente inapreciable como cu bier· ta. aisladora de los conductores submarinos. Recordaremos en pocas palabras las tentativas que se babian hecho para la creacion de la telegrafia submarina antes que se conociese la gu tta· percha, y cuando era necesario recurrir á cuerpos aisladores de propiedades más ó ménos ventajosas. En la India inglesa se hizo la primera experiencia, relativa á e:3tablecer bajo el agua un conductor telegráfico. En 1839, sir O'Shanghuesey, que se ocupnba de establecer en la India líneus de telegrafía eléctrica, á imitacion de los ensayos que se hacían en la mi.,ma época en Inglaterra, hizo la primera experiencia relativa á la trasmision de las ~orrien tes bajo el agua. Sumergió en el río Hugly, una de las embocaduras del Ganges, cerca de Oalcutta, un hilo de cobre que iba á terminar á unos aparatos telegráficos. Así se trasmitieron señales de una orilla á la otra. Esta experiencia bastaba para astablecer la posibilidad de las lineas su bma· rinas. En 1840 Mr. Wheatstone sometió á la Cámara de los Comunes de Inglaterra el proyecto de un cable submarino destinado á juntar Doovres y Calais. Indicaba los medios de ejecucion y la manera de conatruir el cable. Pero el conductor que proponía reunía tan malas cualidades que .no se pudo ni aun ponerlo á prueba. Algun tiempo despues, es decir, en 1842,

Todnvía no hemos hablado más que de los telégrafos eléctricos establecidos en la tierra: no hemos considerado hasta aquí más que esos hilos metálicos suspendidos en el espacio y sostenidos por postes aisla· dores en el aire, que es por si mismo un mal conductor de la electricidad. Nos falta dar á conocer la eropresa extraordinaria que ha dado por resultado el crear comunicaciones del mismo género al travé¡¡ de Jos mares, es decir, en medio de la sustan· cía más susceptible, por razon de su conductibilidad, de diseminar el flúido eléctri· ce. Considerada largo tiempo como un hermoso sueño, esta obra gloriosa se ha realizado al fin con un brillante resultado. El cuadro de esta nueva é incomparable maravilla de la ciencia contemporánea es el que vamos ahora á trazar. La teoria demostraba que seria posible establecer comunicaciones eléctricas en el seno mismo de las aguas dulces ó saladas. Cualquiera que sea la conductibilidad eléc· trica del agua cargada de sales que ocupa el estanque de los mares, un hilo metálico no necesita para atravesarla, sin perder la electricidad que lo recorre, sino estar envuelto en toda su extenswn de una cubierta aisladora. Pero las dificultades prác· ticas eran inmensas para la realizacio.n de este proyecto, pues las sustancias que podian servir de cubierta ai:>ladora eran todas, ó de un precio muy subido ó demasiado frágiles. El cautchouc, excelente aislador de la electricidad, tema el incooveniente de ser caro y de alterarse pronta· mente en el agua. La importacion en Francia de la gottapercha permitió resolver este gran· problema práctico. La gutta-percha es un

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~~-----------------------------------------------=--=---~© ' 132 L os Conocimien los ú tiles. ~ Mr. Morse, haciendo en América la primera experiencia de telegrafía submarina · propiamente dicha, ponía un cable suficientemente aislado en el puerto de Nuevay ork, y haciendo circular una corr iente eléctrica por todo el largo de ese conductor, demostraba que un hilo telegráfico convenientemente aislado podía a l'ave;)ar el mar conduciendo las corrientes. Así , los primeros pasos estaban dados; los primeros ensayos de telegrafía StJbmar ina estaban ejecutados. Pera cuando las líneas tenían una extension de algunas leguas, laR dificultades que babia que vencer eran inmensas en razon de-la pronta alteracion uel cautchouc 6 de otras sustancias que se empleaban-entonces para aislar el conductor. Era necesario encontrar una mate1•ia suficientemente aisladora para que un hilo metálico que se envolviese no dejase diseminar la electricidad en las aguas del mar, medio eminentemente conductor. La cuestion se hallaba asi paralizada desde su origen, cuando en 1849 la guttapercha, como hemos dicho, se importó á Europa. No será fuera de propósito dar algunos detalles sobre esta sustancia, que tantos servicios ha prestado á la telegrafía submarina. La gutta-percha es un jugo vegetal concreto, pa1·ecido al cautchouc. Este licor, en el estado rle vida, circula entre la corteza y el alburno de un grande y hermoso árbol, el .J.sonand?·a·gutta, de las islas de Oceanía, y que crece en abundancia en Borneo, Java y Ceilan,Cuando se hace una incision en el tronco de este árbol, el jugo que de él sale, y que se recoge, forma, desecándolo, la gutta-percha. La gutta·percha se compone de cautchouc y de resina. Se diferencia sobre todo del cautcho uc por su mucha más consistencia: á la temperatur a ordi-naria tiene la consistencia del cuero. Conserva su flexibilidad aun á 10° bajo cero. Pasando de + 25° á+ 48 se ablanda y se vuelve pastosa. Asi, pues, la gutta-percha, que es un excelente aislador elécti·ico~ presenta además la propiedad de resistir· de un modo

absoluto á la accion del agua del mar. Esta doble circunstancia ha determinado su empleo en la fabricacio n de los cables de la telegrafía submarina. Si se encierra en un forro de gutta-percba el hilo metálico de un cable submarino, este conductor se halla reEguardado á la vez de la pérdida de la electricidad y de la accion corrosiva del agua del mar. La guttapercha puede, pues, ¡·eclamar una gran parte en la realizacion práctica de la tele· g r afía submarina. Mr. Walker, físico inglés, fu6 el primero en compr ender la importancia de las aplicaciones que se podrían hacer de la gutta-percha para el aislamiento de los bilgs telegráficos. El 10 de Enel'o de 184~ demostró en una experiencia que ha adquirido celebridad , que un hilo envuelto en gutta-percha, arr ojad0 al agua en el puerto de Folkstone y yendo á parar á un na vío situado á 3~700 metros, conducía per fectamente la cor.riente eléctrica, pues permitía se trasmitiesen señales lo mismo que en tierra. El proyecto concebido en 1840 por Monsieur Wheatstone fué entonces tomado· por Jacobo Brett, que se había ya dado á conocer como el inventor de un telégrafo impresor. Por un favor especial Mr. Jacobo Brett obtuvo del gobiPrno francés el privi-legio exclusivo de la e~plbtacion del telég rafo eléctrico q-ne,se estableciera entre Douvres y Calais. Un decreto, con fecha del lO de Agosto de 1849, le concedió el derecho privilegiado ue explotar durante un período de diez años, á co1.tar desde 1.0 de Setiembre de 1850, la comunicacion telegráfica entre Inglaterra y Francia. Obtenida esta autorizacion, una compañia anglo-francesa se formó para poner á ejecucion· este proyecte. Un hilo de cobr e, largo de 45 kilómetros, cubierto de un forro de gutta-percha de 6 milímetros y medio de grueso, fué rápidamente dispuesto para servir de conductor entre las dos ciudades. Cuando lo ensayó Mr. Wollaston, ese conductor· era tan imperfecto que el agua penetraba hasta el hilo por unos agujeros

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• FIDIDACIÓN JUANELO TURRIA~O


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del forro que dejaban el metal casi á descubierto. Tuvieron que repararlo á toda prisa. Los puntos elegidos para la inmersion del hilo, eran: la costa de Douvres, en Inglaterra; en Francia, el cabo de Gris-~ez, situado á siete leguas de Douvres, entre Bolonia y Calais. Una vez todo listo, el 28 de Agost0 de 1850 el vapor inglés Goliatlt.salió del pue-r' to de DouVL'es para dirigirse al otro muelle. Se babia dispuesto en medio del vapor· una inmensa trucha, al rededor de la cual se enrollaba tod0 el largo del hilo metálico, cubierto de un forro. de gutta·perchª'. Sobre el buque se hallaban MM. Jacobo. Brett, Wollaston y Crampton, ingenieros encargados de la ejecucion de los aparatos, y los Sres. Francis, Edwars, Reíd y algunos otros de los principales. accionistas de la emp resa. La primera operacion debía consistir en amarrar sólidamente el hilo conductor á la costa. La porcion del hilo destinada á.descansar en tierra estaba encerrada en un forro de plomo, largo de 300 metros, á fin de preservarle del roce contra la orilla.. Habiéndose terminado esta operacion;, · es decir, el asiento de la parte del conductor que debía descansa¡· en la orilla, y fija- · da sólidamente en tierra su extremidad, el Goliatlt se dirigió al cabo Grig,Nez. A -la, señal de dej'a?· cae?·, la operacion del de vanamiento y el asieato del hilo empezó. A. medida que lo desenrollaban· del tambor-. situado sobre el puente, el cable pasabasobre un rollo de madera, en la popa del 11avio. 1o retenían de cuando en cuando para· ' lastrar las partes sucesivamente inmergi· das. A este efecto lo cargaban de un peso de plomo de 8 á 12 kilógramos, destinados á llevarlo al fondo del mar; el número de estos pesos era de 24 á 48 por legua. Las dos operaciones del desarrollo del hilo y de su cargamento se ejecutaron con precision. El Goliatlt iba precedido de otro vapor, el Widgeon, que indicaba con boyas flotantes ltt línea que· se debía seguir. La profundidad del agua en los puntos elegídos para la sumersion variaba de lQ, á 75

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metros. Al mismo tiempo que se devanaba · é iba á fijarse en el fondo del mar, el hilo conductor estaba mantenido en comunicacion constante con la estacion de Douvres, y servía para. recibir los partes que indicaban las fases sucesivas de la sumarsion. En las inmediaciones de la estacion de· Douv:res se agolpabn una infinidad de curiosos ávidos de seguir, minuto por minu· to, la ·marcha de la opera.cion. Grande fué el entusiasmo en· esos grupos, palpitantes de emocion y de ansiedad, cuando, á las ocho·de la noche, un parte telegráficot en· viad'o del cabo Gris·Nez, en la costa de Francia , vino á anunciar á Douvres la brillante conclusion de este trabajo. Pero ¡ay! algunas horas despues un par· te de Douvres no llegaba á su destino; el telégrafo permanecía mudo, el parte se había ahogado en el estrecho. Pronto se reconoció que el hilo se había roto cerca de las costas de Francia. Se en· cuentran allí escollos y rocas, constantemente agitados por las olas. Se babia creido que el tubo de plomo que envolvía el hilo lo preservaría de los choques que resultan de la accion de las olas contra las rocas si· tu·a das cerca de la orilla; pero este medio. de defensa no babia bastado. Este accidente, que provenía de la falt&> de resistencia de la parte del conductor destinada &. .descansar tm la orilla, coroprometió el éxito de la empresa, y atrajo la. disol ucion de la sociedad formada por Mon· sieur Jacobo Brett; Era necesario encontrar otro medio más .efi~az de proteger el hilo submarino. Mon· sieur Küper tuvo entonces la excelente idea de envolver ele un cordaje de alambre el conductor de cobre envuelto en guttapercha. Esta idea fué adoptada por Mr. Crampton, que acababa de formar, para la ejecucion del telégrafo submarino entre Fran · cia é Inglaterra, una nueva compañia, autorizada por real despacho, con un capital de 2.500.000 francos. La ejecucion se confió á los Sres. Newall y Küper. Este nuevo cable, que debía reunir, á una considerable resistencia, bastante fle- ~ ~

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Los Conocimientos útiles.

xibilidad para enrollarse sin trabajo al rede:.lor de un gran tambor, se componía así. Cuatro hilos del grueso de un hilo de cam· panilla ordinal'io (1, mm 50 de diámetro), contenidos en un forro de gutta-pcrcha de 7 milímetros de diámetro, estaban entrelazados con cuatro cuerdas de cáñamo, y el todo reunido por una mezcla de brea y sebo, de m11.nera á formar un cordon único de 3 centímetros de diámetro. Una segunda cuerdo. de cáñamo, parecida a la anterior' ménos los hilos de cobre, envolvía á la primet·a. En fin, para preservar de rotura el aparato .interior' enodo estaba fuertemente sujeto por medio de diez alambres galvanizados, de 8 milímetros J e diámetro. Este sistema componía un cable metá· lico, flexible y sólido á la vez, -de 32 mili· metros de diámetro y 10 leguas de largo. 1-Iabia sido fabricado en tres semanas; costó 375.000 francos, ósea 9 frs. 375 por metro, y su peso por kilómetro era de 4.400 kilógramos. Todos los cables submarinos cons· truidos desde esta época se han hecho á imitacion del de Douvres á Calais. Los Sres. Wollaston y Crampton, los dos ingenieros encargadcs por la compañía de ejecutar todas las operaciones relativas á la instalacion del telégrafo submarino de Douvres á Calais, escogieron para punto de llegada en la costa de Francia una duna, situada cerca del pueblecillo de Sangatte, á legua y media de Calais. E nterrado en ln aPena á su salida del mar, el conductor caminaba bajo tierra hasta la estacion de Calais. El punto elegido en la costa inglesa fué el cabo de Southerland, cerca de Douvres. La punta del cable, encerrada en un tubo, descendía perpendicularmente bajo tierra por un pozo abierto en el derrumbadero, y se dirigía en seguida al mar por un pequeño túnel, formando un ángulo recto con el pozo. Así adelantaba hasta una gran distancia en el mar, bien preservado del choque de las olas que se estrellan en la playa. Perfel!tameute tomadas estas disposiciones, hacian presagiar el suceso que coronó la empresa. El 24 de Diciembre de 1851 ese cable se

enrolló en la cala del vapor el Blazer. El 25 de Diciembre, al amanecer, comenzó la operacion del devanamiento del conductor, bajo la direccion de los señores Wollaston y Crampton. Af salir de la cala, el hilo pasaba entre dos poleas de madera, y un hombre situado cerca de esa polea cuidaba de que su paso se hiciese con regularidad entre las dos garruchas. En seguida daba dos veces la vuelta á una rueda de madera de 10 metros de alto, salia luego por la popa del navio para caer al mar. Al anochecer del mismo día, el conductor, enteramente devanado, descansaba en el fondo de la Mancha. Una vez la operacion concluida, se reconoció con dolot• que el largo del hilo se babia calculado mal y que su extremidad no llegaba más que á cerca de un kilómetro de la costa de Francia. La noche llegó, el mar estaba albo11otado, el cable ejercía sobre el vapor una traccion violenta que amenazaba á cada instante de echarlo á pique. Fuú necesario decidirse á aban donar el hilo á sí mismo. Se amarró, pues, una boya á su extremidad y se dejó caer, no sin algun temor, al fondo del mar. Se tomaron en seguida las disposiciones necesarias para preparar á toda prisa un trozo de cable provisional. Este cable suplementario no se terminó hªsta el dia siguiente. Todo hacia temer que la agitacían del mar y el choque de las olas contra el cable, abandonado dos días en el fondo del mar, hubie1·an hecho perder el fruto de tantos trabajos. Por ventura la boya se encontró en su sitio, sosteniendo todavía intacta la extremidad del cable metálico. Esa extremidad se izó á bordo. Por última vez se trató de tirar del con· ductor para acercarlo á las costas de Francia. No habiéndose podido obtener nada por este medio, hubo de contentarse con amarrar fuertemente al cable la cuer· da provisional preparada la v~spera : esta era un pequei'ío cable envuelto en una mezcla de brea y gutta-percha, y conteniendo en su interior cuatro hilos de cobre, que se soldaron á los hilos del cable

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principal. De esta manera se pudo llegar al través del Océano fué depositado en al cabo de Sangatte. manos del presidente de la república fran · La mayor profundidad que se encontró cesa. fué de 54 metros. La distancia del recorriDurante cerca de un aüo las comunicado era 33 kilómetros. Se habían inmergido ciones entre Inglaterra y Francia se han 40 kilómetros de cable, ó sea casi una hecho exclusivamente entre Douv1·es y cuarta parte más de la distancia verdadera. Calais. Para llegar á Lóndres ó á París Al instan te se caro biaron partes entre los partes debían pasar de cada estacion Calais y Douvres: los aparatos trasmitían submarina á la linea telegráfica aérea de las comunicaciones con gran facilidad. DoUVI'dS á Lóndres ó de Calais r\ París. El Durante la semana siguiente se ocupadia l. 0 de Noviembre de 1852 las estar on en fabl'icar el trozo de cable definiticiones intermedias de Douvres y Calais vo, necesat·io para completar el conductor: fueron suprimidas, y el hilo telegráfico, ese trozo suplementario fué sustituido á · por medio de nuevos trabajos y conYela cuerda provisional, y el 31 de Diciemnientes disposiciones, se reunió á la línea bre de 18ó1 se efectuó la interesante cereordinaria del telégrafo, de manera á hacer monia de la inauguracion del telégrafo comunicar Lóndres y París sin ninguna submarino. estacion intermedia en la costa. Ese dia la corriente eléctrica, partiendo fioy el telégrafo eléctrico funciona de de la costa francesa, vino á prender fuego Lóndres á París con maravillosa facilidad. á un cañon situado sobre la muralla de Una corriente no interrumpida de pensaDouvres. Una correspondencia se establemientos se cambia de un país á otro, y ció inmediatamente entre la estacion in- este lazo que une las dos playas es como glesa y las oficinas del ministerio del in te· una mano hermana que se tienden dos rior en Paris, y se celebró en Douvres en pueblos amigos al través del mar que los un banquete solemne el éxito de esta ma- separa. ravilla de nuestro siglo. V. S. Él primer parte expedido en Inglaterra (Se continuará.)

CONOCIMIENTOS DE HISTORIA UNIVERSAL ('1). - o~·-

A T ENAS. I.

Solon.-Sus leyes.-Su cultura.-Paralelo entre Licurgo y Solon.Pisístrato. - su· gobierno. Vamos á narrar brevemente, como ofrécimos, la interesante é instructiva historia del primer pueblo libre, al par que más adelantaio, del mundo antiguo. En la necesidad de plegarnos á las con-

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(t) Véosu el núm.

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diciones de la publicacion, trataremos de hacerlo lo mejor y más extensamente que podamos, á fin de que el lector pueda comprender con claridad el grado de relacion tan íntimo que une á aquella lejana época con la presente . Hoy que nuestros hombres politicos se ~

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FUNDACIÓ"!\ JGA~ELO

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1

Los Conocimientos útiles.

ocupan en formar una constitucion que fije, que realice nuestras esperanzas en el porvenir, ningun momento más crítico, más oportuno para nuestro trabajo. Con él podrán los unos formarse una idea aproximada de la sabi luria, de los adelan· tos, del progt·eso que han mediado en el largo espacio de veinticuatro siglo:;; : con él podrún los ott·os con vencerse de lo roen· ti<.lo, de lo erróneo, de lo aparente,-en cierto punto,-de nuestra civilizacion. Todos, absolutamente todos, segun sus opiniones , segun sus ideas, encontrarán suficientes, poderosas razones en que apo yat·se, porque de todo hay efectivamente. Ahora lo que falta saber es cuáles son los más acet·tados, quiénes los que están en lo más lógico, en lo más razonable , en lo más verdadero. · Las generaciones antiguas vivían con grandes, con sábias instituciones, mezcla· das con las más ignorantes, con las más bajas y más feroce:;; costumbres. El mundo moderno, como el antiguo, encubre la profuntla corrupcion de su sociedad, con el explendor de sus artes, cou los descubrimientos de su ciencia, con las so ñadas conquistas de su libertad. Y nunca, jamás cesará este estado simultáneo de adelanto y 'retroceso, hasta que sea llega~lo un tiempo,-que nosotros creemos muy lejano todavía , - en que, avanzando constantemente el mundo bácia una sola doctrina, hácia un principio u·ni· vet·sal, empuje poderosa, eficazmente á la humanidad. y la lleve al camino que conduce al verdadero estado de per feccion, á la verdadera fuente de la celeste luz. Cada edad se burla de la erlad que la an· tecerle, creyéndola más ignorante, compa· deciéndose de ella, en vez de tomar de lo pasado la fuerza suficiente para poder lanzarse al desconocido porvenir con madurez, con persistencia, con enérgica esperanza; aprendiendo lo que hicieron losan· tepasa.dos en nuestro favor, para no ignorar el destino á que están llamados todos los pueblos, todas las generaciones, todos los siglos. ¡Cuánto no se burlarán de nosotros las ~neraoiones venideras por_nuestra aber-

racion, por nuestros anacronismos, por tanta solucion vaga: por tanto y tanto problema como la legamos sin resolver, cuando tenemos la ignorante pretension de creer que somos unos grandes sábios y que vivimos en el supremo grado de cul tura! Ese es el mundo ; siempre lleno de mentidas vanidades, de deslumbradoras miserias; y tras tanto orgullo y pedanter ía, realidad desgarr adora es el desastroso fin que nos aguarda. Indudablemente el mejor , más cierto y más seguro medio de perfeccionarse en nuestra triste existencia es el potler hermanat· la libertad civil con el órden y !ajusticia; pero como para ello nos encontramos con la terrible lucha de los deseos, de las ambiciones individuales á los poderes políticos; con los encontrados sentimientos que, mientras existe el hombre, se han desarrollado en él con una fuerza intensísima, y que hace temer, no sin fundamento, que se seguirán desarrollando de igu ni modo en el porvenir; hé ahí lo pesado, ,lo difícil que es el poder llegar pronto á un verdadero estado de adeh~:nto, de completa perfectibilidad. Y si se quieren más pruebas, recordar que los hombres idólatras de la institucion pasada en nada quieren ceder, conservan do las supersticiones de la antigüedad, y sin observar que'se va perdiendo la fé : re. cordar los hombres fanáticos del porvenir que de nada quieren abstenerse, y que obs tinndos en sus demandas, con la ilusion de quiméricas felicidades, tomando de fuentes sublimes inspiraciones vulgares1 desvían al inocente del sendero que conduce á los bienes posibles, para cuyo logro se requiere mucha fé, grande resignacion y cristiana caridad. Y mientras cada !tambre, como dice Pas· cal , pretenda ser el d1teño absol1tto de la razon, no adelantaremos nada, porque allí donde acaban los tiranos de la fuerza, em· piezan los de las ideas; y una idea adq ui · rida por la fuerza y no por la conviccion de su indiscutible bondad, no hay que cansarse, nunca podrá dar buenos, saludables, positivos resultados.

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Ya lo hemos d.icho, el dia en que ea la Atenas era la capital del A.tica. mente del hombre germine un solo pensaSe hallaba dividida en cuatro distritos miento, y todos le sientan bullir dentro de independientes, hasta que Terseo los resu alma; el día en que todos lleven un unió en un solo Estado, por lo que se le mismo principio, una sola doctrina, la del puede considerar como el fundador de la verdadero bien de sus semejantes y no el nacion ateniense. suyo propio; el dia en que sean observadas Vivían distribuidos en tres clases: los las leyes tan capitales que dejó establecíPedianos, habitantes de la llanura; los das en su divino código el más demócrata, .IJiacrios, moradores de los montes; los el más sábio legislado¡· que podrá existir Paralios, que vagaban por la costa. jamás, encerradas en aquella palabra de Su relig·ion llegó á tener un influjo no«ama á t?~ p?·ógimo como á tí mismo,» y . table en las delibe-raciones públicas; uo nunca desees.para los demás lo que no quie- imponía á los poderosos, pe1·o dirigía al 1·as para tí; aquel glorioso dia podrá real- pueblo.: sus misterios no difundían coaroen te la humanidad enorgullecerse, portumbres puras, pero sí doctrinas graves que disfrutará sin duda alguna de su é ideas sublimes acerca del orígeu del verdatlera autonomía, porque gozará de mundo. positivos, de beneficiosos adelantos, de Nunca hubo ni habrh tal vez una nareales, de ventajosos progresos. cion donde se permita tan lib¡·ernentc el Y te preguntamos, lector, ¿crees tú que culto de todas las di'Vinidades extranjeras, se halla cercano, que se aproxima ese mo· llegando á tal punto, que á fin de no desmento grande, ese instante sublime de contentar á nadie se mandó erigir un teroposeer nuestra anhelada, nuestra querida plo al IJios desconncido. felicidad'? Y sin embargo, allí eran castigados los ¿,Crees tú que la tortuosa march~ que impios, y al que robaba objetos sagrados sigue la generacion actual tan envanecí- se le negaba sepultura. da-no sé si con fundado motivo-de su Protágoras fué desterrado por manifesprofunda sabiduria, es la que nos ha de tar dudas acerca de la existencia de los conducir pronta y seguramente al puerto dioses, entregando sus obras á la voracide salvacion, á pesar de las borrascosas dad de las llamas. tormentas que amenazan descargar sobre La cabeza de Diágoras <le Mileto se nosotros, juzgando por las espesas y carpuso á precio por profesar el ateísmo. gadas nubes que cubren el horizonte poliEjemplos poderosisimos, que hacen detetico de todas las naciones, que con su inner á las imaginaciones vivas en el ráudo fl.uencia y poder tercian en los diplomátivuelo que sobre ciertos asuntos suelen tocos debates, cuyo resultado no es fácil mar con frecuencia, y del que no vuelven .pronosticar'? á caer en tierra sin encontrar entorpecidas Si tú abrigas una c1·eencia favorable, algunas de sus facultades. si, por el contrario, la tienes adversa, no No queriendo ser mandado este pueblo seremos nosotros, en ninguno de los dos por monarcas, dejó matar en su beneficio sentidos, los que tratemos de matar tus asu rey Codro, y eligió un arconte de su ilusiones: nosotros las respetamos, y las misma familia para que les gobernase. respetamos tanto más, cuanto sabemos que El arconte era un magistrado perpétuo de ilusiones se vive y de ellas nos alimen- y hereditario, con la obligacion de dar tamos tambien nosotros. cuenta de su gobierno, en unos asuntos al Dejemos que hable la historia, dejemos pueblo, en otros al Pritaneo, que entendía qne hable el tiempo, que, como vulgaren las causas civiles, y en otros al Areómente se dice, suele darnos gusto á todos, pago, institucion tomada del Egipto por aunque este sea como todo placer, efímero Cecrope. y liviano, y se oculte detrás de él el más Más tarde fué limitada la autoridad del tt·iste, el más fatal y terrible desengaño. arconte por diez años, y despues, sin que

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se sepa la causa, los aumentaron hasta nueve, renovándolos anualmente. Entre los arcontes, el que más dejó sen· tir su influencia y llegó á adquirir más nombre fuélJracon, quien dictó leyes tan ' rígidas, tan severas, q.ue puede decirse que su código estaba escrito con sangre, por lo que se ha hecho gemeral el calificativo de leyes rllraeonianas á las de los tiranos modernos. Llegó á decir que ningun delito era tan leve que no mereciese la última pena, ni tan g·rave que se le pudim·a imponer ma·· yor castig·o; hasta la ociosidad, á manera de los egipcios, era castigada de igual modo. Al proceder á la eleccion de sus nuéve al·contes anuales, examinaban sus autece· dentes, y sobre todo si habían respetado á su:; padres. Principio que supone tenían la alta idea de que el que es ó ha sido buen hijo, no po· drá se1· mal padre, y el que sea buen padre, no debe ser mal administrador de justicia. ¿,Tenemos en cuenta nosotros tan buenos y honrosos antecedentes'? Llevaban por divisa una corona de mirto, y eran, como todos los magistrados, inviolables. El Areópago, poder conservador y salvaguardia de la coustitucion, era vitalicio, y se componía de los arcontes que habían cesado en sus funciones y sido residenciados. Esta asamblea velaba por la pureza de las costumbres, revisaba y aun anulaba las decisiones del pueblo; como tribunal supremo resol vi a las causas capitales, y si al hacer el escrutinio las habas negras con que votaban salían pares, añadían la bian· ca, que llamaban de Minerva, y se daba la absolucion al delincuente. Siendo tan grande la fama de justicia que gozaba esta institucion, que reyes y pueblos la elegían para que dirimiesen sus contiendas; y segun Demóstenes, nadie tuvo qne quejarse de sus resoluciones. Más al derrocar el pueblo atenjense el ilimitado poder de sus reyes, cayeron bajo el ominoso yugo de las severas leyes de sus jueGes 6 afectas, que pusieron los ma·

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yores y más fuertes obstáculos á toda organizacion, á todo buen resultado, haciéndoles pasar una vitla llena de constantes luchas, de l11mentables discordias, hasta que, apat·eciendo Solon en la arena poli· tica, les dió con sus sábias y humanitarias leyes los verdaderos derechos del hombre, de que hasta enton~es habían carecido completamente. Solon, pues, fué el supt•emo magistrado de la democrática, de la sábia Atenas . Descendía tambien. como Licurgo , de estirpe rea.l; pero hallándose pobre se dedicó al comercio y en él hizo alg una fortuna, que le permitió via.j'ar y adquirir gran caudal de conocimiento$, empezando sus relaciones con los hombres más importantes, y entre ellos los llamados despues Siete sábjos de G?·ecia, de que ya nos ocuparemos. Todas 6 la mayor parte de las instituciones de Atenas indicaban su origen, ya egipcio, ya indio; pero favorecido este pueblo, primet·o por su situacion, y segun· do por la indole especial de sus moradores, trató de despojarse, y se despojó efectivamente, de la in movilidad oriental, y poco á poco, paso á paso, fué conquistando su libertad, siendo el impulso la fuerza más vigorosa, la que les pt·esta ba el sábio, el grande, el libre legislador que tratamos de dar á conocer. Lo primero que procuró Solon fué el enseñar al pueblo á conoce?·se á sí mismo, esto es, á considerarse, á sentirse con iguales deiJ·eclws q1t-e los patiJ·icios, siendo él solo el único que parecía capaz de organizar en Atenas la verdadera libertad popular. Luego ya se vé que no es nuevo lo que hoy nos dicen, lo que hoy intentan inculcar nuestros repúblicos en la conciencia. del pueblo, con sobradísima razon, por cierto, porque eso es lo natural. Luego ya se vé que lo que ha variado despues de tanto tiempo no son las ideas, son los hombres, los sitios, las épocas. Anuló todas las leyes de Dracon, y á fin de desahogar á las clases pobres, no canceló las deudas, pero si aumentó el valor del diuero, asegurando á los deudores la li-

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bertad personal, tranquilizándoles de este modo al pa1· que proveía á los intereses de los ricos, negándose al tan pedido reparto de tierras, dej-indoles disfrutar tranquila y sosegadamente rie sus bienes, y que los pudieran trasmitir á sus hijos en porciones iguales, y á falta de e.sto:; á quienes fuera de su agrado (1). Abt·azabn su legi~lacion, como todas las antiguas, el derecho politico, el civil y el criminal. Fué el primero que estableció en el Atica, en con traposicion co~ la~ familias no. bies, el demos, 6 lo que es lo mismo, el comun de los campesinos, divididos en distintas jurisdicciones. A boli6 la antigua distribucion de los ciudadanos en tres clases, de nobles, agri· cul tores y at·tesanos, semejantes á las castas asiáticas, sustituyéndolas con otra más racional, más justa, tomando por tipo la propiedad. Los pentacosiomeaim,nos, es decir, los que poseían una renta de 500 medimnos, 6 sean medidas de aceite y grano, figuraban en primer lugar; los caballeros, que poseían 400, en segundo; los zeugites, que tenían 300, en tercero; y en cuarto y último, los tetas, cuya renta era menor. Los que componían las tres primeras clases eran admitidos á todos los empleos sin distincion; los demás solo podían asistir á las asambleas y tornar asiento en los tribunales. Hizo que moderasen la autoridad de los arcontes cuatrocientos senadores, ciento por cada clase, de cuya eleccion decidía la suerte, sujetándose á un riguroso escruti· nio, del cual se daba cuenta al pueblo oportunamente. Debían los arcontes consultar con ellos todos los ne;jocios, y cada nueva ley era Mscutida primero en el Senado. La confirmacion de las leyes, la eleccion de los magistrados y las deliberaciones (1)

Enlro otros muchos autore1, como f'a&l<lret.-llisloire

de la Le9islalion. -l'brfs. 1821.- puede verse á Gotinga,t8t'.l,-lloek.-flel'lin. 1821,-dondo se hu liará la ex¡tltcacion clara de fa onn>lttnoion utenieuMo r o~peeto a lus trtbus y á la ramilla, probundo que el •lorocho hereditario era la porte capital de l•s leyes do Soloo.

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acercarle los negocios de interés público, correspondía tambien á las cuatro clases del pueblo. Por eso Anacarsis se extrañaba de que en Atenas aiscutiesen los sábios y deliberasen Jos ignorantes, lo que indudablemente tenia que traer la pérdida de la libertad. Solon, por el contrario, juzgaba que esta mezcla de aristocracia y democracia asegurada la existencia de la república. con el equilibrio necesario, p1·ocuranclo es· pecialmente que se confiase el gobiet·no á los mejores y más honrados ciudadanos, como primera base de la vida popula¡·. Si en todos los paises, si en todas la:5 no.· ciones modernas, y muy particularmente en la nuestra, se hubieran hecho y se hi-cieran de ese modo las elecciones de las personas que habían de constituir los gobiernos, no la república, cnalq uiera forma seria buena y produciría magnificas resul· tados. Patriotismo, desinterés, abnegacion, honradez, es únicamente lo que hace falta para empujar há.cia el bien, há.cia la pros· peridad al pueblo más ignorante, á la nacían más abyecta. Pero eso que Solon procuraba, y que hizo consolidar~Se por algun tiempo el gbbierno democrático en los Estado!:! que él tan sábiamente legisló, no ha pasado por la mente de los utopistas, de los innovado· res de hoy, que tanto pretenden saber, que tan audaz y descaradamente intentan re ... formar todo lo que ellos llaman antio-uo o ' y por. consiguiente malo; cuando es algo, más que 1algo, cuando estamos por decir que es infinitamente mejor que lo moderno. Eran válidos los tratados que se celebra· ban con cualquier gobierno, aun cuando este fuera ilegítimo. No podia declararse la guerra á nino-u. o na nac10n ha::~ta de8pue::; de tres discusiones públicas. Los ciudadanos estaban obligados á armarse, á equipar el caballo y á abastecer las naves (1). El reo de Estado podía y aun debía ser

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muerto por cualquiera que le encontrase, premiando por este hecho al matador con una corona de laurel, como á los vencedo· res en los juegos olímpicos; juegos que no servían solo para distraer, no ; tenían un objeto más grande, cual era el de reunir, ya una provincia, ya la nacion entera, y reanimar, infundir entre ellos el cariño de la nacionalidad, el sentimiento de la fraternidad, probando con esto que iban más

acertados, que veían más, sin vivir en el siglo de las luc.:ls, tratando de unirse, que nosott·os al intentar separarnos pot: medio de la federacion. Los hijos de un tirano participaban del castigo paterno. Esta ley se presenta con alguna contra· dicciou en un país ta-n avanzado,_ BENITO DE MAitTIN-ALBO.

(Se cont"inuará.)

LLTERATURA. FRA:)GMENTOS ESCOGI.DO.S (1). El canto. Todo el mundo ha podido observar que cuando hay en una sala pájaros enjaulados y las personas que alli se encuentran sostienen una conversacion animada, los pájaros acaban por tomar parte á su modo, piando y cantando con mil parleros gorjeos. 'l'al es el instinto universal que les anima hasta cuando se hallan en libertad. Los pájaros son eco~ de Dios y del hombre; se asocian á sus voces, á sus ruidos, agregando á ellos su poesia, la melodía sencilla y salvaje que les es peculiar. Ya por analogía, ya por contraste, aumentan siempre, y siempre completan los grandiosos efectos de la naturaleza. El ave marina opone al sordo choque de las olas sus notas agudas y estridentes; al murmullo monótono que forman los árboles mecidosó agitados por el viento, agregan las tórtolas y otros cien pájaros la dulce, la triste asonancia de su arrullo; en la primavera, cuando los campos despiertan y la naturaleza se regocija, viene la alondra y corresponde con su canto á esta alegría, llevando hasta los cielos el contento de la tierra. (1) Vénnse los nums. 7;•

y s.•

En todas partes, pues, se destaca una música vocal sobre el inmenso concierto instrumental de la. naturaleza; en todas partes se oye una voz que domina los profundos suspiros y las sonoras ondas que brotan del órgano divino; y esa voz es la del pájaro, que casi siempre se manifiesta en notas vehementes, sobresaliendo en aquel grave conjunto como los inspirados movimientos del arco de un violinista. Voces que vuelan, voces de fuego, voces de ángeles, emanaciones de una vida intensa, móvil; vida de viajero y superior á. la nuestra, que inspira al pobre j~rnalero inclinado sobre los surcos ideas más serenas, y quizás le sugiere el sueño de la libertad. Así como la vida vegetal se renueva por la primavera cuando las hojas vuelven á brotar, así se renueva y se rejuvenece la vida animal, cuando vuelven los pájaros, con sus amores y con sus cantos. Nada de esto sucede en el emisferio austral, mundo juvenil que no ha salido aún del estado inferior, que se halla todavía en la elaboracion, aspirando á encontrar una voz que le auime, sin disfrutar aún esa flor del alma y de la vida que se llama canto. El fenómeno hermoso y grande que favorece

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á la mitad superior del mundo, :'t la que nosotros habitamos, consiste en que precisamente cuando llega ese momento, cuando la naturaleza principia su silencioso concierto en las hojas y en las flores, al iniciarse la cancion de Marzo Y· Abril ó la grandiosa sinfonía de Mayo, todos los séres vibran acordes; los hombres y los pájaros toman parte en el concierto, siendo generalmente las más pequeñas criaturas poetas notables y sublimes cantores. Cantan para sus dulces compañeras, para obtener su codiciado amor; cantan tambien para los que les oyen, y varios hay que hacen con frecuencia esfuerzos supremos movidos por la emulaclon. El hombre responde tambien á los pájaros. Los cantos del uno sugieren al otro los suyos. Conjunto inefable que no conocen siquiera los climas abrasadores, y que no pueden suplir los brillantes colores que allí suelen reemplazar á la armonía, pues que todo su esplendor no llega á crear la union que esta armonía produce. El pájaro del Sur, adornado con su espléndido plumaje de pedrería, vive sin embargp solitario. El de nuestras regiones difiere, pues, considerablemente de esas aves privilegiadas y deslumbradoras; es un pájaro tan humilde en su• traje como rico en sentimientos, que vive cerca del pobre. Muy pocas aves buscan acá los hermosos jardines, las aristocráticas calles de árboles óla sombra dt~ los parques anchurosos. Casi todas viven con el campesino. Dios lascolocó en todas partes; las concedió á los bosques, á las bretañas, á los llanos, á las húmedas pra· deras, á los extensos campos, á los cañaverales, á' las zarzas, al empinado monte, hasta á las cimas cubiertas de nieve: cada lugar cuenta con su tribu; no hay pais ni paraje privado por Dios de estas armonías, y el hombre no puede bajar ni subir á tal elevacion que le falte, al llegar, un cántico de gozo y de consuelo. Apenas comienza el día, apenas empieza á sonar en el establo la campanilla de los ganados, y ya la motacila 6 pastorcilla se presenta dispuesta á acompañarlos, saltando y revoloteando alegremente alrededor de ellos, uniéndose al rebaño y asociándose familiarmente al pastor.

~:_be este pájaro que el hombre y los animales

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le quieren, porque defiende á; estos de los insectos, y se posa atrevidamente, ya en la cabeza de las vacas, ya en el lomo de las ovejas. No se separa de los ganados en todo el dia, y los acompaña á la vuelta, ya de noche. Con igual exactitud se halla en su puesto la nevatilla (i) alrededor de las lavanderas, utilizando para correr hasta en el agua sus largas piernas, pidiendo migas de pan, y mostrando un instinto particular y extraño en levantar y bajar la cola, como para lmitat· el movimienllo de la pala sobre la ropa, como pat·a trabajar y ganar tambien su jornal. Pero.el pajáro de los campos por excelencia, el pájaro dellaurador, su fiel compañero, es la alondra, á la que el pobre labriego halla siempre cuando vuelve á los surcos penosamente abiertos en la tierra, y á la que mira siempre alegre y decidida, dispuesta á animarle, á sostenerle, á cantarle la esperanza. Esperar era la divisa de nuestt·os antiguos Galos, y por eso designaron como pájaro nacional ese sér humilde, de tan pobre ropaje, de corazon y de canto preciosísimos. La naturaleza parece haberse mostrado severa con la alondra. La forma de sus uñas le da poca aptitud para agan·arse á las ramas. Anida pues en el suelo, junto á las pobres liebres, y sin· más amparo que el que le prestan los surcos. ¡Júzguese por este dato qué vida tan precaria y tan aventurada será la suya cuando está en la incubaciool ¡Qué de preocupaciones, qué deinquietudes han de asaltarla! Una yet•becilla, un montoncillo de césped, son los únicos velos que ocultan al perro, al milano, al halcon, er preciado tesoro de esta madre. Se acloca pues apresuradamente y educa muy de prisa á su tímida prole. Debia, por lo tanto, presumirse que esta desgraciáda avecilla particlparia de la melancolía de la liebre su vecina, de quien dijo con razon La Fontaine: aEste animal vive triste, que le minan sus temores.n (i)

Llamada tambien aguzonieve: pertenece 11 la misma

especie que la molacila. En algunas comarcas de Espaiia designan i1 la nevatilla con el nombre de Pepita.

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Pero en la alondra se verifica lo contrario; por no sé qué milagro inesperado, la ligera nlondra olvida fácilmente sus inquietudes, y vive muy alegre con una desprcocupacion ent eramente francesa; apenas termina para el pájaro nacional la época de los peligros, cuando ya se le ve mostrar su serenidad, su canto, su gozo indomable. Otra circunstancia maravillosa nos p1·esenta la alondra; sus peligros, su preearia e'1(istencia y las terribles pruebas que atraviesa no endurecen nada su corazon: siempre descnbt·e la misma alegría, siempre se presenta confiada y sociable, ofreciendo á los ~emás pájaros un ejemplo, que entre ellos no deja de set· raro; el de un amor fraternal que la lleva, lo mismo que á las golondrinas, á alimentar á sus hermanas en caso necesario. Dos cosas sostienen y animan á la alondl'a: el amor y la luz. Vive de los amores seis mese.s y se impone dos y tres veces la peligrosa dicha de la maternjdad, y el incesante trabajo de una educacion h echa entre azares. Cuando la falta el amor, la queda por fortuna, y la reanima siemp:·e, un rayo de luz, rayo que, por pequeño que sea, basta para inspirarla S'u canto. La alondra es hija del dia: desde que éste comienza, cuando el hol'izonte se tiñe de púrpura y el sol se anuncia entre los más vehementes fulgores crepusculares, sale aquel pájaro de los surcos llevando á los ciclos el himno de su entusiasmo. ¡Santa poesía1 fresca como el alba, pura y alegre como el corazon de un niño! Su voz potente y sonora sirve de recuerdo y señal á los segac,!ores. «Marchemos, exclama el padre, que ya can~a la alondra.» Y ést11- sigue á los campesinos, y en las horas de más calor les in'Vita á que descansen y aparta de ellos los insectos, derramando luego torrentes de armonía sobre la cabeza de la cansada y jóven segadora que escucha medio dormida aquella vehemente melodía. No hay garganta, dice Toussenel, que pueda luchar con la de.la alondra en riqueza y variedad de canto, ni en la amplitud del aterciopelado timbre, ni en la prolongacion y alea u ce de la voz. Laalond1·a canta una hora sin interrumpirmedio segundo, elevándose verticalmente al

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través de los aires hasta una elevacion de f 000 metros, corriendo luego entre las nubes para alcanzar mayor altura, sin que se pierda una sola de sus notas en tan inmenso trayecto. ¡Qué ruiseñor podria hacer lo propio! Este canto producido por la luz es un bene~ ficio que Dios otorgó al mundo y que encontrareis en casi todos los países iluminados por el sol. Hay tantas especies de alondras cuantas son las regiones de !a tierra; hay alondras de los bosques, alond1·as de los prados y de los pantanos; lláylas en la Crau de la Provenza y la~:¡ hay en los arenales de Champagne; existen en las reglones boreales de ambo$ mundos, y las encontrareis además en las Sfllitrosas este.pas y en las llanuras abra.sadas por el ardiente viento de la Tartaria. ¡Perseverante y admirable reclamacionde la afectuosa naturaleza! ¡Tiernos consuelos otorgados por la maternicladde Dios! Viene el otoño, y mientras que la alondra caminll detrás del arado recogiendo su cosecha de insectos, van llegando los huéspedes que nos envian las regio?es boreales; primero el tordo, exacto siempre en la época de las vendimias, y luégo el imperceptible rey del Norte, orgulloso con su corona. El regalioco baja de la Noruega en tiempos nebulosos, y colocado OI\ las rarr¡~s IJlÓ.S baj!(s de un abeto gigantesco, este mágico pájarillo cant~ su melodía IPi~terio­ sn, hasta que el eJ¡.ceso del frío le decide á des.,. cender, á confundirse y popularizarse entre los modestos trogloditas que viven con nosotros y forman con sus límpidas nota¡;¡ el encanto de nuestras chozas. Encrudece más aún la estacion, y entónces todos se acercan al hombre, Los bubrelos, siempre honrado¡¡, que viven acoplados y forman parejas dulces y fieles, se presentan gorjeando melancólicamente á pedir, ~ solicitar auxilios. La curruca prescinde tambien de sus zarzales, se acerca á nuestras puertas, y adquiriendo al anochecer mayor a.tuevimiento, exhala junto á las casas una voz temblorosa, monótona y lastimera. Al caer sobr~ lfl tierra las primeras niebla!;! del otoño, poco ántes del invierno, cuando el humilde propietario sale al monte á buscar su

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raquítica provision de leña, se le acerca un pájarillo atraído por el ruido del hacha, que vuela alrededor de aquel paisano, y á fuerza de ingenio consigue halagarle cantándole á media voz sus canciones más gratas. Es la silvia-roja, enviada por una hada compasiva al trabajador solitario para indicarle que todavía existe en el mundo quien se interese por él. Cuando el leñador aproxima y reune entre la ceniza los tizones que quedaron del dia anteriol', cuando chisporrotean entre las llamas las astillas y las ramas secas, aparece tambien el piti- rojo (1) cantando á participar del fuego y de los goces del leñado¡•, Cuando la naturaleza se duerme envolviéndose en su manto de nieve; cuando ya no se perciben más voces que las de los pájaros del Norte que t1·azan en los ail·es sus rápidos triángulos, ó las del crudo cierzo que azota y conmueve la paja que cubre las cabañas, se oye de repente un cántico ftauteado y modulado en voz baja que protesta todavía en nombre del trabajo creado contra la atonía universal y contra el luto y la paralizacion que en todo se nota. Abrid, por compasion; dadle alguna3 migajas ó un grano de trigo. Si ve fisonomías benévolas entrará en la habitacion misma, que no mira al fuego con indiferencia, y gozando a~í de un verano muy breve volverá con f}layor fuerza al invierno. Toussenel se indigna, con r azon, de que ningun poeta haya cantado á la sll via-roja. El pájaro mismo es su poeta; su cancion, si pudiera escribil·se, expresarla perfectamente la humilde poesía de su vida. La que yo tengo vuela con . entera libertad por mi gabinete, y careciendo, como carece, de oyentes de su especie, suele colocarse cielante del espejo; aHí, á media voz, sin estorbarme ni perturbarme, dice todos sus pensamientos á la silvia ideal qnese le presenta

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(1) Rou9o-gorge. quo es lo palabra empleada en este caso por M. de Micbelel, puede traduci rse a l castellano ceo los vocablos s iguientes: píti-rOJO, sihoa-rojo, pechi-rojo y pardillo. Sin embargo. los dos primeros dcsognon 8 un pájaro distinto en Kspoiiu, segun veremos. del que nombran las dos ultimas palsb,.us. y debemos juzgar. por lo que del ave en cuestion dice M. do Mic holet, que esta vez se refiere á la ailvía-roja y no al _Jlordillo. (N. del T.)

enfrente. H é aquí aproximadamente el sentido de estas notas, tules como las recogió la mano de una mujer que intentó consignarlas: Yo soy el único amigo Del mísero leñador; Yo, de sus penas testigo, Con mis cánticos le digo: ¡Espera un tiempo mejor! Llega el otoño; La bl'isa fria, La triste, opaca Bruma sombría Del bosque, apaga Todo rumo1·. Guardan las aves Su melodía, Ninguna canta, Ninguna pía; Ya no hay gorjeos ... Ya no hay amor. Allá en el fondo De la espesura, A herir el tronco De encina dura, Aislado y triste Va el leñador. Yo sola entonces Su desventura, Trix¡ando alegre Cambio en ternura; Yo le acompaño Con mi cancion. Que yo soy el fiel amigo Del aislado leñador ; Yo por la selva le sigo, Y con mis notas le digo : ¡Espera dicha mayor! Llega la escarcha De invierno crudo; Todo en la selva Quedóse mudo;

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Roba las hojas

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~~------------------------------------------------~~ . Los Conocimientos útiles. ~ f 44 Dice: ¡F'lvor! Recuerda al ave Que te acompaña, La que comparte Tu vida extraña. ¡Deja que viva Con tu calor!

El Aquilon. Desamparada Vacilo y dudo: Si á tu ventana Temblando acudo, ¡P1·éstame abrigo, Buen leñador! Si entre la nieve De la montaña Contemplo el vidrio De tu cabaña Y en él mi pico

Que léjos de tus hogares, Bondadoso leñador, Yo consolé tus pesa1·es, Y te dije en mis cantares : ¡Espera un tiempo mejor!

CONOCIMIENTOS VARIOS. CRÓNI.CA. ExAJ ENACJON MENTAL EN FRANCIA.- Hay e!l Francia un enajenado por cada 412 habitantes. La cifra de los enajenados recogidos en los asilos se ha elevado, desde el año i895, de i0.539 á 38 .56<1. La proporcion con respecto á la poblacion lla crecido desde 3 á 1O por miL El aumento ha sido constantemente en los primeros años de 500 á 600 por año ; luego, de 1845 á i 86i, de 800 á t .300. A pártir de •J86f ha seguido una progresion sensiblemente decreciente. Segun M. Lunier, el incremento de los enajenados en los nsilos consiste en que el número de losadmitidos va aum~ntando y las salidas son en menor número . En el mayor número de casos, la enajenacion mental tiene por causa la paralisis general y la locura producida por bebidas alcohólicas, mientras que los casos de idiotismo van disminuyendo, aunque la anex.ion de laSabaya ha producido el efecto de aumentar en un t O por iOO el número de esta última clase de enajenados.

MEDIO DE COMPROBAR LA MUERTE.- Para asegurarse de la muerte de una persona y que no quede duda ni al médico, ni á las familias, basta producir una ampolla en un dedo de la mano 6 del pié por medio de la lláma de una luz que se

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.MAOfiiO 1869.=lmp•·onta de Los

Cor.acnu•~TOS ÚTILU

deja en contacto d u mote algunos segundos hasta que se forma uua vejiga. Si esta vejiga contiene serosidad, es un signo evidente de que hay aun vida; es la quemadura ordiuaria. Si la vejiga no contiene más que aire, vapor, puede aseg urarse que el cuerpo es un cadáver, y disponer su inhumacion sin temor de engailarse. Hé aquí la razon; el cadáver, que no es sino una materia inerte, obedece á las leyes físicas, segun las cuales todo liquido, cuya tem peratura se eleva á cierto g rado, pasa al estado ue vapor; la epidermis se levanta, se forma la ampolla, est1\lla con, un pequeño ruido y se aplasta en seguida, dejando escapar vapor. Si, á pesar de las apariencias, hay un resto de vida, los tejidos orgánicos no obedecen solamente á las leyes físicas, sino á las fisiológicas, y entonces la ampolla estará llena de serosid&d, como se vé en todas las quemaduras. De modo que si la vejiga está seca, es señal de muerte cierta; si tiene líquido, hay vida; no hay posibilidad de error. Si este medio, indicado por un médico en Francia, se adopta para hacer constar las defunciones, no habrá necesidad, dice, de conservar en su domicilio veinticuatTo horas los cadáveres en tiempo de epidemia.

o ca rgo

de Francisco Roig, Arco de Santa Jllarfa, 59.

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Los Conocimientos útil es.

FISICA APLICADA.

Gemelo fotográfico. Todos los día:;, nuevos aparatos, fórmulas diversas y aplicaciones val'ias llenan y ensanchan el precioso campo de'! trabajo que ofrece la invencion de Niepce y Dag·uerre. No es posible permanecer indiferente ante las maravillas que, por medio de la fotografia, se están operando, ya en el terx:eno de la ciencia, ya en el arte, como aplicacion y gusto, para que dejemos de indicar uno de los descubl'imien tos, por el cual se puede llegar á reproducir fácilmente sobre el cristal colodionado, y despues en el papel, cuantos objetos nos rodean . La fotografía, en el grado de apogeo que se' encuentra, la vemos aplicada, en el terreno de la ciencia, para reproducir las cartas geogrl:l.tlcas, siguiendo las fases de un eclipse, eu el levantamiento de un plano con la plancheta Chevalier, en el estudio del crecimiento de las plantas, y en todas aquellas cosas donde es preciso conservar y retener de una manera evidente la identidad de un acto 6 de una forma cual· quiera para sujetarla al análisis del microscopio, el compás 6 la escala geométrica. En la industria, la fotografía ha robado al artista su salario, su ingenio, desc'le el momento en que la mano más diestra no podría jamás dibujar con trazos más puros á la natUJ·aleza, tan rica en encantos, como lo hace un aparato fotográfico cualquiera, grande 6 pequeño, pero cuya acciones tan amplificada que, si me es permitido decir· lo, coge á la natu1·aleza dor·mida m el ltecko. La fotografía es un arte, en fin, que tiene sus archivos, dontle acopia el trabajo progresivo del hombre, cuando funda y construye objetos materiales, de los que saca una y mil copias para intercalarlas entre las páginas escl'itas con el mecanismo de la imprenta. La fotografía sube al Muyo 8 de 1869.

pieo más elevado para obtener un panora· ma exacto de cuanto forma el horizonte; con ella se ope1·a en medio del hielo de los polos, en la zona tót•rida, en todos los cli· mas, y es tal su perfeccion, que tam bien con ella se obtiene el dibujo pt·eciso de la estl'Uctura del terreno que cubre el agua de los mare.::; y los caudulusos río::;. Si nuestra dig1·esion sobt·e este arte tan conocido no llegara á ser enojosa. po:.lríamos añadir algunas ot1·as aplica<..:iones, como, por ejemplo, el g1·abado sobre acero y plancha de cobre, el decorado de la porcelana, el esmalte, la litografia y otros de que la industria está. sacando un gran pa1·· tido, de los cuales nos ocuparemo::; separ·a. damente en otra ocasion . Para realizar todas las maravillas indi· cadas, el aparato es siempre el mismo, no hay nada que variar en la parte esencial, y sólo pam dete1·minadas experiencias hay algo que añadir al mecanismo oJ·dinario, pero que en nada altera la ley del trabajo por el cual se verifica el fenómeno físico. • Conooida por· todos la cámara oscura de Daguer1·e, no nos es posible entrar en otras explicaciones que aquellas referentes al objeto propuesto, que consiste en dar á CO· nocer el gemelo fotográ ilco in ventado por el ingeniero Octavio Nicour, el cual está llamado á prestar grandes servicios al via· jero, al marino, al artista, y á cuantos tíe· nen necesidad de adquirir ripidamente la vista de un paisaje, uu mouumento ó un objeto de arte. El aparato consiste en un anteojo gemelo (figura l.a). El anteojo de la derecha tiene en el objeti.vo un cristal esmerilado, donde aparece dibujada la imágen que se mira, descomponiéndose el rayo visual por las lentes TOMO

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Los Conocimientos útiles.

acromáticas que hay en el ocular del mismo anteojo. Para alargar 6 recoger el foco

Fig . .2.•

Fig. i."

hay una armadura, igual en un todo á las q UP tienen los gemelos ordinarios. El anteojo de la izquierda tiene su eje pat·alelo al de la derecha, ambos situHdos en un mismo plano horizontal. En direccion perpendicular al eje del anteojo hay practicada una abertura, que está guarnecida de un marco grueso, en el cual hay una cha pa en corredera que, al resbalar, cierra perfectamente la abertura, é intercepta el paso de la lnz y del cristal preparado que por dicha abertura se introduce. Un obtut·ador, que sirve al propio tiempo de diafrag-ma., está colocado en el ocular, como se t•cpresentu en el dibujo, pero que en realidad no tiene más que la forma exterior, dándole ahora este nombre para mejol' inteligencia de la figur'a . Dirigiendo con el anteojo de la derecha la visual á un objeto, que deberá. ponerse á foco hasta que se distinga detalladamente en el cristal esmerilado, el otro anteojo que se mueve con la misma armadura pone sus lente:¡ en condiciones para dar paso á. la imágen hasta el cristal impresionable, con la misma pureza que la apercibimos en el cristal esmerilado, y en este instante es cuando se abre el obturador para dar paso á la luz en el anteojo de la izquierda. Los cristales, en número de 50, están colocados en una caja circulat (figura 2.a) en sentido de sus rádios y dentro de una armadura qne gira alrededor de su

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eje. Una abertura que tiene esta caja, pt•acticada. por un lado, deja paso á los cristales uno á uno, de modo que enlazan· do los gemelos con la caja, mediante dos puntos de referencia, haciendo resbalar ambos objetos, se cierran y abren sus cor· respondientes aberturas, cuyo hueco es simplement~ el que ocupa el cristal. Cuan· do ha trascurrido el tiempo necesario de exposicion á la luz del cristal, se cierra el objetivo, se desmonta el gemelo del tripade volviéndolo hácia abajo, de modo que el cristal impresionado pasa nuevamente á la caja, ocupando su primitivo lugar; entonces se hace girar la armadura interior que contiene todos los cristales-, haciendo corret· un punto al muel1e que liga la caja interior de estos con la exterior que cubre á todos , en donde hay una numeracion ds.l á 50 para servir de guia al operador y poder averiguar siempre cuál fué el último cri:¡tal impt·esionado. Terminada la opera.cion de volver el cristal á. la caja, lo cual es sencillo en extremo, porque nada hay que haga. la operacion difícil, se coloca nuevamente la caja sobre los gemelos y se hace pasar otro cristal, continun.nclo esta operacion hasta que no haya

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más vidrios por impresionar. Como puede comprenderse, la operacion propiamente dicha de hacer la fotografía la puede ejecutar cualquiera, y solo resta saber preparar los cristales y desarrollar las imágenes: La preparacion de los cristales se hace por el colodion seco, de modo que disponiendo de una vez un ciento de ellos, que pueden conservarse lo ménos un año, segun no¡> aseg·ura el mismo inventor, puede un viajero conseguir, sin auxilio de nadie, cuantas vistas de paisajes 6 monu· mentos le ngrnden. Los cristales pt·eparados con el colodion seco son en extt·emo sensibles á la luz, y la caja que los contiene no debe abrirse sino en una habitaciou iluminada por una luz cuyos -rayos atraviesen por vidrios amarillos. Deberá tam bien teQerse cuidado al hacer pasar un cristal de la caja circular al gemelo, que el obturador del objetivo esté bien cert·ado, pues de otro modo la luz penetraría en la cámara Oi!cura antes de estar á foco el objetivo, y las operaciones subsiguientes se harian inútilmente y el cristal no retendría la imágen. Para preparar los cristales, la. primera operacion que debe hacerse es poner los durante 15 minutos en un baño compuesto de 500 gramos de agua comun mezclada con otros 500 de ácido nitrico. Despues se lavan y se limpian ~on una muñequilla de alg·odon, mojada en una disolacion de lOO gramos de espít·itu de vino y 2 gramos <te yodo puro, y ya en esta disposicion el cristal, y exento de cualquier partícula que puede habérsele pegado á causa del calor que por t>fecto del frotamiento haya adquirido, se vierte sobre él el siguiente colodion: E ter á 62°. . . . . . . . . 550 gramos. » Espíritu de vino á 40°.. 450 » 10 Algodon pólvora. . . . » Yoduro de amoniaco.. • 7 » 7 Id. de cadmio. • » 2 Bromuro de id. . . . .

¿

A partir de la siguiente operacion, todas las demás deberán hacerse con luz artificial.

Luego que se ha colodionado el cristal, se sensibiliza en un baño compuesto de Agua destilada . . . . . . . . 100 gramos. » Nitrato de plata. . . . . . . . 8 » Acido acético cristalizable. . 2 en cuyo líq nido permanece inmergido durante cinco minutos, sacándolo al cabo de ese tiempo para meterlo en ot1·o de agua de.;;tilada, lavándolo en seg·uida con agua de lluvia, dejándolo escunit· 15 6 20 segundos. Seguidamente se toma el cri:Jtal como si fuéramos á colodionarlo, y se vierte so bre él la disolucion de tanipo siguiente, la cual se habrá preparado el dia antes, y que puede conservarse algunos meses: Agua.. Tanino ..

• lOO gramos. »

. 2 '/,

gelatina disuelta al baño de maría 2 6 3 gramos, cuya disolucion se filtraría, agregándole despues Alcohol á 40° .•• Acido acético ..

10 gramos.

2

))

Los cristales preparados mediante estas sencillas ope1·aciones, se dejan secar perfectamente, gual'Clándolos luego en sus cajas. Cuando los cristales han sido impresionados en el gemelo, aconseja el inventor que se desarrolle la imágen lo antes J?OSible, si bien puede retardarse esta operacion aunque sea por un par de meses; pero el artista debe cuidar de asegurarse si la reproduccion del objeto está bien eje· entada, y si necesita repetirla por alguna causa de las muchas que median en aquella operacion, bien sea. por un exceso de exposicion á la luz del cl'istal, ya por defecto, manchas, etc., y por ello se recomienda desarrollar por la tarde 6 noche los cristales que se han empleado en el día, procediendo á poner el cristal en una cubeta llena de agua destilada, y despues ~

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vertiendo sobre la misma una disolucion compuesta de lOO g ramos de agua destilada, á la que se le añaden algunas gotas de la siguiente composicion : ¡-Alcohol á 40° . . . . lOO gramos. 1 » uro. · Acido pirogálico. . 15

N'

Cuando el colodion se ha reblandecido un poco con este primer liquido, se añade al mismo preparado algunas gotas de este otro:

Núm. 2.

Agua destilada. .. lOO gramos. » Nit1·ato de plata. . 3 1Acido cítrico. . . . 3 »

La imftgen aparece en seguida con más 6 ménos vigor, añadiendo· algunas gotas de los líquidos indicados en las fórmulas núms. l y 2, en.el caso de que la imágen no aparezca con todos sus detalles. Despues que la imágen se ha desarrollado con toda la fuerza que se desea, se lava el cristal con bastante agua comun y se fija con el baño que sigue: Agua destilada. . . . Cianuro de potasio ..

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lOO gramos. » 3

La imágen al fin se muestra con toda su trasparencia, terminando por lavarla en agua comun, dejándola luego secar para barnizada con goma laca disuelta en alcohol, ó simplemente agua gomosa, para preservarla un poco del frotamiento de los dedos y del papel cuando deban sacarse las pruebas positivas. Queda sin embargo manifestar que el tiempo de exposicion del cristal á la accion de la luz es pot• término medio de dos á tres minutos en una habitacion, pero al aire libre es muchísimo más rápida, bastando solamente algunas veces cuarenta segundos; debe no obstante advertirse que esta operacion , quizás la más difícil, es muy depsndiente del estado atmosférico y del tiempo trascurrido desde la preparacion de los cristales. El tamaño de los cristales es el de un

cuadrado de cuatro centímetros de lado; pero nada importa su pequeñez desde el momento que sabemos la facilidad con que se amplían las imágenes fotográficas con la cámara solar, si bien estaoperacion deberá hacerla un artista experimentado é instalado convenientemente; pero podemos concebir, sin entrar en otras conside· raciones, las ventajas que puede reportar el gemelo fotográfico de Nicour que hemos descl'ito. Todo .el aparato, segun lo vemos representado en la figura 3.1', en la cual se di- buja tal como queda montado en el momento de operar, pesa un kilógramo 250 gTamos, y está dispuesto de modo que se puedan llevar los cristales como una cartera de viaje, el gemelo en un bolsillo del traje y el trípode haciendo uso de baston, y se comprende que un viajero,~el militar en campaña, el ingeniero, puede conseguir, fácil y en poco tiempo·, las v;ístas de los países, monumentos ó ejércitos de los cuRles desee conservar memoria de su forma 6 actitud. Hay muchos aparatos, como el que nos ocupa, destinados para los aficionados y viajeros; pero verdaderamente ninguno cumple mPjores condiciones que este, puesto que en todos es preciso llevar consigo los pt·oductos químicos que_ deben servir para preparar los cdstales. El gemelo fotográfico no necesita más que cuidar de desarrollar por la noche, en el punto don· de se baga alto, los cristales impresionados durante el di a, para darse cuenta del trabajo y su calidad. En Espaiía Re conoce poco esta invencion entre los artistas que viajan para ins· pirarse ante el panorama sublime que se descubre desde ciertas alturas, y que deben luego formar parte del conjunto de sus obras maestras. Por eso lo recomendamos para unos como un poderoso auxiliar, y para otros como objeto de agradable pasatiempo en el campo, en vez del ejercicio de la caza ó pesca, que por lo inhumana y uespiadada debia dejarse para el que solo acomete el carg·o de verdugo de los animales que nos sirven de alimento, como objeto puramente de tráfico, en lugar del ~

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de placer y recreo, como por algunos bárbaramente se ha pretendido. Terminaremos diciendo que el gemelo, con todos sus accesorios, cuesta en París

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150 francos, en casa de los constructores Geymet y Alker.

S. T.

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Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS DE HIST0f1IA UNIVEnSAL (1). 1$

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ATENAS. (Contlnuocion )

Los derechos de ciudadanía eran á veces concedidos por la asamblea general, como premio de uua accion loable, ó de un mérito insigne, porque aun cuando se haya creído que al hablar de lá libertad de la república ateniense la disfrutaban todos los individuos, no era asi; debe entenderse que solo la tenían las clases dominadoras, quedanrlo una gran parte del pueblo sin ella, porque no se creía conveniente para la buena y segura marcha de las ideas de· mocráticas. Necesitábanse 6.000 votos por lo ménos para declarar ciudadano á un extranjero ó al hijo de madre extranjera, así como para rehabilitar á un reo, para declarar el ostracismo y otras decisiones importantes. El ostracismo tenia por objeto la conservacion del Estado. Cuando los méritos ele un ciudadano lo elevaban sobre los demás, hasta el punto de que su poder y aS~cendiente le pudieran hacer temible, le alejaban por. espacio de diez años, con tal que fuera reclamada esta medida por los 6.000 votos qqe acabamos de indicar. Sin embargo, no consta que esta ley fuese establecida por Solon, pero ella existía. El que no pagaba las deudas contraídas por su padre en favor del Erario, se le suspendía en el ejercicio de los derechos civiles, y hasta era privado de la libertad ínterin no las solventase. No podía contraerse matrimonio sino entre ciudadanos iguales, con la única forma de caucion y de consignar su dote. Se adquiría la patria potestad por el ma-

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trimonio, por la legitimacion y por la adop. cioQ. Pet·o si el padre llegaba á estar descontento de un hijo por su mala conducta, podía arrojarlo de su casa, quedando roto todo vínculo, para lo cual prestaba el juez el debido consentimiento. Para procurar la conservacion de la familia, quedó establecido que, muerto el padre, ocupara el hijo inmediat~mente su puesto, y á falta de este, tomase un here· dero natural su nombre. El que no dejaba más que una hija, podía instituir heredero á su pariente más próximo, bajo la condicion de casarse con ella. Si tenia muchas, debía casarse con una y colocar á las demás decorosamente. Si la heredera estaba casada, su esposo debía cederla al pariente heredero; y si este era de edad avanzada, po.dia elegit· ella uno más jóven entre los parientes de su maddo para asegurar su descendencia, (\espejando de este modo al matrimonio de la felicidad de su union, y destruyendo por completo el interés de la familia. El pariente más próximo tenia obligacion de encargarse de las huérfanas y dotarlas. En el ajuar de la esposa no debía faltar la sarten, como símbolo de los cuidados domésticos confiados á la madre de familia. Se servia a los recien-casados bellotas, que debían comer en un mismo plato, antes de dormir juntos. Era permitido el divorcio, si bien con muchas restricciones. Si la mujer lo reclamaba, tenia que llevar su instancia ante el trrbunal; si lo pe· dia el marido, la deyolvia el dote y la s~­ ministraba para alimentos.

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Los Conocimientos útiles.

La adúltera era excluida del servicio de los dioses, y su castigo quedaba á merced del marido. El padre que no había hecho aprender á su hijo un oficio, ó le había engendrado en una cortesana, no estaba facultado ni tenia derecho á reclamar de él su manutencion. Los hijos de los ciudadanos que morían en la guerra, se educaban á expensas del Estado. Los hombres de vida licenciosa estaban excluidos de la sociedad, del Senado y de los empleos públicos. Había establecidos cuatro tribunales para juzgar las causas de homicidio, y seis para los demás delitos. Proporcion que indica cuán frecuentes eran los actos violentos, al par que demuestraque la moralidad de sus costumbres no correspondia á la grandeza y elevacion de sus ideas republicanas. Cada uno de los tribunales se componía de 500 individuos, presididos por un arconte, haciendo estoque su legislacion criminal fuese muy complicada y poco inteligible. Los paises subyugados tenian que llevar sus causas á la misma capital, lo que, como es fácil comprender, producía gravísimos inconvenientes, y era orígen de m uchísimos perjuicios. Un tribunal especial entendía en los ho· micidios inv olnntarios. El culpado de violencia debía morir ó casarse con aquella á quien había ultrajado. Al adúltero se le imponía la pena de muerte, á no ser que por medio de dinero · se entendiese- con el marido, quien podía además vender á la pecadora. Al suicidase le castigaba, suponiéndole reo de Estado, amputando la mano derecha al cadáver, Jándole sepultura igno miniosa, si es que antes de morir no había declarado préviamente al Senado las causas que le hicieran pesada la. existencia. Alcanzaba la deshonra al que no tenia profesion alguna. Estaba prohibido hablar mal de los di~ funtos, órden de muy dificil ejecucion.

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A los vendedores no se les permitía dis· minuir en nada el peso pedido, obiigándo· les de esa manera á pone1·se en lo justo, debiendo estar en pié hasta despachar su

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merc~tncia.

Tenían sus compalíias de socorros mútuos, cuyos individuos aprontaban cada mes una cantidad módica que subvenía las necesidades de los que caían en la miseria. Tenían sus correspondientes bancos don· de depositaban el dinero, y, segun muchos historiadores, había Bolsa en el Pil·eo, conocian los seguros, las letras de cambio y el papel-moneda. El que pedía judicialmente una sucesion tenia que depositar el valor de la décima parte, perdiéndole si su demanda era desechada. Declaraban en alta voz los testigos, y el acusador podía sohcitar que se diese tor mento á los esclavos del presunto reo. Toda persona ofendida estaba facultada para presentar su acnsacion, ya pública, ya privadamente, ante el tl'ibunal que le compitiese. Si era pública, debía hacer juramento de no retirar su querella hasta despues de pronunciado el fallo con arreglo á la ley: si privada, no podía exigir más que una multa. El calumniador podia ser citado á juicio, y si no obtenía la quinta parte por loménbs de los votos, se le castigaba con pena corporal, como temerario; pero se eximia de ella saliendo desterrado antes de pro· nunciarse la sentencia. La justicia ateniense en particulares era lenta; pero pronta y severísima con lo:~ magistrados que delinquían. El arconte que era sorprendido en alguna org ía ó cosa análoga, se le condenaba con la muerte, procurando de este modo tenerlos siempre á raya tm la moralidad, que es lo que conviene que tengan los que administran justicia. Sus leyes, en general, se resentían de alguna ferocidad; pero Solon trató de a pe· lar al sentimiento y al honor, haciéndoles temer la infamia, declarando uno de los ¡ mayores castigos el ser deshonrado . De este modo moralizaba y hacia digno' ~

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Los Conocim ientos útiles.

al pueblo, á la manera que hacia tambieu ser dig nos y morales á sus jueces, como ya dejamoi3 expuesto. Trató de que sus leyes fuesen más respetadas que en Esparta, y lo consiguió, asi como el que reinase el mayor órden y decencia en sus juegos públicos. Su educacion era generalmente esmerada. Los maestros eran nombrados por la au~ tori<lad, fijando esta al propio tiempo las h<H'as de enseñan.z a. Y tanto se respetaban las aulas, que lle· gó á castigarse tambien con la muerte al que entrase en las escuelas mient1·as estaban en ellas los niños ; severidad, rig·or necesado para impedir los malos ejemplos é infames costumbres. El mezclarse los atenienses en los asuntos del gobierno y en las discusiones pú~ blicas les dió sutileza en la manera de discurrir, prontitud en la apreciacion y suma facilidad para expresarse; y á fin de que ap1·cndiesen todos á pensar con rectitud y á razonat• con precision y elegancia, esto.blecieron distintas escuelas en diferente:; distritos de la poblacion. La poesía la mezclaban en todas las soLemnidades. Para subir á la tribuna pública no bas,... taba gozar de los derechos de ciudadano: era necesario ser de una descendencia leg·ítima; tener propiedades en el pais; ne deber nada al Erario; no haber nacido de meretriz; no haber menospreciado á los dioses, ni rehuido el servicio de las armas; no haber maltratado á. sus padres, ni tenido trato f(ecuente con las mujeres públicas. Jn(ludablemente Atenas se engrandeció, llegando á un grado de cultura casi inct·eible con su libertad; pero el mal uso de esa misma libertad la hizo corromper::~e y destnlirse, perdiendo lo que tanto trabajo y tan g randes sacrificios les había costado conseguir. E norgullecida con su saber , con sus i1lens democráticas; sensible, turbulenta, ávida, caprichosa, tan pronto erap presen· tadas y aceptadas sus leyes, como se encargaban los oradores rlemagogos de des·

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nat ura lizarl as , siendo aplaudidos, como siempre , por la versátil muchedumbre; tanto era esto, que un reputado escritor satírico dice de ella lo que el Dante de Florencia, «que el que vol viese des pues de tres meses de ausencia, no reconocel'ia ni al g-obierno ni á las leyes.» Como tbdo legiglador, tuvo Solon que condescender en muchas cosas con la índole de su pueblo. Diciéndole un dia Anacarsis que las leyes eran semejantes á las telas de araña, donde q nedan presas Las moscas y vuelan libremente las g·olondrinas, le respondió:

«Pe?·o las mías se?·ct?t obse?·vadas, po1·que las aco'modo ct los intereses de los ciudada. n s; de rnodo que á nadie le tiene cuenta el 'Viola'!' las. » Si ese principio se tuviera siempre en cuenta al hacer nuestras modernas leyes, si solo se atendiera al verdadero bien del país en general, del ciudadano en particular, y no solo al de determinada idea, al de marcado matiz político, como casi siempre ha sucedido, otro seria nuestro es· tado, otras nuestras condiciones, ott·a nues· tra importancia, otro nuestro puesto en la marcha de las naciones libres y civilizadas. Solon conocía perfectamente los dos principios capitales; la oportunidad y el interés privado, que es el que guarda el público interés; y nunca, jamás sacrificó la moral á la politica, como lo hizo Licurgo. Este último, viendo que su país produeia lo suficiente para-el sustento de sus na turales, desterró de él todo comercio y á todo extranjero: Solon, por el contrario, proporcionó á. su árida Atica las artes y la in· dustria. Licurgo pudo hacer lo que quiso en su gobierno de reyes; Solon, en su gobierno popular, debió hacer solamente lo que pudo. Licurgo era naturalmente austero; SoIon de carácter suave: aquel adaptó las costumbres á las leyes; este las leyes á. la;; costumbres: Licurgo formó el pueblo más guerrero del mundo; Solon el más culto. En Esparta se aprendia á despreciar ia muerte: en Atenas á disfr·utar la vida: allí

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Los Conocimientos útiles. á morir por la pátria: aquí á vivir para ella (1). La aristocracia espartana representa los gobiernos al estilo asiático, apoyados en lu fé, en la inmóvil santidad de los principios hereditarios, en el amor y r espeto á todo lo antiguo. La popular Atenas prog-resa por la senda de la libre discusion, mira hácia el porvenir y funda la libertad. Aquella cree marchar por el verdadero camino con ser vantlo sus tradiciones; esta Jo cree asi tam bien, tratando de innovar lo que considera más ú,til y con veuientc: la una se detiene mucho, la otra vuela de· ruasiad_?; ninguna está en el justo y equitativo medio. Esparta se llega á corromper, se de:hace, efecto de su inmovilidad: Ateons se destruye tambien, se corrompe , efecto de su excesivo desarrollo. Poca luz hace á las plantas endémicas y de co1·ta du · racion: mucho sollas quema pronto y las mata. Así que Solon expuso públicamente sus leyes, no hacían más que ir gen tes á consultarle, á pedirle explicacion y hasta á indicarle reformas y á censurarle por tal disposicion, que en juicio de ellos no les con venia. Cansado de tanta incomodidad, fué á viajar por espacio de diez años, y cuando regresó, ¡triste desencanto de su adorada ilusion! encont1·ó á su pátria sumida en las más terribles luchas, eu las más grandes discordias. El pueblo, libre del yugo, quería vengarse de los nobles que trataban de recobrar su perdicl,a influencia, y todo era desórden, sobresalto, tnquietud, anarquia . De una situacion tan_ violen ta, tan tirante, se pasó al desenfreno; del desenfreno al terrible exceso. Hubo acusacione,s, venganzas, sátiras desvergonzadas, mordaces agudezas, oradores fanáticos que todo lo enardecían, haciendo la apoteosis de todo lo que debieran rechazar como antisocial é inhumano; libres desahogos de reconcentrada ira envidiosa contra los hombres más ilustres, llegando, como era

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Conlú -Liistc•ria tmlverral, ca p "VIl, plg. :Si8, totno ~-

natural, el momento en q ne ellos mismos aniquilaran á los que habían sido el nervio, la fuerza de su vida popular. Viendo Solon en tan triste estarlo á su querido pueblo, no lo pudo soportar, le abandonó y murió léjos de él en edad avanzada, diciendo con frecuencia que en· vejecia aprendiendo. Próximo ya á sus últimos momentos, mandó que le leyeran algunos versos, á fin, decía, de moril· más instnlido, terminando de ese modo la existencia del hombre que más se babia. sacrificado por el bien de su pátria, y que tan grandes principios dejó para el porvenir. Mas en un país gobernado por el pueblo tiene que salir irremisiblemente un tirano. El pueblo, pot· lo general, es impresionable, voluble, se deja fascinar pronto, cae con ft·e· cuencia en grandes errores, y de todo eso se apt•ovechan los a m Liciosos -para do mi · nar, como así sucedió en Atenas. De en medio de la agitacion, de las profundas turbulencias que en ella reinaban cuando volvió Solon de su viaje, salió Pisíst1·ato, hombre de gallarda figura, explénuido, valiente, hábil, rico, g·eneroso, orador, que reunía al talento oatural el saber, afable con todos, bienhechor de los necesitados, siempre favorable, segun decía, al mayor número, y declarado protector de las letras y las artes. Se le consideraba como el apoyo del pueblo, y este no sabia que solo aspiraba á ser su tirano, como lo fué efectivamente, si bien Atenas le debe muchas y muy grandes cosas. Hizo que un número considerable de ciudadanos se dedicasen á la agricultura, á fin de hacer ménos tumultuosas las asambleas. Abrió camino al comercio y fundó asilos para los soldados inválidos. Para tener al pueblo sumiso y entretenido, dió un grande impulso á las obras públicas, empezando el templo de Júpiter Olimpico. En todo tiempo, en todas las épocas por lo visto, se han valido de P.sos medios para entretener y contentar á las masas. F11udó bibliotecas, favoreciendo de una TOMO

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manera desconocida hasta entonces á las artes y á las cien'cias, adquiriéndose por todas sus condiciones las simpatías del mayor número. Habiéndose un jóven atrevido á dar un beso á su hija, con te~tó á la madre, que pedía venganza : « 8i castigamos á los q1ee

manifiestan amo1· hácia nuestra hija, t,q'lw haremos á tos que nos abO'J·recen~ Una noche que salia!) algunos de una orgía, i11juriat•on á su esposa: al día :;iguiente, vueltos de su embria.gue>z, fue1·on á pedirle perdon de su falta; pero él, haciéndose de nuevas, les dijo : «lJebeis esta'l'

eq'ltivocados, pues mi m'ltjer no salió anoche de casa.» Sábia manera de conducirse en aquellos tiempos que hoy tanto se desprecian, y sobre todo por uno de los llamados tiranos, que con tan fundado motivo se aborr ecen . Contradicciones de la existencia politica de los pueblos, como las de la vida de los individuos. Habiéndosela sublevado en una ocasiou varios amigos que estaban disgustados con él, y reunidos en una plaza fuerte, se dirigió al sitio donde se encontraban, y notando la alteracion que su presencia les p rodujo, les dijo: «He resuelto ller;aros comnigo ó quedarme con vosot?·os .» Con estos y otros hechos análogos logró dej ar adormecida en Atenas la idea de libertad, consider ándose felices con su tit·ano, si bien más tarde vol vieron de su suefio y la recobraron ; pero ht perdieron de n uevo, y ya fué para muchos siglo:>. Consecuencia natural y lógica de todo lo que llevamos indicado, tanto en este ar tículo como en los anteriores (1). Cuando el pueblo no se encuentra preparado para poder practicar , sin pe1·juicio de sus semejantes, sus propios derechos, estos se pie1·den á la corta 6 á la larga. . Cuando no se conoce el valor, la impor· tancia de la libertad, se cree hacer uso de ella, y es abuso; y al abusar, nos tienen que llamar al órden; y al llamarnos al ór· den 1 nos reprimen ; y al reprimirnos, nos

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Véase el núm.

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tiranizan ; y al tiranizarnos, quedamos hechos esclavos , perdemos la libertad. Es m uy difícil , más de lo que generalmente se cree, el poder usnr conveniente · mente de los derechos individuales; y no se diga que la época presente no es igual, que no hay punto de comparacion con las antiguas; fijarse bien, léase ..con detenimiento lo que dejamos escdto; no se busque todo en q,osotros; dau Algo que hacer á vuest1·a imaginacion; pensar! un poco y hallareis las pruebas necesarias pn.ra acla· rar todo lo que al pronto parezca que es enigmático. El sentimiento de la libertad, como el de la fé y otros muchos, son intuitivos, innatos en el corazon del hombre, y no comprendemos cómo puede haber uno tan solo que no desee se1· libre ; pe1·o al mismo tiempo no podernos dej•tr de conocer todas sus g rándes contras, touos los insuperables obstáculos que eo su peáctica presenta. Y en apoyo de esto hay una prueba grande, prueba poderosa, que nadie se atreverá á negar ni desmentir por más ta· lento que tenga, por más recursos que emplee, por más paradojas, por más sofi~mas . que invente; yes que, durante tan largos siglos como lleva el mundo de exi~tencia, no ha podido la humanidac.l vence>r, no ha podido hermanar, no ha podido confundü·, cual deben estar confundidos , la libertad con el órden, con la prudencia, con lamo:. ralidad, con la justicia, con el patl'iotisma, con el desinterés, con la abnegacion . Y no creo que se me argüirá. que eso ha sido por falta de hombres de saber, pues supongo que no tendremos la estúpida pretension de figurarnos que esta es la época exclusiva del talento, que no ha existido otra algu.na, ni q ne podrá exi~* en los tiempos futuros, porque eso no cabe en la más p obre inteligencia, porque eso n.o le dá abrigo el cerebro méoos organ izado. Quizá. los hombres de hoy no puedan hacer jamás lo que hicieron los de ayer . Hay otra razon más fuerte , más podero· sa, más lógica, en nuestro sentir, que ea la que dá. laexplicacion sobre el asunto. Mien tras la libertad nos la concedan los

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de arriba-como ahora se dice-no lo du deis, fracasará al más peq oeño vaiven : cuando sea conq uist11da por los de a bajo, creedlo, su dut·acion será larga, sin que pueda existir nada que la detenga en su segura marcha, sin que pueda existir nada que conmueva los sólidos cimientos de su grandioso edificio. ¿Qué es lo qu e se necesita para conseguir tan magnifico, tan asombroso resultatlo~ que el pueblo aprenda, que se instruya, que se ilustre. El estudio, solamente el estudio, es el oculto, el mágico, _el poderoso talisman que hace poseer bienes sin cuento. Así, esperamos que el pueblo lo com-·

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prenda y trate á toda costa:de realizar por ese medio lo que tanto anhela,,y lo que nunca deb.e cesar en desearlo para que al· guna vez llegue á poseerlo, y ya sea para siempre Conoces pues, lector, la organizacion so· cial y política del libre pueblo de Atenas; vamos, en su consecuencia, á ocuparnos en el siguien te artículo, como complemento del cuadro que nos ptopusimos bosquejar á la ligera, de su sabiduda, de su literatura, de sus artes y sus ciencias, esperando que te ha de agradar el color de sus preciosos y variados matices. BENITO DE MAnTJN-Atoo.

CONOCIMIENTOS DE INDUSTRIA. La telegrafía submarina y el cable trasatlántico ( 1 ) . II. Un considerable número de cables submarinos existen hoy en ambos mundos. Antes de hablar de estas nuevas líneas submarinas nos parece necesario explicar la composicion y el método de fabricacion de un cable submarino, asi como los medios que hoy se usan para colocarlo en el fondo del mar. Esta idea general, en que reuniremos los conocimientos adquiridos hasta hoy en este género de trabajos, nos permitirá, más adelante, abreviar mucho nuestras descripciones. Hilo conauctor.-El cobre, que conduce la electricidad cinco 6 seis veces mejor que el hierro, es siempre el metal empleado como conductor submarino. Al principio se usaba un hilo macizo; luego se ha preferido obtener la misma seccion total, reuniendo en trenza 6 cordon unos cuantos hilos de menor diámetro. La rotura de ~

(1) Véase el número

~nterlor.

uno de esos hilos, cualquiera que sea la causa, no ocasiona la completa cesacion de las comunicaciones.· Un conductor sub· marino se compone, pues, generalmente de cuatro 6 seis hilos de cobre trenzádos alrededor de otro. Una máquina compuesta de una tabla circular, moviéndose horizontalmente, sir· ve para fabricar el cOrdon de cobre. Seis canillas enfiladas en unas varillas vertica· les, puestas sobre la circunferencia de la tabla, contienen los hilos que deben componer el cordon. El sétimo sale por un agujero hecho en el centro de la tabla,.. y recibe sucesivamente cada uno de los hilos de las canillas. Esta máquina fabrica 250 á 300 metros de cable por hora, teniendo en cuenta las paradas para soldar. Es muy importante que las soldaduras no se hallen todas en el mismo sitio, á fin de no aum~ntar el grueso del alma del Ca·

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ble, que perjudicaría á la aplicacion por igual de la capa aisladora. 0'ltbie'rta aistadora.-Para formar la cubierta aisladora se ha usado primero, como hemos Jicho, el cautchouc, que posee una gran fuet·za aisladora, pero se descomporle en el agua, y debemos añadir que se ablanda por el no interrumpido contacto con el cobre. Ha sido, pues, preciso reemplazarlo pot·la gutta-percha. Esta materia se conserva indefinidamente, como lo ha probado el exámen de frag·mentos de cables puestos á seco despues de haber permanecido durante algunos años en el fon· do del mar. La gutta-percha es, pues, la única sustancia empleada para formar la cubierta aisladora de los cables submarinos. Solamente es muy importante purifi· carla con el mayor cuidado y aplicarla por capas iguales. Como nuestra idea no es más que exponer liget·amente los medios empleados en la telegrafía submarina, nos abstendt·emos de hablar aquí de otras composiciones ai::~ladoras usadas, sobre todo en Inglaterra, como auxiliares de la guttapercha. Revestim_iento ea;terio'l'. - La cubierta aisladora se deteriorada con el más leve motivo si no estuviese suficientemente pt•oteg-ida contra la accion de las causas exteriores. El medio de defensa consiste en ~nvolverla con espirales de alambre. Es necesario solamente interponer entre el atma del cable y su armadura protectora una materia dA suficiente elasticidad, destinada á formar una especie de colchan entre estas dos partes. El cáñamo, y sobre todo el cáñamo de la India, es la sustancia destinada á formar ese colchan elástico. Despues de este segundo revestimiento se pone la armadura de alambre. Para formar esta armadura, destinada á dar resistencia al conjunto, se emplea un cierto número de alambres de diferentes gruesos. Esos hilos se enrollan en espiral alrededor del alma del cable, despues de haberlos préviamente bañado en zinc, para preservarlos del moho. Sin embargo, á pesar de la última precaucion, la armadura de los cables sub-

marinos acabaria por oxidarse y deteriorarse. Dos medios se probaron para dar más resistencia á la armadura sin rupnen· tar mucho su diámetro ni su peso específico. El primer medio consistió en reunir en cordon unos alambres pequeños y en enrollar esos cordones all·ededor del cable; el seg·undo en envolver de cáñamo embreado cada uno de los alambres que componen la armadura. La parte del cable que toca la orilla debe estar más sólidamente defendida que la que debe descansar por completo en el mar. Para el cable de la costa los alambres de la armadura tienen de 6 á 7 milímetros. En efecto, fácilmente se compren· de que esta parte, expuesta á las anclas de los barcos, á las corrientes' y á las mareas, debe presentar una resistencia mayor que la del resto del cable. A más de 20 metros de profundidad, las mareas y las corrientes no se dejan sentir. Lo único que hay que temer son las materias que pueden atacar químicamente el cobre y causar su pronta destruccion. Tambienes necesario preservar el conduc· tor de los ataques de animales agujerea- . dores y de los depósitos de conchas, que son un obstáculo tan grande para levantar los cables. Una capa de pintura, mezclAda con una materia tóxica, ha dado en Inglaterra muy buenos resultados.

Ensayos de Za 'l'esistencia det cabZe.--El terreno, en el fondo del mar, presenta las mismas desigualdades que en la tierra. Existen debajo de los mares, como en la superficie del globo, altas montañas y valles profundos. Algunas veces el conductor depositado en el mnr no coge exactamente las formas del terreno; quédase á menudo suspendido entre dos eminencias, por cima de un valle submarino, como un puente. Es, pues, necesario conocer el grado de resistencia de un cable despues de su fa-· bricacion. Debemos añadir que, en caso de accidente, se debe poder parar el hilaje del cable, y hasta levantarlo. Entonces la tension que experimenta, por el solo liecho de su propio peso, es considerable, é importa mucho que pueda resistir el peso dg una ~

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longitud bastantegrandedesupropiacontinuidad. Todo el cable debe resi:;tir, sin romperse, su propio peso, pot· las mayores profundidades del trayecto. Para probar la resistencia de un cable se usa una máquina, imaginada por Monsieur Siemens. En una de las extt·emidades fte un madero hay una chapu de hierro encorvada y provista de un gancho, al que se sujeta el cable que se ha ue probar. En la otra extremidad de este madero está fi . jado el punto de apoyo de una palanca encorvada; uno de sus brazos sostiene un platillo, y el otro un gancho destinado á snjetar el cable. Pm·a medit· la resistencia clel cable se colocan pesos en el plato de esa báscula. Se mide la tension del cable por medio de una escala dispuesta paralela al cable. Para hacer la experiencia se empieza por colocar un pequeño peso en el platillo, á fin de tender el cable; en segui.da se ajusta la escala, y se aiiaden sucesivamente pesoa, observando al mismo tiempo la tension sobre la escala. Segun la proporcion que existe entre los dos brazos de la palanca de ei!a romana, los pesos añadidos representan la décima parte de la fuerza aguantada por el cable. Cuando el cable ha t•esistido esta prueba, y que goza de la resistencia creida necesaria, se almacena, para conservarlo hasta e! momento de su inmersion. Como la g·utta-percha se conserva perfectamente en el agua, el meJor medio para asegurar la conservacion del cable es tenerlo en agua como un sér acuático . Se coloca, pues, en cuanto está concluido, en depósitos llenos de agua, teniendo cuídado de mantener siempre la temperatura á 30 grados centigrados. J}[étodo de innte?'Sion.--Cuando se inmerge un cable entre dos puntos lejanos, el trazado, es decir, el camino que debe seguir el navio para desenrollar el cable en los puntos que han sido fijados como trayecto de la línea telegráfica, es de la mayor importancia. Es necesario escoger puntos de recalada que no estén en el paso de los buques, y que el cable pueda per, manecer enter.rado en la arena, en donde

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se hallará preservado de las ánclas de los barcos y del roce causa :lo por la agitacion de las olas. Es necesario tambt3n evitar, en las profundidades del mar, lus fondos pedregosos, 6 esos cuya composicion quimica pucliera producit· la rápida destruccion de la at•madura: eso suce.1e en la pro· xi:niclad de los terrenos volcánicos, que exhalan hidrógeuo snlfut·udo. Antes de la inmersion se debe sondar aten tu mente para conocer bien la naturaleza del fondo del mar en toja la cxtensiou de la futura linea submarina.

Instalacion del cable á oo?·do del navto. -Cuando nos ocupemos del cable tntsa.tlántico daremos algunos detalles sobre la instalacion de un cable á bnrdo de uo navío. Diremos aquí tan solo que es pt·eciso proceñer con mucho cuidado á la operacion, que consiste en enrollar el cable en la cala de un buque. Cada e$piral debe estar sujeta con correas 6 h·ozos de ruaJera, que se quitarán conforme el cable vaya cayendo al mar. Algunas veces, en el m omento de la inmersion, se forman o u <.lo&, cuando el cable se sumerge sin haber estado sometido á un prévio desarrollo. Inmersion.-Unos cuantos hombt•es re. . unidos sobre el cable, cogen cada espir&. y la dejan correr, con teniéndola ligeramente para tendel'la, mientras que ott·os qui· tan con cuidado las amart·as do las vueltas siguientes. De ahí, el cable entra en , un freno que lo contiene apt•etándolo ·de una manera variable. Pasa en seguida bajo el dinamómetro, esto es, bajo una palanca que sostiene algunos pesos, los cuales dán la medida de la masa total de movimiento de que está animado. Se enrolla en seguí, da sobre una 6 más poleas fijadas por fue- ra de la popa del buque, y cae en fin al mar á medida que el barco adelanta. Un contador, es decir, unapequeñaruedaprovista de una aguja y de un cuadrante puesto sobre uno de los t.nmbores mide la rapidez del desarrollo. Para que un cable submarino tenga probabi1idades de duracion, debe deseansar en el fondo y no sobre las puntas de las rocas que dominan los valles submarinos, donde se encontraría expuesto, por

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efecto de su propio peso, á una tension continua. Se puede poner el cable siempl.'e en el fonrlo y no P.ntre dos eminencias de rocas, combmando la rapidez del buque con la resistencia de los frenos, siguiendo cuidadosamente las variaciones del terreno, lo que se pnede hacer considerando el perfil del fondo del mar, que debe conocer~:~e de antemano. Es necesario tomar siempre una longitud de cable superior á la de la linea. Este exceso de longitud varia de 25 á 50 por lOO. Un buque debe siempre prece'rler al que devana el cable, y trazarle el camino. En efecto, el qne contiene el cable no podria usm· su brúj nla á causa de las desviaciones que experimen tar·ia la aguja imantada á c0nsecuencia de la.atraccion ejercida por la gran masa de hierro de que está cargado. La. tension del cable durante la inmersion es tanto más considerable cuanto mayor es la celeridad. Por eso en los mares profundos, en donde las tensiones lle gan á ser enormes, esta celeridad no puede traspasar ciertos límites sin ocasionar la rotura del conductor. Por otra parte, la resistencia que opone el aparato para el

desarrollo, tiene por objeto dismint.ir el gasto del cable. Segun esto, resultadeJos cálculos de 1\fr. Airy que este gasto, siendo la resistencia la misma, es tanto menor cuañto más de prisa marcha el buque. Es necesario, pues, avanzar con una celeridad media (de 6 nudos, poco más 6 ménos), arreglando la resistencia de manera que el gasto del cable no traspase sensiblemen· te la longitud del camino reconido por el buque. S1 la tension llegase á aume'l!tar bruscamente seria necesario abrir los frenos; y por el contrario, disminuir la velocidad de la marcha del buque y apretar los frenos si este acrecentamiento fuese progresivo. El aparato de deva.nacion del cable debe tener una gran sensibilidad para. pouer prestarse á estas indicaciones y seguir los cambios bruscos de posicion del buque causados por la agitacion de las olas. Despues de esta idea general, no tendremos que entrar ya mAs en detalles técnicos particulares, y podremos referir sin interrupcion los interesantes episodios de la telegrafía submarina. V. S.

(Se c011tinuará.)

LITERATURA. FRAGMENTOS ESCOGIDOS (1).

El nido.-Arquitectura de los pájaros.

....

Tengo á mi lado, junto á la mesa en que escribo, una hermosa coleccion de nidos de los pájaros franceses que me ha facilitado un amigo. .Puedo, pues , apreciar, comprobar y acaso mejorar las descripciones de otros autores, en cuanto permitan los recursos de estilo, harto limitados por desg racia, dar idea de un arte muy especial, y ménos semejante á los demás de lo que á primera vista parece. Con efecto, tratándose de este arte, no hay medio de reemplazar ~on ningun dato á la contemplacion los objetos:

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hay que ver y tocar, de cuyo modo se comprende bien que todl\ comparaciones inexacta y falsa. Estas cosas pertenecen á un mundo distinto del nuestro. ¿Deben llamárselas inferiores ó su1'eriores á las obras humanas? En n uestro sentir, de ninguna de estas maneras. Debe tenérselas por esencialmente distintas, y no verlas enlazadas á. los trabajos humanos más que con relaciones exteriores. Ante todo, hay que recordar que en este encantadot· objeto, más delicado de lo que se puede expresar, todo lo ha hecho el arte, la destreza, el cálculo. Los materiales son muy-rústicos eq

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Los Conocimientos útiles. la mayor parte de los casos, y casi nunca corresponden á los deseos del artista: los instrumentos presentan tambien muchos defectos. El pájaro no cuenta con la mano de la ard1lla, ni con los dientes del castor; no tiene mas que el pico y la pata {la cual está muy léjos de ser una mano); parece, pues, que la coustruccion del nido debía ser para las avecillas un problema insoluble. La mayor parte de los que yo tengo á la vístase hallan formados con un tejido ó entrelazado de musgos, de ramitas flt:x.•bles ó de largos fl.laruentos vegetales; pero mas que<ll tejido parecen debe•· su fuerza y su forma á la condensacion; son , por decirlo así, una e:specie de fienro compuesto con materiales diver;:;os, ¡oezclados, uniuos, pegudos unos con ot•·os á fuerza de pe1·severancia y de afanes; arte muy tt·ubajoso, operacion energica, pura la cual no bastan n i el pico ni lo. p:lta del pájaro; el ins trumento que más se empleu es, en efecto, el ÚJismo cuerpo del ave, su pecho, con el cual em)uja y apl'ieta los materiales ht~stu que logra tncerlos del todo flexibles, hasta que consit:l'ue. enlazarlos y sujetarlos a la obra total. El cuerpo del pájaro es tambien el molde que impone al nido po1· la purte interior su forma circula•·· A fuerza de dut· vueltas allí dentro oprimiendo el nido en todas direcciones, llega la avecilla á formar el codiciado círculo . La casa. pues, es la persona misma; representa, simboliza y encierra sus fuerzas, sus afanes. mejor dicho, sus sufrimientos. :::lolo se obtiene la morada oprimiendo el pecho constantemente; quizas no hay entre aquellas yerbecillas y filamentos uno solo que no haya sido aprdtado y empujado mil veces antes de encorva•·se y ae pe•·manec<Jr encor·vado con el seno, con el corazon, con los órganos más sensibles, causando sin la menor· duda una perturbacion en la respiracion y á veces palpitaciones. ¡Cuán distinta es la casa del cuadrúpedo! Nace este vestiuo; no necee:lta nido: por eso los €J. ue edifican 6 cavan trabajan más bien para si que pura s us hijos. La marmota es un minero que perfora con ha bilitlad el subterraneo oulicuo que la preserva de los vientos del invierno. La ardilla construye con diestra mano la torrecilla que la pone á S!\lvo de la lluvia. El custor, el gran ingeniero de los lagos, prevé las crecidas y edifica varios pisos á los cuales va subiendo segun la necesidad ó el gusto se lo indican: todos ellos obran para el individuo: el pajaro construye para la familia. Cuando estaba libre vivía sin cuidndo entre el abierto follaje, casi á merced de sus enemigos; pero así que deja de vivir solo, la maternidad que preve y que espera con ánsin, le convierte en artista. El autor, pues, solo el amor, crea Jo,; nidos. Estn obra, por lo tunto, se halla impregnada de pasion, de una pasion singular y perseverante; deacubre en todas sus partes extraordinaria fuerza de voluntuu . Para comprenderlo y para sentirlo bien, lo mejor que puede hacerse es recordar que estas habitaciones no parten como las nue::.tras de un armnzon, de un esqueleto que determina el plan y lo tija, sosteniendo y regularizanao el trabajo. El ¡)lún en tales obras es el urtista mismo, y lo es hasta el punto de que si u armadu1·a ni apoyo previo, el buque acreo :>e con.;truye pieza por pieza, no

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hab!endo entre ellas ninguna que perturbe el conJunto. Todas llegun á t1empo, y se colocan simétricamente, con perfecta a•·mon•a ; cosa, en verdad, inmensamente dtf1cil existiendo tal falta de instrumentos, siendo nllccsarios tales esfuerzos de pecho para concenLrar y prep!lrnr como un llélt.o distintas muterius. La hembra no conllu al macho ninguna ue estas operaciones, pero lo utiliza como pro,·eeJor. El macho va, pues, ú buscar matt-riales· ye::r~as, 1nus¡;os, ruices ó l'IHOltas; pero la ope~ rac10n pr·esenta mayores dificultades cuando se termina lo ex.te•·io1· y hay que ocuparse de lo interior, del lel:llO, del mJbilial'io. P•·eciso es ent?nce~ t~ner m u y en cueu tu que uq uella cama va a rec1bu· un huevo sumameute sensible al fl'io 1 y que todo punto de e:,te huevo que lle..,.ue á peruer el calor, protluclrá la muer·te de un; de lo:; m•emlJros del llijuelo. Hijuelo que además nacerá de;mudo. Su vientr·e ha de halhll':;e peg ado al de su madr e, y por lo tanto no t.iene que temer al frio; pe•·o su lomo, tumbien des¡..rovisto de plumfls, solo con lucawu puede contar para calentarse. La madre muestra en este punto una precaucion, una inquietud y unas exigencia:; que es ruuy difiCil satlsf'ucer Trae el marido una crin ó una cerda, y la parece maLeria. ~u y dura, que su lo puede servir lln -la parte de abaJO como colcbon elustico; trae cáiiamo v le parel:emuy frio, acul!ar.do por uu h(Jrnitir ma·.s que al~odon, lana, seda, ó el pelillo sedoso de C1e1·tas plantas, y mejor todavía su~ propias plumns, el vello más delicado que :>e arranca ella rui::.ma y va colocando bajo su cría. Es, en verdad, interesante contemplar ni macho cuando busca materiales con lrábil y furtiva solicitud. Teme que si le siguen con la vista aprendan el camillo de su nido, y muchas veces, si observa que le miran, da un rodeo para engaña•·· LuéJO :satisface los deseos de la ma dre con vuelos multiplicados é ing-eniosos. Ya sigue al rebuiio d.: ovejas para recoger un poco de lana, ya se posa en los col'rales par·a atrapat· las plumas caiuas á una gallinll. Llovasu atrevimiento hasta colocarse bajo el tejndillo de la g ranja espinudo el momento en que la labradora. deja su rueca, para lanzarse á ella y e:>capnr enriquecido con un hilo. Las colecciones de nidos son muy recientes y poco numerosM, poco ricas to.davía; sin embargo, la de P.tris y la de J1ouen, notalrle la una por :s u órc.len concienzudo y la otra por algunos ejemplares muy cu1·iosos, permiten ya distinguir· las v11ria8 industrias que producen la obra maestra llamada mdo. Respecto á la cronologia, al cresccm.to de estos trabajos, sólo puede utlrmnrse que no marcha partiendo de un arte parn llegar a otro, corno de la albaiiileria al tejido ó entrelazado, sino que se encierra dentro de cada arte, adelantando en él más y más los pájaros que á él se consagran, segun la inteligencia de las especies, las condiciones de los materiales y las exigenCias del clima. Las aves inferiores, como el manco y el penguino ó pájaro bobo, cuyos hijuelos saltan al mat· á poco de nuce1·, se contentan con hacer un agujero. El alJejaruco y la golondriua de m~r. que tienen que educar á sus pequciios, cavan en la tiel'l'u una ver·dadern llnbítaoion m uy proporcionada y uo enteru1neute ujena á.

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Los Oonodnlienlos ú.lilcs.

la geometría, amullblándola despues y nlfombrándola con materias flexibles y mullidas, sobre las cuales sienta. ol polluelo mucho menos la dureza y la frescura del húmedo suelo. Rntre los pájaros constructores, el flamenco erige en el barro una pirámide con objeto de separar sus huevos de la inundada tim·ra y luego incuba de pié, sosteniéndose sobre sus largas patas: se contenta, pues, con una construccion tosca, y por lo tanto no pasa de peon. g1 albañil completo, el verdadero maestro es lll golondrina, que cuelga su casa de las nuestras Pe•·o quizás la maravilla de este género está en el sorprendente tr·ubajo de carton que pro• <.lucen los tordo.>. Este nido que se halla siempre en pelig•·o. pues que no cúenta mns abrigo que la húmeda so mura de las viñas, es de mu::>go interiormente y, por lo tanto, no se descubr·e con facilidad entre el follaje; pero con.ternpladlo por dentro y encontrareis alli una copa admiral>le que ni po•· su pulimento ni pQr su brillo es muy infe•·ior al cristal, y en la cual casi podría uno mil·ar·se. El arte rústico propio de los bosques, la carpinterHJ, .Y la talla 6 escultura en madeca, presenta tambien su reptesentacion íntima entre los pájaros por medio del tucan, especie de pienza, cuyo pico es enorme, pero delgado y débil, pico-que sólo puede atacar á los árboles podri1 dos 6 agusana(!os; ya hemos vi-sto que el pico 6 pica-maderos tiene más medios y está mejor 1 armado; él es, pues, el verdadero carpinte1'o, .1 y cuando llega el amor, se eleva á escultOI' 1 La corporacion de los pnjaros que tejen 6 en· 1 lazan, tiene infinitos géueros 6 especies. Larga y trabajosa seda la taren de designa•· el.puoto de donde arranca sn progreso, J el paraJe que sirve de término á tan variada industria. Las aves acuáticas ó costeras hacen ya eotrelnzaJos, p¡,ro con poca habilidad. Realmente 1 no necesitan muchas precauciones, puesto qne la naturaleza las ha revestido de plumas uleosas ó grasientas, casi impenetrables, que las permiten pensar mimos en los elementos. Su arte principal consiste en la caza; todos los días son de ayuno para estos piscívoros pobremente alimentados y dominados por un estómago exigente. El tejido ó entrelazado muy elemental de lns garzas y de las cigüeñas aparece ya mejorado, aunque no mucho, por los cesteros ó trabajadores en mimbre que pueblan ciertos bosques, y entre los cuales figuran el grajo, el s isonte, el P.Htornino y el bubrelo. La familia de estas

aves es más numerosa y les impone mayo¡· trabajo. Preparan, pues, cimientos muy toscos, y encima de éstos colocan ya un cestillo más ó ménos elegante, un tejido de raíces y de leña menuda vigorosamente sujetas. La cistola (1) va entrelazando con delicadeza tres cañas cuyas hojas mezcladas á este tejido le crean una base móvi l y segura; el conjunto oscila á la vez que esta. base. El paro ó cid cuelga por una punta sn cuna á mane1·a de bolsillo, y encarga al viento que arrulle á su familia. El canario, el jilguero y el pinzon trabajan con habílidnd el fieltro. El último de estos tres pájaros es inquieto, desconfiado, y para precaverse, pega á su nido con mucho arte y c.on mucha habilidad líquenes blancos, formando así un est¡•ellndo 6 jas(?eado que desorienta al investigador, y le hace c1·eer que aquel nido pequeuo y encantador es un acciuente de la vegetacion, una cos!l fortuita y natural. Por lo demás, los traLujos del fieltro y de cola desempeñnn gran papel en las mismas obras de los pájaros tejedores. Con goma de los árboles consolida su casita el pájaro-mosca. Lamayoría de los pájat·os emplea para este fin la saliva . Algunos hay que agregan á esto el arte, para el qne ménos aptitud dió la naturaleza á sus Ól'ganos. Ex.i:>te, en efecto, un estornino americano que lle;;a á coser las hojas con su pico muy hábilmente; cosa extraña, en verdad; sutil invencion del amor. Entre los que enlazan mimbres y filamentos. ios hay qne no contentándose con el pico, tral.Jajan tamhien con el pié, y despues de preparar la cauenn,, la sujetan con la pata, mientras que el pico int¡·oduce la trama. A éstos, pue.-~ . puede y debe llamárselas ve1·daderos tejedores. En resúroen, la destreza no falta; al contt·ario, maravilla ver tanta;·lo que !'alta son instrumentos, pues todos ellos son muy poco á p¡·osito para la obra que han de realizar Casi todos los insectos tienen armas y utensilios que, en comparacion de las de los pájaros, resultan maravillosas. Los insectos son verdade1·os ob•·evos que nacen para t ales. El pájaro solo lo es en una época por la inspirncion del amor.

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(t) El au1or eAoribe ei.slole: hemos buscado e~la palabro en 1nuchos y m u• dislinlos diccion•>ios: ni Ucscherelle. ni Saint-Hilaire, ni Dominguez, ni Roisle, ni olro alguno de los varios que hemos regislrado la conuenc. TPmpnco ba poditlo orienurnns en es1cr·run1o algun clisunguulo nalnralisla e~ra· ñol n quien nos d~rigimos con tal objeto. Nos decidimos. pues, 6 traducir cJAtola, confe&tlodo humil· demente que no suhemos lo que es lu palabra nueva significa. (N. del T.)

á cargo de Francisco Roig, Ar oo de Sonta Maria, 39.

fUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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Núm. 11.

Los Conocimientos útiles.

MEDICINA PRÁCTICA. VENENOS.

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Triste y desconsoladora es por demás la historia de ese conjunto de sustancias que se llaman venenos. Víctimas y ruás víctimas; ct·ímenes horrendos y pasiones innobles; fatales cnsualidades; ódios, envidias, debilidade~ y desesperacion; t.odos esos males del espíritu sa'lpican de inevitflble y sombl'ia melanco· lía el bosquejo histórico que pueda hacerse de los venenos, de la intoxicacion y del envenenamiento. Onda página de la historia de la intoxicacion hace afluit· á los ojos una lágrima de pena; cada detalle histórico del envenenamiento biela el corazon en la fria realirlad de la miseria humana; cada veneno cuenta por pt·i_mera obra la agonía ó la muerte de una pobre víctima, blanco que fué de una desgraciada casualidad. ¡Ah! Ya en los tiempos fabulosos se des cubre el eE-~piritu del mal blandiendo el veneno como arma vengadora: ya la mitología denuncia á Anfítrite, mujer de Neptuno, envenenando las agnas de la fuente donde Scila, su rival, iba á bañarse; ya Hércules, furioso por la perfidia del centauro Neso, lo mata con una de sus flechas envenenadas; ya Circe, bija de Persis, envenena á su marido con un tósigo q ne ella sabia preparar. Ll'\ Siria y el Egipto nos presentan ejemplos abundantes de envenenamientos. En la Grecia, Sócrates, el profundo filósofo, el gran maestro, el que vislumbró la inmortalidad iel alma, muere envenenado por la cicuta. Entre los romanos, Locusta y Calpurneum se hacen célebres como envenenadores. En Italia, Lucrecia Borgia envenena á su padre para apagar así sus brutales apetitos. En la época actual, Alemania, Ingla- terra y Francia. presentan solo por sí un Mayo 15 do 1809.

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catálogo interminable de este género de crímenes. El conde Bocarm6 y el médico Conty de Lapommet•ais forman tristes notab-ilidades contemporáneas. El doctor Palmer adquiere renombt·e de criminal en In· glaterra: la Legado atcl'l'oriza á toda la Alemania con sus envcnamientos horribles. ¿,No desgaiTa tanta pen·ersidad a nidada en el sentimiento del hombre'? ¿,N o aflige el alma tanta víctima inmolada en aras de mezq uioos é insaciables instintos. ¡Oh! ¿,Si, como quería Galeno, deberá castigarse á quien descubra el veneno y no el contraveneno y el antídoto'? ¿Si será inhumano el generalizar el conocimiento de la toxicología, siendo así que los contt·avenenoe se cuentan en pequeiia escala'? Pueril preocupacion que ha tenido en paiiales la toxicología siglos y siglos; idea funesta que, como coercitiva é invencible potencia, ha retenido esta ciencia dentt·o de microscópicos limites. Hasta nuestros días no ha tomado latoxicología la representacion y rango que le corresponde entre las inst.ítuciones médicas. Impulsos intermitentes la han ido · perfeccionando poco á poco; los venenos han sido los objetos preferentemente estudiados. Pero á un compatriota y contemporáneo nuestro estaba reservada la gloria de crear la. filosofía de la intoxicacion. El sábio Dr. Pedro Mata es quien, en su inmortal y brillante obra JJJedicina y ci1·ugia legal, ha levantado, sobr·c cimientos sólidos y fuertes, la obra de la toxicología como ciencia: en ella se vé reflejar el génio profundamente filosófico del autor al lado de la universalidad de sus conocimientos: en sus páginas hay mucho de gloria para Es· paiia, que es pátria de ese insigne hombre TÓMO

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Fl!NDACIÓ~ -

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que tan alto ha puesto en Europa el pabe· llon de la medicina española. El estudio, pues, de los venenos recibe 1 en nuestra época el mismo influjo de la ñ· losofía que las demás ciencias médicas; se desenvuelve y progresA. al ritmo que estas; y las ciencias auxiliares y la química, sobt·e todo, la sut·ten de hechos que la obset·vacion y la ciencia fructifican y valora n. Pet·o esto pet·feccionamiento y adelanto incumbe pt·ocurarlo á muy pocos hombrei!; los demáil, agenos al estudio de la medici· na y Je la química, solo necesitan nociones e le mentales de que aprovecharse en la virla pa1·ticular; y para estos, y con tal objeto, van escritas las breves noticias que subsiguen. Llámase ve7M?to toda sustancia que, aplicada al in-terior 6 al exterior del cuerpo y á la dósis en que se emplee, es capaz de producir la muerte ó un gran trastorno en la salud, determinando bajo ciertas condiciones fenómenos físicos y químicos incompatibles con el estado fisiológico. Los venenos se diferencian de los alimentos en que estos dan al cuerpo materías asimilables y nutl'iticias sin alterar naturalmente el estado de salud, y de los mediCamentos en que, en las condiciones en que se los pl'escribe (en estado de enfermedad), p1·oducen efectos saludables y ' curati 'los, y los venenos a l contrario. Los miasmas y los virus son una especie · de venenos; pero esta última palabra es de acepcion más lata, ménos concreta: todo miasma y virus es un veneno, pero no todo veneno ha de ser necesariamente un virus ó un miasma. Las enfermedades que producen los venenos se llaman into:cicaciones, y cuando la intoxicacion ha sido intencionada se llama envenenam,iento. Así, por ejemplo, uno hace uso, sin saberlo, de una planta venenosa, y al efecto se llamará intoxicacien¡ pero esa misma planta la toma á sabiendns para suicidarse, ó la dá á otro con intencion de provocarle la muerte, y entonces el envenenamiento está caracterizado.

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de justicia nada tienen que ver con lasinto· xicacioncs, sino con los envenenamientos, pues aquellas son siempre involuntarias. Las intoxicaciones y los envenenamien· tos reciben distintas denominaciones segun las circunstancias; simples, cuando son producidos pot· un solo ven~no; compttestos, cuando P' r dos ó más, y completcos cuando se les agrega alguna otra sus· tancia no tóxica. In toxicacion anin~al, ve,r¡etaló mine?·at, segun el reino de donde proceda el veneno; leve, g?·ave ó mO?·tal, teniendo en cuenta lo comprometida que se halle la vida , etc. Los venenos se di video, a tendiendo á su procedencia, en m inerales, vegetales y animales; pet·o la nosología moderna arlmite como más plausible y filosófica una clasificacion basada en la analogía de accion sobre la economía, siu preocuparse del reino á que pertenezcan : con este espíritu, Orfila ha dividido los venenos en Í?'?·itantes, narcóticos, na'l·cóticos·aC?·es, y sépticos ó pztt?·ejacientes. Los irritantes (fósforo, ácido arsénico, estaño, etc.,) se anuncian en sn accion con todos los fenómenos de la infiamacion más intensa. Dolores fuertes de vientre, sed insoportable, vómitos sanguinolentos y negruzcos, ardor en las fáuces, diarrea de materias sanguinolentas y parduzcas, sobreexcitacion general, hipo, eruptos fétidos, dificultad para orinar, angustia y ansiedad considerables, trastorno de las ' facultades intelectuales algunas veces, y casi siempre la muerte. Los venenos narcóticos ( ópio, morfina, etc.,) determinan diverso cuadro sin· temático, segun la organizacion sobre que obran y otras condiciones: t>n unas ocasiones producen desde el primer momento un mal estar vago, insidioso; debilidad, lang,uidez, embotamiento, soñoliencia, y muy luego un profundo estupor y la muerte: en otr·as aparecen primero síntomas de sobr ecxcitacion, como dolores violentos, insoportfl bies; imaginacion exaltada, vértigos, desmayos. dP.lirio alto, alegre ó furioso, y más tarde par.álisis parciales, flojednd, tlecaimiento , sueño tetárgico, in-

De lo dich:~~dertuce que los :ribo~=-=~:~ : : __ _ _ _

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fUNDACIÓN

JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos útiles.

Los narcóticos.acres (cicuta, bongos, es trigniua, etc.), aunque con propiedades imperfectamente dete¡•mioarlas, se estudian bien, considerándolos como capaces de producü· efectos irritantes y narcóticos. Los venenos sépticos son los miasmas, los virus y lHs ponzoñas. Hay de dos especies, á sabe1·: gaseosos y líquidos, que proceden de animales venenosos. Los sépticos g·aseo.;os producen muerte á veces instantánea; ott·as, y es lo má~ co· mun, suspension momentánea de las funciones dela vida, en cuyo caso hay laxitud general, abatimiento profundo, imposibiliuad de ejecutar movimientos, respiracion lenta, difícil, debilidad del pulso, síncope. Si el ejercicio de las funciones se restablece, los enfermos se resienten por largo tiempo de una extremada debilidad. En los sépticos líquidos la parte herida por el animal venenoso es sitio de un dolor agudo, aumenta de volúmen y se pone roja ó lívida. La tumefaccion se vá exten· diendo hácia las partes circunvecinas, sobrevienen náuseas, vómitos, síncopes, movimientos convulsivos, y por último, la muerte á consecuencia de la absorcion . Los venenos pueden intt·oducirse en el cuerpo humano, ó por la piel, por heridas, ó bien por las aberturas naturales, como las narices, la boca, etc.: obran ya por contacto, ya por absoi·cion. Todo veneno que pbr e por la piel y por el tejido celulat· es susceptible de ser absorbido. En este caso se encuentran el arsénico, el sublimado, el opio, el emético, etc. En la coleccion periótlica de la Sociedad de Medicina de París se lee que una muger se aplicó á la cabeza una pomada arsenical para matar ¡ms piojos y se enveuenó. Etmutlero ha referido una porcion de casos en que las fricciones con ungüentos arsenicales han producido g raves trastornos y hasta la muerte. Los autores citan el caso de una señora que se envenenó por medio de un emplasto de sublimado corrosivo que un chadatan le aconsejó se aplicara á un tun;wr caneeroso ue un pecho.

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La absorcioo de las sustancias veoenosas por la piel está. som.!tida á ciertas circunstancias que la retardan ó favorecen. Es favorecida: 1.° Cuando la piel está desprovista de epidermis. 2.° Cuando se aplica sobre el trayecto de los vasos linfáticos. 3.° Cuando el veneno estú. dit~uelto. Todos los puntos de las membt·anas m u· cosas pueden ser vías de envenenamiento. Algunos, sin embargo, no lo son, sino en cuanto el veneno es absorbido. En este caso se encuentran las que tapizan caviJades que t.ienen comunicacion con el aire atmosférico. Un11 gota de áciuo ci.mhidt·ico eo la con· juntiva (1) mata á un pel'l'o. La pasta arsenical de fray Cosme, aplicada á los labios cancerosos, ha produciuo mas de una vez los fenómenos del e o venenamien to. El tabaco con mezcla de sustancias opiadas ha pt·oducido el narcotismo. En el JJiario ge· neral de Medicina (1~16) se lee un caso de una mujer de 40 años envenenada por su marido, el cual, en el acto de gozar de sus derechos matrimoniales, le introdujo en la vagina cierta cantidad de a rsénico. En las actas de la Sociedad de Medicina de Copenhague se encuentra ~.:onsignado otro caso análogo . Un aldeano había mue¡·. to, por igual medio, á tres mujeres con quienes se había casado sucesivamente. Laúltima, que babia sido su cómplice pa1·a matar á la segunda, le denunció cuando se vió atacada. Habiendo dejado dudas este caso, se hicieron experimentos en yeguas, iutroduciendo media onza de ácido arsenioso en su vagina; media hora despues laintoxi::acion se declaró en aquellos animales, y los que no fueron asistidos, pere· cieron. Es sabido que hay sintomas de envenenamiento muchas veces á consecuencia del empleo de lavativas tle tabaco con el objeto de reducir las bérnias. Asley Cooper refiere muchos ejemplos. El conde de Labouruonaire pereció víc· (1) Membrann mucosa que une el globo del ojo illos párpados.

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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y~6__4__________~_____L_o__s __C1_o_n__oc__i_rn__ie_n__lo__s_u_·_t_il_es__.______~------------- ~ tima de una lavativa de agua fuecte. Anglada dice que un criado mató á su ama dándola una lavativa de arsénico en disolucion. Las asfixias por gases deletéreos son en· venenamieutos por absorcion, verificada por membranas mucosas. El desdichado Gehlen se envenenó preparando &investígando la accion recíproca del arsénico so· bre la potasa: desprendióse un poco de hi· dt·ógeno arseniado, lo respil•ó, y al cabo de unos cuantos días sucumbió entre los más atroces sufdmientos. Venenos hay que, sin ser absorbidos irri· tan la mucosa gástrica é intestinal, haciendo entrar en reaccion el sistema nervioso y desarrollándose altet·aciones graves, capaces de dar la muerte. El tejido celular es una via rápida de intoxicacion; por esta las. llagas y las heridas abren puerta franca á los venenos. Es tanta la rapidez de estos por dicha via, que Orfila no ha vacilado en asegurar que aventaja mucho á la gástrica. Venenos hay inofensivos por la piel y las mucosas, más apenas alcanzan al tejido celular su accion mortal es rápida. En este caso se encuentra el veneno de la víbora. Mead, Fontane y Mangils han probado que se puede beber inpunemente.Asegúraseque los salvajes beben el veneno con que e mponzouan sus flechas. Coindet pretende que los perros pueden tragarse la espuma de animales rabiosos sin que les afecte la hidt•ofobia. Así se explica el efecto mor tífero de las flechas de los salvajes; in.troducido inmediatamente en la masa de la sangre el jugo venenoso de que está su punta impregnada, el efecto es mortal. Asi se concibe tambien cómo resultaron accidentes graves en ciertoa buques ingleses, para cuya construccion se empleó maderaje empapado en una disolucion de ácido arsénico á fin de matar los gusanos. Las heridas más ligeras causadas_por astillas eran seguidas de accidentes graves. Hay que observar que algunos venenos de los que obran cuandu absorbidos, no dejan impresion alguna en el punto por donde lo fueron; al paso que otr.os, al con·~ trario, imprimen tambien en ei punto del

órgano que los absorbe sello particular. Encuéntranse en el primer caso el ópio y el ácido prúsico, y en el segundo el sublimado y el ácido arsenioso. Es tambien digna de notar la diferencía que cabe entre algunos venenos con respecto á la rapidez de la absorcion. Más adelante hemos indicado ya tres condiciones que la favorecían; pero la rapidez á que hacemos aquí referencia parece independiente de dichas circunstancias. El ácido cianhídrico obra con una rapidez espantosa; el oxálico tambien, aunque no tanto. Sin embargo, la naturaleza del veneno, su estado y la naturaleza de la superficie absorbente entran por m uchq tiempo en la rapidez de este fenómeno. Hay un gran número de circunstancias capaces de mo_clificar la accion de los venenos. Es curioso conocer algunas, y vamos á citar las siguientes: 1.n El lugar en que el veneno se aplica. 2.n La cantidad del veneno. 3.n El estado de cohesion de la sustancia venenosa. 4.n El vehículo en que se administra. 5.n El estado de vacuidad ó de plenitud del estómago. 6.n La facilidadó dificultad del vómito. 7.n El estadode saludódeenfermedad. s.n El hábito. g,n El volúmen del animal. Segun el lugar en que se aplica un veneno, puede dejar de serlo; si es de los que sólo obran siendo absorbidos, aplicado á la piel con epidermis, obraráJLmucho ménos que si la piel estuviese desprovista del mismo, y mucho ménos aun que si estuviera aplicado al tejido- celular, membranas serosas, mucosas y yenas. Es evidente que una corta cantidad de veneno puede ser soportada sin que cause la muerte, y tal vez ningun estrago; acaso sólo obra localmente y poco, y si es absorbid o no produce más que una accion pálida: en este caso suele ser remedio. A dósis más fuertes, la muerte sobreviene más ó ménos rápidamente, segun cual sea el esceso de ellas. Así unos individuos muet'Wl Je repente á los pocos instantes; otros tardan algunos días, ó tal vez se curan. ~

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Cuanto más disuelto está. un veneno, mayor es su acti'7idad. La morfina, por ejemplo, al estado sólido, puede darse en alta dósis á un animal sin matarlo; disuélvase en aceite ó alcohol, la menor can tidad ~e hace mortal. El alcanfor en .fragmentos inflama el estómago; disuelto, provoca el tétanos. Los venenos gaseosos son tan ejecutivos por su extremada division de las moléculas. Como son venenos que obran por absorcion, es evidente que cuan· to más favorable sea para esta el estado del veneno, más se ha de absorber . Segun cual sea el veiVcnlo en que se dá un veneno, es más activo 6 se neutraliza; si aumenta la disolucion, es más activo; si entra en combinacion con él, le vuelve inocente ó incapaz de dañar. Dar sublimado corrosivo en tortilla ya no es veneno; La albúmina. ó "clara del huevo se combina con él y le hace perder su facultad vene· nosa. Mezclado el emético con un cocimiento de quina se hace inofensivo; la piedra infernal mezclada con la sal comuo, la manteca de antimonio, unida con liquides vegetales, pierden sus virtudes ponzoñosas. • Seg-un como se encuentra el estómago, el veneno produce más ó ménos efecto. En ayunas ó en estado de vacuidad, el veneno, tanto químico como vital, es más acti. vo. Asi se han visto casos de envenenamient.o por alg-un manjar emponzoñado que no ha causado la mue1·te de los que habían comido de él en mayor cantidad, aunque otro:;, que habían comido ménos, perecieron. Es que los primeros habían coroido mucho de otros platos. Si el veneno se ha introducido por la boca, y es de los que obran siendo absorbidos, cuanto más fl~cil sea el vómito, me· o ores serán los efectos de la intoxicacion. Un gato y un raton son difíciles de envenenar por la facilidad con que vomitan. Estando sano, ciertas sustancias produ. ceo un efecto muy diverso de cuando se está enfermo. Dominando en la economia alguna enfermedad, se soporta mucha mayor cantidad de un medicamento enérgi· co, que gozando de completa salud. Entre uua multitud considerable de hechos que

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poirían citarse en comprobacion de estas verdades, porlremos mentar el de Duncan Steward, médico de Edimburgo, el cual daba á una enferma cada media hora dos granos de ópio para com batil'le un tétano. Luego que el estado convulsivo cesaba, la enferma no pod1a tomar dos granos al dia sin experimentar dolot· <le cabeza y vé1·tigos. Una seiTorita, afectada de una tisis be· reditaria, tomó por equivocacion dos onzas de polvos de cantáridas; un poco de calor en la gargan to. y algu nol:l ardores a 1 orinar fué todo lo que sintió. Su heruuluita, que estaba gozando de la mejM salud, para alentarla á que tomara aquella me· dicina le dió el ejemplo t1·agaudo un poquito, lo que putlo coger con uos dedos, y sucumb16 bajo el influjo de los más violentos síntomas. El hábito puede influir en que no sean tan ejecutivos los efectos de ciertos venenos; sin embargo, son muy limitados los efectos del hábito, ó, por mejor decir, los :venenos, á cuya accion puede acostum-· brarse el hombre. Los Mitritlates andan escasos. Concibese, esto no obstante, que puede un individuo acostumbrarse á. tomar un veneno de los que Ang·lada llama vitales, pel·o nunca que tome impunemen· te ninguno de los venenos químicos. Para estos no hay Mbito que valga. Lo mismo producen la primera vez que siemp1·e. Sin embargo, citaose casos excepcionales de esta regla. Delile habia conocido en Nuev:a-York á un individuo que tomaba todos los dias una dracma de sublimado corrosivo, como excitante de las fuerzas digestivas . Acaso haya algo de exngeracion en el hecho; sin embargo, está apoyado por autoridades que le dan alguna autenticidad. El volúmen del animal parece que ejeree alguna influencia, lo cual podría tal vez alegar.se á favor de la sensibilidad, si se probase que á mayor volúmen ménos sentimiento; lo cual, aun cuando fuestl ley, no dejaría de tener notables excepciones. En 1820, en Ginebra, el propietario de un elefante que se insurreccionó, acosado por el orgasmo primaveral, se vió obligado á matarle por no comprometer la tranquili~ ~

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dad pública. Primero trató de envenenarle, y se le dieron tres onzas de ácido hidroció.nico, mezclado con diez onzas de aguardiente, y no hubo efecto alguno. Se tentó entonces envenenarle con tres onzas de ácido arsénico, molido con azúcar y miel, y tampoco dió ning~n efecto. Vién· dole inaccesible á la accion de estos terribles venenos, se acudió á un arma de fuego. ¿,(~uién sabe si habia en esto algo más que el volúmen clel animal? A tendi.:la lá cantidad a que es mortal el ácido hidrociánico y el arsénico, no hay proporcion entre el volúmen del elefante y las t1·es onzas del ácido ó del arsénico que se le die¡·on'. ¿Sucedería con el elefante lo que sucede con otros animales que comen impunemente sustancias venenosas para otros? El phelandr·ium aquaticum es mortai para los caballos y sin accion sobre los bueyes. El doronicum mata á los pet·ros y engorda á. las cabras, alondras y golom:lrinas. Los caballos comen el acónito, y los lobos si le comen , mueren; los cerdos comen la raiz del beleño . Otros muchos ejemplos pudiéran:os citar. Sin embargo, confesemos que el volúmen del animal debe influir·, uo solo por el volúmen, sino po1· otras condiciones á él inherentes. Se· gun observacion de Gothier, profesor en la escuela de veterinaria de Lyon, los ca· ballos, los mulos y los borricps soportan cantidades crecidas de veneno. Hay una razon fisica; cuanto mayor sea el volúmen del animal, más materia se necesita para pl'Oducír en él los mismos efectos que á un animal pequeño. Un niño se envenenará con ménos veneno que un adulto. Algunos autores han suscitado la duda de si un mismo veneno podria neutralizar· se á sí mismo en varias tomas. Sícora cita un caso en que una mujer envenenada por el arsénico estaba sufriendo los dolores más atr(Jces. Su marido, para ag_abar con ella, la dió otra toma de arsénico en una tisana, y la mujer se alivió y salvó. Zachías opinaba que esto podia tener lugar, y algunos otro!! autores han tratado de explicar ingeniosamente la misma opinion. Sin embargo, seg.un las ideas de

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los modernos toxicólogos, semej8tllte fenómeno no puede tener lugar. Que un veneno sea contraveneno de o~ro es muy comun; que un veneno en cierta dósis ó repitiéndola se haga contraveneno de sí mismo, no se cree. Adviértase, no obstante, que hay medicamentos de efecto diverso segun las dósis á. que se dan . El emético es uno de estos: adviértase tambien que segun el estado morboso 6 de salud hemos dicho que los venenos podían causar fenó menos diferentes. E l tratamiento en la intox.icacion se for· mula con bastante clar·idad en cuatro indicaciones fundamentales: V' Dar el contraveneno. 2." Expulsar el veneno . 3." Propinar el antídoto. 4." Establece!' el conver.iente plan curativo. Se llaman cant7·a1)enenos aquellas sustancias que, combinadas con 1os venenos, dan por último resultado un compuesto inofens1vo. Para que una sustancia pueda ser considerada como contra veneno, necesita reunir las siguientes circunstancias : 1." Que sea capaz de entrar, en combi- • nacion con el veneno á la temperatura del estómago, ó de ~ombatil" sus efectos sobre el sist ~ ma: nervioso. 2." Que no sea un veneno por si misma ni dé lugar con su combina:cion á u.n compuesto igualmente daj'ioso. 3." Que obre instantáneamente puesta en contacto con el veneno. 4.a. Que pued.a obrar sobre el veneno, tanto al estado líquido como al estado só1ido. Hoy dia, desgraciadamente , son m u y pocos los contravenenos que se conocen; sin embargo, se prestan á. indicaciones ge· nerales. Los álcalia, por ejemplo (potasa, sosa, etc.), son contravenenos de los ácidos: los á.cidos (cítrico, acético, sulfúrico, etc.) de los álcalis. De las ¡:¡a.les metálicas (sulfato .de cobre, de zinc, acetato, subacetato, óxi· do y teutóxido Je plomo, etc.) la albúmi· na ; del ópio y sus sales, de los hongos, de los prepa1·ados de antimonio, la ratania y

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Los Conocimientos útiles. el tanino (uno ó dos granos en un vaso de agua); del ácido cat·bónico, el cloro, ex parciéndole en la atmósfera, ó el agua elorada, empapando en ella un pañito ó una piedra de azúcar que se coloca en la boca. Es preciso advertir que hasta los más eficaces contravenenos vienen á ser á menudo inútiles. Hay una porcion de circunstancias que los hacen tales. Por ejemplo: 1. 0 El méclico pnede ser llamado de masiado tar·de. 2.0 La sustancia puede ser de las corro· sivas ó destt·uctoras del tejillo, y, por lo mismo, rara vez se llega á tiempo. 3.0 Muy á menudo la dósis del veneno es tan fuerte que, para obra¡• el contraveneno, debería ser dado en cantidad exorbitante, y no la quieren tomar ó no pueden los infelices envenenados. 4.0 Muchos venenos á menurlo emp~ea­ dos son insolubles; los individuos los toman en polvo grueso ó á pedazos, y, por lo mismo, que no está disuelto, el contraveneno no puede obrar con tanta eficacia. Inmediatamente despues de propinado el contraveneno, ó antes, si no se conoce, debe recurril·se á la medicacion vomitiva: no importa qne los sin tomas de la in toxicacion empiecen á manifestarse, pues, como ya dejamos dicho, puede obra!' el veneno, desde el estómago, sin absorberse, por simple contacto. La hipecacuana, el tártat·o emético y el sulfato de zinc son los eméticos que más g-eneralmente se administran : la hipecacuaoa, nn escrúpulo (24 granos) en tres porciones iguales, dando cada una cada cuarto de hora; el tártaro emético, un gra· no en tres onzas de agua, para tomar á cucharadas cada cuarto de hora; y el sulfato de únc, 8 ó lO g ranos en cuatro onzas de agua. Si el veneno produce naturalmente náu·

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seas y conatos de vómito, el cocimiento de altea ó de violeta basta para facilitar la expulsion. U na vez absorbido el veneno, el contra· veneno y los eméticos son infructuosos, y hay que apelar al antídoto. Antidoto es todo cuerpo que obra sobre el >eoeno, despues de absol'bido, y sobre los compuestos que haya formndo, neutralizando su accion y los efectos consiguien· tes. De manera que el antidoto obra en contra de la intoxil:acion ya deter minada, y el contraveneno la evita, destruyendo, antes de absorberse, las propiedatles del veneno. Los antídotos son ménos conocidos que los contravenenos, y no se acomodan, como estos, á una exposicion gene1·al, Cada antídoto lo es solo de una intoxicacion, y dos intoxicaciones no tianen un mismo antídoto. El antídoto del ópio es el café ; de los hongos el éter sulfúrico, dado solo ó con alguna agua; de las ca ntáridas el alcanfor; de las sales de cobre el azúcar, etc.; pero hay muchos venenos sin an tidoto conocido. En fin, la cuat·ta indicacion que hay que llenar es, establecer el plan curativo; y al efecto, si los síntomas son inflamatorio::~, como en los venenos irritantes, las evacua· ciones de sangre generales y locales estarán en su lugar: si se expresa el narcotis· mo, usaremos los anti-espasmódico¡;, com.o el alcanfor y el almizcle, y revulsivos á la piel : si aparecen manchas violáceas por el cuerpo, si el aliento es fétido, si la lengua y los dientes se ponen cubiertos de un sarro negi'Uzco, hay que apelar á las limonadas y á la quina ; pero esto sucede en un período bastante adelantado, en que el médico ha podido ya presentarse y proponer las prescripciones facultativas convenientes. (S~

cor1tinuará.)

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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CO~OCUHENTOS D~

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CHONOLOGIA.

LOS CALENDARIOS.

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El tiempo, abismo insondable en cuyo scno se esconde la historia de la humimidau entera, necesita una medida, una division metódica que regularice nuestra existencia, marcándonos los períodos de trabajo y de descanso, y sil·viéndonos de poderoso é indispensable auxiliar en el estudio de esa ciencia, que siguiendo al hombre desde su origen, estudia sus hechos, deduciendo de ellos provechosas con· secuencias que le guíen en su marcha pro· gresiva hácia el perfeccionamiento absoluto, bello ideal del sér sensible, inteligente y libre. El péndulo, con sus oscilaciones isócronas, nos dá la divi5ion más sencilla rlel tiempo en partes iguales; pero su longitud y ott·a porcion de causas físicas hacen varinr la duracion de aquellas, siendo indis· pensable, pat·a evitar los errores á que tal variacion dá lugar, recurrir á la observacion de otros movimientos constantemente uniformes. Ninguno más á propósito para e::;te objeto que el que los astros verifican en su constante revolucion . El cielo estre· Uado es un relój perfecto, pudié!!dose asimilar cada uno de sus astros á la punta de una aguja que indica la hora. sobre un ClUtdt•ante. Considerando separadamente el sol, la luna y las estrellas, resultan tres modos de dividir el tiempo con arreglo al que tardan aquellos en verificar su revolucion completa, originándose de aquí el dia solar, el lunar y el sideral. ~o entra· remos en detalles sobre e5te punto por ser cuestion ya tratada en un artíeulo puLJica· do en números ant~riores de este mismo semanarfo. Supuesto, pues, cuanto en él se dice, pasemos á estudiar el calendario, dando á conocer sus varias formas, su bis· toria en los diferentes pueblos, y muy particularmente en el romano, refiriendo las modificaciones que ha sufrido hasta

llegar á ser el que hoy se usa en los pueblos cristianos. Oalenda1·io es el libro 6 tabla en que se dá á conocer el método empleado por un pueblo para distribuir la sucesion de. los tlias, atendidos sus usos civiles, religiosos, astronómicos ó agrícolas, durante un período de tiempo llamado año. Muchas son las etimologías que se han dado á la palabra calenrlm, de la cual proviene calendario. Los romanos la escribían en sus fastos al pl'incipio de cada mes, para designar el primer di:t. Unos pretenden que se deriva del ve.rbo latino calo ó 1iel griego ~.xn:w, que ambos significan llamar, atdbuyendo esta significacion á la costumbre que tenían los Pontífices d<.! reunir al pueblo en elformn todas las lunas nuevas para marcarles la duracion que había de tener el mes. Otros hacen denvar epta palabra de la preposicion clam, que sigt,ifica oculta ó clandestinamente. Podemos dividir los calendarios en sola· 1·es, Zuna1·es, luni-sola1·es y vagos, en su relacion cou los fenómenos celestes; y en civiles, 1·eligiosos, 1·1~sticos ó agrícolas, atendido el uso á que los diferentes pueblos los destinan. Oalenda,rios solares son los que consideran el año medio de duradon constante compuesto de 365 dias y j/,, tiempo qüe emplea la tierra en hacer su revolucion completa al rededor tlel sol. Para lograr que dicha unidad fuese de un número exacto de días, se ideó la intercalacion de uno de estos cada cuatro años. Este es el calendario que, introducido en Roma por Julio César, y modificado más tarde por el Papa Gregorio Xlli, se usa en todos los pueblos cristianos. Los rusos, los griegos modernos y los cristianos orientales, lo han conservado bajo su antigua forma . En la composicion de los calendª•ios

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Los Conocimientos útiles.

l?tna'res no se atiende; más que al curso de la luna, pero teniendo en cuenta que los meses han de empezar siempre con un novilunio, su duracion será variable. El aiio lunar medio es de 354 dias y ocho horas, empezando sucesivamente en cada estacion. Los pueblos que profesan la religion de Mahoma han adoptado el calendario arreglado á este modelo. Los caZenda?·ios hmi-sola?·es, 1unares en sus detalles, pero solares en su conjunto, se rigen por el curso de la luna para el arreglo de los meses, de modo que su principio y fin coincida con una lunacion, y consiguen que el año empiece siempre en la misma estacion, intercalando un mes suplementario, con "lo que obtienen sea tambien su duracion de 365 días y '/~· De esta forma ,era el calendario que usaron los griegos y macedonios, y hoy día usan los chinos, los japoneses, los indígenas del Indostan, los indios, y el que, para determinar las fiestas de la Iglesia, conocemos con el nombre de ciclo Pascal. Por último, calendarios 1Jagos son los que no refieren su formacion á la naturaleza, sino que, sus años, compuestos de un número cualq uiera, pero constante, de dias, tienen su punto de partida en todas las estaciones sucesivamente. Los calendarios usados por los egipcios, los persas, ar menios, capadocios y los antiguos pueblos de la Grecia, eran de este órden. El conocimiento de los calendarios usados en los diferentes pueblos, constituye la base de la ciencia llamada cr onologia, cuyo estudio, á pesar de su importancia, ha sido muy descuidado hasta él dia. Los egipcios y los penas usaban en sus calendarios años vagos de 365 días, divididos en 12 meses de 30 dias, añadiendo además cinco suplementarios al final del año. El principio de-este se retrasaba un dia cada cuatro con relacion al solar, viniendo á coincidir ambos, pasados 1460 años, período al que los egipcios llamaban año de Dios. Se conocen con certeza dos de estos períodos. A los egipcios se atribuye la division del año en semanas de siete dias, á los que daban los mismos nombres que nosotros.

Los persas modificaron su calendario el año 329 antes de nuestra era, aumentándole un mes cada 120 años. Ocho períodos de estos se cumplieron, y en el trascurso del noveno tuvo lugar la destruccion de la monarquía persa, volviendo el calendario á ser como en un principio. El calendario a?'7Mnio era muy semejante al de los persas, y bajo esta forma se conser va. Para la celebracion de las fiestas religiosas úsaban del Juliano. Los siiJ'ios usaron en un principio aiios luni-solar es, pasando á ser Juliano su calendario desde la dominacion romana, en cuya forma lo han conservado. El primitivo cal~ndario keb?·eo se componía de años de 360 dias; la institucion de la Pascua obligó á los israelitas á sustituirlos por luni-solares, conservándolos bajo esta fot·ma durante el largo periodo de su cautiverio en Babilonia, sin más va· riacion que adoptar para sus meses los nombres babilónicos, que se han perpetua· do entre ellos hasta el dia. Un ciclo de 19 años como el de Meton, de que luego hablaremos, arregla la disposicion de sus años. Hasta el siglo sesto de nuestra era, época en que el estudio de la astronomía empe zó á inkodu-cirse entre los griegos, usaban estos un año de 360 días, divididos en 12 meses de á 30 cada uno: la intercalacion de un mes de ig ual duracion cada dos años venia á formar un periodo de 750 dias , llamado, aunque impropiamente, trieteiJ'ido. El conocimiento de la astronomía hizo necesaria una reforma en el calendario. Se duplicó la dut·acion de cada lunacion, dividiendo este periodo de 59 días en dos, uno de 29 y otro de 30, á los que se dió el nombre de meses, viniendo á constituir el conjunto de 12 de ellos el año civil de 354 dias, 11 y •¡~ ménos que el solar. Esta notable diferencia se corregía por la intercalacion de tres meses suplementarios en un periodo de ocho años, llamado octaetérido, y poco tiempo despues se unieron dos de estos periodos, agregando al que así resultaba tres dias epagómenos ó suplementarios, cuya modificacion, adoptada solo en Atenas y no TOMO

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Los Conocimientos u.tiles.

en las demás repúblicas, produjo una confusion, que hizo necesaria una nueva reforma. Meton, astrónomo ateniense, ideó un ciclo de 19 años, en el que estos, los meses y los rlias se regían por el movimiento de la luna, teniendo los años su principio, en la misma estaoion y época con relacio.n al so.l. En el .ciclo de Meton el año a vanzaila un dia cada .6}6 años; este error fué corregido el año 330 antes de J esucristo, por Calippe de Cyzique, que es· tableció un periodo de 66 años, compuesto de 4 ciclos de Meton, con un día ménos el último. Adoptado este periodo por los cristianos, se ha conservado hasta nosotros para la celebracion de la Pascua, dándole el nom· bre de n1íme1·o de o'l'o, por la costumbre de escribirlo en los calendarios con letras de este color. El ciclo de Meton fué adoptado por todos los griegos, aunque con algunas diferencias, conservándose en Atenas hasta el es· tablecimiento del cristiamsmo. Los árabes, y en general todos los pueblos que han adoptado la religion de Mahoma, usan ~alendarios vagos, lunar.es en sus detalles. Fijan el principio del año por la aparicion de la luna, y el de los meses por un novilunio, recorriendo estos todas las estaciones en un periodo de 33 años, y siendo su longitllld distinta y variable. Los musulmanes considevan una era, llamada hegi11a, que cot·responde á,la época en que Mahoma abandonó la Meca, cuyo principio fijaron en el 15 ó 16 de J 11lio de 622, despues de Jesucristo. Oalenda?·io 'l'omano.-En su orígea, y en tiempo de Rómulo, el año romano se componía de 360 días, divididos en 10 meses de desigual duracion, con años irregulares y mal constituidos, po~ no estar en relacion ni con el curso del sol ni con el de la luna, ni hallarse en armonía con las estaciones. El rey Numa, natuPal de una poblacion relaeionaga con Grecia, introdujo en este calendario un arreglo, conforme con el que en aquel pueblo se admitía. El año romano se compuso desde entonces de 12 meses, siend() Febr-er() el último.

Pasado poco más de un siglo, y en una época dificil de determinar, pas9 el calendario romano á ser luni-solar, como el griego, con la difl:lrencia de que.en aquel se consideraba el año de 355 dias, uno más que en este. Los años eran en él alternativamente de 12 y de 13 meses, bajo esta fot•ma: Enero 29 dias; Marzo 31; Abril29; Mayo 31; J.unio 29; Quintilis 31; Sextilis 29; Setiembre 29; Octubre 31; Noviembre 29; Diciembre 29 ; Febret·o 28, siendo el décimotercio un mes suplementario , llamado /lfa?·cedonius, que se colocaba entre el 23 y el 24 de Febrero. Los años romanos, com0 los griegos, se regulaban por períodos de ocho afios, llamados Octenium. El conjunto de tres de estos, de los que el tercero solo tenia tres meses suplementarios, formaba un período de 24 años, al cabo de los cualf's vol vía el calendario á su primitivo punto de partida, cot·rigiendo asi el retraso de un dia que el año solar experimentaba con relacion al romano. En tiempo de los Decenviros el mes de Febrero pasó á ocupar el segundo lugar . Todas estas disposiciones de ciclos y las precauciones tomadas para impedir que el a.iío civil se desviase del solar, fueron inútiles ante una costumbre introducida en Roma, qne produjo fatales consecuencias, creapdo dificultades cronológicas El calendario vomano estaba dividido en pequelíos pel'iodos, llamados n~6?14inal, eada uno de ocho dias, de los que el último estaba dedicado á los litigios y negocios, que atraían á Roma una notable afluencia de gente, causa muchas veces de tumultos en la ciudad ; además el dia de las ?W'IJ,as, nombre que se daba al5 de los meses de 29 dias, y al 7 de los de 31, estaba consagrado á la memoria. de Ser\'io Tulio, de modo que cuando ambos coincidían, se hacia. temible una ~:~edicion. Con objeto de evitarla, se autorizó á los Pontífices para que in terca· lasen dias e'xtraordinarios, siMdo esto causa, por el abuso que dE' ello se hizo, del completo desórden que en el calendario se introdujo. Esto hizo necesaria una reforma; que llevó á cabo César como Sumo Pontífice,

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Los Conocimientos útiles.

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y con auxilio del astrónomo Sosigenes, que fijó y adoptóladuracion del año solar en 365 días y 6 horas, considerando cada cuatro uno de 366, por las 6 horas que en cada uno despreciaba, é introduciendo este dia de aumento en el mes de Febrero, para lo cual contaban dos veces el dia 24, que, por ser el sexto de las calendas, se llamó Bise:ctilis, de donde procede la voz bisiesto. Los diez días de diferencia entre el calendario J ullano y el Romano, los repartió por todos los meses. Quiso el Die· tador que su reforma hiciera coincidir el principio del año con un novilunio del solsticio de invierno, y como en el año 45 antes de nuestra era, y primero de la Juliana, el novilunio más próximo al solsticio de invierno, que entonces era el 25 de Diciembre, correspondía ocl10 dias despues, de aquí la costumbre de empezar el año en 1. 0 de Enero. En memoria del reformador, se cambió el nombre del mes Q1¡,intilis por el de J1tlio, y 30 años despues el de 8e:ctilis por el de A'ltf!usto. Muerto César, la intercalacion de un dia que debía verificarse cada cuatro años, se hizo cada tres, introduciendo una grande alteracion en el calendario, que Augusto remedió, omitiendo las tres primeras de aquellas que correspondían. El calendario JulianoJ se adoptó en todo el imperio, agregándole los cristianos el ciclo de Me ton. No era perfecto, sin embar go, pues su reforma descansaba en el ·supuesto falso de que el aiío solar tenia 3'65 dias 6 horas, siendo el error de 11 minutos

y 9 segundos, lo cual hizo que el año Juliano fuese retrocediendo con relacion al curso del sol. Este desarreglo permaneció hasta el año 1582, en que el Papa Gregorio XIII publicó un calendario ya corregido de estos errores. Empezó por suprimir diez días del año corriente; y para lo sucesivo dispuso que se suprimiesen 3 bisiestos cada 400 años, fundándose en que el equinoccio parecía experimentar, segun el calendario Juliano, el retraso de un di a cada 133 años . Esta reforma fué admitida por casi todos los paises católicos. En los protestantes se conservó la antigua costumbre, excepto en Dinamarca. Aquellos conservaron el calendario J uliano, pero introduciendo en él sucesivamente reformas, si no iguales, muy semejantes á la gregoriana. Consérvase en Europa, bajo su forma primitiva, tan sólo entre los rusos y cristianos del rito griego, que están en sus fechas 12 dias más atrasados. El calendario gregoriano, si bien muy perfecto, no lo es del todo, pues en e&t~ el año se adelanta tres días cada 10.000 años con relacion al curso del sol. Existe en Persia otro calendario que sólo adelanta dos días en igual período. Esto es cuanto podemos decir respecto á la historia del calendario, á la que hemos consagrado este. articulo·, atendida su importam~ia cronológica y el poco conocrmjento que de ella se tiene.

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Fen~ANDO SANTOYo .

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CONOCIMIENTOS VARIOS .. Influencia del estudio de las ciencias físicas en la educacion de la mujer,, por D. J osé Echegaray (1). SEÑORAS y SEÑORES:

G.rave os la sittmcion en que me hallo, y esto, que lo habreis oído muchas veces decir y afirmar como recurso oratorio, acaso hoy por la vez primera lo oís con el puro acento de la verdad. Gmve es, repito, el aput·o en que me hallo: hablar de formas geométricas y de movimientos, hablar de fuerzas y de atracciones, hablar de moléculas y de átomos, hablar, en fin, de las leyes de la natlll'aleza, de las leyes del universo, de ciencias físicas, de eiencias químicas, de ciencias exactas en una palabra, es hablar de prosa bien prosaica, de prosa la más repulsiva, de prosa la más fea, si me permitís esta palabra; y para mayor conflicto mio y para mayor contraste, ; he de hablQ.r en prosa y de prosa ante la poesía y la belleza! Ya veis con cuánta razon decía yo que es grave, muy grave, lasituacion en que me hallo, aunque, bien lo reconozco, mi·situacion es harto merecida por osar levantar mi voz aquí, donde voces tan elocuentes han resonado; harto merecida, por el p.oco acierto que he tenido al escoger este tema; harto merecida aun por atreverme á molestar vuestra atencion siquiera sea por breves instantes: por breves instantes, sí, y esta es la única esperanza que puedo daros y el único mérito que puedo alegar para suplicaros que escucheis benignamente las breves frases que he de dirigiros. ¿Por qué he escogido este tema? ¿Por qué voy á. hablar de ciencias exactas, de ciencias físicas, de las grande¡¡ leyes de la naturaleza? ¿Por qué? ¿Para qué? Para defenderos, para rechazar una opinion que creo inj usta, que creo indigna de vosotras , por más que sea harto vulgar.. Hay muchos que opinan (tal es la fuerza de la costumbre y el empuje irresistible de la masa- social cuando va caminando en direccion determinada) que la mujer no debe ~ ocuparse en nada sério, grave é importante; que, bien al contrario, sólo las cosas fútiles y ligeras son dignas.

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(1} Conferencia del ti de Abril eo la Uoivet'Sidad de

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del bello sexo. Hablarle, por ejemplo, del elegante vestido,. del prendido lleno de gusto, del magnífico te1·ciopelo, tan excelente, que no se levo la trama por mucho que se doble y por mucho que se mire al sol; hablarle del gró que no se arruga por más que se oprima y se oprima; hablarle, en tl.n, de Qaseos ,. de teatros, de placeres y de tantas otras cosas de esta importancia, ya es distinto, ya es. aceptable;- pero sin que en manera alguna se la· pueda ni se la deba ocupar, segun decía, en cosas graves, en cosas importantes, en cosas razonables!· Yo creo esta opinion, no sólo infundada, sino altamente ofensiva para vosotras, y voy á rechazarla enérgicamente en nombre de la justicia, de la verdad y de las nuevas ideas, qu& generosas y elevadas pugnan por regenerar á la mujer, fortificando su esP,íritu y desarrollando su razou. La mujer, Señoras, es sentimiento, es poesía, es belleza, no lo niego; pero es tambien algo más: és un sér racional, es un sét humano, tiene un contzon que sabe latir, .tiene ojos que sabeo llorar, tiene una frente purísima, tras de la que se oculta el pensamiento, La mujer, en una palabra, lo he di ello ántes y lo repito ahora, es un sér racional, tan racional como el hom- bré, por más que en otros tiempos haya podido haber g¡:a'<\es pet·sooajes que lo dudáran. Hoy es distinto: es cosa cierta y averiguada: podeis estar tranquilas sobre este punto: sí; la mujer es un sér racional. Se.üo1·as 1 sc>is séres racionales. Sólo que en la nat11raleza las cosas no son tan sencillas, tan fáciles, tao únicas como á primera vista aparecen: bajo la unidad, dentro de la unidad, está la variedad. Así la materia, el barro humano es uno, es siempre barro, y sin embargo, cuando con ese barro hllmano se fabi'Íca el hombre, ese barro es fuerza, es energía, es vigor; cuando con ese barro humano se fabrica la mujer, e~ belleza, es elegancia, es hermosura. La sonsibilídad es siempre sensibiliáad, y, sin embargo, una cosa es la sensibilidad en el hombre, y otra cosa muy distinta es en la mu- 1

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jer. La sensibilidad en el hombre es pasion, pasion ardiente; la sensibilidad en la mujer es amor, amor purísimo. La voluntad es una, es única; y, sin embargo, es doble, y se desdobla, y se divide; y es en el hombre fuerza, energía, ímpetu, accion; y es en la mujer resistencia, si, pero resistencia sublime para resistir dolores tales, que el 11ombre, sér fuerte é indomable, resistir no podría. Pues de igual suerte la razon, con set· siempre la misma, es tambien doble, y aun múltiple, por decirlo así. La razon, ¡·ayo de luz desprendi do de la-razon eterna, al llegar al barro y ani· marlo, se divide en dos rayos de luz, y penetra el uno, rojizo, ardiente, poderoso, bajo la bóveda misteriosa del cráneo del hombt·e; y penetra á su vez el otro, más bello, más trasparente, más puro, más lleno de luz y de riquísimos colores, en la artística cabeza de la mujer. Yo pudiera continuar estos ejemplos, pudiera citat· otros muchos, y pudiera haceros comprender que siempre en la naturaleza, conservandose las cosas las mismas en su esencia, se di viden, se diversifican y tienen múltiples manifestaciones. Así la flor siempre es flor; y, sin embargo, ¡cuánta diversidad de flores no hay en las campiñas de nuestro planeta y en sus amenos y pintorescos valles! El agua siempre es agua; y, sin embargo, ¡cuántas fo¡·mas afecta! Unas veces es cristalina fuente, otras cinta de plata que se desliza por la montaña, ya trasparente lago, ya océano magnífico y espumoso. El hombre siempre es el hombre, la esencia del hombre es siempre la misma; y, sin embargo, la natut·aleza ¡cuántos ejemplares no presenta del sexo feo! La mujer siempre es majer; y , sin embargo (no diré, corno iba á decir, ¡cuántas f¡ayl): podría la frase pa1·ecer poco respetuosa, poco galante; podria creerse que siento yo que haya tantas: no, seguramente; cuantas más haya tanto mejor; pero no podreis negarme que hay bastantes variantes dentro del género. De todo esto deduzco yo, de todo esto vengo á concluir que la razon humana es única, siquiera se manifieste de cierto modo en el hombre, siquiera se manifieste de manera especial y propia en la mujer. La mujer, como el hombre, disMrre, piensa, juzga, compara, analiza, sintetiza; ejerce, en fin, las múltiples y várias funciones de la razon humana. Luego todo lo que se refiere á la razon puede y debe ser comprendido por la mujer; luego no hay ciencia que sea, ui deba, ni pueda ser, radical y terminantemenLe ujena al pensamiento femenino. No 1 diré yo de qué modo ha de estudiar la mujer

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las ciencias exactas: ese es problema muy deli· cado, muy difícil; pero, sea como quiera, confiemos que llegará di a en que la mujer estudie, y estudie con tanto provecho como el hombre las ciencias exactas, y aun las haga progresar en determinada direccion, segun las condiciones propias y peculiares de su fuerza creadora, de su fecundo ingenio. Pero aun admitiendo (lo que no puedo admitir, y admitiré sólo hipotét-icamente) que la ciencia sea superior á la mujer, que la ciencia no pueda ponerse en c.)ntacto con la mujer, q ne la inteligencia de la mujet· no p11edn. penetrar Jos grandes problemas de la naturaleza, los grandes problemas del univel'so (y digo que acepto esto en hipótesis, pero que lo rechazo de todo en tedo en la realidad); aunque esto fuera cierto, la mujer puede estudiar y puede ponerse en contacto con las ciencias, con las ciencias más difíciles, más abstractas, y esto con gran provecho suyo. ¿Por qué? Porque la ciencia no es sólo el procedimiento, el método, el artificio humano para llegar al descubrimiento de la verdad; en la ciencia hay otra cosa, que es la verdad misma. Una cosa es el artificio, el método, el procedimiento para descubrir la verdad y la ley, y otra cosa muy distinta es la verdad misma, es la ley en su elevada pureza. Podrá tal vez (sólo admito esto hipotéticarnen~ te), podrá tal vez la inteligencia de la mujer no ser á pt·opósito para compreudet· el procedímiento, el método, el artificio humano; pero ;iernpre podrá sentir la verdad en sí misma, la ley en su esencia, porque In. verdad y la ley son eminentemente bellas, son emineu temen te poétictlS, y hablan, no sólo á la razou, sino al sentirniento, á la poesía, 1~1 instinto de lo bello y al instinto purísimo de lo subli10e. Hé aquí, Seiiot·as, un soberbio monumento arquitectónico; en él vereis, mientras la conatruccion dura, un andamiaje compuesto de maderas, de clavos y de cuerdas, y por todas partes manc!Jas de cal, groseras piedras, toscos obreros. Pero cuando el andamiaje badesaparecido, queda el monumento artjuitectónico, con sus grandes líneas, con sus hermosas proporciones, con su artí$tica belleza. Se.;uramente podreis dudar, podreis no saber cómo se levantó aquel edificio, podreis no conocer el procedímjento, el método, el artificio de la construccion; pero ya construido, podreis y debereis admi-rarlo, y set·á cosa natural, pt·ovechosa, que pongais en relacion vuestro espíritu con aquella obra del humano ingenio. Pues bien; con más razon, mil veces con más razon, podeis sentir la hermosura de la ley, la

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Los Conocimientos útiles.

hermosura c.Ie las grandes verdades de la naturaleza, la belleza artística de la ciencia; P?rque la ley, la verdad y la ciencia son eminentemente bellas, eminentemente artísticas, eminentemen· te poéticas! Pero voy todavía más léjos; no sólo la ciencia es accesible á la mujer como tal ciencia; no sólo puede ser sentida y de ella posesionarse la m ujer por la belleza de la verdad y la bt!lleza de la ley, sino pc¡r razones aun más concluyentes y más elevadas, por el sentimiento eminentemente religioso que á tuda verdad cientit.¡ca acoQJ.paña: es imposible estudiar una ciencia, ain ponerse en comuoicacion con lo infinito; con lo infinito, sí, que se pierde de vista en el espacio; <lile se pie1·de aun tras el potente vidrio del microscopio; sin ponerse en comunicacion, repito, con esa fuena sublime que palpita en la naturaleza, y que eleva nuestra alma á los arcanos de lo desconGcido, haciéndonos pensar que hay algo superior á las miserias terrestres, que hay algo superior á todo lo que nos rodea, á todo lo que es b.trro, á todo lo que es humano; que hay algo, en fin, qua es in.flnito, que as eterno, que es imperecedero. Por eso dig-o yo que lacienci~ es accesible á la mujer bajo estos tres puntos de vista. Como ciencia, porq l\6 habla á la razon, y la razon de la mujer es razon; como arte, porque habla al sentimiento artístico y á la poesía; y ademas porque habla al sentimiento religioso. Si quereís convenceros de esta verdad, y de que en efecto hay un grun sentimiento religioso en el fondo de toda verdad científica, leed un libro de Mr. l<1Jamarion, que os recomiendo: se titula «Dieu daus la natu¡•e,,, es decir, Dios en la Naturalezq; y allí ve1·eis, al estuQ.iar l11,s grandef! leyes del universo, que ha.y siempre en ellas regulat•idad, órden, peSO, medida, y que este Mmónico conjunto hace bro.tar en el alma un elevado y purísimo sentimiento. Allí vereis que en el fondo de todas lf!.S grandes maravillas de la naturaleza que nos rodean, en la fuente cristalina, en el insondable mar, en el azulado cielo, en el monte coronado de nieve, en el rojizo celaje1 en el insecto, en el aye, en la mater ia muerta, como en la palpitacion de la vida, está escrito con sublimes signos el nombre de un sér organizador, sobel'ano, potente, que rige todos estos magníficos y variados movimientos, que da vida y sublimidad á estos grandes cuadros. Pudiera acujir á la fl.lósofía, á la metafísica, á la psicolog.ia y á tantas otras ciencias para demostrarEi's las tres proposiciones que acabo ¡ de decir, pero no acudit•é á ninguna de ellas, '

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ni siquiera á la historia, en que tantos ejemplos insignes pudiera encont1·ar. Acudiré á otro procedimiento más sencillo, más nuevo, c:[tie no sé si me dará resultados; me valdré de ejemplos, predicaré con el ejemplo. Os voy á esplicar en breves palabras, en brevísimas frases (porque sobradamente voy molestando vuestra atencion), unas cuantas teorías de la física moderna, de las más elevadas, de las más profundas, de las más difíciles, de las más trascendentes; os voy á explicar lo que son el sonido, la ltlz, el calor, la electricidad, el magq.etismo, y tan tos y tantos otros fenómenos del- uní verso. Y cuenta que si no logro hacerme eñtender, si no me comprendeis, no será culpa vuestra, sino culpa del maestro; será por falta de claridad, órden y método en mí, no por fulta de inteligencia en vosotras. De todos modos, pues, mt tésis quedará demostrada; si consigo que me entendais, porque me habeis entendido; si no me entendeis, porque la culpa será mia, exclusivamente mía, y la tésis quedará en pié ante vosotras; en pi~ respetuosamente, como debe esta-r ante concu.rso t111o qigno de respeto. Os voy á explicar, repito, lo que son la luz, el sonido, el calor, etc. Tal vez me digais: u para qué explicarnos eso, si lo sabemos perfectamente? Luz es la que brota de nuestros ojos; sonido, el que bs:ota de nuestros lábios; calor, el que sentimos en las mejillas cuando el rubor acude á ellas.» Es verdad, no lo niego, no tengo nada que explicar: por eso lQ único que he de hacer será ponev ante v'Osobras un espejo para q·ue en ese espejo os•m.ireis-. Procedimien. to muy na:tunal tratÍUildose d;e la n-wturale!Za y de vos.o t·r as, porqllle p11edo Q.ecitos, cou verdad que h.ay grandes puntos de contacto entre la natural~za y•la mujer: la naturaleza bambien es Ul',l tanto pvesum.ida, gusta de mirarse_donde eneuentra un peciazo de cristal, ya se lo ofrezca la pura fuente, ya el tranquilo lago, ya el mar inmenso en azulada superficie; y cuando así se mira (y en esto se parece á vosotras), en el Océano como en cristalino espejo, creedme, se encuentra hecha un cielo. Digo, pues, que voy á explicar qué son el so· nido, la luz, el• calor, etc., y para ello cumplo mi palabna: tomo, 11n espe,io. Imaginad un estanque, no el del"Retiro, que es sobradamente prosáico, sino. un estanque azul, ó, dicho con más poesía, u•n lago puro, trasparente, tranquilo; imagina$! que está rodeado de verdes praderas, que forman como un bellisimo marco c.Ie esmeralda. (En rigor, para mi demostracion no necesito ni la prndera ni el marco; pero así resultará más bonito ) Imaginad en la orilla de

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fUNDACIÓl'\ Jl.iA:>fELO

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@~~--------------------------------------------------~ 175 ~ Los Conocimientos úliles. ~ ese estanque un rosal, y suponed que una de las rosas, doblando su tallo y atraida por la frescura del agua, viene á. sumergirse en ella. La cosa no es dificil hasta ahora: un lago puro, trasparente, etc., etc.; un marco verde de esmeralda, de puro lujo, y la rosa que se sumerge en el agua. Imaginad que arrojais una piedrecilla al agua de ese lago. ¿Qué sucede? Sucede lo que ya sabeis y habreis visto mil y mil veces: que al rededor del ,punto donde arrojást~is la piedrecilla habrá agi~acion, habrá movimiento, nacerá una ola, un círculo de plata, una onda acuosa, que se h·á engmndeciendo, ensanchando y dirllttando, y que al fin vendrá á conmover dulcemente la rosa que se sumerg:e en la linfa del lago. ¿Hal.>eis compt·endido esto? No es muy difícil. Pues si l.tnbeis comprendido esto, habeis comprendido lo que es el sonido, la luz, el calo1·, y tantas otras teo!'ias de las más difíciles de la física: hé aquí una ciencia pronto aprendida. Y no es esto una vana imágen: si tu viera tiempo, si me atreviera, que no me atrevo, á molestar vuestra atencion, os demostraría que todos los fenómenos de la física, 6 muchos de ellos, vienen á reducirse á este fenómeno elemental, sencillísimo, primitivo. Imaginad, en efecto, que pulsais la cuerda de un arpa: al rededor nacerá y crecerá una onda de aire, una esfera vibrante; la vibracion de la cuerda se esparcirá por el espacio¡ y así como por el choque de la piedrecilla que se arroja en el lago las aguas se conmueven, J poco á poco se va extendiendo y engrande0iendo el círculo del movimiento, 6 sea la vil>racion acuosa, así al rededor de la cuerda del arpa·se extenderán las esferas de la vibracion aérea; EISferas que, llevando en suspenso, como misterioso sér alado, las vibraciones musicales, trasmitirán el sonido á todos Jos puntos del espacio hasta llegar á vosotras; y vosotras os conmovcreis dulcemente al contacto del sonido melodioso, como la rosa del lago se conmovió al llegar á ella el bello círculo de plata que por el lago se extendia, porqÚe bien habreis comprendido que vosotras sois, y no podíais ménos de ser, la rosa de mi ejemplo. ¿Qué es, pues, el soniao? No es más que la vibracion, que se extie.nde, que crece, que toma forma geométrica, que es esfera de vibracion, y de esta suerte viene á. conmover .nuestro sér. Si yo pudiet·a, si yo tuviera tiempo, os baria comprender la diferencia que existe entre unos y otros sonidos, porque hay sonidos altos y sonidos bajos, que es lo que se llama intensi<.lad del sonido. cual es el misterio físico, geométrico, mecánico de la melodía. Os podria ex~licar · n:un en términos clarotJ, sencillos, evídeutes,

geométricos, qué es lo que se llama armonía; os baria ver que, así como arrojando diversas piedrecillas en el estanque se forman al rededor de ellas muchas olas, muchos círculos, que se cortan, y se tocan, y se unen, y se separan, y forman multitud de figuras geométricas de contornos extraños. de caprichosas labores, de rosas fantásticas en la superficie antes serena del lago, así al rededor del instrumento musical se forman, se cruzan, se cortan, se dividen, se confunden esferas sonoras, que, por decirlo así, pintan, dibujan, trazan en el espucio aquella misma música que viene á regalar· nuestros oidos con sus divinos y mat·avlllosos acordes, · con su prodigiosa y sublime a¡·monia. Hay, pues, una relacion lnmediata, profunJ.a, entre los movimientos combinados y la armonía, entre el movimiento y el sonido. Y esto que digo del sonido, lo pudiera decit· de la luz. Mas para explicaros qué e.s la lnz, necesito hablaros dos palabras de lo que es el éter. Existe eu la naturaleza una cosa que se llama Eter, pero no creais que es ese líquido á que acudís cuando estais atacadas de los nervios; es otra coc;a. Es un flúido elástico, eminentemente sutil, un vapor que nadie ha visto, que nadie ha tocado; un aire, una especie de gas semi-espiritual; y sin embargo (creedme bajo mi palabra, que soy incapaz de engañar á nadie) este éter existe, ocupa el espacio infinito, extendiéndose por doquiera, penetrando por todas partes. Pues bien, ese flúido semi-espiritual, ese vapor, ose aire, al vibrar, da origen á la luz. La vibracion del éter es la luz, como la del ah·o es el sonido, como la del agua de llago es la ola, el cü·culo, la forma geométrica qne en eJ lago se dibnjt~ba. ¿Quién pone en movimiento el éter·? El cuerpo que at·de, la bujía que Ul'ais, el mechero de gas que veis en la calle, el rayo de luna en las noches tranquilas ..... en que hay luna, el sol que brilla en el espacio; y así, la bujía, el mechero de gas, la luna, el sol, son cuerpos vibrantes, son las cuerdas del a1·pa, son la piedrecilla que arrojamos en el estanque. Allí nace la vi bracio u. la agitacion, el movimiento, y al rededor de cada uno de esos centros luminosos se extiende la esfera de vibracion del éter; y así como al redetlor de las cuerdas del arpa se manifiestan y se extienden las esferas de las vibraciones sonoras, así las esferas que crecen al rededor del sol, y que á su al rededor se extienden, y se extienden en los ámbitos del espacio, llegan á nuestro planeta, ilumin.an las montañas, iluminan los valles, y van llegando á todas partes, y llegan á vosotras, y ¡m irad qué atrevidas! penetran al traves dellimpio cristal de vuestros

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fUNDAC!Ól\ JUA;-!ELO TURRlANO


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Los Conocimientos ú.l'iles. ojos y despiertan en el fondo de vuestra retina la impresion luminosa. Ya veis qué perfecta armonía, qué estrecha relncion existe entre todos estos fenómenos y otros muchos de que os pudiera hablar; relacion perfecttl, admirable, matemática; porque así como ántes os hablaba de notas musicales, de melodía y de armonía en el sonido musical, pu· diera hablaros de las notas, de la melodía y de lu armonía de la luz. Lo que son notas en la música, ¿qué es en la luz? Son los colores, el azul, el verde, el amarillo, el anaranjada', todo_s los colores del ír1s, verdaderas notas musicales de esa sublime gama del espacio. Todos ellos son, con relacion á la luz, lo queJas notas de la escala musical con relacion al sonido. Tambien hay armonía eo el cielo, orquestas sublimes y sublimes sinfonías. ¿Habeis visto alguna puesta de sol; aquel mar de fuego, aquellos esplendores indescriptibles, aquellos cortinajes de grana, aquellos flecos magníficos de oro, aquellos rayos de plata, toda aquella sorprendente combinacion de colores? ¿Sabeis qué es eso? No es otra cosa que una orquesta en el cielo, que una sinfonía en el espacio, que una magnífica inspiracion del Mozart de los cielos, con que despide al sol que se pone, ó con que saluda en la alborada al sol que nace. ¿Qué es el calor? No tengo tiempo para explicarlo; pero os diré que es la misma vibracion, el mismo movimiento de las moléculas que constituyen la materia; porque en la naturaleza, en lo que c.s materia (no me refiero para nada á las altas cualidades del alma, á la excelencia del espíritu ; no me atrevo á llegar á esa region; sólo me ocupo de los fenómenos materiales)¡ porque en la naturaleza, repito, la mayor parte 6 casi todos los fenómenos se reducen á movimientos, á vibraciones; pero acompasados, regulares, y sujetos á ley, número, peso y medí·

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MADRID: i8GO.=Imprenta de Los CoNocnnaNTOs

ÓTILBS,

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da. Todo vibra eu la naturaleza, todo se agita, y poJria deciros pum ''alerme de comparaciones familiares, pero en confianza, sin que lo oigan los q.ue á este lado se sientan, y sin que tampoco os sirva de estímulo, que la naturaleza no es otra C0'3 a que un inmenso ataque de nervios. Ya veis, pues, que la ciencia no es tan áspera. tau ¡•epulsiva, tan seca, tan 'prosáica, como se imaginan algunos, no; la ciencia es reservada, es severa, es pudorosa, es vil"ginal; la ciencia no la halla el que la busca á la ligera ; tiene espinas, como la ¡·osa, para quien quiera cogerla al paso; la ciencia es sólo para aquel q ~e por ella se sacrifica, y se quema la frente con el pensamiento, y se abt·a.sa los ojos sobre el libro, y se purifica el corazon y la rinde perpétuo culto, y pasa horas y horas, y días y llias entregado á esa oracion sublime que se llama estudio; porque el estudio profundo, intenso, puro, es{)omo una oraclon al Dios de lo creado: la ciencia es buena, es tierna, es amorosa, sólo que no se entrega á la ligera al primer amor que la solícita; ¡ejemplo digno de imitacion, Señoras! Y voy á concluir indicando una idea que vá.rias veces he presentado ya. La ciencia, cuando sanamente se la estudia, cuando puramente se la considera, es religiosa, es eminentemente religiosa. Todos esos soles esparcidos por el espa· cío, y todos e<:~os magníficos globos de fuego, son como liras gigantescas que con vibraciones de fuego y de luz cantan lu gloria de su Dios. Y al rededor de cada uno de esos magníficos astros, como al rededor de la piedrecilla arrojada en el estanque del rosal, nacen ondas de luz, esfel"as sublimes, que vibrantes llevan la armonía por los espacios, que los inundan de celestiales conciertos, y que cantando siempre la gloria de su Hacedor, se pierden inmensas en las profundi· dadesinfinitasdel cielo.

~ eargo de Francisco Rcig, Arco de Santa María, S9.

fUNDAClÓK Jj_jA)IELO TURR1AKO


~©)Núm: 12.

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Los Conocimi entos útiles.

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ECONOMÍ A POLÍTICA. La cart illa del trabajo.

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I. 1 ODJETO DE NUESTRA.S NECESIDADES .

El hombre es un sér superior, porque tiene muchas más necesidades que ning-un otro. Dios, al crear al hombre, ·en prevision de que llegaria á ser el rey de la tiel'ra, le dotó con un sinnúmel'O de necesidades para obligarle it buscar los medios de hacer::;e más fuerte, más inteligente y mejor que todos los demás animales destinarlos á servil'le. Le creó débil, inerme, tardío, incapaz de resistir á tantos brutos más fuertes y mejor armados, de huir de otros· más lige· ros y veloces; pero le dió en cambio necesida des infinitas, y esto que al parecer deberia acrecentar su impotencia, le ha convertido en el señot· de todos ellos. Si Dios le hubiese dado las zarpas con la. fuerza delleon, los vientos y ligereza del lobo, la t1·ompa del elefante, no se habria. visto en la 71:ecesidad de inventar y fabricar armas. Si su piel no fuese tan fina , tan desn u da, tan sensible, la necesidad no le hubiera obligado á esquilar la lana para tejerse un abrigo, á cultivar, majar é hilar el lino para hacerse una camisa ó una túnica. Si fuese carnivoro, como el tigre, herbivoro, como el venado, ó granívoro, como el caballo, si las necesidades de su alimen. taciou no fuesen tantas y tau vat·iadas, jamás habría aplicado el fuego á la cocina para valerse despues de sus efectos y fundir los metales, y producir con su industria maravillas. La necesidad de albergarse contra la in· . temperie, le movió á construir la choza ó J la cabaña; la necesidad de seguridad, de l defensa, convirtió la choza en casa cerra-

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Mayo 22 de 1860.

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da; la necesiaad de aseo, de órden, de comodidades, hizo un palacio poco á poco de Ja casa. Dad al hombre la piel pelud~t del oso, los vellones de la oveja., la pezniin del toro ó de la cabra, ·el casco del caballo, y no set•á curtidor, tejedor, sastre ó zapatero. ¿Para qué, si la naturaleza se encat·gu ba de calzar le y de vestirle? La blandura y delicaueza de sus piés, la sensibilidad de tollo su cuet·po, le hicieron y hacen sentir el aguijan podel'oso de una série de necesidades, y á su impulso sur--gieron progresivamente multitud de industrias útiles. Recuerdo con esto dos sugetos, en los cuales he visto comprobadas estas verdades. Eran dos primos montañeses, y los conoci de jóvenes. An ton nació desde luego un hércules, con todas las condiciones de tal. Tenia una contestura robusta cuanto insensible ; vello en casi todo el cuerpo.¡ cual qui~r alimento dev01·aba; no sentía ni padecía corno sienten y padecen los demás, Bias creció delicado corno una azucena. El calor le anonadaba, el invierno le ateria.) no podia resistir un pliegue <le la ropa contra la piel; poseia exquisito paladar, con muy delicado estómago, y de aqui que tedos los vecinos del pueblo le tuviesen por antojadizo. Ambos se criaron juntos, y heredaron de sus padres igual casa, igual hacienda. A los veinte años volví á verlos. ¡Qué diferencia entre los dos! La casa de Anton amenazaba ruina desde la puerta de la calle; todo le parecía bien, como á sus rutinarios convecinos; la de Bias era un pequeño palacio, casi podía decirse que la había renovado piedra á piedra. ¡Qué car. pintería tan bien ajustada contra el cierzo y las ventiscas! ¡Qué emparrados á la sombra contra el sol y sns ardores!¿ Y por clen· TOMO

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fUNDACIÓN

JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos útiles.

tro~ ¡Qué cocina! ¡Qué despensa! ¡Cuánta comodidad! Hasta ostentaba en un despacho una no despreciable librería. El abandono de Anton, el 6rden y la pulcritud de Blas se reflejaban todavía más sensiblemente en el cultivo de sus campos. El primero ejecutaba siempre las mismas faenas y del mismísimo modo po1·q1~;e asi lo ltabian lteclw s2ts abuelos: el segundo tenia arados y aperos perfeccionados, ensayaba sin cesar nuevos abonos, proporcionaba el ganado á la labor, buscaba y aclimataba plantas nuevas. Aquel veia disminuü· sus rentas y quedarse por debajo de otros: este era el rey de la comarca, el oráculo del lugar, el que más procuraba instruir al pobre con la leccion y el ejemplo, cosa que vale mucho más que una limosna. Anton sin necesidades no sentia estímulo para progresar: Bias, estimulado á cada paso por las necesidades irresistibles de su organismo, no acertaba á vivir dia sin procurar satisfacer alguna. Esto que acont~cia á Bias, acontece por voluntad del Sér Supremo á todo mortal bien organizado, y es el secreto de su superioddad. ¡Oh! y no son solo las necesidades groseras de comer, vestir, albergat·se 6 det'en· det•se las que nos han obligado á ~acernos más ricos y mejot·es cada vez. Forjar espndas y otras at·mas más terribles que todas las de las fieras, construir castillos, cubrirnos con abrigos proporcionados al clima, cultivar ft·utas, legumbres y grauos, preparar y conservar toda clase de ali:nentos, son de seguro ventajas que na· die puede despreciar; pero nada de esto puede hacerse si la inteligencia no trabaja poco 6 mucho, y de aquí una nueva série de necesidades desconocidas para los séres que carecen de razon. La necesidad de saber , atributo de nues· tra inteligencia, es un manantial copioso de cientos de necesidades, y no hay quien no comprenda hoy que el hombre sujeto á estas llega á ser superior por saber más. En todas las regiones montañosas vénse séres desgraciados, faltos de toda intelig e ncia, á quienes llaman cretinos. Por lo

general ios distingue una papada monstmosa por debajo de la barba. Observad esas criaturas cuya figura es la vuestra. Su mirada desde luego os dará á entender que aquel cuerpo carece del espíritu,que á los demás anima y ennoblece. Tiene necesidad de comer, de abrigo, de movimiento, y por eso vá. á la fuente y al monte y á la casa; pero ponerlle en la ciudad, abandonadie á si mismo, y hasta su último dia no aspit•at•á á satisfacer necesidades que no tiene, y hastA. su última hora vegPtaria como una planta, con ménos iniciativa que un inncional, y todo por efecto de la falta de necesidades, signo infalible de su cretinismo. ¡Oh! aquel que siente 'las necesidades de la inteligencia, aquel nunca se parará en el camino del prog1·eso. Lo mismo puede decirse de aquel que siente una necesidad infinita de cat·iño, ue amistad) de afecciones. No solo vale más que un sér insensible, sino que al satisfa-• cer aquella 'IUJCesidad es indudablemente

mejo1·. En general, es un axioma que el sér cuya naturaleza tiene más necesidades legítin~as es superior á los otros séres que tienen ménos de aquellas. Nada hay tan corono como oirá otro: «Yo soy rico porque tengo pocas necesida· des. El que tiene pocas neces-idades es feliz.» Esto seria vet·dad si el destino del hombre fuera vivir la vida del bruto, para morir como el bruto muere. Por pocas necesidades que tenga un hombre, siE::mpre tendrá más quP- el cerdo, el cual no necesi · ta vestido, ni calzado, ni limpieza siquiera. ¿Se atreverá nadie á decir que el cerdo es más rico y feliz que el hombre, sin e m bar~ go de que este ti.:me pesadumbres que no sufre aquel~ Cierto es que el hombre padece cuitas y dolores que no alcanzan á los irracionales, más la planta 6 la piedra están todavia más libres de todo mal, y no por eso debemos de envidiar ese modo de ser que nos con fu ndiria con la nada. Cuando el dogma cristiano, en su lucha con el degradante sensualismo pagano, afit•mó el espiritualismo y predicó la po-

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breza, el desprecio de los bienes de este mundo por considerarlos como causa de la perdicioo eterna, las almas grandes y apasionadas tu vieron fé en aquella exage· racion, y la Tebaida, la Jndea, la Siria se poblaron de anacoretas. Aquellos creyentes respetables, como todo lo que es since1·o, procuraron matar todas sus necesidades, y el hueco de una peiia, el tronco de un árbol, un poco de paja, una calfl,vera, la yerba de los campos, el agua de la fuente fueron su casa, sus mnebles y sus alimentos. Por no suiciclal'ile violentamente, se suicidaban poco á poco. San Simon Estilita vivió treinta y un aiios de pié sobre una columna alta de cuarenta codos y de tres piés de diáme· tro al remate, qne se hizo construir cerca <le Antioquia el ai1o 420. Para huir de las flaquezas ten•estres, se convirtió allá en el aire en piedra. La muerte de todo sen ti· miento en él llegó hasta el extremo de ne· garse á ver á su ~&adre á los 27 años de estar en aquella postura. La pobre anciana se murió de la fatiga de ir en busca de su hijo y del dolor de no verle. EntQoces el santo se avino á contemplar el cadáver de su madre para dar una prueba más de su insensibilidad, asi corno la aberracion moral que padecía le había hecho antes confundir los sentimientos que nos inspira una madre con lo.:~ pelig-r·os y pasiones entre ambos sexos, que e:; prudente reft·euar y rehuir. _ El desconocimiento del objeto de Dios ·nl dotar á. su criatura con necesidades infinitas para un fin providencial, convertía á los hombres de una energía pasmosa en una cosa más inútil, más inauimada y más repugnante que el capitel de una columna. La virtud no está en la inercia, sino en la actividad, pues de otro modo Dios no aplicaría al hombre sin cesar la espuela de sus necesidades. Admirémonos, pues, de la sabiduría del Sér Suprem0 que nos dotó con necésidades infinitas pa1·a obligarnos á prog¡·esar sin descanso, y no preteüdamos inútil cuanto locamente enmendar su obra, exi· gienuo que el hombre renuncie á aquello

que Él quiere, que Él manda, que Él impone, para los fines siewpre benéficos y paternales que en adelante se demostrarán. II. CLA.SlFICACION DE NUE~TRAS NllCllSIDADRS.

El sinnúmero de las necesidades del hombre puede dividirse en tres categoria::;: l.n Tenemos necesidcui absoluta <le co· roer, necesidad imperiosa de abrigarnos ó vestirnos, necesidad de un aliJel·gue, necesidad de luz y de aire puro, de movimien· to y de descanso. Estas y ot1·as parecidas son necesiuad.es fí.sicas ó materiales. Las necesiuaLles materiales son las más tiranas de nuestro sé1·, hasta el punto de sobreponerse á. todas, porque ele no verse satisfechas, la existencia es imposible. De aquí que no den tregua ni plazo, ni se de· jen modificar ó sus ti tu ir; de aquí que su satisfaccion sea el principio, la base, el fundamento de todo bienestar, de toda superioridad, de toda independencia. Digase lo que se diga, las naciones, como el inlli· viduo, no pueden ser fuertes, libres, sábias ó dignas, cuamlo ca1·ecen de lo necesal'io para satisfacer cumplülnmente esas necesidades materiales contra las cuah:s se declamará en toda especie de tonos, pero que siempre y do q uier tomará. u pre· eminencia y paso delante de todas la¡;¡ demás. La variedad de las necesitlades físicas del hombre es una de las pl'imerns causas de su I}Uperioridad sobre todos los brutos que le rodean. Cada familia de estos vive con un solo alimento, y touas beben agua y nada más. Unas sienten la necesidad de pastar en la pradera, otras la de exterminar insectos, otras 1a de devorar alguna víctima; pero fuera de esta necesidad a pe· nas si pueden vislumbrarse en ellos otras. El hombre, por el contrario, solo para ali· mentarse bien necesita poner á contribucion los tres reinos, vegetal, animal y mineral, esquilmar los climas, explorar rios y mares, descubrir y aplicar el fuego,

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cn' ti·v ar frutas y especias, inventar el ' mulan, las mandan y las·dirigen. Sin }as necesidades morales, el cuerpo y la inteli· molino, el horno, el alambique, y, en una palabra, conocer á la naturalez-a y sus gencia perderían sus resortes más enérgicos y más nobles. La parte principal y principales leyes: observar y comprender. 2.n Tenemos necesidad de aprender, más fecunda del trabajo humano no exisejercitando la razon, para s~ber en cada tiría. ¿,Qué vale lo que hace el hombre caso lo que más nos conviene; necesidad para si, comparado con lo que se afana de recordar las lecciones de la experien- por sus padres, por su amada, por: sa es posa, por sus hijos 6 por sus hermam>s, cia, ejercitando la memoria; necesidad de amigos y compatriotas? Si.el hombre no combatir (ejercitando nuestra voluntad) pensara más que en si, no sintiera más los obstáculos que á cada paso dificultan que para si, no obrara sino en provecho nuest11a marcha. Para saber que el trigo contenía harina y que esta se podia tras- suyo, el mundo seria una morada tristísiformar en pan, ha sido necesario ensayar ma, inverosímil. Por eso nos repugna el egoísta instin ti y. discurrir muchísimo sobre las propieda· des de aquel grano, inventar así los vavamente, y debe repugnarnos. r.ios medios para moler le como el modo de Observad, empero, si aquellos á quienes cerner y de amasar la harina, componer se llama egoístas lo son en realidad, pues la levadura á favor de otra série de obsersuele suceder que la pereza codiciosa apli· vaciones, discursos y razonamiento!:; cal· que semejan te dicterio al que se niega á cular el efecto del fuego y el mejor sistema regalarla el fruto legítimo de su trab?-Jo· de aplicarle, idear el horno, p.snsar muDotado el hombre por el _Creador con chísimo, atesorar en la memoria cada hetodas sus necesidades materiales, inteleccho bien comprobado, y, en una palabra, tuales y morales, bien pudo dejarle en lisatisfacer, á parte de la necesidad material bertad, confiándole en compensacion ese de sembrar, segar, trilla e, moler, amasar su libre albedrío. y cocer, otra sé1·ie de necesidades de nues· La fuerza impulsiva, constante, eti.caZó, tra inteligencia, sin las cuales el h.ombre irresistible de sus múltiples necesidades, le obligaron á progresar, á hacerse cada seria una especie de máquina animada vez más rico, más inteligente y mej.or en muy poco su-perior á los brutos de mayor consecuencia, y para tenerle siempre sobre instinto. el camino del bien, puso el dolor á cada Estas son nuestras necesidades intelectuales, infinitas en. su variedad y privati- lado y el bienestar á su frente. Mientras vas del sér humano. sigamos por el buen camino, mientras pro· curemos la satisfaccion indefinida de nues3.n Tenemos por fin necesidad de amar tras necesidades, dentro de los límites de á alguien; necesidad de acercarnos á nuestros semejantes; necesidad de vivir en su nuestra naturaleza, obtoodt·emos. por premio mayor suma de bienestar, ólo que es compañia. y su cariño; necesidad de simpatizar cop algunos, de compaDtir con lo mismo, nuevos goces del cuerpo y del ellos las penas y las alegrías; necesidad de espíritu ; cuando nos salgai:Qos de la buena senda, con menosprecio de las leyes de este unir nuestra alma al alma de una compañera; 1~ecesidacl de ver en nuestros hijos la mundo, el dolor, la miseria y la abyeccion castiga1·án el extravío hastá. 'lolvernos al continuacion de nuestra personalidad; ne· cesidad de admirar la bondad y la justicia, conocimiento y á la obediencia de lavoluntad divina. de odiar y combatir la maldad, la tiranía, Recordemos de qué modo. lo arbitt·ario. Dios nos dió nuestros apetitos para que, Estas son nuestras necesidades afectivas cual amigos vigilantes, cuidaran de lasa6 morales. lud y reparasen nuestras fuerzas. AbuseLas necesidades morales son como el mos, sin embargo, fuera de la medida prualma de las necesidades físicas é intelectuales de nuestro sér . Las aviyan, las es.ti- dente q.ue la razon y la experiencia dictan, ~

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Los Conocimie ntos útiles. y los dolores, las enfermedades, la muerte nos harán pagar las faltas y nos reft·enarán dentro de los debidos limites. Dios nos otorgó la inteligencia para que pudiésemos observar los hechos y los fenómenos, para que dedujéramos de su ob· servacion las causas y las leyes impuestas por Él al universo. Siempre que los hombres, en alas de la fa o tasia, se han atrevido ó se atreven á cna'r la 'De?·dad, despéña.nse en el error, y las falsas doctrinas, más fu· nestas, castigan á la humani-dad por su locura. · Dio:'! nos concedió sentimie-ntos, afectos y ~impatías. Cuando estos se truecan en pasiones desenfrenadas, la inteligencia se desvanece, los.bienes materiales degeneran e.n corrupcion, J.. los indiv.iduos.,,lo mismo

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que los imperios, perecen para no resucitar-. La fuerza vivaz de nuestras necesidades ha producido los arletantos de la humanidad, á pesar de los esfuel!zos desesperados deJ error y la. mentira. Ellas solas han ido desa1·rollando y perfeccionando nuestras facultades materiales, intelectuales y morales, haciéndonos cada vez más poderosos y mejores. Porque es menester decirlo muy alto, hasta grabarlo en todas las inteligencias: cuando un pueblo procura. sin cesar satisfacet· ,po1·los medios legitimas gtte ve1·emos en el capitulo siguiente, todas sus necesidades, su ltoy es infaliblemente mejor que su aye'r; sn 'mañana será mejor, á no dudarlo, que su koy. (Se continuará } MEUtON MARTlN.

MEDICIN A PRÁCTIC A .. •

V:ENENOS. (Continuacion )

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En el articulo anterior quedan ligeramente expuestas las nociones generales que el carácter de esta publicacion permi· te acerca de los venenos; pero á. fin de hacer más prácticos y útiles los.conocimientos que al tratar de esta materia se pueden adquirir, . vamos á. exponer con algunos detalles ciertos casos particulares de enve· nenamientos que, por hallarse más al alcanee de todo el mundo, pueden ser un arma para la tresesperacion ó.la malevolencia, ó un escollo para la ignorancia. ENVENENAMIENTOS CON EL VAPOR DE CA-R· BON.-Sabido es cuán frecuentemente se emplea este medio para atentar contra la vida: en la mayor parte de los casos de desesperacion se suicidan las mujeres pro· duciendo la asfixia con .el carbon. 8intomas.-Au nque son muy variados los sintomas de este envenenamien to, en

general hay pesadez de cabeza, ruido y ~urubido .de oídos, turbacion de los sen tidos, propension al sueño, disminucion de las fuerzas musculares, estupor, caida, respiracion difícil, lenta, estertorosa ó nu· la, latidos del corazon precipitados, suspension de ·la circulacion, náuseas y vómi tos . Tratamiento.- Se expondrá al enfermo d-esnudo al aire libre, echándolo boca arri· ba, con la cabeza y el pecho algo más elevados. En esta posicion, se anojará con fuerza sobre la cara y pecho agua tibia, y aun fria, continuando de este modo hasta q.ue empiece á. respirar, y frotando al mis· roo tiempo el cuerpo, y en especial el pecho, con lienzos empapados en agua avinagrada, aguardiente alcanforado ó cual· . quier otro liquido espirituoso. A los dos minutos se enjugarán las partes mojadas,

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y al cabo de ott·o:; dos ~ol~erán á e·:npezar

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las fricciones. Se frotarán las planta:; de los piés, las palmas de las manos y la espina dorsal con un cepillo ó con una fra · nela secn; se le colocarán debajo de la na· riz pajuelas de azufre ardiendo, álcali volátil ó agua de la reina de Hungria, y se excitarán las fosas nasales con las barbas de una pluma, insuflando al mismo tiempo el aire en los pulmones por medio del tubo lat·ingiabo . Se le administt~arán, primero, una lavativa de agua fl'ia con un te:·cio de vinagt•e, y algunos minutos despues otra con 60 ú 80 gramos de cloruro de sót.l.io y 30 de sulfato de magnesia. Si continúa somnolente, con los labios hinchados y los ojos saltones, se le sangrará del pié ó dE> la vena yugulat·. Cuando despues de recobrar el conocimiento sintiese el enfermo náu · seas, se le administt·arán lavativas purgantes, se le meterá en una cama caliente, con las ventanas de la habitacion abicrtas, y entonces se le darán unas cucharadas de .Málaga, Jerez, Madera ú otro vino generoso, ó bien una pocion anti-espasmódica. Tambien se suele emplear el galvanismo en esta especie de envenenamiento. Actoo ARSENroso.-Este ácido ea uno Je los que desgraciadamente se han servido más la desesperacion y la malevolencia para llevar á cabo sus funestos designios, asi. que la mayor parte de los suicidios y envenenarnien'tos de que han tenido que ocupat·se la medicina y los tribunales se han pet·petrado con elácido arsenioso, a.cer· ca del cual, des pues de repetidos experimentas, se han deducido las siguientes conclusiones: 1. 6 Que es uno de los venenos minera· les más enérgicos, y que tomado eñ la dósis de 5 á lO ceo tigramo!3 puede causar la muerte. 2." Que,disueltoenagua,obraconmás intensidad que en estado sólido. a.n Que determina el envenenamiento introducido en el canal digestivo ó en las venas, inyectado en las cavidades serosas ó en la vagina, 'Ó aplicado sobre el tejido celular bajo cutáneo, en cuyo último caso, cualquiera que sea la dódis aplicada, no

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son absorbidos más que 75 á lOO milígramos. 4." Que su accion es tanto más enérgica cuanto más directamente comunica con el sistema sanguíneo el teji·lo sobre que se aplicó; cuando se inyecta en los vasos arteriales ó venosos, que cuando es introducido en el estómago ó vagina.• y es absorbido más pronto en los intestinos gruesos que en el estómago . Bintomas.-Los síntomas del envenena· miento por el ácirlo arsenioso varian, segun la dósis, la forma en que se tomó, el estado de plenitud ó vacuidad del estómago, el estado interior del canal digestivo, la constitucion y edad del individuo, etc., etc. Sflbot· apenas sen:;ible al hac.er la ingeation, sa li vacion t·epetida al poco ti empo, esputo continuo, constriccion de la fat·inge y exófago, dentera, náuseas, vómitos á las 2, 4 ó 6 horas si se toma en estado sólido; á los 10,20 ó 30 minutos si se toma en disolucion; ansiedad, desfallecimiento, ardor en la region precordial, dolor ea el estómago, sed intensa, cólicos, deyecciones albinas ft· ecue!1tes, verdosas ó negruzcas y fétidas; hipo, pulso acelerado, irregula¡· ó in te1·mitente, latidos del corazon fuertes y desiguales, respiracion molesta, calor en todo el cuerpo, picazon y sudor en la piel, et·upcion de granitos miliares ó de costras que se ponen negras; semblante eDJcendi<il.o, ojos brillantes, delido, do loTos intensos en las manos y piés, orina frecllemte y sangu.inolenta.. Si sobre· vieme l.a muerte al cabo de uno ó varios dias, es preceditia. de convulsiones horribles y dolores agudísimos. Si el enfermo curó, suele advertir durante algunos meses ciel'· ta dificultad parl mover los brazos y las piernas. Si la dósis ingeríua es mayor, el enfermo parece acometido del cólera morbo osiHil.!o; facciones alteradas, piel pátida ó morada, cubierta de sudor frio; pulso repe· tido, bajo, filiforme, viva ansiedad precordial, síncopes repetidos, respiracion difícil. A veces perecen los individuos sin otro slntoma que sincopes muy ligeros. 2'ratamiento.-Son contravenenos del :icirJ.o arsenioso: .. . . . . - - - - -

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El agua de cal contra la disolucion del arsénico, porque fot·ma un arsemco insoluble que solo obraba muy débilmente. 2.0 El sesqui-óxido de hierro hidratrato que obra del mismo modo que el agua de cal. 3. 0 Aunque la leche, las tisanas muci· laginosas, el caldo de ternera y pollo, no son unos verdaderos contravenenos, poseen propiedades calmantes y facilitan el vómito. Segun esto, debe empezarse por administrar a l enfermo 4 ó 6 granos de sesquióxido de hierro hidratado, diluido en 40 ó 50 de agua tibia, titilando la garganta al mismo tiempo, á fin de provocar el vómito. Si el enfermo no pudiese vomitar, se recurrirá. á la sonda de goma eh1stica. Si el envenenamiento se hubiese verificado bastantes horas antes, si ·no hay evacuaciones albinas, se excitará el vómito; sin embargo, se proscribirá el óxido de hiet·ro hidratado, y se administt·arán 50 ó oO gt·amos de aceite de ricino, ayudándole con una media lavativa de agua tibia. Cuando se presume que la mayor parte del ácido arsenioso ha sido arrojado por el vómito, se darán en abundancia líquidos dulces y diuréticos para facilitar la expul· sion, con la orina de la porcion arsenical que haya quedado en los tejidos. Estos liquidos se compondrán de tres litros y me· dio de vino blanco, uno de agua de Seltz, y de 30 ó 40 gramos de nitrato de potasa. Si hay reaccion evidente, pueden emplearse sangrías y sanguijuelas; pues los accidentes determinados por este veneno son inflamatorios, y por eso convienen á veces los antiflogísticos. En el caso de que se presentase inflama· cion en el bajo vientre y síntomas nerviosos a larmantes, se recetarán baños, medios baños ti bios, fomentos calmantes, lavativas emolientes y narcóticos. Durante la convalecencia se alimentará el enfermo de leche, puches, crema de arroz y bebidas atemperantes. ACETATO DE COBRB Y CAROSNILLO.-El acetato de cobre y el cardenillo son unas sales que, introducidas en el estómago ó 1. 0

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aplicadas sobre el tejido celular sub·cutánco, son absorbidas, y pt·oduceu la muerte, inflamando los tejidos del canal digestivo, y obrando sobre el sistema nervioso, y aun sobt·e la circulacion y respit·acion. Síntomas. - Los síntomas proclncillos por el C!u·denillo introducido en sustancias en el estómago, son: sabor acre estiptico , sequedad en la lengua, gusto sóbrio, sali· vacion continua, náuseas, contraccion dolorosa del estómago, cólicos, deyecciones albinas, á veces sanguinolentas y negras; abdómen dolol'i1lo, pulso bajo, irregular, síncopes, sed a1·dien te, respil' acion di ricil, sudores fdos, orina rara, vértigos, abatimiento, flojedad, calambres, convulsiones, y por último la muerte. A veces gangrena los iote:;tioos. Si sellan comido alimentos condimentados eu cacerolas mal estañadas que contienen óxido, acetato ú oxalato de cobre, á las 8, 10 ó 12 hor·as se sienten debilidad y temblores en los miembros, calambres, dolores de vientre, náuseas, vómitos, evacuaciones albinas, etc. , etc. 1'1·atamiento.-Se dará inmediatamente al enfermo albúmina disuelta en agua en gran cantidad para neutralizar el veneno: á falta de albúmina, agua tibia, cocimien· tos emolientes ó caldo,-titilando al mismo tiempo la epiglotis. Si no vomitase, se le administrará el agua emetizada 6 el tú¡·taro es ti viado. Si el veneno se ha tomado buco mucho tiempo 6 el enfermo ha vomitado y~t mucho, se le arlministrarán lavativas emolientes, bebidas atemperantes, mucilaginosas y oleosas Si se presentase inflamacion en las v!.sceras abdominales, sanguijuelas, sangdas, baños generales, medios baños, fomentos emolientes, etc., etc., contra el espasmo y las convulsiones, narcóticos y antiespasmódicos. FósFoao.-El fósforo disuelto en aceite é inyectado en las venas, mata en muy poco tiempo. 8ii¿to-mas y lesiones del tejido.-Si se toma sólido y con el estómago lleno, los sintom~s se presentarán algunas horas despues; si se ha disuelto antes y la dósis es de 1 á lO centígramos, excitan fuerte-

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mente el sistema nervioso y en especial los órganos génito-urinarios; el puls_o tan fuerte y repetido; aumento de calor y fuerzas musculares; sudor y orina abundantes; excitacion ele los deseos venéreos.; si la dósis es mayor, se manifestarán vómitos pertinaces y síntomas nerviosos alar· mantes: aplicado exteriormente, inflamarse los tejidos produciendo quemaduras gnwes. De aquí se han deducido las conclusiones siguientes: 1. 0 (~ue disuelto en aceite é inyectado en las venas, atraviesa los pulmones, ab sorbe el oxigeno del aire, y se convierte en ácido hipofosfórico que, pasando á través de los pulmones, determin_a una infla· macion casi instantánea de su tejido, lo cual se opone á la accion de los pulmones, y produce de este modo la asfixia. 2. 0 Que disuelto é introducido .en el estómago eb cortas dósis, excita el sistema nervioso y los órganos génito-urinarios. 3. 0 Que en mayores dósis se convierte en ácido fosfórico por medio del aire contenido en el canal digestivo, desarrollando una vi va inflamacion en él. · 4. 0 Que tomada en cilindros produce ácido hipofoi:lfórico que inflama la parte de las membranas, con las cuales está. más en coa tacto . b. 0 Que la combustion es tanto más rápiua cuanto ménos alimento contiene ~ · el estómago. 0 6. Que disuelto en agua caliente la combustiones rapidísima y produce una muerte acompañada de horribles convulsiones. 1'rata?niento.-Si se ha tomado en estado sólido, deben administrarse en segui· da dos ó tres granos de emético para expele¡· el veneno antes de que obre; si se ha tomado disuelto, se darán bebidas acuosas que contengan magnesia en suspension, á fin : l. 0 Que ocupando el estómago, desalojen el aire atmosférico que hace arder el fósforo. 2. 0 Que favorezcan el vómito dilatando el estómago sin aumentar la irritacion . 3. 0 Que sature los ácidos hipofosfórico 6 foi:lfórico, y les impidan por con-

siguiente corl'oer Jos;tejidos con que se hallen en contacto. Si se manifestase infiamacion en las primeras vías 6 síntomas nerviosos alarmantes, se recurrirá á los antiflogísticos más poderosos. HoNGos.- Hay un gran número de variedades de setas ú hongos venenosos que no cot·responde en u merar aquí. Lo in teresante seria indicar un caráctet· distintivo que hiciese couocet· los hongos venenosos, y de este modo se evítarian una porciun de envenenamientos q'lle continuamente tienen Jugar en }Qs países donde se cría este producto. Hay pocos caractéres positivos que puedan set·vir á este efecto; diremos lo que soure este punto se sabe: las setas malas se crian en sitios húmedos y sobre las materias en descomposicion; su ca1·ne es acuosa y blanda, de olor desagradable, de color rojo 6 lívido y de sabor astringente, insípido ó nauseabundo. Las setas buenas se crian con preferencia en los sitios donde la vegetacion no abunsa, corno eo los terrenos incultos y brezales; tienen dut·a la carne; el olor es pa¡·ecido al de las rosas, al de las almendrHs nmargas ó al de la harina acabada de mo· ler. El color sonrosado ó de violeta que tienen no cambia cuando se parten ó cortan con un cuchillo , como sucede con las venenosas, y el sabor ó gusto que tienen es muy parecido al de las avellanas. E l me(.lio más usado pa1·a distinguir los honf!;os venenosos de los que no lo son , con siste en meter una cuchara de plata en el agua en que se tienen los hongos, y si se toma, de seguro hay alguno venenoso. Es muy conveniente tambien, cuando se tiene de:Sconfianza de las setas que se quieren comer, el ponerlas dentro de vinagre, el cual tiene la propiedad de apoderarse ó sustraerles las sustancias deletérea~ que contengan. S íntomas.-Es difícil dar una idea exac· ta de los sin tomas que presenta el envene· namiento por los hongos, pues varían segun las especies, la cantidad y la com binacion de una espec\e con otra . En general se presentan los ~n tomas muchas horas despues ue haberlos comido,

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Los Conocimientos útiles. y suelen ser dolores de estómago, cólicos y sudores frios, evacuaciones por arriba y pot· abajo, precedidas por lo regular de cólicos; sed inextinguible, calor general, pulso bajo, decir frecuente y la respiracion molesta; luego calambres, rigidez, convulsiones generales ó parciales, desmayos; la enfermedad dura de dos á. st::is dias, los dolores convulsivos agotan las fuerzas. Ott·as veces, así que aparecen los síntomas de la afeccion gastrointestinal, se presentan vértigos, delirio lento, adormecimient'O, estupor, accidentes interrumpídos por dqlores y convulsiones. Cuando estos síntomas no van precedídos de los que carac terizan la afecciou gastro-intestinal, el enfermo muere más pronto, afectado en el si.:;terna nervioso. A veces los hongos obran como los v-eneuos sépticos, y entonces la piel se pone pálida, fria y sutlorosa, el pulso es apenas sensible, las inspiraciones ra1·as y penosas, los ojos mortecinos, y sobreviene la muerte sin padecimientos. Hay casos, sin embargo, en que estos sintomas van seguidos !.le convulsiones que se anuncian por el trismus, tension del vientre, respiracion agitada, etc. 1'ratamiento.-Se procurará la espulsion del veneno por medio del emético ó por los emeto -catbárticos, pociones y lavativas purgantes, por ejemplo: 15 ó 20 centigramos de ,tartrato de potasa antimoniado, un gramo y 30 centígramos de hipecacuana, y 24 ó 30 gt'amos de sulfato de sosa disuelto en agua; una pocion de ricino y jarabe de melocoton y lavativas preparadas con seu, casia y sulfato de magnesia. Evacuado el veneno, se administrarán uuas cucharadas de pocion eterada ó de agua avinagrada, y bebidas mucilaginosas, si hubiere irritacion en el bajo vientre. Si la irritacion del bajo vientre fuere muy fuerte, si hubiere mucha calentura, tension dolorosa del abdómen, cardialgia, se· quedad en la lengua, sed, calor extraordinal'io e.n la piel, boca y garganta, se re· currirá á los antiflogísticos. GAS ,UR LOS COMUNES Ó TUFO.-Este gas

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en general se compone de aire atmosférico y sulfhidrato de amoniaco, y algunas veces cte 94 partes rle azoe, 2 de g as o·dgeno y 4 de ácido carbónico. Este gas mata por la falta de aire respirable. Síntomas.--Si la euf. rmedad es leve, se padecen ánsias de vomitar, modmientos convulsivos, principalmente de los músculos del pecho y mandíbulas, la piel está fria, la respiracion librl!, el pulso obstrui-do. Cuando el accidente es más grave, se pierde el conocimiento, la sensibilidad y el movimiento, el cuerpo frío, la cara morada, la boca cou una espuma sanguinolenta, los ojos empañados. las pu1Jilas di!atadas é inmóviles, el pulso bajo y frecuente, latidos desordenatlos del corazon, respiraciou difícil, convulsiva, corta. Si la afeccion es aun ruás g'ruve, los músculos se contraen violentumente, la esp:na dorsal se encorva bácia atrás, el enfermo dá chillidos espantosos. :ü·atamdento.-1. 0 Esposiciou del enfermo al aire libre, asper:=;iones con agua fria avinagrada, fricciones con un cepillo fuerte en la forma dicha al hablar del vapor del carbon. 2. 0 Se pasará. por delante de la nariz un frasco con cloro ó cloruro !le cal, un pañuelo ó una esponja empapados en ello, si el aeciclente es producido por el ácido sulfhídrico. 3. 0 Si se ha tragado agua del comun, se provocará el vómito C'On un vaso de aceite, lO centigramos de emético ó un gramo, 30 centigramos de hipecacuana. 4. 0 Si esto no bastase, se practicará una sangría proporcional á la fuerza del individuo, que se repitirá si produjo buen efecto. 5.0 Los desórdenes nerviosol', espasmos y convulsione_s se combatirán por los baños fríos, despues de los cuales se meterá al enfermo en una cama caliente, dándole fricciones en el espinazo, y administrándole unas cucharadas de una pocion anti·

espa~módica.

6. 0 Si, á pesar de esto, no recobrase el conocimiento, se aplicarán sinapismos y vejigatorios á los pies.

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.\.NJMALES VE~E~osos.-Se dá el nombre de animales venenosos á aquellos que con· tienen un depósito de veneno, y cuya mor· dedura ó picadura ocasiona síntomas gra· ves, seguidos á veces de la muerte. Nos ocupa1·emos en este lugar únicamente del veneno de 1:¡, víbora. Los dientes que sirven á las víboras p;;tra sus terribles mordedur~s s.on unos instrumentos de in· geniosa construccion. En cada lado de la mandíbula superior, un poco más abajo 1lcl ojo, tiene la víbora dos vesículas, en las cunles está contenido el ven~no, que hace salir ella cuando quiere por medio de una pequeña contraccion. Al salir el veneno de estas vejiguitas, pasa á un conducto interior que lo lleva á la raíz del diente, el cual está horadado en toda su longitud por un pequeño conducto que desemboca á la extremidad de la punta. Al mismo tiempo que el diente horada la piel, el veneno, lanzado por la contraccion de la vesícula, se precipita por este canal al interior del órgano. Elfiúido ponzoñoso que contiene la víbora es un liquido amarillento, ni ácido ni alcalino, porque ni enrojece la tintura de tornasol ni enverdece el jarabe de violeta; no es acre ni cáustico, ni contiene nin· guna sal propiamente dicha, y deja una impresion parecida á la del aceite de almendras; no fermenta con los ácidos; echado en el agua se vá al fondo, etc. Estudiada la acción de este veneno en un gran número ele experimentos, deduce un distinguido autor los siguientes hechos, entre otros, que es curioso conocer. El veneno de la víbora no lo es para todos los animales, así las sanguijuelas, los caracoles, escarabajos y serpientes no venenosas no mueren. La accion del veneno de la víbora está en razon inversa del tamaño del animal mordido, y en razon directa del número de mordeduras, del calor que hace y de la cantidad de:: veneno q_ue tiene de reserva la víbora. Un medio miligramo mata á un gorrion, tres miligramos á un pichon, quince eentígramos á. un holJ!.bre y ses~n· ta á UD buey i ahora. bien 1 COmO cada VÍbora tiene diez centigramos de veneno,

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Los Conocimientos útiles.

que nunca gasta enteramente, el hombre puede recibir varias mordeduras de una mi~ma víbora sin morit· (1). Este veneno no es mortal si no penetra en el tejido celular, y es completamente inactivo si se aplica sobre l~s fibras musculares. Conserva su energía en una cabeza cor· tada hace algun tiempo ó en un diente se· parado de su alveolo. Sintornas .-Dolor agudo en la parte herida, que se extiende por todo el miembro y pasa á los órganos intemos, con hiochazon y rubicundez, que gana poco á poco las partes inmediatas; síncopes.prolongados; pulso frecuente, bajo, concentrado, irregula1·; dificultad de respirar, sudores fríos y abundantes; tu1·bacion de la vista y facultades intelectuales; náuseas, vómitos biliosos y convulsivos; la sangre que sale por la herida es negruzca, y suele algun tiempo despues declararse la gangrena, cuando la enfermedad debe terminarse por la muerte. El clima, la es· tacion, temperamento, etc., influyen en la rapidez de los síntomas; en las personas débiles y tímidas son más graves que en las personas robustas y serenas. J'?·atarniento.-Si la enfermedad produ· cida por la mordedura es leve, se pasan los bordes de la herida, se echan en ella una ó dos gotas de álcali volátil, s.e cubre con una planchQ.ela empapada en el mismo álcali y se sujeta con un vendaje. Se frota el miembro con aceite comun templado y se envuelve en un hierro· Ínojado con lo mismo. Interiormente se dará al enfermo un vaso de agua desauco ó de hojas de naranjo con o á 8 gotas de álcali volátil, y se r epetirá cada dos ó tres horas. Si la mordedura presenta más gravedad, se empezará por ligar con una cinta el miembro mo1·rlido por encima; se dejará sangrar la llaga comprimiénd{)la con suavidad; se mojará la parte mordida con agua tibia, se envolverá con un lienzo mojado y se aplicará una ventosa, que permanecerá veinte ó veinticinco minutos. (l) Ksto hecho no es seguro, porque esta con1probado quo la mordedura de lo viiJoro puede &er mor·tal rora elllombl'e.

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Los Conocimientos úliles.

Si la inflamacion es considerable y los dolores muy agudos , se pt·escindit·á. de la ligadura y se cauterizará la herida con un hierro candente, piedt·a infernal, piedra de cauterio, manteca de antimonio, aceite vitriolo, cáustico amoniacal, lejia ue jaboneros, cal viva y jabon, moxas ó aceite hirviendo. Cauterizada la herida se aplican ventosas, y sobre las partes ingurjitadas próximas á ella una mezcla de una parto de álcali volátil y dos de aceite. Cuando han disminuido los accidente·s se quita el cáustico, reemplazándolo con un lienzo empapado en aceite comun; se ft·ota el miembro con el mismo aceite mezclado con unas gotas de álcali volátil, y pasado el peligro se cura con hilas solamente, como las llagas sencillas. Interiormente se dará al enfermo, como antes se ha dicho, el vaso de agua de sauco; se le colocará en una cama bien cubierta. Si se presentan vómitos se le dará la hipecacuana ó emético; si hay gangrena, una pocion de quina; despues que ceda la enfermedad se sujetará al enfermo á dieta rigurosa. INSECTos VEN&Nosos.-Escorpion de Eu?'opa.-Insecto del género de los arácnides, como de tres centímetros de largo, pardo negruzco, con la ~ola delgada más corta que el cuerpo. Se encuentt·a en todas las provincias meridionales de España y en casi todas las demás, aunq üe en ménos abundancia. La picadura del escorpion produce en el hombre accidentes graves que varian segun el tamaño del animal y el clima.

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8 ·tntomas.-Una seual encarnada en el sitio de la picadura, algo ennegrecida há · cía el medio, á la cual acompañan dolores, in:flamacion más ó ménos considerable, hinchazon, y á veces postillas: varias personas padecen calentura, calofríos, hipo, vómitos, dolores en todo el cuerpo y temblor. Tratantiento.-Alcali volátil interior y y exteriormente, plantas de la familia de las crucíferas, los tópicos suaves y emo lientes, y los oleosos para disminuir la inflamacion. Araña.-Caaodo pica una araua se forma del medio de la parte picada un bultillo livido que desaparece por si solo. Taránt1~la.-Insecto de la familia de Jos arácoides, cuya picadura suele producir alteraciones más ó ménos graves en la economía animal. Puede ocasionar una calentura lenta de la que no se cura sino danzando basta cansarse, al son de un inst1•umento cualquiera. En Italia hay un baile llamado ta;rafJ¡,teZa. Sin embat·go, coovendJ•á lnvar la herida con salmuera , ó con vinagre dando interiormente la triaca. La picadura de laavispa, del moscardon y de los ooispones, ha producido una inflamacion grave é intensa siempre, y algunas veces la muerte. T?·atamíe?~tto . - Primer o se extrae el aguijon con cuidado p81ra- no esprimir el veneno de la vejiguilla: en seguida se lava la herida con agua fria ó agua del mar, se aplica el zumo leehoso de la ,adormidera blanca, y aun no estarán de más el agua de Goulard y lociones de orina,

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CONOCIMIENTOS DE METEOROLOGIA. e IS2J t

TROMB:AS.

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Entre los grandes meteoros que pel"turban el órden aparente y armonia de la naty.raleza; entre los grandes fenómenos que llevan el tert·or y la desolacion donde apa· recen, hay uno notable por sus formas capl'ichosas y gigantescas; por las fuerzas ext¡·aña.s á q.ue parece o.bedecer; por las leyes desconocidas y en apa1liencia contra· dictorias que le rigen; por los desastres, en fiu, que ocasiona. Estos meteoros destructores y extraordinarios,. poco comunes felizmente en nuestro país, son los conocidos con el nombre de t?'O'JJtbas. Consisten, unas veces. en torbellinos de viento arumados de un movimiento girato· río y á la vez de traslacion., cuya violencia es extraordinaria, y en. este caso se llaman trombas de aire . · Otras veces son una masa de vapores 6, montou de nubes animada de la misma fuerza, que se resU,elve en lluvia 6 en gra· nizo, lanr.ando en su camino rayos y true· nos, y se llaman trombas de agua. Se forman ya en. la tierra ya en los mares. En este último caso presentan una figura especinl. La nube forma un cono in· vertido, cuyo vértice se dirige hácia el agua, y cuya base está unida á otras nubes. Al mismo tiempo el agua del mar, de· bajo de la nube, se arremolina y levanta tambien en forma de cono, cuyo vértice se une al prime1·o, resultando una masa continua de la superficie del mar á las nubes. Parece que estas aspiran. y elevan el agua del mar. De las trombas se puede forma.r una idea por los remolinos de aire que se ,ren con frecuencia en dias de viento en los ca· minos y en las calles, q.ue levantan y arrastran polvo, hojas secas, paja y otros cuerpos ligeros. Las trombas· son fenómenos análogos, pero en mayor escala. En la tierra las trombas arrastran. y envuelven

en su movimiento grandes masas de potvo, y á veces de cuerr>os bastante pesados, y se desarrollan con tanta violencia, que al"· rancan árboles, derri.ban paredes, d.estror.an edificios y. socavan el suelo. Algunas veces ofrecen fenómenos análogos á lÓs del rayo, por su rareza. Se cita una tromba en Roma que arrancó y arrestró- en su movimiento una lámparaen.cendida, paseándola por una habitacion sin apagarla, y la depositó solH·e el suelo. Otra, en Carcasona, desenladrilló el centro de una habitacion, sin dejar caer ninguno de los muebles que habia al rededor. Ha sucedido algunas veces que una tromba ha levantado enteramente t•Jda la masa de agua de un estanque 6 de un arroyo, con las plantas y los animales que con tenia, y la ha trasportado á otro- paraje distante, sin daño para los animales. Las trombas producen casi siempre un ruido atronador, 1.1na especie de silbido ex.trailo, que aumenta 6 disminuye segun que el terreno sobre el cual pasan es más 6 ménos húmedo. En el mar, cuando el aire se agita para formar la tromba, si un barco pasa por la corriente que se produce, esta le hace girar sobre sí mismo, destroza sus. velas y á veces rompe sus mástiles. Cuando loa marinos se apel'ciben de la formacion de una tromba, hacen todos los esfuerzos pQsibles para evitarla, é intentan romperla á caño· nazos. Algunas veces la tromba se forma en el mar, empezando por agitarse sus aguas, elevándose la columna cónica que se ha dicho, y solamente despues de algun tiempo se condensan los vapores en el aire y aparece la nube en cono invertido. El agua que cae de estas nubes no es salada, lo que prueba que no procede del mar, que las nubes no absorben, como algunos creen, el agua del mar para descargarla luego.

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En un gran número de trombas se ha observado que no tienen el movimientCl de remolino ó giratorio, sino solamente el de traslacion, t·ecorriendo r<ipidamente y des· cargando sobre una zona extensa de un país. Segun se ha indicado al principio de e:>te artículo, la formacion y odgen de las trom, bas no es bien conocido. U nos físicos lasatribuyen á dos oo1·rientes violentas de· viento en dit·ecciones encontradas, quepasan unn al lado de la otra. Otros.cre.en que

son fenómenos debidos á la electricidad. Cuando vienen acompauadas de granizo y truenos como una tempestad, es indudable que aquel poderoso ag-ente de la naturaleza toma parte en su formacion, y si no son el resultado directo de fenómenos exclnsivamente eléctricos, serán producidos por la concu-rrencia con aquellos de otros secundarios. No corresponde á este lugar que entt·em.os en más extensas explicaciones sobre este punto. F . ÜAHVAJAL,

L1TERATURA . FRAGMENT OS ESCOGIDOS (I).

La derrota de los pedantes; de· D. Leandro F. de Moratin. Estábase Apolo durmiendo la siesta á más y 1 mejor en un mullido catre de pluma: un mosquitero verde le defendía de pelusa Y· moscas:· la alcoba tenebrosa y fresoa: el palacio en profundo silencio, y el dios bien comido, mejor bebido, y nada cuidadoso. Roncaba, pues, su reluciente majestad haciendo retumbar las bóvedas, y Mercu1·io, que se había quedado traspuesto en un chiribitil cercano, dábase á Pluton, por no darse al diablo, viendo que· los bufidos de su het·mano no le dejaban. pegar los. ojos. En esto se ocupaban las dos referidas deidades, cuando de repente se levantó tal estruendo en los patios, corredores y portalon del palacio, que parecía hundirse aquella soberbia máquina. Altetóse Mercurio: dió un salto de la cama al suelo, y hubo de perder el juicio hallándose á pié, esto es, sin talares, porque madama Terpsícore, la más juguetona y revoltosa de todas las nueve, había ido poco antes á la cama pasito á pasito, y se los babia quitado por hacerle rabiar. Afligióse sobremanera, y á. tientas se puso los gregüescos, la chupa y la camisa; porque es fama que el tal dios no puede dormir en verano si no~epone todos los trastos, quedándose á la ligera como su madre le parió. 1} Véase el núm 7 • pAg 100 1

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Ya que se halló decente el correveidile de los dioses¡ salió en pernetas con su caduceo en la mano, y en la cabeza el acostumbrado sombrerillo. Iba corriendo á averigua¡· la causa del alboroto; y ~~ atl'llvesar el COI'I'edor vió venir un burujon de gente que luego conoció ser de los de casa. Bernardo de Bal-buena y el buen Ercilla cenducian á Olio desmayac.la y casi moribunda, e1 peinado deshecho, el brial roto, y las narices Linchadas y sangrientflS. ¿Qué es esto, dijo el dios al ver aquel lastimoso espectáculo; qué es esto? ¿Qué ha de ser? respondió Juan de la Cue'?a. que venia haciendo aire á la desmayada con un cuaderno de minuetes; ¿qué ha de ser? sino que toda la comarca está en armas, el palacio lleno de enemigos, las musas cuál más cuál ménos, estropeadas, y Apolo, nuestro señor, muy á pique de quedar por puertas si duerme cuatro minutos mns. ¿Pero no sabremos...? No lJay más que saber, añadió Ercilla, sino buscar á Apolo, darle parte de lo que pasa y acudir todos á la defensa, sin andarse en aquí me la puse, ni en tú te la tienes, Pedro. ¡Gáspita, dijo Mercurio, y en qué lindo dia me he venido á comer a esta maldita casa! Bien hacia yo en no q'derer admitir el convite por más que mi hermano me ruolia á recados todos los domingos: mi padre come mucho mejur que él, y más me gustan dos -tragos de néctar que tres

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puchf\ros de agua ft·esca de áganipe: no, si yo no fuera tonto, no me sucedería esto. Majadero do mí que podría estar ahora en el Olimpo, mi entrns mi madrastra duerme la siesta, jugando con Bebe á la pizpirigaña y al salta tú, y no que ahora el diantre sabe lo que me aguarda. ¡Voto va mi fortuna! Esto decía Mercurio lleno de iodigoacion: y mientt·as unos llevaban á acostar á la triste Clio, y ott·os buscaban á Esculapio que estaba ltervorizando en un tejado húmedo, y otros corl'iao desatinatlos de una parte á otra, él nuu·chó en diligencia á la alcoba de A polo, que muy ngeno de lo que pasaba, roncaba todaJ,Tía como un provincial. Dióle un pellizco, y otro y otro, y ni por esas podia <lispertal'ie; de manera que in..itado de la poltronería, alzó el palitroque de las serpientes, y le dió con él tan desmesurado masculillo, que á darle otro, no lo hubiera contado por gracia el señor Timbreo. Desenvolvióse de las colchas medio aturtlido, y á pocas razones que entre los dos pasaron, Jos interrumpieron Erato y Polimnia que entraron en el dormitorio dando alaridos, y remesándose Jos pelos como unas desesperadas. ¿Qué haces, hermano? le decían áApolo: aprisa, corre, vuela, véte po1· la puerta de la bodega, que ya las Horas han ensillado y enfrenado ú. Fleg-on pat·a que montes en él y escapes. Corro, y avisa á nuestro padr.e Jtípiter para que, á fuerza de rayos, centellas y tempestades de azuf~·e, alq uitran y ruedas de molino, ataje, si puede, nuestta desgt·acia. ¡Ay! y dirásle que no se de3cuide, que no es esta comll) la de antaño; que no son jigantillos de por ahí los que tiene que despachul'l'at· y hacet· jigote, sino un ejército e! más formidable que se habrá visto desde que, pa.r11; oprobio de la humanidad, se estilan ejércitos en el mundo. Vamos, dijo Apolo, vamos á ver qué es ello, que ni yo os entiendo, ni puedo adivinar á qué viene toda esa bulla; y á buena cuenta ya estoy medio descalabrado, y cuAnto he comido se me ha revuelto en el estómago con el susto. ¡Ay, hijo mio! ¿descalabrado estás? dijo Erato: pues qué, ¿te has hallado ya en la refriega? ¿te ha herido alg uno de aquellos poetas descomunales? No sé quién me ha herido, dijo A polo; pero ¿qué dices de poetas? ¿Qné? Los que asisten en palacio, y son mis cortesanos y amigos, han podido mover alguna sedícion? No son esos, replicó Polimnia: »i .¿cómo era 'osible caber en ellos tal iniquidad?. Ni son los que conocemos, ni son poetas, ni sábios; ni cosa que lo val¿-a: son unas cuantas docenas de docenas de pe

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dantones, copleros ridículos, literatos presumidos, críticos ignorantes, autores de tanta traduccion galicA.da, tanto compendio superftcía!, tantos versecitos infelices que, ni hemos inspirado, ni hemos visto. Son de aquellos que de todo tratan, y todo lo embrollan, para quienes no hay conocimiento ni facultad peregrina: unos, que hacen tráfico dél talento ageno, y le machacan, y le filtran, y le revuelven, y le venden al público dividido en tomas: otros, que no habiendo saludado jamás los preceptos. de las artes, y careciendo de aquella .sensibilidad, don del cielo, que es rsoia capaz de· dar el gusto fino y exacto que se necesita para juzgarlas, se atreven á decidit· con aire magistral de todo lo que no es suyo; persiguen y ahogan los mejores ingenios con sátiras tan mordaces como desatinadas, y aspit·an por medios viles á levantar su gloria sobre la ruina de los demás. Otros y estos, estos son los más en número y los más insolentes, que pasan la vida atando en insufribies versos una polilla asquerosa, que embadurnan y apestan el teatro con unas cosas que llaman comedias, compuestas de retazos mal ananrados de aquí y de allá, atestadas de más defectos que Jos orig inales que copian, y sin ninguna de aquellas perfecciones que disculpan ó l1acen olvidar los errores de las antiguas. Estos son los que por tanto tiempo hao tenido y tienen tiranizado el teatro español, estos los que empuercan dial'iamente los papeles públicos, y estos, en fin, los que haciéndose in tér pretes de la naclon que los tolera, se han atrevido al son cl'e ?,ambombas, chiflMos y cencerros, á llorar las desgt·a:cias de la pabría en la pérdida de sus amados princi,pes, y1á interrumpir con desapacibles gt·nzo!dos el coml;ln quebranto, cuando l!l) muerte· arteba.tó al cielo al más pia:doso de sus reyes, para levantar sobre el trono español~.»l m~s gvande de todos ellos. Estos son los que aoaudillaa y clan atrevimiento á los demás. ¿Pero qué me detengo ... ? ¡mísera! Corre, y veras por tí mismo lo que es ocioso referir: el riesgo es inminente; y si tu presencia no le aparta, se perdió el Parnaso; tu soberanía Y el esplendor de los mnsas castellanas se perdieron para siempre. En efecto, A polo echó á correr como un gamo, y Meroúrlo, jadeMldo detcás de él, se despepitabn p&r la pérdtdil de SUB ta'lares. De esta manera iban que ~ola~n á puto el postre; y el estruendo militar crecía po:v insta~es. Abrió Apolo una ventana. que da.broal patio del alcázar, y vió el más tremendo espectáculo que plldiera creerse. Dos ejércitos (porque segun su ní¡.mero no parecían otra cosa) se combatían

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atándose á toda prisa las correhuelas de los escarpines alígeros: ¿yo escapar? no en mis días: ahora sí, escapar: dejadme á mi, y vereis quién es Calleja. Dicho esto se disparó por los aires adelante como un cohete; y encaramándosu á las bovedillas sobre el campo de batalla, empezó á gritar con voz de trueno ó estampido ue caiionazo á aquellos desesperados combatientes. ¡Ah de abajo! decia, ¿qué tremolina es esta? ¿qué loomra. se os ha metido en los cascos'? ¿Asi se profana el alcázar de mi hermano? ¿n:stamos en a.lgun bodegon? Oanalla soez, ¿qué es esto? Oyendo tan halagüeiias ¡·nzonos, pa1·ó nlgun tanto la pelea: alzaron todos la vista, y viendo en el aire aquel espantajo voceador, no pudieron ménos de maravílla1·se; y él valiendo!1e de la turbacion que su presencia los hubia causado, prosiguió diciendo: mi hermano Apolo quiere que dejeis las armas por una y otra pa1·te: y á vosotros, quien quiera que seuí~, hombres desconocidos y revoltosos, os ordena que si alguna pretension tuvlóreis, me la digais al instante, sin andaros en ambnjes ni trunquillas, que como ella sea justa, desde luego quedareis servidos; porque de no hacerlo a¡,i, por el alma de mi madre os juro que yo os da re á conocer del modo con que se debe trata¡· á los dioses. Separáronse en efecto las dos cuadrillas: los de casa vol vieron á ocupar la escalera, y los intrusos, recogiendo algunos heridos, se hicieron un peloton. Mercurio entonces volvió á preguntar la causa de aquella barahunda; pe1·o como no babia entre los cont1·arios caudíllo alguno q ue ll.evara la voz, fueron tantos las que ditlron por querer responderle todos á la par, que aunque se desgañifaba diciéndoles que callasen, y uno solo hablara por ellos, no lo pudo conse-guir en manera alguna. Irritado, pues, de ver que nada podía lograrse de bien á bien con aquella gente vocinglera. y atolondrada, batió los talones, echóse encima de la turba, y agarrando del pescuezo ul prime. ro que le vino á mano, voló con él otra vez al techo, y desde allí les dijo: puesto que no es posible haya union en vosotros para que un comisionado vaya á dar cuenta á mi hermano de lo que solicitais, he pillado á este para que hable por todos, y nos informe de lo que hasta ahOra no habeis querido decir; pero entretanto que le llevo y os le traigo, haya un armisticio general para que no pasen los estrugos adelante, y se componga t'bdo á pedir de boca. Los nuestros no saldrán un solo dedo del último escalon de esa escalera, ni vosotros pasareis tampoco de la línea de estos arcos: nadie se atreva

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Los Conocimientos útiles. furiosamente al pié de la escalera principal: el uno defendiendo el paso de ella; y el otro que ocupaba todo el portalon y gran parte de las galerías bajas, obstinado en abrirse camino y ganar los puestos que se le defendían. El ejército amigo se componía de las guardias y dependientes del palacio, y de los poetas comensales de Apolo, que capitaneaban las tropas y resistían con vigor los ataques del enemigo, en tanto que las Mus!ls, esto es, siete de las nueve, porque Caliope y Olío estaban ya á componer, acompañadas de Vl}rias ninfas subalternas y de las criadas, se ocupaban en conducir al puesto arma8 y pertechos pa1·a los qtte comuatian en detensa de su titubeante honor. El ejército contrario era una turba confusa de diversas gentes que habia unido por casualidad el furo r , y peleaban sin órden ni disciplina, ni jefes que los gobernasen; pero con tal ímpetu y desesperado arrojo, que entrambos dioses recelaron mucho del éxito que podria tener aquella tremenda pelea. Apolo se rebujó en una capastrosa que al paso le prestó un proyectista, y se caló hasta las cejas un bonete de doeto1' para no ser de nadie conocido. l!:chó á andar siguiéndole su hermano, y á breve rato se hallaron en lo alto de la escalera. Mercurio quiso informarse del estado de las cosas, y volvió diciendo que por parte de los suyos se hacían prodigios de valor; pero que era talla fuerza contraria, que temian verse precisados á retirarse á las eminencias para desde allí ofende¡· con más ventaja, aunque en ménos te rreno, á los sitiadores. Malas nuevas fueron estas para el dios de los tabardillos, tanto, que al escucharlas comenzó á temblar de pié y de mano como los que t ienen mucho miedo; el cual miedo se le aumentó sobremanera, viendo s¡¡bir ú 'l'erpsícore muy llorosa y cariacontecida, con u n diente en la mano y apretándose con toda su fuerza un chichon que llevaba en la frente tamaño como un ltaevo; y entre suspiros y sollozos y gemidos tristísimos, ¡ay hermanos! dijo, que esto va de mal en peor: Jos nuestros ya desfallecen: Quevedo y Cervantes, ¡mi querido Cervantes! están heridos, y se bao retirado de los puestos que guardaban: los enemigos se aumentan,sucesivamente: no hay remedio, cedamos á tan ta desventura. ¿Y mis zapatos? dijo Mercurio, ¿qué hiciste de ellos? ¿en dónde me los has puesto, picarona? Ahí los tienes, respondió la Musa sacándolos de la faltriquera, póntelos aprisa, que para escaparte son que ni pintados. ¿Qué es eso de escapar? rBplicó Mercurio puesto ya en cuclilla" y

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á insultar á otro: no hagan gestos, ni se tiren chinarritos, ni se escupan, ni se o.iga una pulla ni mala razon, y cuenta con ella: porque si .hasta ahora he usado de medios suaves para conteneros, si llegais á enfadarme vibraré contra vosotros los rayos de mi padre Júpiter, que los tenemos apilados eu la armería, muchos en número, r~;:cie n bullidos, y todos ellos sin estrenat·. Esto decía el dios del babeo uuicamente para atomorízal'los: porque, segun se supo despues, oo habia en toda la casa más instrumeo tos bélicos que un puünl sin punta y mohoso de la seiiom Melpómeue. Lo cierto es que con esta diligencia .cesó el combate: las tropas se retiraron á los parajes .señalados; y el dios, satisfecho de aq uel.l a obe~ .diencia, marchó con el perillan que habia pes C~tdo, asténdole fuertemente de las agallas, que no le dejaba gañir. Quiso ante todas cosas dar cuenta á Apolo de lo ocurrido; y abriendo un camaranchon súcio que había servido muchos años de carbonera, me Lió en él su presa: torció la llave, colgóse h.\ del dedo meñique, y en un santiamen bus· có á su hermano que estaba :OOjeando á toda prisa El Arte de la auerra del filósofo de Sans~oud, y disponiendo un plan de fortilicacion y defensa, le dió buenas esperanzas, y le 90ntó ni más ni menos culiDto se acaba de referir. Holgóse en extremo el dios inteuso con las noticias que le dió .l\lercuno : tratóse de lo que ea el ca:>o con venia, y resolvieron que Apolo recibiese la emlJajada con toda ceremonta para dar á la pompa y aparato un remusguido de amenaza: que se oyese con benignidad al enviado, ó por mejor decir, al traído, y que aunque ruese necesario ceder un poco á las circunstancias, se p1·ocurase no exasperar á unas gentes demasiado dispuestas á cometer cualquier exceso; y en fin, que mientras d~rase la grave escena, Mercurio desgastara los talones en ir y venir, y volver y tornar para lo que ocurriese en una y otra parte. Hecho esto, mientras A. polo se fué á vestir de gala y alheñarse la cabellera, su hermano marclló á buscar el preso: asomóse de camino á un agujero que caía al portalon, y vió que estaban todos quietecitos como unos muertos, sin chistar ni mistar, ni der.irse Jos unos á los otros una mala desvergüenza. Alegróse mucho de ver aquella tranquilidad, y se fué en ~erechura á

la carbonera donde c st al.Hl su bombre: escuchó u u poco por la e nadura, y parecióleque estaba recitando versos, y así era la verdad, porque en ménos de un cua1·to de hora que llevaba de en{)ierro babia ya compuesto dos ovillejos, un madrigal y tres sonetos caudatos quejándose de su mala suc1·te, y llorando su IJrision como pudiera el mismo Macias. ¡Cuerpo de t11l conmigo, dijo Mercurio, y qué pájaro tenemos en la jaula! Pat·a mis barbas si uo es este el peor de su rebaño. ¡Haya picarue. lo! ¿No há Dllda que entró en el cisquero, y ya teuemos coplillas de pié quebrado, y estt·ambo· tes, y maripo!lilla incauta, y arroyuelo murmurador'? Por mi vida que el tal improvisante debe de tener· manejo y vena. . En esto le abrió la puer·ta del cochiril, diciéndole muy halagüeüo: salga acá fuera, señor galan, salgo acá fuera, que ya he llegad{) á entender su habilidad: salga y vengase conmig{), que mi hermano Apolo está deseoso de conocerle. ¡Oh favor! exclamó el de los ovillejos; ¡oh favor! y tendiéndose en el suelo cuan largo era, agat·ró de las piernas á l'llercurio y le besó los p1es unn y muchas veces. El dios se resistia; pero no lo pudo evitar: levantóle con mucho ngasujo. y el poeta, sin curarse de limpiar el cisco y tel~~orañas que tenia en el rostro, manos y vestido, siguió á Mercurio hac1éndole mil reverencias, quitándole con ridícula oficiosidad las pelu,;itas que llevaba en la ropa, y adeiant¡índose á espantar con un pañuelo asqueroso las moscas pura que no ofendiesen á la deidad que, nl vet· aquellos obsequios, apenas podia contener la risa. ·¡Qué, es posible, decía arqueando las cejas y dí~udose palmadas en la frente; qué, es posible q ne A polo, el rubicundo Delio, el claro Cintio, el Patilreo númen desea verme, solicita conocerme y tratarmel¡Oh favor! ¿Pero es cierto, soberano Alípede, es verdad, ó ilusion dulce de mi deseo? ¿Es realidad física, 6 extravío de la imaginacion férvida! ¿Es soporoso nocturno rapto, que en la atezada calígine... No es calígina, ni rapto atezado, ni cosa alguna de las que habéis dicho, replicó Mercurio: mi hermano os quiere ver, y á eso vamos allá; pero os advierto en caridad que trateis de no hablarle en culto, ni le jugueis del vocablo, ni le digais quisicosas y garambainas, porque os mandará tirar de un balcon, y le obedecerán al punto. (Se continuará.)

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Los Conocimientos útiles.

Núm. i3.

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ECONOMÍA POLÍTI CA. La cartilla del trabajo (1.).

III.

sus necesidades era menester que la paga· se con esfue1·zos materiales y con esfuerDEL TllADAJO. zos intelectuales. El hombre de los bosques, el sér por Para fines siempre sábios, que no nos es excelencia libre, trabajaba por lo tanto dado comprender á primem vista, el Crea: desde el primer mQrneoto, y tralwjaba. <lor ha dispuesto que, aguijoneados incemucho más penosamente que nosot1·os, santemente por nuestras necesidades, no porque su trabajo era muy parecido al podamos satisfacer la menor de ellos sin del bruto: la cabeza, el pensamiento poun esfuerzo más 6 ménos grande de alg·unía pocos esfuerzos de su pat·te; el cuerpo na de nuestras facultades. los suministraba casi toJos. Sin e m bnrgo, Para coger la fruta de la rama es nece hasta en los menores actos corporales, sario, cuando méuos, levantar el brazo, lo siempre debió vislumbrarse un destello de cual es un pequeüo esfuerzo. Cuando la ~u espíritu. leña escasea, hay que ir nl monte, cortarPues aunque en los primeros tiempos la y t¡·aerla con fatiga antes de poderla de la aparicion del hombre en este mundo, encender para que nos caliente. &Cuántos tiempos en los cuales andaba desnudo y esfuerzos de la cabeza no exige el aprenembrutecido como hoy le vemos en la der á leer y á contar? ¿Qué sinnúmero de Australia, y apenas si su inteligencia se esfuerzos de toda clase no necesita el sosuiferenciaba del instinto del mono 6 de la tenimiento de la patria, cuyo amor es hormiga, todavia trabajaba aquella á la pnra el hombre civilizado la primera de par que trabajaba su cuerpo, y de día en las necesidades morales? • día contribuía con mayor número de esEntre la necesidad y su satisfaccion está fuerzos más eficaces á la realizacion de el esfuerzo 6 una séde de esfuerzos como las obras inspiradas por sus necesidades. único precio para conseguirlo. Este esEn nuestros días es imposible seiialar fuerzo 6 série de esfuerzos es lo que llaun trabAjo para el cual no concurran simamos tmbajo. multáneamente la inteligencia y los esEl salvaje, el hombre primitivo, para fuerzos materiales. Quien vea aserrar taalcanzar el dátil de la palmera, tenia que blas de una viga, tal vez presuma que no trepar y hacer un esfuerzo material; para se necesita sino la fuer?.a material que buacar la raiz tenia que ejercitar el insmueva y guíe la sierra. Otra cosa muy tinto, asomo de su inteligencia, luego en diferente ueducirA quien piense, quien seguida cavar, ólo que es lo mismo, hacer analice. esfuerzos con su inteligencia y con su Este vé palpablemente á la inteligenciR cuerpo. Lo propio puede decirse cuando de cada aserrador guiando atenta sus cazaba 6 pescaba. Los esfuerzos de su inbrazos, fija la idea en la línea recta, en la teligencia le sugerían la flecha, el lazo, el mayor dureza de los nudos, en lo saltadizo anzuelo 6 la red; los esfuerzos de sus músde los dientes de la sierra. Si el filo de culos ejecutaban todas estas máquinas. esta se tuerce á la derecha, hace su razoPara apoderarse de la p1·esa que le exigian namiento y grita: <<á la izquierda otro tanto cuanto es el desvio; esa no es la lí{1) Hoso el niun~ro nn1crior. nea recta »Si dá contra un nudo 6 contra

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Los Conocim ientos útiles.

ven. Quizás sean las que en suma-contr iuna parte dura, vuelve á decir á los músbuyan más á los portentos del trabajo, culos: «Despacio y ménos empuje; algun porque en definitiva no hay esfuerzo físico diente vá á saltar. Se vá á perder muchíó intelectual que no templen, sostengan y simo por avanzar sin cordura; r ecordad estimulen. las cualidades de esas materias que laFrancisco Arranz era por naturaleza brais.» sóbrio, modesto y diligente. Con poco se Para el que piensa y analiza la intelisentía feliz, porque llevaba en el alma todo gencia necesaria en la fabricacion d.el un mundo de ilusiones. Merced á esta rihiel'ro y el acero, la inteligencia creadora queza de su espíritu, el agua pura era de aquella série de dientes que desagregan néctar para su sed; el pan seco ambrosía con tanta facilidad las fibras de la made para su hambre. Con un traje limpio, sen. ra, los esfuerzos infinitos de la inteligencillo, bien llevado, parecíale alcanzar el cia hasta disponer y dirigir aquella faena grado superior del lujo. al parecer tan sencilla, todos se hallan Este era Francisco Arranz, pero sus pa· encarnados en la m a teda por medio de rientes en nada se le parecían. Su madre, determinad a fot·ma, todos concurren preá quien amaba tiernamente , era tan cadsentes á la satisfaccion de la necesidad de tativa, que á veces rayaba en pródiga. tener tablas, .y si se suprimiera. de repente la pat·te que tuvo y tiene la inteligenci a Sus hermanos, ni tan hacendosos ni tan parcos como él, vivían á sus expensas, en todo aquello, quedarían losaserrado res mientras sus hijos, criados en la abunreducidos á dos séres impotentes, sin otros dancia, no sospechaba n siquiera lo que instr u m en tos para realizar la operacion costaba á su padre el que nada les faltase. más que sus dientes y sus t;Iñas. El corazon de Francisco amaba á todos, aserde te insig·nifican é trivial La obra manera que las privaciones en las cun.· de homel para pronto de convertiría rar se no pensaba tratándose de su persona, les imposible. casi colosal empresa una bre en le apenaban y condolían grandemen te si El trabajo inteligente, acumulado en las padecían otros. Para él la necesidad union con el trabajo corporal, han reali·· moral de consolar, de ver felices á los suzado, andando e1 tiempo, una verdadera yos, era la más vehemente de las necesimat·avilla. dades. Estas abundan en derredor nuestro, son Pues bien, á impul1!o.s de esta necesidad innumerabl ei\ 1 si bien no reparamos en moral ¿quién es capaz de relatar lo que él ellas por la costumbre de verlas desde la hizo'? Pdvándose de todo, hasta del sueño, infancia :$Ín inquirir y averiguar quién multiplicáb ase como por encanto, &. todas las creó. Lo cierto es que no hay una sola partes acudía, adq uiria conocimien tos en que no haya necesitado por parte de nues· todo, ningun·trab ajo le parecía duro ó de· tros antepasadQs uná cantiaad de tral!>'ajo nigrante, y los esfue1·zos de su cuerpo y material y otra de trabajo intelectual que de su inteligencia solo pujieron companos asombraría si pudiésemos medirlas. rarse á la inmensidad de sus facultades Lo cierto es que para la cosa má~ pequeña, cuando al parece·r t1·abaja solo nuestro ·afectivas , y á las necesidades insaciables de su corazon. cuerpo, en realidad ha trabajado y trabaja Por eso Francisco Arranz realizó protambien nuestra inteligencia . gresos infinitos en pró de sus semejantes, Apenas se concibe el primer movimienaunque se resignó á vivir y morir en la to m uscular del salvaje, sin un movimien· oscuridad humilde de un obt·ero y nada de razon, ·su d.e simultáneo ó to anterior más. alma. su espiritu, de su Sinteticemo s ahora brevemente la vofacultades las afectiv-as, facultades Las del Creador. untnd l essus con tatnbien morales conc11rren necesidades, corno parte inseNuestras sala procura hombre e1 cuando fuerzos personalida d, son obra nuestra de parable muele que necesidades tisfaccion de las

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Los Conocimientos útiles. de Dios, tienen que habet· sido de consiguiente creadas para un fin providencial. Este fin no es otro que el de obligat·uos á desarrollar indefinidamente nuestt·as facultades físicas, intelectuales y m01·ales. No habiéndonos concedido Dios otro medio_de alcanzar la satisfaccion de nues tras crecientes y múltiples necesidades sino los esfuerzos aunados de la fuerza, la inteligencia y el sentimiento, y consti tuyendo estos esfuerzos lo que se llama trabajo, es evidente que el tl·abajo es la pt·imera ley del mundo, el único titulo legítimo para adquirir y atesorar satisfacciones ó riqueza, y la fuente santa y pura ele todo bien, de todo poder, de toda superioridad, de todo derecho. Nada h11y de exagerarlo por lo tanto en el dicho de Alejandro Magno cuando exclamaba, iniciado por su génio en las sen· cillas verdades de este muudo: «Nada hay más vil que la holganza: nada mas régio y noble que el trabajo.»

IV. DE LA RIQUEZA .

El hombre no puede crear la menor cosa, y sin embargo crea la riqueza. Expliquémonos: Riqueza es todo aquello que satisface nuestras ne.cesidades. Cada objeto ó cada adelanto que satisface ó concurt·e á sati.;;.facer una necesidad cualquiet·a es una parte de 'l'iqueza. Riqueza es el agua que apaga nuestra sed, la capa que nos abriga contra el frio, la caza que aplaca el hambre, el pollino que nos lleva la carga, la pluma con que se escribe y hasta el idioma ya formado y culto que traduce con exactitud todos nuestros pensamientos, satisfaciendo la necesidad que tenemos de enten<}ernos con nuestros semejantes. Por esta razon hay riqueza material, de objetos materiales y tangibles, y riqueza inmate'l'ial (la más valiosa de todas), la cual consiste en el mejor conocimiento de la verdad ó de las leyes que rigen al mundo y á los séres que le pueblan, in-

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cluyendo al hombt·e en primer término. Cuando las cosas útiles 6 las satisfaccio· nes no nos cuestan esfuerzo alguno, como el aire que respiramos, el calor solar, el agua de la fuente, la luz del dia, decimos que todo aquello es 'riq?teza gratz11ita. Cuando las satisfacciones ó cosas útiles con las cuales satisfacemos nuestras necesidades nos cuestan uno ó más esfuerzos, como el trigo cosechado, el cayado del pastor, el vino ó el aceite, se dice que son

?'iqueza onerosa. Pues bien, el hombre crea toda la rique· za onerosa, es decir, todo aquello que costánuole trabajo sirve pat•a satisfacer una necesidad. Con su trabajo, ó sea ejet·citando sus facultades físicas, intelectuales y morales, dá valor á todo lo que sin sus esfuerzos no le tiene. Coge una pot·cion de barro sin valor; arranca 'lD haz de ramaje, que tampoco le tendrá si crece expontáneamente en abundancia ilimitada; amasa y modela el barro; fot·ma con él un horno y unas vasijas; dá fuego á la leña y cuece dentro del horno platos, jarras y cazuelas. El barro se tras· formó en utensilios excelentes que satisfacen la necesidad de guisar el alimento, de conservar cualquier líquido, de comer ciertos manjares. Todos y cada uno de los esfuerzos de los músculos del alfare•·o, todos y cada uno de los movimientos de su inteligencia, se hallan encarnados en la loza, en su forma, en su-calidad. Aquellos trebejos han adquirido y tienen un valor grande para el hombre, y ese valor lP. ha creado el hombre. Hé aqui, pues, lo único que podemos crear en este mundo: valores. Al conjunto de todos los valores poseídos es á lo que llamam()s 'l'iqueza. Orear riqueza es prod-ucir. El acto de crear riqueza es lo que se entiende por prod1eccion. Nosotros, que no podemos crea1· ni up solo grano de arena, que no podemos destruir los cuerpos de que se compone, que no podemos aumentar ni disminuir la me· nor particula de materia, que no podemos C'l'ea'l' ni un átomo de calor, de luz, de mo·

vimiento, nosotros creamos !o que cons:J

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tuye nuestra riqueza; toda clase de valores. La aptitud de la materia para satisfacer nue :t1·as necesirlades es obra nuestra. Esa trasfiguracion de cosas que eran inaplicables á satisfacer necesidades, que et·an inútiles para determinados objetos, en ott·as perfectamente· adecuadas á los fines de la vida, esa trasformaciones obra de nuestros esfuerzos materiales é intelec· tuales. Es una creacion nuestra. y no se vaya á creer que nuestros esíuerzos, nuestro trabajo, crea solo la ri· queza matel'ial. La riqueza de nuestra inteligencia, nuestros sentimientos puros, nobles, elevado::;; en una ¡Jalabra, nuestra ciencia y nuestt·a moralidad, hao ido surgieodo poco á poco de los esfuerzos, de los dolores, de los escurmientosdenue:stro es· pidtu ó nuestra alma. Recibimos del Creador gratuitamente los sentidos y las fa· cultaJes del espíritu; pero estossent1dos y estas facultades nada saben, nada atesoran, duermen como en emt>rion hasta que la dura mano .e la diaria experiencia per· fecciona á aquellos, haciéndolos más sen· sibles cada vez, inst_ruye y desarrolla á estas, enseuándolas dónde se halla el error, la ilusion, el mal, y dónde han de encontrar el bien. Todo esto es riqueza, y solo se pueae conseguit• por un número infinito de verdaderos esfuerzos. No es, pues, extraüo que la riqueza ten· ga tal st1·activo para el comun de los hombres. Es nu ... stra creacion, es nuestra obra, y además de exigirnos sin cesar nuestras imperiosas y siempre cr-ecientes oece:sidades el aumento ilimitado de todo lD que es riqueza, tenemos que considerar· la como producto y como parte de nuestra personalidad, y sentir hácia ella instintivamente el cariño del Creador hácia la criatura. ¡Qué mucho si se manifiesta de mil modos esa especie de adoracion por la propie· dad, por lo que es nuestro, por lo que es el fruto de nuestro trabajo! La propiedad tendrá siempre para el hombre un carácter inviolable, sagrado,

cuando es bien adquirida, forma verdaderame11te parte de ella. Son los esfuerzos de su cuerpo, de su existencia, de su alma, encarnados y atesorados en la materia-. Robinson llega á. una isla desierta~ Alli las plantas nacen lozanas hasta ahogarse unas á ott·as por falta de espacio. Alli los animales vagan por los bosques y se devornn unos á otl'os. No hay en la isla hombre ni mujer, y no existe nada de lo· que constituye la riqueza del hombre civili.zado. Pero Robinson no quiere morit·se de hambre y cultiva una pie2a de terreno para tener á la v.ista trigo, maiz, frutas y legumbres. Aquellos fruto& nacen~ regados con su sudor. H.obinson no quiere ser devorado y le· vanta en medio de sus plantíos la casa cerrada y defendida. En aquel albergue están inoculados su trabajo y sus pensamientos. Es un receptáculo, un depósito de trabajo acumulado. Robinsoo quiere costear la isla, atravesar los rios, y construye la canoa con sus remos. Aquel instrumento de traslacion nace á impulso. de su labol'iosidad é ingenio. Cada tabla, cada estaquilla, cada eosamw blndura contiene una porcion de trabajo, un esfnet·zo de sus músculos, ~cma idea, un pensamiento; un pedazo de su vida. Lo propio sucede con los mil y un u ten· silios que, impulsado por sus necesidades; poco á poco y afanosamente construye. La utiliuad de cada uno es una cnacion one1·osa. suya. A los cuarenta años, cuando un buque le descubre en su aislamiento, se le encuentt·a rico, pero viejo, canoso, débil. Su riqueza consiste en una l!lultitud de produetos, de herramientas, de muebles, de edificios, de máquinas, y cada cosa encierra un poco de la fuerza, de la robustez, de la actividad, de la inteligencia, del cariño de aquel hombre ya cadul!o. Además de la materia de que se compone, hay en cada objeto una porcion de la vida, del cuerpo, dd alma de aquel Robinson,

~ tan_s~a-g_r_a_d_o_c_o_m_o_su_p-er_s_o_n_a_li_d_a_d,...,-p-o_rq_u_e_,__e_n_o_tr-o-ti_e_m;.,.p.~fu:e, ingenioso, enérgi.c~ Á ~© ~~

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·-------------------------------------------------~@» Los Conocimientos úliles. 107 ~ y valiente. lloy no es ya ni sombra de sí mismo. ¿Quién se atreverá. á decir que todo aquello que ha creado, en c!onde ha depositado gota á. gota su exi8tencia, que e3 la encarnncion benéfica de su persona· Jidad, no constituye en derecho una pro· pierlad sagrada é inviolable'? Se comprende por esta razon 1a .pro& pe· ridad y el bienestar de las naciones que respetan la propiedad como respetan al hombre. Entre ellas crece la riqueza, y la riqueza, producto del tral:Htjo, e<:> el f~mda· mento de todos los demás ~iene!>, como el ódio ó meno~¡¡p·ecio há.cia el t 1·n baj-o es la causa de todos los dol0res y los mn les. Nuestra Espaiiaes un ejemp lo elocuente de estas verdades científicas. Ciega, con el et·t·or fatal de considerar al oro y á la plata por la mejor de las riquezas, se em· peñó en poseer montones de uno y otra sin acudir al trabajo. Estableció un rau· dal de su sangre hácia América, y otro de los metales preci0sos hácia la Península·, pero no labró su suelo, ni encauzó sus aguas, ni afit·mó caminos, ni construyó puertos, ni levantó la cerca en derredor de sus campos, ni plantó el árbol, ni mejoró las razas de sus animales~ ni refot·mó y embelleció su enserio, ni edificó la es· cuela,. el tribunal, la cárcel, ni fabricó pa· ños y telas, aperos y herramien.t as, mue:

ble:; y vasijas, vehículos y máquinas. Todo lo que satisface una necesidad, fu é descuida<lo 6 abandonado: el oro, q ue no satisface más que una (la de facilitar las transacciQnes), llegó á. ser el objeto de todos Jos esfuerzos de su,s hijos. ¿,No habia de empobrecer'? El mundo es u.n mecanismo complicado y de i·nfinitos rodujes. El dinero es el acei· te social necesario para suavizar y regularizar la marcha de ese mecanismo. Nada más. Si· hay poco en un pnls. la. máquina se mueve trabajosamente: si hay demasiado. sobra y es estéril todo Jo que no exige el movimiento, la actividad, la vida de sus pobladores. La riqueza es la pnlanco, la máquina sociaLEl dinero, la moneda es su l?tbr~jicador. Nuestras necesidades son el moto'r. Nuestro espíritu es el maquinista. Cuando el eapíritu conoce las leyes de su amo, de su creador, y las cumple religiosamente, los productos de esta máquina son el bienestar, la dignidad, la grandeza. Cuando el maquinistn se subleva po~ ignorancia ó por maldad, la sociedad vomita males, dolores, misel'ins, y el resul· tado es la abyeccion, la esclavitud, la muerte. (Se oMitinuará.) M!tLlTON MAl\Tlll.

CONOCIMIENTOS DE INDUSTRIA. -

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Curtido de las pieles. De la propiedad que posee el tanino de combinarse con la dermis de la piel, formando compuestos imputrescibles, se ha sacado gran partido para la conservacion de las pieles, las cuales adquieren además por el curtido cierta flexibilidad é impermeabilidad que las hace á propósito para 1 importantes aplicaciones.

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Son objeto de esta industria la fabricacien de cueros, cordobanes, baldeses, tafiletes, gamuzas, etc. Las pieles de buey y de búfalo sirven para hacer los cueros du· ros; las de vaca, de ternera y de caballo para los cueros blandos; las pieles de carnero, de cabra, de cabrito, etc., sirven para hacer la badana, el cordoban, balde·

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ses, tafiletes , gamuza para guantes y otros objetos de piel fina y flexible, y las pieles de caballo, asno, etc., para cofres, cribas, etc. Laa sustLncias tánicas que se emplean generalmente para el curtido de las pieles, son la corteza de encina y el zumaque: las cortezas de encina se reducen á polvo por medio tle grandes muelas, y el zumaque se divi1le en pequ~ños pedazos, cortanda In plnnta sobre un tajo por medio de una cuchilla. Pa1·a las pieles que han de recibir despues color, como los tafiletes, se tJmplea siempre el zumaque ó la nuez de agallas. Las pieles que se emplean en las fábricas de curtidos (tenerías), son de dos especies: pieles frescas, que se llaman 'lie?'des, y pieles secas, las cuales vienen de la América del Sur: estas se conservan sin entrar en putrefaccion salándolas con cloruro de sódio; pero antes de e!11pezar con ellas la operacion del curtido, es necesario ablandarlas, para lo cual se tienen en maceracion con agua, por varios clias, y á veces f'n agua de cal, estirándolas y batiéndolas hasta que adquieran la flexibilidad conveniente.

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01te1·os blandos, badana, bece1·ro, c01·doban, etc.-Para fabFicar los eneros blan-

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Los Conocimientos útiles.

dos se empit.!za por lavar con agua las pi~les para privarlas de la sangre y demús cuerpos extraños, cuya operacion dura dos ó tres clias respecto de las pieles fres cas, y mucho más tiempo para las pieles s-e0as. Despues de lavadas las pieles y reblandecidas, se introducen en unas cubas ó estanques llamados pelambres, los cuales contienen una lechada de cal, y son en número de cuatro ó cinco: se pasan de uno á otro pelambre, empezando por el que contiene ménos cal y que ha servido ya, pasando sucesivamente hasta el último, el cual es más fuerte porque se añade en el momento cierta cantidad de cal apagada. Esta operacion de los pelambres suele durar un mes, y en cada uno se sumergen 200 á 300 pieles, conociendo que ha terminado cuando fácilmente se pueden separar los pelos. Entonces se colocan las pieles en unos caba1letes, y por medio de

un cuchillo redondeado se separa el pelo, raspándolas repetidas veces; despues se introducen en agua, se lavan y se vuelven á colocar en el caballete, separando con un cuchillo circular la carnaza qu·e tienen adherida , los bordes y partes inútiles; luego se raspan con una piedra asperon para igualar las asperezas y partes salientes que se formaron al arrancar los pelos; y por último, se pasa el cuchillo por los clos lados de la piel, mojándolas á menudo en agua, hasta que queden bien limpias y sin ninguna impureza. E l uso de la cal tiene el inconveniente de que es dificil separar las últimas porciones de tanato de cnl, el cual disminuye la flexibilidad de la piel. Por esta razon se ha propuesto emplear legía de sosa, que no tiene dicllo inconveniente, y además permite hacer la operacion más fácil y en tres ó cuatro dias. Boudet emplea con este objeto para 1.000 kilógramos de pieles verdes, 20 kilógramos de carbonato de sosa, 15 kilógramos de cal y 500 litros de agua . Tambien se ha prop uesto por Mr. Lidn~r emplear la cal qne ha servido para depura.r el gas del alu-rm1b'r'ado, la cual est& fOTmada <re c-al viva, carbonato de cal, hlposulñto, snMito y suilfato de cal, sulfuro, sulfhid~&to de ~;ulfuro y -cianuro de calcio. Despues que se les ha privado é. las pieles del pelo y se hallan perfectamente lim· pías, se· introducen por unos dias en líqui· dos ligeramente ácidos, para que se hinchen, y sus poros se abran para recibir mejor el ptioolipio curtiente: con este objeto se emplean los liquidas que sirvie· ron para un curtido anterior, y que despues de haber estado unos dias expuestos al n:i.re se .han acidificado. En estos líquidos se tienen tres ó cuatro dias, ydespues se pasan á otros, en donde se agrega casca, es decir, C'dr'tez·a de encina redu'citla á polvo, 1tl!aata- qG!e se hinchell ms pieles, y aun se l!iS> ·tierJ.Ie quince días más en otro baño, etr-d{l 't'~ moo 081l'gad~ de casca. Por último, se sómeten las pieles al curtido propiamente tal, en unos pocillos 6 estanquillos llamadog noques: se pone primero una capa de casca que haya ser·

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1-----------------------------vido, y sobre esta otra de casca nueva,

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las piele~, el cual se reduce á coserlas, colocando encima las pieles con capas al· formando especies de sacos, que los llenan ternativas de casca, poniendo una última de corteza de encina y los sumergen en capa y tablas encima, sujetas con piedras. infusiones de la misma sustancia~Por este Así dispuesto, se hace ·llegar agua á los medio se pueden cut·tir las pieles en dos aoques, para que disuelva el tanino y se meses, al paso que en los aoques se tarda mojen bien todas las pieles, en cuyo estado mucho tiempo j pero se ha observado que, se tienen por cuatro, seis ú ocho meses, cuanto más lento es el Ctll'tido, resultan segun el espesor de las mismas; durante las pieles más duraderas. este tiempo se reemplaza una vez la casca Pieles blancas.- Para ciet·tos usos se con otra nueva. preparan las pieles de carnero, de cabra, Despues que se ha verificado el curtido, de cordero y' de cabrito, de modo que quese sacan las pieles de los noques y se limden blancas: para esto, despuesde lavatlas pian bien con cepillos, poniéndolas á secar bien, se les quita el pelo, dándoles con una al aire; y por último, se baten convenienpapilla hecha con cal y oropimente, 6 bien temente. El color negro se les dá por mecon sulfhidrato de sulfuro de calcio, obtedio del pirolignitio de hiet·t·o, preparado nido haciendo llegar una corriente de hicon hierro viejo y vinagre 6 cervezas drógeno sulfurado á una lechada de cal. agrias; en este caso~ el tanino que contie· Despues de quitado el pelo, se limpian y ne la piel se combina con el óxido de hier· ~e lavan las pieles en el caballete, y luego ro pa1·a formar tanato de color negro. se las sumerge por algunos días en un baCuando se tiñen las pieles debe emplearse ño de salvado, en el cual se produce ácido el zumaque como materia cm·tiente 6 las láctico por la fermentacion: en este baño ag-allas. s~ hinchan y quedan dispuestas para reciCue1·os fuertes.-Estos se curten de una bir el curtiuo, el cual no se hace cou tanimanera análoga á la que acabamos de de- no, sino con un líquido caliente, en el cir, pero introduciendo al procedimiento que se pone alumbre y sal marina. Des · algunas modificaciones; las pieles se ponen pues que hayan recibido el curtido las en cámaras, á una temperatura de 20° á pieles, se las tiene doce 6 quince ho1·as, 25°, para que experimenten un principio de con el objeto de blanquearlas, en el mismo putrefaccion, 6 bien se calientan durante líquido, al cual se agrega harina y yema 24 horas por medio del vapor.de agua; desde huevo. Por último, se ponen á secar pues se raspan y se q uitanlos pelos, segun colgadas al aire por diez á quince dias, se hemos dicho antes, ·y se colocan en una las vuelve á humedecer, se las estira y se infusion débil de casca, agregando un poco las iguala en el caballete por medio del de ácido sulfúrico, para que se pinchen cuchillo, secándolas convenientemente. mejor y se hallen en disposicion cle sufrir · 1'afllete.-Antes venían los tafiletes de el curtidó: este se hace en los noq ues, seMarruecos, pet·o en el día se preparan gun se ha dicho antes, colocando las pieles tambien en Europa: se emplean con este entre caE>ca, y teniéndolas en tal estado objeto las pieles de cabra, pelándolas con por espacio de un auo 6 dos, reemplazando cal en los pelambres y descarnándolas, sevarias veees la casca. Despues que se sacan gun hemos dicho antes; pero es necesai'Ío de los noq ues, se limpian, se secan y se tener mucho cuidado en separar complebaten con un martillo para darles la contamente la cal, lo cual se consigue poniensistencia y espe:>or conveniente: esta opedo las pieles durante un día en un ba ño de racion se hace mejor pasando cpindros pe· salvado que se haya acidificado. Las más sados sobre las pieles extendidas sobre talimpias é iguales se eligen para teñirlas blas calentadas al vapor. Así se preparan de rojo, y las otras se destinan para cololas suelas y correas fuertes. raciones diferentes: el color rojo se les dá En algunas fábricas de curtidos emplean cosiendo las pieles de dos en dos, con el lado de la carne há.cia deo tro, de modo Á ~ procedimiento más breve para curtir ((})

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11otable por su flex ibilidad é impermeabique fo1·men un sa~o. el cual se infla con aire, y despnes se introducen en un bHño lilau. de alumbre, y mejor de cloruro de estHño, Oltagrin.-Se prepara el chagrin curque sirve de mordiente: luego se sumergen tiendo llls pieles por los procedimientos ordinarios, y despues de teñidas de negro en otro baño de cochinilla, donde toman y secas se las reblandece con agua y se el color rojo. Hecho esto, se lavan, se deslas coloca sobre planchas, estirándolas cose el saco por un lado y se introduce en él zumaque, inflándole otra vez, en cuya bien y sujetándolas con clavos en los extremos; en esta disposicion se ponen enci· disposicion se introducen por algunas ho· ma planchas de cobre grabadas con grarus en un baño d ébil de zumaque, pasán nitos, cuyo dibujo se imprime por Ia predolas á .otr.o baño más carg-ado; y por último, se Recan las pieles. Los tafiletes que sion sob1·e la piel. Gan'//Uzas 11 jJieles finas pa1·a guantes.han de teñil·se de ott·o col01·, se cut·ten an· tes, introducien•lo las pieles limpias en Des pues que se han pelado y limpiado bien las pieles, por los procedimientos dichos disoluciones de zumaque, y secándolas al hablar de los cueros blandos, se colocan pn1·a poder teñidas cuando se -de~:~ee: el sobre tablas bien ex tendidas, impregnán · color neg1·o se les tlá con una disolucion dolas de aceite de pescados, y se las bate de piro lignito de hierro; el azul con. azul sobre un plano de madera con pilones, para de Prusia, 6 en un baño de añil, cal y sul· que por el choqne, continuado por algunas fato de hieno; y los demás colores con campeche, raíz de agracejo y otras mate·. horas, se introduzca el aceite y se ablanden, adquiriendo gran flexibilidad: se serias tintoriales. Por último, despues de can al aire y se repite la perc~sion, aiiateuidos los tafiletes, se les comprime con üiendo nuevas cantidades de aceite. Desla p1·ensa. hi1lráulica para eliminar ei pues se lns priva de la epidermis en el agua, se estiran y pulen biel_l . Piele.:;' barnizadas, cha1·oles.-Estas pie· caballete, se las desengrasa del exceso de les, que tanto se usan para el calzado y ' aceite por une. legía débil de potasa, se las estira y pulimenta pasando repetidas parn. las sille1·ías, se pregaran cubriendo :~.• eces un instt·umento de hue.:;o á propósilas pieles despues de curtidas, primero to. Estas pieles se las suele curtir ligeracon aceite de linaza he1·vido con litargirio mente en una iufusion muy débil de cory espesado con creta, despues con el mis· teza de siuce. m o aceite de linaza, al cual se agt•eg-a ne· El liquido que resulta al desengrasar gro de marftl bien dividido; y por último, so recubren con un barniz compuesto de las pieles por la potasa se llama degrás, y se apl'ovccha principalmente para las pie· ncei te de linazá secante, betun de Judea les blancas, con el objeto de darlas flexiy b al'lliz graso, hecho con copa! y esencia bilidad é imper·meabili.dad. de tt·erñentina. Pergamino.-Este se prepara con las Oue?'O ó piel de R·usia.- Se prepara introduciendo las pieles, curtidas préviapieles de carnero y de cabra, quitándoles mente por los proceQ.imientos ordinarios, el pelo con la cal, y despuPs frotándolas en un baño de harina de centeno que se con piedra pómez para adelgazarlas y haya acidificado, y despues de esto ~e las suavizarlas. La vitela, que es un pergapone por algunos dias en decocciones de mino más blanco y más fino, se prepara corteza de sáuce, impt·egnándolas luego con las pieles de cabrito y de corderos rede aceite ernpil·eurnático, obtenido por la cien nacidos. Los pergaminos para los destilacion seca de cortezas de abedul. li:s· tambores se preparan con pieles de asno, ta piel despide un olor fuerte agradable, de ternera, y aun mejor con pieles de q ue ahuyenta los insectos, y además es lobo.

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GABRIEL DE LA PUERTA.

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~-----··________________L__o_s__a_o_n__o_c_i_nn__ie_n__t_o_s__ú_t_il_e_s_._______________-_~_;_~---~ OONOCIMIENTOS DE BIOGl\AFIA.

D. Leandro F. de Moratin. En diversos núm,..ros de esta publicacion damos á luz de tanto en tanto biograflas de los hombres célebres en ciencias, artes y literatura, y de aquellos cuyos inventos ó servicios les han colocado en la categoría de hombres útiles á la humanidad. ¿Podrá dudarse que en esta E'Scogida galeria debe figurar el nombre ue Moratin, una de las glorias del Parnaso español'? Por esta causa, y con ocasion de dar á luz actualmente en otra seccion de este mismo periódico una muestra de los trabajos literarios de aquel célebre autor, vamos á consig·nar algunas noticias biogTáficas (l). Madrid tiene la gloda de haber sido la cuna de Moratin, llamado el JJ1oliere espa· ñol. Nació en esta villa el lO de Marzo de 1760, y fué bautizado en ln parroquia de San Sebastian. Su padre, D. Nicolás Ferna ndez Moratin: fué jurisconsulto y poeta, sumamente versado en los autores clásicos, griegos y la,tinos: compuso muchas comedias que le han valido una justa celebridad. Tuvo Leandro varios hermanos que murieron en temprana edarl, viniendo á concentrarse en él por esta causa el cariño de toda sú familia . A los cuatro años de edad le dieron unas viruelas de tal malignidad, que estuvo á la muerte. Las pasó en casa de su abuelo, jefe de guarda· joyas de la reina Doña Isabel de Farnesio, destino que desenrpeñó tambien su padre. «A los cuidados de mi santa abuela, ha dicho él mismo hablando de este suceso, debe nuestro teatro La Comedia nueva, La

Moy'igata y El8i de las niñas.» A pesar de haber hecho con notable aprovechamiento los primeros estudios, haber aprendido la lengua latina y maní·

(1 ) Extractadas de la Vida de D. L. F. &loratin, escrita D. Manuel Silvela 1 publicada en lu Obrar póslumal de esto escritor. flOt'

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festar las más felices disposiciones para seguir una carrera literaria, no se decidieron sus padres á separarle de su lado, y despues de haber pensado en enviarle á la universidad de Alcalá, primero, y luego á Roma para perfeccionarse en E'l dibujo, en el que dió muest1·as de sobresalii·, se resolvió ponerle á trabajar en la joyeria, procurándole así, si no una situacion pro· porcionada á la esf..:ra de su capacidad é ingenio, un oficio independiente que, des· graciadamente, y por la temprana muerte de su padre, vino á se1· poco tiempo despues la tabla de salvacion en tan lamen· table nauft·agio. Me;ratin sostuvo á su afligida martre con diez y ocho reale:; que ganaba en la joyeria, arte en que se distinguía notablemente. Antes de este suceso, tuvo su padre el inefable placer de ver coronado á Leandro, cuando aun no tenia sino diez y ocho años, por mano de la Academia, que le adjudicó el segundo premio ó accesit de poesia, en el año 79, por su canto épico de La toma de G?'(f!)tada, triunfu inesperado que la sorpresa hizo más grato. Es digno de referirse este suceso. El jóven Leandro concibió el proyecto de concurrir al premio, pero con tal reserva y timidez, que no se atrevió á confiárselo ni aun á su mismo padre. A hurtadillas y con mil sustos, por verse sorprendido, concluyó su trabajo; le puso en limpio y le dirigió al secretado de la Academia bajo el nombre supuesto de Larduaz y Mo?·ante. Llt>gó el dia en que la Academia pronunció su fallo. A la vuelta de paseo, estando en conversacion con su padre, se entabló entre los dos el siguiente diálogo: -«Ya parece que la Academia ha adju· dicado el premio. -¡,A quién, padre? ¡,lo sabe usted? TOMO

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FIDIDACIÓN JUANELO TURRIA}IO


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Los C o nocimientos útiles.

-El primero á su poeta favorito D. José • llevó á Paris. Al cabo de un año estuvo de vuelta en Madrid, donde continuó en comMaria Vaca de Guzman, y el accesit á un pañía de Cnbarrus y este en favor por alverdad en nombre un de poeta cordobés tiempo. Pero á poco cayó este ilustre gun basta hombre raro, y harto estt·ambótico personaje en desgracia, fué perseg·uido y aqui desconocido, y tanto, que en la vida aprisionado, y esta borrasca alcanzó á he oído hablar de él. Se llama, si mal no cuantos h~bian merecido su estlmacion, y te.>> Moran y me acuerdo, Larduaz desde luego á su secretario y amigo MoraLleno de agitacion y rebosando en jútío, que q uecló nuevamente sin recursos. bilo, con mal formadas palabras y como Fué recogido por un tio suyo, y en el t emienclo todavia revelar su secreto, remodesto albergue que le pt·ocuró , dado al plicó el hij o: estudio y ocupatlo de su arte , pasó el -<<Pues ese poeta no le es á usted tan tiempo necesa rio para q ue cal masen un desconocido como usted dice. tanto las pasiones que, excitadas con tr a -Pues ¿acaso le conoces tú? Cabarrus, alejaban de toda p1·etension á -Sí seiior: bastante. cuantos habían merecido su confianza y --Pues ¿quién es? amistad. Por esta. época volvió á exami.......Padi·e, yo ... nar y corregh· Et viejo y la niña, ya con · -¡Tú! .... Pues muchacho ¿cómo! .... cluida desde el afio 8G, que no se repre¿,cuándo? ... Vete por el manuscrito ... t ráe· sentó hasta el afio 90, y tambien por este mele.» Q ien no sea padre, que renuncie á sen· tiempo compuso, y en el año de 89 publicó, La de1·1·ota de los pedantes, sátira llena tir las delicias de una sorpresa semejante. de gracia y verdades (1). .Mientras que vivió su madre continuó A pesar de sus diligencias por encontrar Moratin trabajando en la joyería y alterun empleo que le evitara vivir á expensas nando las ocupaciones mecánicas del obra· de su tío, proporcionándole lo extr-ictador con los trabajos literarios y con las mente necesario pa1·a mantenerse, y no instructivas conversaciones de varios ami· obstante que por sus talentos babia fijado gos. No se le hacia ni insoportable ni inla atencion y merecido el aprecio y la gt·ata una ocupacion que proporcionaba á amistad de los primeros literatos, no eneste excelente hijo el dulce placer de man· contró medio de conseguil'lo, teniendo que tener á su madre, de vivir en su compaiiia acudir á una extratagema, por decirlo y de conso l ~rl a en su viudez : mas m uerta asi, para obtener a lgun r esultado, aunque aquella señora, sn sítuacion, que solo el bien mezquino. Es digna de contarse. amor filial babia hecho h a;¡ta entonces Llegó á saber que un músico de la Capilla llevadera, empezó á parecerle lo que n o r eal componía, versos ridículos y bufonespodía ménos. Aunque nadie se lo hubiera cos que agradaban mucho al conde de dicho; aunque la Academia, corouando Floridablanca, y discurrió que pues los por segunda vez en el año de ~2 al autor malos tenían esta acogida, otros que no lo de la Leccion poética, n o le hubiese dado á fuesen tanto, pero del mismo género, de entender lo que efectivamente valía, él bían complacer más al ministro. Compuso, mismo no podía ménos de sentir su propia pues, y le remitió un romanzan, que gustó · E?uperioridad. Aspiró á obtener un empleo en efecto de tal modo á S . E., que lo hizo con el objeto únicamente de satisfacer sus leer á la mesa y encargó á su secretario necesidades materiales. y ocupar el tiempo premiRse al autor con u n beneficio simse lelas de cultivo el en que le dejara libre Redújose la gracia á conferirle un ple tras. en el arzobispado dé Búrgos de préstamo rlurante esfuerzos sus Fueron inútiles ducados. Este beneficio le sir trescientos por propuesto fin, al mucho tiempo, pero secresu nombró le el ilustre J·ovellanos, tario el conde de Cabarrus para acompa (1) liemos comenzado b insertarla en el número anterior 1 continuamos on el pruson\e. ñarle el) una mi.sion muy i¡pportnnte que

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FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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• _______________2_o_~ ~ to_s__ú_t_i_le_s__ __l_·e_n__ # ____________________L__o_s__a_o_n__o_c_irn vió de titulo para ordenarse de primera tonsura en 1789, preparándose así á. mayo1·es ascensos en su nueva cat'l'era. Proteg·ido por Godoy, obtuvo en 1890 un beneficio en la iglesia parroquial de Montero que le oft•ecia una subsi::.tencia desahogada, unitlo á una pension de 600 ducados sobre la mitra de Oviedo. A poco tiempo de haber obtenido este beneficio se retiró á la Alcarria, y este destieno voluntario produjo La Comedia mteva, que fué t·epresentada en el mismo afio. Deseando alejarse de la cól'te, obtuvo pet•miso de su protector para viajar y un uuxilio metálico. Pasó á Francia, donde presenció los horrores de la revoluciou ft·anccsa, y de donde aterrot·izado pasó á Inglaterra. Estudió en este pais las costum bres, la legislacion, los monumentos de las artes y la literatura, y con esta y la lengua adquirió los conocimientos necesarios para comentar, censurar y traducir el Hamlet de Shakespeare. De Inglaterra pasó á Italia y continuó estudiando costumbres, legislacion'.,Y monumentos, juzgándolo todo con recta razon y severa imparcialidad, como se manifiesta en sus apuntaciones de viajes, publicadas en la edicion de Oln·as pósturJ11as de Moratin . Volvió á España á fines áe 1796, en cuya época fue nombrado secretario de la In terpretacion de Lenguas. Alternando con las ocupaciones de su secretaria, se ocupó en refundir El Ba'ron, convit·tiéndole de zarzuela en comedia, y en corregit· La j)fojigata. Vióse Moratin criticado y aun perseguido violentamente por la envidia de algunos de sus contemporáneos, y es curioso Peferir alg6 de lo que pasó cuando, eri 1806, se rep1·esentó El 8i de las niiias. Parece hoy jmposible, pero es lo cierto, que llegó á ser acusado ante el Tribunal de la Fé, amenazado por un ministro necio y malo y aburrido con criticas de todo género y con cartas como la siguiente: «Muy sefiol· mio: Ayer ví representar Su comedia ti tulada El 8i de las niñas. Amigo, se puede poner como el verbi-gracia de la pesadez; como el ejemplo de la insustancialidad, y como un prototipo de ineptitud. Es bija legitima y d._e legítimo matrimonio del a u·

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tor de La zarnb?•a endiablada, del hombre más digno que ha poseído Albion; bánrue dicho que pagó V. mucha turba gá.l'l'ula para que lo palmoteasen, que es cuanta debilidad puede cometer el tonto más tooto. Al cabo de dos ó tres años ha salido V. con buena sRntlez! Vaya, amigo, que es V. muy majndero. Es mi estilo. No ser necio, no rebuznar, y abur.-Antooio Ni· colás de Solavide.-Palacio del Buen Retiro, 25 de Enero de 1806.» En vista de todo esto, Moratiu, que era dulce y pacífico, y no había venido almun· do pat·a reuü· pendencias de niog·una e~pecie, dejó descansar su pluwa, que hubierade otro modo pt·oducido nuevasjoyas literarias, pues él mismo dijo que cuando se representó El8i de las ')¿Íilas tenia ya en el telat· la trama de cuatro ó cinco com· posiciones, que se proponía ir arreglando y publicando sucesivarnen te, y que para no caer en semejante tentaci0n , rasgó loa apuntes. No obstante, el año de 1812, ofreciendo, como él decía, al gran maestro del arte, al inimitable Moliere, un tributo de su adrniracion y respeto, á instancias de los amigos á quienes la babia leido, consintió en dar al teatro La escuela de los 'lna'ridos, ya preparada desde el aiio de b08. hl éxito fué el que debía de esperarse del mérito de la oura y de las condiciones del traductot•, si este solo nombre debe darse al que desnacionalizó y mejoró el original que tradujo. En 1811, sin que lo solicitase, fué nom brado por el gobierno de José Bonaparte Bibliotecario mayor, destino que admitió por la naturaleza del cargo tan conforme á sus gustos é inclinaciones. De 1812 á 1814 suft·ió Moratin las persecuciones consiguientes al estado politico del país, y á su situacion pat·ticular de cmpleado del gobierno de Bonaparte, como antes las sufl'ió tambien por ser protegido de Godoy. Sus bienes fueron secuestrados, y estuvo preso, errante y sin recursos has· ta Octubre de 1814, en que se alzó el secuestro. En Barcelona, donde posteriormente trasladó su residencia, se representó por primera vez El Médico á palos.

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Nuevos temores fundados de que su~ tran­ q uilidad estaba amenazada por el Tribunal de la Ioquisicion, vinieron á alterar su sosiego en 11>17, y para evitar la~ consecuencias pidió y obtuvo pasaporte para Francia. Extinguido el tribunal en 1820, desapareció la causa que contra su voluntad le retenía fuera de su pátria, y volvió á Barcelona. Volvió á trasladarse á Francia huyendo de la peste, y se·estableció en Burdeos, donde permaneció:hasta 1827, en cuya época se trasladó á París e n~ compa ­ ñl.a de O. Manuel Sil vela, con cuya famili.a vjvia desde algunos años, siendo, por

los lazos del cariüo y de la desgracia co-· mun, como uno de sus miembros. Ya enlos últimos años de su residencia en Burdeos, su salud se había alterado mucho, y el mismo aüo de su llegada á París, el 21 de Julio de 1828, terminó su existencia. Ni su enfet·medad, ni su muerte,. fueron acompañadas de agitaciones de una ago nía dolot·osa; su muerte fué un sueño pacifico y al cerrar sus párpados,-como expt·esa Sílvela en la Vida. de !Jforatin, de que extractamos estos párrafos, pat:eció de· eh·, como Teofrasto: «la puerta del sepulcro está abierta: entremos.á descánsar .»

LLTERATURA. F'RAGME NTOS ESCOGIDO S. (1).

La derrota de los pedantes, de D . Leandro F. de Moratin.. ¿Qué dices, ínclito nuncio del Tonante?·replicó el del cisco: ¿tanta cólera podrá caber en los celestes númenes? No, facundo nieto de Atlante, no lo hallo posible. Si es posible ó no, añ-adió Mercuriq, veréislo despues; y vuelvo á avisaros que si no dejais esas gallardías de estilo, lo habreis de pasar muy mal, señor repentista. Sileo libentar, dijo el poeta; y en estas y otras razones se hallaron en una pieza inmediata al salon de audien<:m. Asomóse Mercurio y vió que aun no habla venido A polo;· y no hallando á quien poder confiar la guardia del coplero, tuvo que detenerse con él, mal de su grado. El otro se paseaba por la sala á grandes trancos, haciendo una reverencia profundísima siempre que atravesaba delante de Mercurio, y esto lo repetía tantas veces que el dios le encargó que no lo hiciera, porque no gustaba de cumplimientos. ¡Qué variedad! ¡qué. diferencia~ ¡gué-opnestos polos! exclamó entonces coa voz recalcada y nasal: aqui desprecia un dios lo que en el mundo, en las córtes, en los palacios, exigen los hombres de los otros Iíombres: ¡qqé variedad! Y si fuera decir que por esto se consigue al.guna ~

(1) V6oso el. nítme1·o onto•·ior.

cosa, vaya con mil demonios, transeat, todo pudiera tolerarse; pero ¿quién dirá que un hombre como yo, de tan exquisito mérito, de tan jigantes pt·endas, se ve menospreciado, burlado, desamparado . hambriento y oscurecido entre el vulgo , profanum vulgus, sin que un.. Mcecenas . atavis, magnánimo y liberal, le haga surgir del abismo de miserias en que desgraciadamente yace'?,1Yo he tn~tndo con próceres, potentados, ministt·osy mn ~nates de primera magnitud; ¿y qué he conseg uido? ¡Animas benditas!¿qué=he conseguido? Digan lo tantos preciosos opúsculos que existen arratooados en mi gúardilla, que jamás verán la luz pública: ¿y por qué? por la pobreza de su autor. ¡Oh pobreza! Pau-periem pati, que dijo el anónimo: esto es, pauperiem, la pobreza, pati, sea para tí, que yo no la quiero: tan odiosa es la pobreza, que aun de los varones más doctos es abominada. ¿Y qué obras son estas que conservo? ¿qué felices partos? ¡Ahí es nada! ¡ahí es un grano de anís lo que tengo escrito! Figúrese vuestra serenidad de primera entrada veinte y tres comedias, nueve follas, cinco Ltrajedias, dos loas, cincuenta y dos sainetes tabernarios .. ... ¿Qué tal? digo, quid tibi videtur? Y esto únicamente por lo que toca al género bucólico: vamoslahora

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por lo lírico, épico, dramático, elegíaco, ~:~atíri­ Los señores que estaban convidados. co, epigramático, didascálico y mixto. Y como era preciso, cada uno Primeramente tres ep-opeyas concluidas y Llevó á la fiesta su mejor cabullo ; puestas en limpio, con su dedicatoria hecha á De manera que cosa más lucida prevencion, de á veinte y cuatro cantos por barNi se ha visto jamás ni se ha pensado. ba, esto es, las epopeyas, no las dedicatorias, Todos iban de gala, como digo, que juro por el nombre que tengo,que cada una, Con vestidos muy ricos, bien cortados, esto es, no las dedicatorias, sino la& epopeyas, Los más con b01·dadut·a, y los restantes se puede reputar por una enciclopedia metódiA cada- cual mejor (si no me engaño). ca, porque de todo tratan, usque ad satietatem, Pues corno llevo dieho, se dispuso y nada dejar\. al hwto•· HIJI ntísimo que desear. La cabalgata, y luego muy despacio fl qué diré de mis piezas fugitivas? ¿q Llé diré Cogieron y se fueron ú la villa, sino que pasan de cuatt·ocientos mis sonetos, Segun estaba ya deter·mfnndo. sin contar algunos que se me han eseabullido· Y: al llegar ft la puerta ...... por mor de uo estar siempre mis fnlt1·lqueras bien acondicionadas, ni incluir tampoco los que Basta, basta, dijo Me•·cu1·io, no me ¡·eciteis acabo de hace1', alusivos á mi prision 1 á la osmás versos, que esos pocos me han parecido curidad de la carbonata, y á. los cendales ·aráchdetestables, y me sospecho que los demás no neos que me cubrían? ¡.Pero qué sonetos! ¡qué serán mejores: callad por Dios, que tengo y u madrigales! ¡q11é romances! ¡qué estrombotest atolondrada la cabeza de oíros. ¡qué enigmas amorosos! Todos ellos, 6 la mayor Atoiondrado me vea yo á g arrotazos, prosiparte, ya se ve, era preciso, son alabanzas, queguió el poeta, si esta composicion pindárica no jas, favores , celos de mi Nise; y esta Nise, benes la más acabada pieza que ha salido jamás de digala Dios, es una dama ideal, compuesta de cabeza humana; pero ni el público la ha gozado retazos, en la cual he querido epilogar y unir· hasta ahora. proh dolor! ni sé cuándo me veré cuantas perfecciones repartió en las demás la con dinero para imprimirla. ¡Ob livor! ¡oh ignonaturaleza.... ¡Ay mi dulce Nise! ¡ay idolatrada rancia! ron siglo calamitoso y futal á los alumseñora mial Esta, pues, Nise predilecta (de la nos de las musas! ¡Yo sin capa! ¡yo sin haber cual ya tengo sucesion, segun consta ep. el maalmorzado todavía! ¡yo deliiendo cincuenta readrigal doscientos y cuatro de mi coleccion males al P. Procurador del Cároaen po1· los alquinuscrita), esta es la que encendió m,i númen leres de mi dtlsvanl ¡yo que be puesto en verso tímido, la que me ha inspirado, la que ha dicel Flos· ·Sanctorum de Villcgas, el lloselli y el Santado modulaciones á mi ebúrnea citara por eschez de ./lfatrimoniol¡yo que he esct·ito un curso pacio de cuarenta y cinco años, porque yo tencompleto de artes y ciencias que puede ir en dría diez y oc-ho y la mamada cuando resolví carta! ¡yo que he comentado los Comentarios de ellamorarme de ella, y si mal no me acuerdo, G6ngora, y he trad ucido al castellano los Prólovoy á cumplir sesenta y cuatro para las vendigos de Huerta, y me muero de necesidad! ¿Quién mias. ha sido el coco de Madrid y sus literatos de muPero no siempre amat•rado á la coyunda de· chos años á esta parte? · ¿quién ha hecho callar amor, del crudo amor, que, como llevo dicho,. á-tanto· hombron erudito, á tanto sonoro cisne, vulneró mi corazon en los adolescentes años, he ír tanto Anfion armónico1 Sí señor, debajo de llorado d~svíos, he manifestado inquietudes, he· mi cama tengo muchas obras de critica que, cantado sus breves y apetecidas victorias; no, · aun manuscritas, hun dado terror al orbe; ¿qué que tal vez levantando mi voz á mayores objeseria, ¡oh Cilenio raudo! si hubiemn sudado los tórculos para publicarlas? ¿Pero qué me canso. tos, al pulsar la acorde lira, alma del viento, me atreví á interrumpir la siempre acorde revoluen manifestar mi insuficiencia exótica, si el cion de los orbes celestes, causando universal mismo Apolo.... El mismo infierno con todas trastorno en la naturaleza; y ved aquí, si quesus furias desatadas deLeis de tener en esa boca, hermano, dijo Mercurio. ¿Quó es esto? ¿No os he reís, la prueba, unos cuatrocientos endecasílabos que compuse á la proclamacion de nuestro dieho que calleis? ¿Os estareis hablando hasta mañana, parlancltin ridículo? Por vida de Júpisobera.n o: dicen así, ni más ni menos, favele linguis: ter, que si deseaseis los labios para decirme una sola palabra, os desuello vivo á latigazos. ¡Cás- caras, y qué pesado es el pedanton, y qué insoEl dia diez y siete del corriente, lente! A cosa de las nueve ó nueve y cuarto,

~©>- .,D_e-la_m_a_ñ_a_n_a_,_s_e_j_u_nt.;;a;;;;r_o_n""'t-o-d-os-------P~ar_c_c_d_o_m_i_ne_._r_e_sp_o_ndló ol eopl"o; y no _bl~

fUNDACIÓ'l\ JUA)IELO TURRlA'l\0


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Los Conoci mientos ü.tiles.

había abierto la boca para decirlo, cuando el Alípedo alzó el puño en ademan de descargar sobre su coronilla tal cachete, que él solo hubiet'u dado fin á tantas locuras; pero lo estorbó ltn guardia que salió á dar la noticia de que ya Apolo esperaba al embajador. Entraron, pues, en un salon magnífico y espacioso : el pavimento y las paredes eran de exquisitos milrmoles, la decoracion corintia, las basas y capiteles de sus columnas de oro purísimo, corno tambien los adornos del cornisamento y zócalo, y en las bóvedas apuró la pintura todos los encantos de la ficcion. Alll so veian los orígenes de las artes y los progresos del talento humano, muda historia, capuz de encender el ánimo y arrebatarle á la contemplaciou de los objetos más sublimes. En una parte se veía á los hombres fabricar chozas de troncos y ramas, de donde la arquitectura tomó las formas que dió despues á materias más durublM, va.riando, segun la mayor ó menor consistencia de ellas, la proporcion de sus edificios . A otro lado los egipcios daban principio á la geometría, señalando sus campos con términos de piedras hacinadas, para que el Nilo en sus inundaciones no alterase los conocidos límites . Otros señalaban en el suelo los contarnos de la sombra, de donde tomó su origen la pintura, perfeccionándose despues lentamente con la invencion casual de los colores y la perspcctiva, que apenas conoció la. antigüedad . Otros cot·tuban la corriente de un rio fiados á un tronco mal seguro; una gran multitud admh·aba desde la opuesta orilla el temerario atrevimiento, y las madres tímidas apretaban al pocho s us pequeñuelos hijos. Los árabes y caldeos observaban el aparente giro del sol, y en las serenas noches al planeta que recibe su luz, y los dernás astros que la distancia nos amenora 6 nos oculta. La escultura en otra parte ponia sobre las nras bultos informes que adoraba supersticioso el temor, y más allá los Fidias, Lisi pos y Prax.iteles daban á los mármoles y bronces tan elegante forma, que en algun modo pa.rece que el arte disculpaba la idolatría. Allí Orfeo reducía á los hombres en vida social, les daba leyes y les persuadía la necesidad de un culto religioso. Confucio enseñaba virtudes moralea á lvs remotos chinos. Eaco, Eadamanto, Minos, Solon, Licurgo y Numa establecían leyes, gobernando en justicia y paz nuevas repú· blicns; y á más distancia se veian florecer las ciencias y las artes á. la sombra de la libertad. Allt estaba representado el padre lfomero, á quien rodeaban con admiracion los poetas de todas las naciones y de todos los siglos. Pinda-

ro, al son de la lira, celebraba con sublime verso las victorias istmius y olímpicas, y eternizaba el nombre de Hieran . Siwónides cantaba tiernas elegías. Alceo de Le3bos, añadiendo nuevos sonidos á las cuerdas griegas, hacia aborrecible entre los hombres el despotismo de los tit·anos. Safo, desgraciada en amor, se precipitaba del promontorio de Leuoate al mar. y repetía muriendo el nombre de su ingrato Faon; en tanto que Anacreon de 'feos, coronado de pámpanos, con la copa en la mano, danzaba alegre al son do las fhtuti\S entre las GPucias y los Amores. Allí acudía la j Üvent ud de Gt·ecia á escuchar en las ucudemias, el Liceo y el Pót·tico, las au:>teras lecciones de la moral; y no muy léjos se le· vantaban teatros magnificos pa1·a declamar con · el auxilio de la música las grandes obras de Eschilo, Sófocles y Eudpides, que alternaban con las del atrevido Aristófanes, á quien Menan· dro siguió des pues pat·a oscurecer la gloria de cuantos le habían precedido. En otra parte Demócrito y el divino Hipócrates, reclinados junt'o á un sepulcro ya destruido, conversaban profundamento, á la sombra de unos cipreses mustíos, sobre la física del cuerpo animal_, la breve· dad de la vida , los aceriJos males que la rodean, y los cortos y falaces medios que ofrece el arte pa1·a dilatar su tln; y más allá Demóstenes desde la tribuna de las arengas conmovia al pueblo ateniense, le persuadía po1· algunos instantes á sacudir el yugo macedónico; excitaba en él estí mulos de valor, recordándole las epocas gloriosas de sus tr1llnfos, los nombres santos de Milcíades, Conon, Cimon y el justo Arístides; y oponiéndose po1· una parte á todo el poder de Filipo, y por otra á la envidia, la calumnia atroz y la ínconátancia de uu vulgo corrompido é ingrato, veia á pesar de su elocuencia irresistible perecer pat·a s iempve la libertad de su país, y perecía c0n ella•. F.o el testero del salon había un trono riquí simo, y en él estaba Ap :>lo: siete de las musas le acompañaban inmediatas al sólio, y los más célebres poetas españoles, segun la edad en que florecieron, así ocupaban por su órden las sillas. Si mucho se admiró el coplero de aquel aparato y magnificencia, no ménos se admiraron todos los demás al ver su figura ridícula, porque era el hombre la más triste visiou que imaginarse puede: reviejuelo, arrugadito, moreno, remellado, tuerto de un ojo, romo, calvo, algo tiiioso, chiquirritillo y contrahecho; si bien es verdad que le desfiguraban en parte las barbas, el sudor negt·o, el polvo, el cisco .y las telarañas que le cul>riau el rostro. Revolvíase en unas hayetas pardas, raídas y llenas de chorreadur¡1s

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Los Conocimientos útiles.

de aceite y caldo, con un ribete de arambeles por las Ol'illas Íl modo de raudas ó cucharetero; sus movimientos eran más vivos de lo que su edad prometía, la acciou teatral, y la vo'b gangosa, chillona y dP.sapacible. Este es, dijo Mercurio Í\ su hermano, el que he podido agarrar entre aquella turba: él te dirá lo que deseas saber. Y acercándose a él le dijo al oído: mirad, señot·, que aqui no os sufriril.n disparates; decid claramente quiénes son los del portal, y á que es su buena venida, sin aadarnos en más repulgos, po1·que si así no lo hiciereis, témome mut:lto que mi het·mano os mande freír y echar á los perros, segun le he visto de mal humor esta tat·de : y habiendo dicho esto, se fué volando a observar lo que pasaba en la escalera. El poetastro, encarándose con Apolo, le hizo tres grandes cortesías, y quedó aguardando el pertni~o de hablar. Dióselo A.polo, y él comenzó á delirar de esta manera: Reverberante Númen, que dellstro Al Marañan sublimas con tu zurda, Al que en ritmo dulcísono te urda Elogio al son del címbalo y del sistro. Si la alígera prole de Caistro Blandos ministra acentos á mi burda Armónica pasion, ¡ay! no te aturda Ver rompo de tu tímpano el tel'istro. La nubígen1\ Dea en alto plaustro, Ungiendo el nervio de oloroso electro, Me lleva en alas del Ouest y el Austro. Y hurtanJo á las Memnósides el plectro, Hoy me intromito en el fulgente claustro, Obstupefacto, á venerar tu espectt·o. Reventaba Apolo entre la indignacion y la risa: las musas se tendían por los suelos dando exhorbitantes carcajadas: los poetas se miraban unos á otros sin saber lo que les sucedía, y el badulaque, muy satisfecho, se disponía á proseguir dis paratando en culto; pero Francisco de H.ioja. que estaba inmediato, le dijo: ved, señor enviado, que Apolo nuestro amo no os llama aquí para que le declameis versos tenebrosos; lo que "únicamente quiere es .... ¡Ah! dijo el de las· sopalandas, ya sé lo que quiere, no hay para qué decírmelo, que ya lo he comprendido; lo que quiere es otro soneto con los mismos con-

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sonantes : pues allá va, hijo de La tona, escuchadme benévolo : Dios rutilante, que del Ebro al Istro Proteges, honras al que versos u1·da, Rauca mi lira atiende tosca y burda. Si mil no mucho á resanan te sistro. Que si tal vez alado el de Cnist1·o Pájaro dulce en la riucm zurda, Hace canoro que fugnz aturdn Su voz, rompiendo ol diáft\no terist1·o; _ No ya disímil yo, si el Indio electro Prestarme gustas, qne voto:-: al Au.stro Sones encarga de curvado plectro, Métricos mucho al eminente cláustro Llevaré ritmos ¡oh divino espectro! Que el zénit giras en ebúrneo plaustro. Ola, ministros, dijo Apolo, ol instante coged ñ ese hombre, atadle y cnvió.dselc á Pluton con un recado mio, pKra que se lo entt·eó ue Í\ los génios tartáreos y le atormenten con los suplicios más atroces. ¡Qué desvet·güeuza venir á hacer burla de mí! Llevad lo, digo ; no qu iero vede. Esto decía el dios bermejo con t alos ado manes,que manifestaban demasiado s u cóle1·a; pero las musas, compadecida'> de aquel infeliz, 6 sintiendo se malo:;rase el fin á que era traído, 6 deseosas de divertirse oyendo sus deslJar1·os, intercedieron por él con el mayor ero poño. Costó mucha dificultad aplacar á Apolo; pHo al fin se moderó algun tanto, IH1bióndole prometido todos, en nombre del tuerto, quo no volvería á decir más versos, sino quo en prosa llana y pedestre relataría cuanto era menester; y el, mientras esto sucedía, estaba abociondo en el suelo hecho un ovillo, sin rebullil·se ni alentar siquie1·a, imaginándose ya arrebatado á los infiernos, y dando hervores en las calderas de pez, alcrabite y plomo, donde se rehogan los comerciantes por menor, las viej ecitas que azu:-:an, y los administradores que desuellan . Ya llevaba compuestas dos estancias de una canclon estig ia que pensaba recitar 8. Tesífone, luego que !le· gase, en que la alababa de linda, y de la más jovencita y agraciada de todas las furias; pero á este tiempo le levantaron entre Figueroa y D. Juan de Jáuregui, los cuales volvieron á predicarle de nuevo lo que debía hacer para no incurrir en la indignacion de Apolo. (Se continuará.)

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·~0-8------------------------------------~ ~~ T ..::. Los Conocimientos útiles. Y CONOCIMIENTOS VARIOS. CRÓNX.CA. PROTECTORES DP. LA INSTIIUCCJON.- Dos grandes editores ele N u eva-Yorck hao presentado 100 000 volúmenes cada uno al Comité de instruccion de los ~stados-Onldos, como estímulo á los trabajos de esta patriótica asociacion. PnEMtO Á r.A JNDUSTRIA.-La Tipogra{ia, periódico mensual que se publica en · Madrid, y cuyo diroctor-pt•opietario es el Sr. D. GreJorio Estrada, ha obtenido medalla de _oro en la Ex.posicion Aragonesa, honor singularisimo, pero merecid<Y, por In perfeccion inusitada en publicaciones p eriódicas con qne está confeccionado, por el pensamiento que ha presidido á su fundncion y por los dignos esfuerzos en favor del a¡·te y de la propagacion de cq.nocimientos que con él estan relacionados, hechos por su director, EL CotODtON.-Esta sustancia ha recibido en Ing laterra una nueva aplicacion, que le hace útil para fabricar objetos análogos al márfil y hueso, de tal dureza, que se ha empleado en los Estados ~Unidos para hacer dientes artificiales. Al efecto se reduce el colodion, por evaporacion, á hojas delgadas, que se disuelven luego en éter, formando una pasta, la cual se introduce en moldes, donde por la presion y el calor se endurece. Er, VELOCtGnAPo.-El Dr. Potznanski ha ideado un aparato muy sencillo, qu.e llama velocigrafo, y cuyo objeto es acelerar la escritura. Se pierde, con efecto, sobre todo en las copias, una gran cantidad de tiempo en mojar la pluma, lo cual ocasiona además frecuentes distracciones, que redudan en perjuicio del escrito. Se ha tratado, por lo tanto, de evitar este inconveniente, y el medio más eficaz parece ser el que vamos á in-

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MAOniD: 1869.=1mprenta de Los CoNOCIMIENTos

dicar, por medio del velocígrafo. Se reduce este aparato á una pluma de acero con un mango, que no difte¡·e al exterior seqsiblemente de los ordinarios; este es hueco y va lleno de tinta que alimenta á la pluma en cantidad suficiente para llenar cincuenta páginas de manuscrito. La compresion do Jos dedos permite que la tinta vaya por si solu y en cantidad oportuna á la pluma, todo con gran curiosidad y regularidad. Además de la ventaja obtenida en la rapidez, este apara~o permite la supresion del tintero, lo cual es de utilidad suma para los que hacen copias fuera de su casa, como apuntes tomados por los estudiantes ó curiosos, y trabajos de los taquígrafos, que podrán abandonar el uso del lápi~, nada ventajoso respecto del velocígrafo. SoMBhEnos DE PAPEL.-De ~mérica se recibieron los primeros cuellos y puños de papel para las camisolas, de los que se hace mucho uso en los Estados~Unidos. Ahora han empezado á fabricar sombreros de papel, que se confunden con los de paja, y que están destinados á reem-· plazar á estos últimos. Con .auxilio de la galvanoplastia se cubre uu sombrero de paja de pa~ namá de una capa metálica, que pasa á ser el molde de los sombt·eros de papel: en este molcle se echa la pasta Iíq uida de papel, que en seguida se prensa y se pone á secar. Los sombreros de papel se desprenden en seguida con mucha facilidad unos de otros. Un baño que se les dá despues los vuelve impermeables, y se les dá el color que se quiere : estos sombreros pesan muy poco, y son de una flexibilidad y de una suavidad extremadas. Más elásticos aun que los llamados panamás, están ménos expuestos á romperse: el precio es muy económico.

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b cargo de Francisco Ro!g, Arco de Santa Merla, 39.

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Los Conocimientos útiles.

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ECONOMÍA POLÍTICA~ La cartilla del 'trabajo ( l).

V. DE CÓ~10 !'IR PUODUOB LA RIQUEZA.

Examinemos ahora cómo se produce la riqueza. Principiemos por la más necesar-ia, por aquella que acude á nuestra primera necesidad, que satisface el hambre: por los frntos de la tiel'l'a. Un labrador rotura el montP, descuaja sus raíces, cava el suelo, arroja la semilla, la cubre, la defiende, y vigila el crecimien· to de la planta hasta que recoge el fruto . ¿Cómo se ha producido esta riqueza'? La tierra fecunda, la luz y el calor del sol, el agua de las nubes, la alternancia de las estaciones, todo es un don gratuito del cielo, todo lo dá Dios al hombre sin que le cueste cosa alguna. Él solo ha puesto una cosa: una série de movimientos. Por una série de movimientos de su cuer· po cavó, sembró y cosechó~ por una série de movimientos de su espíritu pensó lo que con venia, hizo aquellos trabajos en tiempo oportuno, en épocas á propósito. Luego al producir el grano la naturaleza le suministró todo lo necesario, sin otro sacrificio que el de una série de moví,. mientos. La riqueza agrícola se produce con los dones gratuitos de la virtud fecundan te de la tierra, el calor y el agua por una parte, y por la otra el trabajo fisico é intelectual nuestro, que equivale á una série de movimientos. VeAmos ahora la industria fabril. Perfora el pozo un minero y saca el mineral de lo más hondo con una série de movimientos; extrae la bulla de sus gale· rias con otra série de movimientos; cons-

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(1) Véuse el número 8nteríor. Junio 5 de 186~.

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truye el horno á fuerza de movimientos; con movimientos le c!lrg-n ; con movimien· t<:ls le enciende. Hasta obtener el metal Re aprovecha de ua sinnúmero de cuerpos que le ofrt:ce la tierra gratuitamente, de agentes, como el fuego, que nada le cuestan, porque todo flstá creado y ·preparado de antemano, esperando que su actividad lo utilice. Lo mismo que e l agricultor, solo pone para la produccion de aquella riqueza una série de-esfuerzos ó de movimientos. Para que la menase trasforme en metal, y este en infinitas herramientas ó máquinas que han de satisfacer buen número ele necesidades, su cuerpo ha tenido que hacer esfuerzos, su inteligencia no ha podido es· tar parada. Aquí ta mbien la naturn1eza suministra todo, sin exigír nada en cambio; pero el hombre, para aprovecharse de ello y trasformarlo en riqueza, necesita suministrar una série de movimientos, ó lo que es lo mismo, t?·abaja?·. Lo mismo sucede con el escultor y el pintor, con el artista ó el sábio. Dios les dá el mármol, los colores, las propiedades de los cuerpos, los fenómenos q uimicos, y todo gratuitamente. Ellos no están obl-igados á otra cosa, no pueden hacer otra cosn, para producir las manifestaciones del arte ó de la ciencia (que son tambien una riqueza) , sino gastar la actividad de su cuerpo y de su alma, sino prestar para el objeto de aquella produccion una série de movimientos físicos é intelectuales. Examinemos todos cuantos casos se pre· sen ten en la vida: la satisfaccion de todas nuestras necesidades, de esas necesidades tan imperiosas, que sin ellas no progresaríamos, se verifica utilizando los dones gratuitos que nos regala la creacion, y poniendo noRotros, como precio único de todo, un número más ó_ménosgrande, más TOMO

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~~--------------------------------------------------------~~ 21 O Los Conocimientos útiles. Y 6 méoos penoso de movimientos materiales un conjunto de despeñaderos y de catara6 espirituales. tas en los ríos y hácia la mar un sinnúCompréndese ahora toda la profundidad mero de charcos y pantanos. El clima en de 1a definicion de Santo Tomás de Aqui - aquella region, variable como pocos, re. no: «La vida es un 1novimiento fecu-ndo.» corre durante el año todas las temperatuBueno será explicar aquí una duda que ras entre el verano de Andalucía y el in. pudiera suscitarse. Es evidente que las fa· vierno ruso. Pero los pelegrinos amaban cultades de moverse, de pensar y de sentir el trabajo con toda su alma, lo mismo el del hombre son tambien dones gratuitos intelectual que han seguido fomentando de la Pt·ovidencia; pero una vez ~riado el como ciencia, que el físico 6 corporal, cuhombre con aquellas facultades, son suyas, yas fatigas no rehuyeron sus cuerpos. Gra. constituyen su pet·sonalidad , puede ejercias á su saber y al valor de su actividad, citar las 6 no en virtud de su libre albedrío, los torrentes se convirtieron en fábricas, y por eso decimos que al hacet' esfuerzos tallaron el granito con máquinas ingenio· con su cuerpo 6 con su inteligenda para sas, recogieron el hielo de sus lagunas para la obra de la pt·oduccion, pone por su parte reco¡·tarle en prismas y empaquetarle fáesa sél'ie de movimientos. cilmente, y aquella piedra, causa de la ari· Son suyos, aunque recibidos gratuital,iez del terreno, y aquel hielo, producto de roen te, y sin que él los preste de propia vo· la crudeza del clima, se trasportaron á mil luntad, llO hay produccion de riqueza. leguas de distancia para levantar la cárcel Una razon más para que se consileren y el tribunal de justicia, 6 para calmar el estos movimientos como suyos: no pueden ardor del brasileño, del peruano, y hasta subsistir si el homb_re no sostiene sus fuer· del chino y del inglés de la J odia. zas acud1endo á la satisfaccion de las neParecía que Dios babia condenado á cesidades de su cuerpo con sus esfuerzos 6 Massachusetta á una pobt·eza eterna; pero sea con su trabajo. Luego si existen por el amor al trabajo de sus habitantes, el su trabajo, pueden considerarse en la prác· saber que, como consecuencia de su afan, tica como suyos. alcanzaron, supo ·convertir en fuentes Ahora bien, estos movimientos de n ues· abundantes de riqueza aquello mismo que tro cuerpo, estos mo'Vimientos de nuestro hubiera sido la desesperacion de otros mé· espil·itu, dependen principalmente den ues· nos dilig~ntes. La piedra les negaba trigo, t1·a voluntad, y de a!i!uá qu.e, por regla ge. y cortando todas las piezas de un palacio, neral, no son rico¡;¡ y felices aq uellos pue- para que pudiera at·marse donde quiera blos 6 individuos que no lo quieren se1·. como se a1·man los pique tes, la cam'biaron La riqueza depende casi siempre denues· por pan y vinos y frutas exqu'isitas. Ate· tra voluntad. El tr~bajo es su única fuen· riales el frío del invierno, y se calentaron te, y el trabajo es un elemento que ·tdeue oortándole en pedazos iguales y regulares, todo ser racional á su di;:¡posie-ion. estivándole en tt·e serrín dentro de las in· Millares de ejemplos pudiéramos citar mensas bodegas de sus buques, y traspor· para afirmar la demostracion de esta ·ver_tándolo á Valparaiso, á Oanton 6 á Caldad, pero nos contentaremos con recordar cutta para conseguir el oro con que comuno solo. praron el carbon y el buen abrigo. Sus En el siglo XVI desembarcaron en la costas se infestaron de tiburones, y taro· comarca de la América del Norte, llamada bien aquella plaga se convirtió en una el llassachusetts, unos cunntos puritanos, bendicion y en abundancia. Otro pueblo conocidos por los Pelegrirws, b uyendo de tal vez se habría dirigido al Altísimo con Inglaterra en busca de libertad para sus la promesa, el llanto y la plegaria: el yan· conciencias. El suelo de aquella comarca kee se hir.o pescador, acometió á su enemi· no po•i ia ser más 'ingrato, porque le cons- go, convirtió en carne su aceite, sus huetituía por lo general ·una sucesion de ris- sos en un abono precioso para sus tierrns cos do pieJra granitica, rebelde al arado, estél'iles, y con la inteligencia y el trabajo ~ --

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patentizó una vez más que la mayor parte de los males son obra nuestra, exclusi>amente nuestra. El Creador nos dá todos los medios de evitar los, si bien nos exige que paguemos nuestra emancipacion en moneda de trabajo . En el Massachusetts es donde tambien se evidencia plenamen te otra ley que los perezosos é ig-norantes niegan. El fomento y desarrollo continuo del trabajo físico é intelectual produce en todo tiempo y lugar un progreso moral relativo. La poblacion de las fábricas del Massachusetts es de las más moriget·adas del mundo. Alli los ricos cuidan de enseñar la moral al pobre, y chicos y grandes saben las ventajas y los goces de ejercitar de contíuuo sus faculta des físicas, intelectuales y morales, es decir, de trabajar sin descanso para el desenvolvimiento completo de su sér. No queremos recordar aquí el estallo de la poblacion española en Galicia, por ejem· plo; en aquel suelo verde y pintoresco, junto á aquellos saltos de agua poderosos, con aquellas costas festoneadas y aquellas rias tan propias para la cría del pescado. El contraste seria muy doloroso para nuestro amor pátrio. La única causa de la pobreza de una na· cion es no saber ó no q~~erer trabajar. No hay que achacar el origen de lapo~ breza española á otras causas. Dios nos dió un suelo agradecido, un clima bueno, montes .preñados de minerales, razas excelentes de animales, todos los dones gt·atuitos que ofrece con mano pródiga á la humanidad en general ; pero como todo esto es estéril sin los movimientos, sin la actividad material é intelectual de sus habitantes, ni brota del suelo la abundancia de granos, caldos y fr utas que deberían constituir nuestra verdadera mina de oro y plata; ni con las aguas torrencialeii, hoy azote de los campos, germinan pastos para los ganados; ni el árbol proteje la ladera, atrae la lluvia, regulariza el clima y sirve de abrigo para mil producciones sin rival; ni salen de las piedras los metales útiles, y de los metales útiles las cien mil máquinas necesarias al trabajo; ni el pino, el roble, .el olivo se truecan en muebles, de que ca·

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recen artesanos y labriegos; ni se hacen ladrillos con el barro, y con los ladrillos casas cómouas, sanas, bien distribuidas, dignas de un pueblo racional y culto. La miseria se nos ha recomendado como un mérito celeste, se ha inoculado en los corazones por máximas sact·osautas la im· pasible holgazanería, y el horror al trabajo se ha a'poderado de todo el cuerpo social como una lepra, ha~ta reducil'le á la im· potencia del bruto, á la inmovilidad del cadáver. ¡Justo castigo de haber en tendido al re· vés las leyes irresistibles de Dios! Lejos de obedeoet·le acudiendo al desar· rollo indefinido del trabajo, dejamos que otros nos suministren la mayor parte de las cosas útiles. ¿Cómo hornos de progresar si no sabemos hacer en Et~paña ni una sierra, ni una pala, ni una lima, ni un cuchiilo de mesa'? Y sin embargo, en nuestras manos y nuestras cabezas está. la dicha, la honra, la dignidad que buscamos. Trabajemos, trabajemos, trabajemos y tendremos la libertad, la riqueza, el poder, la dignidad y la honra, porque todo esto y mucho más es el premio de nuestros mo· vimientos dirigidos al bien, de la actividad material é intelectual, del trabajo y de la ciencia,. Un emperador de la China solía decir: .«Mientras sepa que en un rincon de mi imperio hay un solo homb1·e que huelga, sé que hay en o.tro rincon un hombre que carece de lo necesat'iO.» ¿Qué diría de nosotros si volviera al mundo y contemp!ara nuestra manera de vivir la mayor parte del ailo'?

VI. DB LAS Dlll'BRBNTRi> CLASES DB TRABAJO,

El trabajo puede clasificarse de dos modos, á saber: 1.0 Segun stt natttt•ateza, ó sea segun las facultades que predominan ó se ejercítan más al hacerse los esfuerzos, y 2.° Con referet.cia á sus 'resultados. Considerando el trabajo en cuanto á las ~

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facultades que para hacerle se ejerciten con preferencia, se di_vide en trabajo material, trabajo intelectual y trabajo moral. Pero no hay q.ue olvidar un solo momento que para el hombre bien organizado 6 en completo estado de saludnoexiste trabajo alguno exclusivamente físieo , exclu!'ivamente intelectual 6 exclusiv.amente moral. En todos,. sin ex.cepcion, concurren <>sfuerzos de las tres clases; en todos obran los músculos ó las fuerzas; la inteligencia di'r~r¡e y el sentimiento estimula. Si. considP.rumos al trabajo con referencia á sus resultados, entonces pueden puesentarse tres casos, á saber: 1.° Cuanuo el trabajo produce más de lo necesario para satisfa·cer nuest1·as necesidade.s y deja un sob¡·ante de productos. 2. ° Cuando produce exactamente lo bastante á. satisfacer nuestras necesidades, sin dejar sob1·ante alguno. 3.0 Cuando sus producto~ no aleanzan á cubrir las necesidades y hay que consumir algo más, 6 cuando resulta del trabajo una pérdida 6 destruccion de riqueza. En el primer·caso el trabajo esfeC1!Jndo; en el segundo útil; en el tercero 'J~Ui?wso. Nos explicaremos. Diez personas se asocian para poner en cultivo una pieza de terreno. Mientras labran, siembran y cosechan, toman prestado dtu•ante todo un año el t rigo y todo cuanto les. h~ce f,alta para vivir y traba·· jar. Al cabo del afio se encuentran que han consumido y deben por v.alor de cien hectólitros de tl'igo, y que sus tierras han dado doscientos cincuenta hect0litros. Su trabajo ha sido fec1tndo. Pueden cu-brir todas sus necesidades durante el año de trabajo, y les quedará un sobrante que será el principio de su riqueza, es decir, los 150 hectólitros sobrantes de tl'igo será trabajo acumulado en disposicion de satisfacer cierta suma de necesidades fnturas de las diez personas asociadas. Estas diez personas empiezan á hacerse ricas con aquel ahorro. Su trabajo no solo es productivo, es además fecundo. Productivo tambien es á todas luces el trabajo que nos dá lo suficiente para vivir,

pero nada más, y además de ser productrvo no puede negarse que es 1Uil. Pero semejante trabajo no es fecmuio porque· no engendra un sobrante de-riq,nt!za po-e medio del ahorro. Los pueblos) como los indivhluos que se limitan á producir lo necesario (y nada más) para la vida, permanecen. estacionarios, y como no se crean una reserva contra la desgracia, el menor contratiempo ll3s hace retroceder y hasta pone en pelig-ro su existencia. Un pescadov sale con. su lancha, y despues de un dia y u-na noche de faena, pesca•apenas lo baotantep&r.a.su. manutencion. No ha log~·ado hacer producir á su trabajo lo necesario para, vivir y para acumular el sustento de · muchos días venide1·osr pero ha vivido uno cuando ménos. Sus esfue¡·zos fueron productivos, porque sino habda ayunado 6 tal vez perecido. Tambien fueron á todas luces útiles, supuesto que le conservaron las fuerzas para seguir trabajand~. Si todos los días le sucede lo propio, vivirá, pero no progresará, y la primera borrasca que dure diez 6 veinte dias le obligará á vivir de prestado, á comerse por adelantado los productos de su trabajo fut~ro, á desean tar su porvenit·, á esclavizarse con la peor de toda·s las esclavitudes: la esclavi.tud de las deudas. Conviene que pongamos otro ejemplb por lo mismo que nada hay más peligros0 para un hombre 6 pat·a una nacion que el vivü·, como se dice vulg·armente, al dia., lo cual no es otra cosa sino entregarse al trabajo útil, sin procurar el desarrollo del trabajo fecmuio; sin esforzarse por tra· bajar más y más, hasta formal' con las economías una reserva de ri{!ue~a, único seguro contx·a los golpes de fortuna. Aquí tenemos á un pueblo muy aficionado al lujo. No solamente gasta en camer y vestir bien mucho más de lo que es indispensable, sino que se em¡:>eña en levautar edificios suntu'Osos, en abrir paseos y más paseos, en lucir magníficos trenes, en emplear sus riquezas lujosa y ostentosumen te. En este pueblo todos detestan la 1 privacion, maure del ahorro. Toman sus caprichos p~r necesidades. Los ricos gas- ~

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1 tan sus rentas en vivir á su sabor; losar-· tesanos ba~.:en otro tanto. Para un observador superficial, aquella sociedad prospera, y su amor al lujo es conveniente, porque hace trabnjar al pobre y sostiene al fabricante de sedas y broca.dos, de carrozas y libreas, de Joyas y de atavíos. - Para el hombre profundo y pensador, aquella nacion duerme al borde de un precipicio. Si no ,zu.elve sus ojos al ahorro, si no se impone algunas privaciones para formar ó aumentar su riquéza, el menor vaiven la. arrojará en 1& sima del dolo¡·. y la indigencia. ' . El lujo . desempeñará su mision provideucial, que es la <le distribuir insensi blemente la riqueza entre los más dE>sheredados; pero si estos no se aprovechan de los efectos del lujo para ahorrac y aumeu tar el acerbo nacional, si se contagian tambien con el ejemplo de la imprevision y la locura ¡ay de todos aquellos pobres ilusos! La pdmera calamidad les sumirá de seguro en la misel'ia. Su trabajo era 1l,til, nofecurulo: su bienestar, por lo tanto, efimero, pasajero. El lujo es conveniente en una gran sociedad para despat·ramar entre los más las riquezas excesi?Jas de los ruénos . Es el medio instituido por Dios para hacer entre todos los horobt·es 'i'epar·ticiones natu .: rales y continuas de riqueza. Arruina á los que se entregan á él; pero puede enriquecer á 1os trabajadores, si estos no olvidan que su trabajo debe ser fe,c undo, y que para sedo necesitan privarse de lo supérfluo y ahorrar. El ahorro es la salud de los pueblos. E-1 lujo es una verdadera enfermedad. Todavía hay otra clase de esfue1·zos que constituyen indudablemente otro género de trabajo, aunque este trabajo sea á todas luces nocivo y pernicioso. Son los esfuerzas, que consumen más de lo que pro· ducen, los que causan daiio y males ó los que en vez de crear, destruyen. La Providencia dotó á dos provincias vecinas (como ha dotado en general á to1 das para obligarlas á tratarse, conocerse y amarse) con elementos muy diferentes

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de riqueza. Para la una el buen clima, la aceituna, la uva y la naranja ; para la otra el frio y la humedad, el hierro y el carbon de pieclra. La mente Jel Creador fué sin duda hacer todos los lugares de la hierra agradables para el boro bre. No parece sino que se dijo: «Cuando el que habita sobre una tiert·a qu0 sea. pobre quisiere gustat· las ft·utas exquisitas del vecino, procurará forjar el hiet·ro muy bien y muy barato, pat·a ofrecet·le en corobio da naranjas y vino y aceituna~:~, miontt•::ts el feliz poseedot• de e:.tos rottnjat'Ps codi~.:iados necesitará uu arado, un Hzadon , una podadera, y para lograrlos buenos y baratos cederá de muy buen g-t·ado pnrte de la fruta que le sobra. Asi se acercarán los dos, se conocerán pat·a apreciar"e. y el interés, ya que no la sublime virtud , les tendrá en paz y les convertirá en am igos.» Esto es lo que quiere Dios y lo q ne dicen sus leyes; pero los dos vecinos se empeñan en ignorarlas, y guiados, no por el in terés inteligente, sino por un egoísmo envidiosa é ignorante, se empeiian en tener de todo, pero sin tomárselo al vecino. El de las naranjas busca un poco de mineral de hierro malo y pobre, y pat·a hacet• una mala podadera tiene que quemar hnsta sus naranjos por falta de combns tible. El dueño del cat·bon de piedra y del rico mineral de hierro construye con él una estufa gigante, roeteen ellaunosnat·anjosraquí· ticos, y á fuerza de tesan y hambre y trabajo logracosechat·mediadocenade bayasdesaaridas, que bautiza con el nombre de naranjos, pero que léjos de darle el gusto y la salud, le crispan el paladar y le envenena o. El trabajo de ambos es ruinoso; ambos producen mucho ménos de lo que gastan . Al fin y al cabo se arruinarán y el dolor ó el hambre les obligará a entt·ar eu razon, porque el dolor es el gt·a n pedagogo de los hombres. Lo que acabamos de ver con las naranjas y el hierro, con esas cosas materiales , sucede tambien con las espirituales. Quien no cambie sus ideas con las de su prógimo, ese se empobrecerá de seguro espiritualmente, ese será más torpe y peor de lo ~

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que pudiera ser. En vez de tener dos ideas (la suya y la del vecino) tendrá una. Aunque parezca inverosímil á nuestra sana razon, tambien trabaja una buena parte de la humanidad para destruir, y de todos los trabajos de destruccion ninguno más ruinoso que la guerra. Cierto es que á veces gana riqueza uno de los combatientes, pero la gana como elladron gana mi bolsa cuando pone fuego á mi casa para robarme. Yo, y conmigo la sociedad, perdemos cien veces más de lo que él gana. Aquella bolsa que él no tenia y ahora tiene, existía con la casa, mien tt·as que despues de su trabajo la casa ha desaparecido y hay un albergue de ménos. Esto mismo sucede con toda guerra. Si es civil, la nacion en conjunto pierde irre· misiblr~ente; si es extranjera, la humanidad siempre piertle inmensamente mái3 de lo que pueda ganar el pueblo victodoso más fuerte 6 más afortul}ado. En touos estos casos el trabajo es 1·uinoso, tanto más cuanto que los resultados de otra especie á que se aspira con las guerras pudiet·an siempre conseguirse pa· cíficamente por medio de la justicia. La guerra, que es el mayor azote para la riqueza, siempre nace de la sinrazon y de la arbitrariedad. El trabajo que impone es grande, pero como es trabajo 'ruinoso, empobrece á todos en definitiva, 'l'rabajo 'l'?~inoso y mucho lo es tambien el de aquellos que hacen la g~uerra á la verdad, sosteniendo y pt·opalando et•rores. Destruyen la riqueza de la inteligencia y pervierten los buenos 6 morales instintos de nuestra naturaleza. Son, pues, trabajo ntinoso todos aquellos esfuerzos cuyo resultado es destruir algo útil, 6 aminorar los recursos y!), creados para la satisfaccion de nuestras necesidades. Solo en el caso qe sustituir una cosa con otra mús perfecta 6 más en armonia con nuestras necesidade¡:¡ crecientes, puede admitirse !!U destruccion. La máquina anticuada, que hace ménos tra-

bajo y peor, puede y debe desecharse ó deshacerse para dejar lugar á otra que, pt·oduciendomás y mejoren ménos tiempo, nos resarza con regularidad de la pérdida ocasionada pm· la dcstruccion de la pri. mera. Resumiendo diremos: El trabajo, al cual deben dedicarse los individuos y los pueblos, es el trabajo fecundo, para obtener siempt·e un sobrante y formar y acrecentat· sus ahorros de dia en dia. · Siempre pueden conseguir que su trabajo sea fecwntlo si saben imponerse privaciones, porque el ahorro es hijo de la privacion, y el ahorro es el único medio Je. gitimo de hacet·se rico. La privacion impuesta por la pereza es un crímen de lesa·l\umanidad: la privacion e~ medio del trabajo es una vir'tud, y constituye una especie de heroísmo. Trabajar nada más que para v-i vir y solo lo que la necesidad del vivir exige, es estacionarse al borde de un precipicio, convirtiéndose en una cosa 6 una máquina inerte, para caer y despeñarse cuando ménos se recele. Buscar la riqueza con la fuerza, arrebatando lo de otro, tiene que ir acompañado siempre de destruocion 'y de peligro. Es el peor qe los trabajos ruinosos. Talar una !i-lameda, abrir .portillos en las cercas, de.str•uir un sillar de ·lin puen1te, inutilizar un camino, e& gastar esfuerzos en disminuü· la comun rique?:a en vez de e'mpleat\• los en a umentarla. Quien tal :hace es un enemigo público. Un filósofo del siglo pasado decía con su elocuencia varonil: «Rico ó pobre, grande 6 pequeño, todo ciudadano que no trabaja es un tunante.» Nosotros, parodiando esta máxima, nos atrevemos á decir : «Todo·ciud-adano que gasta más qe lo que produce es un ladrou.» Roba á ;}a sociedad una porcion de riqueza ya creada. (Se oontinuarti.) MELlTON ~ARTIN.

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CONOCIMIENTOS DE INDUSTfilA. 6

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La telegrafia submarina y el cable trasatlántico ( 1 )•

III. El} el2. 0 tomo de esta obra se hRn men· cionado ya los diferentes cables submarinos establecidos en ambos mundos. No nos detendr·emos, pues, en enumerarlos, y pa· saremos en seguida á la gran empresa del cable trasatlántico. Esta empresa parecía, en efecto, presentar obstáculos insuperables. Aun admitiendo que se pudiese encontrar en el Atlántico un trayecto donde la profundi:lad del agua no fuese muy considerable para recibir el conductor, ¿,cómo encon. trar un tiempo bastante bueno, un mar bastante pacífico, un cable s•1ficientemente largo, medios de trasporte bastante poderosos para establecer una linea de esta naturaleza? Y una vez allanados estos obstáculos, ¿se podía esperar que la electricidad producida por una pila voltaica tuviese bastante .fuerza para lanzarse sin interrupcion de un extremo á otro de este inmenso trayecto? Muchos sábios no titubeaban en responder con una negativa á estas p1·eguntas, sob1·e todo á la última, es decir, á la posibilidad de hacer· atravesar á la electricidad, sin desperdicio de flúido, la inmensidad del Océano. Sin embargo, la industria inglesa y la americana, con razon ó sin ella, hacen, por lo regular , poco caso de las opiniones de los sábios. Merced á los sondeos ejecutados en 1853 por el comandante Maury, se conocia la profundidad del Océano entre la Irlanda y la isla de Terranova. Se sabia que existía en una parta del trayecto un fondo poco accidentado, y que parece haber sido Á ,())

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Yéu11o el nüm. 10, pig. 15:..

dispu~sto para dar asilo á un conductor submarino. En efecto, su profundidad no es bastan· te grande para oponet• sérias dificultades al establecimiento del hilo, y es suficiente para impedir que las montaiJas ele hielo que se desprenclen algunas veces del polo, ó las corrientes submarinas, vengan t\ chocar con el cable ya sentado. Por las exploraciones que termina ron en Julio de 1856, se halló que la profundi· dad media del Océano, en todo el recorrido de Irlanda á Terranova, varía de 1.828 metros en las cercanías de Irlanda, y cerca de las costas de Terranova, á 3.782 me tros. Esta profundidad no es mayor que la de diversos puntos del trayecto de alg-unas líneas de telegrafía su bmal'ina que funcionaban ya en ambos continentes. En esas grandes profunrlitlaues, las · aguas del Océano están tan tr·anq uilas como las de un estanque, y una vez colocado el hilo en el fondo, debe hallarse fue· ra de peligro de ruptura. Gracias á las largas y concienzudas exploraciones del fondo del Océano, se encontraba satisfactoriamente resuelta la primera parte del problema, que consistía en hallar un trazado conveniente para la direccion de la línea de telegrafía trasatlántica. Un punto más difícil de deciJir e ra la posibilidad de hacer atravesar á la corrien. te eléctrica la distancia de más de 3.000 kilómetros que separa á la Irlanda do Terranova. Pero las experiencias que so ejecutaron dieron un r esultado tan satisfactorio, que quedó demostrado que la

-~cb~: lad podria recorrer sin interru~

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Los Conocimienlos úliles.

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cion la distancia que hay de Terranova á lómetro. No nos extenderemos sobre la fa. Irlanda . bricacion de este CAble; di r·emos solamente No ofrecía dificultad-el modo de trasque el largo total de los hilos de cobre y portar la enorme masa del cable. Bas- . de hierro empleados en el cable atlá!ltico taba solo emplear dos ó tres buques para era de 534.992.500 metros, cantidad sufillevarlo por fracciones. Tampoco debía ciente para dar trece veces la vuelta á la ser imposible eucantrar un tiempo fav-oratierra! ble para la inmersion de este conductor, Ese cable costó á la compañía cerca ue pnesto que se babian hallado circunstan- 5 millones; pesaba en el agua 440 kilógraciR s })¡tstante propicias para practicar en mos por kilómetro, y en el aire 634 kilót oda la línea las oper·aciones delicadas del gramos así repartidos: sondeo y la hiJrografía. Todos estos estudios oft·ecian una espeHilo de cobre . . . . 26 kilóg . Gutta-pet·cha . . . . ranza tle óxito para la realizacion de P.ste 64 gr·nn proyecto. De consiguiente, hubo de Cuerdas de cáiiamo .. 63 ocupar·se en reunir los fondos necesarios Armadura de hierro .. 475 para empe7.ar los trabajos. Brea y alquitran . . . 6 El tlia 6 de Noviembre de 1856 se form·ó unn compañía con el capital de 8.750 000 634 francos, ó sean 33.2o0.000 rs., divididos en 3.500 partes de á 2.500 frs. (9.500 rs.) cada Un solo uavío en el mundo podia conte nna. Este capitál se halló suscri to en un ner en su cala la gig antesca masa del cames , y el pr•imer plazo, ó sean 1.700.0GO ble a tlántico; era el G1·eat-Easte?·n, recien francos (6.460.000 rs.) desembolsado por construido entonces, y llamado Leviathan. los nccionh;tas. Pero en esa época no babia hecho todavía ninguna travesia, y confiarle laoperacion Una vez definitivamente adopt3do el trayecto eutl·e Irlanda. y Terranova, falde ls inmét·sion del cable atlántico era tnbn solo fijar el punto de partida de la romprometer los intereses de dos compalinea en CR<la. una de las dos costas de iiías, y exponerse á perder el fruto de una Amédcn y Europa. Se determinó que el empresa tan importante. telégrnfo snlul'ia de Valencia, situada en Como no podía embarcarse en un solo la costa Oeste de It·landa, y concluiría en buque la totalidad del cable, se decidió el embarcarlo en dos navios pertenecienSan Juan (Tet·ranova). La distancia total entr·c estas dos poblaciones, medida en lítes á cada una de las naciones interenea recta, esto es, sobre el círculo máximo sadas. que pasa por ambos puntos, es de 3.100 El Niága1·a, la mayor fragata de hélice kilómetros. construida basta entonces por los Estados· Para prevenir todas las desviaciones del Unidos, et·a, segun decian los americanos, camino que pudiese acarrear la inmersion admirable velera, y reunia todas las cuadel coni.lnctor, se decidió que su largo selidades necesarias para esta operacion. ria de 4.100 kilómetros. Media la capacidad de 5.200 toneladas; su largo total era de 122 metros, y la profunEl hilo conductor del cable trasatlántico didad de su cala de lO,m557. era único; pero á fin de que se pudiese exEl Agameno1¿ era una fragata inglesa t ender sin romperse, estaba compuesto de siete hilos de o,mm7 de diámetro cada uno, que babia figurado en la guerra de Orien· te. Media 3.200 toneladas, y fué aparejada enlazados de manera á no formar más que de nuevo para este servicio. Sus palos y un solo cordon metálico de 1,mm9 de diásus cordajes fueron renovados. Otras dos metr·o, de 26 kilógramos de peso por kilómcti·o. Despues de cubierto de tres cnpas fragatas de la marina británica, el Leopa7·do y el Oíclope, dcbian ayudar al Agade gutta-per·cha, tenia 9 milímetros de ¡ )':_ámctro, y pesaba 84 kílógrarnos por ki- menon en el desenrollo de 2.000 kil6'me-

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fUNOACIÓ~ JCANELO TURRIA~O


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Apenas se habian desenrollado lO kilómettos de cable, cuando este se enredó en la m a~ ninaria del dev.anamiento y se rompió. Este accidente pro venia del descuido de uno dl3 los hombres encargados de vigilar su salida de la cala. Al instante las embarcaciones de los buques se acercaron á la costa y se ocuparon en retirar del mar la parte inmergid.a, que se soldó en el mismo dia á la parte .que se babia quedado á bordo del Niágara. Una vez ejecutada esta soldad ura, y el cable presentando la 1nisma solidez que antes del accidente, la escuadl"illa ernpren· dió de nuevo su camino y se volvió á poner el conductor en el fondo del mar. El Martes 12 d~ Agosto se p1'odujo el de:;graciado accidente de la rotura del ca· ble. La flotill a se encontraba entonces á la distancia J c 2W kilómetros de Valencia. Etan las cuatro de la tarde, el mm· estaba albor'otndo, el viento soplaba del Sud y el na vio hacia tres 6 cuatro nudos. Pero el cable desviaba muchó. Anastrado por una corriente submarina, cuya existencia no se recelaba, se desenrollaba en razon de seis á siete nudos, ,es decir, con una celeridad fuera de proporcion con la del navio. El maquinista, encargado de cuidar del devanamiento del cable, juzgando que se hacia un gasto considerable de conductor, apretó el freno en un momento en que la popa del navío se hun· dia en el agua, y el cable se rompió cerca ' de la última polea cuando por efecto del balanceo del buque la popa volvió á levantarse. El navio estaba entonces á 508 kilómetros de Irlanda, con un fondo de agua de 3.240 metros, y hacia de tres á cuatro nudos: 514 kilómetros de cable se habían ya inme1·gido. Era evidente, para los oficiales de marina y para los ingenieros, q ue no se podia renovar la prueba con 2.972 kilómetros de cable á bordo, es decir, con un excedente de 12 por 100 solamente sobre el trayecto total. Se renunció, pues, á continuar la empresa, y se volvió á Inglaterra. Nadie, sin embargo, se desalentó. La compañia pidió y obtuvo de nuevo el con· TOMO

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----------- Y -------------------noche, corrió la fatal noticia de que la cor. curso del navío inglés el A,t¡amenon, y de la fragata americana el Niágara. Solamente se decidió que en lugar de devanar el cable, partiendo de la costa de Irlanda, los dos navios llegarían al medio del ca· mino, y en pleno Océano practicarían una soldadura entre las dos partes del cable, y se hadan á la vela en sentido inverso, el uno para lt•landay el otro para Terranova. El Jueves 10 de Junio de 1858 empezó esta segunda expedicion. El Agamenon y el Niága?·a, d~pues de haber hecho en el Canal algunas experiencias, salían del puerto de Plymouth, ca¡·gados cada uno con la mitad del cable atlántico, y acompañados de dos vapores, el Valorous y el GO?'(Jon, que debían prestarle ayuda en las operaciones que se practicasen. A su salida del puerto la flotilla tn vo que luchar contra el mal tiempo y vientos contr1u·ios, que duraron siete dias seguídos. Sin embargo, el Z5 de Junio el Aga· menan, despues de haber corrido peligt·o duraute diez y seis dias, llegaba al sitio dc la cita, es decir, á la mitad de la distancia, eu el Océano, entre América é Ir· landa, y se preparaba á poner el cable. Una vez la soldadura ejecutada, los dos buques se dirigieron, uno húcia América y el otl'O á Il'lauda, desenrollando el hilo conductor y dejándolo caer al mar con todas las precauciones necesarias. Apenas el Niága1·a hubo desenrollado una .legua -de cable) cuando un accidente atrajo su rotura. Los dos bat·cos vol vieron á juntarse para ejecutar una nueva soldadura-de los dos cabos del cable, y se continuó la inmersion. 'l'odo se pasó como era de desear mientras se desenrollaron 15legu!ls de hilo por cada buque; entonces se apercibieron que la cOI· riente eléctrica no s~ tt·asmitia ya por el cable de un buque á. otro, lo que revelaba un accidente. Con efecto, el cable se había roto en el fondo del mar. Por ter· cera vez volvieron á juntarse los navíod para pt·acticar una 1;1ueva soldadura. Entonces se siguió la inmersion. Todo marchaba bien, y el éxito parecía probable, pue:; el Niágara liabia desenroliado sin accidente 56 leguas de Mble. De repente, el 29 de Junio, á la'S· nueve de la

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riente eléctrica no pasaba ya. de un barco al otro. Pot· tercera vez el cable se babia roto en el agua. Al separarse, los·dos buques habían con. vPnido que, en el caso de que ocurriese un nuevo accidente, volverían al punto de pat·tida, en mediG del Atlántico, si este ocurría cuando no estuviesen aun más que á 40 leguas; pero que si el cable se ro mpi a á más de 40 leguas de distancia, volverían todos á Il'landa, al puerto de Queenstown. Como el Niága;ra había hilado más de 50 leguas de cable, se encontt·aba en el segundo caso, se volvió al puerto de·Irlanda. Por oti· a parte, el Agawtenon volvía poco tiempo despues, comprendiendo, por la in· te1·rupcion de la corriente en su bordo, el accidente ocurrido. Esta. prueba babia costado 190 leguas de hilo conductor. Sin embargo, la empresa no podía aban· donarse, pues quedaba aun á bot·do de los dos buques, y en los talleres donde se habia fabricado el cable, una cantidad suficien te de conductor para llevar á cabo una nueva expedicion. El 27 de Julio de 1858 el Agamenon y el Niágara se reunieron de nuevo en medio de la distancia que separa á América. de Irlanda. El 29, los dos cabos del cable se reunieron por una soldadu1·a á bordo del Niága1·a, y ernpezóla.operaéion del hilaje bajo los au::~picios más favora.l;>les. Des pues de unos cuantos accidentes inevi tnbles, la comunicacion eléctrica q ueuó establecida entre Europa y América el 5 de Agosto de 1858. Laestacion telegráfica había sido p¡·epat·ada en la bahiade la Tri· nida.d, cerca de la ci uJad de San Juan <.le Terranova. En las diferentes ciudades de los Estados· Unido~ se celebró este admirable aconte. cimiento con iluminaciones y salvas de ar· tillería. Un accidente vino á. impedir las demostraciones de entusiasmo ilel pueblo británico, cuando á su vez se preparaba á celebrnr el éxito de una empresa en que se hallaba tan intet·esado. Este accidente fué la intert·upcion de los partes telegráficos trasmitidos por el cable. Se trató de recenocer en qué parte del hilo existía la alte-

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racion física, y se reconoció con dolor que era á una gran distancia de las dos costas. En el mes de Abdl de 1860 se pudieron sacar del agua algunos kilómetros de cable en la costa de Terranova. Se encontró el alma del conductor bastante bien conservada; pero la armadura exterior, roida por el moho, no ofrecía ya ninguna resistencia. El gobierno inglés formó una comision

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para: estudiar las causas de la destruccion de los cables submarinos en general, y e'n particular la del cable trasatlántico. El trabajo de esta comision no fué inútil; desrle ese momento se abrió una nue· va era para la telegrafía submarina y para la empresa del cable atlántico. V. S. (Se continqará.)

LLTERATURA. 'FRAGMENTOS ESCOGIDOS (1).

La derrota de los pedantes, de D. Leandro It'. de Moratin. Haré cuanto me decís, respondió despues de haberse compuesto los hábitos, haré cuanto Febo ordena, y omitiré los episodios y partes de adorno, usando en mi narracion un estilo medio, ya que el sublime ha merecido tan equivocado aplauso. Soberano Delio, Titan radiante, prodigio délfico, deidad esmintea, el suceso es este. Yo, aunque indigno, y mis compaüeros los del zaguan, somos alumnos vuestros: la divina Poesis fué nuestra delicia desde los años infantes: hemos elaborado opúsculos admirables, tremendos, hijos al fin de vuestra sacra inspiracion, basta esto, sufficit, para noticia prelimi. nar; pero reflexionemos. ¿Qué es poética? El arte de hacer coplas . ¿Qué sou coplas? Unos montoncitos de líneas desIguales, llamados versos. ¿Qué es un verso? Un número determinado de silabas. ¿Qué dificultad ofrece su Mmposicion? Los consoMntes. ¿Cómo se adquieren estos consonantes? Compt·ando un Rengifo por tres pesetas. ¿Q.ué otra cosa es necesaria adeJllás de esto para hacer cualquier obra poética digna de la luz pública? Un poco de práctica, y otro poco de poca vergüenza. Pues ahora bien: supuesto que nosotros sabemos hacer coplas en verso aconsonantado, que tenemos cada cual nuestro Rengifo, que he(1) Véase el numero anterior.

mos pasado toda la vida en esta ocupaclon, y que altamente persuadidos del mérito de nuestras obras, no dudaremos ofrecerlas por modelo al orbe que las admira, y á las generaciones futuras quo han de anonadarse al verlas; ¿qué nos falta para llamarnos alumnos vuestros? ¿Quién nos disputará este hóoor? Dicite Picrides, en tanto que yo prosigo hilvanando premisas y consecuencias. Siendo poetas, camo lo samos, sin remedio, ¿cuál debe ser nuestt·o ejercicio? ¿Teje•· esteras'/ ¿cQs&r zapatos? ¿alquilar camas? ¿vender achicorias? Claro es que no: claro es que son indignas ocupaciones de los g randes genios aquellas que por útiles y honestas están reservaáas al ignorante vulgo: así pues, siendo poetas, debemos poetizar y no otra cosa: debemos ilustrar á la nacion, y ella debe coronar nuestras fatigas con premio digno, dándonos la mitad en aplausos, y la. mitad en pesos duros, Pero esta naelon ingrata, ni nas dá do COtiiC r ni nos aplaude, mientras noso1iros, procurando su felicidad y su gloria, la enriquecemos diariamente, semanalmente, mensualmente, continuamente de conocimientos profundos, sin los cuales la racionalidad hubiera dado en Espaija un estallido, segun la hemos visto decadente y mal p~rada. Nosotros, en fin, hemos sostenido el honor da la Iica (!u<•bi<o.r que diJo al g'iag.:

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cantando y llorando (canentes et {lentes, que hubiera dicho el latino) en todas las ocasiones en que el hado, ya favorable, ya protervo, envió á la p¡¡tria prosperidades 6 desdichas. Se ajustó la paz, coplas á la paz : nacen los G'emelos, coplas á los gemelos : nace nuestro príncipe Fernan.do, coplas á D. Fernando: ee hace el bombardeo de Argel, coplas á las bombas: en una. palabra, casamientos, nacimientos, JJ).uertes, entierros, pt·oclamaciones, paces, guer· ra~, todo, todo ha sido asunto digno de nuestra citara. ¡?ero con qué novedad, con qué acierto lo hemos sabido desempeñar! ¡Qné felices invenciOlleS las nuestras! ¡9h qué felices! ¡oh huevos de Leda, huevos benéficos y de inestimable valorl ¡Oh Jacob y Esaú! ¡oh Rómulo y Remot ¡Con qué oportunidad la Providencia os hizo nacer de una ventregada! ¡Y con qué gracia nosotros, sin reparar en frioleras, parangonizamos mellízos á mellizos, haciendo saber al mundo- que · - nuestra princesa babia dado á luz un Esaú brutal, un Rómulo fratricida, y lo que es más lindo (porque al fin todo iba dentro del par de huevos mitológicos), una Clitemnestra y una Elena disolutas, pérfidas y crueles, que todo esto diji· mos, muy arropados con nuestra licencia poética, en elogio de los dos malogrados infantes, iu{andum Regina jubes, como dijo allá el filósofo. ¿Y qué- diré del·sutil arbitrio que discurrimos para formar las fábulas d& nuestros poemitas? Arbitrio que pareció tan cómodo, que todo poeta de bien y timorato le ha escogido para sí, y trazas llevan de no soltarle hasta la consumacion de los siglos. ¡Soberano arbitrio que ahorra mucbo tiempo, y muchos polvos de tabaco, y m uoha torcida al candil! Arbitrio con el cual se forma en un guiñar de ojos cualquier poema, pues á todos viene como llovido: ¿se trata, pór ejemplo, de alabar algo, de profetizar algo, de llotar algo, de referir algo? El poeta 'no tiene más que acostarse y apagar la· luz. A media noche se le aparece un trasgo, una ninfa&cualquiera otrn.per.sonaje alegórico, con gran eoncurso de geniezuelos alrededor; y este tal personaje reprende el vate su modorra y su pegricia, le manda que se levante inmediatamente y que escriba esto, y aquello, y lo demás allá, y de este modo le informa de cuanto hay que saber en el caso; de suerte que desaparecer la fantasma, despedirse el poeta del lector pio, y acal>arse el poema, todo es a un tiempo. Sobre este molde de aparicion hemos compuesto de once Mios á esta parte cuantas obras se han necesitado para el surtido de-las ,

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esquinas; con la sola diferencia de que á un poeta le pilló la vision acostado, y sin cenar, al otro paseándose á. la orilla del río, al otro cogiendo el sol en un cerro; pero siendo el fondo dé la ficcion el mismo, siempre es el mérito igual. y el artifi.cio de la fábula siempre maravilloso y sutil. ¿Y el estilo? ¿y la versiftcacion?. ¡J el astro poético que resplandece en aquellas composiciones? ¿no es particular? ¿no es admirable? Desde el ovillejo mas diminuto y vil, á las actavas mas retumbantes y pomposas, ¿no se descubren bellezas incomparables que darán fama inmortal á las recalientes seseras que· las produjeron? ¿No es cierto, señor, que con esta lrru.pcion de coplas, con este chorroborro perenne de versos hemos llevado al mas alto punto de perfeccion el buen gusto y la elegancia poética, dando cordelejo á los más célebres autores de la edad vetusta, y revolviendo el Parnaso castellano patas arriba? ¿No es cierto? Así nos lo persuadíamos, con este fin trabajábamos,.eon el fin de asegurarnos un taburete en el templo-de la inmortalidad, y ganar el pan por medios honrados en esta vida transitoria, Pan curat oves, oviumque magistros, como dijo Gronovío muy á mi intento. '¿Pero qué sucedió? ¡oh iniquidad! ¡oh livor! ¡oh influjo adverso! ¿Qué sucedió? Que así como el murciélago torpe (vespertil<io le llamó el ·doctisimo Requejo, y con él Calepino, Facciolati y Gtros), que as! como el murciélag_o torpe que busca las tinieblas pavorosas del angosto- mechina!, nl>orreciendo la claridad diurna, si tal vez la atrevida mano puel"il, asiéndole una de sus audculas, le estrajo con violencia de su lobreguez apetecida, no pudiendo con cecuciente párpado sufrir los ruyos de luz que iluminan al orbe, forcejeu, y se resiste, y bate las alas membranáceas, y se desespera, y chilla, y muerde, y araña la mano que le tiene asido; de la propia manera, no pud-iendo algunos zoilo& malévolos resistir la esplendorosidad de nuestras obras, á.lu que en vano se oponía la opacidad de su insipiencia, comenzaron á gritar eontra nosotros, nos desacreditaron enteramente, nos adjetivaron del modo mas cruel. Este fué el galardon, esta la gloria que nos resultó de nuestros afanes literar_ios: despues de habernos recocido los sesos en amontonar erudicion gentílica, histórica y dogmática; en rehenchir versos, ajustar cadencias y · cazar figuras, en cuya desastrada ocupacion ganabamos por la mano al lucero matutino, negando el tri IJuto á Morfeo que nos hallaba en vela todas las nocl1es, Bella per Emaihios· plus qua·m civilia ~

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~~----~----------~~-------------------------------~~ 22 i ~ Los Conocimientos útiles. ¿Por qué así como somos universales en la ciencia, no somos universalmente venerados? libro. ¿Por qué, siendo tan desaforadamente instruiPero como por especial favor de la Providendos, nos llaman pedantes? ¡Pedantes! Anatema cia asi somos estupendos poetas como filólogos cruel que nos sigue pot· todas partes, y nos es· incomparables, discurrimos no ceñit·oos á una tremecé y horripila. sola cosa, sino abrazar todos los ramos de la liYa en algun modo hemos procurado oponer teratura., dividiéndonos en pelotones y cuadrilas artimafias á la fuerza, y viendo cuán pocos llas. Unos, á quien vuestro celeste incendio más elogios hemos merecido ú. la ingrata patria, inmediatamente retuesta. y asura, se hicieron que paga en desprecio y pullas nuestras vigisectarios de la exactitud, economía y correccion, lias, hemos dado en la flor do alabarnos los que algunos invictos traducen fr.i-aldad, pobreza, unos á los otros, tratándonos mútuamente de languidez, y echaron á volar unos poemas tan científicos y preclaros varones, pot· aquello de exactos, tan ecónomos y correctos, labrados á asinus asinum (ricat, que quie t·e decir: el sucompás, nivell escuadra, que nada se puede en piente aplaude al sapiente. Pero esto dut·a oolto ellos quitar, mudar ni aiiaclh·. Otros se dieron á días, el público, 6 nosotros por un quitame allá estractar, compilar, abreviar y reducir en peesas pajas, nos estropeamos á garrotazos en un queños papelitos el árido y dilatado estudio de portal, y la discordia que volvió en cenizas los las ciencias, para que todas . ellas las pueda soberbios muros de llion, nos conduce al has aprentler como un. ,papagayo cualquier curioso, mientras el peluquero le ata la bolsa. Otros se · picio, ó nos reduce a la sopa de un convento. Pero en el hit et nwto, uu que timitlos y vacidieron á la jocosidad festiva, y regularon á la !antes juzgába •. os irt'emcdiable nuestra desnacion g ran cantidad de epigrumas, díchicos, gracia, cuando circuidos de horrores y faltos de anécdotas, chufletas, quisicosuelas y acertijos¡ consejo, hollábamos cahgnoso pavor, y palpáen una palabra, aspiramos por todos medios á bamos atezadas lobregueced, ccce Corinna venil, hacernos lQS dispensadores de la ilustracion.púecce benigna rutilante estrello. que apo.rece á blica. ¡9h cómo regurgitamos ciencia por todas nuestra vista para serenar tan deshechas temP,artes! ¡oh qué traducciones hicimos tanagrapestades. Asturias va á tener un príncipe, la ciadas! tr.aducciones que no las distinguirá de nacion le jurará sucesor al trono de su padre, sus originales el más pinto.do. ¡Y qué comedias Madrid previene regocijos, y esta es precisaá la antigua! e~to es, á nuestro modo; quiero mente la época de nuestra gloria, el feliz íos~ decir, sin esto que llaman arte, gusto y verotan te de nuestra resurrecclon. Similitud; ¡y qué apologías del teatro! digo de Queremos ca.ntat·, si seiíor, queremos cantar nuestr!l teatro, del teatro que nosotros nos como si empezáramos de nuevo; queremos • liemos hecho; y en esto solo, si he ·de hablar en aplaudir la jut·a del príncipe don Fernando con puridad, en esto solu hemos triunfado impunela misma gracia con que desempeiiamos los mente de nuestros enemigos, El teatro nos ha asuntos an\eriores; quet·amos celebrar las feli, ofrecido un desquite, un consuelo de todos los ces invenciones en los adornos de la cart·et·a; y sin,¡;abpres que padecemos continuamente; bien no ha.de haber espejo ni pedazo de holandilla es verda.d que segun él está. arreglado, parece sobre que no arrojemos décimas y octavas que se hizo ex-profeso po.ra que yo y mis comcnmo el puño. Volveremos ú estasiamos y á P.añeros le proveyéro.mos con nuestras obras dormirnos; y cruzarán por esos aires á media admii'ables; así lo. hacemos todavía, allí retumnoche, al son de los chirriones de la limpieza, bamos, y ¡oh , nunca la suerte enemiga nos tantas ninfas, tantas matronas alegóricas, tanprive de su pacifica posesionl ta hermosa vision desprendida del Olimpo á ¿Y qué diré de tantas eruditas disertaciones nuestras guardillas, paro. manJarnos escribir sobre el lujo, sobre la inoculacion, sobre hacer cantos heróicos y roman~oues, que será una feliz al reino con una hipótesis, dos ilaciones y confusion. un cálculo, sobre la. escalente moral de los cari¿Y los toros? ¡Oh mi Dios! ¡Los toros! ¡Qué bes y hotentotes, sobre l111cer pan de avellanas de conceptos hemos prevenido para la tiesta! en los años malos, sobre la mejor de las repúLQué ocurrencias esquisitas estamos almaceblicas posibles, sobre aumentar prodigiosa~ nando para los caballeros que se caigan, para mente la o.gricultura á fuerza de ruedas, tubos, los q!le no se caigan, paro. los que corran, y émbolos, piñones y cilindros, sobre la toleranpara los que no puedan correr! ¡Y qué de cosas cia, sobre la tortura, sobre el patriotismo, sotenemos discurridas para las Iunadas fieras, y bre las chinches. ¡Oll.:Dios omnipotente y má1 ximo que t an hábiles y tan eximios no.s hiciste! qué lindas comparaciones en que saldrán á lu-

campos, como dijo no sé quién, en no sé qué

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~~-2----------------JG --o_s__C __ o_n_o_c_i_rn __ie·-n--to__s_u_·_t_i_l_e_s_._______________~~ cirlo los toros de Colcos, los toros de Guisando, los toros del Sol, el toro de Creta, el toro de Falaris, el toro de San Márcos, el toro de Eur""pa, y el toro pater! Queramos, pues, con motivo tan plausible, fatigar las prensas: no ha de haber poste, ni esquinazo. ni guardaruedas, ni registro de cafiería, ni bola de puente que no engrudemos de alto abajo con cartelones inarrancables y eternos, llenos de letras gordas y provocativas; ni habrá Diario, ni Gaceta, ni biblioteca mensual qne no salga atiborrada de nuestras obras ..... Pero ¡ay cirreo Numen! ¡ay reverendo

Citarista fúlgido! ¡Cómo nos ilude con halag üeñas imposibilidades el deseo! ¿Qué haremos desamparados é inermes contra la osadía de tantos críticos que acaso estarán ya aguardando nuestras producciones, produotiur actu, para despedazarlas con viperino diente? Aqui, hio jaoet, aquí se neéesita todo nuestro favor ¡oh deidad crinada y 4rcitenente! aquí imploramos toda vuestra beneficencia para podernos llamar verdaderamente afortunados, {ortunam Priami cantaba, que dijo el mitólogo. (Se continuará )

CONOCIMIENTOS VAHIOS. Ordenes reales españolas . EL TOISON DE ORO.

La insigne órden del Toison fué instituida por Felipe el Bueno, duque de Borgoña y consi e de Flandes, ellO de Enero de 1430 al celeb1·ar en Bruges su tercer roatrimonio c<;m la infanta Doña Isabel, bija, de D. Juan I de Portugal. El fundador tomó por patron de esta órden al Apóstol San Andrés. No hay datos seguros para conocer el motivo de 1a fundacion ; supónese que fué en gloriosa emulacion con otros principes, que premiaban con nobles iBsignias de caballeria á los valerosos vasallos y conocidos caballeros que se distinguian en las letras y en las acciones de guerra. María de Borgoña llevó esta órden á la casa de Austl'ia por su matrimonio con el archiduque Maximiliano, y vino áEspañ·a por el enlace de Felipe, apellidado el Her· '»taso, con la reina Doña Juana, hija de los reyes Católicos. El último capitulo general que ha celebrado esta órden fué en tiempo del emperador Cá.rlos V, en la catedral de Barcelo· na, y aun se ven en los respaldos de las sillas del coro los escudos de ar mas de los caballeros que a¡¡i¡;¡tieron á él.

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A la muerte de Cárlos II, último rey español de la casa de Au:;tria, el archiduque Cárlos se declaró jefe de esta órden cuando pretendió la corona de España en rivalidad con Felipe, duque de Anjoil; y como la suerte de las armas y otras mil circunstancias decidieron ~a; contienda en favor de la casa de Borb.on, se convino en ceder á Felipe V y á sus sucesores el dere· cho de nombrar los caballeros de la órden. Desde entonces han sido grandes maestres todos los monarcas de España. · En su origen, los caballeros llevaban un manto de escarlata forrado de ar minios, con los broches bordados de oro. El collar, en su principio, se compuso de dos BB antiguas entrelazadas, entremezcladas con llamas y esmaltadas de oro, que eran las primitivas armas de los du..: ques de Borgoña. Despues varió algo de forma en los eslabones intermedios; pero siempre ha pendido de él el cord~ro de oro. La divisa de esta órden se compone de un pedernl.ll y un eslabon echando llamas, con el mote Antefe?·it f11tamjtamma micet, esto es, antes ha de tocarse que salga la llama. El collar solamente se usa en las funcio· e

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nes solemnes, pues el uso diario prescribe blo 1 el título de gran Maestre; y al fasolamente llevar al cuello una cinta de llecimiento de este se establecieron en Siaguas roja, de la cual, por medio de uua cilia y en los Estados romanos. La órden de San Juan se dividió en anilla, pende un eslabon de llamas y el cordero. ocho lenguas 6 naciones, dos de las cuales Felipe IV concedió á los caballeros del fu~ron Aragon y Castilla. Toison el honor de cubrirse delante del En el real decreto ya citado de 26 de rey y el de entrada en la real cámara . Julio de 1847, se señala esta órden como En Francia, donde aun subsistieron al- la segunda en la esfe¡·a civil, disponiendo que se conserve como un recue1·do histógun tiempo caballeros de esta ó1·den, fué abolida por un decreto de la Asamblea . rico, tradicion de las glorias nacionales; que se componga únicamente de caballeconstituyente. ros, extinguiéndose po1· muerte de los l!:n España, por real decreto de 26 de Julio de 1847, ha sido señalada esta órdeu que las poseen todas las demáscategorias, y que el número de caballeros sea de cien· como la primera en la esfera civil. toen cada una de las lenguas. La cruz, distintivo de esta órden , es ÓRDEN DE SAN JU.\.N DE JERUSALEN. lisa, de cuatro brazos iguales, formando Les historiadores no están conformes con dos JI cruzadas, y en cada ángulo de Jos brazos otra cruz igual de tamaño pe~ el origen de esta órden. Unos dicen que en el auo 1099, Gerardo de Martigues, queño. primer rector de un ho.spital fundado algunos aiíos antes en Je¡·usalen, viendo enriÓRDEN DR CÁRLOS III. quecida la casa por las liberalidades de Godofredo de Bullon y de otros señores, La real y distinguida órden española de se separó de los religiosos de Santa María Cárlos III fué instituida por el rey que de la Latina, á los que pertenecía, para lleva su nombre el dia 19 de Setiembre formar órden aparte bajo la denominacion del año 1771, por querer deja¡· á la poste· de He1·manns det Hospital de San Juan ridad un público y permanente testimonio de Jer1Malen. Otros, y son los más, dicen de su profunda gratitud al Altísimo, por haber concedido sucesion á los príncipes que dos mercaderes de Amalfi. fundaron de Astúrias en el nacimiento del infaute un hospital para recoge r los peregrinos, Cárlos Clemente. Así lo expresa la ley 12, uedicáodole á San Juan el limosnero. tít. 3. 0 , lib. 6.0 de la Novísima RecopiEl sucesor de Gerardo de Martigues, lacion. viendo que las reutas del hospital exceColocó la órden bajo la soberana prodían en mucho al gasto que ocasionaba, teccion de María Santísima, en el miste· concibió la idea de emplear lo restante en rio de su inmaculada Concepcioo, decla hacer la gue¡·ra á los infieles. Despues de la pérdida de Jerusalen los rándose él y sus sucesores jefes y grandes Maestres para nombrar caballeros, miniscaballeros se retiraron á San J uán de trQs y demás cargos pertenecientes á la Acre, el cual defendieron con valor hasta órden. el año 1230. Entonces se establecieron en Segun el ya citado real decreto de 26 de Rodas, y se mantuvieron en dicha isla, de 47, esta órden, generalmente desJulio hasta que Soliman la atacó con trescienpara premio de méritos y servicios tinada tos mil musulmanes. Anduvieron errancivil, se compone de cuatro esfera la en tes algun tiempo basta que el emperador 6 Cárlos V les dió la isla de Malta, cuyo .categorías ó grados, á saber: 1. Caballe· ros; 2 " Comendadores; 3. n Comendadores nombre tomaron. Despues que Napoleon número; 4. a Grandes cruces. de se apoderó de esta isla y los ingleses la todos ellos será insignia la cruz en En conq uistnron , los caballeros de San Juan pentliente de la cinta. Los Comenojal el se refllgiaron en Rusia, ofreciendo á Pa- 1

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dadores pueden llevarla además al cuello. Los Comendadores de número usarán la placa, y los Grandes cruces la placa, la banda y el collar. La banda es de seda, ancha de cuatro dedos, dividida en tres fajas iguales; la del centro blanca y las dos laterales de color celeste con los cantos de la cinta blancos, muy estrechos. Se lleva tet·ciada desde el hombro derecho al costado izquierdo, uniendo sns ex:tt·emos un lazo de cinta igual en colores, pero estrecha de un dedo, del cual pende la cruz de la órden. La c1·uz es de oro, de cuatro brazos y ocho puntas que rematan en otros tantos globos lisos de oro; los brazos están esmaltados de blanco y en su centro unas puntas azules, cantonados ó angulados de cuatro flores de lis de oro; en el centro de la cruz un escudo ovalado; su campo esmaltado de amarillo claro con ráfagas más oscuras del mismo color, rodeado de una orla azul; y en el centro colocada la imágen de la Concepcion en relieve vestida de túnica blanca y un manto esmaltado de azul con estrellas de plata, y á los pies una media luna del mismo m otal. En el reverso tiene otro escudo sobre esmalte blanco, y en el centro de este la cifra de Cárlos III de esmalte azul y en el contorno del mismo esmalte la inscripcion Vi1·t1tti et me1·ito. La cruz pende de una corona de laurel cincelada de oro, colocada en los dos globos del brazo superior, y en lo alto la ani1la por donde pasa la cinta, que es de iguales colores que la banrla ya descri.ta. El collar está formado de cuatro eslabonés distintos; el uno .es un castillo; el otro un Ieon; el otro un trofeo de banderas con un casco en el centro, y el otro un círculo formado de una palma y una rama de laurel encerrando el núme_ro III. La placa tiene la cruz de ocho puntas con cuatro lises en los ángulos, bordada de hilo y lentejuelas de plata con la imágen de la Concepcion

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MADRID: 1860.=1mprenla d& Los

CoNOCiliii&NTOB dTILES,

bordada de sedas, y al pié la cifra de Cár1os liT y el lema Virtuti et merito. _ En el decreto de 29 de Julio pueden verse las prescripciones para obtener los diferentes grados de esta órden; citaremos aquí únicamente el articulo en que se consignan los derechos de titulo, que son: por el de Gran cruz, 3,000 rs.; .po1· el de Comendador de nó.mero, 2.000; por el de Co· mendador, 1.500; por el de Caballe·r<>, 1.000. ÓRDEN AMERICANA DE ISABEL LA CATÓLICA.

Fué instituida por el rey D. Fernando VII, en 24 de Marzo de 1815, teniendo por objeto premiar la iealtad acrisolada y el mérito contraído en favor de la defensa y conservacion de los dominios de Ul t1·amnr. Tiene esta órden por especial patrona á Santa Isabel, reina de Portugal. El rey es el jefe y soberano rte la 6t'deu. Consta de las mismas categorías que la de Cárlos III y del mismo número de Co· meudadoresydeGrandes cruces. Son tam bien iguales los derechos de título. La banda es una cinta de seda qne se coloca terciada del hombro derecho al cos· fiado izquierdo; blanca con dos fajas de co· lor de oro en los costados, y dos filetitos blancos en las ol'illas. La cruz es de oro, de cuatro brazos , que ensanchan en su terminacion, siendo esta festonada y gugulados aquellos por llamas de oro. En el centro de la cruz está el escudo, que es circular, figurando en su campo las columnas de Hércules con su inscripcion Pl1ts 1tltra y dos mundos coronados. Al rededor del escudo en una orla está escrito el lema A la lealtad acrisolada. La cruz pende de una corona de laurel y en lo alto la anilla por donde pasa la cinta. Las cuatro órdenes descritas son las reconocidas como órdenes reales de España en la esfera civil.

á cargo d& Fraooisoo Roig, Arco de Santa Maria, 39.

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ECONOMÍA POLÍTICA. La cartilla del traba) o ( J ).

VI. :OEL CAl>ITAL.

El capital es la suma de ahorros ó econornias realizadas con el trabajo fecundo. Puede decirse tambien que el capital es trabajo acumulado, porque asi es en realidad. Por la misma razon debe decirse que los capitales son trabajo latente. Un labrador coge 100 fanegas de trigo y solo necesita 60 para su gasto y la siem· bra. Las 40 sobrantes son un capital del que puede disponer; son el fruto de un trabajo productivo y fecundo, y pueden considerarse como trabajo suyo acumulado. Un carpintero labr.a en el año ciucuenta puertas. Con el valor de veinticinco se mantiene. Las otras veinticinco representan la parte de su trabajo que ahorra en los doce meses. La mitad de su trabajo anual ha tomado l.a forma de veinticinco puertas, se ha acumulado en la madera~ y aquellas son el aumento de su capital) el ahorro de un año . Mientras aquellas existan en su taller serán trabajo suyo y disponible para un caso. Si las vende y cobra por ellas doscientas onzas de plata, estas representarán el trabajo acumulado que supo ahorrar. ¿No advertís la diferencia entre el tronco de un árbol y una puerta? Pues la diferencia toda no consiste más que en el trabajo acumulado; á él se debe la trasformacion. La puerta con toda su utilidad, no es sino la madera de un tronco en la cual se ha encarnado cierta cantidad de trabajo inteligente. Es completamente imposible que el hom(1} Véase el número anterior. Junio ti! de 1869.

bre primitivo se sienta harto, deje de comer una parte del gamo que cazó, guarde el sobrante de aquella provision para mañana sin que nazca el capital. Aquella carne que koy no le es posible ó no quiet·e devorar, que marrana le permitirádescan· sar y reponer las fuerzas, es un capital. Ella representa parte de la fatiga, del esfue¡·zo hecho por el cazador, quien no ten· drá que fatigarse maiiana para vivir. Es trabajo disponible, latente. Para que los capitales no apareciesen y existiesen en el mundo, era menester una imposibiJi,Jad, un absurdo. Seria preciso que todo se crease y se consumiese á la vez. En existiendo algo un solo instante, si puede satisfacer una necesidad del hom· bre, si este tiene ese algo á su disposicion, aquel algo es como el gérmen, como el embrion de un capital. El capital, de consiguiente, no es, como se figuran muchas gentes, una especie de mónstruo engendrado por la maldad y enemigo del género humano. Es como la luz1 como el aire que respirMnos; le necesitamos en una forma ó en otra pa1·a existir. El más 6 el ménos no altera la esencia del capital. Cuando consiste en un palmo de terreno, en una almorzada de grano, en una piel por abrigo, es una planta que brota; cuando constituye las fábl'icas de un imlustrial, los tesoros de un banquero, es un árbol corpulento que ya puede y debe dar abundantes frutos. De aquel pequeño y despreciable br-ote, salió, creciendo, el gigante que envidiamos, pero que puede darnos sombra. Todos somos capitalistas. El obrero tiene su capital en la herramienta, el labrador en sus aperos, el arriero en sus caba11erias, el buhonero en sus baratijas, el pescador en sus redes y su barca. Desde el

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momento que un salvaje se hizo un arco y unas flechas, nacieron los capitales, y los hombres que fueron formando los rebaños, y labrando el campo, y haciendo la casa, y allegando trigo y pieles, y madera y lana, pa1·a tener á su disposicion algo con que satisfacer una necesidad futura, fueron los primeros capitalistas y los primeros bienhechores de la humanidad, segun haremos ver más adelante. Los capitales solo se pueden formar por el ahorro. La única manera legitima de etdqui?·i?·los es por el ahorro de una porcion de tt·abajo empleado , de esfuerzos hechos. Cuando se adquieren por el fraude ó por la fuerza, se obra-contra la ley que Dios instituyó-para la formacíon de los capitales, y esto no puede ménos que ocasionar tardeó temprano alguu mal, algun dolor. Entonces, y solo entonces, lo q1te uno gana, otro lo pie'rde ; la humanidad no es más rica, y el que creó lo robado es víctima de una inmoralidad en recompensa. Adquirido un capital por medio del tra· bajo, constituye la propiedad, verdaderamen te sagrada por la sencilla razon de que se ha creado sin despojar á nadie de su valor; la propiedad verdaderamente sa· grada, porque aquel trabajo acumulado, bajo cualquiera de las mil formas que puede tomar el trabajo del hombre, es una parte de su personalidad, ya qúe en sus productos están encarnados sus esfuerzos, su inteligencia, su vida. Por eso Dios, al disponer que la riqueza, que los capitales, ósea el cúmulo de cosas atesoradas para satisfacer nuestras necesidades en un día dado, fuesen producto del ahorro, dispuso tambien que quien tal hiciese, gozase de ciertos bienes en la tierra. Nada más legitimo. Cierto es que si un hombre puede formar un capital para mañana por medio del ahorro, é imponiéndose privaciones, otro hombre puede arre· batársele con la astucia ó con la fuerza; pero el trabajador que ahorra es el único propietario legítimo á quien la ley de Dios bendice y la moral humana llama bueno, mientras que los detentadores de lo ~ que otro creó con su trabajo son los matos,

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Los Conocimientos útiles.

los réprobos de la sociedad, por la se~cilla razon de que al hacerse ellos ricos no han aumentado el capital de todos; antes al contrario, dism,inuyen S'lt cantidadnw1·al, conculcando las leyes de este mundo y obrando contra la voluntad de su Hacedor. Ahora bien: semejante proceder halla tarde ó temprano su castigo, porque en la vida jamás se falta á ninguna ley divina, y mucho ménos á las morales impunemente. Las inmensas riquezas del más poderoso de todos los imperios en la histol'ia, del imperio romano, fueron el fruto de la rapiña y de la violencia; á todos los puebios esquilmó; sn dominacion parecía eterna, y sin embargo aquellas riquezas mtil ganadas lP enervaron y corrompi!=lron hasta des· truirle y envilecerle para escarmiento del mundo. No ast las riquezas de los pueblos traba· jadores de nuestros días. Fruto del estudio de la naturaleza y de la aplicacion inteligente de las leyes eternas de este mundo, formadas en su gran mayoría c~n el ahorro, nos hacen cada vez más poderosos y más sábios, y nos abren de dia en dia má..;; el camino hácia la bondad moral, que-es el término de nuestro destino en esta tierra. El capital, pues, es una cosa indispensable á la existencia del hombre, y mucho más todavía á la existencia de la sociedad; Sin capitales no existida ni la tribu, como no existirian los animales sin aire. Los ilusos que en todo tiempo anatematizaron la riqueza, aspiraron y aspiran á un imposible: á que existamos sin aire. El insensato que llamó á la propiedad (capital ó capitales poseídos) un robo, era un igno· rante, digno tan solo de lástima. La propiedad constituye un robo si se arrebata por la fuerza ó pot· el fraude: la propiedad creada por el trabajo, sin quitar á nadie cosa alguna, aumentando la riqueza de la humanidad, es, no solo legítima, sino por todo extremo sagrada. Como instt·umentos de produccion son auxiliares convenientes; la utilidad y la necesiuad de los capitales son incuestionables.

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Para que se comprenda la ayuda incal culable que presta el capital á la produccion, pondremos un ejemplo. Un jornalero gana 10 rs. en cada dia, y ahorra dos. Al cabo de 300 dias de trabajo, que es lo que se debe calcular al año, ha realizado un ahorro de 600 rs. Estos 600 reales son su capital, ólo que es lo mismo, 60 jornales de trabajo pasivo ólatente, que tiene~ su disposicion para trabajar el segundo año. Si carece de inteligencia y se limita á tener los 600 rs. en dinero, ó en cualquier otra forma inactiva, durante el segu~do año duplicará sus economías, y nada más; pero si es emprendedor é in teligente, y emplea sus ahorros en materiales de su oficio, y sabe trabajar con el trabajo activo suyo y con el trabajo pasivo de su capital, el segundo año tendrá ya á su disposicion un conjunto de esfuerzosequivalen tes á 360 jornales, y podrá ahorrar muchisimo máa que el primer año; primero, porque su jornal no será ya de 10 rs., correspondiente á los esfuerzos de un bracero, sino del doble ó del triple, porque además de su jornal personal, debe ganar, en un órden natural de cosas, el jornal cor· respondiente á sus esfuerzos, y el que corresponde á 60 jornales de trabaj? latente. Este es el secreto de la fortuna de muchos hombres. La riqueza se. funda casi siempre en los primeros años ele la vida: dos 6 tres aüos de privaciones y de economías echan los cimientos de una fortuna segura y honrosa, mientras el mismo tiem· po de alegre y divertida disipacion reducen para siempre á los más á la condicion de servidores, dependientes ó proletarios. Sin abundancia de capitales no hay produccion fácil y barata para poder ahorrar cada vez más, y aumentar el capital de la nacion sin medida. La abundancia de capitales hace bajar el precio de su uso, que es lo que entende· mas por interés, y el interés en todas partes es como el mar: á medida que baja, deja nuevas regiones (antes inaccesibles) . abiertas al cultivo. Á Pero no se crea que la abundancia de

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oro y plata es la abundancia de capitales que conviene. Este fué un error que produjo principal:nente la ruina de nuestra España. Un pueblo que no tuviera más riqueza que cantidades excesivas de metales preciosos (como casi nos sucedió á los españoles en un tiempo) seria el más miserable de los pueblos, si no acertaba á cambiarlos por los objetos que constituyen la verdadera riqueza de la vida. Los antiguos representaron ya este caso asáz ingeniosamente con la üíbula de .Midas. Era un rey avaricioso, á quien Júpiter otorgó, á peticion suya, el don de con· vertir todo cuanto tocase en oro. P1·onto tuvo que pedir al prime1·o de los dioses que le vol viera á su primitivo estado, porque si quería llevarse el alimento á la boca, estP. se trocaba en ot•o puro cuando tocaba á sus labios; si tenia sed, no era posible beber oro, y hasta la hija ele su corazon, á quien quiso dar un beso, trasfig uróse en una es· tátua del codiciado metal. A no ser por la compasion de Júpiter, que le libró del don fatal, tambien á peticionsuya, la muerte más horrot·osa hubiese sido el término de su avaricia. Esto mismo era lo que estaba en camino de suceder á varios pueblos de Europa que aceptaron durante algun tiempo la falsa doctl'ina de los españoles, reducida á considerar qne toda riqueza (conjunto de capitales) se cifraba en la moneda. Buenos son, y aun excelentes, los meta1es que decimos, preciosos, como medio de cambiar los demás capitales en su infinita variedad de formas. Inútiles y aun nocivos si, para conseguirlos, no se labra el suelo, no se cria el ganado, no se hace la casa y el establo, la escuela y la lonja, no se encauza el rio y se riega la vega, no se construye el camino y otros medios de co· municacion, no se bota la nave para que surque los mares, no se levanta la fábrica, y en una palabra, no se trasforma la roateria, por medio del trabajo, para la satisfaccion de todas nuestras necesidades, creando así los capitales útiles é impere· cederos, porque para crearlos hay que parfeccionar nuestra inteligencia y hacer á 1 nuestroespiritu verdaderamentepoderoso.

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Saber, es poder. El ot·o y la plata no dan á n-adie sabiduria. Son los mejores intermediarios de los cambios, nada más; son en la máquina social el aceite que suaviza sus múltiples movimientos: si hay poco, la máquina funciona con pé1·did-a de fuet·za y energía; si hay demasiado, sobt·a el excedente, que debiera aplicarse á la. produccion en otra forma. El cLinero es e-l fabricador· soci&l. m capital, pues, de una nacion, consta del ter1·eoo que cultive lo mejor posible; del ahono de las producciones anuales de la tiel'l'a; de los canales de riego; del ganado de totla clase á la disposicion de sus agricultores; de los buenos. caminos para llevat· los productos; de las cercas y arbo · letlas; de las casas y edificios públicos ; de la:; fábricas y pl'imeras materias; del comercio y sus almacenes, y principalmente del sabet·, la actividad y la destreza de sus habitan tes. Porque el capital que no tiene precio es el capital intelectual de ideas, de conocimientos, de saber, de ciencia. Si se quiere conocer la razon de la vir·tud inmensa del capital paia producir, meditese un poco en lo siguiente. un . capital (segun hemos dicho ya) es trab¡ljo latente que tenemos á nuestra dis· posicion, lo mismo que está, el calor· den·tt·o de un leño. Cuando le empleamos bien, no.hacemos otra cosa más que evocar el tt·abajo del que le creó para que venga en nuestra ayr1da, y claro está que nosotros, reforzados . con el trabajo ageno, somos más fuertes y producimos más q.ue solos. Con los capitales intelectuales. sucede otro tanto: constan de las vigilias, las meditaciones, las experiencias, las ideas de los que ya no son. Al pone!.' en actividad los capitales materiales é intelectuales que poseemos, la suma acumulada de ·cosas 6 de nociones exaétas. á nuestra disposicion, parece como que resucitan nuestros antepasados y que concurren gustosos á trabajat· · y proclu.cir con nosotros.

Los pueblos que no conservan y destruyen, no pueden evocar á.: sus a_buélos, y hasta los muertos les niegan su cooperacion y simpatía. 'En la época en que vivimos se ha desarrollado sin embargo de lo dicho una moda que puede producir á la comunidad perjuicios incalculables. Se ha daüo eu ueclamat· contra el capital.. Es uua cruzada traidora de la pe_reza y la codicia contra los bienes agenos. Contra el capital se predica, contra el capit,a l se procut·a solev:antat• al proletario y al obt·ero. Pues bien, es necesario repetir en todos tonos q ne sin el capital., sin una ilimitada abundancia de capitales, no hay prosperidad posible. Es más:. no hay verdadera grandeza. Quien crea un nuevo capital en su país es más merecedor de aplauso, más digno de gloria, más noble y más benemérito que todos esos llamados héroes que los cercenan 6 destruyen. No nos dejemos alucinar por los amaños criminales de la envidia. Sin capitales un pueblo vive aislado, produce mal y caro, no puede· pl'acticar el ahorr.o y formar nuevos capitales p.ara extender al infinito el bienestar; le falta la prime~a palanca de la "produccion, es pobre en toda la extension de la palabra. Respetemos y honremos al capitalista-, porque su capital es trabajo acumulado de alguien, y aunque -solo se guie por un in.terés estt·echo y egoísta, es imposible q_ne aq nel sea productivo sin proporcionaR á los demás un auxilio poderoso y bienes inapreciables á la pátria. Se dirá que hay capitales dudosos, que existen todavía abusos en nuestras sociedades. ¿Quién lo duda'? ·Más el correctivo está en- fomentar el trabajo, en honrar al trabajo, en dignificar al trabajo. No en cometer un despojo cierto para castigar u o despojo d1erloso, y mucho ménos en destruir u.n capital cualquiera, porque es uno de los. muchos indispensables instrumentos de produccion que forman la comun riqueza. . La impotencia de nuestra España nace

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mente el ahorro, no habrá salvacion para nosotros.

de nuestra lastimosa falta de capitales. En todo tiempo hemos destruido á medida que hemos produciuo. Si no practica· mos y practican nuestros hljos paciente-

(Se cor1tinuará ) M¡,;urorc MARnrc .

CONOCIMIENTOS DE INDUSTRIA. La telegrafía submarina y e l cable trasatlántico ( 1 ). lY •.

ta guerra de América en 18{35 vino á · do la fabricacion de un nuevo cable, y r-ecloblar el deseo de establecer una. comu· nicacion telegráfica entre los dos continentes. Pero la desgracia. que acababa de sufrirse había desanimado á un grao número de personas. ¿,No era una locura, decían, emprender una obra tan larga, tan costosa, y que mil causas podían hacer malograr'? ¿,Quién podía responder de que ochocientas leguas de cable pudiesen fabricarse con el suficiente cuidado para no presentar un solo defecto en la. aplicacion de la materia aisladora, una sola rasgadura durante su trasporte á. bordo del navío'? A todas estas tristes reflexiones los ingenieros respondían con palabras llenas de persuasion y de ánimo. La inmersion de cable, que tantas veces se habia declarado impracticable, se babia llevado ya á cabo: podía, pues, tener otra VE'Z un buen éxito. Ninguna tempestad se había experimentado durante la expedicion de 1858; las mismas circunstancias podían presentarse de nuevo. La trasmision de las señales había sido lenta, pero se había ejecutado, luego no se podía ya alegar la imposibilidad del paso de la corriente eléctrica de un mundo á otro. No se necesitaba, pues, más que perfeccionar los aparatos de tras· mision, á fin de activar la celeridad de las señales; ejecutar con un minucioso cuida· ~

(1) Vense el numero onlerior.

hacer más poderosos y más dóciles los aparatos de desenrollo del hilo. Se emitieron para esta nueva expedicion acciones de á 5 libras esterlinas para ponerlas al alcance de todas las fortunas. La compañía hizo sus llamamientos de fon· dos el 20 de Diciembre de 1862. A principios del año 1861 se reunió el capital necesario y se empezaron los trabaj os. Siempre se había considerado como un inconveniente la necesidad de embarcar el cable en dos navíos separados. ~Pero dón· de encontrar un buque bastante vasto p.ara. recibir en su seno la gran masa del cable trasatlántico~ No había más que uno, era el G'reat-Eastem, la obra maestra de Brunel. No nos parece fuera de p..ropósito el dar algunos detalles sobre ese navío, que ha decidido el éxito del establecimiento del cable trasatlántico. El Great-Easte'rn tiene 209 metros de largo y 25 de ancho. Ha sido construido por un sistema diferente del que se ha em· :pleado hasta ahora en la fabricacion de los buques de hierro. Este navío tiene tres puentes. Sus camarotes no se parecen á las incómodas habitaciones destinadas á los pasajeros en los vapores. Los camarotes de primera elase tienen 4,m27 de largo, 10 metros de ancho y 2,m 13 de alto. Este inmenso na vio tiene dos aparatos motores, un hélice y

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ruedas de alabe; cuatro máquinas de vapor, cuya fuerza reunida es de 1.000 caballos,. están empleadas en mover las ruedas, que tienen 17,m70 de diámetro. Otras cuatro máquinas de vapor, destinadas á hacer maniobrar el hélice, tienen una fuerza de 1.600 caballos. El árbol del hélice, que pesa 60 toneladas, tiene 48 metros de largo; el diámetro del mismo héli· ce es de 7,m32. La capacidad de este buque es de 22.500 toneladas y puede recibir 4.000 personas á bordo. El (heat-Easte?·n lleva suspendida , á sus costados una pequeña flota, destinada á salvar al equipaje y á los pasajeros en caso de naufragio. Esta flota se compone de dos vapores de hélice, cada uno de 70 toneladas de capacidad, 30 metros de largo, 5 de alto, y con una máquina de 40 caballos de fuerza. Lleva además veinte buques más pequeños con sus palos y sus velas. Los palos del (}reat -Easte'rn son de hierro hueco, 1nénos el último, que es de madera á causa de la proximidad de la brújula. Tienen una altura de 40 á 52 metros, un diámetro de un metro sobre el puente, y un peso de 30 á 40 toneladas, sin contar las vergas. La verga principal tiene 40 metros de largo, ósea cerca de 12 metros más que la principal verga de los mayores navíos de guerra; tiene cuatro veces el grueso_de la mayor verga que se ha construido, y pesa algunas toneladas ménos que si fuese de madera. Las ruedas dan diez vueltas por minu· to. Sus dimensiones y la rapidez de sus evoluciones explican la celeridad de este na vio. Tal era el buque al que se iba á confiar la inmensa carga del cable trasatlántico. El nuevo cable se diferenciaba del de 1858 en sus dimensiones, su peso específico y su armadura exterioi:. El conductor, compuesto, lo mismo que el primer cable, de un cordon de 7 hilos de cobre, tenia 3,mm6 de diámetro, en lugar de 1,mm9, y pesaba 74 kilógramos por kilómetro, en lugar de 26 kitógramos que pesaba el ca1 ble de 1858. El peso de l'a sustancia aisla' . ~ dora se elevó de 58 kilógramos á 89. Así

el alma del cable pesaba 172 kilógramos por kilómetro en lugar de 84. Faltaba la armadura, que babia sido el principal objeto de estudio de lacomision. Se aplicó esta sobre todo á disminuir su peflo especifico, aumentando su solidez. A los 18 cordones que en 1858 se enrollaban para formar la armadura exterior, se sus. tituyó un cordon de 10 hilos de 2,mm5 de diámetro cada uno. El diámetro total del cable terminado era de 27 milímetros. Su peso era por cada. kilómetro de 982 kilóg-ramos en el aire, y en el ag·ua se reducía á 390 kilógramos. Su fuerza de resi:3tencia era de 7.860 kilógramos. La distancia de los puntos extremos de la linea era de 3.100 kilómetros, y el cable entero tenia 4.760 kilómetros de largo, lo que dejaba un 40 por lOO para las pérdidas. Se babia fabricado además para las recaladas un cable de costas de 56 milímetros de diámetro y de un peso de 10.700 kilógramos por kilómetro. El largo de este último cable era 50 kilómetros. Todo el cable babia costado 17.500.000 francos. Este inmenso conductor se terminó el29 de Mayo de 1865, despues de un trabajo no interrumpido de ocho ·meses. El14 de Junio del mismo año se trasla· dó .á la cala del (}reat-IJl(J;stern, y el 24 este buqtie se hizo á la vela para Irlanda con un cargame-nto de 31.350 toneladas. La direccion de las 'olféraciones .fué confia· da á Mr. Samuel Cabning, ingeniero de la compallia, y la rn'll'é[uinaria "á Mr. Clifford; Mrs. Varléy y Thomson representantes de la compañía del telégrafo. Al salir de la cala el cable pasaba por la canal de una rueda de hierro. Llegado al puente, se enredaba en las canales de seis ruedas verticales sucesivas, se enrollaba cuatro veces al rededor de un tambor do ble, despues en la canal de una rueda última, situada fuera de la popa, y caia por fin al mar. La celeridad del tambor estaba re· gularizada por dos frenos, la de las seis ruedas situadas delante del tamlior por fre· nos particulares. El cable estaba-constan· temen te humedecido durante su desenrollo por medio de bombas que func~onaban sin ~

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cesar. El dinamómetro se hallaba colocado al extremo del buque. Una rueda de timon, puesta cerca del dinamómetro, permitía abrir y cerrar los frenos del tambor con extrema facilidad. En fin, una máquina especial, situada en la proa del na vio, d~bia servir á. levan· tar el cable si algun accidante ocasionaba su rotura. El2l de Julio el G1·eat-EastM·n llegó á Irlanda. Alli encontt·ó los dos vapores, el Te?''rible y el Esjtnge, que debían escoltado hasta Tel'l'anova durante la postut·a dd cable. Se pt·ocedió sin tardanza á la iumersion de los 50 kilómetros de cable de costas. Despues de algunas horas de trabajo, el cable entró en la estacion, y fué colocado en la trinchera subterránea dispuesta para recibirlo. Al día siguiente se practicó la soldadura de la extremidad del cable de costas con el gran cable sepultado en el seno del G1·eat-Easte1'1¿, Este gigante de los mares cambió sus saludos con los navíos que lo rodeaban, y se puso en camino, precedido del J'e'J''J•íble y rlel Esfinge. El 23 de Julio la flota se alejaba de las costas de Irlanda. La inmersion del cable se hacia con regularidad. Pero el 24 á las tres de la mañana, cuando ya se habían hilado 156 kilómetros de conductor, el gal· vanómetro, indicando una coniente muy endeble, señaló la existencia de una pérdida de electricidad. El G1·eat-Easter?¿ tit·ó un cañonazo para avisar al 1'e1·ribZe y al Esfinge. Hubiese sido por demás imprudente el continuar caminando despues de haberse reconocido un defecto en la conductibilidad del hilo. El ing-eniero eléctrico, Mr. Oanning, se , decidió á levantar la parte ya inmerg·ida del cable para someterla á un minucioso exá.me}l, y reconocer el pun~o defectuoso: cuando se empezó á traer á bordo la primera parte del cable, se apercibieron que la máquina destinada á esta operacion no tenia la fuerza suficiente para llevada á Gabo. El 25 de Julio, á las nueve y 45 minutos de la mañana, se habían levantado 84 kilómetros. En fin, con gran satisfaccion de todos, se encontró el defecto.

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Un hilo de hierro de dos pulgadas de largo, un poco encorvado, atravesaba el corttluctor de parte á pat·te. Había penetrado en el forro del cable, en la guttapercha, hasta el hilo central, lo que hacia perderse en el mar la corriente eléctdca. Se cortó la parte detel'iorada, se soldaron los dos cabos y se siguió la opet·acion. El dia se pasó sin accidente ; el cable se devanaba con reg·ularidad. Pero á. las tres de la tarde una nueva interrupcion vino á. traer la consternacion en todos los corazones. Los ingenieros inclinan la cabeza sobt·e el aparato eléctrico, situado en un cuarto oscuro, cuando de repente la aguja del cuadrante hace un pequeño movimien· to. Pronto las señales se hacen más claras. Mr . Canning se disponía á levantar de nuevo el cable, cuando le gritaron que todo seguía bien. A media noche se hallaban á 159 kilómetros de Irlanda, y se habían hilado 181 kilómetros de cable. El Miércoles 26 de Julio estaban á 592 kilómetros de Irlanda; el Jueves 21 á 881 kilómetros, y se habían inmergido 985 ki· lómetr·os de cable. El Sábado 29, á la una de la tarde, la comunicacion se interrumpió de nuevo. Se habían hilado ya 1.311 kilómetros de cable, y se hallaban en un fondo de a.ooo· metros. Fué preciso sacar de nuevo al cable del agua. Al dia siguiente, despues de haber levantado dos millas , se halló la causa del accidente, y se pudo cortar y arreglar el cable deteriorado. La causa era la repeticion del anterior accidente. Se volvió á encontrar otro pedazo de hilo de cobre atravesando el cable de parte á parte. No pudo por ménos de sospecharse que estos dos acéidentes fuesen obra de algun enemigo interesado del cable, ó la de algun malhechor insensato. Mr. Conning mostró el cable al equipaje, que era el mismo que había estado de cuarto durante el accidente de 25 de Julio, y á pesar de sus protestas, este equipaje fué relevado del servicio y encargado de otros trabajos. Y ¡cosa estraña! el ter~

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L os 9onocimientos útiles. accidente tuvo lugar cuando esta fraccion del equipaje volvió á estar de servicio. Llegamos ya al último y fatal accidente que hizo malograr esta gigantesca empresa. El 2 de Agosto, al medio día, cuando los dos tercios clel camino estaban ya andados (pues se habían hilado 2.244 kilóme· tros ele cable) se reconoció por tercera vez la interrupcion de las comunicaciones. Se esperaba poder rep-arar esta vez el defecto con el mismo éxito que las dos primeras veces. Tres kilómetros de cable se habían ya levantado cuando á 10 metros del navio el cable se rompió y cayó al mar con toda la violencia de su peso. Ya no era una interrupcion de electricidad, sino una rotura completa del 'hilo. Mr. Canning decidió que inmediatamente se trataría de pescar el cable roto. Un gancho de hierro se lanzó al mar con 4.600 metros de cadena. Despues de quince hot·as de trabajo, la aguja del dinamómet¡·o y la tension de la cadena, hicieron conocer que el gancho hahia cogido el cable. Ya pueden figurarse las pre· cauciones que se emplearon para levantarlo. Media cadena estaba ya á bordo, cuando uno de sus aros se rompió. No hubo tiempo más que para lanzar una boya para reconocer el sitio donde yacía el conductor. Solamente despues de tres dias se pu-do encontrar la boya, pues el !fial tiempo ; había desviado al G1·eat-Eastern. El Lu- ' nes 9 de Agosto se volvió á empezar la operácion. Otra vez el gancho cogió al

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cable, que se izó de nuevo con inauditas precauciones. Ya se babia levantado á una milla y media cuando otro aro ele la cadena se rompió. Las mismas experiencias se practicaron el Jueves 12 de Agosto, pero sin éxito. Por cuarta vez se repitió la misma tentativa, que no fué más dichosa. En fin, despues de haber agotado cuantas cadenas y cuerdas babia á bordo, el Great. Easte?'11t renunció á continuar la operacion, y volvió á Irlanda, donde lo creían perdido. Antes de alejarse definitivamente del teatro de este drama marítimo, testig·o de tantos esfuerzos y trabajos inútiles, Mr. Canning· hizo que se lanzase otra boya para seiialar el sitio d~l accidente. Tal fué la triste conclusion de la campaña de 1865. Esta colosal y costosa expe~ienoia había demos-trado que el modelo del cable era excelente, que su aislamiento no dejaba -nada que ·desear, y que su resistencia había sido perfectamente calculada. En fin, se babia visto que se pgdia levantar un cable ,en una profundidad de 4.000 ·metros. Estos eran ya hechos incontestables, pero que se habían pagado caro. La principal falta cometida en la expedicion de 1865 fué el no haber empleado ganchos y amarras de una fuerza proporcionada al peso del cable sumergido. El aparato de desenrollo é inmersion habia funcionado perfectamente, pero las máquinas destinadas á levantar el cable roto se habían quedado por debajo de su misjol). V. S. (Se concluirá.)

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La luz eléctrica. roons pel'sonas habrá en las grandes série de hechos ó fenómenos fisicos, orígen poblaciones qne uo hayan coutemplado de la for!bacion de ese pequeño sol, que nlguna vez el sorprendente fenómeno de deslurnbi·a y sorp¡·ende al espectado t·. Vala luz eléctrica ; de esa luz a?·tíficial, más mos pues á exponet•, con el carácter <.le b1·illante é intensa que oti'a alguna de nociones, los conocimientos que hacen al igual naturaleza, conocida y solamente caso. compa1·able á la del astro rey que alumbra la tierra. Háse presentado ocasion actualmente de observarle á los habitantes de esta córte, con motivo de las fiestas de A fines del pasado siglo , un profesor de promulgacion del Código político, y tamAnatomía de Bolooia, Gal vuni, estudiando bien se ha preseutado la de oü· contínuala influencia de la electricidad sobre la irm.mte r epetidas, en los grupos diferentes ritabilidad nerviosa de los animales, y de la multitud de espectauore;s, pregunta:; particularmeute de las ranas, ooservó un como las siguientes : ~Qué es la luz elécfenómeno que dió origen á la electricidad trica? ~Cómo se hace e:so? ~De dónde sale dinámica 6 galvattismo. esa luz? Claro está que á estas preguntas Es bien conocido de cuantos han saluhan seguido otras tan;as contestaciones; dado, como suele decirse, la física. Le rereferir la variedad de estas últimas, abpetiremos, sin embargo, para los que no surdas unas, rid.iculas otras, seria in terse hallen en aqllel caso, en pocas palaminable; la más prudente, que en los inbras. Aplicando un conductor metálico, terpelados revelaba sensatez, era: no sé. , compuesto de dos aros de zincy cobre, por Hé aqui la causa de habemos ocurrido ex· uno de ·sus extremos á los nervios de la co· poner en este artículo una explicacion 1u mna" ertebt•al de una rana, y por el otro sencilla de tan sorprenden te fenómeno, á los músculos de la pierna, los músculos por más que despues de publicado, y aun se replegan y agitan, y á cada contacto se cuando su lectura evite acudir á estudiar repite la con vulsion. Galvani creyó recoen un tratado de fi.sica y de conocimientos, nocer en este hecho la prueba de la exissuperficiales si, pet·o necesarios para no tencia de una electricidad ani mal. hacer un papel desgraciado en sociedad, Volta, célebre profesor de física en Patengamos el triste convencimiento de que via, fundánd ose en la oLservacion de que en nada disminuirá, si otra ocasion se pre· la contraccion muscular es más enérgica senta, el número de iguales p reguntas á cuando el arco se compone de dos metales las antes indicadas, y de vadadas y abque cuando es <le uno solo, atribuyó á los surdas contestaciones, iguales á las antes metales el papel activo en el fenómeno de emitidas..... 1a contraccion, y demostró que el contacto La fot·macion de la luz eléctrica no puede los dos metales diferentes producía de explicarse en dos palabras, por decirlo electricidad, desempeilando en el fenómeasí; no cabe con testar á aquellas pregunno anterior los net·vios del animal el papel tas breve y claramente, satisfaciendo la simplemente de conductores. Repitiendo curiosidad del que ignora; es p1·eciso teobservaciones bajo este principio, sentó ner, como si dijéramos, antecedentes; hay una teoría, cuya base es la siguiente: Dos que jM·esentar, en resúmen al ménos, una sustancias cualesquiera heterogéneas pues·

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de los hilos metálicos ó de un cuerpo condnctor cualquiera. Los efectos de las pilas demuestran que las corrientes son conticidad natural, quedando en la una acumu· nuas, lo que prueba que á medida que las lada la electricidad positiva y en otra la dos electricidades se reunen por medio de n egativa. Esta fuerza electro-nwtriz varia los hilos, la fue1·za electl'o-mot¡·iz sigue en los cuerpos de distinta naturaleza, y desarrollándose, descomponiendo la elecde aquí la clasificacion hecha por Volta de tricidad de los pares y acumulando la de cuerpos buenos electromotores y débiles cada especie en los extremos del aparato. electromotores. Entre los primeros están Cualquiera que sea la disposicion del los metales y el carbon bien calcinado, y pasan las cosas como acaba de aparato, en los segundos los liq niuos, y en general se conser van los nombres de y irse, c de' los cuerpos no metálicos. pita, pa'l·es, polos y co?·rientes. Esta teoría le condujo á la invencion dd En cuanto á los dive1·sos aparatos ideamaravilloso aparato que ha inmortalizado dos posteriormente á la primera pila de su nombre, y se denomina pita eléctrica. Volta, no da1·emos su descripcion, que seEl primero que aquel físico construyó se componía de una série de discos metá· ria muy extensa; haremos solamente algunas indicaciones. licos apilados unos sobre otros, en elórden La pila de columna tiene el inconvenien· siguiente: un disco de cobre, un disco de te que las rodajlis de paño comprimidas zinc, una rodaja de paño mojado en agua por el peso de los discos dejan escurrir el acidulada, despues otro disco de zinc, el de que están empapadas. Por esto líquido de cobre y el paño, y así sucesivamente. pila. de cajon, que es, por decirlo la ideó se De aqui la denominacion de pila que ha así, una pila. de columna horizontal. Se quedado ya para todos los a_paratos, aun muy formas de cuando se han construido reduce á una caja rectangular, que condiferentes. Ordinariamente se sueldan dos tiene placas, tampien rectangulares, de zinc y cobre, soldadas dos á dos, colocarlas á dos los discos de zinc y de cobre, de ma· el por separauos pares, nera que forman trasversalmente y fijas á las paredes de la superpuesmantienyn paño mojado, y se caja, dejando entre cada par espacios ó tubos ó piés unos entre tos, colocándolos peq ueiios cajones en los que se vierte una aparato el todo llenos de cristal, formando mezcla. de agua y ácido sulfúrico que reque metálicas piezas las una col1tmna. En emplaza á los discos de parro mojado en la pila de columna. acu· se columna la de forman los extremos Esta disposicion tieNe el inconveniente mulan las electricirlades de distinta espehilos dos por contacto en cie, y si se ponen de que la pi la está siempre en actividad, cada á respectivamente metálicos unido.s aun cuando no tenga que funcionar, y el líquido destruye pronto las placas. Para extremo, se producen todos los fenómenos evitarlo se ideó no poner fijas las placas á físicos, quimicos, fisiológicos, etc., conocidos en la electricidad producida por el fro- . la caja, sino á un bastidor superior, de tamiento, ósea por las máquinas eléctrimodo que pudieran sacarse é introducirse cas, descritas ya en otro lugar de esta todos los pares simultáneamente á volunobra. tad en la caja. Cada extremo de la pila se llama polo, Despues se han ideado pilas de dos lísiendo uno positilJo y otro negati'lJo, segun quidos; se han variado las sustancias y la la naturaleza de la electricidad acumuladisposicion de los llamados pares, introduda. Cuando á cada extremo se une un hilo ciendo tales modificaciones en las pilas metálico, el extremo de cada hilo es el primitivas, que solamente se ha conservapolo respectivo. Se llama corriente la redo en realidad el nombre. Y estas modifi· composicion de las electricidades contracaciones han tenido por base la verdadera teoría de la produccion de electricidad en rias, que se opera de un polo á otro de la estos apat·atos, que no es la de Volta su ~ pila cuando comunican entre sí por medio tasen contacto, dan origen á una fuerza

electro-mot'l·iz que descompone su electri-

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inventor. La descomposicion de la electricidad neutra de los cuerpos y su separacion en las dos especies de positiva y negativa, cuya recomposicion por los hilos conductores produce los fenómenos eléc· tricos, no es debida al contacto de dos sustancias betereogéneas, como creyó Volta, sino á las acciones químicas de fos líquidos sobre los metales que se ponen en con tacto. Los discos de paño mojarlo en un ácido, que aquel físico consideraba como simples conductores, son el agente productor del fenó· meno. Nos detendremos un momento en expli· car con un ejemplo la verdadera. teoria ó modo de ob1·ar de la pila, y prescindire· mos de la descl'ipcion detallada de los aparatos modernos, porque seria complicada y enseñaría ménos, teniendo en cuen· ta el objeto de este artículo. Supongamos un gran vaso de vidrio lle· no de una mezcla formada con mucha agua y un poco de ácido sulfúrico. En estt~ mezcla se introduce una lámina ó placa de zinc, ancha y gruesa, que en seguida es cnrroida por el ácido. Mientraa que el metal se disuelve en el licor ácido, pasa una cosa notable: la electricidad neutra del zinc se descompone; las dos electricidades de nombre contrario quedan en libertad; la negativa se acumula en el metal corroído, la positiva en el líquido corrosivo. Introduzcamos ahora en el liquido una placa de cobre ménos gruesa que la del zinc, pero de igual ancho, enfrente de la del zinc, sin toca¡· á esta. Esta placa de co· bre, que no es atacarla por el ácido sulfúrico, y que constituye un excelente conductor, tiene por objeto recoger la electricidad positiva extendida en el líquido y ponerla al alcance del observador. De modo que en el mismo vaso ó depósito se tiene dos placas de metales dif~rentes, colocadas una frente á otra; la de zinc cargada de electricidad negativa; la de cobre de elec· tricidad poaitiva. Para producir ahora-uno de los efectos conocidos de las máquinas eléctricas, basta poner en comunicacion.. las dos placas, reunir las dos electricidades, rccombinarlas. A este efecto se ata á c.a da una de las placas un hilo metálico; se

cogen las extremidades libres y se aproxi· man una á otra. Cuando la distancia q ne las separa es suficientemente pequeña, brota una chispa, formada por la recomposicion de las dos electricidades. Se a pro· ximan nuevamente y se produce una segunda, luego otra y otra cada vez que se repite el contacto, po¡·qne á mediJ.a que la carga eléctrica de las láminas se disipa para produch· la chispa, se ca¡·gan nueva. mente por la corrosion incesante del zinc. Debemos advertir que paru que la chispa sea sensible es preciso emplear placas muy grandes y un vaso de suficiente capacidad. Hé aquí lo que es en su esencia una pila; un cuerpo sobre el cual un líquido produce una accion química, cuyo efecto es des· componer su electricidad neutra; otro sobre el cual se acumula una de las electricidades, quedando la de especie cont1·aria en el primero; dos hilos conductores respectivamente de cada una de las electrici· dades para poder recombinarlas <Í voluntad del operador, y producir los efectos de una máquina eléctrica. Reúnanse ahora varias pilas elementales, que se llama,·án pares; combínense convenientemente; va· ríense las sustancias que los forman, así para obtener economia, como para la facilidad de su uso, pat·a aumentar poten· cía, etc., y resultará un aparato llamado pila, en que habrá siempre dos polos, dos cor?·ientes, que combinadas producirán los fenómenos eléctricos.

III. Dadas las nociones elementales que preceden acerca de la pila, la exp1icacion de la luz eléctrica es muy sencilla. Ya hemos visto que salen chispas á la aproximacion de los hilos metálicos, tanto más visibles y brillantes cuanto mayor es la cantidad de electricidad acumulada, ó potencia del aparato. Pues bien, si se reunen los dos polos con un hilo de hierro 6 de pla tino suficientemente grueso para que no se funda, se pone incandescente y da un vivo resplandor todo el tiempo que la, pila está en actividad. Si el hilo se arrolla sobre si mismo en hélice, el efecto luminoso es más

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brillante. Pero sobre todo si se comunican los dos hilos cGn dos carbones de coke bien calcinado, tallados en formarle coBo, colo· cados tocándose por las puntas se obtiene un vivísimo resplandor. Esta es la luz eléctrica. Uno de los carbones está fijo; el otro se mueve y avanza para ponerse en contacto con el primero á medida q-ue-se consume la pttn ta. Deberemos entrar aquí-en la descripcion ·de los aparatos para colocar los carbones, moverlos, conser-var el brillo constante de la luz, etc.? Oreemos que no. Expondremos solamente alg·unas propiedades y noticias de autores acerca de la luz eléctrica. La luz eléctrica goza de 1as mismas propiedades químicas que la luz solar. Trasmitida á través de un prisma produce un espectro luminoso, lo mismo que la luz solar. Fatig-a mucho la vista, y cuando tiene ciet·ta intensidad, si se recibe directamen· te y á corta distancia en los ojos, produce dolores violentos de ojos y cal)eza y la cara se quema como con los rayos de un sol fuerte, por lo cual hay que tomar ciertas precauciones en las experiencias. No se difunde en la atmósfera como los

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rayos luminosos de otros focos de luz, y quedando fuertemente iluminados los ob. jetos que reciben sus rayos directos, los inmediatos están en oscuridad casi completa, por lo cual produce! dirijida sobre los árboles y edificios, efectos d~ I.uz sin.gulares. Se ha empleado la luz eléctrica para alumbrar un gran espacio de· terreno y continuar de uoche trabajos de- con~truc­ cion perentorios. Se emp lea con exito tarobien en los faros. Respecto al' a-lumbrado de las poblaciones no hn dado buen resul· tado por la insoportable molestia que produce á la vista, y porque seria preciso multiplicar los focos de luz casi tanto como los faroles ordinarios, atendiendo á que no hay grandes espacios despejados, sino laberintos de calles que iluminar , y de este modo su coste seria excesivo. La luz eléctrica aplicada á la fotografía dá magníficas pruebas, pero no es aplicable á los ret1·atos porque es insoportable su brillo en los ojos de la persona. _ Terminamos aquí este artículo que, se· gun la importancia del asunto, y la extension que podda recibir, se reduce á li· geros aP.untes. F. CARVAJAL..

L ITERATURA .. FRA.G MENTOS ESCOGIDOS (1).

La derrota de los pedantes, de D. Leandro F. de Moratin·. Ni es imposible1 señor, ni temeraria la. pretension que nos ha conducido á vuestro portal augusto, antes en su pequeñez hemos fundado la contl.anza de conseguirla. Mis compañeros y yo no deseamos otra cosa sino que vuestra rubicunda celsitud nos dé una patente firmada y sellada segun estilo, en la cual se esprese que nuestras ol>ritas, las ya pubÍicadas., y las que vamos á publicar, de las cuales y de sus auto-

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( 1) Véoso ol número anterio•··

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res han dicho y dirán los envidiosos críticos tant&s perrerías, son elegantes, doctísimas, incomparables., y de aquí arriba lo que pareciese conveniente añadir en su elogio. Direis además, que nosotros los que tales obritas hicimos y haremos., no somos poetillas hueros, trasgos ridlculos, ni cuervos raucos, sino ftlomenas dulcísonas y sh·enas machos, que con vuestro. indujo y aprobacion hemos cantado, cantamos - y cantaremos hasta soltar la piel: Dh·eis, q?e para que la nacion acabe de iluminarse-, es

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~-~- ------------------------------------------------------------------------237 - . y Los c,onocimientos útiles. tri necesario que·el ramo de rterntura se estanque como los naiprs y el aguardiente, siendo nosotros los administradores c¡ue podamos impunemente dar lecciones al público, ya en papelillos sueltos, ya en tomos de tres puentes, ya de viva voz en las tabernas honradas de la córte, en sus librerías y concurrencias, ó ya remitiendo nuestros áureos dramas al gran teatro. Di reís que en materias de buen gusto, de lógica, de erudicion, de racionalidad, de talento, nadie chiste contra nosotros, nadie nos inquiete; advirtiendo que de hoy en adelante á todo crítico se le llam!ll'á envidioso , á toda prueba calumnia, á toda censura libelo, y á. todo raciocinio personalidad é insnlto. Y que, por último, vuestra luminosidad muy resplaudeciente, amonesta, y en caso necesario manda, y condena á todo erudito que sepa 1eletrear á que luego qne los carteles, los ciegos J la trompa de la fam-a anuncien la. irupcion polymett·i-encomiistica que tenemos prevenida á la jura del nuevo príncipe, acudan á las libre· rías acostumbradas, y cada cual se provea á lo menas de un ejemplar de cada obrita, para que por este medio,. al paso que ellos se o ríen tan y se instruyen, podamos nosotros subvenir á nuestras urgentes necesidades . 'l'al es, seiior, nuestra pretension: con este deseo abandonamos nuestros tugurios, y esta mañana entre diez y once nos hallamos á la falda de este bif1·onte cerro: comenzamos á gat ear con harta fatiga por escabrosidades y der• rumbaderos inicuos; pero apenas hubimos salido de los pasos mas peligrosos, cuando haliamos nuevas dificultades. En una floresta sombría que el A:bl'il pavimenta de colores aleg res, donde batiendo Jasc~vo el zéflro las altls sutiles ungidas en aromas índicos .. .. pero en vuestro ceño, radiante Númen, adviet·to no sé qué de displicencia que me obliga á emitir la pintura de las flores , los favonios, las avecillas canoras y los arroyuelos: sigo pues adelante. En esta , como dije, delidosa mansiou de Flora, descubrimos un edificio, del cual salieron al acercarnos seis 6 siete hombres no nada iner· mes, y mucho menos que nada tácitos y tranquilos, comenzaron con grandes ululatos á decir que nos detuviéramos. Hicímoslo así: nos preguntaron ¿quiénes éramos, y á qué veníamos? respondimos á todo; y sacando el que parecia jefe de los demus un volúmen membranáceo, leyó en él no sé qué índices ó apuntaciones; y al acabar nos dió por respuesta, ¡oh respuesta amarga, mas que las adelfas y el absintio pónti1 co! nos respondió que nosotros no estábamos reconocidos por sonoros elocuentes vates, sino

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por copleros adocen:-.dos y rnracrrrmos: que nuestras ohras se habían examinado en el Parnaso, y que todas ellas estaban destinadas al quemadero: que A.polo nos había maldecido solemnemente en pleno consistorio hasta unas cuatro úoceuas de veces; y que seria ofenderle el dar un solo paso adelante. Esto nos dijo Luzan, que así parece que se llama: si fué lacrimable y acerba esta noticia para nosotros. considerad lo, reluciente farol del dJa, considerad lo micntt·as lo restante patentizo. RepHcámosle como era t·azon: sacamos para su desengaño nuestros mnnuscl'itos: no quiso verlos; y tapándose á toda prisa las narices, gl'itaba que nos fúésemos inrncdiutamente. Representamos humildes: ncgóse discolo; y encendido en cólera fulminó dicterios y amenaz-as. Ya era justí.:;ima la vlndicta: arremetimos intrépidos: dimos con él en tierra: acudieron gentes en su ayuda: trabóse bélica porfia, y fluctuamos en incierto Marte, hasta que el cielo declaró por nosotros el honor triunfal, io triumphe, quedando en el campo casi difunto el jefe, y los mas de sus atrevidos secuaces 6 contusionados, ó vulnerados, 6 mútilos. Seg uimos adelante; y si bien advertimos que nuestra victoria habla alarmado todos estos horizontes, fiarlos ~;n la benevolencia vuestra, proseguimos deambulando impertérritos hasta llegat· á las puertas de este eminente alcazar que naciendo laberinto Je piedra., se eleva por tento, y nube desaparece. Quisieron estorbar el ing-reso cuadrupedantes turmas; pero fué vana su pretension: llegam os á los umbrales venerandos, que saludamos humildes, y al pisar los átrios magníflcos vimos u nidas pedestres haces quo comenzui'OO á disputarnos el paso. Quisimos manifestar nuestra inocuidad, nuestt·o mót·ito y el motivo que nos traia; pero interrumpiendo gárrulos el apologético discurso, fundibularon sobre nues tras vértices ponderosas lápitles, á cuya ruptura hostil siguió el combate mas desesperado y sangriento. Ya comenzaban por todas partes la viperina Aleto, la atroz Megera, la letifcra 'l'esífonc, á esparcir terrores bélicos, á exasperar truoulentos ánimos. Ululando tétricos los opuestos mílites, daban al Bóreas fragoro so estrépito, que en cavernas lóbregas, Eco llorosa y húmida, dolorosa y confusamente repicurtia. El Númeo beügero, embrazando el égida sobre cruento plaustro, vagaba iracundo futigando los ejes férbidos, y agitando flagelífero cuádriga indómita. No de otra manera fulgurando el éter, se prcecipita rápido.....

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Calla, calla, maldita criatura, dijo Apolo, calla y no abuses mas de m1 paciencia: vete, y d1 a esos hombres que huy.an presto, que se oculten en donde yo jamás los vea, si no quieren que en un solo momento los aniquile. ¡Ellos creerse poetas, lla~narse doctos, é insultar de esa manera á los verdaderamente sálJios, á su nacion y á. mi, que los he despreciado siempre por no destruirlos! ¿Qué enjalllb!'e es este de copleros y charlatanes que im1nda vuestra península? ¿Qué enjambre pestilencial que por todas partes se derrama y cunde? ¿Y en dónde están aquellos poco;¡ q tte debel'ian oponer sus doctas obras al torrente desatado de tanto papel ridículo que dictó la envidia, la demencia, ó el interés abatido y sórdido? ¿l!:n dónde están? Cie¡·to es que en todos los países, á la sombra de los g¡·andes ingenios, bulle un numero Infinito de autores pedantes, serviles IIDitadores, cuyas obras nacen, mueren y se olvidan en pocos momentos: este daño es inevitable, y aun conveniente en la república de las letras, si á beneficio de la general libertad, unos y otros emplean todo su esfuerzo, animados de les dos grandes estímulos que mueven al hombre, el premio decoroso y el aplauso. Entonces los talentos sublimes se levantan sobre los demás, y uno, uno solo basta para hacer gloriosa á la nacion que le produjo. ¿Pero qué especie de fatalidad domina hoy en la literatura española? ¿Por qué los que debían escribir callan, cuando los que aun no saben lee1-. escriben? ¡,Qué? ¿Tan grande será la tiranía de la ignorancia, tan comun será la superfluidad y el pedantismo, que n'o se atre van los que llorap en silencio esta generaL conupcion, á declamar altamente contra ella? ¿Se verá siempre salir ue las escuelas esa juventud determinada que habiendo r ecibido upenas unas ideas escasas de buen gusto y sana doctrina, no hallando proporcion para seguir una de las carreras en que el mérito se corona, y desdeñando los ejercicios útiles, se abandona instigada de la necesidad á tratar materias científicas que enteramente desconoce? ¿Vacilareis siempre entre las contradicciones mas absurdas, queriendo sostener por una par· te que la cultura nacional nada necesita mendigar de los estranjeros, probándolo con sofismas y comparaciones injustas, y sacando consecuencias nacidas de la más crasa ignorancia, ó de la más frenética parcialidad; cuando por otra parte no hay apenas libro inqj,il, dañoso ó ridículo en las otras lenguas que no t raduzcais á la vuestra, dejando en su original las obras

útiles que no os atreveis á tocar, porque habeis reducido todas las ciencias á una superficie engañosa, sin profundidad ni solidez? ¡Y qué traducciones! hechas casi todas sin conocimiento de la materia que en ellas se trata, sin poseer ba,tantemente ninguno de los dos idiomas, y en donde se ve estropeada hasta el esceso el habla castellana, enetvando su robustez, y aft~ando con aliños que no la pertenecen su g racia y hermosura natu1·al! ¿Llegal'!í el di a en que se ap1·enda por principios? ¿en que se estudien los grandes modelos de la anti:;üedud? ¿en que sepais coqocer los que dej aron los autores de vuestro siglo de oro? ¿aquellos que trayendo entre los despojos de lus conquistas las ciencias y las artes que hallaron florecientes en la vencida Italia, las cultiva1·on despues en su. país, haciendo gloriosa entre las demas por su sabiduría á aquella misma nacion que dió leyes al mundo por su política y sus victorias? Entonces no se instruían los españoles en compendios y polianteas: no era tan universal su literatura, porque era ménos pedantesca, ménos frívola: los grandes hombres que ha producido España, entonces los produjo; las obras de mérito que tiene la nacion, entonces se escribieron; estudiadlas. Su lectura os dará á conocer cuáles fueron los principios de la renovacion de las letras en España, cuáles las causas de su esplendor y las de su decadencia: vereis tam bien lo q.ue de beis tomar nece81lriamente de los estranjeros, y lo que taoois en vuestco suelo digno de imitarse con incesante afan. Sí, de imitarse: porque sería indecoroso adernas, y fuera ele propósito, que el obstinado empeño de adq uil'ir todos los conocimientos científicos en los autores de otras naciones, hiciese olvid,ar á los de la vuestra el estudio de los buenos originales que en algun tiempo ha producido: seria indecoroso á un escritor, á un orador ó á un poeta, carecer de las prendas de estilo, lenguaje, versificacion é inteligencia del génio y costumbres dominantes en su patria, en la cual y para la cual escribe; y estas prendas (tan difíciles de poseer unidas con otras, como necesarias) ni en los escritores franceses, ni en los de Italia, ni en los de la antigua Roma, ni en los de Grecia pueden adquirirse. Entonces se estinguirá quizás aquel espíritu de partido tan funesto á la sabiduría como á las costumbres, aquel espíritu de partido q~te hace creer á algunos que nada hay bueno en su nacion, admirando con vergonzosa ignoran~ cia cuanto fuera de ella se produce: y á otros

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por el ex. tremo opuesto los empeña en defensas absurdas cuando se trata de manifestar con rectitud y desinterés el mérito de estas ó aquellas obras. Def6nsas que casi siempre son malas, porque todo se quiere defender en ellas, porque falta inteligencia, gusto, y sobre todo, exactitud y buena fé en los que las hacen. Detensas en que los hechos se coufunuen, las épocas se alte1·an, se arrast1·an 6 se .fingen á placer las autoridade~; el mérito se abulta 6 se deprime segun al autor le conviene para sus ideai!; se callan 6 ciegamente se disculpan unos defecto~. y se exajeran otros; se comparan los objetos mas discordes entre sí, y repitiendo múchas veces el nombre santo de patriotismo , la ignorancia y la parcialidad hacen aparecer como escalente lo menos digno, y el vulgo de los necios aplaude. Tal es el medio que algunos eligen para evitar los tiros de la sátira y la ~alumnia que siempre amenazan al que no sabe halagar los errores de su nacion; pero el verdadero patriotismo, virtud privativa de las almas grandes, • no dicta á un e:~critor ingenuo tales artificios: la verdad, por mas que se presente desaliñada y adusta, la vardad es el lenguaje de un buen ciudadano, y el que no la lleva en la boca como la cuncibe en el entendimieuto, es indigno de Yivir entre los hombres. Por estos principios conocereis cuán despreciables han sido vuestras fatigas, y cuánto os habeis apartado de la verdad cuando mas habeis querido demostrarla: vereis tambien que no son doctos, ni jamás han merecido nombr e de tales, los que uniendo ideas inconexas, especies vagas, raciocinios mal ent endidos 6 mal aplicados, abultan obrillns fútiles , no solo dañosas á quien las lea porque en ellas malogra su tiempo, sino tambien porque esoitando en el público el prurito de saber i.t. poco trabajo, 16 apartan con tedio de los buenos libros en que se debiera. iustruir, propagándose por este medio la falsa sabiduría, mas funesta mil veces que la total ignorancia. Cesara entonces esta guerra continua que maoteneis unos con otros sobre la observancia del arte en las obras de ingenio; porque la razon sola os enseñará que no es dado á la mas fecunda fantasía hacer nada perfecto, si las reglas, las abominadas reglas, no la señalan los debidos limites; y que igualmente yerran los que gradúan el mérito de sus producciones por los defectos que evitan, y la escrupulosa nimiedad en la observancia de los prect:ptos, cuando falta en ellas la lo vencion y uq uel fuego cele::;tial que debe animarlas.

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Ilustrado el público por estas verdndes irresistibles, sabrá aplaudir con mns justicia el sólido mérito, y no llamará poetas á aquellos que, como vosotros, sin disposicion natural para ello, sin arte, sin estudio, sin saber persuadir, sentir ni pintar, pasan los ailos haciendo coplas infelices, que ni instruyen ni deleitan, ni pueden escitar en cualqu!e1·a lector juicioso mas que el desprecio, la compasion 6 el asco . ¿Y son estos, son estos los que esperan mi aprobacion para cantar con ahullido disonante las felicidades de la nncion espaiiola en la juru de s u querido pdncipe? Tan ~p·auqe usunto, dig-no de mi cítara, digno de que todo el coro de las Musas le celebro, ¿habrá de cner en manos de esta turba infeliz? No, no lo pretendan; y si es la lealtad y el aroor quien los estimula á hacerlo, unan sus votos á los de toda la monarquía. Ruegen al cielo que dilato y prospere la vida de Fernando, precioso vástago del tronco .i lustre de Borbou: delicias de su madre augusta, sucesor digno do tantos héroes. Rueguen al cielo que uniendo la piedad de su abuelo á la justicia, á la fortaleza, á la grande alma de su generoso padre, aprenda á su lado el arte de hacer felices á los hombres, y reconozca por los altos ejemplos que de él reciba, que ni lama· jestad ni el cetro son comparables á la virtud; que ella sola es el apoyo .firmísimo del trono, que ella sola hace á los reyes imágenes de divinidad en la tierra, que ella sola une en durables vínculos al vasallo con el monarca, y que sin eua los Estados más poderosos se tral:ltornan, se destruyen con ruina espantosa, y apeñas dejan á la posteridac.l la memol'ia de que ·existieron. Rueguen al cielo que al tiempo mis· moque el jóven príncipe se Instruya en la escuela del valor, la paz, la amiga paz, le bala.gue co!l ósculo dulce, y en torno le sigan las ciencias y las artes todas que mode1·an la natural . fe1:ocidad del corazon humano, para que á su vi:>ta conozca. cuánto es más dichosa una nacion por ellas que por el temido honor de sus armas, por los estragos de sus victorilts: mal necesario tal vez y siempre funesto á los vencidos y á los vencedores. ¡Oh! ilustren tales máximas su ánimo real, para que el mundo goce lo que de él espera, cuando despues de largos y felices dias, pasando á sus manos el cetro español, vea dilatar el poder, la gloria, la beneficencia de tan digno príncipe, aun más allá de los limites de su grande imperio. Estos son los deseos de la patria: tales son sus votos, y la dulce esperanza de que han de cumplirse es lo que hoy causa la mayor de sus alegrías , y no os pide en tal ocasion elogios 111-

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sulsos ni versos ridículos y despreciables, que para ser buenos Ciltdadanos no es menester ser malos poetas; pues si fuera posible celeb1·ar dig· nnmente á los semidiosas de la .tierra, ingenios hay peregrinos que pudieran hacerlo, ingenios que yo conozco, que yo favorezco é inspiro; cuyas obraR uo bien conocidas todavía eu un país eu que la fl'i volidad y el pedantismo insultan impunemente al verdadero mérito, t¡·iunfarán al Uu do la envidia y las pequeñas pasiones que a~;plL'an á oscurecerlas, y llevarán- su nombre ula edud futura, para Jwuor inmortal de su IIUCÍOn J de S U siglo. Pei'O ¡vosotros, y lú mas que todos ellos odioso é insufriulc, vosotros insultarme de esa maner·al ... Vete y dí á los tuyos que todo mi enojo, que todo mi poder amenaza su vida: que se retiren, y que si es posible enmendar de l\lgun modo los desaciertos que han cometido, solo se1·á callando, y callando eternamente: que 110 menor reparacion exigen su ignorancia, su locura y su atrevimiento. Llevadle. Jlio bien hubo dicho llevad/e, cuando entre siele u ocho ca¡·garon con el desventurado tuer· to, y le llevaron en volandas hasta unas barandillas que duban á la escalera principal.; de aní le dejaron caer sobre los de abajo, y estos, viéndole venir, se previnieron, de suerte que caer y empezar á voltear como una rehilandera entre aquella turba, todo fué á un tiempo. Era de ver cómo iha revoloteando por el aire de fila en fila, con tanta alegl'ia y satisfaccion de todo el coucut·so , que no se ju't.ga•,a feliz el qua no lograba asegurul'le un pellizco, darle un capon ó asestarle un gat·gajazo. Con este obsequio se celebró lu venida del culto, hasta que cansados de divertit·se le til·aron al montan enemigo, con .la misma facilidad y ligereza que si arrojaran una pelota. Pero volvamos la mal tajada péñola á referir lo que Mercurio hizo mientr~s duró la embajada. 1-larecióle conveniente no descuidarse ni fiar ú la fortuna el éxito de aquella empresa; había llegado á entender, aunque confusamente, la pretension estrafala1·ia de los filólogos; ~ cono­ tiendo que Apolo no podía concederles nttda, pensó sériamente en..hacer preparativos para

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Los Conocimientos útiles.

MADIIIO: tSG3.=lmpronta de Los

CoNOCIMil~TOS

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la uereusa, persuadido de que solo á garrotazos se pod1·ia concluir tan enrevesado asunto. Llamó á consejo á lo3 poetas que imaginó mas 111tt Iigentes y uc•·• tumbrados á tales peleonas; tratóse el caso con la madurez que requería, y se acordó por ultimo que se hiciera provision de armas ofensivas, acudiendo al repuesto de los mulos lib•·os que estaban en las inmediaciones de la cocina, destinados á socaf'rar pollos y envolver especias, y que además se cogiesen cuuotos trastos semovientes hubiera en la casa, y pudieran ser útiles para convertirlos en armas urrojadizas, 6 ·en .pat·apetos y trincheras. Tratóse despues del órden que se debía guardnr co los ütaqnrs, :y resotvie'ron que para log rnr alguna ventaja era necesario salir de la escalera, ·oblig nndo á los eruditos á qúe dejando el portalon pasáran al patio, creyendo todos que allí se les podría coro batir mas á placer, yu fuese en batalla campal, ó ya arrojando sobre ellos desde las ventanas que había al rededor cuanto pudiera ofenderlos y destruirlos. Aprobado este plan, ~e dispuso que Garcilaso de la Ve.;a, por estar herido Cervante3, mandase al nla dert·cha: la izquierda D. Diego de Meodoza; el centro D. Alonso de E1·cilla, y el cuerpo de reserva, que debia acudir adonde la necesidad Jo pidiese, se encargó al conde de Rebolledo, ncompañado de Lope de Vega, Cristóbal de Virues, y otros sugetos de acreditado valor y _ experiencia militar. Despues de ventilados estos puntos, se ocuparon en conducir hácia la escalera cuailto hallaron que podía ser util para. un caso de ro mpimiento: acudieron luego al repuesto de los malos libros, y llevaron infinitos volúmenes antiguos y modernos que hasta entonces no habían servido de gloria á sus autores, ni de ulilidad alguna al género humano, y e~aquel dia se hicieron apreciables; porque no hay duda en que un mal libro, por malo que sea, siempre sirve, y más si es de buen tomo, para descalabrar con él Í\ cualquiera cuando no hay á mano abundante provision de cachiporras ó peladillas de Torote. (Se continuará.)

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' cargo de Fraooisou noig, Arco de Santa Maria, 39.

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Nuro. 1 6 .

ECONOMÍA POLÍTICA . La cartil1a del trabajo (1 }.

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Esta máquina sencilla se ha encargado de la mayor parte del trabajo mn.terial de DE LAS MÁQUINAS. toser; ha emancipado al cuerpo del hom- 1 bre de una cantidad inmensa de trabajo de Preguntado un obrero ing1és qué era costura. una máquina, contestó que máquina e1·a El objeto providencial ele todas las mátodo lo qt~e se?·via al homb?·e para t?·abajar, quinas, grandes 6 pequeilas, sencillas 6 ménos stts wias y st~s dientes. complicadas, elementales 6 compuestas, Imposible seria da r una definicion más no es ott·o que el de disminuir en cada faeconcisa y más exacta. na·ú obra la parte de trabajo material que Con efecto, máquina eil el baston que nos toca. hacer; no es más que emanciparnos sostiene, como la palanca con la cual nos de la esclavitud y del tormento de1 movemos pesos enormes; máquina la vasitraba~o animnl 6 rutinario. ja en que se cuece el alimento 6 el asador Tal ha sido y es la voluntad de Dios. donde se asa ; la lámpara es una máquina Pat·a comprender á fondo hasta qué punpat·a dar luz, como la pluma lo es para to es así, veamos cómo ha resuelto el Ct·eaescribir, y apenas existirá una cosa que dor este problema de las máquinas en la facilite, aumente 6 pel'feccione un esfuerzo ~reacio o. del hombre que no sea real y ver daderaLos animales domesticados son todos mente una máquina. unas máquinas animadas qne se encargan Máquina, de consiguiente, es todo aquede trabajar físicamente por el hombre. llo que ayuda al hombre á trabajar, enEste tiene que pensar por ellos para diri1 cargándose de hacer parte del trabajo fígirlos y mantenerlos; pero ellos aceptan 1 sico ó mate?·ial que corresponda á -una en cambio un tmbajo material, de1 cual faena ó á una obra. emancipan á su duefío. . Se tráta de hacer un traje, por ejemplo, El pel'l'o g uarda y vigila; el buey tira -1 La inteligencia mide el tamaiío y la forma y ara; el asno lleva los pesos; el caballo trasporta con rapülez al que le mantiene. 1 que ha de tener, le des<.:ompone en pedaNótese de paso por qué órden tan lógico 1 zos y determina las líneas rectas ó curvas que han de limitar cada uno de ellos . Este y gradual se fueron oft·eciendo al hombre , es el trabajo intelectual. Pero hay que las máquinas animadas que' podian serie reunir despues las piezas cosiéndolas. Su- útiles, segun su estaclo de cultura. Cuando primase la aguja y calcúlese el ímprobo era muy ignot·ante,cuandoestaba desnudo trabajo material necesario para ir agujeé inerme, el pert·o y la oveja se le acercan, reando la piel 6 la tela con una espina de esos dos séres á cuál más dóciles y fáciles pescado (como cosen los salvajes), y pasande conservar. Despues que hubo progredo pacientemente el hilo puntada á punsado más como pastor, se encuentra al asno tada, y adviét·tase que la espina de pescapara llevar su ajuar; el asno sóbrio, sufrido es por sí una máquina tambien. Invéndo, incansable, que no padece enfermedatese la aguja, esa máquina perfeccionada des, que no necesita un especial cuidado rle coser, y véase cuá nto trabaJ~. no ahorra. ni limpieza. Más tarde el buey, que exige ya otra experiencia, le abre el surco y le l (1) Véase el número on tnrior. permite labrar para toda su familia. El ca- 1 .fl) Juni o 10 de l86u. TOMO 3. 0 SI ({t ©~----------------~- ------------~©

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mello para el desierto abrasador; el cabaJlo cuando abandona la defensiva, se hace guerre1·o y ataca. Sin estas máquinas animadas, los priffi('l'OS hombt'es no hubieran podido dat· un paso; sin estas máquinas perfectas, como todo lo que sale de la. mano del Creador, el hombre hubiera permanecido en la esclavitutl del trabajo corporal más improbo, sin tiempo, ni descanso para nada. Su adquisicion le fué emancipando poco á poco, y solo por haber podido echar sobre ellas las faenas más rúdas y peuibles, logró bolg·ar, pensar, cultivar su inteligencia y salir de la barbarie. Pues lo mismo, exactamente lo mismo que ha sucedido con las máquinas anima· dns, sucede y sucederá con las inanimadas, con esas otms máquinas que el hom· bre inventa y cuyo número es infinito. El primer cazador que asó al fuego un tasajo de carne, se abrasaría los dedos de seguro, y el dolor le sugirió ensarterle en una vara . Cuando advirtió que esta se quemaba fácilmente, deseó un cuerpo fuer· te é incombustible para hacer un asador. El diaque forjó aquella máquina de hierro, aquel dia tuvo sobrante todo el tiempo que antes empleaba en buscar y preparar una vara, más el tiempo y el trabajo que invertía en sostenerla para que no se quemase. Tal es la evolucion sempiterna del progTeso humnno: el aguijan de una necesidad nos atot·menta; buscamos su satisfaccion por los medios más á mano pagándola, hasta conseguirla, con todos los esfuerzos (t1·abajo) necesarios. Estos esfuerzos siempre son de tres clases: los movimicntos morales que estimulan, losintelectua· les que discurren y dirigen, los materiales que ejecutan . Satisfecha una vez la necesidad, esa otra tendencia constante de nuestro set· á disminuir más y más la suma de nuestro trubajo y aliviar nuestra pena, nos impele á idear la manera de que una máquina animada (animal) ó inanimada (máquina) venga en nuestro auxilio, y de perfeccion en perfeccion nos colocamos en camino para libertarnos de casi todo el trabajo

corporal, aunque el trabajo intelectual y m01·al se aumente prodigiosamente. Sin las máquinas el progreso seria imposible. DiOj ha colocado tambien á nuestro alcanee otra sél'ie de·set·vidores inestimables cuya cooperacion es como ninguna otra provechosa. El calor, origen del fuego, nos descubrió pl'imeramente los metales, y despues pone en movimiento esas poderosas máquinas de vapor que sierran, forjan, hilan, tejen y nos arrastran por la tierra y por el mar con una velocidad en la que nuestros padres no se atrevieron á soñar siquiera. El viento empujó la nave al través del Océano para poner en comu· nicacion las islas y los continentes. La pesantez movió el molino para moler mas grano en una hora qu~ una docena de esclavos de otros tiempos en un dia. Las afinidades químicas nos auxiliaron á descomponE:r y compouer lo$ cuerpos, revelán· don os los misterios de lacreacion, y hacién· donos adquirir hasta pujos de creadores. El magnetismo ab-dó los mares á las naves y se encargó de gobet·narlas con rumbo seguro y fijo. La luz se convirtió en artista y pintó sobre el papel los cuadros más detallados y más fieles que el génio pudo imaginar. Y en fin, la electri .. cidad, despues de revelarnos la manera de protegemos contra el rayo, copia y escul· pe sobt·e los metales y lleva nuestro pensamiento ele polo á polo en un segundo. ¿Quién es capaz de calcular lo que todos estos dóciles agentes harán mañana en obsequio nuestro~ ¿Quién puede nsegurar que el sonido, oberiienteá.nuestraciencia, no estampe instantáneamente sobre el per· gamino la palabra ardiente é inspirada de los más facundos oradores~ Todas estas maravillas se han realizado y se realizarán por medio de máquinas, y por eso de toda acumulacion de trabajo físico é intelectual, ó sea de todos los capitales, tal vez sean ellas las que constituyan el más indispensable y valioso. Hay, sin embargo, una preocupacion muy arr·aig-ada que en todos tiempos y en tndos los países ha sublevado á los ignorantes contra la introduccion de una nue·

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va máquina. Si las máquinas hacen antes y mejor cualquier trabajo, los obreros que á él se dedicaban antes de la invencion, quedarán sin él, y de seguro perecerán. En primer lugar no hay fundamento ni razon para oponerse á semejan tes mejoras, porque si pad~ce una clase limitada por su causa momentáneamente, hay clases innumerables de consumidores, hay todos aquellos que consumen lo que produzca la nueva máquina, que adquieren un artícu lo para siempre más btu·ato, pueden ahorrar y son más ricos por el hecho mismo. En segundo lugar, si la máquina quita al parecer cien jornales, taro bien deja al propio tiempo disponible el valor de cien jornales para pagar otro trabajo, para emplearse en satisfacer otl-a necesidad. Si hay cien obreros que no pueden continuar produciendo aquella cosa, aq uello.s cien obreros podrán dedicarse á producir otra, porque la misína cantidad de cien jornales se encontrará (en fot·ma de dinero) sin empleo, y le buscará utilizando á los mismos que quedaron desocupados. Habrá una pe'rt?vrbacion, no una ruina. Toda perturbaciones segut·amente molesta por de pronto, pero ¿cómo habia de progresar el mundo sin perturbaciones'? La perturbaciones la ley del progreso, la necesidad de toda vida aetiva y fructuosa. Donde no ha.y perturbaciones existe la inmovilidad, y la inmovilidad es la precursora de la muerte. Figuraos por un momento que para no molestar á los antiguos copistas de manuscritos se hubiese destruido la imprenta. ¿,Ct·eeis que el mundo habria ganado algo'? ¿,Habría ganado tanto la misma cla· se de copistas, aunque no determinados individuos'? ¿,Habria tanta g·ente que viviera de la pluma como hay'? No nos opongamos á lo que Dios deja h acer por efecto de su sabiduría. No pretendamos enmendar la obra del Creador , ni señalar los límites de lo que solo Él puede limitar. Decir que el mundo debe pararse en la carreta, en el canal ó en la imprenta, es presumir de Providencia contra todos los

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hechos que nos demuestran diariamente que el hombre es mej or á medüla que ade· Jauta. ¿,Pot· qué no había de haberse parado en la choza, la pellica ó la flecha del salvaje'? ¿No fue•·on tambien progresos~ Tengamos fé en el Creador y su obra. Quien condena el progreso humano que Él empuja y estimula, no cree en su bondad, en su pt·evision ni en su omnipotencia. Concluiremos estas ligeras indicaciones, acerca de la importancia de las máquinas y de su ol.ljcto providencial, con algunas ft•ases más que despierten en nuestros lectores alg:uno de los graves pensamientos dignos de a:;unto tan trascendental. Las máquinas todas, desde la aguja á la locomotot·a , representan cada una de por si un triunfo obtenido por el hombre despues de una lucha heróica. Imposible seria medir ni calcular la suma de esfuerzos morales, intelectuales y físicos, las lágdmas de sangre y el sudor prodigados en tan titánica 1ucha. Hasta en el mas pequeño de los objetos de que diul'iameute nos servimos hay una suma do vigilias intelectuales, de padecimientos corporales, de dolores y congojas, cuya sola idea espanta. Nosotros no npreciamos todo su valor porque los heredamos ya inventados. Otros pensaron por nosotro::; y nos legaron sintetizada. en un conocimiento ó una ley toaa una sórie ue existencias deuicadas á la meditacion; otros se afanaron desesperadamente por sorprender las leyes de este mundo y su riqueza, conquistando sobre la tierra fru tos, sobre los minerales los metales, y ese sinnúmero de cosas que satisfacen nuestras necesidades á un precio hoy fabulosamente ba¡·ato . Cada rnáq uina, pues, ha costauo á la humanidad un precio compuesto de una cantidad de esfuerzos intelectuales costosisimos, y de otra suma grandísima tumbien de un trabajo material dividido en dos partes: la prime1·a, que comprenJe todo el tt·abajo necesario para descubrir y conquistar los elementos todos de que se compone la máquina, y la seguucla del trabHjo fisico necesario para construilr

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~~~----------------------------------------------------~~~ V L o s Conocimientos útiles. ~ 244 cada máquina, despues de que todo se halla gadero en trabajo, como todas las demás cosas, se puede representar de la manera descubierto y conquistado, es decir, que el precio ineludible de una máquina, pa- 1 siguiente: 1. 0 Una suma inmensa de trabajo intelec-~ Rste precio costosísimo fué pagado

tual para observar, pensar, idear é inventar los elementos necesarios y la máquina misma.

por Jos que nos precedieron. Es rique~a intelectual- adq_uirJda gratuitamente.

Precio de 2.o Una cantidad grandísima de trabajo fi- ¡Este p;ecio, tambien costoso por todn máquina demás, se pagó por las generasico exigido para el descubrimiento y como de todo creacion de todos los elementos y rnllte- L ciooes anteriores. Hoy est.e traobjeto pura el J b.ajo es para nosotros gratuito, riales. hombre. 0 3. Una cantidad pequeña de trabajo· nece- Este es eJ. único precio que pagamos hoy, y de aquí la insario. para. c0nstruir la máquina, dl:lsmensa baratura de los artepues de saber cómo y con qué se puede factos. hacerla.

Compréndese, por lo que acabamos de exponer, que la última fr ac.cion del precio de una cosa, es decir, que el precio del trabajo ó mano de ob?·a necesaria para hacerla, suba desde una época sin máquinas á. otra que las posea, y que sin embargo el precio de la cosa baje contra. todos las pronósticos de la ignorancia. Supongamos que la hu.manidad tuviese que padecer y trabajar todav:i;l. lo quepadeció y trabajó hasta convertir ciertas tier· ras coloradas ó pajizas en hierro 6 en ace· ro. Supongamos que de una gener.acion á otra se olvidasen todos los conocimientos y procedimientos necesarios par a fabricar una aguja. ~Qué costaria en este caso cadn aguja? ¿,Cuántas fan.eg,as de trigo,

cuántas cabezas de ganado daria por una sola agnja quien tuviera necesidad de coserse un manto ó un. abrigo? Pues bien; hoy una aguja cuesta lo que un grano de trigo, lo que un-pelo de una .ces, y esto solo y exclusivamente porque hemos heredado de las generaciones ante· riores una riqueza intelectual inmensa, pero simplificada y concentrada,.. y una cRntidad de trabajo latente en forma de· capitales, y sobre todo de máquinas, que nada nos ha costado, que nada nos cuesta, y que entra sin embargo con n.uestro propio trabajo en la produccion en proporcion de noventa y nueve partes sobr e ci¡mto. (Se continuará). 1\hl.lTON MARTl!i.

CONOCI.l\IIENTOS DE FISICA. H I GROMETPtÍA.

Casi todos los fenómenos meteorológicos se verifican en medio de esa masa de aire llamada atmósfera, que rodea la ,tierra hasta una altura de 15 á 18 leguas, y marcha adherida al globo, acompañándole en su revolucion al .rededor del.sol. Esta

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masa gaseosa se eompone principalmente de dos gases, oxigeno y azoe, mezclados en una cierta proporcion con-un poco de gas ácido carbónico y con una cantid-ad más ó ménos consirterable de vapor de agua, que se eleva continuamente de la superficie de

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Los Conocimientos útiles. lo~ mat·es, de los lagos, de los nos y de todos los cuerpos húmedos que cubren nuestro globo. Las variaciones de este vapor se combinan con las de la temperatura para producir la mayor parte de los fenómenos meteorológicos. Conviene , pues, saber determinar en cada instante el estado de humedad del aire, á fin de poder descubrir las leyes generales de estos fe nómenos. La parte de la física q,ue se ocupa de fa solucion de este pt·oblema ha recibido el ... nombre de ltigromet,ría. La can.tidad de·vapor que hay en el aice es muy variable, y en ningun caso está completamente seco, aun cuando la temperatura sea elevada y á nuestros sentidos no produzca sensacion la existencia del vapor. Compruébase fácilmente colocando en una habitacion ó lugar cualquiera,.en que el aire nos parezca más seco, una v-asija de cristal con agua fda ó helada; al cabo de pocos minutos se cubre la superfi· cie exterior de unns gotitas de agua que provienen de la liquefaccion ó condensaeion, por el contacto CQD aquella superficie fria, del vapor que hay en la atmósfera. I>emuéstrase asimismo colocando al aire ciertas sustancias que tienen una g~an afinidad con el agua, que la absorben con r apidez, las cuales se observa en todo tiempo que contienen vapor de agua. La humedad del ahe no depende de la cantidad absoluta de vapor de agua que hay en un volómen determinado, sino del estado que produce aquella cantidad com· binada con la temperatura del aire que la contiene. Expliquemos esto. Un volúmen dado de aire puede conteper más ó ménos agua al estado de vapor, segun su temperatura; al llegar esta temperatura á un cierto grado, el agua no puede subsistir al estado de vapor en toda su cant.iuads pasa al estado líquido. Cuando se verifica este efecto, se rlícP q•.e el aire e.:•,, sat?tra· do de vapor, es decir, que no puedeconte· ner más agua en aquel estado de la mate. r ia. Nuestros lectores comprenderán bien esto, porque la voz satwMdo se usa figura,damente en muchos casos en el sentido de cargado, lleno, incapaz de contener más,

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etc., en cierto esta.lo, y no solo física~ sino aun moralmente. Aun podemos citu otro ejemplo : el agua contenida en una vasija 6 depósito puede contener en disolucion una ciecta cantidad de sal ó de azúcar; cuando se echa más sal ó más azúcar no se disuel-;e y mezcla con el agua, sino que se deposita en el fondo; en tal caso se dice que el agua está saturada de sal, que no puede contener más sal en el estado de · disot.ucion.. Ahora bien; el problema que resuel ,;e . la higrometl'ia no es detet·minar la cantidad. absoluta, ponderable de vapot· de agua contenido- en un volúmen de nire dado y de cierta temperatura, sino la re.lacion de la cantidad de vapor de ngua que contiene á la que contendría si estu. viese saturado, s-iendo la misma la tempe· ratura. Llámase estado Mg1·omét1'ico á aquella relacion, de la cual depende la ac· . cion de la humedad del aire, y es la que coDstitu,ye realmente la humedad de la atmósfera. Al decir, pues, que la atmó.sfe · . ra está más ó ménos húmeda, no debe entenderse que tiene más ó ménos cantidad . de ~apor de agua, sino que le falta ménos ó más par.a llegar al eatado de saturacion, . que le falta ménos- ó más para contener toda la cantidad posible de vapor sin pasar este vapor al estado llquid'o. El aire, cuando está frío, puede ser muy húmedo con poco vapor, y por el contra. rio, puede ser seco con mayot· cantidad , cuando e~más elevada su. temperatura. El . aire contiene generalmente más vapor de . agua en veraDo que en invierno, y sin embargo es ménos húmedo, porque siendo . la temperatura más elevada, está más léjos de su punto de saturacion; puerle contener más cantidad de vapor en un espacio determinado. El aire es más ó ménos conveniente para la economía animal, segun su humedad ó estado higrométrico. Un aire muy seco es perjudicial, y nos ocut•re con motivo de est.'1> observacion fijar· la a.tencion de nues· tros lectores hácia una. cosa que habrán notado sin clarse acaso cuenta do su objeto. Habrán vü;to en muchas ocasiones que sobre las estufas de calefaccion en las ha-

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taciones se coloca un depósito que se llena de agua; su objeto es aumentar la c~mti­ dad ele vapor en la habitacion con el proelucido po1· la evaporacion del agua, porque el grado de hu~edad del aire ha disminuielo con la elevacion de temperatura, y resulta mal sano ó perjudicü~l á la economía. Si el objeto de la higrometría fuese simplemente eleterminar la cantidad absoluta ele vapor de ag·ua contenida en un espacio ó volúmen determinado, el problema seria sencillo y podria resol verse por experiweu tos directos. Bastat·á para obtener este dato poner el aire en contacto con un peso conociuo de clorut·o de calcio, de cal, ó de otra sustancia de gran afinidad con el agua, que la absorba con rapidez, y la uiferencia de peso por la CaQtidad de agua absorbida, dá la medida de la cantidad de vapor. Las sustancias que tienen la propiedad citaela de absorber la humedad, de apoderarse con avidez, eligámoslo así, del vapor de agua, se denominan sustancias Mg1·o?Jtét'l'

hasta el punto de no poderse abrir ó cerrar en tiempo húmedo. Se han utilizado las propiedades higrométricas de ciertos cuerpos para vencer resistencias ó producir efectos mecánicos extraordinarios. Con simples cuñas de ma. dera introducidas y colocadas convenientemente en hendiduras practicadas en las rocas y humedecidas despues, se produce, por el aumento de volúmen de la madera, el desprendimiento de los enormes' trozos de viedra que forman las muelas de los molinos. No queremos pasar en silencio el ejemplo notable que ofrece un suceso histórico curioso, y vamos á. referirle . Canse· guiremos, en lo que es posible, mezclar lo agradable con lo árido. En 1586 existía aun en Roma, en el sitio en que Pio VI construyó la sacristía de San Pedt·o, un magnífico obelisco erigido en otro tiempo por Nuncoré, rey de Egip· to, en la ciuelael de Heliópolis , trasportado por Calígula á Roma, y colocado luegg en el circo de Net·on en el Vaticano sobre el sitio en que Constantino hizo edificar su basílica. Eu 1586, Sixto V resolvió hacer trasportar el gig·antesco monolito á la plaza de San Pedt·o, que 70 años más tarde Bermin circundó con su magnífica col um· nata. El arquitecto Fontana, que era el más hábil mecánico de su tiempo, se encargó de esta g·ran operacioh : dispuso sus máquinas é hizo todoa sus preparativos, no omitiendo gasto alguno pat·a ~1 buen éxito, animado por el mismt> Papa, que expresamente le encargó_no economizara nada. Cuando todos los preparativos estuvie· ron acabados, y el obelisco trasportado al lugar que hnbia de ocupar, Fontana señaló el dia para la elevacion del obelisco. sobre el pedestal, y la famosa operacion se anun· ció á son de trompeta por toda la ciudad. Todo el mundo podía asistir al acto, pero con la condicion de guardar un riguroso silencio; lo babia así exigido el arquitecto para que su voz sola, dictando órdenes, fuese oida de los operarios. Como Six to V no hacia las cosas á medias, ordenó que la menor palabra, el menor grito, la más peq ueiia exclamacion seria castigada con la

icas.

Los efectos producidos por la absorcion de estas sustancias son de todos conocidos; los recordaremos, sin embargo. Todo el mundo sabe, por ejemplo,-que una cuerda de cáñamo expuesta á la lluvia ó á la accion de la humeelad se acorta considerablemen· te, lo cual se explica bien, porq ue la humedad que se introduce entre los filamentos que fol'man la cuerda los separa unos de otros, y debe por lo tanto hacer perder á aquella de longitud lo que aumenta en es· pesot·. Se sabe tambien que las telas nue-vas de hilo se encogen mucho cuando se mojan; la razones la misma que para las cuerdas, porque cada uno de los hilos que componen la tela es una pequeña cuerda que se acorta. Las cuerdas empleadas en los instrumentos de música cambian de tension y de tono con la accion de la humedad; el papel y el perg·amino pierden su elasticidad ; los cabellos desengrasados ex· pel'imentan cambios considerables; las cuerdas de tripa retorcidas se destuercen; las puertas y ventanas de las habitaciones se hinchan, como v.ulgarmente se dice, /

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muerte, cualquiera que fuese el rango 6 condicion del que la hubiera proferido. Fontana comenzó su trabajo en medio de una multitud inmensa; en un lado estaba el Papa y toda su córte sobre una estrada levantada al objeto; en otro estaba el verdugo y el patíbulo; en m,edio, en un espacio reservado, defendido por un círculo de soldados, Fontana y sus opecarios. La base del obelisco estaba ya sobre su pede::;tal; faltaba únicamente levantarle. Por medio de cuerdas atadas á su extremo superior y un ingenioso mecanismo, se le hacia perder sn posicion horizontal para elevarle y traerle suavemente á la vertical. La longitud de las cuerdas se había calculado exactamente pat·a producü· este efeeto; al concluir las cueruas, el obelisco había de quedar en pié. La operacion comenzó en medio del máa profuntlo silencio; el obelisco, lenta mente levantado, obedecía como por mágia á la fuerza atractiva que le ponía en movimianto . El Papa, mudo como todos, animaba la maniobra con movimientos y sig· nos de cabeza; la voz del arquitecto dando órdenes era la única que sonaba en medio de aquel silencio solemne. El obelisco seguia elevámlose ; un par de vueltas más á las ruedas y quedaba color.ado sobre su base. De repente Fontana se apercibe que el mecanismo no g·it·a ; la medida de las cuerc.las hab ia sido calculat.l.a exactamente, pero las cuet·das se huaian dilatado por la ten:;ion de tan enonne masa, y resultaban ahora con un exceso de longitud de algo· nos piés; no había fuerza humana que pu· diese suplir á la fuerzn que faltaba. Era úna opet·ncion desgraciada; una reputacían perdida; Fontana se apresuraba á dar órdenes; multiplicaba sus mandatos. Desde el momento en que las cuerdas no atraiao el obelisco, su enorme masa estaba pe;:;ando sobre ellas. Fontana, desesperado, no encontraba medio de r emediar esta calamidad ; se llevó sus manos á la fl'ente; sentía que se iba á volver loco. Uno de los cables se rompió. De repente sale una Yoz de entre la ) multitud, y exclama: AGUA Á LAS CUERD '\S, {f

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y un hombre atraviesa la plaza y va á entreg arse al verdugo. Este consejo es una inspit·acion para Fontana. Sobre toda la longitud de los cables hace verter cubos de agua. Las cuerdas se acortan naturalmente, sin es· fuerzo, como por la mano de Dios; el o1Je1isco empieza á levantarse y queda colocado sobre su base en medio de los aplausos de la multitud. Corre Fontana háciasu salvador, que le encuentra ya en manos del verdugo y con la cuerda. al cuello , le coge, le abraza, le lleva á los piés de Sixto V y pide gracia en su favor, que ya estaba concedirla . Pero no bastaba perdonar, et·a preciso recompensar. El Papa invita al extraojet·o á que designe él mismo la recompensa. Responde aquel que e;; de la familia Bresca, que es rico, y por consiguiente no necesita recompensa pecuniaria; pero que habita en San Remo, villa famos a pot· sus palmeras, y pide el privilegio de enviar todos los años gratuitamente la::l palmas necesarias para la fi esta de Pascuas en Roma . Sixto V le concede e::;te privilegio con una renta de seis mil escudos romanos, destinada á la conservacion y cultivo de las palmeras. Hé aquí el ejemplo de aplicacion ue la accion higrométrica sobt·e las cuerdas. Re · ~ ferido este hecho histórico, cuya relacion hemos copiado de un reputaclo historiador novelista, volvamos á la aric.lez de la cien· cia y de nuestra explicnciou . Las sustancias bigrométl'icas convenientemente preparadas pueden servir para inrlicar la mayor 6 menor cantidad de humedad del aire, y formar así una especie de M,t¡?·dmet?·os. Este nombre debe solamente darse á los verdaderos instrumentos que sirven para determinar el estado higromét'l·ico del aire, segun queda antes explicado. Respecto á los aparatos indicadores de mayor ó menor humedad, no tienen im-. portancia científica; así que bastat·á que r ecordemos uno muy comun y antiguamente usado que solia colocarse en algunos relojes, y se reduce, con caprichosas variaciones, á figurados persouajes que,

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por ejemplo, ae cubren y descubren la cabeza con un capuchon, segun que el aire es más ó ménos húmedo. El mecanismo se reduce á. una pequeña cuerda de tripa fija por un extremo, y que por el otro se une á la capucha ú objeto movible. Segun-que se retuerce y acorta, ó se destuerce la cuerda, la capucha sube ó baja. Estos aparatos no solamente son poco sensibles á las pequeñas variaciones de humedad, sino que sus indicaciones no son las mismas colocados en iguales circunstancias y en épocns dife¡·entes. No son propiamente instrumentos de física comparables entre si. Los que de esta especie, verdaderos higrómetros, se han ideado, son de muchas clases; unos fundados en la propiedad absorben te de las snstancias higrométricas; otros en propieiades químicas; otros en la condensacion del vapor de agua, y en fin, en la diferencia de temperatura de un ter· mómetro seco y otro constantemente mojado, aparato este último que lleva el nombre de psicómet?·o, y nuestros lectores podnín verle citaJo en las tablas de obset·· vaciones meteorológicas. Descdbir todos los higrómetros seria por demás extenso, y para la inteligencia de la explicacion se necesitan ciertos conocírnientos d<J física y química, que salen de los que se llaman elementales, únicos que suponemos, no en nuestros lectores, sino en aquellos de nuestros lectores para los que detUcamos esta.s nocione.s. Asi que vamos á describir solamente el más comun y sencillo, que puede haber ocasion de ver y nece.sidad de. entender, y es elltif17'Ómet7'o de cabello de Sanssure. Se compone este instrumento de una plancha de cobre, sobre la cual está c_olocado un cabello, cogido por su parte superior por una pinza apretada con un tor· nillo de presion. La pinza puede elevarse ó bajarse para poner tenso el cabello. El ·extremo inferior del cabello se arrolla y fija sobre una polea de dos gargantas. En la segunda garganta se arrolla, en sentido contrario que el cabello, un hilo de seda, del que pende en su extremo un peq ueiio 1 ~ peso. En fin, el eje de la polea lleva una

a¿-uja q•te al girar recorre por su extremo un cuadrante gralua:lo. Cuando el cabello se acorta, la traccion que ejerce hace girar la polea y levanta la aguja; cuando se alarga, el peso la hace girar en sentido conrral'io. Pat·a g¡·aduar el cuadrante se marca cero en el punto en que, á la temperatura ordinal'ia, la aguja se detiene e~tando en un aire completamente seco, y se marca lOO en el punto en que se detiene cuando está en uu aire saturado de vapor. El intér vato se divide en 100 pa·rtes, que se llaman gTados. Para fijar el punto cero·ó de 'e xtrema se· quedad, se coloca el higrómetro bajo una campana de vidrio, poniendo sustancias muy ávidas de agua, como el cloruro de calcio 6 carbonato de potasa, las cuales abs•;rben la humedad del aire contenido debajo dé la campana, y le desecan perfectame ute. Para fijar el puntodeextrema humedad se retiran de debajo de la campana las sus· tancias hiJ•·ométricas, y se mojan sus paredes interiores con agua destilada. E:;ta se evapora prontamente y satlll'a de vapor el aire en que estcí. el higrómetro. El cabello debE' estar perfectamente <les· eng rasado, porque sino absorbería poco vapor y no seda sensible á las variaciones de humedad. Para tener cabellos desengt·asados se coloca un paquete, durante veinte ó treinta minutos, en agua hirviendo que contenga una centésima parte de carbonato de sosa; se los lava despues y se los seca. Tambien se desengrasan teniéndolos durante veiuticuatro horas en éter sulfúrico. Los higrómetros de cabello ofrecen muchos inconvenientes. Sus indicaciones va· rian con la procedencia de los cabellos, su color, su finura y el medio de desengra· aarlos, de modo que pueden diferir en muchos grados para el mismo estado de humedad, y aunque estén de acuerdo en sus dos puntos extremos. Además, un mismo higrómfltro varia al cabo de tiempo en sus indicaciones, porque el cabello se alarga por la tension prolongada del peso. Y aparte de estos inconvenientes, la siro- ~

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ple gra.duacion no basta para expresar el estado higrométrico del aire,~ sea !afracio1t de sattvracion que dertermina la relacion de la cantidad de vapor que existe en el aire con la que contendría si estuviese saturado, por causa de que las indicaciones del higrómetro no son proporci<males á dicho estado higrométrico. Por ejemplo, cuando la aguja marca 50 grados, número que conespondc á la mitad del cuadran te, el aire no está saturado á la mitad, y asi respecto de los demás grados. Ha sido, pues, necesario determinar ex.peri· ruentalmeute el estado higrométrico cor'resp.ondiente á cada gralio del instrumen·

to. Resuelto este problema como sa explica en los tratados de física, el higrómetro se completa con una tabla, en la cual, .al lado de cada grado, se escribe la fraccion de saturacion que le conesponde, y de este modo cumple su objeto. El higrómetro de SanssUI·e qne hemos descrito se ha modificado pm· otro físico, .suspendiendo el peso libre é inmediatamente del cabello, cuya prolongacion se mide entonces directamen te. Terminamos con esto las nociones d-e higrometría que juzgamos más precisas y á la vez suficientes para cumplir el objeto del artículo. F.

CO~OCI~UENTOS

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OE INDUSTfilA.

e;52Ja -

La telegrafía submarina y el cable tras atlántico (1). V.- (Couclusion. )

Despues de la malogt•ada expedicion de 1865, Mr. Cyrus Field volvió á Inglaterra para organizar la consti'Uccion de un nue· vo cable y preparar todo lo necesal'Ío par-a levantar el antiguo, pues los oficiales de marina se gloriaban d~ enco!l:trarlo en las profundidades del Océano, La desanimacion no se habia apoderado ni un solo momento de estos infatigables trabajadores; y lo que querian ahora era establecer, en lugar de uno, dos conductores entre ambos mundos. Solamente faltaba el dinero: era preciso hacer suscribir lo má~ pronto posible uu capital de 15 millones, pues la ley inglesa no permitía á la compañía ni aumentar este capital ni contratar un empréstito . Por ventura dos ricos capitalistas dieron la tercera parte de estos fondos antes que ninguna gestion se hubiese hecho para atraer nuevos accionistas. Mr. Glass empezó la construc-

A~-)- V-é-•s_e e-1-Pu-·m-e-ro- uutcríor.

cion del cable sin haber recibido ninguna suma adelantada. Para establecer dos conductores telegráficos entre Terranova é Irlanda, apro· vecharado el cable q Re yacía €'n el fondó del Océano, había que recorrer una distancia Je 4.800 kilómetros. En la fábrica de Greenwich quedaban 2.000 kilómetros del cable de 1865. Se mandaron construir 3.500 kilómetros nuevos, lo que dió un excedente de 25 por 100 en el trayecto. El nuevo cable era más ligero y más flexible que el de 1865. El diámetro total del cable se eleva. á 27 mili metros. Su peso en el aire es ñe 865 kilógramos por kilómetro y de ~O kilógramos en el agua. Pára romperlo se necesitaría emplear una fuerza de 8 tanela. das y cuarto (8.250 kilógramos). El Great-Eastern, á pesar de su enorme capacidad, no hubiera podido contener la totalidad del cable con el suplemento fabricado -para completar la segunda linea. TOMO

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Para almacenar parte del antiguo cable ·que había quedado en Green wich, y que debia soldarse al cable que reposaba bajo las aguas t.lel Océano, se fletaron dos vapores, el Aledway y el Albany. En el JTiilliam-Oo'l'!J se colocó el cable de costa destinado á las orilla:> de Irlanda, y el Yedway llevaba el que se.babia destinado á. Te1·ranova. El G1·eat-Eastt»'U sufrió algunas modificaciones, y se dió más fuerza á la máquina destinada á levantar el ca- ble; pero en lo que más cuidado se puso fué en juntar todos los arpeos y cuerdas, instrumentos que, corno se ha visto, en la expedicion anterior cumplieron tan mal su cometido. Para impedir la repeticion de los accidentes de 1865 se habían elegido para trabajar á bordo d .:l G'reat-Eastern, y en los _otros buques, los hombres más cono.cidos y más adictos á la compañía. Además se les vistió con unas camisetas de tela abrochadas po1· detrás, y sin un bolsillo que permitiese escontler instrumento alguno. En fin, se les babia prevenido, y habían suscrito á esta cláusula, que seguram.eute no se hu biern. ejecutado, que el autor de la más leve tentativa culpable seria arrojado inmediatamente al mar. El 12 de Julio de 1866, á la una y media, el inmenso na vio salia de la babia de Baut1·y, donde había ido á hace:· sus pt·ovisiones de cnrbon y viveres para lleg·ar á Valencia, precedido del Te?·?·ible, navio de 21 cañones, el lJledway y el Alba1~y, de 1.800 toneladas de capacidad cada uno. Una boya señalaba el sitio donde concluía el cable de costas. El Great-Eastl»·ny los navíos g ue lo acompañaban fueron en bu~ca de esta !Joya, que fi@taba á 50 kilómetros de ln orilla. Cuando la hubieron hallado se izó el cable á bordo, y al ~Qstante el G?·eat-$aste1·n- se oéupó en practic~,tr la soldadura con el gran cable atlántico encerrado· en su cala. El Viernes 13 de Julio, á las tres y veinte minutos de la tatde, empezó el devana· miento de este gran conductor en medio de las en tusi&::stas exclamaciones de los eq uipujes de los cinco buques. Se esperaba 1 emplear 3.630 kilómetros desde Valencia

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Los Conocimientos útiles.

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á Terranova, en una distancia de 3.100 kil6me:tros, áumentada poco más ó ménos de un 1'7 por 100 á causa de las sinuosidades del camino. Los 1.415 kilómetros restantes debian emplearse en terminar la linea de 1865, interrumpida por la rotura del cable. Se babia conveni.lo que despues de con el uida la postura del n11evo cable, el Ter1·ible y el Albany irían en busca de la extremidad del cable perdido, y que el G1·eat-Easte'1'1~ acudiría á desenrollar este último, abandonado hacia un año en el fondo del mar. El Sábado 14 de Julio, á las doce de la mañana, se hallaba la flota á 250 kilómetros de Valencia, y se habían hilado 263 kilómetros dd cable. El G1·eat-Easte'l'n recibía, por medio tlel cable que estaba desenrollando, todas las noticias de Europa. Era la época de la guerra entre Austria é Italia; así es que el equipaje se enteró casi al mismo tiempo que Lóndres y Parid de las victorias de la Prusia y de la cesion de Vene'Cia á la Francia por el emp rador de Austria. To· das estas noticias se publicaban en un·pe· riódico litografiado que parecia todas las tardes á bordo. El 15 al medio di a la distancia recorl'ida desde Irlanda era de 487 kilómetros, y el largo del cable hilado tle 50'7 kilómetros.Dnrante estos días la superficie del Océano estaba tan tranquila, que se veia refie· jar en ella la arboladura de los buques, cosa poco comun en esos parajes. La luna se hallaba en su primer cual'to. A medida que su disco se redondeaba, el G'l'eat Eastent, se acercaba á su destino, y la luna llena debía alumbrar la entrada de la expedicion en el pue1·to de Terranova. El 16, á las ocho de la mañana, se ha bia ya desenrollado y echado a l mar todo el trozo del cable conservado desde 1865, y se empezó á emplear el cable recien construido en Greenwich. A las rloce del día la diotancia recorrida. era de 868 kilómetros; se habían gastado 1.033 kilómetros de cable, y la profuniitlad media del agua era de 3.600 metros. El Miércoles 18 fué marcado por un acciJente que amenazó comprometer el éxi·

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elliiedway recibieron la Ól'den de Psca.loto de la· operacion. Cerca de 150 metros de na1·se en el camino de Terranova, delanfornte, completame s cable, embrollado te del G1·eat-Eas tmt, para asegurar su . Du1·ante . complicados muy maban nudos marcha. allevantado habían se to el devanamien El 26 no estaban ya más que á 200 kiló· gunas vueltas del cable eurollado en la metros de Tel'ranova; la profundidad era. cala, y las ha bia arrast1·ado la parte ya de 240 met1·os. Desde este momento el éxi· devanada. Todo ese label'into de conducto <le la operacion estaba asegurado, pues tor iba ya á pasar pot• el aparato que haaun cuando el cable se hubiese roto en cía caer el cable a.l mar. Se paró el navío, y el equipáje se puso á la obra á pesar de esos parajes, hubiese sido fácil levantarlo . El A.lbany encontró á una (ragata ameuna fuerte lluvia y de un viento que so· ricana anclada á la salida de la babia de piaba con violencia. Durante algunas hor as se desesperó de poder deshacer esos la Trinidau, esperando al G1·eat-Easte?·n. Se volvió, acompailado de un vapor inglés, nudos gordiauos. Pero la paciencia de los que tambien encontró . obreros debía triunfar de estos obstáculos. E l 27, á las seis de la mañana, no estaSig·uiendo los dobleces del cable hasta su ban más que á 18 kilómet1'os de Tenanoorigen, dieron tambien con el origen de va, que una espesa niebla ocultaba á los los nudos y pudieron deshacerlos. A las dos de la m afio na se dió el grito de que ojos del eq uipa.je. A eso de las ocho, la niebla se disipó co· todo estaba en ón.len y que se podia seguir mo por encanto: el G?·eat-Easte?'?t entró el dcvanamien to. en la rada de Heart's Content, que se haLa operacion ciel desenrollo se continuó liaba decorada corno para una fiesta in tercon ~o t ero éxito. En la mañana del 19 se babia llegado á 1.320 kilómetros de Irlan· nacional. Los pabellones de Inglaterra y de los Estados-U nidos ondeaban en todaR da; la profundidad media del mar era de 4.000 metros. El20 al medio dia, el G1·eat- partes para saludar la entrada triunfal de Easte?'Jt se halla ba á la mitad del camino la expe•licioo. Aquíconclu yólaobl·ade lG?·eat·Eas te?·n. de Irlanda á Terranova, en el sitio donde Había sumergido §00 l0guas de cable. Se algunos &i¡os a u tes los do::~navios cargados del cable de 1858 se ha hin u separado, diri- _ co1·tó éste, y el ~.lfedway se dispuso á soldarlo al cable de costas que tenia en su giéndose uno á América y otro á Irlanda. cala, destinado á concluir el hilo en las El Domingo 22 de Julio, al medio día, playas de Tel'1·anoya. se hallaban á 1 992 kilómetros de ValenApenas el Great Easte'rn hubo entrado cia, á una profundidad de 3 550 metros. en la rada de Heart•s Content, y hubo an· Entre seis y siete de la tarde .el G1·eatJj]astern pasó pot· el punto de más profun- ciado en ella, cuando un sinnúmero de pe1·sonas lo in vadieroil para visitado. Y di dad de la línea actual, sin que la. tension un gentío inmenso estucionaba en la pladel cable se saliese fuera de los límites previstos. El 24 la distancia recorrida era ya para asistir al desembarco del cable de costfls que aun estaba á bordo del Medde 2.445 kilómetros: y la que quedaba que recorrer de 648; la profundidad del agua · way, y que uebia completar el cable atlántico. Esta operacion se efectuó sin la meern de 4.070 metroa. El caule tenia pues nor dificultad, y la comunicacion eléctrica. que bajar una legua antes de tocar el ent1·e el antiguo y el nuevo mundo quedó fondo! establecid-a por completo. El 26 de madrugada se esperaba enconTales son los episodios, por ventura sentrar nna fragata americana que debia hacilios y poco numerosos, que han acompn· ber salido al encuentro de la expedicion iiado á esta admirable operacion, una de parn guiat· el Great-Easte1·n á la bahia de las más .gr·andiosas que baya registrado la Trinidad. Pol' temor de que la niebla hasta hoy la historia do las ciencias y de que se habill extenriido impidiese á los na~ la civilizacioh. y Albany d Te'rrible, e1 vios el conoct:rsJ,

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Aquí concluye nuestra ta.rea~ nes falta Setiembre, á. las tt·es de la tarde, la tripusolo describir, para completar este resúlacion del Grea~-Eastern empezó á. tirar meu, el establ~cimient(} del segundo condel cable. La tension medida en el dinaductor, formado del cable perdido en 1865. mó:netro variaba de 9 á 11 toneladas. El:Fe?·rible y el Alb.any se hicieron á la A la una de la mañAna apareció á la suvela el 1.0 de Agosto d~ 1866. para buscar perficie·del agua~ gancho conteniend-O el este cable· y tratar de levantarla. Al dia cable de 1865. Un si.lencio absoluto reinaba siguiente el Great-Easte1·n. partió á su vez, en ese momento á bord-o del G1·eat-Easter1¿, acompauado del Medway. Ell2 de Agosto Eslla tranquilid-ad ~o.ntrastaba singularse encontró al Albany, y supo que éste ha· mente con los gritos de entusiasmo y las bia echado al agua los. garfios. y cogido el demostuciones.cLe alegl'ia que el ~o mingo cable extraviado . au.tei·ior habian. sa;ludado la primera apaE.l (}/reat-Easte?"n echó sus. arpeos. el 13. ricion del cable-.. Las máquinas dedtinadas á levanta!' el ca· A una señar dada, los trabajadores izable funcionaron perfectamente esta vez.. r0n el cond.uctor á bordo del Great-EasID 17, el conductor de 1865 fué levantado te?·n. Entonces se enrollaba en las inrnenpor el G•reat-Easte1·n. Hizo su aparicion sas poleas que lo aguardaban, y de allí en la superficie del Océano á las diez y pasaba á los aparatos dispuestos sobre el cuarto je la ruañana, en medio de las frepuente. néticas exclamaciones del equipaje. Pero En este momento aun, el equipaje, acos· estas exclamaciones cesaron de repente, tumbrado ó. tantas decepciones, permanecuaudo vieron á los ganchos soltar su pre - cia mudo y atento, sin atreverse á entresa, que volvió á caer en su profunda segarse á lod accedos de alegría. Los jefes de pultura de barco y. arena. El desencanto la expedicion se habían reunido en el gaf-ué proporcionado al entusiasmo que lo bínete telegráfico, y aguardaban,.con nna habia precedilo, y s~ vió una vez~ más la ansiedad fácil de comprender, la llegada distancia que hay de la copa á los labios. , de la.ex.tremidad del cable para asegur.arse El Domingo 19 la sonda del G1·eatde su estado de conservacion como conEaste'J:n sorprendió por segunda vez al ductor eléctrico. En fin, Mr. Willoughby fugitivo en las profundidades donde se haSmith apareció á la entrada del gabinete, bia ¡·etil'ado. lü tiempo no era favorable teniendo en su mano la punta del cable; para.lev.antal'lo, y el garfio n.o se volvió á se juntó esta á los aparatos de señales, y echar hasta el 23. Mr. Smith procedió á probar su conductiSe comprei1derán más-fácilmente·las.di· bilidad en medio de un religioso silencio. ficultades de estas operaciones, si se piensa At cabo de diez· min.u tos d-e espera, manque se necesitaban dos horas para hacer sieur Smith) echando al aire su sombrero, bajar el gancho al fondo del Océano, y que prorumpió en un 1~1tr?·a, que repitió toda no bastaba enco.ntratt el cable, sino que era la. asamblea; entonces se oyeron- en todo preciso esperar un mar bastante sereno el navio los grjtos de entusiasmo tanto para levantarlo. Durante t-Odo-este tiempo tiempo contenidos. . el navio debia pararse y permanecer al Dos cohotes lanzados por-el Great-Easpairo, so pena de romper los aparatos. te1·n anunciaron. á los otros buq.ues el éxito El dia 31 la tension del dinamómetro de la operacion, y las exclamaciones de anunció que se habia dado de nuevo con júbilo respondieron á esta buena noticia. el cable. El Greatr-Eastern se aseguró- de Mr. Oanning se apresuró en dirigir al sela realidad del hecho. Entonces se probó ñor GJass, director de la Compañía del te· que la tension igualaba nueve toneladas légrafo trasatlá>ntico, un parte que no tardó y media, lo que demestraba que el cable en obtener respuest-a de Valencia. Al cabo estaba fuertemente suj~to •. Las máquinas de algunas horas quedóhechalasoldadura trabajaron toda la noche. · con el cable qne se hallaba á bordo del Al dia siguiente, ó sea el Domingo 2 de . Great Eastern, y se pndo empez.ar á. deva·

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narlo siguiendo el camino trazado en 186:5. El8 de Setiembre el Great-Easte7·n llegó á. Terranova, despues de haber desenrollado la totalidad del antiguo cable. Al dia siguiente el JJfedway ponía el cable de costas que completaba la segunda linea te:egráfica á través del Océano. Así, pues, la existencia de este segu,n.do. cable es un hecho consumado. Este con,ductor se emplea hoy,, comp. su. compañ~-

ro, á expedir partes: hoy dia dos cables telegráficos sirven de lazo entre ambos mundos. En pocos minutos se cambian partes entre Américf\ y Europa, y no se necesita más tiempo para tener noticias de Nuev:a-Xork que para corresponder por telégpafo de París á Marsella. lDios es grande, y la ciencia hermosa! V. S.

LLTERATURA. FRA.G MENTOS E.SCOGI.DOS (l).

La derrota de los pedante~ de D . Leandro F. de M oratin. Hecho, pues, todo lo qua va referido, sucedió la bajada y volteo del culterano; y conociendo Mercurio que e m ya inevitable-volver á·la zurra, fuese volando á decir á su he1·mano- cuanto había dispuesto. Hullóle que bajab~t ya la escalera con ánimo de presentarse á los enemigos, creyendo que á sus razoues y autoridad, ni debian, ni, podian oponerse. Dudó mucho :Mercurio si aquella cuad•·illa desvergonzada guardarla respeto y moderacion, hallándose ya obstinada· en conseguir por fuerza lo que v·retendia; pero hubo de cede.r, mal de su grado, á las instancias de Apolo, y dejándole en la escalera, se remonté al techo para anunciar su venid-a. A este tiempo empezó á notarse un rumor y conmocion general en el bando contrario, mal satisfecho del su~esu que había tenido la erudita oracion de su embajador; pero dando Mercurio un grande ahullido desde allá arriba, les hiz-o callar y atender. Dijoles que Apolo iba á presen · tarse; que venerasen en el al grande hijo de Júpiter, y que pues se llamaban alurunos suyos, no le diesen enojo en cosa alguna, y adorasen humildes sus soberanos preceptos. Apolo entonces, levantado en hombros ele los más robustos, se dejó ver de aquella amotinada gente. Comenzó con semblante pacifico- y ugredable á persundirlos que, dejando las armas, se volviesen á sus casas á cuidar de sus mujeres ~

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Vóase

Gl<~<ilmcro un1crior.

é·híjos si los tenían. Que no creyesen que la nacion perdería nada peraiénuolos á. ellos, pues no solo ra harían una grande merced en quemar todos-sus papeles, y no volver á. escribir jamás, ni aun la cuenta de la ropa, si no que por otra parte, olvidando· con un ve1·dadero arrepentimiento las travesuras pasadas, podían dedicarse á varios ejercicios honestos, y adquirir por ellos una subsistencia segu•·a, como buenos ciudadanos y gent·e de'juiciot DijoThs tambien que·los hombres l1abian nacido para trabaja¡·, y muy pocos entre ellos para sabet·; po1·q ue ciertamente aquellos pocos, siendo buenos, bastan para ilustrar á todos los demás con su sabidu1·ía. Que esto. de ser doctos no era cosa tan acedera y trivial como se habían imaginado, pues cualquiera ciencia 6 facultad necesita todo un hombre, toda- una vida, y tal reunion de circunstancias, que rara vez llega á verificarse; y aun por eso siendo tantos los que siguen la cur¡·e•·a de las letras, son tan pocos los que han llegado á poseerlas en grado sobresaliente, y á merecer el aprecio público por sus escritos. Que dejasen el encargo de sostene•· el honor de la literatura nacional á. otros talentos muy superiores, sin comparacion á los suyos. Que abandonasen para siempre In negra erudicion enciclopédica, que t-anto les habla trastornado la racionalidad, y t an ridículo papel les babia hecho hacer en estos últimos afias á los ojos de la Europa culta, y que sobre·t odo abjurasen de buena fé el error

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de haberse creído poetas. Que no envidiasen esta gloria á los que realmente lo son; gloria mezeluda siempre de sinsabores los más amargos; gloría funesta, que casi nunca ha concedido el mundo á Jos que viviendo pudieran gozarla, porq u e la reserva el cruel para las cenizas de los que ya no existen. Más iba á decirles, pero fueron tales los berridos que re::>onaron en el zaguan, los gritos y amenazas, que Apolo, temiendo algun insulto de parte de aquel populacho feroz, se bajó á toda prisa dol trono racional en que estaba encaramado, y comenzó á echar tacos y reniegos por aqut~lla boca, que Dios nos libre. Seguía entretanto la gl"itería y tumulto d11 los enemigos, y el endiablado tuerto corría de un lado á otro atizando el fueg-o de la discot·dia, pondet·ando el mal tratamiento que Apolo le había hecho, y el poco aprecio que le merecían las doctas fatigas de tantos sábios: ellos que no necesitaban espuelas, se enfurecieron de ta¡ modo, que no es posible ponderar á qué extremo llegó entonces su frenesí. No es ese, decían, no es ese Apolo; á ese no le conocemos, Y estos son ardides de Mercurio, que piensa burlarse de nosotros tomándolo á fiesta y tarari1·a: que venga el hijo de Lutona, que venga; él nos conocerá, y nosotros lo adoraremos como hijos ebedieates suyos. Medrados estamos, dijo Mercurio, con lo que nos salen ahora estos malditos. Si es imposible que uo se hayan desatado del infierno para darnos guerra. ¿::3e habrá visto tal iovencíon? Pero yo les juro pot• Ja asquerosa Estigia que no se han de reir de mí: no, stno haceos de miel y papares h an moscas; para ellos no sirven t"!lZOnes ; lo que no les duele, no les persuade; pues que la paguen, mal haya su casta, que la paguen, y acabemos de una vez con ellos. Dicho esto, se metió entre los suyos, repitió las 6Jodenes, previno los casos, y sin que diera la sei"ial da co.m batir el estruendo de trompetas ni a tambores, se comenzó la batalla, poniendo en uso Jos de Apolo las nuevas armas de que se habían prevenido. Llovian librotes sobre los literato3 intrusos, unos viejos, sucios y despilfarrados, y otros nuevccitos y en pasta., y en papel de Holanda, y con láminas y elogios ultramontanos, y notas y animadversiones. Esta descarga desordenó las primeras filas enemigas, no sin pét·dida de sus gentes, pues aseguran algunos sugetos fldedignos, upoyado~ en relaciones auténticas, que pasaron de veinte los quo cayeron derrengados, cinco tuertos, descalabrados nueve, y trece ó catorce contusionados ó aturdidos.

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Con esta pérdida se notó algun desfallecímiento en aquellas tropas-, y nuevo espíritu en los de Apolo, que no dudauau ya combatir cuerpo á cuerpo pnra concluir de una vez aquella empresa; bien que los jefes procuraban contenorlos, conociendo cuán cerca está. de ser teme· rielad el valor, si la prudencia y el arte no le dit·igen. Pero á este tiempo ocurrió un accidente que puso á los do la escalera en grave peligro de perderse; porque acabada q ue fué la primera descarga, vie1·on venir de retorno por el aire el te nebroso Machabeo de Sílveim, que arrojado do t•obusta mltiiO parecia una bala de caño o segun el ímpetu que t raia: llirió de paso, aunque levemente, á Luis 13arahona de Soto; y voLviendo de rebote dió tal golpe en el pecllo al , tierno GaJ•cilaso, que ::in set· poderoso á resistirle~ cayó aturdido sobre las gradas y tuvieron que retirarle inmediatamente. Lupercio de Argansola que se hallaba cerca, lleno de indignacion y dolor pot·la desgracia de su dulce L·tso, agarró seis ó siete tomos que víó á sus piés, y con no vista fuerza los lanzó al enemigo. No bien llegaron allá. los Comentos de Gó11gora, que esta era la gracia de los tales volúmenes, cuando se couoció el horrible estrago que habían hecho en etcuerno izquierdo de los contm1·ios, lo que advet·tido por los de Apelo, so adelantaron algunos á querer seguir hácia aquella parto la denota; pero así que se nlt:jaron de los demá~, se vieron rodeados d~ enemigos y cortado el paso á la escalera: ·dieron y recibieron golpes crueles, y con no poco trabajo pudieron volvet·ae 6 incorporar en sus líneas, sufl"iendo mucho en la: retir.ada, que tuvo todns las <Wal"ienáias de J"ug-a. Et·cilla mandó á Crist0ba1 de Virae-s ti}Ue pasase á. gobet•nar el ala derecha, y remediado evo prontitlHl el desót·dcn, prosiguió el combate. Me•·curío, sosteuid0 en sus borceguíes, observaba desde allá arriba lo que pasaba en arobos ejércitos; y vió que del contrario se retiraban muchos húcin el patio asaz dolientes y mal feridos: otros se ocupa tan en conducir á algunos á quienes ya se les iba introduciendo la forma cadavérica por las nariees adelante; y otros muy diligentes ejercitaban su caridad é inteligencia médica en dar alivio á los lastimados. Limpíábanles las het>ídas, les apretaban los chichones con cuartos segovianos, colocaba~ por su órden Jos dientes y muelas que l1abían perdido su primor asiento, y usaban varios reu~cdios , ni muy costosos, ni muy eficaces, que se reducían á gran cantidad de teias de araña, pegotes de lodo, y ele pan mascado, yeso, t¡¡ba·

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co, pedacitos de oblea, saliva, orines, y buenas razones. Observado esto, partió Lácia la escalera para dar aviso y ordenar lo que con venia: preguntó por su hermano, y le dijeron que uabia desaparecido con las musas y todas las demás mujeres. Esta fuga dió que sospechar á Met·curio; pero á breve rato quedó satisfecho de la inocentisima conducta de Apolo; porque uno de los poetas que había ido á rebusca de libros, vino dicientlo quo en la cocina se estaba guisando una gran porcioil de mixtos, y que el dios imberbe tenia recogidas tantas y tales armas, que si llegaba el Cllso de podet• encarrilar al patio á los pedantes, era indubitable su destruccion. Que me place, dijo Mercurio; y ahora mismo se ha de hucer· el último esfuer·zo para conseguil·lo: Mendozaque manda el ala izquierda soste nido por el conde de Rebolledo, avanzará á viva fuerza sobre la opuesta de los enemigos á fin de amontonarlos por aquella parte, y marchará en buen órden sietnpre hácia el patio, describiendo tiU cuarto de c:írculo, pat·a que en llegándolos á sacar del po1·tal, se les vuelva á presentar por frente toda la línea. Mientras esto se verifica. el centro y el ala derecha se mantendrán sobre la defensiva, y avanzai'im ó se det~ndrán segun vieren que el ala izquierda se detiene ó avanza. Así se empezó á ejecutar, cargando D. Diego tle Mondozu y Rebolledo sobre la derecha de los enemigos, que loij reoiuieron sin mostrat• fiaqtteza ni temor; y como ya la refriega no era de uurlillas, sino muy á toca ropa, no dejaron de padecer bastante a lgunos de los de Apolo. Bartolomé Leonardo cayó al suelo sin sentido de un gol pazo que le dieron con los Reyes nuc·vos del fumo1:10 Loza110: Quevedo que, aunque ya estaba lte1·ido, quiso volver á halla,rse en la lid, tuvo que ¡·etirarse m¡i.s que de prisa con la cabeza llena de tolondrones, y un m·afiazo en el rostro que le hacia den·amat· no poca sangre; y el mismo Mendoza, aunque peleaba valet·osamente, no aejaba de resentirse de un latigazo que le l1ubia sacudido en la pierna izquierda un poeta ridículo, autor de siete comedia'3 góticas, todas aplaudidas en el teatro, todas detestables á no poder más, y tod••s impresas por suscricion, con dedicutorilt y p1·óJogo. Pero á pesar de estos accidentes inevitables, vió Mercurio la ventaja que llevaban los suyos; y pareciéudole ocasion, hizo una señal que, al observa1·ln D. Alonso de Ercilla, gritó en alta voz: llijos, yct es tiempo, descarga, y al patio . Corrió 111 órden, y al repetir la linea, descarga y al patio, comenzó á caer tal granizo de libros

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so!Jt·e los pedantes, que desde luego los menos locos reconocieron ser inevitable su ruina. ¿Y cómo la podrían evitar, si al rumor CO.llfu:;o de los alaridos, al estremecimiento horrible que causaba en los postes del portalon la batería incesante de libros, parecí!\ que el palacio y el eielo mismo se desplomaban sobre aquella gente? Allí volaban á docenas, á cientos, eno1·mes cuerpos de medicina bailados en sangre; alli las historias sacro-profanas de imágenes ap;trecidas; allí tomos giguntt:scos de ftlosofia, esparciendo el hedor del ya vacilante pel'ipato, so rompían en el a ire contra otros no menos disformes do sermonarios, crónicas de ¡·eligioncs y disputas ridículas, en h.1S que se veiacmbrollada hasta el último punto Ja mas breve, la mas clara, la mas santa de todas las doctrinas, y unos y otros caían con espantoso cstl'llcndo, aplastando cuanto de bajo de si encontraban: allí, entre los pesados é indigestos genealogistas, cruzaban los comentadores, glo::~ndoros ó iutót·pretes del Derecho, con sus tratados, autoridades y eS'colios llenos de oscurid.td y confuslon babilónica: y alli, por último, S!tlieroo ú. volar las producciones Jel ingeuio, las fatigas deliciosas de Jos humanistas y poetas. Las coplas del célebre Leon Marchante, dulce estudio de los barberos: las del Cura de Fruime, Gcrardo Lobo, la Madre Ceo, Boscan y Garcilaso á lo divino, JacitLto Polo,

Cuncer, Benegasi, Yitlamccliana, Bocangel, Tafalta, Zabahta, .hlontoro y Sulas Durbadilto, con el Arle de Gracian, y las comedh~s, sllvas y romances de Henriqucz Gomez; allí el Don Q1.4ijoLc de JJveUaneda 1\i:w oficio de bala, habiendo untes servido de pelota en los infiernos; y las Come_días de Oervantes revoloteabun ta'rubicn con risa de su autor inmortal, y á pesar del ot·udito y agrio Nasarre. !::!iguieron á estns las de D. Tomás de Aiiorbe y Corrcgct, con su miserable Paulino, ent1·e ellas lus de Bazo, Cuadrado, Guerrero, Sedan o, Jba1lez, y lo:! de muchos de los que tan dignamente les han sucedido en el abasto de! teatro. Pero luego cayeron sobre los enemigos con mayor violencia las dos Caróleas, (;árlos fanwso, la IIcs¡JCro1da, las lraduccioncs de Ariosto, el poema de San Rafael, la Mejicana de Cabrit:l Laso, la Conquista de Sevilla en cuartetas, el César A{r"icano, la Nueva Méjico de Villagran, la Argentina de Centenera, Sagu11to y Cartago, el Alfonso, elJYuevo !lfundo, la llenwndía, los Amantes de Tt:rucl del inspiradisimo Juar1 de Yagüe, y el mas que todos ellos fa:stidíoso poema de los lnvcntCJres de tus cosus; siguiendo á este turbion la espesa metralla de misceláneas, novelas, famas póstumas, justas poéticas, coronaciones, entradas, beutillcacioues, loas, certámenes de

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milano hambriento .encima de1a miserab1e •turba de polluelos tímidos. Parecióle ser ya tiempo oportuno de poner ~o práctica una picardía que tenia consultada con Apolo, y se habia aprobado de comun acuerda; para lo cual, dirigiendo su discurso á los pedantes, que hallándose encerrados en el patio peleaban desesperados por salir de él, les dijo de esta manera: ' (Se concluirá )

escuela, autos sacramentales, autos al nacimiento, funerales, villancicos, motetes, follas y una pestilente multitud de tonat:lillas modernas, bien frias, bien necias, bien escandalosas y despreciables. No hubo resistencia: los eruditos huyeron al patio no hallando salida por otra parte; y Mercurio, alegre en extremo de ver ya logradas sus ideas, comenzó á revolar sobre ellos como un

CONOCIMIENTOS VAfU OS.. CRÓNICA. ACCIDENTES OCURRIDOS EN

1868

El único muerto en descarrilamiento fué un empleado de la Compañia del Norte; en choque no l1a muerto nadie; de modo que casi todos los muertos lo han sido por imprudencia y otras causas agenas á los accidentes de la marcha de los trenes. De estos últimos, como se ha visto, '1 eran viajeros, 28 empleados de las Compañías y 22 extrañas completamente al servicio. En descarrilamientos han resultado solamen · te S heridos, los tres empleados de 1~ empresa d,el Noroeste; en choques resultan 9 heridos: 6 empleados de la empresa y uno del gobierno, los 7 en la linea de Langreo, y 2 viajeros en las de la empresa de Madrid á Alicante y Zaragoza. De los 6'1 heridos por imprudencia ú otro azar, 13 han sido viajeros, 39 empleados de las empresas y 15 personas extrañas al servicio: Además, por diferentes causas, que no han sido descarrihnnientos ni choques, han muerto 164 animales y otros 20 han resultado he-

llN LA EXPLOTA·

CION DE LOS FERRO·CAI\RILES BSPAÑOLES.-Durante

el ejercicio del año próximo pasado, en la .ex.plotacion de los fi . i78 kilómetros 789 metros de las lineas de España, han ocurrido 137 accidentes personales, produciendo 58 muertos y 79 heridos. dividiéndose como sigue: Muertos.

Heridos.

TouL.

Por descarrilamientos . En choques. . . . . . Imprudencias y otras ó7 causas.. .

3 9

4 9

67

{ ~4

58

79

i S7

Heridos.

TOTAL.

15

TOTAL • • • • •

Estas desgracias han recaido : Muertos.

Viajeros. . . . . . . . . 7 Empleados del gobierno " Empleados de las empresas. . . . . . . . . 29 Personas extrañas al 22 servicio. • . .

t

22 1

48

77

15

37

58

79

137

TOTAL. • • • •

ridos.

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&!AOI\10: t869.=1mpreota de Los CoMOCt•uunoa

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cargo de Francisco 1\oig. Arco de Santa llarf3, 59.

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