CONOCIMIENTOS_UTILES_ParteV

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Los Conocimien Los útiles.

terrenos cultivables la han d-ividido en pe· queiias case'r ías que arriendan, conservando para ellos una mayor, en la que practican las labores y ensayan los nuevos inventos y sistemas de cultivo que, despues de reconocidos buenos por todos y dados á conocer especialmente ~n sus frecuentes y solemnes exposiciones agrícolas, son aplicados por todos. Es altamente sensible que en nuestra Efipaiia no se haya hecho mucho de esto; pera no es tarde, y coufio se hará ahora, con tanto más motivo cuanto una córte fastuosa ha dejado de ser el pretexto para que en ella se retengan nuestros grandes propietarios. Más de un pueblo conozco de 400 6 más vecinos, cuyo término pertenece casi por entero á un solo propietario. Todo el término se cultiva, y ningun cultivador ha visto una sola vez la persona del propietario. En cambio vé con frecuencia las de dos 6 más administradores, muy entendi dos en la cobranza, eso sí~ pero que dicen no entienden nada al hablarles los colonos de apertura 6 limpieza de zanjas de desagüe, arreg·lo de caminos rurales, plantaciones de árboles, aprovechamiento de fuentes 6 arroyos, etc., etc. Y como las necesidadefl de los consumidores improductivos aumentan más en cada año, no encuentran mejor medio para satisfacerlas que cercenar las de los consumidores productivos. Resultado que el colono nun· ca es dueño de una peseta para hacer adelantos á la tierra, y que más esquilmado cada vez, concluye por arminars~ y mendigar, no faltando otro y otros que le sus· tituyan , que sufren igual suerte. Si bien la ley de desvinculacion podrá un día concluir con este abuso, su influencia se siente con tal lentitud, que apenas son notados los beneficios que de ella se esperaban, y si bien en la época que se dictó pudo creerse suficiente , hoy que en todo se marcha con más rapidez debe buscarse un medio conforme con las necesidades del dia, y que concilie en lo posible el interés del propietario con el general de la nacion. Por otra parte es bien sabi_do que tanto

la grande como la mediana y pequeña propiedad tiene sobre sí una deuda hipotecaria que la abruma, y que no puede ménos de redundar en perjuicio de la agricultura; por lo que convendría dictar una ley que facilitara todo lo posible las traslaciones de dominio, pues cuando nn propietal'io se halla empeñado y empobrecido, seria bueno para la sociedad que le fuera fácil despojarse de su propiedad, porque en sus manos ya no puede prosperar ni mejorarse. Por esto la mejor organizacion de la propiedad rural es aquella que hace aporta r á la tiet•ra el mayor número de capitales, sea porque los propietarios son más ricos relativamente á la extension de la tierra que poseen, sea porque la buena constitucion y condiciones de la propiedad les permite invertir en ella una mayor suma de su renta 6 producto limpio. Por esto el principal mal de nuestra agricultura no está en la carencia de conocimientos agrícolas por parte -de nues tros propietarios y labradores, sino en que carecen por lo general de capital de explotacion, y en que la constit ucion de la propiedad es tal, que aun aquellos que pueden aplicar á hacer mejoras una bue· na parte de sus beneficios, no pueden hacerlo & causa de aquella viciosa cons.titucion. Mal tan g·rande necesita un gran remedio, que consiste en hacer una verdadera revolucion en el modo de ser de nuestra propiedad rústica. Porque del modo que en casi toda España está constituida, no es posible marchar en agricultura por la via del progreso. La rutina, y nada más q.ue la rutina, será lo que imperará. Veámoslo, aunque no sea más que muy ligeramente. Por un lado tenemos la Extremadura en donde, por efecto de la constitucion de su propiedad y su poblacion aglomerada en grandes centros, se considera la agricultura de un modo diametralmente opuesto á como es considerada en los países que marchan en esta industria á la cabeza de los demás. En estos paises el sueño dorado de todos, desde el aristócrata hasta el último artista y j ornalero~ es el de poder lle·

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FlNDACJÓN JUANELO TURRIANO


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