Las páginas del libro

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“La página del libro” La página del libro, tal vez amarillenta, levanta su mirada. Veréis cómo nos buscan sus ojuelos, sedientos de la luz y de sus letras, queriendo que busquemos su aventura. El libro nos convoca, nos dice lo que somos, resume en una voz la voz del mundo, pues viven en su voz todas las voces. ¿No quieres conocerla? Su voz indicativa nos dice lo que existe, nos miente y nos embruja, o nos enseña, nos lleva a contemplar las perspectivas de locos y poetas, nos seduce… La voz del libro es bella, sus letras son silencios que saben pronunciarse en la palabra, si amamos las lecturas en voz baja. Y amamos las lecturas, lo dicho con mesura, sin gritos y sin ayes. Y amamos esos gritos y esos ayes, la voz en el teatro -si es teatro-, los genios que recitan ante un público. Y amamos las lecturas en horas solitarias. Las páginas del libro nos confiesan y son, en ocasiones, confesoras. Por eso yo os propongo que hayáis de ser valientes, leyendo cada línea. Las letras nos ofrecen, sobre el blanco, su negra oscuridad, como la noche, y el manto de su magia misteriosa. Hay letras cuya pluma manchó viejos papiros. Y hoy vienen a nosotros en cubiertas hermosas como el cuero que las cierra. Y existen bucaneros, existen los Caribes, las islas del tesoro. Y pienso en esas islas del tesoro, las islas donde crecen las palmeras, y el mar es una joya en sus azules. La nao de los guerreros anuncia que el combate tendrá lugar al fin, que los corsarios de nuevo han de jugarse su pellejo. Y el mar es la poesía callada del marrajo, que muerde sin aviso. Y el mar es la poesía que nos llena, su voz es esa espuma que nos llena, y el eco del peligro, tantas veces. Y, si esto no es, acaso, verdad para vosotros, entonces no neguéis esa belleza que tienen las mentiras con licencia. Sabéis que hay soñadores que existen porque existe la voz de la poesía. La voz de la poesía está en nosotros, nos viene de los libros que leemos, nos habla de los libros que leemos. Y somos esos libros que vamos devorando, los libros que escribimos -si escribimos-, o aquellos que soñamos y no hacemos. Porque esos soñadores no son las prosas áridas que escriben los filósofos. O sí lo son a veces, porque el sabio, también, en ciertos casos, tiene el genio de hablar con la finura del poeta. Si Nietzsche tuvo ideas, también tuvo una pluma con oro y con riquezas estilísticas que hablaron del pasado y del mañana. Y hablaron del pasado, y hablaron del mañana, quizás de aquel presente. Las páginas del libro nos regalan extrañas experiencias, nos divierten, nos hacen más audaces y más niños: no siempre los saberes presiden intelectos. Nos gusta imaginar con don Quijote, luchar en Camelot, ganar las guerras. Y hablamos de otro tiempo, de naves espaciales que ya no son ficciones. Y hablamos de ficciones del pasado, de Arturo y de sus viejos caballeros, barridos por el polvo de milenios. Y el viejo Agamenón, los viejos edda, los víser, los ingleses y germanos que fueron al combate en Tierra Santa. 2020 © José Ramón Muñiz Álvarez


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Las páginas del libro by José Ramón Muñiz Álvarez - Issuu