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Memorias de Egipto por Javier Sánchez Páramo

Bastet la protectora

Como ya hemos comentado en alguna ocasión, la cultura, el arte y la vida cotidiana de Kemet, no podría entenderse sin su religión. La espiritualidad egipcia, no era un espacio separado de la existencia que se vivía en lugares y momentos concretos, sino que formaba parte de todo el día a día, desde los momentos más cotidianos hasta, por supuesto, los grandes hitos que podían jalonar la vida de cualquier egipcio, desde el campesino más humilde, hasta el faraón.

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El panteón egipcio, como todos los de la Antigüedad, estaba densamente poblado, con todo tipo de dioses, mayores y menores, que desempeñaban un papel concreto, tanto en este mundo, como en el Más Allá. El grado de importancia y protagonismo de los dioses y sus respectivos cleros, no se mantuvo siempre igual a lo largo de la historia egipcia. A esto debemos añadir que algunos dioses recibían su culto en ámbitos locales, incluso en ocasiones, muy restringidos geográficamente. Pero, como trato de tener por costumbre en este rincón, no vamos a complicar las cosas y vamos a disfrutar del viaje. Vamos hoy a conocer la figura de una diosa muy especial, la diosa Bastet.

Como es sabido, incluso por los menos interesados por el Antiguo Egipto, era habitual la representación híbrida de los dioses, cabeza de animal y cuerpo antropomorfo. Bastet era asociada con algún tipo de felino, afinar si se trata de una gata, una leona, o cualquier otro animal de esta especie es un tema peliagudo, puesto que incluso distintas representaciones de la misma diosa, pueden tener diferentes rasgos. Es común, en este caso, poder confundirla con la diosa Sekhmet, a la que se le atribuye un carácter mucho más fiero y agresivo. Incluso algunos autores apuntan la posibilidad de que podrían representar distintos aspectos de una misma divinidad. Lo que si sabemos con seguridad es que era la patrona de la ciudad de Bubastis o Per-Bastet (La Casa de Bastet), cuyo monumento mejor conservado (casualmente) es el templo de la Diosa.

Su nombre significa “la del Bast”, que era el nombre dado a un frasco de esencias que se empleaba en los ritos funerarios. Esto explicaría que la Diosa cumpliera una función protectora con respecto al difunto, si bien parece más relevante su carácter como protectora del hogar, especialmente con los más pequeños, al modo de las diosas madres. Es relativamente habitual verla sosteniendo un sistrum, un instrumento, muy similar a lo que hoy conocemos como sonajero y que se ha asociado desde tiempos remotos con la infancia. Incluso, existe una estatua del período Ptolemaico en la que la diosa esta acompañada de un grupo de crías de gato a sus pies.

Debido a todo ello, algunos faraones, especialmente en el Imperio Antiguo, la tomaban como madre protectora. Según algunas mitologías, podía ser hija de Ra, y de nuevo tendríamos ese carácter protector, o de Atum, y de Hathor o Tefnut, de las cuales, si ellos mismos quieren, ya iremos hablando por aquí.

Su existencia, conocida, se remonta a la Dinastía II, en la que aparece, tallada en unos vasos de piedra, con cabeza de leona, si bien a partir del primer milenio a.C., ya aparece representada como una mujer con cabeza de gato. Como suele ser también habitual en los dioses egipcios, suele sostener el símbolo ankh (mal llamado “cruz egipcia”)

El historiador griego Heródoto hizo mención a ella y al festival que se desarrollaba en su honor, en el que se consumía vino y se bailaba sin descanso para que la Diosa estuviera contenta y no adquiriera el aspecto fiero de la leona. Como vemos, también en lo que a fiestas se refiere, los egipcios nos mostraron el camino.

Feliz verano y que los dioses estén con vds.

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