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Nuevo Espacio: Sonetos por Tomás Guillén

Y Dios creó el soneto para que hablaran los poetas...

Me solicita amablemente mi amigo Pellicer que ponga mi granito de arena en su querida revista “Letras del Parnaso”. Me alaga que considere que puedo hacerlo en lo que se refiere a una sección sólo de sonetos y con comentarios vinculados a los mismos por parte de los participantes. Yo soy un profesor recién jubilado de física y química que tiene en la cocina y en la poesía dos lugares de encuentro donde relajarse y disfrutar. Sin duda a mí me ayudaron sobremanera cuando perdí a mi mujer por leucemia hace ya más de nueve años. Palabras y viandas esperan que saques de ellas una combinación acertada que potencie a cada una y potencie así el conjunto. Música para los oídos la una y olor y sabor desde el plato cocinado en la otra. Invito a que lo intenten y me digan. Pero volvamos al asunto que me pide mi compañero de armas Pellicer. Se trata de incorporar una sección sólo de sonetos en la revista. Desde mi punto de vista es la estrofa más complicada y agradecida en el resultado cuando se consigue llevar a buen término. Catorce versos endecasílabos dispuestos en dos cuartetos y dos tercetos son todo un mundo y, sin duda, un reto. “Encerrar el mundo en tan poco espacio es una proeza jamás lograda. Pero intentar encajar los misteriosos desiertos de la condición humana en catorce versos es una locura y un acto de rebeldía contra el misterio.” El entrecomillado pertenece a parte del prólogo de Juan Cano Conesa (catedrático de lengua y literatura) sobre mi libro “Sonetos imperfectos” editado por Diego Marín en 2019. Encerrar un sentimiento o una emoción o una simple observación de un objeto sin que parezca encorsetado, el que tenga ritmo y música con o sin rima y que contenga con claridad la exposición (en los cuartetos), el nudo (en el primer terceto y parte del segundo) y el desenlace en el último verso constituye en sí mismo un acto de pirotecnia visual y auditiva. Las palabras sustituyen a las notas musicales y el pentagrama son los catorce renglones. Personalmente le tengo un afecto máximo al verso endecasílabo. Tan es así que le dediqué un soneto al mismo. Pongo un soneto de mi libro mencionado para que sirva de germen de cristalización de la idea que pretende mi buen amigo. Un saludo.

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Soneto al verso endecasílabo

Un endecasílabo, ahí es nada: soldado de fortuna con coraje, mensajero del corazón, un paje de rey, un suspiro, un consejo de hada.

Un cómodo corsé que nos empaca, un animal fiero que siempre acecha, la longitud áurea que se queda en grande y pequeño, a gorda y estrecha.

Peldaño de un soneto, lluvia, niebla que abraza toda una idea. Un adiano cuando te has perdido y en soledad clamas

un final pirotécnico que rebla y resuelve el nudo crucial, gordiano que en este entuerto, con razón, reclamas. Tomás GUILLÉN

Profesor, escritor

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