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Literatura viva por Victorino Polo

Literatura Espacio de Victorino Polo Viva

Dos libros y un manual, buena simbiósis Sabéis bien que los libros han sido pieza fundamental en mi vida. Lector impenitente desde la infancia, finalmente hallé en los estudios de Letras el lugar oportuno para desarrollarme personal y profesionalmente. Hice la carrera de Filosofía y Letras, que culminé con el doctorado sobre el Romanticismo español en poesía. Comencé a dar clase desde muy joven, conocí los niveles de Primaria y Bachillerato durante algún tiempo y, al cabo, recalé en la Universidad ya para el resto. Y mientras tanto, los libros, los estudiantes y los escritores como foco de atención irremediable, centrado en la Literatura Hispanoamericana, cuya Cátedra y Departamento contribuí a crear en la universidad de Murcia allá por los años ochenta. Finalmente, me jubilé conviviendo y explicando a los grandes escritores hispánicos, justo en la época en que eran los mejores del mundo, un regalo que nunca agradeceré bastante, pues que trabajar en lo que te gusta y entusiasma es un privilegio reservado a pocos . Entre los anaqueles encuentro dos libros muy usados, manoseados a lo largo de tres cursos académicos por lo menos. Libros propedéuticos, utilizados en los comienzos de mi dedicación exclusiva latinoamericana, para que los alumnos aprendieran a leer bien, con profundidad, pero sobre todo para que fueran aprendiendo a escribir, tanto si tenían prurito de escritor en ciernes, cuanto por el simple hecho de que un Licenciado en Letras debe controlar su lengua con mayor soltura, precisión y elegancia que el resto. Porque resultaba penoso, ya por entonces, la pobreza expresiva de que hacían gala los estudiantes recién llegados a las Facultades de Letras. Los dos libros a los que alude el título son excelentes ambos, si que muy distintos y en cierto modo, complementarios. Uno es “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa; el otro, “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez. El primero fué escrito cuando el autor contaba sólo veinticinco años, toda una proeza debida al inmenso talento de escritor, que fué desarrollando con el tiempo hasta casi la perfección narrativa. El segundo se debe ya a la madurez del autor, a su genio mitad intuitivo mitad racional. El primero es contundente, el segundo se revela fulgurante. Modelo de narración impecable el primero, modelo de lenguaje poético el segundo. Los dos, imprescindibles para un lector avezado que busca en los libros algo más que diversión y entretenimiento . Sucede que un libro importante siempre es complejo y complica, a la vez que estimula, los mecanismos despiertos del potencial lector, que debe llegar a él con un cargamento de conocimientos diversos y pertinentes herramientas dispuestas, salvo pecado literario y error de permanecer en la superficie, de Victorino POLO GARCIA, no afrontar los problemas de toda índole, los desafíos de len- Catedrático de Literatura Hispanoamericana gua, pensamiento, razón y emociones para completar, a su medida, las propuestas múltiples que el autor le plantea y ofrece . Claro está que, para semejante noble y creativa tarea, siempre se necesita un Mentor, porque los lectores siempre andan menesterosos y expectantes de orientación hasta que alcanzan su propia madurez, que suele llegar con los muchos años, y aún así nunca vienen mal los bastones de Borges y Torrente Ballester, por ejemplo, para la tarea de comprender con acierto, interpretar con tino y gozar placenteramente . Razón por la cual pensé, desde mis comienzos, en pergeñar un libro que facilitara esta labor. Y así surgió “Literatura universal. Textos para el comentario”, colección de fragmentos significativos de las grandes obras y su obligada lectura para personas discretamente cultas. Los textos aparecen virginales, tan sólo con el nombre del autor y el título de la obra. Eso sí, con un extenso prólogo poco académico, destinado a orientar y promover la participación activa de los estudiantes, convencido de esta verdad inamovible: sólo sabe y goza la literatura, aquel que lee y comenta mucho y bien . Pero no es de mi libro del que quiero hablar, sino de otro más coral escrito por tres profesores ocasionales y muy vinculados entre sí: Mariano Baquero Goyanes, catedrático de Literatura Española; Victorino Polo García, catedrático de Literatura Hispanoamericana, y Javier Díez de Revenga, catedrático de Literatura Española. Los tres pertenecientes a la Universidad de Murcia, yo discípulo de Baquero, Javier discípulo de los dos. De ahí nuestra vinculación, no sólo académica, sino personal y amistosa, pues no en vano permanecimos juntos en las aulas muchos años. Por aquellas calendas hubo un fuerte cambio en los estudios de bachillerato y una prestigiosa editorial pidió al profesor Baquero un renovado libro de texto, que mezclara historia, crítica y comentario adecuadamente. Dicho y hecho. Nos pusimos a la tarea con intensidad y esfuerzo, pues no era fácil el empeño. Pero al cabo, mereció la pena. Resultaron dos tomos impecables, apropiados para segundo y tercer curso. Debo decir que el tal libro exigía gran esfuerzo y dedicación por parte de los profesores y su diaria puesta en común, para lograr el gran objetivo: que los niños y jóvenes comenzaran a amar la Literatura ya, y sobre todo, en las propias aulas . Al poco tiempo, supimos que la UNESCO lo había declarado libro ejemplar para los estudios medios. Una compensación inesperada que nos congratuló de manera especial. Miel sobre hojuelas, como decimos en mi tierra .

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