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En peligro de extinción
from Pulso Regional
by josvicsa
Escribe: Alberto García Campana (*)
PROYECTO. El Congreso podría aprobar la eliminación de la participación de los movimientos regionales en las elecciones. Si eso ocurre sólo los partidos políticos podrían participar en los comicios, borrando del mapa a los pocos reductos regionales que quedan después de la eliminación de los movimientos locales.
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El grupo parlamentario de Somos Perú presentó, a comienzos del pasado mes de abril, un proyecto de ley que plantea conferir la potestad de representación exclusivamente a los partidos políticos nacionales, anulando toda posibilidad de participación de los movimientos regionales, con el argumento que estos últimos han contribuido en los recientes procesos electorales a la dispersión del voto y al debilitamiento de la representación legislativa.
La nota oficial al respecto informa que “la bancada parlamentaria de SP, a iniciativa del legislador Héctor Valer, presentó el proyecto de reforma constitucional para eliminar a los movimientos regionales y permitir de esta manera que sólo los partidos políticos puedan participar en las elecciones”.
Aun cuando los argumentos esgrimidos por los parlamentarios de Somos Perú tengan alguna consistencia, es evidente que de lo que se trata es de centralizar nuevamente la participación política y quitar a las regiones la posibilidad de elegir a sus gobernantes, sean éstos regionales o locales, y desde luego también promover la ampliación de la membresía de los partidos políticos de alcance nacional.
En suma, se trata de un intento de quitar del camino a las colectividades locales y regionales, para favorecer a los partidos nacionales, pues solo los militantes de estas organizaciones podrán postular como candidatos en los procesos electorales venideros.
No obstante que la iniciativa legislativa aún no ha sido debatida en el pleno, es probable que la maquinaria antidescentralista puesta en marcha en el legislativo termine convirtiendo en Ley esta propuesta.
Partidos y movimientos
De acuerdo a la normativa electoral, se considera partido político a aquella organización que tiene presencia en todo el territorio nacional, hace vida política permanente, tiene comités en todos los departamentos y provincias y adicionalmen- te expresa adhesión a una doctrina, tiene ideología y programa.
Un movimiento regional en cambio es aquel que tiene alcance geográfico limitado, se reduce a un departamento, provincia e incluso distrito, y generalmente es un colectivo formado para un determinado proceso electoral, es decir que no mantiene vigencia a lo largo de los años.
Esta definición sin embargo no siempre encuentra correspondencia con la realidad, pues al menos en el caso de los partidos políticos, muchos de ellos dejaron de existir luego de participar en elecciones generales, e incluso fueron borrados del mapa debido a que no acreditaron tener presencia nacional.
Una mirada en retrospectiva permite observar que muchos de los partidos políticos que llegaron en algún momento a ganar las elecciones generales, tuvieron una existencia efímera, como es el caso de Perú Posible, liderado por Alejandro Toledo y el Partido Nacionalista, encabezado por Ollanta Humala. Estas organizaciones han desaparecido, debido a que en las recientes elecciones generales y presidenciales obtuvieron mínimo respaldo e incluso se abstuvieron de presentar candidatos.
En las elecciones para la Asamblea Constituyente de 1978, el Partido Popular Cristiano se convirtió en la segunda fuerza política a nivel nacional, detrás del Partido Aprista y por delante de la izquierda. Hoy, el PPC es solo un recuerdo.
Experiencias subnacionales
En los últimos cuatro o cinco procesos electorales para el Gobierno Regional del Cusco, fue mayoritaria la presencia de partidos políticos que alcanzaron el respaldo ciudadano, aunque sus candidatos no fueron precisamente militantes de origen o con varios años de pertenencia. El actual gobernador regional, Werner Salcedo, postuló por el partido Somos Perú, luego de haber militado varios años en el partido llamado Democracia Directa. Igual sucedió en el periodo anterior, cuando fue elegido Jean Paul Benavente, quien se presentó como candidato de Acción Popular, luego de haber militando cinco años atrás en el movimiento Regional Acuerdo Popular Unificado (APU).
Ni Salcedo ni Benavente pueden defender los principios de Somos Perú y de Acción Popular, porque su inscripción en ambos partidos, respectivamente, fue realizada con cálculo electoral.
Antes que los dos nombrados, ejerció el cargo de gobernador regional del Cusco, Edwin Licona, quien postuló como candidato del movimiento regional Kausachun Cusco, organización que también se esfumó al poco tiempo.
En cuanto se refiere a la Municipalidad Provincial del Cusco, el actual alcalde, Luis Beltrán, postuló como candidato del movimiento regional Inka Pachakuteq. Su antecesor, Víctor Boluarte, llegó a la alcaldía como postulante de otro movimiento regional Tawantinsuyo y en el periodo inmediato anterior fue elegido burgomaes- tre de la Capital Histórica del Perú el abogado Carlos Moscoso, fundador del ahora extinto movimiento Kausachun Cusco.
Sin soporte político
Lo que se ha percibido en años recientes, tanto a nivel regional como local, es que los movimientos regionales que imponen candidatos y logran su elección, desaparecen de la escena política apenas empiezan los mandatos, es decir, que los fundadores, líderes o propietarios de esos movimientos regionales, entran en receso cuando alcanzan sus objetivos, los cuales son, además de ganar las elecciones, colocar a sus allegados en la administración regional o local.
Los movimientos regionales no acompañan las gestiones desde el soporte político, lo que termina condenando a la soledad y al abandono a las autoridades electas. Apenas concluyó su mandato, el exalcalde del Cusco, Víctor Boluarte, fue severamente cuestionado por la pobreza en la gestión, y hasta hoy debe defenderse en soledad, en tanto que el movimiento que lo llevó a la alcaldía, Tawantinsuyo, se ha extinguido y no existe referencia alguna de sus dirigentes.
Pero, esta falencia no es exclusiva de los movimientos regionales o locales, muchos de ellos formados en distritos con denominaciones ad-hoc, como Santiago Querido, Juntos por Wanchaq, etc. Tampoco los partidos acompañan a los elegidos, lo que quedó en evidencia con el exgobernador regional Jean Paul Benavente, quien no tuvo ninguna relación con el partido que lo llevó al poder, Acción Popular. Es más, algunos militantes del belaundismo cuestionaron a Benavente, haciendo referencia a su presunta condición de advenedizo.
Lo que se gana y pierde
De prosperar la iniciativa de reforma constitucional planteada por el partido limeño Somos Perú, la cancha electoral estará reservada exclusivamente para los parti- dos políticos de alcance nacional, lo que favorecerá a aquellos que tienen reconocimiento formal por parte del registro de Organizaciones Políticas (ROP) que a la fecha tiene inscritos a Acción Popular, Alianza para el Progreso, Avanza País, Fuerza Popular, Juntos por el Perú, Somos Perú, Frente de la Esperanza 2021, Partido Morado, Partido Patriótico del Perú, Perú Libre, Podemos Perú y Renovación Popular mientras que en proceso de inscripción se encuentran Coalición Transformadora Tierra Verde, Fe en el Perú, Frente Popular Agrícola FIA del Perú, Libertad Popular, Partido Aprista Peruano, Partido Demócrata Verde y Partido Democrático Perú Unido.

Si el proyecto del congresista Valer y compañía se convierte en ley, únicamente estos partidos podrán participar en los comicios generales, regionales y municipales, por lo que, si Juan Pérez quiere postular a la alcaldía del distrito de Checacupe, tendrá que inscribirse en alguno de estos partidos.
Estas nuevas reglas de juego electoral otorgarán prerrogativas exclusivas a los partidos políticos, convirtiendo a sus dirigentes en los todopoderosos decisores en la conformación de listas, con el muy probable peso de los aportes económicos o lo que se llama la compra de cupos.
Pero, no es solamente el riesgo de conferir plenos poderes a los partidos políticos, sino también el peligro de anular toda posibilidad de generación de nuevas opciones surgidas desde el interior del país como respuesta al casi unánime rechazo que generan los partidos políticos.
Lo que se impone, en consecuencia, es una actitud vigilante para que este nuevo intento centralista no se cristalice y se respete la decisión de los pueblos del interior de proponer alternativas electorales al margen del manoseo y la manipulación de los partidos políticos.