El caminante sobre un mar de nubes

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El caminante sobre el mar de nubes

FICHA TÉCNICA DE LA PINTURA

Título y año de realización: El caminante sobre el mar de nubes, 1818

Autor: Caspar David Friedrich

Técnica y dimensiones: óleo sobre lienzo, 94 x 78 cm

Estilo: Romanticismo

Localización: Kunsthalle de Hamburgo

INTRODUCCIÓN

El Romanticismo es un movimiento estético y cultural transformador, que exalta la libertad de pensamientos y sentimientos en todos los aspectos de la vida: social, política, moral, entre otros. En las manifestaciones artísticas, este canto a la libertad se expresó como una ruptura con el pensamiento anterior; el artista romántico es una persona rebelde ante cualquier tipo de normativa o ley.

El caminante sobre el mar de nubes es una pintura al óleo sobre tela realizada en 1818 por David Friedrich en la que se presenta a un hombre de espaldas en la cima de una montaña observando la inmensidad de la naturaleza, dejándonos entender la insignificancia del humano en el mundo

CONTEXTO Y ESTILO

Esta obra de arte está creada en 1818 teniendo en cuenta las convenciones de género tanto del romanticismo como del paisaje y por consiguiente presentando los ideales y características propias del estilo.

Los artistas románticos se rebelaron contra los dictados de la razón, propios del siglo XVIII, llamado “siglo de las luces”, proclamando la supremacía del sentimiento y la subjetividad frente a la razón fría y calculadora, que juzgaron estéril. Para ellos el ser humano es ante todo una manifestación de las fuerzas naturales, de las cuales no puede desprenderse, de ahí su

amor a la naturaleza, que en este cuadro se manifiesta como la gran protagonista, pero que no tiene sentido si no es observada y a la vez admirada por el sujeto. El romanticismo fue un movimiento que abarcó distintas disciplinas, como la pintura, la literatura y la música, y que en el campo de la pintura se manifestó por la evasión, la exaltación de los sentimientos, la pasión, el dramatismo y la aparición de un nuevo género que es el paisaje, como es la obra que nos ocupa. Las composiciones se vuelven atrevidas con el uso de las diagonales, predomina el color sobre el dibujo y la luz se manifiesta de forma teatral, si bien en esta obra de Friedrich predomina la sensación de calma.

ANÁLISIS DESCRIPTIVO Y FORMAL:

La técnica utilizada en dicho cuadro es óleo sobre tela. En cuanto a composición, podemos hablar de una simetría en la que el personaje de espaldas y el vértice del triángulo se situarían en el eje vertical, donde convergen también las dos diagonales de las líneas de las montañas. A su vez, podemos distinguir dos planos: uno principal y otro secundario, este último, más alejado.

En el plano principal se encuentra en el centro de la composición, ese viajero que observa de espaldas, con la pierna derecha adelantada, proporcionando al cuadro un ligero movimiento. En la paleta del primer plano destaca una gama de colores más oscuros en tonos azules, negros y algún que otro marrón, que aportan cierta solidez a lo representado en primer término.

En el segundo plano, podemos ver cómo las montañas se van desdibujando entre las nubes según van alejándose, gracias a la técnica del sfumato, con una paleta de colores que utiliza tonos grisáceos y azules. Hay un equilibrio entre la pintura y el dibujo, entre el primer plano y la sensación atmosférica. La luz del cuadro es difusa, pareciera una luz de mañana de un día invernal, y a diferencia de los cuadros del romanticismo, se aleja de la luz teatral y violenta.

Se aprecia una claridad en el fondo de la imagen. El tratamiento de la representación es más bien realista

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO E ICONOLÓGICO:

En este cuadro, el hombre contempla el mundo delante de él como prolongación de su propio ser, bajo una perspectiva amplia y serena que roza con lo sublime. El paisaje, que representa metafóricamente el espíritu del que lo contempla, es elocuente en su grandiosidad y se deja contemplar en toda su magnificencia y belleza.

Se han hecho muchas interpretaciones de esta obra y en casi todas se advierte sobre el simbolismo de los elementos que aparecen en ella. El hombre, que contempla el paisaje y no tiene identificación particular por estar de espaldas, podría ser el propio Friedrich. Su postura y el bastón que lleva revelan que es un caminante que ha llegado a lo más alto y se ha quedado ahí para admirar el sublime panorama. Está solo, pues solamente en este estado se es capaz de estar en comunión con el mundo que lo rodea, una Naturaleza sublime y grandiosa. El hombre, insignificante ante la inmensidad.

Se sabe que Friedrich fue un hombre de una profunda espiritualidad y religiosidad, otras interpretaciones han visto representaciones de carácter religioso en este cuadro, por ejemplo: las rocas y las montañas son el símbolo de la vida terrenal, mientras que las nubes representan la vida eterna y el hombre está en medio de ambas vidas como sujeto terrenal y a la vez como criatura que desciende de la divinidad. O como contemplación de la creación divina, un paisaje sublime obra de Dios, y el hombre, mero espectador.

Friedrich fue un extraordinario pintor de paisajes, que representaba en ellos la subjetividad y la emoción que contemplaba. Para él la naturaleza era ante todo una expresión de la más profunda espiritualidad, obra del Creador, por eso suele pintar a sus personajes de espaldas, en actitud contemplativa. Y los espectadores de sus cuadros acompañamos a los espectadores en sus cuadros, asomándonos a su mundo

“El artista debe pintar no sólo lo que ve delante de él sino también lo que ve dentro de él” –

escribió Friedrich. Así, sus cuadros no son una sencilla imitación de paisajes naturales, sino que Friedrich construye “paisajes mentales” que son también símbolos de sus sentimientos: colores alegres y figuras femeninas en la época de su boda, cruces, búhos y otros símbolos funerarios al final de su vida y, sobre todo, sentimientos de melancolía y soledad en toda su obra. Esa melancolía se traduce también en su paleta, no hay estridencias en el uso de los colores y en sus pinturas están siempre equilibrados el color y el dibujo, y en su obra se aprecia un gusto por paisajes solitarios y ruinas. Se le ha llegado a considerar el pintor alemán más importante del romanticismo y gozó de gran fama y estima durante su larga vida, a excepción de sus últimos años. Entre sus obras podemos destacar también “el mar de hielo” o “Naufragio” (1824) y “Mañana de Pascua” (1835).

BREVE BIOGRAFÍA

Nacido en la ciudad portuaria de Greifswald, al nordeste de Alemania en 1774, hijo de un fabricante de jabones y velas. En 1781 murió su madre y posteriormente en el transcurso de varios años murieron dos de sus hermanas y un hermano en un trágico accidente, situaciones que marcaron en su carácter una abrumadora fijación por la muerte. Su familia era devota protestante y la educación de Caspar David se desarrolló en ese estricto contexto. En torno a 1790 inició sus estudios de arte, y entre 1794 y 1798 estudió en la Academia Real de Bellas Artes de Dinamarca, que por entonces era una famosa escuela de formación artística. Al acabar sus estudios se trasladó a la ciudad de Dresde, por ese entonces un centro importante del romanticismo alemán, en donde ingresó a la Academia de Bellas Artes de la ciudad, donde realizó su primera exposición en 1799.

En Dresde entabló relación con numerosos artistas, poetas y filósofos del romanticismo, cuyos principios adoptó con entusiasmo, no solo en lo que respecta a los valores estéticos, sino también en lo referente a los valores políticos, siendo durante toda su vida un ferviente defensor de los ideales republicanos y nacionalistas. Su vida transcurrió entre la ciudad y

algunos viajes que realizó sobre todo a la región del Báltico, donde encontraba grandes paisajes que lo inspiraban para realizar su obra. En 1824 padeció una seria enfermedad que lo dejó inhabilitado parcialmente para nunca recuperarse del todo. Cada vez más solo y aislado, murió en Dresde en 1840.

CONCLUSIÓN:

Friedrich fue un gran paisajista dentro del romanticismo alemán, género que le sirvió para proyectar en el paisaje su mundo interior y representar una naturaleza grandiosa y sublime.

Sus paisajes nos parecen tranquilos, misteriosos y espirituales, a diferencia de otro gran paisajista, el romántico Turner, cuyos paisajes rozan la abstracción y están realizados desde la perspectiva de una naturaleza agitada y extrema en sus manifestaciones. El otro gran paisajista inglés, Constable, retrata en sus paisajes el apacible mundo rural de la campiña inglesa.

Todos ellos supusieron una gran influencia para siguientes generaciones, que supieron ver en el paisaje el gran tema de sus obras, como los pintores de la “Escuela de Barbizon” y los paisajistas impresionistas como Monet, Sisley y Pissarro, grandes admiradores que se sirvieron de sus enseñanzas pictóricas.

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