El desarrollo infantil, tanto en el aspecto físico como intelectual, está directamente relacionado con la capacidad de moverse de un bebé o de un niño, con su psicomotricidad. El movimiento estimula el conocimiento y viceversa.
Todo niño que nace tiene derecho a ser estimulado, y esta debe ser realizada independientemente de que el niño presente o no algún tipo de patología en su nacimiento.
La posibilidad de ofrecer los estímulos adecuados al niño, lo antes posible, le permitirá desarrollarse armónicamente y contribuirá a que la maduración del sistema nervioso se encuentre en plena comunicación con el ambiente. De este modo, se evidencia que el desarrollo psicomotor es un proceso continuo a través del cual el niño adquiere habilidades gradualmente complejas que le permiten interactuar con personas, objetos y situaciones de su entorno en diversas formas.