Criminología

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Hacia una criminología venezolana Joselit Ramírez Presidente Federación Venezolana de Criminólogos La criminología en Venezuela es una disciplina con poco más de medio siglo de desarrollo, aunque no por ello ha sido poco prolija en su producción científica e intelectual. Desde los años sesenta hasta la actualidad, diferentes investigadores se han preocupado por diseñar estudios y explicaciones sobre la dinámica delictiva en Venezuela. Investigadores de la talla de José Rafael Mendoza Troconis, Elio Gómez Grillo, Juan Manuel Mayorca, Lolita Aniyar de Castro, entre otros, fueron los pioneros en la construcción de las bases teóricas que orientarían la criminología venezolana en la segunda mitad del siglo pasado. Durante estos años, la criminología venezolana se limitó a la producción científica, principalmente teórica. Poca influencia había de las matrices teóricas, operacionales y metodológicas que esta ciencia aportaba, en la administración pública. Fue hasta finales de siglo pasado cuando la criminología y los criminólogos empiezan a abrirse camino en al campo de la administración pública. Este logro fue posible gracias a la creación y puesta en marcha, en 1992, de la Escuela de Criminología en la Universidad de Los Andes, única en dictar a nivel de pregrado esta profesión en el país y en Sur América. Hasta la fecha, alrededor de 600 criminólogos han egresado de esta casa de estudio, muchos de los cuales ejercen importantes funciones en la administración pública, desplegando la sólida formación profesional que insignes profesores de la talla de Christopher Birkbeck, Jesús Manuel Salcedo, Miguel Contreras, Luis Gerardo Gabaldón, Francisco Martínez Rincones, Juan Antonio Rodríguez, entre otros, inculcaron como metodología y pasión de trabajo. Esta pasión de trabajo y amor por la disciplina, la empezaron a expandir y sembrar en la administración pública, los criminólogos que egresaron desde finales del siglo pasado, quienes al mismo tiempo, iniciaron la loable labor de construirse un camino en el arduo mundo laboral y en el más difícil aún, mundo de la administración pública venezolana. No fue una tarea fácil, pues implicó que cada criminólogo llevara bajo el brazo su reseña curricular y un resumen explicando qué era la criminología. Donde llegaban, debían lidiar con la ignorancia sobre la carrera, sobre lo que un criminólogo hacía, con la eterna y mítica frase “licenciado (a), deje la pistola en la entrada” o con el casi eterno prejuicio de confundirlos con abogados especialistas en criminología o con funcionarios de la policía científica. Grandes personas hicieron historia abriendo paso y definiendo el camino en esta difícil trayectoria. Definiendo y explicándole al mundo lo que es la criminología y lo que hace un criminólogo. Personas como Neelie Pérez, Elizabeth Erazo, Fabricio


Pérez, Nelson Garrido, José Benjamín Flores, Laura Bastidas, Eleuterio González, entre muchos otros; se cuentan como los criminólogos pioneros en la administración pública del país. Gracias a ellos, la criminología dejó de ser solo una disciplina académica que se resumía en pensar en la solución de los problemas, dejando tales conclusiones en artículos científicos y libros publicados, todas valiosas contribuciones y producidos a través de incuestionables estudios. Empezó la criminología a construirse espacios en el diseño, organización, planificación y ejecución de las políticas públicas en materia de seguridad, a intervenir en instituciones públicas de diferente carácter y objetivos, ganando espacios y definiendo el propio, generando la estructura de una valiosa labora que hasta el día de hoy continúa solidificándose. Cuando Tareck El Aissami, criminólogo, asumió como viceministro de seguridad ciudadana y luego como ministro de interior y justicia, la criminología venezolana acentuó su crecimiento. Los planes de seguridad se profundizaron. Por primera vez se hizo en el país una encuesta de victimización y percepción de seguridad ciudadana con cobertura nacional y cuyos resultados tuvieran una repercusión mayor a las de la conclusión de un artículo publicado en una revista científica. Empezó la reforma policial, el desarme, la lucha contra el narcotráfico, la captura de grandes capos, la humanización penitenciaria, la creación de una universidad dedicada exclusivamente a la formación de profesionales para la seguridad ciudadana, se contrató y ubicó a criminólogos en posiciones claves de la administración pública, entre otras tantas políticas públicas que partieron del seno de criminólogos venezolanos para atender la situación venezolana, desde, por qué no, una criminología venezolana, basada en la práctica y la parsimonia del ejercicio de la función pública. Y ha seguido floreciendo la criminología venezolana. En la actualidad, la Federación Venezolana de Criminólogos (Fevecrim) agrupa a más de la mitad de los profesionales de esta disciplina, con miras a fortalecer más que la actividad gremial: el objetivo es fortalecer el ejercicio de la profesión, expandir sus alcances y sentar las bases de una criminología venezolana, tan necesaria en el contexto actual del país que se vive. Sé que no es una tarea fácil. Sé que el camino está lleno de dificultades, pero toda victoria está llena de dificultades y son, precisamente, las victorias más difíciles las que mejor sabor tienen. También sé, que con la participación de todos, será posible. Como presidente de esta federación, asumo esto reto como ninguno otro. Un reto cuya una opción es la victoria. Comparto mi gratitud con ustedes colegas. El camino no ha sido fácil hasta ahora, ni tampoco será fácil a partir de ahora. Pero en conjunto, como un equipo de profesionales sólidos y oportunos para afrontar la coyuntura que se vive en el país, seguiremos haciendo camino e historia en la administración pública venezolana.


Vayan estas palabras como muestra de respeto y humilde homenaje a quienes hacen criminologĂ­a en Venezuela y por Venezuela. Hagamos de la criminologĂ­a, la nuestra, una criminologĂ­a venezolana.


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