Historia de Montserrat Abad Miguel Muntadas

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— 192 — dad con que, segun sus facultades, habian contribuido á levantar esta catedral de las montañas. Desahogado en su posicion el Monasterio, por haber dado ya curso á sus gigantescos proyectos de ornamen tacion interior del templo, pudo aumentar el personal, y de aquí resultó un -culto no visto hasta entonces y sor prendente ya por la duracion, ya por el modo, igualmenmente que por el número del personal. Codiciosos los monjes de la gloria de la Señora, que se habia dignado honrarlos llamándolos á su servicio, se esmeraban en obsequiarla dia y noche, y con tanta pom pa y solemnidad, que no habia catedral en España, y tal vez en ninguna parte fuera de Roma, que pudiera ri valizar con Montserrat, porque estaba todo combinado de tal modo, que puede asegurarse, que se daba á Dios •y su Santísima Madre el Laus perennis tal como puede darse en este estado de destierro, y que les dán cumpli.dos los bienaventurados en la pátria. Comenzaban los monjes al punto de la media noche, y al retirarse estos á las dos de la mañana, daban prin cipio los moradores del yermo, habiendo antes hecho resonar los ecos de sus cimbalillos por todas las sinuo sidades de la Montaña, y saltar de gozo á todas las rocas que saludaban con júbilo á su Criador. Concluían los ermitaños dando la comision á los ju guetones y bulliciosos pajarillos, que con el sol prosn guiesen los cánticos eucarísticos al Dios que con tanta liberalidad y munificencia los habia dado el sIS> y enri quecido con tantos dones; y entonces los monjes daban principio á la oblacion del mas tremendo de los sacrifi cios, ofreciendo sin cesar, y distribuidos por turno en las capillas altas y bajas, las misas privadas por vivos y difuntos, y de un modo especial por los bienhechores del Santuario.


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