Iberia vieja - Árabes

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Ágora El cine histórico con Josemanuel Escribano

Una victoria contra los prejuicios

El héroe de Berlín

DIRECTOR: STEPHEN HOPKINS. PRODUCCIÓN: STEPHEN HOPKINS, KARSTEN BRÜNING Y OTROS. GUION: JOE SHRAPNEL, ANNA WATERHOUSE. INTÉRPRETES: STEPHAN JAMES, JASON SUDEIKIS, JEREMY IRONS.

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D E I B E R IA V I E JA

HUYENDO DEL RACISMO imperante en el sur de Estados Unidos en los años 20, la familia de Jesse Owens se trasladó de Alabama a Cleveland; y en 1933, con apenas veinte años, Jesse fue a estudiar a la Universidad de Ohio. Todavía el autobús reservaba la incómoda parte de atrás para pasajeros “de color”, y en los vestuarios de la universidad los atletas blancos no compartían las instalaciones con los negros. Este es el momento en que se inicia la película de Stephen Hopkins, un director con amplia experiencia en series televisivas –24, Californication, House of Lies y la reciente Houdini and Doyle, por ejemplo– y con algunos títulos de interés también en la pantalla grande: Perdidos en el espacio, Bajo sospecha y La cosecha, entre otros. El héroe de Berlín cuenta la vida de Jesse Owens desde el comienzo de su carrera deportiva hasta su consagración en los Juegos Olímpicos de 1936 en la capital alemana. Con evidente acierto, la narración fluctúa entre el

seguimiento al atleta y el desarrollo de los acontecimientos que estuvieron a punto de hacer naufragar, de alguna manera, la convocatoria olímpica. BATALLA POLÍTICA Mientras Owens, acogido y preparado por el entrenador y antiguo velocista Larry Snyder, progresa extraordinariamente en lo deportivo –en su primera cita importante, en Michigan en 1935, batió cuatro records mundiales– y madura afectiva y personalmente, se desencadena toda una batalla política: la Unión Atlética americana, presidida por el juez Jeremiah Mahoney, se opuso a la participación de los atletas estadounidenses en unos Juegos organizados por el gobierno nazi; lo que equivalía, de hecho, a dejarlos sin valor, carentes de una de las mayores –si no la mayor ya en esos momentos– potencias deportivas del mundo. Tratando de encontrar una solución, el presidente del Comité Olímpico de los Estados Unidos Avery Brundage –que dirigió luego,

entre 1952 y 1972 el Comité Olímpico Internacional– se trasladó a Berlín para comprobar la marcha de la construcción de las sedes y, sobre todo, para extraer de las autoridades alemanas el compromiso de juego limpio y de permitir la participación de atletas judíos, negros y de cualquier otra procedencia. BOICOT OLÍMPICO La película narra algunos jugosos momentos –muy posibles en la realidad– de las entrevistas entre Brundage y Goebbels, el todopoderoso ministro de Hitler que consideraba los Juegos como suyos; una de ellas incluye la asistencia y el apoyo de la cineasta Leni Riefenstahl, encargada de la película oficial. Y, en cualquier caso, la misión concluyó con el éxito deseado. Aun así, el relato nos brinda un minuto de suspense, cuando el Comité americano vota y Brundage gana por un escasísimo margen. Todavía Jesse y sus valedores tienen que salvar un par de escollos. Las organizaciones radicales de la minoría negra


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