Cadáver del presbítero Justo León Garrido. 4 de agosto de 1889. AFBC/C 2645. Cuando el muerto era una persona que se había destacado en el medio local, se arreglaba una capilla ardiente en la que los elementos simbólicos ocupaban un lugar fundamental. Los asistentes al velorio, muchos de los cuales permanecerían la noche entera en vela, podían contemplar objetos especialmente importantes para el fallecido, en ocasiones su retrato, y frecuentemente acuerdos o condecoraciones que la persona recibió en vida.
Capilla ardiente de Octavio Cordero Palacios. AFBC/C 387