El Discurso político de la Postmodernidad - Rigoberto Lanz

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El discurso político de la posmodernidad Algunas claves para comprender la subjetividad de las tribus urbanas

Rigoberto Lanz Breve estación epistemológica “Hoy nos sentimos incómodos con una politología que da muestras de intrascendencia, y a veces de esterilidad…” JAVIER ROIZ: La recuperación del buen juicio

Las ciencias políticas están afectadas por los mismos problemas que aquejan al conjunto de las ciencias sociales en todo el mundo. Los atascos epistemológicos provienen de las mismas vertientes y en alguna media muchos de esos problemas no tienen solución local. Ello indica que el trabajo de reflexión sobre los procesos políticos está en deuda permanente con desarrollos teóricos que se ubican en otro plano, de allí la dificultad creciente para articular apropiadamente los presupuestos que operan desde muy atrás como paradigmas (en la acepción de Edgar Morin) con las herramientas conceptuales y categoriales propias del campo de lo político. El desvanecimiento de toda una constelación de modelos, teorías y dictámenes metódicos desde el mundo académico ha posibilitado la irrupción de nuevas búsquedas que permiten rearticular la producción de un nuevo estatuto epistemológico del pensamiento político con la innovación conceptual que ha de esperarse del trabajo de investigación que se despliega en muchas partes. La experiencia social de construcción colectiva de las múltiples modalidades de convivencia ciudadana no es precisamente el coro triunfal de la Modernidad. Justo allí se instala desde hace mucho la quiebra en una esperanza más o menos consustancial al desarrollo histórico de la humanidad, es decir, la desilusión generalizada en las promesas del progreso, la libertad y el bienestar apalancadas en el ideario del Occidente ilustrado de estos últimos tres siglos.i Este vaciamiento cultural con el que se inicia la época posmoderna viene al encuentro del desvanecimiento teórico de los viejos paradigmas en todos los terrenos. La crisis del “experimento moderno” (Javier Roiz) en materia de construcción de socialidad1 democrática no puede ser escamoteada como si sólo se trata de una disputa de opinión entre posturas intelectuales divergentes. La crisis de la democracia es una condición de la coyuntura presente, ella toca raíces profundas del magma de la civilización Moderna. No se trata sólo de una accidental disfunción de los sistemas políticos (para la que estarían habilitadas las fórmulas de la “ingeniería política” de todos los matices). Se trata más bien del eclipse de una super-racionalidad que ha gobernado durante siglos las prácticas y discursos de las sociedades más dispares. Ese humus socio-cultural habita en los sistemas de representación con los que operan los grupos humanos en todos los rincones el Planeta. Infinitas redes semióticas tejen el lecho de sentido donde se asientan las prácticas sociales más diversas. Esa lógica de sentido es la que hoy se desvanece como centralidad de un modelo civilizacional.ii Ablandamiento de las viejas solideces, horizontalización de las jerarquías, “crepúsculo del deber” (a decir de G. Lipovetsky), deriva del Sujeto, “Fin de las certidumbres” (según el tono de I. Prigogine), “Fin de la Modernidad” (al estilo G. Vattimo), son sólo algunos de los derroteros que marcan el rumbo en el debate epistemológico actual. Ningún espacio intelectual puede sentirse protegido de los efectos de esta crisis. La politología que se cultiva en las academias es viva expresión del desconcierto, la decadencia y circularidad con las que se reproducen las inercias y los rituales.iii El mundo político, a su tiempo, es un visible mostrario de esta precariedad intelectual. El imperio del pragmatismo y los raseros triviales del discurso político que circula en el espacio público no pueden ser atribuidos únicamente a la mala formación de la “clase política” o al clima de desprestigio que rodea por todos lados la imagen misma de “la política”. Ello habla en el fondo del agotamiento de los modelos de participación, la quiebra de la representación política, el vaciamiento de la voluntad colectiva

1 “socialidad” es el concepto con el que Michel Maffesoli distingue la lógica de la sociedad posmoderna de la razón medio-fines típica del “contrato social” Moderno. “Socialidad empática”, “lógica tribal”, “sensibilidad proxémica”, “neobarroquización posmderna”, “tribus urbanas”, son algunas de las claves conceptuales con las que este autor caracteriza el mundo emergente. Toda esta armazón teórica se dirige a la visualización de una sensibilidad naciente que se instala en los nuevos comportamientos de la cultura urbana.


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