El paradisiaco río Cunas

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El PARADISIACO Jaime Quispe Palomino Augusto Jhony Quispe Palomino

Colección - Literatura ecológica

río Cunas

Editado por: Jaime Quispe Palomino

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El Paradisiaco rĂ­o Cunas



El Paradisiaco rĂ­o Cunas

Jaime Quispe Palomino Augusto Jhony Quispe Palomino

Autor Editor: Jaime Quispe Palomino


El Paradisiaco río Cunas Jaime Quispe Palomino Augusto Jhony Quispe Palomino Editado por: Jaime Quispe Palomino Dirección: Jr. Bruno Terreros N° 1521 AA. HH. Justicia Paz y Vida - El Tambo - Huancayo

jaime-quispe@hotmail.con

Ilustración: Rosmery Quispe Anchiraico (Burbuja) ISBN: Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2017-02872 ISBN Marzo 2017, Primera edición Tiraje: 1000 ejemplares

Impreso en: Editora Imprenta Ríos SAC Jr. Puno 144, Huancayo Marzo 2017 Editado e Impreso en Perú / Printed in Peru

Queda prohibida cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización del titular de la propiedad intelectual.


Presentación Constituye para mi persona un gran honor hacer la presentación de este cuarto fascículo de la serie ecológica titulada “El Paradisiaco río Cunas” que está ubicado en la Provincia de Chupaca, cuyos autores son Jaime y Augusto Jhony Quispe Palomino conocido en el ámbito por otras publicaciones religiosas y literarias, etc. En esta serie nos muestra al histórico e importante Río Cunas, sub cuenca del Mantaro, en una forma casi personificada; a Mister Polluting, el Ingeniero Baltazar y el anciano Cunas Camayo, nombre extraído del Rio Cunas con el fin de humanizar el tema. Los dos primeros se constituyen al ámbito de Copca, Angasmayo, con la finalidad de detectar minas de oro y plata, sin tomar en cuenta que el medio ambiente donde se hallan es de pastoreo y agricultura y a la vez testigo de antiguas generaciones llamadas “gentiles”. Impensadamente de entre las brumas, con 7


un sonoro chajajayyy! hace notar su presencia el anciano Cunas Camayo, guardián del medio ambiente. Se inicia un largo dialogo entre los visitantes y el nativo. Los visitantes exponen sus propósitos de instalar minas de oro y plata que económicamente les conviene a los lugareños, porque ganarán más dinero que con su pequeña ganadería y agricultura. El viejo Cunas Camayo se opone y les explica que jamás la mina les va a proporcionar lo que la sabia naturaleza les da: las ricas papas, maíz, tarhui, etc. etc. La rica carne de las ovejas y sobre todo las límpidas aguas que emanan de los nevados. El anciano Cunas, les invita a recordar el rio desde Copca hasta la ciudad y les hace notar que las corrientes, aguas puras y cristalinas de los nevados se convierten en pestilentes despojos que la gente ha ido arrojando. Ante este atentado a la vida humana Mister Polluting y el Ingeniero Baltazar recuerdan que la contaminación es mundial que nos llevan al suicidio, y se propone respetar la naturaleza con un sonoro ¡chajajayy! Recuerdo que en el siglo XII vivió san Francisco de Asís, un joven libertino de padres ricos, quien contemplando la bella naturaleza cambia de vida y con un grupo de jóvenes forma una orden cuyo lema es Paz y Bien, y sobre todo amor a la naturaleza. Sus palabras eran “hermano sol”, “hermana luna”, “hermano lobo” etc. En este sentido los Tratados mundiales de respeto al medio ambiente 8


no son más que un ejemplo de Asís, pero mediático. Ante tanta cursilería discursiva Jaime Quispe Palomino se ha propuesto hacer una campaña muy original haciendo que los niños, los jóvenes y los pueblos adquieran el hábito de no ensuciar las aguas cristalinas que emanan de los nevados, intensificar la flora, la fauna y el aprovechamiento racional. Recomiendo la lectura de la colección de “literatura ecológica infantil” de mi gran amigo Jaime Quispe Palomino y su hermano coautor Augusto Jhony. El Gobierno Regional de Educación tiene el imperativo que por Resolución sean estas series “lectura sugerida u obligada en todos los centros educativos”. Multitudinarias felicitaciones a Jaime y Augusto Jhony Quispe Palomino, el “Apóstol de la ecología”.

Dr. Aquilino Castro Vásquez (Historiador)

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El paradisiaco río Cunas —¡Chajayyyyy! —prorrumpió el sonido estruendoso de una voz entre los cerros escarpados del Alto Cunas. Era un hombre rudo de gran contextura, con el rostro endurecido por los vientos gélidos que corrían por las altas cordilleras, que hasta sus mejillas quedaban marcadas por las chapas del inclemente tiempo, la voz aguardentosa que se sobreponía al sufrimiento humano, los ojos resecados por los 11


rayos ultravioletas del sol, los labios endurecidos como el pedernal y un típico gorro que cubría su blanca cabellera. Llevaba un poncho tejido con lana de llama de color marrón, ceñido a la cintura por un cordel trenzado artísticamente con lana de carnero, una chalina que lo cubría de las angurrientas noches de frío, las medias gruesas que le protegían del noctívago peligro y las ojotas de jebe en los pies, gastadas por el camino tortuoso. —De dónde viene ese sonido? —reaccionó inmediatamente el gringo. Estiraba el cuello de aquí para allá tratando él mismo de llegar a su origen. Se dio una vuelta y no pudo ver a nadie porque el hombre estaba tan lejos; caminaba entre los cerros escarpados, las rocas empinadas, los árboles ladeantes y los ríos burbujeantes. —¡No se asuste Mister! —le devolvió la tranquilidad, el Ingeniero Baltazar. 12


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—Explícame, entonces, lo que quiere decir eso —le dijo el gringo. —Es el “guapido,” grito memorable de los emponchados del cunas —respondió el Ingeniero Baltazar. —Aun no logro entender — decía el gringo con una pizca de nerviosismo en su interior. —Son los guardianes del Cunas que cuidan el agua, la tierra, los animales y a sus propios habitantes de cualquier peligro Mister —explicó el Ingeniero. —¡Ah caramba! Y ¿para qué empresa trabajan?, ¿quién les paga? —preguntó el gringo. —Nadie les paga —aclaró inmediatamente el Ingeniero Baltazar—. Ellos son fieles a la herencia dejada por sus antepasados de cuidar la naturaleza y el medio ambiente porque esa es su fuente de alimentación directa, de trabajo y de economía. 14


—¡Ah! —exclamó el gringo como si poco o nada le importase—. Llévame por ese lado —indicó con el dedo el cerro que iba a explorar. Caminaban a trompicones en medio del cerro escarpado hasta llegar a lugar. Llegaron agitados al lugar y se sentaron sobre la roca para descansar. Después de un silencio impasible retomaron la conversación. —Como le decía Mister Polluting, en esta zona hay oro y otros minerales que por ley se emparentan —explicaba el Ingeniero Baltazar. —Y ¿cuál es el porcentaje de pureza? —preguntó el gringo tratando de calcular su conveniencia. —Nivel intermedio señor —respondió el Ingeniero Baltazar. —¿y se han hecho las pruebas de la beta? —el gringo quería cerciorarse de la 15


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veracidad de los estudios hechos. —claro que sí Mister, pero tendremos que hacer una prueba de laboratorio especializada que nos dé la certeza científica — aclaró el Ingeniero. —Eso es importante porque no quiero desperdiciar mi dinero ni tu tiempo en exploraciones inútiles —dijo el gringo fiel a su pensamiento comercial “time is money”. De pronto, se apareció el anciano que, al divisar a lo lejos la presencia de los hombres extraños, había lanzado el guapido. Este se sentó a lado de ellos y apoyado por un delicado bastón iniciaron la conversación. —¡Buenos días señores! —saludó amablemente— Mi nombre es Cunas Camayo —se identificó—. Qué les trae por estos lugares inhóspitos —preguntó el guardián que se identificaba con el río que pasaba a unos cuantos kilómetros del lugar donde se 18


encontraban. —¿Usted vive aquí? —le preguntó el gringo. —A unos cuantos kilómetros de este lugar Mister —respondió el anciano Cunas Camayo con su chascarreante voz—. Exactamente a orillas del río Cunas —especificó—. Allí se encuentra mi humilde casa. —¿Te sientes bien vivir en este lugar? —preguntó el gringo viendo que era un lugar inhóspito. —Claro que si —respondió muy convencido—. Esta es la tierra que me heredaron mis antepasados, aquí me quedo y aquí moriré. »Recuerdo los primeros pasos que di por estos lugares, cuando mi madre me traía de madrugada, cargado entre sus espaldas, para sembrar en la tierra la papa, el maíz, la mashua, la oca, la cebada, el trigo, el pasto. 19


»Yo corría desde mi infancia por estos campos, pastoreando ovejas, vacas, cerdos, cabras, caballos y asnos. Aquí conocí mis primeros amigos porque somos muchos los que trabajamos la tierra y pastoreamos nuestros animales. Amo este lugar como él me ama porque nunca me ha hecho faltar nada. —Eres muy generoso con la tierra que la aprecias no solamente por haberte dado una identidad sino también por alimentarte —expresaba el gringo, después de haber escuchado las palabras nostálgicas del anciano Cunas. —Así es —aprobó el anciano Cunas la reflexión del gringo; el anciano continuó diciendo— el hombre siempre debe estar agradecido por la tierra no solamente por el que lo produce sino también por el que consume los frutos de la tierra y del trabajo del hombre. 20


El anciano Cunas expresaba la sabiduría de la tierra como un regalo de Dios y extendía su discurso con su propia experiencia. En medio de la conversación, el ingeniero prorrumpe con su inquietante actitud para presentar al gringo, a pesar de la conversación que ya habían entablado. —Él es Mister Polluting… —Mucho gusto —interrumpió Mister Polluting para dar la mano al anciano Cunas. —…y he venido a ver personalmente la calidad de mineral que hay en este lugar para explotar —recobró las palabras el Ingeniero para explicar el motivo de su presencia. —Estoy interesado en explotar este cerro porque tiene oro —expresó alegre Mister Polluting, como si se tratara de una gran hazaña. —Pero nosotros sembramos en este 21


lugar y aquí pastamos nuestros animales —replicó inmediatamente el anciano Cunas—. Como les decía, esta es la herencia que nos han dejado nuestros antepasados y las tenemos que proteger responsablemente. —Pueden sembrar y llevar sus animales a otro lugar —decía Mister Polluting con tanta facilidad como si el anciano Cunas se estuviese ahogando en un vaso de agua. —No es fácil lo que usted dice Mister Polluting —reprobó respetuosamente el anciano Cunas—. Quiere desterrarnos, de la noche a la mañana, de este lugar; así como nos heredaron nuestros antepasados también nosotros queremos asegurar a las futuras generaciones. —Pero yo les voy a dar trabajo y garantizo pagar más dinero de lo que ustedes lo hacían al sembrar la tierra —Mister Polluting trataba de convencer al viejo guar22


dián Cunas. —No se trata solamente de dinero Mister Polluting —expresaba el anciano Cunas sacando los tesoros arcanos de la experiencia vivida en la protección del medio ambiente— sino también de la buena salud de nuestra tierra y de los que la habitan; pues es eso lo que nos enseñaron nuestros antepasados —aclaraba el anciano Cunas por ser justo y necesario—. Entiendo que usted no vive aquí, explotará los minerales y se irán para siempre. ¿Cómo dejarán nuestra tierra y el agua que van a sacar de las pequeñas lagunas que ya se están secando por los fenómenos climáticos y cómo quedarán las aguas del río que son nuestra fuente de alimentación? —preguntó el anciano Cunas. —Pero… —se hizo un nudo en la garganta—, nosotros vamos a tener cuidado de no contaminar sus aguas —dijo Mister Polluting. 23


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—¿Cómo será eso? —siguió preguntando el anciano Cunas que no era la primera vez que defendía el interés de la población agrícola, ganadera y piscícola— porque los gemidos de la gente por la contaminación inminente llega hasta este lugar cual refulgente calor. —La ciencia ha avanzado mucho querido anciano y las cosas ya no son como antes —el gringo Polluting quería desestabilizar la posición del anciano Cunas con pretextos tecnológicos de la modernidad. —Disculpa la ignorancia Mister Polluting, pero, podría explicarme cómo hacerlo —el anciano Cunas quería desentrañar la verborrea de Mister Polluting. —Pues fácil —respondió precipitadamente—. Traeremos maquinarias de última tecnología que no contamine el ambiente, usaremos mínimamente el agua y trataremos la contaminada —decía Mister Pollu25


ting como si se tratara de armar un rompecabezas. —¡Pero no lo hacen! —hablaba la voz de la experiencia que tenía el anciano Cunas que por más humilde que fuera no se le podía subestimar. —¡Porqué te resistes a que yo ponga mi empresa en este lugar! —dijo irritado Mister Polluting como si el anciano guardián Cunas se estuviera encaprichando en una contradicción. —No se trata de resistencia Mister Polluting —decía el anciano Cunas— sino que respeten el lugar donde vivimos, producimos la tierra y pastamos nuestros animales; pues es nuestro derecho. Acaso quiere usted desterrarnos de este lugar y como está sucediendo con los animales hacernos prófugos ambientales. —¡Eres un anti minero! —le acusó Mister Polluting con la disminuida calma 26


que le quedaba. —No lo soy —aclaró calmadamente el anciano Cunas—. No quiero ser desterrado de este lugar que me vio nacer y me dio identidad. Solo quiero proteger el medio ambiente por más que siempre corran por este lugar los vientos gélidos de la indiferencia. —Pero van a tener más dinero —insistía Mister Polluting. —No todo es dinero —respondió el anciano Cunas—. Entiendo que estamos viviendo tiempos donde la gente empieza a creer en utopías porque la realidad se ha convertido en una pesadilla. Los hombres estamos olvidando vivir para ser felices cuando buscamos la felicidad sin haber vivido. —Tienes razón anciano —reflexionó Mister Polluting. —No se trata de imponer las cosas por 27


la fuerza y la violencia sino sobre la base del diálogo y la comprensión —aseveró el anciano guardián Cunas Camayo. —Eres pobre pero tus cerros son ricos en minerales. Podemos hacerte rico si nos dejas explotar tus cerros —insistía Mister Polluting desde la profundidad de su resignación. —No —respondió el imperturbable anciano Cunas que con su bastón trazaba líneas en el suelo. —¡Está bien, está bien! —decía Mister Polluting aprobando forzosamente las fieles convicciones del anciano Cunas por proteger la vida y la salud de la tierra, el aire y el agua; de sus habitantes que no son solamente los hombres sino también los animales, las plantas, las aves, los peces, etc. —Me alegra que compartas conmigo, aunque con disminuida convicción, el sueño de un mundo mejor —dijo el anciano Cunas. 28


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—Apropósito, ¿a qué se debe el nombre que te pusiste? —preguntó Mister Polluting; tenía la curiosidad de saber el origen de su nombre, a pesar de su principal preocupación de querer explotar los minerales de la tierra contra viento y marea. —Cunas Camayo es una palabra quechua que significa comunicar, transmitir. Mis padres me han puesto ese nombre en honor al río Cunas porque soy el que comunica, el que transmite de generación en generación la herencia que nos han dejado nuestros antepasados de cuidar el medio ambiente que nos acoge y nos alimenta generosamente. »Te cuento que las aguas del río Cunas se forma como un entretejido de riachuelos y ríos que empiezan a discurrir de dos principales nevados alto andinos Condoray y Turuyoc que están ubicados a más de 5000 m.s.n.m. A partir de estos nevados las 30


aguas discurren mediante riachuelos para depositarse en las lagunas Yanauyac, Coricocha y Chichicocha que mediante sus desembocaduras se trasladan transitoriamente a un mismo lugar para dar forma al río Llame, por el oeste. Por el lado este, también están las lagunas de Quiullacocha, Quisococha y Huascacocha que al unir sus aguas forman el río Cachi. Desde el oeste y el este se trasladan los dos principales ríos para dar nacimiento al río Cunas. —¡Qué maravilla! —se sorprendió Mister Polluting—. Ese es el misterio que encierra la sabia naturaleza —reflexionó. —Así es Mister Polluting —asintió el anciano Cunas—. Eso es lo quiero que entiendas. Esta maravilla que te sorprende y que Dios así lo ha querido nos han heredado nuestros antepasados. »En estos últimos tiempos, se ha deteriorado la naturaleza que contiene nuestro 31


planeta y también la conciencia del hombre. Los nevados se están descongelando, los ríos están disminuyendo su volumen, las aguas se están contaminando. —Tienes razón amigo —le dijo Mister Polluting al anciano guardián Cunas. —Este deterioro irreversible que tiene múltiples consecuencias está afectando gravemente nuestra producción agrícola porque la lluvia no cae a su debido tiempo; en vez de lluvia cae granizada y helada que daña el cultivo de las plantas. —Pero eso pone en riesgo nuestra alimentación —dijo preocupado Mister Polluting. —Así es —correspondió el anciano Cunas—. Tenemos que preocuparnos por la alimentación de las personas que algún momento podría faltar y que, en efecto, los estudios alimenticios afirman que mientras la población ha crecido alarmantemente, la 32


producción ha disminuido críticamente. —Pero yo quiero explorar unos cuantos cerros amigo Cunas —retrocedía la conversación Mister Polluting queriendo persuadir astutamente al anciano guardián Cunas, a la vez de dar razón a su preocupación. —No es así —dijo seguro de sí mismo el insobornable anciano Cunas—. A veces los hombres pensamos fácil a la hora de dañar pero se sorprenden a la hora de reponer porque no saben cómo hacer. Eso es hacer las cosas pensando solamente en el presente sin ninguna previsión de futuro —aclaró. —Anda di que sí anciano —insistió Mister Polluting. —Hace algunos años vinieron otros exploradores con el mismo argumento y se fueron como se va el viento —dijo por experiencia el anciano Cunas. —Prometo no contaminar el ambiente 33


—insistió suplicante Mister Polluting. —Pues yo también estoy haciendo el esfuerzo de convencerte estimado Mister Polluting —argumentó el anciano Cunas—. Quisiera que también tengas en cuenta mis palabras. Pareciera estar mi voz silenciada en medio de las bulliciosas preocupaciones mediáticas de una humanidad sin futuro. —Eres un fiel guardián de la naturaleza —elogió Mister Polluting, después de tanta insistencia. —Gracias Mister Polluting —dijo el respetadísimo viejo— por eso me llamo Cunas y estoy orgulloso de comunicar la vida que protegemos en este lugar y quisiera que tú también entiendas. El anciano Cunas invitó a su casa a Mister Polluting y al Ingeniero Baltazar que le acompañaba. Caminaron poco más de tres kilómetros y a su llegada el anciano Cunas le ofreció un vaso de agua a cada uno 34


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para calmar su sed. Luego, se acercaron a las orillas del río Cunas, que a su paso se extendía cual remanso de aguas cristalinas alfombrada por la arenilla arrastrada ligeramente por las inclinaciones de sus cerros. El gringo se sorprendía al ver pasar a las intrépidas truchas que perseguían a los escasos bagrecillos que también corrían por instinto de sobrevivencia. —Estas son las aguas puras y cristalinas que beben los hombres. Nosotros la cuidamos desde aquí con la garantía que llegarán puras a las demás personas porque agua que no has de beber tienes que dejarla correr —sentenció el anciano Cunas. —Gracias querido amigo Cunas por tus sabias enseñanzas —dijo reflexivo—me estás enseñando amar y valorar la naturaleza, a pesar de mi insistencia de querer explotar tus tierras con la actividad minera —aseveró el Mister Polluting. 36


—Este río es toda una composición natural de la obra maestra de nuestro creador. Sabemos que el agua es fuente de vida pero no la cuidamos. Allá arriba, —indicó el anciano Cunas con el dedo índice la parta norte del río— se unen otros ríos más como el Acocancha, Anchic, Yanashioc, Patioc, Caballupaca, Huashapa, Sulcán, Calillo, Consac, Challhuas, Aguachi y otros más; todos ellos limpios pero cuando llegan cerca de las ciudades van siendo contaminadas irracionalmente por los mismos hombres como si no tuviera valor alguno —dijo indignado el anciano Cunas. —Es lamentable saber que los hombres adolecen de la conciencia del cuidado del medio ambiente —complementó Mister Polluting sabiendo que él también atravesaba la misma situación. —Totalmente de acuerdo contigo — aprobó en anciano Cunas. 37


—Si —dijo reflexivo Mister Polluting que se pasaba la mano por el rostro como muestra de preocupación. —Es que nos falta promover la conciencia ecológica entre los hombres —el anciano Cunas alimentaba la conversación—. Es lo que tenemos que sembrar hoy para cosechar mañana, es lo que debemos trabajar en el presente para asegurar un planeta sano y saludable para las futuras generaciones. »Este río tiene tres pisos llamados aguas arriba, intermedia y abajo. Las que están en la zona altina se conservan limpias y con abundante producción piscícola, las que están en la zona intermedia se van contaminando en la medida del crecimiento poblacional y las que están abajo son los que más se benefician y paradigmaticamente contaminan más. —Pero no les conviene contaminar el 38


río porque les perjudicaría —decía reflexivamente Mister Polluting. —Así es —correspondió el viejo Cunas sin duda alguna. »Este río que tiene su cuna en las altas cordilleras, separados por los disminuidos nevados y conservados por un complejo de lagunas, también tiene su historia basada en la cosmovisión andina de los orígenes. —Podrías contarme un poco de esa historia querido anciano —dijo Mister Polluting que al ver pasar el agua por su lado sentía la brisa fresca del aire que acariciaba tiernamente su rostro, acompañado por una sinfonía refrescante de vida. —Claro que sí, señor —respondió emocionado el anciano Cunas que cumplía la esencia de su misión de ser el que comunica los misterios guardados entrañablemente en la misma naturaleza. —¿Cuál es entonces la historia? —de39


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mandó suavemente Mister Polluting. —El río Cunas es la Pacarina del hombre más antiguo del Valle del Mantaro y de la Sierra Central del país… —expresó solemnemente el anciano Cunas. —¿Qué significa Pacarina? —interrumpió Mister Polluting. —...buena pregunta —aprobó y continuó hablando el anciano Cunas—: es el lugar donde habitaron los primeros hombres de esta zona central del país. —Eso quiere decir que el hombre más antiguo de la sierra está aquí; la misma que estoy pisando con mis propias botas. ¡No puede ser! —exclamó conmocionado Mister Polluting porque en el principio había llegado al lugar con el propósito de explotar minerales de los cerros pero ahora que escucha la historia se percata que está parado en medio un vasto complejo arqueológico antiquísimo. —Así es —le aprobó el anciano Cunas, 41


pero en seguida aclaró la ubicación—. Nosotros estamos en la zona altina, lugares por donde caminaron nuestros antepasados en la actividad de caza de animales y recolección de tubérculos, pero, el lugar exacto está en la parte baja. —¡Sí, entiendo! —asentía Mister Polluting sin salir del estupor. —Este descubrimiento está refrendado por la historia ya que en el Segundo Congreso Nacional de historia del Perú, en 1958, se aprobó el nuevo cuadro tempo-espacial para la historia huanca elaborada por el Doctor Luis Guillermo Lumbreras y la cronología por Rogger Ravines—comunicaba el anciano Cunas. —Entonces, cuál es su antigüedad — preguntó curioso Mister Polluting. —La antigüedad se remonta a los diez mil años, antes del nacimiento de Cristo — especificó el anciano Cunas, según los in42


formes científicos. —¡Ah caray! —siguió exclamando Mister Polluting, estupefacto de todo lo que le estaba informando el anciano Cunas. —Esta Pacarina, llamada por los historiadores como el paraíso perdido de la región central del país, es un complejo arqueológico que en las paredes izquierdas del río existen cavernas o abrigos rocosos originados por la erosión del agua y por la acción del mismo hombre. Allí instalaban sus viviendas y desde allí salían a sus alrededores para realizar sus actividades de la caza de animales, la pesca en el río y la recolección de frutos en el campo. Los cerros, los campos y el río Cunas son testigos de este largo período de historia. —¡Ah caray…! —apenas atinaba decir Mister Polluting. —A lado derecho del río —continuaba comunicando el anciano Cunas—, fren43


te a las cavernas, se encuentran los grandes roquedales de Huanca Huanca, adornados por árboles y arbustos, acompañada por la música de las aves de diversas especies y los tenues sonidos chascarreantes de las perdices y vizcachas. —¡Qué lindo! —exclamó Mister Polluting— ¡Oye anciano y por qué no me llevas al lugar! Pues quiero conocer. Emprendieron el viaje cuesta abajo hasta encontrar el camino, subieron a la camioneta que conducía el sigiloso Ingeniero; viajaron aproximadamente una hora y llegaron al lugar. —¡Qué maravilla! ¡Qué maravilla! — expresaba repetitivamente Mister Polluting; pues estaba contemplando con sus propios ojos siglos de historia conservados por la naturaleza y el medio ambiente. —Por eso te digo Mister Polluting que es importante cuidar el medio ambiente 44


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porque no son solamente piedras, aguas, nevados, lagunas, caminos, cavernas, etc. Sino que en ella está guardada la sabiduría del hombre y de los pueblos que han ido forjando nuestra historia —reflexionó sabiamente el anciano Cunas, guardián de la ecología. —Me has convencido querido anciano Cunas que no debo de buscar solamente mis intereses personales basados en mi bienestar económico sino también el respeto a la vida, principalmente del hombre pero también de los animales, las plantas, la aves y demás seres vivos que forman parte del ecosistema —complementaba la reflexión Mister Polluting. Fueron reflexionando ampliamente. Era cerca de las seis de la tarde y el ocaso del día anunciaba el término de la jornada. El sol descendía tenuemente, el cielo azul se oscurecía, las nubes se dispersaban 46


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por doquier, la luna se asomaba a alumbrar la noche, las estrellas encontraban su relajo. El viejo Cunas invito a Mister Polluting a entrar en la ciudad; éste aceptó amablemente, pues se trataba de una grata compañía. Hicieron el resto del camino por las orillas. En el camino observaban la fuerte contaminación que el mismo hombre ocasionaba. La gente arrojaba basura en bolsas y costales, en menor y mayor proporción, sobre las aguas del río que, mientras en la zona altina y media eran limpias y cristalinas, en la parte baja estaban totalmente contaminadas con el color negro y putrefacto que a su paso llevaba desechos orgánicos e inorgánicos. —La situación del agua en este lugar es dramática Mister Polluting —comentó el anciano Cunas. —¡Eso veo! —asintió con un gesto de 48


desagrado y repugnancia por el mal olor que desprendía la contaminación del agua con todo tipo de materia orgánica. —Cuanto más avanza la civilización, menor protección del medio ambiente; cuanta mayor ciencia y tecnología en el mundo moderno, menor conciencia ecológica en el hombre —cuestionó el anciano Cunas. —Tienes razón —comentó reflexivo Mister Polluting—. Estamos entrando a vivir una cultura utilitarista del descarte y de lo descartable que equivocadamente tienden a convertir nuestro planeta en un contenedor de todos los productos desechados por el hombre. —¡Por supuesto! —aseveró el anciano Cunas— Estamos convirtiendo nuestro planeta en un contenedor de desechos tóxicos que contaminan no solo el medio ambiente sino también al hombre; pues lo 49


que contamina, tarde o temprano, ocasiona daños irreversibles en el planeta. »Así como se habla de la globalización de la economía, la globalización de la civilización, etc… es urgente y necesario, también, hablar de la globalización de la ecología para que nuestro planeta no se deteriore por la contaminación. —¿Globalización de la ecología? — preguntó Mister Polluting. —Si —respondió el anciano Cunas. —¿En qué consiste? —acusó con la pregunta Mister Polluting. —Simple y llanamente que la preocupación por el cuidado del medio ambiente que está siendo dañado y deteriorado irreversiblemente no sea una tendencia naturalista de algunos como se condenaba todavía en nuestros tiempos sino sea un estilo de vida. Era una conversación de producción y consumo, de capitalismo neoliberal y con50


sumismo, de ciencia y ecología. Al entrar en la ciudad, continuaron observando la contaminación vehicular, luminosa, ocular, auditiva, mental, etc. El anciano Cunas Camayo se impuso con su existencia milenaria sobre las pretensiones humanas de Mister Polluting y el Ingeniero Baltazar que ambos buscan tener más sin importar lo demás.

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Ante tanta cursilerĂ­a discursiva Jaime Quispe Palomino se ha propuesto hacer una campaĂąa muy original haciendo que los niĂąos, los jĂłvenes y los pueblos adquieran el hĂĄbito de no ensuciar las aguas cristalinas que emanan de los nevados, intensificar la flora, la fauna y el aprovechamiento racional. Recomiendo la lectura de la colecciĂłn de “literatura ecolĂłgica infantilâ€? de mi gran amigo Jaime Quispe Palomino. El Gobierno Regional de EducaciĂłn tiene el imperativo que por ResoluciĂłn sean estas series “lectura sugerida u obligada en todos los centros educativosâ€?. Dr. Aquilino Castro VĂĄsquez Historiador


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