Cuaresma - Camino hacia la Pascua

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JAIME QUISPE PALOMINO, Pbro.


AUTOR: Jaime Quispe Palomino. Pbro. Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: Nº 2011-02411 Impresión: Editora Imprenta Ríos S.A.C. Primera edición Huancayo - 2011 - febrero Perú Ilustración de la tapa: El regreso del hijo pródigo (Rembrandt)


DEDICATORIA: Al Pbro. Darío Quispe Solano(+ 24 de enero del 2011) ; que me enseñó a amar a Dios, a la Iglesia y al Ministerio Sacerdotal.



PRESENTACIÓN El Papa Benedicto XVI, con ocasión de la Cuaresma 2011, ha puesto como consigna bíblica: “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo” (Cf. Rm 3,21-22). En efecto, la justicia de Dios, es llevada a cabo en la persona de Jesucristo. No se trata, solamente de una justicia distributiva: “dar a cada uno lo que le corresponde”. Se “necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente”, es decir, “el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sí mismo la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la “bendición” (Cf Gál 3,13-14). La Iglesia Arquidiocesana de Huancayo, para el presente año 2011, quiere resaltar el compromiso social de todo creyente desde la fe en Jesucristo. Y para ello el Papa Benedicto XVI, en su mensaje cuaresmal, nos alienta a ejercer la justicia mediante una vida más humana y más cristiana, como “plenitud de caridad, de don y salvación”. El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, dentro de los valores fundamentales de la vida, afirma que: “La justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener” (N° 202). Definitivamente, la acción social de la Iglesia huancaína, el presente año, enfatizará la justicia como un don cristiano en el ejercicio de vida pacífica y solidaria para todos. Una Iglesia de “comunión y participación” es la Iglesia en la que Jesucristo sigue trabajando indoblegablemente por una sociedad más justa y reconciliada. La Cuaresma, precisamente es el tiempo propicio para reflexión y el compromiso. Invito a todos los bautizados, miembros de la Iglesia, a vivir y celebrar la


Cuaresma como un tiempo para poner en práctica la justicia de Dios en nuestra historia de cada día. Con gusto presento el libro: “Cuaresma –Camino hacia la Pascua-”, elaborado por el Pbro. Jaime Quispe Palomino. Sus páginas son un valioso aporte a la formación cristiana en la justicia, inspirada en el corazón misericordioso de Dios Padre, en la persona de su Hijo Jesucristo e inspirada por el Espíritu Santo para la reconciliación humana. El título del libro precisa claramente el camino emprendido por el hombre en el seguimiento de Jesús para llegar a contemplar el rostro de Dios Padre de misericordia en la plenitud de la Pascua. El contenido desarrolla sistemáticamente la enseñanza de la Iglesia, Madre y Maestra, todo lo que el cristiano debe conocer para vivir mejor la Cuaresma y encontrarse con Cristo, crucificado y resucitado. Recordemos que la Cuaresma, son cuarenta días de peregrinación intensa por el camino de la justicia y la paz (Cf. Mt 4,1-11), tiene su máxima expresión en la celebración de la solemnidad de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Este libro será de mucho provecho para todos los que deseamos vivir la Cuaresma como camino hacia la Pascua de Jesús. Huancayo, 9 de marzo del 2011 Miércoles de Ceniza. Mons. Pedro Ricardo Barreto Jimeno, s.j. Arzobispo Metropolitano de Huancayo.


INTRODUCCIÓN La cuaresma, camino hacia la Pascua. La Cuaresma tiene su punto de partida en la Palabra de Dios, cuando el Espíritu Santo condujo a nuestro Señor Jesucristo al desierto para ser tentado por el mal (Cf Mt 4,1-11). Por eso, nuestra Santa Madre Iglesia, recuerda con predilección este acontecimiento que marcó el triunfo del bien sobre el mal, la victoria de la vida sobre la muerte y la recapitulación de todas las cosas en Cristo (Cf. Ef 1,10). La Cuaresma, cuarenta días de peregrinación hacia el fondo de la esperanza, es una propuesta de la Iglesia que anima el encuentro del hombre con su propia conciencia y con Dios, en el escenario de la vida. Este tiempo, consiguientemente, debe ayudar al cristiano a encontrarse consigo mismo en medio de las preocupaciones, dificultades y dispersiones. La cuaresma es el camino que conduce al encuentro de Jesucristo vivo y resucitado, en la solemnidad de la Pascua de Resurrección. La cuaresma no puede subsistir por si sola sino que está hecho en función a la Pascua. Por eso, la Cuaresma no pretende, en el cristiano, la imitación de la tentación de Jesucristo en el desierto sino el paso de una situación de vida herida gravemente por el pecado a la vida abundante por la gracia de Dios. A partir de este presupuesto cristiano de salvación, la Cuaresma es el camino que nos conduce de la cruz a la luz. La cuaresma es una composición musical a Dios que empieza su entonación en clave de conversión. Esta composición tiene la inspiración concentrada en Jesucristo vivo, vida plena en abundancia (Cf Jn 10,10). Esta composición musical requiere de un proceso de conversión a lo largo de cuarenta días que la liturgia de la Iglesia ofrece temáticamente su reflexión. Al final del recorrido efectuado el mensaje será el canto de la vida del cristiano al Dios que le ha sacado de las tinieblas del pecado y le ha conducido por el camino de la salvación.


La Cuaresma, iluminada por la Palabra de Dios. La Exhortación Apostólica Postsinodal “Verbum Domini” del Papa Benedicto XVI alienta a la Iglesia Universal a poner la Palabra de Dios en el centro de la vida y la misión de la Iglesia. En efecto, la Palabra de Dios es faro que ilumina a todos los hombres, especialmente a aquellos que viven sumergidos en la oscuridad del pecado. Por eso exhorta “a todos los fieles a reavivar el encuentro personal y comunitario con Cristo, Verbo de la Vida que se ha hecho visible, y a ser sus anunciadores para que el don de la vida divina, la comunión, se extienda cada vez más por todo el mundo”. 1 Es sumamente importante enriquecer nuestra vida de fe por el conocimiento y vida de la Palabra de Dios ya que “a lo largo de toda su historia, el Pueblo de Dios ha encontrado siempre en ella su fuerza, y la comunidad eclesial crece también hoy en la escucha, en la celebración y en el estudio”. 2 Precisamente, este libro que he escrito, responde a las expectativas del Papa Benedicto XVI, en la Exhortación Postsinodal “Verbum Domini”, de ofrecer al cristiano una reflexión bíblica de la Cuaresma. Por eso, el desarrollo temático de este libro está concentrado en la Palabra de Dios “que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual”3. Se trata de remarcar la fuerza divina que transforma la vida del cristiano y conduce la Iglesia por el camino de la salvación. Los Obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, entre los lugares privilegiados del encuentro con Jesucristo, destacan de la Palabra de Dios como “el camino de auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad”4. Con esta enseñanza los discípulos y misioneros de Jesucristo están llamados, de manera especial en la Cuaresma, a nutrirse con el pan de la Palabra; porque tienen el corazón hambriento de oír la Palabra del Señor (Cf. Am 8,11). La Cuaresma, en la Iglesia. La Iglesia, Madre y Maestra, a través de los siglos, se ha preocupado en la formación de sus hijos a fin “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). No se puede vivir bien la Cuaresma si no se tiene conocimiento y consentimiento de este tiempo fuerte que ofrece la liturgia de la Iglesia. Es tan importante la Cuaresma que, en su afán salvífico, guarda en el corazón del hombre una constante búsqueda de perfección de vida y, consiguientemente, [1] [2] [3] [4]

Verbum Domini, N° 2 Verbum Domini, N° 3 Dei Verbum, N° 21 Documento de Aparecida, N° 248; Cf. Iglesia en América, N° 12


modelo de santidad. Por eso, este libro es una propuesta sistemática de la enseñanza de la Iglesia para conocer los detalles de la Cuaresma, analizada y reflexionada desde la Palabra de Dios. En este libro se encontrarán respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué es la Cuaresma?, ¿cómo se ha desarrollado a través de la historia?, ¿qué es el miércoles de ceniza?, ¿qué dice el Magisterio de la Iglesia acerca de la Cuaresma?, ¿cuáles son los signos de la Cuaresma?, ¿cuáles son las características de la Cuaresma?, ¿cuáles son las actitudes del hombre, durante la Cuaresma?, ¿qué importancia tiene el sacramento de la penitencia y reconciliación?, ¿existen, en la Palabra de Dios, parábolas de conversión y perdón?, ¿la Palabra de Dios ofrece personajes que ayudad a vivir mejor la Cuaresma?, ¿existen nuevos caminos de conversión en el mundo actual?, ¿la Cuaresma ofrece, desde la Palabra de Dios, lecturas específicas que ayudan a vivir mejor este tiempo fuerte de la Iglesia?. Las respuestas a estas interrogantes se encontrarán en la lectura meditativa de este libro. Termino esta introducción citando al Papa Benedicto XVI que, en su mensaje cuaresmal del presente año, nos augura con las siguientes palabras: “Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia”. Con afecto de amigo y hermano. Jaime Quispe Palomino, Pbro.



Virgen Dolorosa



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CUARESMA “El Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto para que

fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.» Pero Jesús le

respondió: «Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de

pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Después el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso en la parte más alta

de la muralla del Templo. Y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate

de aquí abajo, pues la Escritura dice: Dios dará órdenes a sus ángeles y te llevarán en sus manos para que tus pies no tropiecen en piedra alguna.» Jesús replicó: «Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios.» A continuación lo llevó

el diablo a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y maravillas. Y le dijo: «Te daré

todo esto si te arrodillas y me adoras.» Jesús le dijo: «Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a

Él solo servirás.» Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle” (Mt 4,1-11; Cf. Lc 4,1-13; Mc 1,12).

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1.- SIGNIFICADO Cuaresma o cuadragésima significa cuarenta días de preparación a las celebraciones del Misterio Pascual que tiene como máxima expresión la solemnidad de la Resurrección; cuando Jesucristo, nuestro Señor, triunfa sobre el pecado, el mal y la muerte.

El número cuarenta tiene origen bíblico y acompaña al hombre a su encuentro con lo divino5. Pero, este encuentro con lo divino, en la realidad bíblica, requiere de una preparación, por medio de pruebas y purificaciones, para llegar finalmente al encuentro con Dios. Este proceso previo es denominado, actualmente por la Iglesia, como el tiempo de Cuaresma, que prepara al hombre a su encuentro gozoso con Cristo Resucitado en la solemnidad de la Pascua.

Este acontecimiento cuaresmal, en la liturgia de la Iglesia, está fundamentado en las tentaciones que tuvo Jesús en el desierto, en el inicio de su vida pública (Cf. Mt 4,1-11). Las Sagradas Escrituras describen la victoria de Dios sobre el mal, a pesar de haber sido “sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero que, a él, no lo llevaron al pecado” (Hb 4,15). Las tentaciones de Jesús en el desierto, en efecto, coinciden con las tentaciones del mundo actual cuando el consumismo pone el tener por encima del ser (el hambre), cuando el creyente manipula a Dios para sus propias conveniencias (tentar a Dios) y cuando sometemos nuestra vida al dominio del dinero, el sexo, el poder, etc. (idolatría). La Iglesia propone a los laicos discípulos y misioneros los cuarenta días como tiempo apropiado para la reflexión íntima de la vida cristiana de cada día. Es una peregrinación hacia el interior de la persona para tener un encuentro personal consigo mismo, con Dios, con el prójimo y con la creación. San León Magno, refiriéndose a la Iglesia universal, afirmaba de la Cuaresma como: “Un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”6.

[5] [6]

Cf. La oración de la mañana y de la tarde, Tiempo de Curesma, p. 276 Sermón 42

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Afirmaciones fundadas en la carta del Apóstol san Pablo a los Romanos, cuando invitaba a la comunidad a configurarse con Cristo, en el sufrimiento y la gloria (Cf. Rom 8,17).

Es así que el tiempo de Cuaresma expresa la realidad humana y divina donde “el conjunto de palabras que anuncia los acontecimientos de la salvación, oraciones, ritos y prácticas ascéticas es un gran signo sacramental, mediante el cual la Iglesia participa en el misterio de Cristo que por nosotros hace la experiencia del desierto, ayuna, vence la tentación y opta por el camino del mesianismo del siervo humilde y sufriente hasta la cruz”7.

La cuaresma es un tiempo de renovación individual y eclesial. Renovación individual porque demanda el esfuerzo personal y renovación eclesial porque está dirigida a la Iglesia entera. Debe haber reciprocidad en ambas partes porque es necesario sentirse solidarios con el Cuerpo místico de Cristo: “Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un único cuerpo. Y a todos se nos ha dado a beber el único Espíritu” (1Cor 12,13).

El tiempo de cuaresma empieza exactamente el Miércoles de Ceniza y se prolonga hasta antes de la celebración de la Cena del Señor8.

La Cuaresma anticipa la celebración del Triduo Pascual, que consiste en la celebración de la pasión, muerte y resurrección. Por eso, el tiempo de gracia que ofrece vivir la Cuaresma, tiene que ser un tiempo especial que ayude al cristiano a volver a encontrarse consigo mismo, a levantar la mirada a Dios, a reconciliarse con el hermano y a vivir en armonía con la creación. La oración conclusiva, del día sábado de la segunda semana, de la Liturgia de las Horas, reza la Cuaresma de la siguiente manera: “Señor, danos la gracia de celebrar esta Cuaresma con alegría y penetrar a fondo el verdadero sentido del misterio pascual, para que podamos alcanzar plenamente su eficacia”.

[7] [8]

Manual de liturgia I, Introducción a la celebración litúrgica, Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), p. 267 Cf. Mysterii Paschalis, N° 28

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2.- HISTORIA En los primeros siglos de la Iglesia, la Cuaresma estaba relacionada fundamentalmente al ayuno y complementariamente a las otras prácticas penitenciales como la mortificación, la abstinencia, la oración prolongada, etc. Con el transcurso de los años, la cuaresma fue adquiriendo su propio nombre y enriqueciéndose como un tiempo de reflexión, conversión y renovación. La Cuaresma, a través los siglos, ha tenido un proceso marcado por tres componentes fundamentales:

• La preparación de toda la comunidad para la celebración de la solemnidad de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. • La reconciliación de los penitentes a través de prácticas cuaresmales. • La preparación de los catecúmenos para el Bautismo que se le administraba en la Vigilia Pascual.

A continuación describiremos, brevemente, la formación y consolidación de este tiempo de gracia:

[9]

En el siglo II, se entendía como el tiempo breve de uno o dos días de preparación adecuada a la Pascua de Resurrección, mediante las prácticas penitenciales de la oración y el ayuno. San Ireneo de Lyon se dirigió con una carta al Papa Victor con el siguiente testimonio: “Pues- continúa- algunos piensan que hay que ayunar durante un día, otros que durante dos, y otros que durante varios, e incluso otros aceptan que afirman que deben hacerlo durante cuarenta horas continuas, de día y de noche”9. De esta manera estaba catalogado el tiempo de Cuaresma: El ayuno que debía guardar el cristiano antes de la celebración de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Estas prácticas, a finales del siglo II, eran impuestas a los candidatos al sacramento del Bautismo, llamados catecúmenos; ellos tenían que ayunar el viernes y el sábado, antes de recibir el sacramento, en la noche santa de la Vigilia Pascual.

Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica V, 24

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Al inicio del siglo III, la Didascalía testimoniaba la práctica del ayuno, abstinencia, sacrificio y mortificación que duraba una semana. A mediados del siglo III, el ayuno se extendió a las tres semanas que antecedían la noche del sábado santo, conocida como la Vigilia Pascual. El ayuno estaba ordenado a la preparación de los catecúmenos que debían recibir el sacramento del Bautismo durante la celebración de la Vigilia Pascual. Las dos primeras semanas se ayunaban de lunes a viernes y la tercera semana se ayunaba de lunes hasta después de la celebración de la Vigilia Pascual.

E n el siglo IV, se estableció la norma de los cuarenta días y se comenzó a llamar tiempo de Cuaresma. En este siglo fue establecido el miércoles como día que marcaba el inicio de los cuarenta días de preparación, imitando a Jesús en el desierto, para la celebración del Misterio Pascual. En el siglo VI y VII, en el afán de prolongar la vida ascética de la Iglesia, por influencia de la Iglesia de Oriente, el cómputo de la Cuaresma era la Cuadragésima (cuarenta días), aumentó a la Quincuagésima (cincuenta días), luego la Sexagésima (sesenta días), hasta la Septuagésima (setenta días).

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En el siglo XI, se estableció la costumbre de imponer la ceniza a todos los fieles, en señal de penitencia y reconciliación. Luego fue exclusivisado, el día miércoles de ceniza, para marcar el inicio del tiempo de Cuaresma.

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3.- FUNDAMENTO BÍBLICO En la Biblia, cuarenta es un número simbólico que no indica precisamente cantidad sino un mensaje. El mensaje del número cuarenta es el “cambio” de un período a otro, de los años de una generación a otra.10

Veamos, a continuación, el mensaje que contiene el número cuarenta en el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Noé y el diluvio universal simboliza el cambio hacia una nueva humanidad; a través de una alianza con el hombre y con la naturaleza.

“Yavé vio que la maldad del hombre en la tierra era grande y que todos sus pensamientos tendían siempre al mal…Dijo a Noé: “entra en el Arca tú y tu familia… Porque dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches…” (Gn 6,5-7,24).

L os Israelitas que peregrinaron en el desierto simboliza el cambio de una nueva generación. Esta nueva generación tuvo que pasar por pruebas y sacrificios, pero, finalmente obtuvieron la tierra que Dios había prometido al pueblo de Israel, sacándolos de la esclavitud de Egipto.

[10]

“El año cuarenta, después de la salida de Egipto…Moisés comunicó a los hijos de Israel…Estaban en el país de Moab, al otro lado del Jordán” (Dt 1,1-3).

Cf. Ariel Álvarez Valdés, http://www.buzoncatolico.es/formacion/bibliaestudiobiblico/numerosylabiblia.html

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Moisés, antes de recibir el Decálogo de la mano de Dios, en el monte Sinaí, simbolizó el cambio de un nuevo estilo de vida, guiado por los mandamientos. Mandamientos que guiarán la vida de los pueblos por el camino de la santidad. “Yo, pues, estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches, como la primera vez. También escuchó Yavé mi súplica y renunció a destruirte. Y me dijo Yavé: Levántate y ponte al frente de este pueblo para que vayan a tomar posesión de la tierra de la que juré a sus padres dársela en herencia” (Dt 10,10). La peregrinación de Elías al monte Horeb simboliza el cambio de vida. Peregrinación que le llevó al encuentro con Dios, que le hizo profeta de las naciones.

“Se levantó, pues, para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb” (1 Re 19,8).

El anuncio de conversión que hizo el profeta Jonás a los habitantes de Nínive. Después de un período de purificación, el pueblo de Nínive vivió muy agradecido a Dios por la infinita misericordia que les había mostrado, a consecuencia de su conversión.

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“La noticia llegó hasta el rey de Nínive, el que se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de saco y se sentó sobre cenizas…” (Jon 3,6).


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Jesús en el desierto simboliza el cambio de su vida privada a la vida pública. Jesús, antes de ejercer la misión que el Padre de la había encomendado, fue conducido al desierto y tentado por el diablo. Cuarenta días de constante lucha con el maligno, que quiere imponerse sobre la bondad de Dios. “Luego el Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo. Y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre” (Mt 4,1-2. Cf Lc 4,1 y Mc 1,12).

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4.- EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA El Magisterio de la Iglesia anima a vivir la Cuaresma durante el año litúrgico como un tiempo fuerte que anima en el cristiano a una renovación de vida interior y exterior.

La liturgia de la Iglesia es quien desarrolla este acontecimiento cíclico de manera resaltante e intensa ya “que una vez al año celebra también, junto con su santa Pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua” 11, el triunfo de la vida sobre la muerte y el triunfo de la gracia sobre el pecado. Concilio Vaticano II. En la Constitución “Sacrosanctum concilium”, sobre la sagrada liturgia, del Concilio Vaticano II, dedica un apartado a la Cuaresma; donde se enfatizan los elementos bautismales y penitenciales que favorezcan la renovación de vida cristiana. “Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por consiguiente: a) Usense con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la Liturgia cuaresmal y, según las circunstancias, restáurense ciertos elementos de la tradición anterior. b) Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles, junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que lo detesta en cuanto es ofensa de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en la acción penitencial y encarézcase la oración por los pecadores” 12. [11] [12]

Sacrosanctum Concilium, N° 102 Sacrosanctum Concilium, N° 109

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M ysterii Paschalis. Esta Carta Apostólica del Papa Pablo VI, dada forma motu proprio por la que aprobó las normas universales sobre el año litúrgico y el nuevo calendario general; define magistralmente: “El tiempo de Cuaresma está ordenado a la preparación de la celebración de la Pascua: la liturgia cuaresmal prepara para la celebración del misterio pascual tanto a los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de la iniciación cristiana, como a los fieles que recuerdan el bautismo y hacen penitencia”13.

C ódigo de Derecho Canónico. Señala la norma de los días penitenciales que el cristiano debe guardar dentro del tiempo de Cuaresma. “En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma”14.

C atecismo de la Iglesia Católica. La Cuaresma es sustentada por los cuarenta días de la tentación de Jesús en el desierto. Este acontecimiento cuaresmal debe revivirse cada año, a través de la liturgia de la Iglesia, con la finalidad de configurarse más al Misterio de Jesús en el desierto. “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto”15.

[13] [14] [15]

Mysterii Paschalis, N° 27 Código de Derecho Canónico, Cn. 1250 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 540

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5.- MIÉRCOLES DE CENIZA Este acontecimiento, como un tiempo privilegiado para la reconciliación con Dios y con el hermano, se fundamenta en las épocas antiguas del pueblo de Israel que, después de haber pecado, el profeta invitaba a que “cambiemos nuestro vestido por la ceniza…ayunemos y oremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados” (Jl 2,12-13). El pueblo de Nínive, ante el anuncio del profeta Jonás, comenzó a vivir su conversión con el signo de la ceniza (Cf. Jon 3,6ss). El último de los profetas del antiguo Testamento, Juan el Bautista, ante la llegada inminente del Reino de Dios en la persona de nuestro Señor Jesucristo proclamaba este mensaje: “Cambien su vida y su corazón, porque el Reino de los cielos se ha acercado’…” (Mt 3,2). En los primeros siglos de la Iglesia, la ceniza se imponía a los cristianos para una penitencia pública. Este gesto, de origen bíblico, era una señal de luto y dolor que indicaba el arrepentimiento y muerte de los pecados. Al momento de administrar la ceniza, el ministro de Dios, cubría el rostro del penitente a través un rito de entrada en el orden de los penitentes hasta el día Jueves Santo, por la mañana, con el rito de la reconciliación de los penitentes, que les permitía celebrar el Triduo Pascual.

En el siglo XI, la penitencia pública se cambió en confesión privada y absolución individual de los pecados. Entonces, el modo de administrar la ceniza cambió al signo de echar mesuradamente sobre la coronilla y con el tiempo el signo de la cruz sobre la frente.

Hoy en día, el Miércoles de ceniza, es la puerta que nos introduce a vivir el tiempo de Cuaresma. 24


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La ceniza:

La ceniza es el carbón de los olivos que se llevaron en la mano, la fiesta del Domingo de Ramos del año anterior. Semanas antes de la celebración de la Misa del Miércoles de ceniza, el sacerdote pide a los fieles los ramos que han guardado en sus hogares; luego los quema y en la Misa los bendice diciendo:

“Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla y encuentras agrado en quién expía sus pecados; escucha benignamente nuestras súplicas y derrama la gracia de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo”16.

Al momento de imponer la ceniza sobre la frente o la cabeza, el sacerdote exhorta a los fieles diciendo una de las siguientes fórmulas: • “Conviértete y cree en el Evangelio”. • “Acuérdate que de polvo eres y en polvo te convertirás”.

Exhortación:

“Conviértete y cree en el Evangelio”. (Cf. Mc 1,15; Mt 3,2)

[16]

Es una exhortación que invita a volver la mirada a Dios; que el pecado había desviado. Se trata de renovar el compromiso con Dios bueno y misericordioso, ser cooperadores en la edificación del Reino de Dios y ser auténticos discípulos y misioneros de Jesucristo.

Nuevo Misal del Vaticano II, Tiempo de Cuaresma, Bendición e imposición de la ceniza

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“ Acuérdate que de polvo eres y en polvo te convertirás”. (Cf.Gn 2,7; 3,19)

A través de estas palabras, nuestra Santa Madre Iglesia, recuerda el origen y fundamento de la vida del hombre en Dios, hace tomar conciencia de la fragilidad humana a la que estamos expuestos e indica en destino final de nuestra existencia.

“ Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”. (Cf. Jn 3,5-7; Rm 14,8-9)

Estas afirmaciones invitan a nacer de nuevo para Dios. Se trata de hacer morir al pecado que acecha nuestra vida de gracia y resucitar con Cristo en la Pascua.

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6.- SIGNOS DE LA CUARESMA Dentro del tiempo de cuaresma se deben tener en cuenta tres signos fundamentales.

L a cruz: Es el punto de referencia de todo el tiempo cuaresmal. En la cruz está el mensaje de salvación que Dios nos ha dejado “para que todo aquél que crea tenga por él vida eterna” (Jn 3,15). San Pablo en su carta a las primeras comunidades enseñaba a configurarse a Cristo “que tomando la condición de servidor…se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz” (Fil 2,7-9). Tenemos que ser conscientes que Jesucristo “fue tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías y aplastado por nuestros pecados. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados” (Is 53,5).

Por eso, el cristiano debe sentirse orgulloso del signo de la cruz; porque “por él, el mundo ha sido crucificado” (Gál 6,14) y para llegar a la perfección de vida “es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos”17.

En la cruz, Cristo ha asumido los sufrimientos de los hombres hasta la muerte y la ha conducido a la salvación.

[17]

L a penitencia: Es la gran oportunidad de cambio que ofrece el tiempo de Cuaresma en la exhortación que hacía San Juan Bautista: “cambien su vida y su corazón, porque el Reino de los Cielos se ha acercado” (Mt 3,2).

San Basilio Magno, Sobre el Espíritu Santo, Cap. 15,35: PG 32, 127-130

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[18] [19] [20]

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Todo hombre está llamado, en el ejercicio de su vida, a una renovación íntima en el modo de sentir, juzgar y vivir. En efecto, “todo ser humano siente la necesidad de la penitencia, pues todos somos conscientes de cómo nos apartamos una y otra vez del camino recto. Entonces la persona necesita tomar la decisión de volver a comenzar de nuevo”18. La penitencia, práctica concreta de conversión, es el ejercicio que el cristiano debe adoptar para su vida de cada día; a través de una novedad en el comportamiento agradable a Dios y una actitud de rechazo al pecado. Entonces, la penitencia debe entenderse como la misericordia que brota del corazón del cristiano y no los sacrificios de purificación externa (Cf. Mt 12,7). “Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desunión, los despide del altar para que antes se reconcilien con sus hermanos: Dios quiere ser pacificado con oraciones de paz. La obligación más bella para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de todo el pueblo fiel”19.

En el tiempo de Cuaresma, por antonomasia, el cristiano está llamado a demostrar su penitencia como un acto de resarcimiento a las faltas cometidas en la vida personal, familiar, eclesial y social: “El que tenga dos capas dé una al que no tiene, y quien tenga qué comer haga lo mismo…No cobren más de lo debido…No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y conténtense con lo que les pagan” (Lc 3,10-14). O sea, que “la penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social”20.

Anselm Grün, La penitencia: celebración de la reconciliación, 2002, p. 8 San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 23 Sacrosanctum Concilium, N° 110

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E l bautismo: Es el signo que “marca profundamente con su impronta el espíritu de la Cuaresma”21. Todo cristiano debe saber que, a partir del bautismo, “somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión”22. Para entender mejor el bautismo en el tiempo de Cuaresma haremos la siguiente distinción: J uan el Bautista: El bautismo de Juan era de conversión y purificación. Si el hombre quería acoger la Buena Nueva de la salvación tenía que convertirse a Dios, es decir, dirigir el camino de su vida a Dios.

“Mi bautismo es bautismo de agua y significa un cambio de vida. Pero otro viene después de mí y más poderoso que yo” (Mt 3,11a; Cf. Jn 1,26).

E l Mesías: Jesucristo era la plenitud del bautismo con el Espíritu Santo y fuego (Cf. Mt 3,11d). Es el bautismo que hace renacer a los hombres para la Iglesia. “Entonces fue cuando Jesús empezó a predicar. Y les decía: Cambien su vida y su corazón, porque el Reino de los Cielos se ha acercado” (Mt 4,17).

[21] [22]

Por eso, el tiempo de Cuaresma invita a redescubrir el bautismo como un regalo de Dios y el renacimiento de vida al estilo de Jesucristo, único salvador del mundo.

Si el pecado hace morir la vida de gracia con Dios, el Bautismo hace revivir la vida reconciliada consigo mismo, con el prójimo, con la creación y con Dios.

La oración de la mañana y de la tarde, Tiempo de Cuaresma, p. 276 Catecismo de la Iglesia Católica, N°1213

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7.- CARACTERÍSTICAS La Cuaresma ofrece, al discípulo y misionero de Jesucristo, ciertas características que le ayudarán a vivir mejor este tiempo de gracia y salvación. Todo tiene su tiempo

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado, tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de edificar, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar, tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas, tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar, tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar, tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar, tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Eclesiastés 3,1-8).

T iempo de reflexión: Es el momento oportuno donde la Cuaresma invita al cristiano a peregrinar hacia la profundidad de su propia conciencia y tener un encuentro personal con Dios:

[23]

“Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo…” (Salmo 42[41], 2).

Esta facultad reflexiva, invita al hombre a desarrollar una vida interior que le permite ser consciente de sus pensamientos, sentimientos y acciones. En la medida que el cristiano reflexiona su vida, buscará mejorarla cada día. Por eso, se dice que la reflexión, en el período cuaresmal, es una característica que ayuda a encontrarse con lo más sagrado e inabarcable de la conciencia humana. Se trata de “entrar en un análisis insobornable del propio corazón y ponerlo al descubierto ante el rostro de Dios”23.

Rufino María Grández, El camino cuaresmal, Centro de Pastoral Litúrgica, p. 68

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Sin embargo; el ritmo frenético de la vida, poco o mucho, impide desarrollar esta capacidad reflexiva. Ante esta realidad contrastante, la Cuaresma ofrece este tiempo de reflexión como una gran oportunidad de sentir el amor de Dios, la admiración por la creación, la capacidad de cambiar los aspectos negativos de la vida y la oportunidad de volver al estado de gracia que Dios ha regalado en el Bautismo. Es importante el tiempo de reflexión porque permite meditar detenidamente los diversos aspectos de la vida del cristiano con la finalidad de sacar conclusiones que favorezcan al crecimiento y fortalecimiento de la fe (Cf. Ap 21,10). Recuerda que la reflexión ennoblece el espíritu cristiano y lo conduce por el camino de la santidad. Cuanto más reflexiona el cristiano, tanto más posibilidades de perfección de vida alcanzará (Lev 19,2; Mt 5,48). San Agustín, después de haber viajado por muchos países, después de haber escudriñado las ciencias, después de haber ocupado su vida en tiempo vano y después de haberse alejado de Dios, reflexiona: “Tarde te amé, Belleza, tan antigua y tan nueva, ¡tarde te amé! Estabas dentro de mí, y yo te buscaba por fuera... Me lanzaba como una bestia sobre las cosas hermosas que habías creado. Estabas a mi lado, pero yo estaba muy lejos de Ti. Esas cosas... me tenían esclavizado. Me llamabas, me gritabas, y al fin, venciste mi sordera. Brillaste ante mí y me liberaste de mi ceguera... Aspiré tu perfume y te deseé. Te gusté, te comí, te bebí. Me tocaste y me abrasé en tu paz” 24.

[24]

San Agustín, Las Confesiones, Libro VI, Capítulo 1

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Tiempo de perdón: Es el grado de conocimiento que ofrece la Cuaresma a todos los bautizados:

“Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan de cada día; y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno” (Mt 6,9-13. Cf. Lc 11,1; Mc 11,25).

En efecto, el cristiano debe tener conocimiento y consentimiento del perdón para que la Cuaresma sea una oportunidad de cambio de vida; que perdona las ofensas de sus semejantes como las ha perdonado Dios (Cf. Mt 18, 23-35). El mundo de hoy necesita conocer profundamente el sentido y significado que tiene el perdón de Dios. Con el perdón, como presupuesto gnoseológico y existencial, el mundo tiene que ser edificado en la justicia, la fraternidad y la solidaridad. Muchas veces los hombres afirman que se perdona, pero, no se olvida. Estas afirmaciones, cargadas de rencor y resentimiento, obnubilan las aspiraciones del Reino de los Cielos. Por eso, el discípulo y misionero de Jesucristo, debe tener entrañas de misericordia para perdonar y ser perdonado (Cf. Lc 10,25-37). Aquél que ha aprendido a perdonar, ha aprendido a ser feliz y como lo consigna Martin Luther King “el que es incapaz de perdonar es incapaz de amar”.

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Tiempo de conversión: La conversión es el gesto concreto de la Cuaresma que significa volver a empezar “en referencia al aspecto exterior de cambio de vida práctica o costumbres (epistréfein) y al aspecto interior de cambio de mentalidad (metanoía)”25.

“…Ayúdame a volver y volveré, ya que tú eres Yavé, mi Dios. Ahora me arrepiento de haberme desviado, me doy cuenta y me golpeo el pecho” (Jer 31,18e-19).

La conversión se desarrolla en función a la toma de conciencia del pecado; porque solamente habrá una verdadera conversión en la medida que el cristiano reconozca el pecado como un atentado al pacto de alianza con Dios. ■■ Dinámica de la conversión: La conversión, en el discípulo y misionero de Jesucristo, comienza en el interior y se refleja exteriormente. Por eso, la conversión debe asumirse desde estas dos actitudes: •• Conversión interior: Consiste básicamente en el cambio de mentalidad. “Volveré donde mi padre y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti” (Lc 15,18). La conversión interior es el fruto de la reflexión paciente y humilde.

•• Conversión exterior: Consiste básicamente en el cambio de actitudes.

[25]

“Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, por ser sus santos muy queridos; revístanse de sentimientos de tierna compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Col 3,12; Cf. Tit 3,4). La conversión exterior es el conocimiento y consentimiento del perdón que Dios otorga apasionadamente a la Iglesia.

Dionigi Tettamanzi, El hombre imagen de Dios, secretariado trinitario, p.213

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■■ D imensión de la Conversión: Las dimensiones de la conversión ayudan a replantear el estilo de vida más humano y más cristiano. Debe empezar en la persona, atravesar la comunidad que es la Iglesia y anunciar a los demás. Estas son las dimensiones fundamentales de la conversión.

•• Conversión personal. Es la conversión que implica directamente a la persona; sin condicionamientos circunstanciales ni evasión de responsabilidad. “El hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí” (Gn 3,12).

La conversión personal transforma al hombre en una nueva criatura, consciente de sí mismo, consciente de su pecado y consciente de la misericordia de Dios que le hace volver a nacer. Es la opción preferencial por el Reino de Dios. •• Conversión comunitaria. La conversión personal no se encierra en un mundo individualista e intimista; por eso, debe atravesar por la conversión comunitaria de la Iglesia. “Al oír esto, se afligieron profundamente. Dijeron, pues a Pedro y a los demás apóstoles: ‘Hermanos, ¿qué debemos hacer?’ Pedro les contestó: Conviértanse y háganse bautizar cada uno de ustedes en el Nombre de Jesucristo, para que sus pecados sean perdonados” (Hch 2,37-38).

La conversión comunitaria conlleva a la construcción de una nueva sociedad humana, justa, fraterna y solidaria. •• Conversión pastoral. Las estructuras sociales en el mundo, en América latina y en el Perú reflejan una alarmante situación de injusticia y desigualdad. Ante esta realidad, la Iglesia Universal está llamada a ser discípula y misionera de Jesucristo, anunciando la Buena Nueva de salvación. “La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posible que “el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial” (NMI 12) con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se 34


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manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera”26.

La conversión pastoral pide, pues, un “nuevo punto de partida para la Nueva Evangelización de nuestros pueblos”27; de acuerdo a la consigna evangélica: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19).

■■ E l testimonio de la conversión: La conversión, por lo tanto, es el estado de vida del cristiano que anhela vivir la gracia y el amor de Dios; que por su infinita misericordia ha reconciliado a los hombres para que vivan como la gran familia de Dios que es la Iglesia. La Iglesia, desde la Palabra de Dios, transmite una gama de testimonios de conversión. Citemos solamente algunos:

[26] [27] [28]

•• •• •• •• •• ••

La conversión de Nínive (Jon 3,1-10). La conversión del Rey David (Salmo 51[50],3-20). La conversión de Mateo (Mt 9,9-13). La conversión de Zaqueo (Lc 19, 1-10). La conversión del hijo pródigo (15,11-32) La conversión de Pablo (Hch 9,1-30).

La conversión de San Pablo afianza, de manera excelente, la vida del cristiano en la Cuaresma como un tiempo que hace tocar con el corazón el amor y la felicidad que provienen de Dios. Para San Pablo “el tormento más grande y extraordinario era el verse privado de este amor: para él, su privación significaba el infierno, el único sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable”28.

Documento de Aparecida, N° 370 Documento de Aparecida, Mensaje final, N° 3 San Juan Crisóstomo, Homilía 2 sobre las alabanzas de San Pablo: PG 50,477-480

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Tiempo de reconciliación: Es la acción de conversión que, después de haber roto el pacto de amistad con Dios y con los hermanos, se vuelve a unir. Es la expresión del sentimiento de arrepentimiento y las ganas de recomenzar el camino de unidad y armonía, amor y comprensión.

[29]

“Por esa misma razón, el que está en Cristo es una criatura nueva. Para él lo antiguo ha pasado; un mundo enuevo ha llegado. Todo eso es la obra de Dios, que nos reconcilió con Él en Cristo…Pues, en Cristo, Dios reconciliaba al mundo con él; a los hombres ya no les tomaba en cuenta sus pecados, y a mí me entregaba el mensaje de la reconciliación” (2Cor 5,17-19).

Las sagradas escrituras hablan de la reconciliación del hombre con Dios porque, precisamente, la relación con Dios se había roto por culpa del pecado; pero, “él quiso reconciliar consigo todo lo que existe, y por él, por su sangre derramada en la cruz, Dios restablece la paz tanto sobre la tierra como en el cielo” (Col 1,20-21. Cf. Rm 5,10). Las buenas relaciones siempre tienden a distanciarse por la humana debilidad; pero, la reconciliación siempre se encargará de restablecer la amistad con Dios (Cf. Jn 15,15). Es la amistas que, también, debe brillar entre los cristianos, hijos de la gran familia de Dios que es la Iglesia.

La Exhortación Apostólica Postsinodal “Reconciliación y Penitencia” del Papa Juan Pablo II mira la realidad del mundo hecho pedazos por la división entre las personas y los grupos, naciones contra naciones y bloques de países enfrentados en una afanosa búsqueda de hegemonía29. Ante esta realidad contrastante, la Iglesia se convierte en sacramento de reconciliación y la reconciliación se presenta como un don de Dios, rico en misericordia (Cf. Ef 2,4).

La reconciliación se debe aplicar intra y extra eclesialmente a fin de promover en el mundo entero una cultura de justicia y paz.

Cf. Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, N° 2

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■■ Reconciliación ad intra: Vivir en armonía eclesial con los ministros ordenados y los fieles laicos (Cf. Hch 4,32).

“Frente a nuestros contemporáneos —tan sensibles a la prueba del testimonio concreto de vida— la Iglesia está llamada a dar ejemplo de reconciliación ante todo hacia dentro; por esta razón, todos debemos esforzarnos en pacificar los ánimos, moderar las tensiones, superar las divisiones, sanar las heridas que se hayan podido abrir entre hermanos, cuando se agudiza el contraste de las opciones en el campo de lo opinable, buscando por el contrario, estar unidos en lo que es esencial para la fe y para la vida cristiana”30.

■■ Reconciliación ad extra: Vivir en armonía con las diversas confesiones religiosas y con aquellos que no profesan la fe en Dios (Cf. Jn 17,21).

[30] [31]

“Es inevitable que en esta situación quede oscurecido también el sentido del pecado, que está íntimamente unido a la conciencia moral, a la búsqueda de la verdad, a la voluntad de hacer un uso responsable de la libertad. Junto a la conciencia queda también oscurecido el sentido de Dios, y entonces, perdido este decisivo punto de referencia interior, se pierde el sentido del pecado. He aquí por qué mi Predecesor Pio XII, con una frase que ha llegado a ser casi proverbial, pudo declarar en una ocasión que «el pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado»”31.

Reconciliatio et paenitentia, N° 9 Reconciliatio et paenitentia, N° 18

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Tiempo de dar frutos: Un árbol frutal es bueno cuando da buenos frutos (Cf. Mt 7,17) y para que así sea se requiere de muchos cuidados. La vida del cristiano es como un árbol que durante la Cuaresma se preparara para dar buenos frutos en la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo y esos frutos se prolonguen por toda la vida; como el sembrador que salió a sembrar la semilla, cayó en tierra buena y produjo el ciento por uno (Cf. Lc. 8,5-8). Durante la Cuaresma, se tiene que preparar el terreno del árbol de la vida, quitando la mala hierba del pecado, sacando las piedras que dañan, regando con el agua pura del Bautismo, echando el abono de la misericordia, etc.

“Entonces los trabajadores fueron a decirle al patrón: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo?; ¿de dónde pues viene esta maleza?’. Respondió el patrón: ‘Esto es obra de un enemigo’. Los obreros le preguntaron: ‘quieres que lo arranquemos’. No, dijo el patrón…Corten primero la maleza” (Mt 13,27-30).

Este proceso requiere un tiempo determinado de cuarenta días para desarrollarse y dar frutos de conversión. Sin embargo; los frutos de la conversión pueden ser de baja calidad debido a la frigidez del clima de la fe, a la sequía del corazón que se tenga que afrontar y a alguna plaga que se haya apoderado del pensamiento y las acciones del cristiano. Ante esta realidad; se requiere de paciencia, concentración y atención para que los frutos de vida del cristiano puedan alimentarse y afianzarse en el gran amor de Dios que está a la raíz de todo cuanto existe en el mundo. “Como la rama no puede producir fruto por si misma si no permanece en la planta, así tampoco pueden ustedes producir frutos si no permanecen en mí. Yo soy la Vid y ustedes las ramas. Si alguien permanece en mí, y yo en él, produce mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15,4-5).

Por eso, la Cuaresma es una estupenda ocasión que ayuda a dar frutos de vida cristiana en los pensamientos, palabras y obras (Cf. Mt 7,16-17); que los demás saborearán en la bondad y la verdad, en el amor y la misericordia, en la alegría y la esperanza, en el perdón y la gracia, en la Resurrección y la vida. “Es como un árbol plantado junto al río que da su fruto a tiempo y tiene el follaje siempre verde” (Salmo 1,3). 38


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8.- ACTITUDES Son los medios concretos que la Iglesia recomienda a los laicos discípulos y misioneros de Jesucristo. Éstas actitudes “están resumidos en el trinomio querido por los Padres: ayuno – oración – obras de caridad. ‘Ayudando, oramos, damos’ era la palabra de orden que Agustín de Hipona daba a los suyos”32. A yuno: Es el acto voluntario de abstenerse a la comida, propuesto por la Iglesia, especialmente en el tiempo de Cuaresma.

[32]

“Tú, cuando ayunes, perfúmate el cabello y no dejes de lavarte la cara, porque no son los hombres quienes deben darse cuenta de que tú ayunas, sino tu Padre que está en el secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te premiará” (Mt 6,17-18).

El ayuno, como privación exterior y corporal, se convierte en el alimento interior del hombre, fortaleciendo la vida de fe y enriqueciendo los valores supremos de la salvación. San Pablo lo confirma: “Como los atletas que se imponen un régimen muy estricto. Solamente que ellos lo hacen por una corona de laureles perecederos, mientras que nosotros, por una corona que no se marchita” (1 Cor 9,25). La humanidad, con el avance de la ciencia, la tecnología, la economía, la globalización y el libre mercado, ha perdido el sentido del ayuno; y, consecuentemente, adolece de un alimento interior que solamente podrá saciarlo Dios. Por eso es importante que, en la Cuaresma, el cristiano ayune consciente, libre y voluntariamente la exterioridad de su vida para preocuparse más por la interioridad de su alma.

El ayuno purifica el cuerpo de los vicios, placeres y comodidades. La sociedad mercantilista y consumista en que vivimos ofrece todo tipo de excentricidad humana; ante esta realidad, el ayuno, consiste en el termómetro que mide la privación y la ambición. Ante el consumo desmesurado del cuerpo, es necesario un proceso de purificación donde “ayunen los ojos de toda mirada curiosa; ayunen los oídos, no atendiendo a las palabras vanas; ayune la lengua de la murmuración, de las palabras vanas, inútiles; ayune la mano de estar ociosa; pero ayune mucho más el alma misma de los vicios y pecados”; decía San Bernardo.

La oración de la mañana y de la tarde, Tiempo de Cuaresma, p. 276

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El ayuno tiene que reflejar la contrición y el arrepentimiento del pecador. Jesucristo cuestionó la manipulación del ayuno por parte de los fariseos (Cf. Mc 2,23-28). Con razón recuerda San Juan Crisóstomo que debemos “ayunar de no decir nada que haga mal a otro. Pues ¿de qué te sirve no comer carne si devoras a tu hermano?”. En todo caso “el ayuno no es una cuestión de estómago, sino de corazón”, como lo estigmatizo San Agustín. ■■ E l ayuno en las Sagradas Escrituras: Es aquí donde se fundamenta, por comprensión y por extensión, el valor del ayuno en el cristiano.

• Ayuno personal: Los salmos invitan frecuentemente al ayuno personal en ocasiones de dificultad: salmos 35, 69, 109. La práctica del ayuno era frecuente en el judaísmo del primer siglo y aparece en el Nuevo Testamento, especialmente con los discípulos de Juan Bautista (Cf. Mc 2,18). Jesús ayunaba (Cf. Mt 4) y su advertencia a no manipular esta práctica para atraer atención (Cf Mt 6,17; Lc 18,12) no debe interpretarse como un rechazo.

•• Día de expiación: Era día anual de ayuno para los israelitas. (Cf. Lev 16, 29-30). Además de ese día, los reyes o profetas podían llamar a un día especial de ayuno. El ayuno del séptimo mes; en memoria del asesinato de Guedalías en el año nuevo (Cf. Jer 41, 1-2). El ayuno del décimo mes; el noveno día cuando Jerusalén fue sitiado por los babilonios (Cf. Zac 8,19).

•• Por duelo: Los hombres de Yabes de Galaad ayunaron por siete días después de enterrar a Saúl y sus hijos (Cf. 1 Sam 31,13). David ayunó al conocer la muerte de Saúl y Jonatán (Cf. 2 Sam 1, 12) y al enterarse que Abner había muerto (Cf. 2 Sam 3, 35). • Después de un desastre: Los israelitas ayunaron cuando fueron derrotados por los benjamitas (Jue 20, 26). El profeta Joel proclama el ayuno público tras una plaga. (Jl 1, 14). 40


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•• Antes de la elección y ordenación: Moisés estuvo “cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza, los diez mandamientos” (Cf. Ex 34,28). “Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: ‘Sepárenme a Bernabé y a Saulo, y envíenlos a realizar la misión a que los he llamado’. Ayunaron, pues, e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron” (Hech 13, 2-3). “En cada Iglesia designaron presbíteros y, después de orar y ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hech 14,23). •• En arrepentimiento: La ciudad de Nínive ayunaba colectivamente después de haber escuchar la predicación de Jonás. (cf. Jon 3,4-7) “Vuelvan a mí con todo corazón, con ayuno, con llanto y con lamentos” (Jl 2,12).

•• En el peligro: Saúl ayunó ante la batalla con los filisteos. (Cf. 1Sam 28, 20-22) Ajab ayunó al escuchar la profecía de desgracia pronunciada por Elías. (Cf. 1Re 21, 27) Josafat ayunó cuando las naciones le hicieron la guerra. (Cf. 2Cro 20, 3-4) David ayunó ante la persecución injusta. Ayuna y hace penitencia (Cf. Salmo 35,13) Ante la amenaza de Nabucodonosor, los Israelitas ofrecen alabanzas, intercesión, penitencia y ayuno. El Señor oyó sus voces y vio su angustia. (Cf. Jdt 4, 9-15)

■■ El ayuno en los documentos de la Iglesia: El ayuno no es algo pasado o complementario para la vida del cristiano. El ayuno es tan antiguo y tan actual que se mantiene inherente a los signos de los tiempos. Por eso, vamos a sustentarla por medio de algunos documentos de la Iglesia.

•• Concilio Vaticano II: Los Padres Conciliares sostiene el ayuno pascual como una actitud de expectación a la celebración de la Pascua de Resurrección. “Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; 41


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ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección con ánimo elevado y entusiasta.”33.

•• Reconciliación y penitencia: Este documento exhorta a los Pastores de la Iglesia a promover la catequesis del ayuno, como uno de los medio importantes para la reconciliación. “Sobre el ayuno que puede practicarse en formas antiguas y nuevas, como signo de conversión, de arrepentimiento y de mortificación personal y, al mismo tiempo, de unión con Cristo Crucificado, y de solidaridad con los que padecen hambre y los que sufren”34.

•• Código de Derecho Canónico: Es el documento oficial de la Iglesia, que norma el ayuno. “Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo”35.

•• Catecismo de la Iglesia Católica: Enfatiza la importancia de esta práctica Cuaresmal. “Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia. Estos tiempos son particularmente apropiados para…las privaciones voluntarias como el ayuno…”36.

■■ El ayuno eucarístico: en la tradición antigua de la Iglesia, empezaba a partir de la medianoche y terminaba horas después de la Misa. Esta era una norma dada por la Iglesia a todos aquellos que debían comulgar.

[33] [34] [35] [36]

Sacrosanctum Concilium, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, N° 110 Reconciliatio et paenitentia, N° 26 Código de Derecho Canónico, Cn 1251 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1438

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Hoy en día, la Santa Madre Iglesia, solicita, en los días que no han sido designados explícitamente por la norma penitencial, un espacio prudencial de abstinencia para recibir el Cuerpo de Cristo, con devoción y dignidad.

Sacia tu vida con el ayuno.

•• Ayuna de juzgar a otros; •• descubre a Cristo que vive en ellos. •• Ayuna de palabras hirientes; •• llénate de frases sanadoras. •• Ayuna de descontento; •• llénate de gratitud. •• Ayuna de enojos; •• llénate de paciencia. •• Ayuna de pesimismo; •• llénate de esperanza cristiana. •• Ayuna de preocupaciones; •• llénate de confianza en Dios. •• Ayuna de quejarte; •• llénate de aprecio por la maravilla que es la vida. •• Ayuna de las presiones que no cesan; •• llénate de una oración que no cesa. •• Ayuna de amargura; •• llénate de perdón. •• Ayuna de darte importancia a ti mismo; •• llénate de compasión por los demás. •• Ayuna de ansiedad sobre tus cosas; •• comprométete en la propagación del Reino. •• Ayuna de desaliento; •• llénate del entusiasmo de la fe. •• Ayuna de pensamientos mundanos; •• llénate de las verdades que fundamentan la santidad. •• Ayuna de todo lo que te separe de Jesús; •• llénate de todo lo que a Él te acerque.

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Oración: Es la práctica piadosa que comunica con Dios, amigo y confidente en las alegrías y las tristezas, en los triunfos y los fracasos, en el bien y el mal.

“Tú, cuando reces, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre que comparte tus secretos, y tu Padre, que ve en los secretos, te premiará” (Mt 6,6).

Lo más sorprendente de la oración de Dios es que “aprendió a orar conforme a su corazón de hombre”37, adherido firmemente al misterio de la voluntad del Padre (Cf. Ef 1,9); porque “en los días de su vida mortal ofreció su sacrificio con lágrimas y grandes clamores. Dirigió ruegos y súplicas a Aquél que lo podía salvar de la muerte, y fue escuchado por su religiosa sumisión. Aun siendo Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer; y, llegado a su propia perfección, pasó a ser el que trae la salvación eterna a todos aquellos que le obedecen” (Hb 5,7-9). ■■ Las parábolas de la oración: El Evangelio de Lucas presenta catequéticamente tres parábolas que ilustran la oración; que se deben intensificar en la Cuaresma. •• El amigo desprevenido (Lc 11,5-13). Es la parábola que invita a orar insistentemente ya sea en el tiempo y a destiempo. “Porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y, al que llame a una puerta, se le abrirá” (Lc 11,10).

•• La viuda insistente (Lc 18,1-8). Es la parábola que invita a orar paciente y perseverantemente. “Ahora bien, ¿Dios no les hará justicia a sus elegidos si claman a él día y noche” (Lc 18,7).

•• El Fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). Es la parábola que aclara el valor y aplicación de la oración.

[37]

“Dos hombres subieron al templo a orar…el fariseo de pié oraba en su interior de esta manera: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres’… El publicano, en cambio, se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo…Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa…” (Lc 18,10-11.13-14).

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2599

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Tipos de oración: La Iglesia, Madre y Maestra, a través de los siglos ha logrado sistematizar los tipos de oración que enriquecen la espiritualidad cuaresmal. •• Oración de adoración (Salmo 96[95],7). Es la máxima expresión “del hombre que se reconoce criatura ante su Creador”38.

•• Oración de bendición (Ef 1,3-14). Es la respuesta del hombre a los dones que Dios le ha dado y “porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquél que es la fuente de toda bendición” 39.

•• Oración de petición (Col 4,3). Conocido, también, como oración de súplica, invocación, clamor, grito y lamentación. •• Oración de perdón (1Jn 1,9). Es la actitud humilde del hombre por las faltas cometidas.

•• Oración de intercesión (Hch 12,5). Esta oración es expresión de la comunión que debe haber entre los bautizados. En esta modalidad de oración se pide por aquellos que se han encomendado a nuestras plegarias y por aquellos que, sin haberse encomendado a nuestras plegarias, lo necesitan.

•• Oración de acción de gracias (1Tes 5,8). Es la actitud de reconocimiento por todo lo que Dios ha concedido directamente al cristiano y por intermedio del prójimo. [38] [39]

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2628 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2626

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•• Oración de alabanza (Ap 5,9-14). Es la expresión alegre del corazón y la mente del cristiano. Es la expresión de admiración por las maravillas que Dios ha creado y por nuestra salvación.

■■ Lugares de oración: Los lugares de oración son distintos, de acuerdo a las necesidades y las circunstancias. Estos lugares evitan la monotonía e invitan a un encuentro personal y comunitario con el Dios vivo. •• El Templo. “Es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento”40.

•• El monasterio. Es el espacio solitario y alejado del ruido, que favorece la oración permanente e intensa, con un estilo de vida contemplativa.

•• El santuario. Es el lugar de peregrinación que significa el camino hacia la patria celestial. Las peregrinaciones “son tradicionalmente tiempos fuertes de renovación de la oración”41. •• El oratorio. Es el espacio acondicionado para la oración personal y familiar. Puede estar ubicado en alguna parte de la casa; presidido por la Palabra de Dios y algunas imágenes que fomenten la espiritualidad cristiana42. [40] [41] [42]

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2691 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2691 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2691

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•• El campo y los cerros. El fiel estilo de Jesucristo en la oración estaba en las afueras de la ciudad y en contacto con la naturaleza (Cf. Lc 6,12). Hoy en día, se trata de buscar un espacio adecuado para las conversaciones con Dios.

■■ L as fuentes de oración: Es necesario tener fuentes de oración para enriquecer y degustar el contacto personal con Dios. El Espíritu Santo “nos enseña a recogerla en la misma Fuente: Cristo” 43. •• La Misa. Es la máxima expresión de la oración comunitaria bajo dos aspectos esenciales. En cada Misa se conmemora el Misterio Pascual y se anticipa la salvación eterna. En el altar de la Palabra: La Cuaresma es alumbrada por la Palabra de Dios y compartida por la Homilía, que “constituye una actualización del mensaje bíblico, de modo que se lleve a los fieles a descubrir la presencia y la eficacia de la Palabra de Dios en el hoy de la propia vida” 44.

En la Homilía, además, se transmite las enseñanzas propias del tiempo de reflexión, penitencia, conversión y reconciliación, correspondientes a la Cuaresma. En el altar del Cuerpo de Cristo: La Cuaresma se alimenta del pan de la Eucaristía, alimento que conduce a la vida eterna. Al recibir el cuerpo de Cristo, prenda de salvación eterna, la Iglesia interpela el estado de gracia en el cristiano. Si la gracia ha tomado otro rumbo por la humana debilidad, entonces invita a volver a empezar por la vía de la reconciliación.

[43] [44]

•• La Palabra de Dios. El Papa Benedicto XVI, en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Verbum Domini”, sobre la Palabra de

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2652 Verbum Domini, N° 59

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Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, afirma que la Palabra de Dios debe mantenernos “fieles a la obra de reconciliación consumada por Dios en Jesucristo, crucificado y resucitado, los católicos y todos los hombres de buena voluntad han de comprometerse a dar ejemplo de reconciliación para construir una sociedad justa y pacífica”45. Son palabras que, en el tiempo de Cuaresma, deben reanimar el espíritu a la reconciliación con uno mismo, con el prójimo, con Dios y con la creación. Respecto a la importancia de la Palabra de Dios en la Cuaresma, la Liturgia de las Horas, en la oración conclusiva del lunes de la primera semana, reza de la siguiente manera: “Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro, y ayúdanos a progresar en el conocimiento de tu palabra, para que así la celebración de esta Cuaresma, dé en nosotros fruto abundante”.

•• Lectio Divina. Es la lectura orante de la Palabra de Dios que “está en la base de toda espiritualidad auténticamente cristiana”46. El Papa Benedicto XVI ha manifestado su preocupación por acercar la Palabra de Dios a la Iglesia por medio de “la lectio divina, que es verdaderamente capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios, sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente” 47.

[45] [46] [47]

Verbum Domini, N° 102 Verbum Domini, N° 86 Verbum Domini, N° 87

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•• Los pasos de la lectio divina son los siguientes:

Lectura (lectio). Es la lectura del texto que suscita un cuestionamiento bajo la siguiente pregunta: ¿Qué dice el texto bíblico en sí mismo?

Meditación (meditatio). Es la fase de interpelación, personal y comunitaria, bajo la pregunta: ¿Qué nos dice el texto bíblico a nosotros? Oración (oratio). Es la expresión de cambio que ha ocasionado la Palabra de Dios bajo la pregunta: ¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a su Palabra?

La contemplación (contemplatio). La mirada de la realidad como un don de Dios bajo la pregunta: ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?

Algo muy importante que se tiene que resaltar en el tiempo de Cuaresma, es “que la lectio divina no termina su proceso hasta que no se llega a la acción (actio), que mueve la vida del creyente a convertirse en don para los demás por la caridad”48. •• Los padres de la Iglesia. Que con su experiencia profunda de oración fundamentan el valor inconmensurable de la Palabra de Dios. Orígenes: “Para comprender las cosas de Dios te es absolutamente necesaria la oración”49.

San Jerónimo: “Quien no conoce las Escrituras no conoce a Cristo”50.

San Agustín: “Tu oración es un coloquio con Dios. Cuando lees, Dios te habla; cuando oras, hablas tú a Dios”51. [48] [49] [50] [51]

Verbum Domini, N° 87 Carta a Gregorio, 3: PG 11,92 Comentario al libro de Isaías, Prólogo: PL 24,17 Comentario al Salmo 85,7: PL 37, 1086

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San Ambrosio: “Cuando tomamos con fe las Sagradas Escrituras en nuestras manos, y las leemos con la Iglesia, el hombre vuelve a pasear con Dios en el paraíso” 52.

San Cipriano: “No debemos ventilar continuamente sin ton ni son nuestras peticiones, deshaciéndonos en un torrente de palabras, sino encomendarlas humildemente a Dios, ya que él escucha no las palabras, sino el corazón”53.

•• La Liturgia de las Horas. El Papa Benedicto XVI dice: “En la Liturgia de las Horas, como oración pública de la Iglesia, se manifiesta el ideal cristiano de santificar todo el día, al compás de la escucha de la Palabra de Dios y de la recitación de los salmos, de manera que toda actividad tenga su punto de referencia en la alabanza ofrecida a Dios” 54.

La Liturgia de las Horas, en el tiempo de Cuaresma y durante el año, tiene la función de conducir al discípulo y misionero de Jesucristo a una progresiva participación en el misterio de la salvación que tiene su culmen en la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. •• El Vía crucis. Significa camino de la cruz. Son las catorce estaciones que relatan los momentos impactantes del camino al calvario. Este acto de piedad invita, durante la Cuaresma, a configurarse con el sufrimiento y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

[52] [53] [54]

Carta 49,3: PL 16, 1204 A Del Tratado sobre el Padre nuestro, Caps. 4-6 Verbum Domini, N° 62

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Revivir el vía crucis no es un acto frívolo del sufrimiento de Jesús en la cruz, sino que es la disposición del espíritu cristiano que acompaña a Jesús por el camino del dolor, a ofrecer la humilde compañía, a ofrecer el corazón contrito y manifestar el arrepentimiento del pecado. Cada vez que se reza el vía crucis se recuerda el amor tan grande que tuvo Dios por la humanidad, capaz de entregar a su Hijo, único por la salvación de los pecados de la humanidad. “Tanto amó Dios al mundo que entregó su Hijo Único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

•• El Rosario. Es la devoción mariana que, por su sencillez y profundidad, tiene vigencia y significado para la humanidad. El rezo del Rosario es una devoción mariana que concentra su reflexión en la persona de Jesucristo nuestro Señor. Los misterios, que se rezan con mucha devoción, conducen a los fieles a “contemplar con María el rostro de Cristo”55. De manera especial se enfatizan los misterios dolorosos que se rezan los días martes y viernes.

[55]

“El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y a revivirlos. El itinerario meditativo se abre con Getsemaní, donde Cristo vive un momento particularmente angustioso frente a la voluntad del Padre, contra la cual la debilidad de la carne se sentiría inclinada a rebelarse. Allí, Cristo se pone en lugar de todas las tentaciones de la humanidad y frente a todos los pecados de los hombres, para decirle al Padre: «no

Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, N° 3

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se haga mi voluntad, sino la tuya». Este «sí» suyo cambia el «no» de los progenitores en el Edén. Y cuánto le costaría esta adhesión a la voluntad del Padre se muestra en los misterios siguientes, en los que, con la flagelación, la coronación de espinas, la subida al Calvario y la muerte en cruz, se ve sumido en la mayor ignominia: Ecce homo!”56.

•• Los Salmos y canticos penitenciales. Ponen el ritmo melódico y sagrado a la Cuaresma. Los Salmos y los cánticos, en su contenido e interpretación, son plegarias que eleva el espíritu humano a Dios. “Denle gracias, tocando la guitarra, y al son del arpa entónenle canciones; cántenle un canto nuevo en su honor, toquen bellas melodías” (Salmo 33 [32],2).

El canto y la música, a través de la historia, han sostenido el vínculo de unidad entre Dios y los hombres; por eso, “la tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne”57. El canto y la música cuaresmal tienen que generar en el discípulo y misionero sentimiento de arrepentimiento sincero. [56] [57]

Rosarium Virginis Mariae, N° 22 Sacrosanctum Concilium, N° 112

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“¡Cuánto lloré al oír sus himnos y cánticos, fuertemente conmovido por las voces de la Iglesia, que suavemente cantaba! Entraban aquellas voces en mis oídos, y la verdad se derretía en mi corazón, y con esto se inflamaba el afecto de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba bien con ellas”58.

•• Los signos de los tiempos. Ante la dramática situación de pecado que atraviesa el mundo, se debe “orar en los acontecimientos de cada día”59 para que la venida del Reino de justicia, paz y vida influya en la marcha de la historia de nuestros pueblos60. En la Cuaresma, debemos mirar el mundo con esperanza y tenemos que asumir el presente como un signo de reconciliación para que “la luz de Cristo ilumine todos los ámbitos de la humanidad: la familia, la escuela, la cultura, el trabajo, el tiempo libre y los otros sectores de la vida social. No se trata de anunciar una palabra sólo de consuelo, sino que interpela, que llama a la conversión, que hace accesible el encuentro con Él, por el cual florece una humanidad nueva”61.

■■ L os gestos y expresiones de oración: Los gestos y las expresiones de la oración se comparten fundamentalmente en tres: •• Oración vocal. Son las expresiones de las palabras que no depende de la cantidad, sino del fervor de nuestras almas, como enseñan las catequesis de San Juan Crisóstomo.

[58] [59] [60] [61]

San Agustín, Las Confesiones, Libro IX, 6, 14 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2660 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2660 Verbum Domini, N° 93

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La oración vocal es tan humana y común que Cristo practicó: Personalmente: “Por aquél tiempo exclamó Jesús: ‘Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra…” (Mt 11,25).

Impersonalmente:

“Ustedes, pues, oren de esta forma: ‘Padre nuestro, que estás en el cielo…” (Mt 6,9).

•• Oración meditativa. Es el estado calmado y ligeramente prolongado de la oración. Es la acción paciente del corazón y la elevación del alma; el momento donde sobran las palabras. “La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo”62.

•• Oración contemplativa. Es el estado de silencio imperturbable del hombre “humilde y pobre a la voluntad amante del Padre, en unión cada vez más profunda con su Hijo amado”63. “Que él se digne, según la riqueza de su Gloria, fortalecer en ustedes, por su Espíritu, el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe. Que estén enraizados y cimentados en el amor” (Ef 3,16-17).

Obras de caridad: La caridad es un don de Dios que consiste en ayudar al que lo necesita, especialmente a los pobres.

[62] [63]

“Tú, en cambio, cuando das limosna, no debe saber tu mano izquierda de lo que hace tu derecha; cuida que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve los secretos, te premiará” (Mt 6,3-4).

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2708 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2712

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El Papa Benedicto XVI, en su primera Encíclica, enfatizó la caridad como una tarea de la Iglesia desde sus comienzos (Hch 2,44-45). Luego, exhortó a no descuidar el servicio de la caridad entre los hombres, porque la Iglesia es la familia de Dios en el mundo y “en esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario” 64. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe (CELAM), reunidos en Aparecida, del 13 al 31 de mayo del 2007, sostiene que “los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos”65. Por eso, el clamor de los pobres debe interpelar enormemente la vida de la Iglesia; porque ellos son la voz de nuestra conciencia (Cf. Mt 25,40) y en ellos están reflejados los “rostros sufrientes de Cristo”66. “Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como tal, es necesario que se vea en el prójimo la imagen de Dios según la cual ha sido creado, y a Cristo Jesús a quien en realidad se ofrece lo que se da al necesitado”67.

En la Cuaresma, las obras de caridad o limosna consisten en ayuda a los pobres y necesitados. La limosna, como acto de donación, mide la capacidad de generosidad del cristiano, ayuda a controlar el temperamento humano, trata de restablecer la justicia y acrecienta el amor por los pobres; porque ellos siempre existirán (Cf. Jn 12,8). “Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17).

[64] [65] [66] [67]

Deus Charitas est, N° 25 Documento de Aparecida, N° 393 Documento de Santo Domingo, N° 178. Cf. Documento Puebla, N° 31-39 Apostolicam Actuositatem, Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, Nº 8

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■■ T ipos de obra de caridad: El Sato Cura de Ars enseñaba a sus fieles diciendo que “la caridad no se practica solo con el dinero. Pueden visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso”. Es desde esta enseñanza que las obras de caridad se traducen como obras de misericordia. •• Obras de misericordia espirituales. Son aquellas obras que velan por la promoción humana (Cf. Is 58, 6-7. Hb 13, 3). •• Enseñar al que no sabe. •• Dar buen consejo al que lo necesita. •• Corregir al que se equivoca. •• Perdonar al que nos ofende. •• Consolar al triste. •• Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. •• Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.

•• Obras de misericordia corporales. Son aquellas obras que velan por el bienestar del cuerpo (Cf. Mt 25,31-46). •• •• •• •• •• •• ••

Dar de comer al hambriento. Dar de beber al sediento. Vestir al desnudo. Visitar a los enfermos. Visitar a los presos. Dar posada al peregrino. Enterrar a los muertos.

Las obras de misericordia ayudan a sensibilizar la mente y el corazón del cristiano, de manera especial en la Cuaresma.

■■ La caridad tiene como motor el amor: Todo aquél que ejerce la caridad es impulsado por el amor de Dios Padre que por amor ha creado todo, Dios Hijo que por amor ha entregado su vida en la cruz y Dios Espíritu Santo que por amor guía a la Iglesia por el camino de la salvación.

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Himno de la caridad “Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que

resuena o campana que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar

montes, si me falta el amor nada soy. Aunque repartiera

todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero

para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve. El amor es paciente y muestra comprensión. El

amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la

ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se

goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará” (1Cor 13,1-8).

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El Regreso del Hijo Pr贸digo



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9.- EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y RECONCILIACIÓN Este sacramento es una propuesta saludable que ofrece la Iglesia a todos aquellos que desean obtener el perdón y la remisión de los pecados cometidos a partir del Bautismo68; suscitando en el pecador un nuevo impulso de vida reconciliada consigo mismo, con el prójimo, con la creación y con Dios. “Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23). Este sacramento es administrado por el sacerdote que debe mirar al penitente con ojos de misericordia que no consiste en acusar, sino, precisamente, en curar. Para que el sacerdote pueda estar dispuesto en la administración de este sacramento es necesario tener experiencia de la misericordia de Dios en la vida personal y en los fieles laicos que concurren frecuentemente a la sanación y salvación de su alma. En la medida que el sacerdote guste del sacramento de la penitencia y reconciliación encontrará la fuente inagotable de la renovación de vida en la gracia de Dios. “Los ministros de la gracia sacramental se unen íntimamente a Cristo Salvador y Pastor por la fructuosa recepción de los sacramentos, sobre todo en la frecuente acción sacramental de la Penitencia, puesto que, preparada con el examen diario de conciencia, favorece tantísimo la necesaria conversión del corazón al amor del Padre de las misericordias”69.

A spectos del sacramento: Los aspectos complementarios e indisolubles del sacramento de la penitencia y reconciliación son la individualidad y la eclesialidad. [68] [69]

Individualidad. Esta primera dimensión del sacramento es el encuentro íntimo entre Dios y el hombre. Ante la presencia de un Dios, bueno y misericordioso, no se puede evadir ni justificar la culpabilidad del pecado personal. Tampoco se puede concebir que el perdón se lo conceda uno mismo.

Cf. Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia, N° 11 Presbyterorum Ordinis, Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, N° 18

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“Ante todo, hay que afirmar que nada es más personal e íntimo que este Sacramento en el que el pecador se encuentra ante Dios solo con su culpa, su arrepentimiento y su confianza”70.

Eclesialidad. En esta segunda dimensión del sacramento, la Iglesia, ofendida y herida por el pecado personal del bautizado, se convierte en casa y escuela del perdón. El ministro designado para esta misión es el sacerdote; que en nombre de Dios y de la Iglesia perdona los pecados; devolviéndole la gracia de ser Hijo de Dios y miembro de nuestra Santa Madre Iglesia. Rechazar este segundo aspecto del sacramento sería caer en el error del ego-penitencierismo o narci-penitencierismo. “El Sacerdote, ministro de la penitencia, aparece en virtud de su ministerio sagrado como testigo y representante de esa dimensión eclesial”71.

N ombres del sacramento: La Iglesia, a través de los siglos, ha reconocido este sacramento bajo las siguientes denominaciones.

“Volveré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra Dios y contra ti” (Lc15,18).

Sacramento de penitencia.

“Muestren los frutos dignos de la penitencia” (Lc 3,8).

Sacramento de confesión.

Porque es la declaración o manifestación de los pecados ante el sacerdote72.

Sacramento del perdón.

Sacramento de reconciliación.

[70] [71] [72]

Sacramento de conversión.

“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que el Padre del Cielo, Padre de ustedes, les perdone también sus faltas” (Mc 11,25-26). “¡Déjense reconciliar con Dios!: se lo pedimos en nombre de Cristo” (2Cor 5,20).

Sacramento de la Paz.

“Les dejo la paz, le doy mi paz” (Jn 14,27).

Reconciliatio et paenitentia, N° 31 Reconciliatio et paenitentia, 31 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1424

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Efectos del sacramento. Los efectos son todos aquellos beneficios saludables que ocasionará el sacramento en la vida del cristiano. Los efectos son los siguientes: •• •• •• ••

“La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; La reconciliación con la Iglesia; La remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; La remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado; •• La paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual; •• El acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano” 73.

F ormas de confesión. La Iglesia reconoce oficialmente tres formas de administración del sacramento. Cada una de éstas se tiene que administrar de manera adecuada. “Siguiendo las indicaciones del Concilio Vaticano II, el Ordo Paenitentiae ha autorizado tres formas que, salvando siempre los elementos esenciales, permiten adaptar la celebración del Sacramento de la Penitencia a determinadas circunstancias pastorales” 74.

■■ Reconciliación de cada penitente. Es la tradicional confesión de un solo penitente y la más recomendada. “constituye el único modo normal y ordinario de la celebración sacramental, y no puede ni debe dejar de ser usada o descuidada”75. [73] [74] [75]

Esta primera forma resalta el diálogo del penitente con el confesor. El penitente solicita espontáneamente la sanación de su alma herida por el pecado. Es la fórmula que anima a salir de la apatía espiritual e invita a recorrer el camino que lleva a la salvación.

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1496 Reconciliatio et paenitentia, N° 32 Reconciliatio et paenitentia, N° 32

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■■ R econciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual. Es una convocatoria masiva para la administración del sacramento. En esta convocatoria masiva, que la Iglesia enfatiza durante la Cuaresma, deben estar presentes varios sacerdotes que faciliten la administración. “Aunque con los actos preparatorios permite subrayar más los aspectos comunitarios del Sacramento, se asemeja a la primera forma en el acto sacramental culminante, que es la confesión y la absolución individual de los pecados, y por eso puede equipararse a la primera forma en lo referente a la normalidad del rito”76.

Dentro de la actitud comunitaria que le distingue de la primera forma, “subraya mejor el carácter eclesial de la conversión y de la reconciliación”77; iluminada por la lectura de la Palabra de Dios. Esta fórmula no debe caracterizarse por motivaciones coyunturales y subjetivas, sino, fundamentalmente por la obediencia a la disciplina penitenciaria de la Iglesia. Como por ejemplo, durante la Cuaresma, las peregrinaciones, retiros espirituales, celebraciones penitenciales y jubileos. ■■ Reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general. Es la confesión que debe aplicarse en situaciones de emergencia.

[76] [77] [78] [79] [80]

“Reviste un carácter de excepción y por tanto no queda a la libre elección, sino que está regulada por la disciplina fijada para el caso”78.

Esta tercera fórmula se utiliza “en casos de grave necesidad” 79 Por lo que “no se deja en efecto a la libertad de los pastores y de los fieles el escoger entre las mencionadas formas de celebración”80. Cabe resaltar que en esta tercera fórmula “aquel a quien se le perdonan pecados graves con una absolución general, debe

Reconciliatio et paenitentia, N° 32 Reconciliatio et paenitentia, N° 32 Reconciliatio et paenitentia, N° 32 Reconciliatio et paenitentia, N° 33 Reconciliatio et paenitentia, N° 33

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Cuaresma -camino hacia la Pascua-

acercarse a la confesión individual lo antes posible, en cuanto tenga ocasión” 81. Esta forma se aplica en las siguientes circunstancias: “Cuando hay un peligro inminente de muerte sin que el sacerdote o los sacerdotes tengan tiempo suficiente para oír la confesión de cada penitente” 82. Por ejemplo, un accidente y por una concurrencia masiva de los penitentes ante la presencia de un solo sacerdotes.

P asos de la confesión. Para realizar una tranquila confesión se debe conocer los cinco pasos.

■■ Examen de conciencia. Es la detallada evaluación de nuestra conciencia; que se debe realizar previamente según la voluntad de Dios (Cf. Col 1,20). “Conviene preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios”83.

■■ Dolor de corazón. Es la expresión de arrepentimiento de los pecados cometidos; dolor que se hace consciente de los pecados cometidos y el corazón dirigido firmemente a Dios (Cf. Salmo 51[50],6). Es el sufrimiento voluntario del corazón por los pecados que alejan del amor de Dios y de la Iglesia84.

■■ Propósito de enmienda. Es la promesa que hace el cristiano consigo mismo, olvidando lo que queda atrás y lanzándose por el camino de la esperanza que Dios ofrece (Cf. Fil 3,13). “Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador”85.

■■ Confesión de boca. Es la acción de contar al sacerdote los pecados cometidos con la finalidad de expresar nuestro sincero arrepentimiento y quedar limpio de toda maldad (Cf. 1Jn 1,9). [81] [82] [83] [84] [85]

Código de Derecho Canónico, Cn 963 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1483 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1454 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1450 Catecismo de la Iglesia Católica, N°1453

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“La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la penitencia”86.

■■ Satisfacción de obra. Es la complacencia que el cristiano obtiene y la enmienda que tenga que realizar; dando testimonio de la bondad de Dios, Padre de misericordia (Cf. Tit 3,4-5). “Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas)... Pero además el pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo”87.

Confesión del pecador arrepentido “Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad, por tu gran corazón, borra mi falta. Que mi alma quede limpia de malicia, purifícame tú de mi pecado. Pues mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí; contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice.

Por eso en tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios. Tú ves que malo soy de nacimiento, pecador desde el seno de mi madre.

[86] [87]

Mas tú quieres rectitud de corazón, y me enseñas en secreto lo que es sabio. Rocíame con agua, y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.

Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1456 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1459

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Haz que sienta otra vez júbilo y gozo y que bailen los huesos que moliste. Aparta tu semblante de mis faltas, borra en mí todo rastro de malicia. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu. No me rechaces lejos de tu rostro ni me retires tu espíritu santo.

Dame tu salvación que regocija, y que un espíritu noble me dé fuerza. Mostraré tu camino a los que pecan, a ti se volverán los descarriados. Líbrame, oh Dios, de la deuda de sangre, Dios de mi salvación, y aclamará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.

Un sacrificio no te gustaría, ni querrás si te ofrezco, un holocausto. Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito. Favorece a Sión en tu bondad: reedifica las murallas de Jerusalén; entonces te gustarán los sacrificios, ofrendas y holocaustos que se te deben; entonces ofrecerán novillos en tu altar” (Salmo 51[50],3-21).

N ormas para la confesión. El sacramento de la reconciliación y penitencia, como los otros sacramentos de la Iglesia, posee normas que regulan la buena administración. Veamos algunas de las más comunes. ■■ D el ministro del sacramento. La administración del sacramento de la confesión está reglamentado a los ministros ordenados por la santa madre Iglesia. “En efecto, los obispos y los presbíteros, en virtud del sacramento del Orden, tienen el poder de perdonar todos los pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”88.

[88]

■■ De la frecuencia al sacramento. El laico discípulo y misionero de Jesucristo debe frecuentar a este sacramento, en virtud del Bautismo, cada vez que el alma haya sido herida por el pecado y por la humana debilidad. Durante la Cuaresma, de manera intensa, se debe frecuentar este sacramento.

Catecismo de la Iglesia Católica Nº 1461; Cf. Código de Derecho Canónico, Cn 965

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“Todo fiel que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus pecados graves al menos una vez al año”89.

■■ De la promoción del sacramento. Este sacramento ayuda al cristiano a vivir en la gracia de Dios y en la santidad de vida. Este sacramento se debe promover entre los fieles laicos como un dulce encuentro del hombre con la misericordia de Dios, por antonomasia en la Cuaresma. “Los sacerdotes deben alentar a los fieles a acceder al sacramento de la penitencia y deben mostrarse disponibles a celebrar este sacramento cada vez que los cristianos lo pidan de manera razonable”90.

■■ D e la celebración de Misa y comunión. El sacerdote y los fieles laicos están llamados a celebrar la Misa y recibir el Cuerpo de Cristo en estado de gracia. “Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; y en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes”91.

■■ D el sigilo sacramental. Para que los fieles laicos se acerquen frecuentemente a la confesión, el sacerdote debe mostrar idoneidad al momento de confesar. “El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo”92.

■■ De la fórmula de absolución. El sacerdote, después de haber escuchado por pecados del penitente, debe rezar esta fórmula, estirando la mano derecha sobre la cabeza.

[89] [90] [91] [92]

“Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los

Código de Derecho Canónico, Cn 989 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1464; Cf Código de Derecho Canónico, Cn 986 § 1 Código de Derecho Canónico, Cn 916 Código de Derecho Canónico, Cn 983, §1; Cf. 1388, §1

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pecados, te conceda, por el misterio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”93.

■■ Del color litúrgico. El color apropiado para vivir el tiempo de Cuaresma es el color morado94. El color morado es signo de penitencia y austeridad que invita a los fieles laicos a vivir durante el tiempo de Cuaresma. Es el color característico de las vestiduras litúrgicas que el sacerdote utiliza durante la Cuaresma. El mantel que se tiende sobre el altar, también, debe ser de color morado.

■■ D e la música sagrada. La música sagrada es un tesoro de valor inestimable que, unido a la canción, forma parte necesaria e integral de la liturgia de la Iglesia95; expresa sentimientos de recogimiento y de fiesta con el verso y la prosa; y compromete a los invitados a la celebración que hace comunidad96.

El tiempo cuaresmal debe estar caracterizado por la austeridad del canto y la música.

•• Gloria. Este himno antiquísimo expresa la alegría de la Resurrección de Jesucristo. Por lo que en la Cuaresma, tiempo de reflexión, no se canta y, más bien, se reserva a la celebración de la Pascua de Resurrección97. •• Aleluya. A partir del Miércoles de Ceniza hasta la Vigilia Pascual so se reza ni se canta el aleluya98; por estar en un tiempo de recogimiento espiritual.

[93] [94] [95] [96] [97] [98]

Ordo penitentiae, N° 102; Cf. Catecismo de la Iglesia Católica N° 1449 Cf. Instrucción General del Misal Romano, N° 346d Cf. Sacrosanctum Concilium, N° 112 Cf. Consejo Episcopal Latinoamericano, Manual de liturgia I, Introducción a la celebración litúrgica, CELAM, p. 231-232 Cf. Instrucción General del Misal Romano, N° 53 Cf. Mysterii Paschalis, N° 28

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10.- PARÁBOLAS DE CONVERSIÓN Y PERDÓN Las parábolas son relatos figurados que, por analogía o semejanza, se basan en la experiencia cotidiana de la vida y revelan una verdad espiritual. Las parábolas eran contadas por Jesús para asegurar su mensaje eficaz del Reino de Dios a la gente sencilla y de buen corazón (Cf. Mt 10,11-14). El evangelio de Lucas ofrece, de manera excelente, tres parábolas que enseñan el perdón de Dios y la verdad de la conversión de la persona.

Las tres parábolas expresan el proceso ascendente y descendente de la conversión. En la primera, describe la opción preferencial que Dios hace por el pecador, no exclusivo ni excluyente; en la segunda, describe la fusión de sentimiento del perdón entre Dios y el hombre; en la tercera, el gozo y la alegría que ocasiona el perdón. Parábolas que, análogamente, describen el proceso de conversión en la liturgia Cuaresma. L a oveja perdida (Lc 15,3-7). Esta parábola enseña el infinito amor de Dios por sus hijos que se han perdido en el pecado y busca hasta encontrarlos. Es la parábola de la opción preferencial de Dios por los pecadores y no por el pecado. “Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.” Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse”.

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El Padre Misericordioso (Lc 15,11-32). Es una radiografía de todo el proceso de conversión de vida cristiana. Esta parábola describe el sentimiento humano de Dios, Padre de Misericordia y el sentimiento divino del hombre, hambriento de la misericordia de Dios. “Jesús continuó: «Había un hombre que tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre repartió sus bienes entre los dos. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después, se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. Fue a buscar trabajo, y se puso al servicio de un habitante del lugar que lo envió a su campo a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba algo. Finalmente recapacitó y se dijo: ¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados.» Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. Entonces el hijo le habló: «Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus servidores: «¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.» Y comenzaron la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. El le respondió: «Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.» El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. Pero él le contestó: «Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con 71


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mis amigos. Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo, que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.» El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado»”

L a dracma perdida (Lc 15,8-10). Esta parábola resalta la doble alegría de Dios y el hombre: la alegría de Dios por el pecador que se convierte y la alegría del mismo pecador que ha sido perdonado. “Y si una mujer pierde una moneda de las diez que tiene, ¿no enciende una lámpara, barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y apenas la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo, porque hallé la moneda que se me había perdido. De igual manera, yo se lo digo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»”.

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11.- PERSONAJES La Iglesia, Madre y Maestra, propone desde la realidad bíblica personajes que ayudan a vivir mejor la Cuaresma.

E n el Antiguo Testamento: En el Antiguo Testamento se encuentran los personajes que, desde la creación hasta la promesa de redención, han forjado el camino de liberación del pecado y salvación de la humanidad; temas imprescindibles que ayudan a vivir la Cuaresma. ■■ Adán y Eva (Gn 3,1-24): Representan el rompimiento de unidad entre Dios y los hombres, la alteración de armonía entre los mismos hombres y la tensión con la creación. Ante esta triste realidad, Dios nunca abandonó al hombre, sino al contrario, le hizo una promesa de victoria sobre el pecado y la redención eterna del “nuevo Adán” y la “nueva Eva”.

■■ Noé (Gn 6,5-9-28): Representa la plena confianza en Dios, el afán perseverante de trabajar por la salvación, la invitación generosa a la conversión y la promesa del cielo nuevo y tierra nueva. ■■ A braham (Gn 12,1-20; 22,1-14): Representa el desprendimiento de todas las comodidades que atan al hombre, la confianza en la promesa de un mundo mejor que Dios hace y las difíciles pruebas que el hombre tiene que superar cada día, paso a paso.

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■■ M oisés (Ex 2,1-24,35): Representa la permanente fidelidad de Dios con el pueblo elegido que, después de haber sido probado, le convocará a la misión de liberación del pueblo de Israel, sometido a la esclavitud por muchos siglos. Moisés recibió de Dios los mandamientos, con los mandamientos guió el pueblo de Israel a la tierra prometida e intercedió, ante Dios, por el perdón de los pecados de su pueblo.

■■ El Rey David (Salmo 51[50],3-20): Representa al pecador arrepentido, la súplica insistente a Dios, la renovación del pacto de fidelidad y una vida totalmente entregada a Dios bueno y misericordioso.

■■ L os profetas: Los profetas del Antiguo Testamento, hombres santos escogidos por Dios (Cf. 2 Pe 1,21), eran los encargados de convocar al pueblo de Dios al arrepentimiento de sus pecados y de volver la mirada hacia Dios, clemente y misericordioso. El Antiguo Testamento ofrece a la Iglesia 16 libros que enriquecen la vida cuaresmal del cristiano, llamados libros proféticos. Ellos son: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuq, Sofonías, ageo, Zacarías, Malaquías y Daniel.

E n el Nuevo Testamento: Los personajes del Nuevo Testamento ayudan al cristiano, especialmente en el tiempo de Cuaresma, a redescubrir la buena noticia de Dios que vive en medio del pueblo y la consiguiente liberación de las ataduras del pecado. 74


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■■ L a Samaritana (Jn 4,1-31): Representa la transformación y gozo del hombre que es ocasionado por el encuentro con Jesucristo vivo, agua que purifica la conciencia y calma la sed de eternidad. La Samaritana representa, además, al hombre alejado de Dios, que deja interpelar su conciencia, al hombre que transforma su vida en gracia y se hace testimonio vivo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. ■■ La Mujer Adúltera (Jn 8,1-11): Representa a todo ser humano que ha pecado, a aquellas personas que han sido acusados por sus pecados, pero, fundamentalmente representa el amor de Dios por el pecador que se arrepiente de sus faltas. ■■ El Padre Misericordioso (Lc 15,11-32): Representa el inconmensurable amor de Dios por cada uno de sus hijos. En este padre se representa la imagen de Dios rico en misericordia, amor, bondad, paciencia, espera, etc. El Dios, Padre de misericordia, que olvida las ofensas de sus hijos y proyecta hacia adelante la vida dentro de la gran familia de Dios que es la Iglesia. ■■ El hijo pródigo (Lc 15,11-32): Representa al hombre que, obstinado por el mal, desvía su camino hacia una vida licenciosa y pródiga. Pero, también, es la expresión de la capacidad que tiene el hombre de pedir perdón por las faltas cometidas, a causa de la necedad e ingratitud. 75


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■■ E l hermano mayor del hijo pródigo (Lc 15,11-32): Representa a todas aquellas personas que, en su afán de búsqueda de perfección de vida, ostentan su altanería al punto de llegar a atropellar, aún más todavía, la dignidad del pecador.

■■ E l enfermo de la piscina de Betesda (Jn 5,1-16): Representa la actitud de espera paciente del hombre por recobrar su salud espiritual y corporal y la participación de los demás por recobrar el estado normal y habitual de la gracia de Dios. Además, el enfermo es modelo de agradecimiento y testimonio por los beneficios obtenidos de Dios.

■■ El ciego de nacimiento (Jn 9,141): Representa la oscuridad de la vida de pecado, la impotencia de no poder ver a Dios en el prójimo y la creación; y la luz que devuelve la esperanza. Asimismo, representa el gran poder de Dios para sanar, utilizando la propia naturaleza, y ser testigos de la luz de la fe.

■■ N icodemo (Jn 3,1-21): Representa al hombre religioso que busca la verdad, a través de la fe. Asimismo la promesa de ver la luz de la verdad, siempre en cuando nazca el hombre renovado en el espíritu. 76


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■■ Lázaro (Jn 11,1-44): Representa el trato íntimo que debe haber con Dios. Lo primero que rompe el pecado es la amistad con Dios; frente a esta situación adversa, el hombre está llamado a volver a tener la experiencia de Betania, como lo tuvieron Lázaro, Marta y María. Además, la resurrección de Lázaro significa el comienzo de una nueva vida, fiel a las proezas realizadas por Dios.

■■ L a virgen María (Jn 19,25-27): Es el ejemplo máximo de la paciencia, humildad y perseverancia. María, junto a la cruz, se convierte en maestra que enseña la promesa de redención, a la humanidad entera. La virgen María enseña a contemplar, desde la cruz, el sacrificio de Cristo por la salvación de la humanidad entera.

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12.- LA CONVERSIÓN EN EL MUNDO ACTUAL. El mundo actual en que vivimos requiere del cristiano una nueva conversión que le conduzca al encuentro de Jesucristo vivo, “luz para alumbrar a las naciones” (Lc 2,32). El Apóstol de los gentiles, al dirigirse a la comunidad cristiana de Roma, exhorta de la siguiente manera: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe” (Rm 13, 11). Este texto de la Sagrada Escritura aviva la conciencia de conversión para estos tiempos, marcados profundamente por los pecados actuales. La IV Conferencia de Episcopado Latinoamericano, para empezar este camino de conversión, que lleva a una transformación de las realidades humanas, propuso renovar la actividad misionera de la Iglesia, en los diversos ámbitos de la sociedad, con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones99. Para continuar firmes en el camino de la conversión, especialmente en estos tiempos, se debe “adquirir una mirada contemplativa de la realidad, que le permita reconocer a Dios siempre y en todas las cosas; contemplarlo en todas las personas; buscar su voluntad en los acontecimientos”100. Acontecimientos que requieren una conversión pastoral, ecológica, social y bíblica.

C onversión pastoral: La pastoral de la Iglesia es la actividad permanente que se desarrolla conjuntamente entre los ministros y los fieles laicos. Este ejercicio misionero se fundamenta, desde la Palabra de Dios, en la persona de Jesucristo que dice: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,11). La pastoral de la Iglesia consiste, precisamente, en el mandato misionero de ir por el mundo entero, anunciar la Buena Noticia de la salvación y fomentar el discipulado de Jesucristo (Cf. Mt 28,19-20; Mc16,15); para que en él, nuestros pueblos, tengan vida plena en abundancia (Cf. Jn 10,10). En estos últimos tiempos, la Iglesia de tradición apostólica, se ha convertido en testigo de las grandes transformaciones sociales y culturales del mundo; transformaciones que han ido exigiendo nuevos

[99] Cf. Documento de Santo Domingo, conclusiones, N° 48 [100] Iglesia en América, N° 29

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retos y desafíos a la misión de la Iglesia en la espiritualidad, en la institucionalidad y la renovación pastoral. Esta realidad socio-cultural interpela una conversión pastoral “de la Iglesia que no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros”101. Ante esta realidad, nuestra santa madre Iglesia ha asumido con caridad y esperanza los retos y desafíos del mundo actual; exigiendo a las diversas comunidades existentes en la Iglesia, el paso de una pastoral instalada a una pastoral misionera. “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe.”102. Es decir, una conversión misionera en la actualidad de la Iglesia, fundamentada en el testimonio misionero de los Apóstoles. Para que la eficacia de la conversión pastoral esté latente y patente en el corazón y vida de la Iglesia es necesario experimentar una conversión personal que aliente el servicio amoroso y generoso de la Iglesia entera. Esta conversión personal, que debe ser el punto de partida de todos los miembros de la Iglesia, tiene que ser viva y eficaz en la consiguiente renovación pastoral de la Iglesia. Con exactitud resalta La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe: “La conversión de los pastores nos lleva también a vivir y promover una espiritualidad de comunión y participación, “proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades”. La conversión pastoral requiere que las comunidades eclesiales sean comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo, Maestro y Pastor. De allí, nace la actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación efectiva de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas”103.

[101] Documento de Aparecida, N° 367 [102] Documento de Aparecida, N° 365 [103] Documento de Aparecida, N° 368

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La Cuarta Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizado en Santo Domingo, ya había enfatizado esta actitud al decir que “la nueva evangelización exige la conversión pastoral de la Iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y dinamismo que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación universal”104. Definitivamente; todos estamos llamados a asumir esta actitud permanente de conversión pastoral, cada uno según la vocación específica105. Por eso, la Cuaresma se une al sentimiento de la Iglesia Latinoamericana de fomentar, con gozo y esperanza, la conversión pastoral.

C onversión ecológica: La Iglesia ha asumido en estos últimos tiempos, con gozo y esperanza, la preocupación por el daño y deterioro de la casa común que es el planeta. Esta preocupación no es ajena e indiferente a la Iglesia porque el planeta donde vivimos es la misma creación de Dios que un día, después de haber creado todo, encomendó al hombre diciendo: “Llenen la tierra y sométanla…Hoy les entrego para que se alimenten, toda clase de plantas, con semillas que hay sobre la tierra y toda clase de árboles frutales” (Gén 1,28-29); misión divina que no quiso expresar, exactamente, autoritarismo sino responsabilidad del hombre sobre la creación. El tiempo de Cuaresma, dentro de las propuestas de conversión, invita a tomar conciencia de las maravillas de la creación y reconocer el infinito amor de Dios: “Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?” (Salmo 8,4-56).

[104] Documento de Santo Domingo, N° 30 [105] Documento de Aparecida, N°366

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[106] [107] [108] [109] [110]

El hombre asumirá conciencia ecológica en la medida que contemple las maravillas de la creación; y, consiguientemente, entrará en el proceso de conversión ecológica al saber “que toda la creación sigue con sus gemidos y dolores de parto” (Rm 8,22). Sufrimiento que “a la vista de todos están las crecientes devastaciones causadas en la naturaleza por el comportamiento de hombres indiferentes a las exigencias recónditas —y sin embargo claramente perceptibles— del orden y de la armonía que la sostienen”106. Ante esta realidad, el Papa Benedicto XVI interpela la conciencia del hombre por una inminente crisis ecológica, con los siguientes cuestionamientos: “¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas que se derivan de fenómenos como el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales? ¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados «prófugos ambientales», personas que deben abandonar el ambiente en que viven —y con frecuencia también sus bienes— a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las incógnitas de un desplazamiento forzado? ¿Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales?”107.

Este examen de conciencia ecológico conlleva a un análisis de la realidad que invita a tener “un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida”108 porque “las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta con aire contaminado”109. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, dentro de sus propuestas y orientaciones para una conversión ecológica, pide “evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su destinación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias” 110.

Juan Pablo II, Paz con Dios creador, paz con toda la creación, Mensaje con motivo de la XXIII Jornada Mundial de la Paz, N° 5, 1 de enero de 1990 Si quieres promover la paz, protege la creación, Mensaje con motivo de la XLIII Jornada Mundial de la Paz, N° 4, 1 de enero del 2010 Benedicto XVI, Caritas in Veritate, N° 51 Documento de Aparecida, N° 471 Documento de Aparecida, N° 474a

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Es necesario reconciliar al hombre con la creación entera para mirar con nuevos ojos las huellas de Dios en el mundo; “por el contrario, la arrogancia del hombre que vive «como si Dios no existiera», lleva a explotar y deteriorar la naturaleza, sin reconocer en ella la obra de la Palabra creadora”111. La Cuaresma invita a mirar con humildad la humanidad, enseña a reconocer los pecados que atentan la ecología y alienta a redescubrir la creación como un don de Dios. La Cuaresma, como tiempo privilegiado de conversión, extiende su reflexión a la ecología humana, ecología social y ecología política.

C onversión social: En los textos de los Evangelios, Nuestro Señor Jesucristo, después de haber hablado a la gente acerca del Reino de Dios, “dijo a Simón: Rema mar adentro y echa las redes para pescar” (Lc 5,4). “Remar mar adentro”, orden que dio Jesús a sus apóstoles, significaban los desafíos que tenían que afrontar en la sociedad de entonces. “Remar mar adentro”, fueron las primeras palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II, al iniciar una nueva era de la civilización, invitando a “pensar en el futuro que nos espera”112. Ante los desafíos actuales que se oponen a la enseñanza y estilo de vida del Evangelio, nuestra santa madre Iglesia expresa su pleno conocimiento de tres realidades muy importantes que tengan que ser afrontadas con caridad y esperanza: “El primero de los grandes desafíos, que la humanidad enfrenta hoy, es el de la verdad misma del ser-hombre. El límite y la relación entre naturaleza, técnica y moral son cuestiones que interpelan fuertemente la responsabilidad personal y colectiva en relación a los comportamientos que se deben adoptar respecto a lo que el hombre es, a lo que puede hacer y a lo que debe ser.

Un segundo desafío es el que presenta la comprensión y la gestión del pluralismo y de las diferencias en todos los ámbitos: de pensamiento, de opción moral, de cultura, de adhesión religiosa, de filosofía del desarrollo humano y social. El tercer desafío es la globalización, que tiene un

[111] Verbum Domini, N° 108 [112] Al comienzo del nuevo milenio, Exhortación Apostólica sobre la clausura del Gran Jubileo del año 2000, N° 3

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significado más amplio y más profundo que el simplemente económico, porque en la historia se ha abierto una nueva época, que atañe al destino de la humanidad”113.

[113] [114] [115] [116]

Debemos tener presente que la sociedad ha progresado enormemente en muchos aspectos de la realidad como el “crecimiento económico, cultural y tecnológico, que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando no sólo a millones y millones de personas al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana”114. Estos niveles ínfimos de vida, ocasionados por la globalización de nuestros tiempos, son denominados por la Iglesia Latinoamericana como los nuevos rostros de la pobreza. Ellos son: “Los migrantes, las víctimas de la violencia, desplazados y refugiados, víctimas del tráfico de personas y secuestros, desaparecidos, enfermos de HIV y de enfermedades endémicas, tóxicodependientes, adultos mayores, niños y niñas que son víctimas de la prostitución, pornografía y violencia o del trabajo infantil, mujeres maltratadas, víctimas de la exclusión y del tráfico para la explotación sexual, personas con capacidades diferentes, grandes grupos de desempleados/as, los excluidos por el analfabetismo tecnológico, las personas que viven en la calle de las grandes urbes, los indígenas y afroamericanos, campesinos sin tierra y los mineros”115.

Estos nuevos rostros de la pobreza deben interpelar al cristiano, desde la Doctrina Social de la Iglesia, a la solidaridad, el respeto, el amor y la promoción humana que comienza siendo “un pequeño arroyo que confluirá en el gran río de la caridad cristiana que recorre la historia” 116.

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, N° 16 Al comienzo del nuevo milenio, N° 50 Documento de Aparecida, N° 402. Al comienzo del nuevo milenio, N° 53

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Definitivamente; el pecado de la sociedad está encarnado en los nuevos rostros de la pobreza que repercuten en la Iglesia y en la misma sociedad; por eso, en el tiempo de Cuaresma, prime la espiritualidad de conversión social para que nuestros pueblos tengan vida plena y en abundancia (Cf. Jn 10,10). La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe asume la Doctrina Social de la Iglesia, dentro de la espiritualidad de conversión, como “una invaluable riqueza, que ha animado el testimonio y la acción solidaria de los laicos y laicas, quiénes se interesan cada vez más por su formación teológica, como verdaderos misioneros de la caridad, y se esfuerzan por transformar de manera efectiva el mundo según Cristo”117; todo esto, de acuerdo al testimonio de las primeras comunidades cristianas que tenían “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4,32). Tener un mismo sentimiento cristiano implica el deber de vivir pacíficamente entre los hermanos, respetar el derecho del prójimo y la contribución eficaz en la edificación de una sociedad más justa, más fraterna y más solidaria donde “el moderno fenómeno cultural, social, económico y político de la interdependencia, que intensifica y hace particularmente evidentes los vínculos que unen a la familia humana, pone de relieve una vez más, a la luz de la Revelación, un nuevo modelo de unidad del género humano, en el cual debe inspirarse en última instancia la solidaridad. Este supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres personas, es lo que los cristianos expresamos con la palabra comunión”118. La conversión social plasma en la Iglesia y la sociedad un cambio de mentalidad que le haga más cristiana y más humana. Por eso, “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”119. En la conversión social, Dios baja en medio de su pueblo para liberarlos de la esclavitud del pecado, conducirlos a la tierra prometida y devolverles la liberación de hijos de Dios. (Cf. Ex 3,1ss)

[117] Documento de Aparecida, N° 99f [118] Compendio de Doctrina social de la Iglesia N° 33 [119] Gaudium et Spes, N° 1

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Conversión bíblica: “La palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo” (Hb 4,12). Todo aquél que lo lea y escuche encontrará, sin duda alguna, aliento y esperanza para su vida.

[120] [121] [122] [123]

“Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados “la palabra de Dios se difunda y resplandezca” y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres”120.

La Iglesia, Madre y Maestra, en estos últimos tiempos, caracterizada por el activismo y pragmatismo, está llamada a ser “luz del mundo” (Cf. Jn 8,12) por medio de la Palabra de Dios que “es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual”121. A pesar de estas inconmensurables riquezas, el hombre se ha alejado de la Palabra de vida eterna, ha cerrado su mente y su corazón al entendimiento y ha preferido vivir de espalda a las enseñanzas de Dios. Ante esta realidad, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, dentro del proceso de conversión bíblica, propone la renovación pastoral que “difunda la Palabra de Dios, la anuncie con alegría y valentía y realice la formación de los laicos de tal modo que puedan responder a las grandes preguntas y aspiraciones de hoy e insertarse en los diferentes ambientes, estructuras y centros de decisión de la vida urbana”122. En estos tiempos modernos, es necesario redescubrir nuevas experiencias a partir de las Sagradas Escrituras que animen la vida de nuestros pueblos. Por eso, “Nunca hemos de olvidar que el fundamento de toda espiritualidad cristiana auténtica y viva es la Palabra de Dios anunciada, acogida, celebrada y meditada en la Iglesia. Esta relación con la divina Palabra será tanto más intensa cuanto más seamos conscientes de encontrarnos ante la Palabra definitiva de Dios sobre el cosmos y sobre la historia”123. Es impresionante el discurso de Jesús, en el Evangelio de Juan, cuando se dirigió a la gente en Cafarnaún. Muchos de sus seguidores lo dejaron por el duro y profundo lenguaje que hablaba acerca de la vida eterna. Quedándose solamente con sus apóstoles les preguntó: “¿Quieren dejarme también ustedes?” (Jn 6,67). De aquí surge la respuesta de Pedro, más impresionante aún: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68). Por eso, es necesario volver a tener

Dei Verbum, N° 26 Dei Verbum, N° 21 Documento de Aparecida, N° 517h Verbum Domini, N° 121

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esta experiencia gozosa de la Palabra de Dios que ilumina la mente, robustece las voluntades, enciende los corazones y alimenta a sus hijos con las divinas enseñanzas en el amor de Dios y el prójimo124. El cardenal François-Xavier Nguyen van Thuan, en la predicación de los ejercicios espirituales dados en el Vaticano, en presencia del Papa Juan Pablo II, con motivo del Gran Jubileo del año 2000, preguntaba: “¿Cómo puedo realizar, en este año jubilar, un cambio de mentalidad, una constante reevangelización de la vida, una auténtica conversión?” La respuesta lo encontró en la experiencia del mismo Juan Pablo II que atravesó la Puerta Santa únicamente con el Evangelio. Entonces aprendió una gran lección al decir: “he ahí el camino para recorrer el tercer milenio: una iglesia que acoge, vive, comparte y anuncia el Evangelio de la esperanza” 125. El tiempo de Cuaresma, desde sus raíces bíblicas, requiere de cada uno de los hombres la auténtica conversión que “debe prepararse y cultivarse con la lectura orante de la Sagrada Escritura”126. Definitivamente, en la conversión bíblica, la Palabra de Dios es “una palabra que transforma los corazones y lleva al pueblo a la conversión” (Cf. Ez 33,10-20).

[124] Dei Verbum, N° 23 [125] Cf. Testigos de la esperanza, p. 80 [126] Iglesia en Amèrica N° 26

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13.- TEXTOS LITÚRGICOS La liturgia de Cuaresma empieza el Miércoles de Ceniza y se prolonga hasta el Domingo de Ramos, excluyente.

El tiempo de Cuaresma comprende cinco semanas de preparación a la celebración de la Pascua de Resurrección.

L ecturas dominicales de la Cuaresma: Están centradas en el gran misterio de la redención de la humanidad. La temática está compartida, para los tres ciclos, de la siguiente manera:

Las lecturas dominicales del tiempo de Cuaresma son compartidas en tres ciclos litúrgicos: A, B y C. El Evangelio de Mateo se reflexiona en el ciclo A, el Evangelio de Marcos en el ciclo B y el Evangelio de Lucas en el ciclo C. Así, en forma cíclica, se leen cada tres años. A continuación detallamos los textos bíblicos de la Misa.

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Lecturas diarias de la Cuaresma. Las lecturas diarias del tiempo de Cuaresma se repiten cada año; con la finalidad de sostener el ritmo de la peregrinación del hombre hacia Dios. Las lecturas correspondientes a las cuatro primeras semanas están concentrados en la conversión y la penitencia. Las lecturas correspondientesa la quinta semana se concentran en la contemplación de la pasión de nuestro Señor Jesucristo.

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F iestas, durante la cuaresma. Las fiestas que se celebran en el tiempo de Cuaresma no deben interrumpirse por estar ligado estrechamente con la misión de la Iglesia y el misterio de salvación. Las dos primeras festividades se celebrarán cuando coincidan con el tiempo de Cuaresma y las dos siguientes concuerdan siempre con el tiempo de Cuaresma.

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14. VIA CRUCIS BÍBLICO Con las meditaciones de la Exhortación Apostólica Postsinodal “Verbum Domini”, sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, del Papa Benedicto XVI. Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los filipenses 2,6-11

“El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Cada año, durante el tiempo de Cuaresma, especialmente los días viernes, nuestra Santa Madre Iglesia promueve el rezo del “Vía Crucis”.

Esta devoción popular se ha arraigado enormemente en los cristianos que recuerdan el camino de la pasión de nuestro Señor Jesucristo como el camino de salvación eterna. Recorrer las catorce estaciones significa recorrer, desde la fe, los momentos dolorosos que tuvo que pasar Dios para salvarnos; y son, actualmente, los momentos dolorosos de nuestra vía crucis cotidiana. Esta “Vía Crucis” he elaborado a partir de la Palabra de Dios, como pide el Papa Benedicto XVI en la Exhortación Postsinodal “Verbum Domino” sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia, de “esforzarse para tener cada vez más familiaridad con la Sagrada Escritura (Verbum Domini, N° 121).

La invocación, al inicio de cada estación es el siguiente: P/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R/. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

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PRIMERA ESTACIÓN:

Jesús es condenado a muerte

Lectura del Evangelio según san Juan 19,6-7.12.16 “Cuando lo vieron los sacerdotes y los guardias gritaron: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Pilato les dijo: “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”. Los judíos le contestaron: “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”... Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: “Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César”... Entonces se lo entregó para que lo crucificaran”. Meditación: La sentencia a muerte transforma el rostro humano del Hijo de Dios en el inicio del camino hacia la esperanza de salvación eterna.

En la sentencia a muerte comienza el camino de sufrimiento que ha tenido que pasar Dios; para elevar la humanidad, con sufrimiento y dolor, hacia la divinidad. El Hijo de Dios, “como cordero llevado al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan” (Is 53,7), calla frente a las acusaciones infligidas y ofrece su vida amorosamente por la salvación de la humanidad.

En nuestros tiempos, el Papa Benedicto XVI, ante las injustas condenas que atentan la vida del ser humano, exhorta a “todos sobre la importancia de defender y promover los derechos humanos de cada persona, fundados en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y que, como tales, son «universales, inviolables, inalienables». La Iglesia espera que, mediante la afirmación de estos derechos, se reconozca más eficazmente y se promueva universalmente la dignidad humana, como característica impresa por Dios Creador en su criatura, asumida y redimida por Jesucristo por su encarnación, muerte y resurrección. Por eso, la difusión de la Palabra de Dios refuerza la afirmación y el respeto de estos derechos”127. Además, ante los últimos actos de violencia interreligiosa reitera “que la religión nunca puede justificar intolerancia o guerras. No se puede utilizar la violencia en nombre de Dios. Toda religión debería impulsar un uso correcto de la razón y promover valores éticos que edifican la convivencia civil”128.

[127] Verbum Domini, N° 101 [128] Verbum Domini, N° 102

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Intenciones: •• Por todos los que han sufrido injusticias y están en la cárcel sin merecerlo. •• Por nuestras autoridades para que administren rectamente la justicia y sean promotores de la verdad. •• Por todos nosotros para que jamás condenemos de palabra u obra, a nuestro prójimo. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

SEGUNDA ESTACIÓN:

Jesús carga la cruz Lectura del Evangelio según san Mateo 27, 27 - 31 Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando la rodilla, se burlaban de él diciendo: “¡Salve, rey de los judíos!”. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Del Evangelio según san Juan. 19, 17 Y Jesús, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera”, que en hebreo se dice Gólgota. Meditación: La sentencia a muerte ocasionaba la pérdida total del respeto de la vida y la dignidad humana; por eso se burlaban, lo maltrataban y le obligaban a cargar el madero donde iba a ser crucificado.

Había sido castigado atrozmente que le habían dejado sin fuerza, ensangrentado y humillado. En estas circunstancias, el Hijo de Dios, cargó con la cruz en sus espaldas; y al cargar la cruz cargó los pecados de la humanidad. La cruz, que era “escándalo para los judíos y locura para los paganos” (1 Cor 1,23), se había convertido, a partir de aquél momento, en la máxima expresión de salvación eterna.

Si Dios no escatimó su amor por el hombre al llevar la cruz hacia el Calvario el hombre tampoco debe escatimar la apertura de su corazón a Dios. Por eso, el Papa Benedicto XVI, como en el inicio de su pontificado, nos recuerda que abrirse 100


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a la lectura de la Biblia es volver a “abrir las puertas a Cristo: «Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana...”129. Intenciones:

•• Por todos los bautizados que se avergüenzas de llevar la cruz de Cristo. •• Por todos los que han renegado de su religión cristiana y de su fe. •• Por todos los que no quieren llevar a cuestas la cruz de la penitencia y de la mortificación de sus pecados. •• Por todos nosotros para que aceptemos gozosos la cruz de nuestro Salvador y ella sea nuestra alegría y nuestro gozo. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

TERCERA ESTACIÓN: Jesús cae por primera vez Lectura del profeta Isaías. 53, 4 - 6 ¡Eran nuestras dolencias las que él llevaba, y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros lo tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus llagas hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y el Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Meditación: La pesante cruz que llevaba sobre sus espaldas aplastó el cuerpo debilitado, tembloroso y herido del Hijo de Dios.

Cayó rostro en tierra y se abrazó sobre un puñado de polvo que tocaron sus manos y, mezclando en ella su sangre, presentó al Padre, creador del mundo, la ofrenda de salvación eterna. Al caer por primera vez, el madero tallado toscamente rasgó su cuerpo malherido. Inmediatamente fue obligado a levantarse por la reacción de los azotes marcados por la sangre de la nueva y eterna alianza para continuar el camino al Gólgota, que es camino de esperanza.

[129] Verbum Domini, N° 104

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Jesucristo se encuentra acompañado por el dolor, el sufrimiento y los azotes; y “mientras la palabra del hombre parece enmudecer ante el misterio del mal y del dolor, y nuestra sociedad parece valorar la existencia sólo cuando ésta tiene un cierto grado de eficiencia y bienestar, la Palabra de Dios nos revela que también las circunstancias adversas son misteriosamente «abrazadas» por la ternura de Dios.”130 Intenciones:

•• Por todos nosotros que fuimos marcados en el bautismo con la cruz de Cristo para que tengamos fuerza de llevarla con honor durante nuestra vida. •• Por todos los ministros de la Iglesia para que marchen a la cabeza de su pueblo llevando la cruz del Señor. •• Por nuestros jóvenes para que no sucumban bajo el peso de sus pasiones y nunca renieguen de la cruz del Señor. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

CUARTA ESTACIÓN:

Jesús encuentra a su Madre Lectura del Evangelio según san Juan 19,25-27 Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su Madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Meditación: Apenas comenzado el camino al calvario, ya se había caído; aún quedaba mucho por recorrer y de pronto encuentra a su Madre en medio de la multitud.

No tenía fuerza para abrir bien los ojos, la sangre que discurría por su rostro no le permitía ver a sus acompañantes, no se desconcentraba por ver a la gente que lo insultaba, pero, tuvo los ojos del corazón bien abiertos para sentir y ver la presencia de su madre que lo acompañaba en medio de lágrimas y sufrimientos, al ver que “el fruto bendito de su vientre” (Lc 1,41) estaba siendo conducido injustamente a la muerte.

El Papa Benedicto XVI, resalta cualidades tan humanas y tan divinas en la madre de Dios que; a partir de la anunciación, se hizo testimonio vivo de acogida de la Palabra de Dios; en la vida pública, se hizo depositaria de plan

[130] Verbum Domini, N° 106

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divino de salvación; y, en el camino de la pasión, se hizo testimonio indescriptible del sufrimiento de su Hijo amado. Por eso, “la fe que nace del encuentro con la divina Palabra nos ayuda a considerar la vida humana como digna de ser vivida en plenitud también cuando está aquejada por el mal.”131

En esta cuarta estación, “María es dichosa porque tiene fe, porque ha creído, y en esta fe ha acogido en el propio seno al Verbo de Dios para entregarlo al mundo. La alegría que recibe de la Palabra se puede extender ahora a todos los que, en la fe, se dejan transformar por la Palabra de Dios”.132 Intenciones:

•• Por todas las madres que sufren y lloran por sus hijos. •• Por todas las madres abandonadas y solitarias. •• Por nuestras propias mamás, para que el Señor recompense los trabajos y dolores que han padecido por nosotros. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

QUINTA ESTACIÓN:

El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz Lectura del Evangelio según San Marcos 15,21 “Un hombre de Cirene llamado Simón, padre de Alejandro y Rufo, llegaba entonces del campo; y al pasar por allí, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús”. Meditación: Jesucristo, camino al calvario, después de haber disfrutado el encuentro con su madre, a pesar del sufrimiento mortal, es ayudado por un hombre que no estaba involucrado, de ninguna manera, en este acontecimiento de muerte y resurrección. Por eso, esta estación, representa la unión recíproca de la divinidad que ofrenda su vida por la salvación de la humanidad con la humanidad que toma conciencia de la redención divina por medio del sufrimiento.

Así como Jesucristo cargó con el sufrimiento de la humanidad; “Así pues, la misma Palabra de Dios reclama la necesidad de nuestro compromiso en el mundo y de nuestra responsabilidad ante Cristo, Señor de la Historia. Al anunciar el Evangelio, démonos ánimo mutuamente para hacer el bien y comprometernos por la justicia, la reconciliación y la paz”133 como el Cirineo.

[131] Verbum Domini, N° 106 [132] Verbum Domini, N° 106 [133] Verbum Domini, N° 99

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“El Sínodo da gracias a Dios por estos testimonios espléndidos, a menudo escondidos, de tantos cristianos –sacerdotes, religiosos y laicos– que han prestado y siguen prestando sus manos, sus ojos y su corazón a Cristo, verdadero médico de los cuerpos y las almas. El Sínodo exhorta a continuar prestando ayuda a las personas enfermas, llevándoles la presencia vivificante del Señor Jesús en la Palabra y en la Eucaristía.”134 El Apóstol san Pablo exhorta, vivir en estos tiempos, con las siguientes palabras: “Hermanos, si encuentran a alguien que ha caído en algún pecado, ustedes que son espirituales, deben ayudarlo a que se levante. Pero deben hacerlo con corazón humilde, y cada uno debe hacerlo con mucho cuidado, no sea que él también vaya a ser puesto a prueba. Ayúdense unos a otros a soportar las cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”. (Gal. 6,1-2). Intenciones:

•• Por todos nosotros para que sepamos compartir los bienes y las penas con nuestros semejantes. •• Para que el Señor nos conceda tener siempre a alguien que nos ayude y tienda la mano cuando lo necesitamos. •• Para que tengamos la humildad suficiente y aceptemos la ayuda que nos brinda algún hermano. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

SEXTA ESTACIÓN:

La Verónica enjuga el rostro de Jesús Lectura del profeta Isaías. 53,2-3 Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado. Meditación: Los amigos y conocidos no se atrevían acercarse a Jesucristo por no ser maltratados por los soldados y por la turba enardecida que quería ver la muerte súbita de Dios. Sin en embargo, una mujer que tenía un pañuelo estiró sus manos para poder secar la mezcla de sangre, sudor y lágrimas del rostro sufriente de Cristo. Es así que, en los momentos difíciles de nuestra vida, en medio de la confusión, surge una mano inesperada que seca las abundantes lágrimas de dolor. El mundo debe tener conciencia que “Dios no se revela al hombre en

[134] Verbum Domini,N°106

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abstracto, sino asumiendo lenguajes, imágenes y expresiones vinculadas a las diferentes culturas.135. Dios ha querido comunicar su mensaje de salvación a la humanidad en el ícono del sufrimiento porque “la Palabra divina debe llegar no sólo a través del lenguaje escrito, sino también mediante las otras formas de comunicación”.136

Hoy en día, “en el mundo de internet, que permite que millones y millones de imágenes aparezcan en un número incontable de pantallas de todo el mundo, deberá aparecer el rostro de Cristo y oírse su voz, porque «si no hay lugar para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre»”137.

El verdadero ícono de Cristo sufriente sigue presente en los rostros sufrientes de los niños, los jóvenes, las familias, los ancianos, los enfermos, los explotados, etc. Todos estos rostros nos deben conducir, una vez más, al encuentro de Jesucristo muerto y resucitado. Intenciones:

•• Por todos los cristianos que ensuciamos el rostro de Cristo y de La Santa Iglesia con nuestros pecados. •• Por quienes manchamos la fama y la vida de nuestros hermanos con nuestras críticas, murmuraciones y falsos testimonios. •• Por todos los que desprecian y se burlan de la dignidad humana de los más pobres o de los que no tienen con qué defenderse. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

SÉPTIMA ESTACIÓN:

Jesús cae por segunda vez Lectura del libro de los Salmo 41[40],6-10 Mis enemigos me desean lo peor: “A ver si se muere, y se acaba su recuerdo”. El que viene a verme, habla con fingimiento, disimula su mala intención, y, cuando sale afuera, lo esparce. Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, hacen cálculos siniestros: “Padece un mal sin remedio, se acostó para no levantarse”. Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan, es el primero en traicionarme. Meditación: Otra vez cae Jesucristo. El camino precedente animó buenamente el desvalimiento del Hijo de Dios, pero, poco duró el aliento ante tan gran sufrimiento.

[135] Verbum Domini, N° 109 [136] Verbum Domini, N° 113 [137] Verbum Domini, N° 113

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Su rostro nuevamente se cubrió de lágrimas, sudor y sufrimiento que no le permitía divisar el camino por delante que, en un mínimo tropiezo, cayó sobre el suelo y encima de él la cruz que se había hecho más pesante ante tanto agotamiento físico y el dolor intenso de las llagas que habían marcado hasta la profundidad de su corazón. Esta estación representa a todos aquellos hombres y mujeres que, habiéndose caído una vez, se levantaron; pero, que vuelven a caer ante las inevitables circunstancias de la vida. Caídas que duelen hasta lo más profundo del corazón, pero caídas que dan respiro al alma para poder volver a levantarse y continuar el camino de la pasión de la vida.

Si de Jesucristo se dice que: “El no cometió pecado ni en su boca se encontró engaño. Insultado, no devolvía los insultos, y maltratado, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios que juzga justamente. El cargó con nuestros pecados en el madero de la cruz, para que, muertos a nuestros pecados, empezáramos una vida santa. Y por sus llagas han sido sanados” (1Pe 2,22-24). Hoy en día, nuestros hermanos en la fe y nuestros hermanos de otras confesiones religiosas caen, otra vez, en el pecado de la indiferencia y la guerra. Por eso, como hermanos, debemos unirnos “estrechamente, con afecto profundo y solidario, a los fieles de todas aquellas comunidades cristianas, que en estos tiempos, especialmente en Asia y en África, arriesgan la vida o son marginados de la sociedad a causa de la fe”.138 Cristo tiene que levantarse, junto con los hermanos caídos a consecuencia de su fe inconsistente, para seguir llevando la humanidad lacerada por el sufrimiento hacia el camino de esperanza y paz. Intenciones:

•• Por todos los cristianos que han hecho a un lado la cruz de Cristo y quieren vivir según sus gustos y caprichos. •• Por todos los que se han bautizado, confirmado y hecho su primera comunión pero que ya no practican su fe y viven apartados de la comunidad cristiana. •• Por todos los hermanos que en el tiempo de Cuaresma se olvidan de lo que Cristo padeció por ellos. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

[138] Verbum Domini, N° 98

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OCTAVA ESTACIÓN: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén Lectura del Evangelio según San Lucas 23,27-31

Cuando iban llevando a Jesús para crucificarlo, le seguía mucha gente y muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por él. Pero Jesús las miró y les dijo: Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos. Porque van a venir días en que se dirá: ¡Felices las que pueden tener hijos, los vientres que nunca concibieron y los pechos que no dieron de mamar! Entonces comenzará la gente a decir a los cerros: ¡Caigan sobre nosotros! Y dirán a las montañas: ¡Escóndannos! Porque si con el árbol verde hacen todo esto, ¿qué no harán con el árbol seco? Meditación: Tanto era el sufrimiento de Jesucristo y de aquellos que lo habían visto curar a los enfermos, devolver la alegría al oprimido y hasta resucitar a los muertos. La injusta humillación despertó en aquellos que lo habían conocido la reacción de piedad, lágrimas y gritos; especialmente, de algunas mujeres que no soportaron la indiferencia a tan grande sufrimiento del Hijo de Dios. En el camino, no respondió con insultos, agresiones y escupitajos, no abrió la boca para lamentarse del castigo injusto, pero, sí habló para dar palabras de aliento a aquellas mujeres que lloraban desconsoladamente. Jesucristo no quiso pasar de largo, a pesar de su pasión, ante el clamor de aquellas valientes mujeres que arriesgaban sus vidas estirando el brazo para tocar el rostro de Dios, descuidando el reproche de la gente.

Desde aquél momento, las palabras del Hijo de Dios comenzaron a resonar en los corazones desgarrados por la injusticia y la indignación de los hombres que, por el anunció de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, se convirtieron en palabra de vida eterna. “No podemos guardar para nosotros las palabras de vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos, para cada hombre. Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, necesita este anuncio. El Señor mismo, como en los tiempos del profeta Amós, suscita entre los hombres nueva hambre y nueva sed de las palabras del Señor (cf. Am 8,11). Nos corresponde a nosotros la responsabilidad de transmitir lo que, a su vez, hemos recibido por gracia”139.

En estas circunstancias, “no se trata de anunciar una palabra sólo de consuelo, sino que interpela, que llama a la conversión, que hace accesible el encuentro con Él, por el cual florece una humanidad nueva”140. [139] Verbum Domini, N° 91 [140] Verbum Domini, N° 93

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Intenciones: •• Por todos los que nos compadecemos de los dolores de Cristo, pero que no alcanzamos a hacer algo por remediar los dolores y las penas de nuestros hermanos necesitados. •• Por todos los niños que sufren a causa de la irresponsabilidad y descuido de sus padres. •• Por todos los jóvenes, para que se preparen convenientemente a su matrimonio y formen hogares cristianos y responsables. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

NOVENA ESTACIÓN:

Jesús cae por tercera vez Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 5,19-21

Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación... En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios. Meditación: Caminaba a trompicones por el camino accidentado, el peso de la cruz le llevaba involuntariamente de un lado a otro, la gente que lo acusaba no cesaba de insultarlo; hasta que su cuerpo no resistió.

La pesante cruz de la muerte, por tercera vez, aplastó a Jesucristo, débil y tembloroso; pero tenía que levantarse para llevar la cruz de su muerte hasta el golgota. Esta tercera caída se reflexiona desde el sacramento de la reconciliación y penitencia que, después de haber caído varias veces, el Señor invita a levantarse sin desanimarse. Esta es la enseñanza de la Buena Noticia de la pasión de Jesucristo: la reconciliación consigo mismo, con el prójimo, con la creación y con la fe en Dios. “Al alba del tercer milenio, no sólo hay todavía muchos pueblos que no han conocido la Buena Nueva, sino también muchos cristianos necesitados de que se les vuelva a anunciar persuasivamente la Palabra de Dios, de manera que puedan experimentar concretamente la fuerza del Evangelio. Tantos hermanos están «bautizados, pero no suficientemente evangelizados». Con frecuencia, naciones un tiempo ricas en fe y vocaciones van perdiendo su propia identidad, bajo la influencia de una cultura secularizada. La exigencia de una nueva evangelización, tan fuertemente 108


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sentida por mi venerado Predecesor, ha de ser confirmada sin temor, con la certeza de la eficacia de la Palabra divina”141 Intenciones:

•• Por todos los que nos persiguen o calumnian a causa del nombre de Cristo. •• Por todos los cristianos que tienen que sufrir a causa de su fe y de sus prácticas religiosas. •• Por todos los bautizados que han perdido la fe que recibieron de sus padres. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

DÉCIMA ESTACIÓN:

Jesús es despojado de sus vestiduras Lectura del Evangelio según San Juan 19,23-24

Los soldados... cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: “No la rasguemos, sino echemos a suertes a ver a quién le toca”. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Meditación:

Después de varias caídas que hirieron el cuerpo y el alma del Hijo de Dios, llegaron al calvario; pero, recién había empezado el momento más cruento y doloroso. Despojar de sus vestiduras a un hombre significaba humillación y desprecio total. Eso es lo que hicieron con nuestro maestro. Lo dejaron desnudo ante la burla del pueblo reunido; como muestra de castigo ejemplar.

En esta estación reflexionemos con nuestros hermanos que sufren los fuertes temporales de frío, consecuencias del cambio climático, que no tienen una ropa que les abrigue y se sienten desnudos ante la indiferencia de aquellos que tienen y pueden. “En el capítulo veinticinco del Evangelio de Mateo, el Hijo del hombre considera que todo lo que hacemos o dejamos de hacer a uno sólo de sus «humildes hermanos» (25,41.45), se lo hacemos o dejamos de hacérselo a Él: «Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la

[141] Verbum Domini, N° 96

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cárcel y viniste a verme» (25,35-36). Así pues, la misma Palabra de Dios reclama la necesidad de nuestro compromiso en el mundo y de nuestra responsabilidad ante Cristo, Señor de la Historia. Al anunciar el Evangelio, démonos ánimo mutuamente para hacer el bien y comprometernos por la justicia, la reconciliación y la paz”.142 Intenciones:

•• Por todos los que se aprovechan y apropian de los bienes de los demás y no se compadecen de la pobreza y miseria de su prójimo. •• Por todos nuestros hermanos pobres, desamparados, desnudos y sin techo. •• Por nuestra Santa Madre Iglesia, dividida por el pecado, para que todos lleguemos a la unidad fraterna y formemos el único pueblo de Dios. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN:

Jesús es clavado en la cruz

Lectura del Evangelio según San Juan 19,17-20

“Jesús salió, púes, llevando la cruz, para ir al lugar que llamaban La Calavera, que en hebreo se dice Gólgota. Allí lo crucificaron, y junto a él a otros dos, uno a cada lado; y a Jesús en medio, Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero que decía. JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS. Muchos de los judío leyeron este letrero, porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo, griego y latín”. Meditación: La cruz estaba en el suelo listo para elevar a su víctima. Sobre la cruz pusieron el cuerpo débil del Hijo de Dios. Luego, comenzaron a clavar sus manos y sus pies. A cada golpe de martillo, la sangre salpicaba su cuerpo y el dolor se hacía irresistible. Las pocas fuerzas que le quedaban se acababan con el grito y el dolor. Los latidos de su corazón se hacían más intensos, sus pulmones apenas podían respirar, su cuerpo sentía adormecerse, no podía secar la mezcla de sudor y lágrimas de su rostro porque estaba clavado. Así lo elevaron en la cruz y lo dejaron colgado hasta morir. En la cruz pronunció las últimas palabras de aliento y esperanza para la Iglesia y la humanidad entera, a pesar del sufrimiento. En la cruz enseñó a perdonar a los enemigos, en la cruz enseño a depositar toda la confianza en Dios Padre, en la cruz enseño a amar, en la cruz prometió el paraíso, en la cruz siguió siendo el Maestro de la reconciliación por excelencia.

[142] Verbum Domini, N° 99

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Nuestros hermanos siguen siendo crucificados por las guerras, por el odio, por la falta de respeto a la dignidad humana de los niños por nacer y de los enfermos.

Tenemos que mantenernos “fieles a la obra de reconciliación consumada por Dios en Jesucristo, crucificado y resucitado, los católicos y todos los hombres de buena voluntad han de comprometerse a dar ejemplo de reconciliación para construir una sociedad justa y pacífica. Nunca olvidemos que «donde las palabras humanas son impotentes, porque prevalece el trágico estrépito de la violencia y de las armas, la fuerza profética de la Palabra de Dios actúa y nos repite que la paz es posible y que debemos ser instrumentos de reconciliación y de paz».”143. Intenciones:

•• Por todos nosotros, para que clavemos en la cruz de Cristo todos nuestros vicios y malas inclinaciones. •• Por todos los que sufren y lloran, para que el dolor de Cristo los fortalezca y consuele. •• Para que aceptemos la cruz del sufrimiento y entreguemos nuestra vida al servicio de los demás. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN:

Jesús muere en la cruz Lectura del Evangelio según San Marcos 15,33-41

Al llegar el medio día, toda la tierra quedó en oscuridad la cual duró hasta las tres de la tarde. Y a esa misma hora Jesús gritó con fuerza: “Eloi, Eloi, ¿Lammá sabactaní?” que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado? Algunos de los que estaban allí lo oyeron y dijeron: Oigan, está llamando al profeta Elías. Entonces uno de ellos corrió y, después de empapar una esponja en vino agrio, la puso en un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: ¡Déjenlo! Vamos a ver si viene Elías a bajarlo. Entonces Jesús dio un fuerte grito y murió. La cortina del templo se partió en dos partes desde arriba abajo. Y el capitán romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había gritado y cómo había muerto, dijo: De veras, este hombre era hijo de Dios. También había allí algunas mujeres mirando de lejos; entre ellas estaba María Magdalena, María la madre de Jacobo el Menor y de José, y Salomé. Estas mujeres habían seguido a Jesús y le habían ayudado, cuando él estaba en Galilea. Además había allí otras muchas que habían ido a Jerusalén junto con él”. [143] Verbum Domini, N° 102

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Meditación: Después de haber sufrido tanto exhaló el último aliento y dando un fuerte grito murió.

La muerte del Hijo de Dios causó conmoción a todos los que estaban en el calvario. La virgen María y las mujeres que la acompañaban rompieron en lágrimas, más fuertes aún, al ver que estaba muerto. La naturaleza misma se vistió de luto al ver morir al Hijo del autor de la creación. Hasta el soldado se sintió perplejo para decir que aquél a quién habían crucificado era verdaderamente el Hijo de Dios.

Está colgado en la cruz, exponiendo su muerte desde lo alto, no para culpar a los hombres sino para decirnos que ha muerto, para devolvernos la vida de gracia y para demostrarnos el gran amor por la humanidad “para que no perezca ninguno de los que creen él sino que tengan vida eterna” (Jn 3,14) “El culmen de la cercanía de Dios al sufrimiento del hombre lo contemplamos en Jesús mismo, que es «Palabra encarnada. Sufrió con nosotros y murió. Con su pasión y muerte asumió y transformó hasta el fondo nuestra debilidad».”144. Por eso, el cristiano debe llenar su corazón de esperanza al experimentar, desde la profesión de fe, que “el Verbo sale del Padre y viene a vivir entre los suyos, y retorna al seno del Padre para llevar consigo a toda la creación que ha sido creada en Él y para Él145.

Esta estación debe ayudarnos a reflexionar por todos aquellos hombres que has muerto a causa del terrorismo, por todos aquellos hombres que han muerto a causa de las alteraciones climáticas, por todos aquellos que han muerto en las guerras, por todas aquellas criaturas que no han podido alumbrar a este mundo y por aquellas personas que mueren abandonados por sus propios familiares. Intenciones:

•• Por todos nosotros, para que sepamos entregar nuestra vida al servicio de los demás y a ejemplo de nuestro Salvador Jesucristo. •• Para que la cruz de Cristo sea nuestra alegría y nuestro gozo. •• Para que durante nuestra vida busquemos hacer siempre la voluntad del Padre Celestial. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

[144] VD, N° 106 [145] Verbum Domini, N° 121

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DECIMA TERCERA ESTACIÓN: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre Lectura del Evangelio según San Lucas 23,50-53

“Había un hombre bueno y justo llamado José, del pueblo de Arimatea en Judea. Era miembro de la Junta suprema de los judíos. Este José esperaba el Reino de Dios, así que no estuvo de acuerdo con lo que la Junta había hecho. Entonces fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana”. Meditación:

Según la costumbre, el cuerpo muerto se entregaba a un familiar cercano que le diera digna sepultura. Es así que se le entregó a su propia madre.

María, al momento de dar a luz a su Hijo Primogénito lo recibió en sus brazos y al momento de morir, otra vez, termina abrazando el misterio de ternura y esperanza, el misterio de muerte y resurrección.

El cuerpo inerte de Jesucristo estaba en brazos de su madre, la sangre seguía discurriendo por todo el cuerpo; no le importaba el peso del cuerpo de su hijo y, más bien, cubría su desnudez con un manto de amor; las mujeres, como María Magdalena, lloraban la muerte de Jesucristo.

De pronto, José de Arimatea, hombre de caridad, ofreció darle digna sepultura, concediéndole un espacio para ser enterrado. Ante esta situación, “nunca se ha de olvidar que «el amor –caritas– siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa... Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre». Exhorto, por tanto, a todos los fieles a meditar con frecuencia el himno a la caridad escrito por el Apóstol Pablo, y a dejarse inspirar por él: «el amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado, ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca» (1 Co 13,4-8)”. 146 Intenciones:

•• Por todos nosotros, para que el final de nuestra vida podamos decir como Jesús: “Todo está cumplido”. •• Para que el Señor Jesús nos conceda perdonar a nuestros enemigos y así obtener su perdón.

[146] Verbum Domini, N° 103

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•• Para que, como José de Arimatea, sepamos compadecernos de nuestro prójimo en sus dolores y tenderle la mano para ayudarlo. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

DECIMA CUARTA ESTACIÓN:

Jesús es colocado en el sepulcro Lectura del Evangelio según San Juan 19,41-42

“En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro donde todavía no habían puesto a nadie. Allí pusieron el cuerpo de Jesús, porque ese sepulcro estaba cerca y porque ya iba a empezar el día de descanso de los judíos” Meditación: Jesucristo fue envuelto en una sábana finísima que había proporcionado José de Arimatea. Así fue conducido al sepulcro. Se cerró el sepulcro con la piedra y la tranquilidad regresó a la mente y el corazón de todos los seguidores de Jesucristo porque no habían más insultos, humillaciones, amenazas y maltratos sino que “se cumple aquí la profecía de Isaías sobre la eficacia de la Palabra del Dios: como la lluvia y la nieve bajan desde el cielo para empapar la tierra y hacerla germinar, así la Palabra de Dios «no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo» (Is 55,10s). Jesucristo es esta Palabra definitiva y eficaz que ha salido del Padre y ha vuelto a Él, cumpliendo perfectamente en el mundo su voluntad”147 Después del sepulcro, El silencio se dispersó y empezó a recorrer todos los espacios de la sociedad de entonces. Callaban las autoridades religiosas, los representantes del imperio, los acérrimos acusadores y todos aquellos que fueron testigos de la muerte lenta y cruenta de Jesucristo, “único salvador del mundo”. Intenciones:

•• Por todos nuestros hermanos difuntos para que descansen en la paz de Cristo. •• Por todos los enfermos y agonizantes para que el Señor Jesús y La Virgen Santísima estén junto a ellos y les den consuelo y esperanza. •• Por todos nosotros, para que el Señor nos conceda una muerte cristiana. •• Por todos los que no conocen a Cristo ni esperan en El, para que pronto lleguen a participar de los frutos de su muerte y resurrección. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

[147] Verbum Domini, N° 103

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BIBLIOGRAFÍA - Anselm Grün, La penitencia: celebración de la reconciliación, Editorial San Pablo, 2002.

- Apostolicam Actuositatem, Decreto sobre el apostolado de los seglares, del Concilio Vaticano II, del 18 de noviembre de 1965. - Ariel Alvarez Valdés, http: // www. Buzon catolico. es/ formacion/ biblia estudio biblico/ números y labiblia. html.

- Benedicto XVI, Deus charitas est, Carta encíclica sobre el amor cristiano, del 25 de diciembre del año 2005. - Benedicto XVI, Caritas in veritate, Carta Encíclica sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad, del 29 de junio del 2009.

- Benedicto XVI, “Si quieres promover la paz, protege la creación”, Mensaje con motivo de la XLIII Jornada Mundial de la Paz, del 1 de enero del 2010. - Benedicto XVI, Verbum Domini, Exhortación Apostólica postsinodal sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, del 30 de setiembre del 2010. - Catecismo de la Iglesia Católica, publicado con motivo de trigésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, del 11 de octubre de 1992.

- Código de Derecho Canónico, promulgado por la autoridad del Papa Juan Pablo II, Dado en Roma, el 25 de enero de 1983. - Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, Del Pontificio Consejo de Justicia y Paz de la Santa Sede, el 2 de abril del 2004. - Dei Verbum, Constitución dogmática sobre la Divina Revelación del Concilio Vaticano II, del día 18 de noviembre de 1965.

- Dionigi Tettamanzi, El hombre imagen de Dios, secretariado trinitario, 1978.

- Documento Puebla, Documento conclusivo de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, en el mes de enero de 1979. - Documento Santo Domingo, Documento conclusivo de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, el día 12 de octubre de 1992. - Documento de Aparecida, Documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe, del día 31 de mayo del 2007. 115


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- Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, V.

- François-Xavier Nguyen van Thuan, Testigos de la Esperanza, Editorial Ciudad nueva, 2000.

- Gaudium et Spes, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual del Concilio Vaticano II, del 7 de diciembre de 1965. - Instrucción General del Misal Romano, del día 5 de setiembre de 1970.

- Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, Exhortación Apostólica postsinodal sobre la reconciliación y penitencia en la misión de la Iglesia hoy, el día 2 de diciembre de 1984. - Juan Pablo II, Paz con Dios creador, paz con toda la creación, Mensaje con motivo de la XXIII Jornada Mundial de la Paz, el día 1 de enero de 1990. - Juan Pablo II, Iglesia en América, Exhortación Apostólica postsinodal sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América, el día 22 de enero de 1999.

- Juan Pablo II, Al comienzo del nuevo milenio, Exhortación Apostólica sobre la clausura del Gran Jubileo del año 2000, el día 6 de enero del 2001. - Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, Carta Apostólica sobre el Santo Rosario, el día 16 de octubre del año 2002. - La Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas y Verbo Divino, 2008.

- La Oración de la mañana y de la tarde, Librería Editrice Vaticana, 1975. - Liturgia de las Horas II, Librería Editrice Vaticana, MCMLXXXVI.

- Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano II, del día 21 de noviembre de 1964. - Manual de liturgia I, Introducción a la celebración litúrgica, Consejo Episcopal Latinoamericano y El Caribe (CELAM), CELAM, Colombia, 2000. - Misal del Concilio Vaticano II.

- Pablo VI, Mysterii Paschalis, Carta Apostólica dada forma de “Motu Proprio” por la que se aprobaron las normas universales sobre el año litúrgico y el nuevo calendario romano general, del día 14 de febrero de 1969.

- Rufino María Grández, El camino cuaresmal, Centro de Pastoral Litúrgica, España, 1994.

- Pablo VI, Ordo Penitentiae, del sacramento de la confesión, del año de 1974. 116


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- Orígenes, Carta a Gregorio, PG 11,92.

- Presbiterorum Ordinis, Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, del Concilio Vaticano II, del día 7 de diciembre de 1965. - Sacrosanctum Concilium, Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II, del día 4 de diciembre de 1963. - San Agustín, Las Confesiones.

- San Agustín, Comentario a los Salmos, PL 37,1086. - San Ambrosio, Carta 49,3, PL 16, 1204 A.

- San Basilio Magno, Sobre el Espíritu Santo, PG 32, 127-130. - San Cipriano de Cartago, De Dominica Oratione.

- San Cipriano, Del tratado sobre el Padre nuestro. - San Juan Crisóstomo, Homilías, PG 50,477-480.

- San Juan María Vianney, Comentario sobre la caridad. - San Jerónimo, Comentario al libro de Isaías, PL 24,17. - San León Magno, sermones.

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN 7 CUARESMA 11 1.- SIGNIFICADO 12 2.- HISTORIA 14 3.-

FUNDAMENTO BÍBLICO 17 Noé y el diluvio universal. 17 Los Israelitas que peregrinaron en el desierto. 17 Moisés, antes de recibir el decálogo. 18 La peregrinación de Elías al monte Horeb. 18 El anuncio de conversión que hizo el profeta Jonás. 18 Jesús en el desierto. 19

4.-

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 20 El Concilio Vaticano II. 20 Mysterii Paschalis. 21 Código de Derecho Canónico. 21 Catecismo de la Iglesia Católica. 21

6.-

SIGNOS DE LA CUARESMA 25 La cruz. 25 La penitencia. 25 El Bautismo. 26

5.- MIÉRCOLES DE CENIZA 22 La ceniza. 23 Exhortación. 23

7.-

CARACTERÍSTICAS 28 Tiempo de reflexión. 28 Tiempo de perdón. 30 Tiempo de conversión. 31 Tiempo de reconciliación. 34 Tiempo de dar frutos. 36 119


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8.-

9.-

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ACTITUDES 37 Ayuno. 37 Oración. 42 Obras de caridad. 52

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y 59 LA RECONCILIACIÓN Aspectos del sacramento. 59 Nombres del sacramento. 60 Efectos del sacramento. 61 Formas de confesión. 62 Pasos de la confesión. 63 Normas para la confesión. 65

10.- PARÁBOLAS DE CONVERSIÓN Y PERDÓN 68 La oveja perdida. 68 El Padre misericordioso. 69 La dracma perdida. 70

11.- PERSONAJES 71 En el antiguo Testamento. 71 En el nuevo Testamento. 72

12.- LA CONVERSIÓN EN EL MUNDO ACTUAL 76 Conversión pastoral. 76 Conversión ecológica. 78 Conversión social. 80 Conversión bíblica. 83

13.- TEXTOS LITÚRGICOS 85 Lecturas dominicales de la Cuaresma. 85 Lecturas diarias de la Cuaresma. 89 Fiestas durante la Cuaresma. 95

14.- VÍA CRUCIS BÍBLICO 96

BIBLIOGRAFÍA. 113

ÍNDICE. 117

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