Els contes de la locomotora

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Xavi Boix

Cogió su lanza, y soltando espumarajos de rabia y lágrimas de dolor, salió disparado hacia las colinas, en busca de su muerte. Este movimiento alentó a las tropas romanas, y decidieron seguirle extramuros. Los cartagineses nunca se esperaron ese movimiento. Con el último sitiador muerto a manos de Romulus, éste no se sintió mejor porque vió que lo que quería era que acabasen con él, pero nadie había podido. Intentó entonces suicidarse, pero su hermano le disuadió, comprendieron que había estado bajo una gran presión. «…el traidor ataque púnico a Hispalis, que fue una de las más humillantes derrotas que el imperio cartaginés ha sufrido nunca a manos del ejército romano. Una ciudad prácticamente sin defensas, sitiada hasta la desesperación, sin comida ni agua defendió con entereza el ataque de diez catapultas, quince unidades de caballería e infantería, con sólo dos falanges, capitaneadas por Romulus, el héroe de Roma. Los romanos sufrimos un asedio de veinte días de bombardeo y destrucción continua, pero la bravura, la ciencia y la experiencia romana, combinada con la lógica y la estrategia pudo contrarrestar la inquina cartaginesa, que hubiese deseado una rendición incondicional, algo a lo que Roma nunca…», de Historia de Roma de Flavio Josefus

Romulus, el héroe, acababa de nacer. En tiempo de guerra, la civilización necesita héroes. La historia del lancero enfrentado a las huestes púnicas llegó a todos los confines del imperio. El Sumo Sacerdote le ahijó, antes de que tomase partido por cualquier otra facción contraria. Se le ofreció el puesto de procurador, de cónsul, de general, pero él no quiso más que le dejasen tranquilo, en Hispalis, donde había enterrado a un hermano…y a un amante.

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