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El concepto de la muerte en “Piedra negra sobre una piedra blanca”,

unaLA aproximación desde la profesión del Derecho. EL CONCEPTO DE MUERTE EN EL POEMA PIEDRA BLANCA SOBRE UNA PIEDRA NEGRA DE CÉSAR VALLEJO

Un aproximación desde el Derecho Por Iván Rodríguez Chávez Universidad Ricardo Palma

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El concepto de la muerte en “Piedra negra sobre una piedra blanca”, una aproximación desde la profesión del Derecho.

El poema “Piedra negra sobre una piedra blanca” que pertenece al poemario Poemas humanos (1939), fue leído por algunos críticos literarios como el poema que anticipa la muerte del poeta César Vallejo. En ese sentido, las interpretaciones que se han dado destacan la fuerte conciencia de la finitud de la existencia que tenía el vate santiaguino. Nuestra aproximación interpretativa sobre el poema se realiza desde la teoría del Derecho, según esta, la muerte es un acontecimiento funesto que desencadena en los deudos un profundo dolor. No obstante, la vida puede prolongarse simbólicamente después de la muerte a través de la heredad, pues esta representa su legado. El poema “Piedra negra sobre una piedra blanca” no solo es una premonición de la desaparición física, es también la heredad que Vallejo dejó a los miles de lectores para que puedan hacer de él más que un poema, un testimonio de vida, una revelación de la condición humana y de su inevitable camino al mundo insondable que es la muerte. 3


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na breve explicación para empezar. Vallejo, en cuanto a la temática de la muerte, mantiene la tradición literaria. Su originalidad radica en el enfoque conceptual que de ella incorpora en la poesía. Recurriendo a otras palabras, su aporte y novedad está en su visión sobre la muerte, en la forma estética como la presenta. Claro que estos dos elementos: concepción de fondo y forma expresiva, no van separados. Ambos han sido fusionados hasta desembocar en una unidad estética que se expresa en el respectivo poema. La muerte es un tema recurrente en Vallejo. Sus referencias y recurrencias a ella son frecuentes. Desde sus inicios que comprenden las composiciones no publicadas en libro, registra ciertos toques que bien merecen la pena revisarlas. Para los efectos de este artículo solo se mencionarán dos casos: un poema de Los Heraldos Negros, (1918) y otro de Trilce (1922), su segundo y más rico libro en hondura y preceptiva en la historia de la poesía peruana y hasta hispanoamericana. 7


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Se trata de “A mi hermano Miguel” en el que Vallejo presenta una visión lúdica de la muerte, respecto a otra persona; es decir, su hermano. En este poema, la muerte es expresada a través del juego infantil de las escondidas, en el que Miguel, el difunto, se escondió para siempre, produciendo con su desaparición física, su ausencia definitiva en el mundo. Para la otra cita se ha escogido el poema LXV de Trilce, en el que la evocación de la madre viene con el retorno al calor afectivo del hogar donde la madre es la reyna del amor y el sentido y la razón de la vida. Pero, si bien físicamente el hogar se conserva igual, ya no es el mismo por la ausencia de la madre merced a su muerte. Aquí la muerte biológica de la madre es su vida definitiva; es decir, sin muerte en el amor filial. Por eso su metáfora que funciona como vocativo “Así, muerta inmortal. Así” que encabeza la cuarta estrofa. Vuelve a hacer lo propio en la quinta y actúa como verso de finalización del poema, a manera de síntesis metafísica y estética. La construcción sintáctica “muerte-inmortal”, constituye una categoría conceptual en la que la muerte significa vida fuera del tiempo, vida proyectada al infinito, que no está sujeta a finalización, aplicada a la madre, a través del amor filial y el recuerdo permanente impregnado en su personalidad y humanidad.

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y deben ser transferidos por parentesco o de acuerdo a consideraciones de la ley. Más allá del Derecho, la vida constituye el eje de toda la cultura humana. Con ella y la educación se enseña a bien vivir, pero no está en los afanes de aprender a morir y menos a bien morir. La medicina también está creada para cuidar la vida, preferir la vida y prolongar la vida. El médico pone al servicio de la persona todo el conocimiento de la ciencia para evitar la muerte. La muerte viene sin anuncio previo y cuando llega el momento de morir no hay nada en el mundo ni del mundo que pueda impedirlo: “la muerte es una de las reglas de oro de la vida” (Klarsfeld y Revah 2002: 13), es sentida por la humanidad aunque no pueda verbalizarla. Vallejo es poeta de pensamiento y sentimiento profundos. Ha llevado a la poesía los temas humanos esenciales y ha revestido con el lenguaje y la palabra un mensaje trascendente y bello, cargado de universalidad. El hombre, Dios, la vida, la muerte en tanto dimensiones supremas actúan como columnas vertebrales de su poética. Su estilo le da originalidad y le provee de fuerza comunicacional más allá de la barrera de los idiomas. Como muestra, se ha escogido analizar el poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”.

La muerte en el Derecho Positivo y la Cultura Por lo menos en occidente no hay ley positiva que regule la muerte. El Derecho protege la vida como el bien jurídico más importante y se acepta la muerte como un hecho natural sobre el cual no existe necesidad de legislar cómo morir y cuándo morir. Más bien se incorpora a la legislación los efectos jurídicos de la muerte como el que pone fin a la personalidad jurídica y con ella el ser humano deja de ser sujeto de Derecho, titular de deberes y derechos. La ley positiva previene las consecuencias jurídicas que acarrea la muerte y en función a ella institucionaliza los derechos sucesorios que le sobreviven

Algunos apuntes biográficos Santiago de Chuco, una ciudad andina del Departamento de Trujillo, ahora región La Libertad, recibió a César Vallejo el 16 de marzo de 1892 en el seno del hogar conformado por Francisco de Paula Vallejo y María de los Santos Mendoza. Estudia primaria en su ciudad natal y la secundaria en la provincia vecina de Huamachuco. Para proseguir con los estudios de nivel superior viaja a Trujillo, en cuya universidad cursa Letras y Derecho, entre los años 1913 a 1917. En este lustro, se ubica como el primer alumno merecedor de premios y distinciones. Se gradúa de bachiller en Letras con la tesis El romanticismo en la poesía castellana (1915), calificada como sobresaliente. Héctor

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Centurión Vallejo, en el extenso y minucioso prólogo para el libro El proceso Vallejo se refiere al poeta indicando que “Vallejo tenía una extraordinaria capacidad retentiva y agilidad de razonamiento y comprensión” (Centurión Vallejo 1992: 12). Respecto a la muerte, Vallejo resultará afectado por tres dolorosas experiencias: el fallecimiento de su hermano Miguel el 22 de agosto de 1915; el de su madre, ocurrido el 9 de agosto de 1918; y, el de su padre acaecido el 24 de marzo de 1924. Antes de su querida madre, dejó este mundo María Rosa Sandoval, su enamorada por el año 1916 (González Vigil 2012: 13-14). En el campo de la justicia sufrirá prisión en una cárcel de Trujillo por más de tres meses. Germán Patrón Candela sintetiza esta triste y lacerante experiencia con las siguientes palabras: Luego se produce la diligencia de allanamiento del Juez Instructor de Trujillo, la captura y detención de César Vallejo en el estudio del abogado Dr. Andrés Ciudad, conducido a la cárcel de Trujillo el 6 de noviembre de 1920, donde permanece hasta el 26 de febrero de 1921, día que obtiene libertad condicional por la presión de la prensa, la intelectualidad, el estudiantado de todo el país y la opinión pública, que obliga al Tribunal Correccional de Trujillo a disponer su libertad; y gracias a las gestiones de su amigo Antenor Orrego y amigos del grupo Norte. (Patrón Candela 1992: 503) En El proceso Vallejo (1992), obra de Patrón Candela, también aparece un testimonio de Antenor Orrego que cuenta la premonición de Vallejo sobre su muerte en París; vaticinio que lo sobresaltó una noche cuando estaba escondido en su casa, antes de ir a prisión. Vallejo despertó a Orrego y le dijo: “Acabo de verme en París (…) con gentes desconocidas y, a mi lado, una mujer también desconocida. Mejor dicho estaba muerto y he visto mi cadáver” (Patrón Candela 1992: 238). Luego, Orrego afirma que recibió desde París la copia del poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”, con una nota alusiva: “¿Recuerdas Antenor esa visión terrorífica que tuve

una noche en tu casa y que me causó tan invencible pavor?” (Patrón Candela 1992: 239). En 1923, después de haber radicado en Lima viaja a Europa. Vivirá en París pero pudo hacer visitas a la Unión Soviética y tener unas estancias en España, de manera especial en la época de la guerra civil española, que le puso en contacto con el conflicto que lo acercó a la vivencia y el sentimiento de la muerte colectiva; inspiración y fuerza creadora de España aparta de mí este cáliz; libro en el que presenta otra concepción de la muerte en tanto otra forma de vida surgida de la lucha por el tiempo de los ideales de libertad y justicia social. Ina Salazar, en un estudio recientemente publicado por la Pontificia Universidad Católica del Perú: La poesía ante la muerte de Dios (2015) sienta la hipótesis interpretativa de toda la obra poética de Vallejo su migración forzada de su natal provincia de ambiente rural en las urbes: Trujillo, Lima, París. Este designio de migrante sembrará en su sensibilidad un sentimiento de desarraigo, de viajes con partidas frecuentes y a la vez con ausencias inevitables. Tal conflicto afectivo de pérdidas y reencuentros le producirían una fijación de similitud con la muerte. Por eso Salazar afirma: En numerosos poemas de Los heraldos negros partida y muerte se igualan, el juego analógico se activa en los dos sentidos: la partida es sinónimo de muerte y a su vez la muerte es recreada a través de la trillada metáfora de la partida, como es el caso en el poema “Ausente” (…) en el que el hablante imagina su muerte / partida como castigo para la mujer amada. (Salazar: 61-62)

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El poema seleccionado Para este estudio, que representa un enfoque individual sobre la muerte, en tanto derecho natural de la persona, se ha seleccionado el poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”, publicado en Poemas humanos (1939), su libro póstumo. No es el único poema sobre


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la muerte sino el que la presenta de un modo distinto a los de otras composiciones. Compréndase que no se trata de la muerte de otros, sino la propia, la de él. No le causa angustia, miedo ni rechazo. La aborda como un acontecimiento inevitable que se dará en un futuro de fecha imprecisa, pero que ocurrirá. Ello le ha preparado el ánimo para aceptarla, esperarla y recibirla. No le increpa ni reclama. No la ve como mal, frustración o castigo. Tiene su ánimo sosegado, apacible y de acostumbramiento a convivir sin sobresaltos ni temores con la idea de la muerte. El texto Piedra negra sobre una piedra blanca Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París -y no me corrotal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Jueves será, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo. César Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos... (Vallejo 2012: 432)

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El análisis formal El poema es un soneto; es decir, una composición poética de arte mayor. Todos sus catorce versos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, son endecásilabos. En cuanto a la rima ha usado la asonantada, con una alternancia diferente en cada estrofa. En el primer cuarteto la rima asonante se establece entre el primer y segundo así como entre el tercer y cuarto versos. En el segundo cuarteto riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero. En el primer terceto riman el primero con el segundo verso y el tercero queda libre. En el segundo terceto y, a la vez última estrofa del poema, riman el tercero con el primero y queda libre el segundo. En suma, este poema es una combinación entre la regularidad métrica y la libertad en la rima, dentro de la cual juega con las combinaciones al interior de cada estrofa, sorprendiendo al lector con una estructura estética que más se acerca a un texto coloquial de prosa poetizada. Poesía en el título El título ya es parte del contenido y el mensaje del poema. Por ello, más de un especialista recomienda prestarle atención a cada uno de los elementos que lo componen, pues estos constituyen cierta carga del sentido que tiene un poema o un texto cualquiera. En el caso del poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”, estamos frente a un frase nominal que implica, por un lado, una antítesis cromática que contrasta los colores negro y blanco y una metonimia respecto al sustantivo piedra, pues poéticamente alude al concepto de dureza, rigidez, frialdad, peso, insensibilidad. A ello, se agrega la idea de la colocación, pues ambas piedras no están puestas una al costado de la otra, sino una: la blanca, debajo de la negra; aplastada por la negra. Además, si se opta por detenerse en el significado poético de los colores blanco y negro, blanco significa en este poema la vida, 13


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también es emblema de la luz; mientras el negro expresa la muerte, la oscuridad, el luto. Si a las consideraciones de los colores se agrega la colocación, el mensaje indica que la vida está condicionada por la muerte, sin salida respecto a ella, que carece de escapatoria. La muerte, el color negro, limita la vida, acorrala la vida, tiene cercada a la vida, emblematizada en el color blanco. Según Giovanni M. Zilio, Vallejo en los asuntos de su estilo poético “prefiere la metonimia a la metáfora”, Se debe a “que la metonimia implica una inserción operante en la realidad, una modificación enérgica de la misma, una sacudida en el sistema de las relaciones fenoménicas; mientras que la metáfora es solo una lirización, un desplazamiento gradual de la realidad, una modificación plástica, sin sacudidas en el sistema relacional” (cf. Zilio 2002: 92-93). Siendo el título un mensaje poético acerca de la inexorabilidad de la muerte, en su relación contextual, ya forma parte del poema logrado a través de la técnica poética de la titulación.

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fica individualizándose como César Vallejo; pero ya no como sujeto tácito y activo, sino ahora como sujeto expreso y pasivo. Para lograr estos efectos estéticos del pase del sujeto tácito al expreso y del activo al pasivo, cambia de la primera persona gramatical a la tercera. Este cambio ingresa desde el primer terceto y constituye una unidad conceptual con el segundo terceto. Vale decir que, Vallejo es el autor o sujeto del arte, pero se convierte en el objeto del arte al incluirse en el tema poético empleando la primera persona gramatical en los dos cuartetos y la tercera persona gramatical en los dos tercetos, llegando a reconocérsele la doble condición de sujeto y objeto de arte en este poema.

Sujeto-objeto poético El otro recurso compositivo que enriquece la belleza del poema es la inclusión de él mismo como tema poético. Él, es a la vez, el sujeto; es decir, el autor y el tema. Para ello, se vale de la primera y tercera persona gramatical en la construcción del discurso poético. En los dos primeros cuartetos Vallejo usa la primera persona gramatical de singular tal como se colige de las formas verbales: “me moriré”, “tengo”, “corro”, “proso”, “me he puesto”, “me he vuelto”, “verme”, en los que el sujeto gramatical tácito es “yo”. Además de sujeto gramatical tácito, es también el sujeto activo de la acción de cada verbo, comenzando por el principal que es “morir”. Concluido el segundo cuarteto cesa de referirse a él como tema poético con la primera persona gramatical, que le da el tono autobiográfico, para recurrir a la tercera persona gramatical como otro modo de seguir refiriéndose a él mismo. Emplea su nombre legal, se identi-

Los tiempos verbales Esta técnica poética de ser a la vez, sujeto y objeto de la obra de arte, Vallejo la realiza con la administración literaria de los tiempos verbales. Combina con gran efecto lírico, el futuro, presente y el pasado. Si el tema de este soneto es la propia muerte, la idea es presentada en el texto en los dos cuartetos, como un hecho que ocurrirá inexorablemente y que él se adelanta en sentirlo, en tener conciencia de ella, en tanto un evento a concretarse en el futuro incluyendo un pronóstico de circunstancias de tiempo y lugar relacionados a modo de deseo y voluntad que así como él prevé, se produzca. Expresa esta idea con el verbo “morir” en un uso doblemente enfático: “Me moriré”, como el suceso inevitable y también el conocimiento pleno que ha tomado de este, con sus consecuencias de estar preparado para enfrentarlo con serenidad y dignidad. La fuerza expresiva y comunicativa se concentra en la primera estrofa, en la cual se repite la forma verbal presidiendo una mitad constituida por dos versos aún rimados entre sí, conformando una subunidad. Al interior de la primera estrofa se combina “me moriré”, futuro imperfecto de indicativo con los presentes de indicativo “tengo”, “corro” y “es”.

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En el segundo cuarteto Vallejo ha consignado la forma verbal “será”, futuro imperfecto que otra vez combina con el presente “proso”. Junto a este eje combinatorio de futuro-presente Vallejo agrega el eje del pasado con las formas verbales “he puesto” y “he vuelto” correspondientes al pretérito perfecto de indicativo de los verbos “poner” y “volver”. El presente, además, se intensifica con el adverbio “hoy” que se repite y que en la segunda figuración aparece superlativizada en la construcción sintáctica: “jamás como hoy”. Los dos tercetos constituyen otra unidad expresiva y comunicativa. Aquí, al cambio de persona gramatical, suma el cambio en el tiempo verbal. El “moriré” de la primera estrofa, troca radicalmente en “ha muerto”; es decir, de la probabilidad de morir en un futuro próximo, se transita, a la consumación del hecho, al haber muerto ya. Al pretérito perfecto “ha muerto” le acompañan “pegaban” y “daban” para saltar al primer verso del segundo terceto, en el que ha incluido “son” presente del indicativo del verbo ser dentro de una construcción nominal que anima y humaniza una serie de nominaciones. Vistas como una unidad, en este poema, Vallejo luce su pericia compositiva conjugando sus técnicas de titulación, de sujetoobjeto del arte y la lúdica de los tiempos verbales con sus efectos estéticos de totalidad comunicacional y expresiva.

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El tema Es la muerte como derecho natural de la persona. No está sujeto a voluntad, pero se cumple. No se conoce el plazo, pero llega. Respecto a la muerte, el ser humano carece de libertad para morir o no morir. El ser humano muere necesariamente. La muerte responde a una ley biológica que implica el derecho natural a morir junto con la obligación y el deber natural de morir. El ser humano que vive, que es, que siente, debe morir no solo como designio sino también como aspiración.

“Piedra negra sobre una piedra blanca” va tras la creación de la conciencia de la muerte; existe como negación de la vida. Y, para tranquilidad del ser humano, se hace necesaria la conciencia de la muerte tan igual como la conciencia de la vida. La muerte, en el poema, no es un hecho que se produce solo. Está asociado poéticamente al aguacero, al recuerdo, al otoño, al desgano, al temor, a la soledad. En cuanto símbolos, el aguacero se contrapone al sol; el recuerdo al presente; el otoño, al verano o a la primavera; el desgano de vivir, a la vitalidad, al entusiasmo, a la energía; la soledad, al vivir siempre entre los demás. Morir está en la vida, se debe tener conciencia de la muerte como un derecho expectaticio, cuyo cumplimiento no se maneja a voluntad pero se realiza inevitablemente en el futuro. La muerte como derecho natural le pone término a la vida. Es el estado de no ser, de no sentir, de no tener conciencia de la vida. Es el estado de la inactividad, del no sentir que le pegaban y que eran injustos con el maltrato recibido. Otro símbolo de la muerte es el jueves, pero no es cualquier jueves, sino la referencia al jueves santo, que pone de manifiesto su sentimiento religioso y su consustancial formación cristiana. La muerte también convierte a todo en pasado; trae el reposo, el descanso, la ausencia. La desaparición física del escenario de la vida lo sustrae del alcance de los demás. Por eso, la muerte representa la liberación de los padecimientos humanos. La muerte acaece en un momento y lugar determinado. Vallejo considera que morirá en otoño cuando los procesos naturales de la vida se retraen antes de la floración; es decir, las plantas como que mueren para reverdecer y renacer. El jueves como cuarto día de la semana, después de la mitad, es inicio del final que abarca la otra mitad. Y, el lugar: París, es su ciudad ideal, sede de la libertad artística, de la creación cultural; pero a la vez, lejos de su natal Santiago de Chuco y del Perú, al que no había podido volver ni olvidar ni dejar de querer. Si tenía que morir fuera de su terruño, tenía que ocurrir en París; ciudad escogida para vivir y también para morir.

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En el ámbito de la moral la muerte en este poema es mensajera de la justicia porque le pone fin a la injusticia que en la vida padece la persona. Dice: “(…) le pegaban / todos sin que él les haga nada; / le daban duro con un palo y duro / también con una soga; (…)”. Frente al padecimiento de la injusticia, la muerte significa la liberación del sufrimiento; consecuentemente, y con mayor razón, la justicia. El colorido legalista del poema se fortalece con la figura de la testificación. Vallejo pone como testigos no a personas; humaniza los días jueves, la soledad, la lluvia, los caminos, los huesos húmeros, porque los testimonios de estos garantizarán la verdad de sus padecimientos y le harán merecedor de su liberación por la muerte. La atmósfera lírica y estética de la muerte en el poema asociada a una concepción jurídica y moral de la muerte, incluyendo la incorporación de la figura de los testigos, conduce a advertir los elementos y la figura difusa de un testamento. “Piedra negra sobre una piedra blanca” expresa la voluntad en vida de la persona de disponer de sus bienes espirituales para después de su muerte. Vallejo, el testador, lega el testimonio de su vida signada por el sufrimiento, la soledad, el desgano; a la vez, su fe y confianza en la muerte que le traerá la liberación y la justicia. Vallejo, en su testamento poético, lega el recuerdo, sin rencor, sin reproche. El remordimiento de conciencia estará en los otros que lo hicieron sufrir y que fueron injustos con él. Además, este testamento poético está fechado en jueves, en tanto símbolo del decaimiento, del sufrimiento. Vallejo lega su memoria como lección moral a la humanidad de su tiempo y la posteridad. Reconociéndose, también, que la poética de Vallejo no anda ajena a la religión, “testamento” alude a las colecciones de los libros sagrados, relacionándose principalmente con el Nuevo Testamento, que contiene los Evangelios, entendiendo como tal al testimonio, en este caso, de su propia vida y la enseñanza que de ella se extrae.

Interpretación jurídica del texto En “Piedra negra sobre una piedra blanca” Vallejo forja una conciencia legal y moral de la muerte como derecho natural que se cumple en lugar y momento indeterminados. Pero tal indeterminación no debe atemorizar ni angustiar, sino, al contrario, se le debe aceptar mediante la creación de la conciencia de la muerte que nos hará aceptarla y recibirla. Es lícito morir por ley natural y sí es ilícito matar o matarse. La ley positiva no regula la muerte, pero sí las causas violentas. El Derecho positivo legisla sobre los efectos jurídicos de la muerte; pero la muerte natural constituye una regla de la vida que conforma la razón para entenderla y aceptarla como final de la vida y liberación de los padecimientos. Este concepto poético va adherido a las ideas de final, ausencia, inactividad, insensibilidad; es decir, desvinculación con el escenario social y natural de la vida. Es el mensaje de la justicia que termina con la injusticia; del descanso en paz y del reposo eterno. Al no ser el humano inmortal, enfrenta la obligación biológica de morir y está investido del derecho natural de morir sin plazo ni lugar prefijados para que se cumplan. La ley natural en su explicación divina y humana le da existencia real y concreta a la muerte; pero el silencio, el vacío, la laguna del Derecho positivo la confirma con la incapacidad racional y cultural de legislarla. Vallejo, en “Piedra negra sobre una piedra blanca”, concentra una concepción completa de la muerte dentro de la idea del derecho natural. Comienza porque tiene clara la autoconciencia de su vida y la conciencia moral y jurídica de la muerte. Entiende que la muerte se basa en la ley natural de la vida. El que vive tiene que morir. De la ley natural de morir se desprende el deber natural de morir. Él, entonces, ve la muerte no solo como el hecho biológico que marca el final de la vida biológica, sino, también, como un derecho natural. Psicológicamente conceptuar la muerte como derecho natural le resulta saludable porque le da tranquilidad para sobrellevar las adversidades de la vida. Está Vallejo persuadido de la muerte como de-

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recho natural, la siente como la facultad de morir que racionalmente la espera como derecho futuro; y, en tanto que llega, le da entereza, valor, conformismo, dignidad para enfrentar las adversidades de la vida. Para él, en el poema, la muerte es la mensajera de la liberación, de la justicia, del descanso y la ausencia física absolutos. Hay, pues, la visión de la muerte liberadora y justiciera; que la espera con esas convicciones. Más allá de nuestros propios juicios dos importantes autores aportan luces para la dilucidación de este tema. André ComteSponville, en un ensayo filosófico sobre la muerte escribe: “Si quieres poder soportar la vida, prepárate para aceptar la muerte” (ComteSponville 2002: 60), lo cual sugiere la coincidencia con la idea y el sentimiento de Vallejo en el poema que comentamos. Asimismo, Javier Hervada, un jusfilósofo español, sostiene, a propósito del Derecho natural: “lo justo por naturaleza o lo justo natural, es decir, aquella cosa corporal o incorporal adecuada y proporcionada al hombre en virtud de su naturaleza o estructura fundamental ontológica, con la nota de debitud y exigibilidad inherente a la dignidad de la persona humana” (Hervada 2012: 172). Este mismo reputado autor reconoce los deberes naturales; y, entre ellos, “el deber de conservar la vida” entre los deberes relativos al “ser del hombre”; y, el deber de justicia, como un deber correspondiente “a los fines del hombre” (Hervada 2012: 177). También Vallejo transmite el mensaje que la muerte en tanto ley natural hay que enfrentarla con dignidad.

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con ella aceptándola sin temerla. El lenguaje coloquial, los versos encabalgados, las antítesis implícitas, la expresión discursiva más cerca de la espontaneidad que de la elaboración preceptiva, contribuyen al logro de un mensaje metafísico bello e incuestionablemente poético. Hay una unidad consustancial entre fondo y forma propia del estilo inconfundible de las poesías vallejianas.

Una interpretación literario-jurídica de síntesis “Piedra negra sobre una piedra blanca” es el título de un poema con la estructura estrófica de soneto, métrica regular y rima asonantada con combinaciones de cierta libertad compositiva. Contiene una idea de su propia muerte biológica como un derecho natural que pone fin a la vida y libera de la injusticia. Siendo natural morir, se debe construir la conciencia moral y legal de la muerte para convivir 20

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