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Cuando el cuento no es puro cuento y la lectura es servicio - Susana Negrin

Benech

“Vanka Chukov un muchachito de 9 años, a quién habían colocado hacía 3 meses en casa del zapatero Alojin para que aprendiera el oficio, no se acostó la noche de Navidad” negociaran mientras el patrón salía de viaje. Al final Jesús dice, refiriéndose al siervo que guardó las monedas y se las devolvió: quítenselas y dénselas al que ganó 10 porque a todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene aun lo que tiene se le quitará... ¡Cuántas preguntas y reflexiones surgen de esta historia! la biografía de cada autor aportada por otra compañera. Poco a poco, aparte de los comentarios que se generaban surgieron más complementos que enriquecían y contextualizaban cada historia: retratos o fotos de los y las escritoras, fotos actuales de lugares mencionados en los cuentos o de aquellos en que habían nacido los autores contribución de aquellas que habían tenido la oportunidad de viajar. ¡Dos compañeras aportaron cuentos de su autoría!

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Así comienza un cuento como tantos. Su autor, Anton Chejov (Rusia 1860-1904) es considerado, entre otros, un maestro del cuento, uno de los géneros literarios más leído y escuchado. Con pocos personajes, de extensión breve, con un argumento sencillo y un rápido desenlace, es seguramente en su versión oral el género más antiguo creado por los seres humanos.

Vicente Battista, escritor argentino, imaginó un grupo de neandertales que hace más de 40000 años se reunieron en una cueva al atardecer a contar, en su complejo y simbólico lenguaje, experiencias de caza de la jornada. Uno de ellos que no había tenido éxito, para no quedar mal, inventa una cacería impresionante y lo hace con tanta perfección que la transforma en una historia bella y apasionante. Todos piden que la repita. Sin saberlo aquel antepasado ancestral había inventado el cuento.

No todas las narraciones son tan serias: Recuerdo a mi abuelo materno en las reuniones de familia mientras se asaba un cordero haciendo cuentos en patois que provocaban las carcajadas de los hijos y yernos que lo rodeaban. El patois impedía que cualquiera de los treinta y pico de nietos que andaban en la vuelta captaran lo “picante”.

¿Por qué no se acostó Vanka una noche de Navidad en Moscú?

Cada cuento y la información que lo rodeaba, generó intercambio de opiniones, interpretaciones diversas, expresión de preferencias, reflexiones profundas...Hubo también espacio para reír, bromear y divertirnos mucho.

El cuento congrega, despierta la imaginación, conmueve, apasiona, promueve el asombro, la risa y la empatía, pero fundamentalmente, un buen cuento provoca anticipación, reflexión, desarrollo emocional y espiritual: permite aprender.

Esa forma particular de aprendizaje que proporciona este género literario hace que la enseñanza sea fácilmente asimilable y difícil de olvidar. ¡Es tan disfrutable! Seguro todos tenemos múltiples recuerdos relacionados con los cuentos desde que éramos niños.

Jesús, ese gran Maestro, utilizó el cuento en forma de parábolas. Quién de nosotros no las recuerda. Quién no sintió pena por la oveja perdida, alegría por la vuelta del hijo pródigo, admiración ante la actitud del buen samaritano o le costó entender aquella historia de los siervos a quiénes se le dio a cada uno diez monedas para que

El autor cuenta que no se acostó porque escribió una carta a su abuelo, que vivía en una aldea en campaña, rogándole que fuera a buscarlo y se lo llevara con él porque si no se moriría por el maltrato que estaba recibiendo, el hambre, el frío y más que nada de tristeza. Puso el papel en un sobre, lo cerró y lo depositó en un buzón con esta dirección: EN LA ALDEA. A MI ABUELO. Finalmente se adormeció sonriendo, imaginando al abuelo, con la carta en la mano aprontándose para ir a buscarlo.

En 2020 la pandemia de Coronavirus nos aisló durante mucho tiempo. Era necesario encontrar alternativas para mantenerse ocupado y relacionado.

Con algunas amigas formamos un grupo de lectura en WhatsApp. (1) Comencé a leer un cuento por noche que se complementó con

Dado el éxito que tuvo entre nosotras, se comenzó a mandar (siempre por WhatsApp) un cuento por noche a otros grupos o personas a quiénes pensábamos que les podía gustar.

En ese tiempo, cuando todo era tan atípico, oír un cuento significó para algunos: distracción, compañía, disfrute o simplemente la posibilidad de dormirse mientras lo escuchaban.

¡Pobre Vanka! Con los datos de envío, solo un milagro podría hacer llegar su carta a destino. Chejov termina la historia sin decir qué sucedió con la carta. Nuestra imaginación puede inventar muchos futuros, la mayoría no muy promisorios para ese niño huérfano de padres, con 9 años, trasplantado del campo a la gran ciudad en la segunda mitad del siglo XIX.

En cambio nuestros cuentos por WhatsApp, pese al aislamiento mundial, sí viajaron y viajaron por los imprevisibles, complejos y extensos caminos de INTERNET (tal vez aún lo estén haciendo) despertando sonrisas, reflexión, gratitud o sencillamente provocando el sueño.

Una mañana vimos un grupo de 4 0 5 personas en la entrada de nuestra casa. Era una de las integrantes del grupo de lectura inicial con familiares de Buenos Aires que querían conocer a la que leía cuentos de JUCECA (2) por WhatsApp....

Sin dudas si Chejov hubiera vivido y escrito el cuento en este siglo XXI de alguna manera el pedido de ayuda de Vanka hubiera llegado a su abuelo. El final que lo imagine cada lector...

(1) ( WhatsApp nace de la unión de la expresión What’s up que en inglés se usa como saludo coloquial y se podría traducir como ¿qué pasa? Y el diminutivo “app” de aplicación)

(2) JUCECA. Julio César Castro. Escritor y humorista uruguayo (1928-2003), creador de Don Verídico, personaje que con la población del boliche “El Resorte”, se volvió tan popular como él. O hasta un poco más

(3) Nota: Solamente escribiendo “Chejov Vanka” en un buscador de internet se puede leer el cuento. Vale la pena.

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