1 2022Septiembre y Sombras Tema Central: VIVIR EN PANDEMIA FILOSOFÍA COMUNICACIÓN CULTURA






Entendemos perfectamente que no se trata de gestar nuevos redentores y conjurados para salvar al mundo, la experiencia histórica ha mostrado a donde conduce tal tipo de pensamiento los desahuciados, condenados de siempre, los sufrientes en este purgatorio social llamado planeta tierra, no requieren profetas de promesas de emancipación, reflexiones místicas sin energía o cuerpo orgánico, pensarnos por fuera de toda esta configuración sería un paso adelante, que estamos seguro han dado muchos hombres y mujeres superando estos modelos conductales en tiempos de Pandemia, llenos de hybris (desmesura y soberbia) nos abocamos a un pensamiento emergente para la emergencia , sin perder perspectivas en el horizonte de esta causa común que es el hombre.
(Venezuela)José(Argentina)Nicolás(Argentina)PanottoColectivoFractal(España)IsmaelNoé(Venezuela)CésarHenríquez(Venezuela)DonovanCasasPatiño(México)Franco´Bifo´Berardi(Italia)RamónRodríguez
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La reflexión e indagación que nos proponemos tiene un signo de compromiso, que parten de motivaciones de investigación concretas que no tienen por qué quedarse en salones, oficinas ni en las computadoras personales, ni espacios de especialistas, es la filosofía en la cotidianidad sin convertirse en sentido común de apremios, es decir dar respuesta acerca de todo , sin tomar en cuenta las interrogantes en torno a la desesperanza, miedo y el cansancio, tenemos y la etapa neoliberal ha llenado los estantes y redes sociales de “literatura de autoayuda” estamos llenos de “Coaching en acción” y toda suerte de psicoterapeutas, más medicamentos para la ansiedad y seguimos padeciendo de la más aterradora de la crisis como humanidad. Entonces vamos por una filosofía del aquí y ahora (Hic Et Nung) de las realidades de los hechos que supera cual narrativa interpretativa de lo que somos.
En una época aciaga, intentamos desde Valencia Venezuela dar una lectura filosófica, conexa con la comunicación y cultura, que necesariamente no sea con el rigor academicista y pomposo que separa a la filosofía de los mortales, del ciudadano y sujeto social que busca claves que lo lleven a entenderse en el contexto actual, cierto es que Conocimiento, ecosistema y sustentabilidad, libertades democráticas y defensa de los Derechos humanos, despersonalización del mundo en la era digital, que lleva a la descomposición de la vida personal, son alcabalas donde nos detenemos y se convierten en atolladeros permanentes, en nuevas cavernas que nos encarcelan sustancialmente, y nos convertimos en seres interpretados.
Editores Entre Luces y Sombras. Septiembre 2022
Editorial José Miguel Amiune
“Mis confesiones: Yo Coronavirus” ENTRE LUCES Y SOMBRAS. FILOSOFIA, COMUNICACIÓN res espacios para la difusión de contenidos que permitan una mayor compresión del sentido del hombre en el mundo. De nuevos nos suscribimos a la referencia clásica de los filósofos, la alegoría del Mito de la Caverna de Platón sigue constituyendo en el transcurrir de los tiempos en pivote de obligación, al afrontar las dimensiones del conocimiento del ser humano. Mucho más cuando se libra intensa jornadas de palabras para despojarnos del sentido común, psicopatología existencial donde los avances de la tecnología, la neurociencias y las ciencias humanas en general asumen un papel en la contingencia de la Pandemia del corona virus o Covid 19 , de haberse transformado en comodín del absolutismo racionalista y económico del capitalismo, valga mencionar con toda la fundamentación del caso que las llamadas experiencias de las “sociedades socialistas” no han logrado el impulso de una ciencia y tecnología Liberadora, por los momentos la razón instrumental y técnica sigue reinando como paradigma del progreso humano.





















3 2 Editorial 4 Vida y muerte en tiempo Pandemiade 5 El distanciamiento político-religioso como necesidad democrática en el contexto del Covid19 7 “Mis confesiones: Yo Coronavirus” 8 Reflexiones en torno a la muerte en época de Covid-19 11 Raíces socio ecológicas de una pandemia prevista 16 Vulnerabilidad, Vinculación y vigilancia: la gran lección de la Pandemia 18 La Pandemia: Una mirada distinta 20 Pandemia y la economía de la Incertidumbre 23 ENTREVISTA Franco ‘Bifo’ Berardi: “Tenemos que entrar en sintonía con el caos”

4 Vida y muerte en tiempo de Pandemia
Por: José Ramón Rodríguez
Los hombres en lo actual tienen mejor calidad de vida que cualquier monarca de hace dos siglos, a pesar de las enormes brechas de desigualdad social y económica. Con todo eso, de nuevo la serpiente se muerde la cola, y en el 2020, época de la patología virtual y su supuesta virtud tecnológica, nos enfrentamos a la homóloga de la peste del siglo XIV, de nuevo los ciclos biológicos y la naturaleza parecen cobrar venganza, el corona virus, un invitado no bienvenido, se apodera de la fiesta que es la vida humana, a pesar de todas las tribulaciones, muchos intelectuales, dirigentes sociales y gremiales opinan que debemos tener una nueva percepción del acto de vivir, como espacio no negociable en dignidad, confort y lleno de derechos, cobra vigencia la propuesta de la autoayuda colectiva, convirtiendo la desesperanza y el cansancio de las cuarentena en energía de vida, en vitalismo de un año que está pasando sin nosotros estar en ninguna parte de ese tiempo.
¿Cómo respondemos y actuamos los seres humanos en épocas de crisis?, es todavía una respuesta no acaba de completar, en especial cuando la temporalidad esta signada entra la salud y enfermedad. El imaginario de la Filosofía Escolástica Medieval contextualizaba una visión de la peste negra, donde el pecado la herejía la faltaba de un “adecuado” canon moral, ocasionaba todos los males del purgatorio en la vida terrenal. Antes del surgimiento de la peste en 1347, las circunstancias de la muerte estaban configuradas en hechos predecibles, tales como guerras, parto, accidentes de trabajo, enfermedades, hambre debido a las malas cosechas entre otras causas. Es importante apuntar que el siglo XIV se caracteriza entre otros elementos, por ser una centuria llenas de guerras, por ejemplo la guerra de los cien años entre Francia e Inglaterra (1347 1453) Rebeliones campesinas en Alemania, conflictos de unificación política en Italia, constante enfrentamiento entre señores feudales y siervos, una gran tensión en el pórtico de un cambio de época, donde el capitalismo empieza a ser embrión de las nuevas relaciones sociales de producción. El crecimiento exponencial de la peste en el medioevo, es por el desarrollo de las vías o rutas comerciales de oriente hacia Europa, el intercambio de mercaderías y materias primas en estas regiones geográficas, hace posible que la Zoonosis, enfermedad trasmitida por las pulgas de las ratas, penetre en todos los extractos de la sociedad europea. La muerte no tiene imparcialidad o es neutral con los hombres y mujeres, niños y anciano, sacerdotes, artistas, comerciantes, y señores feudales, las intermitencias de las muertes se convierten en rutina sistemática, en su punto de arranque que va desde 1347 a 1353 en adelanLate.
Boccacio. El Decamerón.
Lo humano y la naturaleza es obrar de la creación divina por lo tanto el hombre está subordinado a los designios de Dios, la este es el castigo ante los pecados del hombre y su falta de fe consagrada.
Una de las consecuencias de la complejidad en el pensamiento humano y de manera absoluta cuanto se trata de grandes catástrofes o enfermedades, y nos es entendible el discurso y la explicación del porqué, como, donde y cuando de los eventos, es el surgimiento de la inestabilidad y el caos en la vida cotidiana, hoy en el mundo circulan más libros de “autoayuda” más psicoterapeutas, mas coaching en acción y medicamentos para no soñar, otros dicen para ser felices.
Los partes diarios de muertos en Europa eran entre la franja de los 300 a 600, la muerte no tenía tiempo para “declararse en huelga” y esto proporcionalmente ubica a la vida como una brevedad, como finitud inmediata. El cuidado del si ya no era suficiente, se empieza a tener asco ante la fealdad de la muerte y el cuerpo putrefacto. El vocabulario de la edad media era de peste o plaga para referirse a cualquier calamidad de la salud. Entonces las explicaciones y respuestas Atribuireran: la peste orígenes sobrenaturales y metafísicos. Conducta de penitencias, oraciones, peregrinaciones, culto de reliquias, uso de talismanes y formulas cabalísticas. Perdida de la fe, asumiendo conductas supersticiosas que rayaban en el Histeriasatanismo.individual y colectiva impregnada del imaginario de magia y Antebrujería.lafalta de cura surge una conducta del disfrute de la vida, se borra lo sagrado y obsceno, escenas de crímenes, sacrilegios, promiscuidad y derroche. Se vive con intensidad, ante el miedo, incertidumbre, desesperación, es el propio purgatorio terrenal.
“Con tanto espanto habría entrado esta tribulación en el pecho de los hombres y mujeres, que un hermano abandonada al otro y el tío al sobrino, y la hermana al hermano y muchas veces la mujer a su marido y lo que es mayor cosa es y casi increíble, los padres y madres evitaban visitar a atender a los hijos como si no fuesen suyos”
precariedad de la medicina medieval, tanto en el estado de la salud física, como psíquica, es deficiente, el modelo medicinal de Aristóteles, no es suficiente, para una interpretación de la medicina donde la ciencia pueda dar respuesta creíbles sobre las causas y las alternativa de soluciones sobre las enfermedades., el concepto y practica de ciencia se enfrentaba a toda una cosmovisión, la ciencia todavía tiene camino que recorrer para convertirse en un nuevo factor de la existencia humana, mientras tanto el arte de curar lleva su iconografía en la figura del curandero, rodeado del estigma de poderes mágicos. La medicina al igual que una filosofía de la misma todavía estaba en los ocultaba en los monasterios. El reporte de víctimas en forma directa o indirecta por contagios, falta de recursos, abandono tiene una data de más de 48 millones en la “vieja Europa” nada más, cerca del 30% de la población total. La vida que acabo la peste en siete años, tardaría dos siglos en volver estabilizar el número de habitantes. Las epidemias y enfermedades del siglo XIV, como la peste negra, y otros males como la malaria, el cólera y el tifus, van a influir en el construcción de un modelo de prevención sanitaria, que solo la ciencia y la técnica podían alcanzar con el surgimiento del renacimiento edad moderna, capitalismo modelo medico occidental.
En consecuencia el impacto que deja la peste negra en el hombre individual del siglo XIV es una dimensión individual a través de la muerte, empieza con esta reflexión un amor por la vida al tomar conciencia que es breve, nostalgia de los bienes terrenales, la humanidad empieza un vitalismo, propia del pórtico del renacimiento.
“El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere sobre todo muere el que come y bebe, y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero humano” Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida.
Cambios de la manera de vivir y morir en la peste negra.

Esto en ningún momento quiere decir que los cristianos no tienen nada que hacer o decir en el ámbito público o político. No es eso. Hay que mucho que decir y hacer, pero no convirtiendo a los presidentes en “sumos sacerdotes”, o a todo un país en una parroquia o una gran iglesia. No es para nada saludable que, en nombre de una población mayoritariamente cristiana, los mandatarios se presenten como “monarcas contemporáneos” al estilo del rey Sol en el siglo XIV en quien reposa tanto el
El presidente de los EE.UU anunció el domingo 15 de marzo “como Día Nacional de Oración por todos los estadounidenses afectados por la pandemia de coronavirus y por nuestros esfuerzos de respuesta nacional”. De hecho, Trump en otras oportunidades se ha mostrado con líderes protestantes orando por él en la Casa Blanca.
peticiones para que Dios bendiga a Guatemala”, fueron parte de sus palabras. Otro mandatario, cuyo llamado ha tenido mucha repercusión en el sector religioso de la región, ha sido el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien para cerrar una alocución en cadena nacional invitó a su equipo a orar: “Quiero pedirles a todos que oremos y le pidamos a Dios de que nos ayude a sobreponernos a esta enfermedad. Que salve a la mayoría de los salvadoreños. Vamos a enfrentar una tribulación, pero estoy seguro de que con la ayuda de Dios vamos a salir adelante.” Tampoco es la primera vez que Bukele expresa sus convicciones religiosas en intervenciones públicas como Elmandatario.jefedeEstado de Paraguay, Mario Abdo Benítez, no se quedó atrás y solicitó a su nación que recurriera a la oración para que Dios proteja a su país: “Le deseo a todo el pueblo que pase en familia, en unidad. No debemos olvidar el campo espiritual. Una familia junta, en oración. El poder de la oración estoy seguro que va a proteger a la nación. Dios va a proteger al Paraguay y va a seguir bendiciendo al país”, Unoafirmó.de los más controvertidos, es el caso del presidente de Brasil Jair Bolsonaro, quien anunció la convocatoria de un día nacional de ayuno y oración para “liberar a Brasil del mal” de la epidemia de coronavirus: “Convocamos a los brasileños junto con los pastores y líderes religiosos a un día de ayuno para que Brasil pueda liberarse de este mal lo antes posible”. Este anuncio tuvo buena acogida entre las iglesias que lo apoyan.
Por su parte, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela ha pedido que se realice una cadena de oración todos los días, la cual es televisada por los canales del sistema público, en la cual participan diversos líderes religiosos: “¡Días santos en el hogar en familia! Momentos propicios para la reflexión, la unión y la oración sincera al Cristo resucitado. Pidamos a él que nos llene de su sangre bendita y sanadora para que corra como ríos de agua viva sobre toda nuestra amada Venezuela. ¡Dios nos Bendiga!”. Con estas palabras el presidente asumía una actitud similar a la de otros mandatarios de la región.
El distanciamiento político-religioso como necesidad democrática en el contexto del COVID-19
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, anunció un día de ayuno y oración para el 21 de marzo: “Unámonos los guatemaltecos en ayuno y oración y hagamos nuestras las
A mí, como un curioso del saber teológico, me llama la atención la recurrencia de los jefes de gobierno, no importa donde queramos ubicarlos de derecha, de izquierda, de centro izquierda, social demócrata, demócrata cristiano, socialista, neoliberal, entre otros a comportarse como líderes religiosos. Sólo hay que detenerse en algunos ejemplos representativos para identificar estas actitudes, en no pocos mandatarios, a raíz de la pandemia del COVID 19, a tal punto que de manera pública han promovido practicas propias del cristianismo como parte de su respuesta a la grave crisis que hoy experimenta la aldea global.
Por: César Henríquez La preocupación para los pasajeros que suben a un avión no es si el piloto realizó su devocional o rezó el rosario antes de ir a trabajar; o si cree en dios, es ateo o agnóstico. La preocupación es si el piloto tiene la pericia para despegar, volar y aterrizar el avión, y si en medio de una tormenta puede mantener la aeronave y a los pasajeros a salvo. ¿Quién querrá montarse en un vuelo donde el piloto convoque una “cadena de oración” en plena turbulencia, o mande a la tripulación a leer el salmo 91? Lo que se espera del piloto en ese momento es que se comporte como tal y haga uso de todas las capacidades que ha adquirido, junto con su tripulación, para solventar una situación que exige que demuestre por qué está en ese cargo y no en otro. La pandemia del COVID 19 ha funcionado como un dispositivo que ha hecho emerger una diversidad de fenómenos que comienzan a ocupar la atención en diversos campos del saber. Nadie quiere quedarse callado, todos tienen algo que decir: filósofos, economistas, religiosos, sociólogos, antropólogos, científicos, políticos, biólogos, ecologistas, entre otros. Y como es de esperar las opiniones son distintas y muchas veces contradictorias. Las lecturas no son coincidentes y tampoco tienen que serlo. Lo que acontece en estas situaciones es que cada quien argumenta desde eso que han llamado los estudiosos el “lugar de enunciación”, es decir, desde su particular manera de acercarse e interpretar la realidad.
Vale la pena señalar que estas iniciativas son aplaudidas por unos grupos y cuestionadas por otros, todo va a depender de su lugar de enunciación, es decir, de los lentes hermenéuticos que cada cual tenga a la hora de presentarse como observador. Si se está en contra de Maduro, se argumentará que está actitud es “una manera para manipular a la población en medio de una situación límite como la actual”, pero se verá con buenos ojos que lo haga Trump o Bukele. En este caso, se dirá que es “un fiel reflejo de que estos líderes son realmente temerosos de Dios.” Por otro lado, si es a la inversa, se afirmará que Maduro es un hombre que busca de Dios, mientras que Bukele y Trump manipulan políticamente a su pueblo con ese tipo de actitud. Entonces uno, como curioso de estos asuntos se pregunta: ¿cómo cristianos cuál debería ser la oración que debemos apoyar? ¿La de Trump o la de Maduro? ¿La de Bukele o la de Bolsonaro? ¿La de Jeanine Áñez o la de Alejandro Giammattei? ¿O simplemente ninguna? La idea no es cuestionar la eficacia de la oración y su lugar en la espiritualidad cristiana o si los mandatarios tienen que ser ateos o agnósticos, sino el lugar de la narrativa religiosa en el campo de la política en el siglo XXI. En lo personal, considero que la oración es una práctica necesaria en estos tiempos de incertidumbre y temores, no para obligar a Dios a que cambie la realidad, sino porque la oración, como Jesús la enseñó, nos ayuda a cambiar nuestra visión de la realidad e incluso de Dios.
Y yo esperaría que fueran los representantes religiosos quienes sean los que tomen esta iniciativa, con sus respectivas comunidades de fe bajo su responsabilidad y coordinación, como líderes naturales de este campo; así como tampoco espero, que los líderes religiosos estén dando explicaciones seudocientíficas acerca del origen y de cómo se puede erradicar el COVID 19. La historia ya ha dejado suficientes lecciones acerca de lo trágico que resulta cuando los dirigentes políticos se comportan como líderes religiosos, o cuando los líderes religiosos se quieren asumir como políticos. La ciudadanía espera, por lo menos en teoría porque en la práctica puede resultar otra cosa, que cuando se elige a un mandatario, éste pueda dar soluciones políticas a la diversidad de problemas que tiene una nación en el ámbito de la salud, educación, vivienda, seguridad, economía, alimentación, empleo, en fin, todas esas deudas pendientes que los gobiernos tienen en su agenda con sus ciudadanos. En otras palabras, la ciudanía o por lo menos yo espera respuestas y acciones políticas que propicien la solución de estas necesidades, no respuestas de carácter religioso, para eso ya tenemos a los sacerdotes y pastores.
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6 poder religioso como el político, y regresar a pasadas sociedades donde prevalecía el “carácter divino del poder político”, desde el cual se legitimaron saqueos, masacres, injusticias, violaciones y opresiones de toda índole. De los mandatarios requerimos que, como ciudadanos ejerzan o no una fe en particular, pero que como presidentes no se conviertan en “reproductores” de ningún tipo de religión, porque su cargo no es dado por derecho divino sino por un ejercicio de ciudadanía. En otras palabras, que se garantice y respete el estado Sabemoslaico. que no es una discusión nada novedosa, pero sí que se ha hecho cada vez más necesaria abordarla, porque al igual que con el COVID 19 el factor de la distancia y la cercanía es de carácter fundamental en este contexto. La cercanía entre lo político y lo religioso es un peligro de consecuencias trágicamente ya vividas, por lo que se requiere un “distanciamiento social” prudencial de ambos campos para mantener la salud del ejercicio político y del religioso. Recordemos que cuando Jesús fue confrontado por esta situación lo resolvió con sus célebres palabras: “Dad al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”, pero las hermenéuticas de las mismas no terminan de convencer a los religiosos ni a políticos contemporáneos. El político quiere politizar la fe, y los religiosos teologizar la política, y en ambos casos, la intencionalidad subyacente, pareciera ser la misma: legitimar el control del poder para establecer una hegemonía política que se le pueda dar el carácter de sagrada, por lo tanto, gozaría de la imposibilidad de ser cuestionada, por su “procedencia divina.” Vivimos en una época de transición civilizatoria y ese hecho hace que permanentemente
estemos caminando al borde de nuestras certezas. Las incertidumbres emergen de manera recurrente y el COVID 19 nos está obligando a repensar la vida toda, incluyendo el uso que últimamente los políticos están haciendo de la religión. Quizás la pandemia ha desbordado y socavado las certezas políticas y ante la falta de respuestas ante el desborde de necesidades que ahora emergen, los mandatarios echan mano de lo que la mala política históricamente ha hecho: manipular. Y la religión cristiana, como un depósito de certezas, hoy es un recurso “ambidiestro” que les sirve tanto a los de la izquierda como a los de la derecha, a Tirios y troyanos. En esta transición epocal, se requiere que los seguidores y seguidoras del galileo resucitado asumamos actitudes más críticas y cónsonas con el líder de nuestra fe, Jesús. Es ingenuo pensar que porque un presidente o cualquier político, asuma un léxico religioso o promueva prácticas propias de nuestra fe, hay que interpretar esos “signos” como genuinas expresiones de legitimidad divina. No olvide que los cristianos evangélicos en el continente hoy son un grupo políticamente codiciable. Los políticos no los ven como ciudadanos, los ven como votos, y como posibilidad de cooptar “fieles” para mantenerse en el poder bajo una legitimidad “sacra”. Y si para ello tienen que asumir las practicas cristianas no dudarán en hacerlo, ya el “influencer Constantino”, emperador romano, dejó un tutorial que data de principios del siglo IV que hoy muchos presidentes contemporáneos le están dando “like”. En tiempos de caos y de tanta desesperanza ¡claro que podemos ayunar! El profeta Isaías nos ilumina en cuánto a la manera de hacerlo. En este texto hay implicaciones tanto políticas como religiosas de pertinencia y urgencia, sin que por ello se pierda el distanciamiento social, necesario para impedir que uno de los ámbitos contamine al otro y ponga en riesgo su razón de ser: “El ayuno que a mí me agrada consiste en enesto:que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes.”
Isaías 58.6,7 (DHH) Rev. César CoordinadorHenríquezGeneral Acción Ecuménica Caracas Venezuela cesolka@gmail.com

«Mis confesiones: Yo Coronavirus»
Por: José Ramón Rodríguez
“Oh feliz posteridad que no experimentará tan abismal tristeza y verá nuestro testimonio como una fábula” Francesco Petrarca (Poeta nacido en Florencia Italia 1304 1374) De entrada estamos muy lejos de las Confesiones y Ciudad de Dios de San Agustín de Hipona. El Coronavirus y yo (la muerte) mantenemos un mutuo interés en este acontecimiento de la pandemia, he de confesar que tengo mayor experiencia que él, a pesar de las mutaciones que ha tenido a lo largo de los siglos, en el relato bíblico se me nombra, en las tierras de Egipto y Mesopotamia ocasioné estragos, en la tan mentada guerra del Peloponeso de los griegos causé enormes bajas, cobré millones de vidas con la aparición de la peste en 1648; de nada sirvió ese conjuro de “Pronto, lejos y tarde” el cual significa: Vete lo más pronto posible, lo más lejos que puedas, y vuelve lo más tarde que puedas, saberes doxas de la época ¡ah mortales sois!. En 1918 le dimos un sacudón con la gripe española, en la Segunda Guerra Mundial aparecimos con el tifus, en las tierras originarias del hombre, en África, el binomio pandemia muerte se ha convertido en presencia vitalicia. De nuevo nos presentamos en China y rápidamente nos expandimos por todo el mundo, propagación por metástasis, el resultado es confusión, un pandemónium, una reunión de demonios, la humanidad no entiende nada de ecología y salud como elementos de equilibrio, la única oportunidad donde el hombre hace uso de su capacidad de reflexión y cuestionamiento es ante la presencia de mi figura, la muerte, también conocida como la Parca, Pelona, la Huesuda, María Guadaña, Calavera, la Segadora, la Pata de Alambres; en ocasiones me denominan Psicopompo, mi tarea conducir las “almas” hacia lo que el gran poeta Florentino relató en su libro la Divina Comedia, averno purgatorio paraíso, todo de acuerdo al libre albedrío que los hombres han llevado, consumados y obsesivos pecadores o buenos samaritaEnnos.el aroma del tiempo, la ética y mundo tecnológico a que aspiraban como sociedad del conocimiento, lo han llevado a transitar un callejón sin la más remota salida de emergencia, su inteligencia artificial, su descubrimiento del mapa genético, su nanotecnología, los proyectos de clonación del hombre, la prospectiva de la colonización espacial, no han servido de nada. Mantienen cientos de satélites de comunicación y espionaje en la órbita terrestre, han convertidos los teléfonos móviles en una extensión del cuerpo humano. Más no han podido garantizar el acceso y derecho a una plena salud pública. Desde el 2019, tienen en la gran pantalla global, una vieja discusión, es un tema controvertido y muchas veces evadido, perder la vida, el miedo que causa no ser inmortales, la finitud eminente se democratiza, con mi socio el covid 19, presidentes, ministros, empresarios, artistas, intelectuales, médicos, anónimos en general, se ven en la imperativa confrontación de morir, de ser vulnerables en todas sus seguridades y creencias. ¿Quién ha conocido mejor la condición humana: Buda, Sócrates, Platón, Aristóteles, Baruc Espinoza, Pablo de Tarso, Shakespeare, Goethe, Marx, Freud, Heidegger, Hegel, Nietzsche? El papel del hombre mujer como complejidad y como identidad común, en tal sentido la supervivencia, la pérdida del sentido de la buena y sensata vida, sobrevivir en cualquier condición se convierte en lo absoluto, es como un estado de guerra permanente. En todo esto, el derecho de muerte y poder sobre la vida lo tiene el coronavirus en su rol de soberano, la pandemia no es solo un problema médico, la raíz del mismo se encuentra en la sostenibilidad de los proyectos y sistemas políticos propuestos como modelos civilizatorios.
1 El Decameron, Giovanni Boccacio. Jornada Primera. 2 La Peste, Albert Camus. 3 Del Sentimiento trágico de la vida, Miguel de Unamuno.
El desiderátum (el deseo aspiración) de un cambio de hábitos para un mundo mejor lo tienen millones de humanos, es preciso y urgente reflexionar en tiempos urgentes, solo cuando la crisis llegan a los centros del privilegio causando terror, se denominan emergencias, aparecen en redes y se hacen visibles políticamente, es imperioso deliberar, proponer, argumentar, interpretar, tomar decisiones en lo cotidiano individual, somos seres o sujetos con discurso y acción, nuestra identidad narrativa está en la práctica de cambio de las circunstancias, prevalecen suficientes razones para la rebelión anti imperial, anti sistema, la filosofía política puesta de nuevo en las calles.
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Lecturas recomendadas:

Por una parte estaba el temor siempre latente a poder infectarse, y por otro estaban los infectados con el temor a morir. Limonero [4] señala que las personas próximas a morir experimentan este proceso de forma individual en función de sus características personales, credos y tipo de asistencia recibida.
La muerte asignada al hospital [12], se apropia del enfermo al institucionalizarlo y arrebatarle sus redes de apoyo social [13],[14]: “socialmente, el enfermo está muerto” [15].
Reflexiones en torno a la muerte en época de COVID 19
La peregrinación se constituyó en un acto social de lucha para encontrar un lugar de muerte digna. Resumen La pandemia de COVID 19 dejó lamentos en todo el mundo. La muerte se encontraba presente en todo momento y en cualquier lugar. Este documento pretende rescatar algunos hechos reflexivos en torno al fallecimiento marcado por un contexto socio histórico que relevó puntos de quiebre. Estos fueron desarrollados en tres aspectos concretos: la agonía del moribundo, ritualidades funerarias y religiosas, y la peregrinación entre duda y culpa. La muerte en época de pandemia desnudó la necesidad de humanizarla y garantizar un deceso digno. De igual manera, reinventó los rituales funerarios globalizándolos con el uso de la tecnología y las redes sociales. Por último, el peregrinar es un acto que se concreta como la antesala de la muerte en el cual se despiertan los sentimientos más negativos ante el rechazo y la frustración.
La muerte en pandemia de coronavirus se presentó de manera aleatoria, inexplicable y súbita. Ello, a diferencia de enfermedades terminales, no dio el tiempo necesario ni al paciente, al familiar o al equipo terapéutico para asimilar la frustración, la preocupación, el miedo o la culpabilidad, entre otras emociones [5]. La muerte poco a poco se convirtió en un tema del día a día. Se construyó una muerte hablada [6], de la que se dispone en los relatos, en la cultura en los significados y simbolismos, algunos de los cuales se transformaron o modificaron según las necesidades del contexto histórico.
La pandemia de coronavirus, aun cuando se trata de un evento sin precedentes, replantea el derecho de todos los pacientes a estar acompañados en la
En este documento se desarrollan tres puntos de reflexión, que surgen de las constelaciones en torno a la muerte que acontecieron en un momento histórico marcado por una crisis de tinte global. Estas reflexiones señalan pautas de interés en la concepción y trato al deceso a considerar para futuras experiencias de esta magnitud. Ello porque, según lo planteado por expertos en el tema, esta no será la última pandemia.
Desde su reconocimiento y formal nombramiento, el coronavirus del año 2019 se convirtió en el protagonista mundial de sufrimiento, dolor y pérdidas.
Introducción El año 2019 finalizó con un evento socio histórico que permeó todas las estructuras sociales y culturales. En pocos meses, este evento desafió y venció incluso a las respuestas sociales más organizadas. El agente causal, y todos los efectos provocados, le llevó en corto tiempo a ser reconocido a nivel mundial como pandemia de COVID 19. En menos de seis meses la población mundial experimentó los embates de un enemigo invisible, incierto, desconocido, paralizando y trasgrediendo todo con texto. Desde ese momento la vida social se transformó, pero también la muerte. En torno a la pandemia se ha investigado, descrito y escrito sobre el virus, su infecto contagiosidad, las complicaciones post infecciosas y las implicaciones socioeconómicas. Sin embargo, poco se ha hablado en torno a la muerte. No como número de óbitos, sino como fenómeno sociocultural con los efectos que trajo consigo la pandemia. Según Morin [1], lo que caracteriza a la mayoría de organismos vivos es la inmortalidad y no la muerte. Este, criterio se basa en que las células vivas unicelulares se reproducen por bipartición hasta el infinito, y sólo encuentran la muerte cuando el medio exterior le hace la vida imposible. Para Maturana [2] la muerte de un ser vivo consiste en la pérdida de la organización propia de lo vivo en aquella unidad compuesta, que era un ser vivo. En época de pandemia, la muerte es un indicador del poder devastador que tiene un virus, una bacteria u otro organismo, para poner en tensión las respuestas sociales organizadas de atención a la salud, incluso en aquellas más avanzadas.
Donovan Casas Patiño Ideas clave En esta investigación surgen reflexiones sobre las constelaciones existenciales en torno a la muerte, que acontecieron en un momento histórico de pandemia.
Tal como señala Miguel Tobal [3], despertó los sentimientos de zozobra y ansiedad ante la muerte como una reacción producida por la percepción de señales de peligro o amenaza (real o imaginada) a la propia existencia, situación que fue creciendo conforme se reportaba el incremento de infectados y el número de fallecidos.
La agonía y el sufrimiento que tuvieron los enfermos con COVID 19 nos hacen replantear la dignidad en la muerte, no sólo en época de pandemia.
La ritualidad mortuoria se transformó modernizándose, y hallando en las redes sociales una alternativa para socializar el luto y la despedida.
Agonía del moribundo
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La muerte confinada a centros hospitalarios data de principios del siglo XVIII, época en que los desahuciados fueron arrebatados de sus casas y familiares.
El deterioro o agotamiento que sufre una persona al estar con alguna afectación física o psicológica a consecuencia de la enfermedad por COVID 19 [7], [8] no se compara con el miedo, dolor, sufrimiento, soledad, angustia y agonía, al estar esperando un final incierto: sanación o muerte [9],[10],[11].











Conclusiones En este momento histórico de pandemia, la muerte fue la protagonista. Entretejida por todo el contexto social de una pandemia global, está acompañada de miedo, dolor, sufrimiento, soledad, angustia y agonía. Esta muerte atípica rodeó, husmeó, merodeó e incluso se respiró, no solo en las áreas COVID 19 de los hospitales o clínicas, sino en la calle, la casa, la banqueta y los transportes Delpúblicos.acercamiento y reflexión en torno al proceso de muerte en época de coronavirus, se rescatan tres aspectos: la agonía del moribundo, las ritualidades funerarias y la peregrinación entre la duda y la culpa. Es importante poder considerar, problematizar y estudiar más profundamente estos aspectos, no sólo por tratarse de situaciones asociadas a la infección por coronavirus, sino también porque es necesario extrapolarlos a la realidad de otros grupos cuya muerte es lenta e ignorada por la institucionalidad de la enfermedad. A esto último también contribuyen la normalización de la lentitud en la respuesta de las instituciones sanitarias, la falta de accesos a los sistemas de salud, y la falta de recursos materiales y humanos en la respuesta, entre otras múltiples causas. El COVID 19 evidenció los nudos críticos en todas las respuestas sociales organizadas para su atención, y también transformó la concepción y el trato a la muerte. Con ello, nos recordó lo vulnerables y finitos que somos.
2. Maturana RH, Dolmen S. A. Transformación en la convivencia. Santiago Chile; 1999. p. 89. 517031708/Maturana10.5867/medwave.2022.04.0025542011.https://es.scribd.com/document/RHumbertoTransformacionenLaConvivencia
muestra los elementos culturales del tipo de creencias y valores sobre la ritualidad funeraria per se. La cremación como ritual funerario en esta época de COVID 19 se convirtió en una práctica que cambió las costumbres de millones de personas, y en algunos países fue una pauta estricta para el manejo de los cadáveres no sujeta a voluntades. Por otro lado, se reinventó la celebración mortuoria transitando hacia el modelo virtual, y modernización de los actos rituales religiosos con el uso de aplicaciones en computadoras y celulares. Con ello se buscó observar y sentirse presente en el ritual funerario, reduciendo la brecha de la distancia, fortaleciendo la función cultural e identitaria. La ritualidad mortuoria en línea paradójicamente homogeneizó globalmente las ritualidades culturales, al utilizar los dispositivos electrónicos como herramientas para promover la socialización del luto y la despedida. Esta transformación y reinvención de los rituales funerarios denota la importancia que tiene el último adiós hacia un ser querido o conocido. Tanto es así, que este acto cultural mostró toda la flexibilidad y sintonía con las necesidades del momento en una forma de sincretismo temporal, permisivo y tolerado. Peregrinar entre duda y culpa Este punto hace referencia a pacientes y sus familiares que buscaron solucionar una problemática en materia de salud, recorriendo varios centros médicos y profesionales sin encontrar atención médica primaria o de especialidad [24]. Es posible observar, a través de los relatos en diferentes fuentes primarias, los múltiples recorridos que los pacientes y sus familiares hicieron en busca de una atención médica, así como las emociones que se desataron en este largo trayecto (angustia, miedo, prisa, estrés, dolor, entre otros). Todo ello se convirtió en un complejo imaginario del colectivo en el que se hacía alusión a la saturación hospitalaria [25],[26], al rechazo del servicio por falta de personal médico o ausencia de material e insumos médicos para atender la emergencia por COVID 19, aunado a los costos económicos de los traslados del paciente. En este peregrinar se transitó entre la duda de encontrar algún sitio donde poder ser atendido y la culpa, al fallar en el intento y atentar contra la vida del enfermo. El peregrinar se inicia con una intención de encontrar la ayuda. Con cada negación de atención, se va alimentando la ira y la frustración, lo cual termina con las expresiones físicas y verbales de violencia y de rabia social. El peregrinar en época de pandemia deja al desnudo la inequidad de un derecho fundamental a la salud, al no contar con la suficiencia real de insumos en salud y recursos humanos. No sólo se peregrinó por atención para abastecerse de oxígeno o medicinas, lo que es entendible en época de pandemia; también lo hicieron enfermos renales terminales, pacientes con cáncer en búsqueda de quimioterapia, pacientes con patologías quirúrgicas, embarazadas que requerían atención especializada, etc. La peregrinación parece ser la antesala a una muerte lenta y anunciada, sobre todo para quienes no tienen la liquidez de una atención privada. A diferencia de las peregrinaciones religiosas, las peregrinaciones en búsqueda de la salud están saturadas de dolor, incertidumbre y temor de no llegar al lugar que nos otorgue la recuperación de la salud. No sólo el andar es extenuante, lo es también el tiempo de espera para recibir la atención. Tanto el tiempo como las distancias fueron determinantes decisivos entre la vida y la muerte de las personas, muchas de las cuales encontraron su final durante el peregrinar o el tiempo no les fue suficiente para recibir atención.
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Elsecuestros.tercermomento
Referencias
9 fase terminal de sus vidas por un familiar, conocido o incluso por una persona que les pueda ofrecer atención espiritual. Es decir, tiene la garantía de una muerte digna [16],[17]. La muerte digna debe ser protegida en condiciones normales y también en situaciones de crisis [18]. La tecnificación y la urgencia por encontrar la cura han trivializado la espiritualidad o trascendencia del acontecimiento de la propia expiración, deshumanizándola tal como se deshumaniza la atención. Este tiempo invita a pensar en la agonía y sus efectos, a los que nadie está acostumbrado ni, menos aún, preparado. El fallecimiento súbito por COVID 19 nos recuerda lo vulnerable que somos, nos invita a ser sensibles respecto a las necesidades de quien va a expirar, de sus deseos, de la importancia de acompañarle y confortarle en los últimos momentos de vida. No hay acto más deshumanizado y más humillante que morir solo. Esta pandemia tuvo que haber sensibilizado a las partes más rígidas y burocráticas de las instituciones en salud. Incluso por que fueron los mismos profesionales que otorgan salud, los que se encontraron solos ante su muerte. Ello replantea y debe posicionar a esta etapa biográfica del ser humano en el mismo nivel de importancia que el nacimiento. Esto, debido a que no se trata de un número en la cuenta de los indicadores de mortalidad, se trata de un ser humano con una historia de vida, con una familia, con un rol en la sociedad. Esta experiencia debe apelar por el acompañamiento en el sufrimiento y en la agonía, en los últimos recuerdos de nuestra existencia en este mundo. Ritualidad funeraria y religiosa La pandemia dejó ver la importancia de las prácticas socio culturales relativas al deceso y a las actividades funerarias que se derivan de él [19],[20]. La construcción simbólica de la ritualidad en torno a la muerte en época de coronavirus transcurre en tres momentos. El primero es la pérdida del otro en un corto tiempo, así este ritual se convierte en un acto desesperante y desgarrador. El proceso agudo de luto es una oportunidad para la elaboración de la finitud del otro y de uno mismo. El segundo momento hace referencia a una ausencia de la despedida final del que falleció o fallecerá, en este caso por no estar cerca de los seres queridos como acto final en el lecho del buen morir [12],[21]. Esta parte es rescatada en innumerables textos antropológicos en relación con este fenómeno cultural de la privación del ritual familiar de la despedida, la cual se presenta en asilos, hospitales o indigencia [22],[23], al igual que en homicidios, conflictos bélicos y

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La crisis de biodiversidad, la emergencia climática y el colapso del sistema globalizado e industrializado en que vivimos han dado la cara en 2020 con un sombrero nuevo. O no tan nuevo en realidad, visto que desde 1940 la intensificación del sistema agrícola se ha asociado con más del 50% de las enfermedades infecciosas emergentes[1] en humanos derivadas de zoonosis, y se espera que esta proporción siga aumentando según se expande e intensifica un cierto modelo agrícola alimentario.
Los cambios de usos del suelo, es decir la transformación de los ecosistemas para dar respuesta a una creciente demanda de recursos y materiales por parte de una economía globalizada, es el factor principal del cambio global e incluye la industria extractiva y la deforestación, el acaparamiento de tierras y la intensificación agrícola y ganadera, la urbanización y la fragmentación de hábitats (por ejemplo, por la construcción de infraestructuras). Según un reciente informe del Panel Intergubernamental Ciencia Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), el 75% de la superficie terrestre ha sido significativamente alterada por dinámicas capitalistas asociadas a empresas e indiviLaduos.[6]conversión de ecosistemas aumenta la probabilidad de transmisión de patógenos entre especies porque aumenta el contacto entre la fauna silvestre, el ganado y las personas: facilita la captura ilegal de animales, su tráfico, su venta en mercados a menudo ilegales donde pueden estar en contacto con otras especies y muchas personas, y su posterior consumo.[7] La extinción local de especies puede empobrecer las comunidades biológicas y facilitar la expansión de especies oportunistas cuya densidad de población puede aumentar al no tener competidoras. Este es el caso de la fragmentación de bosques, que ha afectado a la zarigüeyas y así impulsado el aumento de la abundancia relativa del ratón de pies blancos (Peromyscus leucopus), una especie reservorio muy competitiva que hospeda la garrapata portadora de la bacteria Borrelia burgdorferi causante de la enfermedad de Lyme.[8] También es el caso de algunas poblaciones de roedores en Asia, que son portadores de hantavirus y adenovirus que causan fiebres hemorrágicas con síndrome renal, como el ébola. Otro ejemplo famoso es el de Malasia, donde se registró un brote de la enfermedad de Nipah en 1992, cuyo origen se asocia al desplazamiento hacia entornos más urbanos de poblaciones de gran zorro volador (Pteropus vampyrus) debido a la deforestación y los incendios de sus hábitats naturales. Allí se cree que el contacto entre estos murciélagos y cerdos hacinados en granjas dio lugar a la cadena de contagios que acabó afectando a la población local, con una letalidad del 40%. Los cambios de usos del suelo aumentan la probabilidad de transmisión de patógenos porque crece el contacto entre la fauna silvestre, el ganado y las Lapersonas.agricultura intensiva es el factor determinante detrás de la rápida propagación del virus del Nilo Occidental[9] en Estados Unidos y la facilidad con la que el mirlo americano (Turdus migratorius), huésped preferente del virus, se expande en estos paisajes. Asimismo, algunos estudios han relacionado el consumo de carne de animales silvestres, que desempeña un importante papel en la
El coronavirus 2 del síndrome agudo respiratorio (SARS CoV 2), responsable de la pandemia mundial COVID 19 es un ejemplo de zoonosis, es decir, una enfermedad o infección que se transmite desde otros animales a los humanos (fenómeno conocido también como desbordamiento), a través de agentes transmisores como virus, bacterias, parásitos u hongos. El 60% de las enfermedades humanas son de origen zoonótico. Esta proporción además está aumentando, de forma que más del 70% de los 180 patógenos emergentes o re emergentes en las últimas tres décadas son de origen zoonótico , la mayoría causados por virus RNA.[2],[3] Todas las enfermedades de la lista de enfermedades prioritarias por la OMS son de origen zoonótico.[4] Aparición de enfermedades infecciosas
¿Tan fácil es que salten los virus de un animal a otro hasta el ser humano? En realidad es algo extremadamente raro, pues hay una serie de barreras o cuellos de botella que lo suelen impedir: barreras ecológicas que regulan la presencia e intensidad de los patógenos en los huéspedes iniciales y que regulan la liberación y difusión de patógenos, barreras que protegen a los humanos de la exposición y barreras fisiológicas que disminuyen la susceptibilidad de los humanos una vez se han visto expuestos al virus. Así que los procesos por los cuales se da el desbordamiento, o salto de una especie a otra, y emergen las zoonosis incluyen tanto elementos ecológicos, fisiológicos, microbianos y epidemiológicos, como de comportamiento. Estos determinan cómo los patógenos se distribuyen, se liberan y diseminan, cual es la probabilidad, la dosis y la ruta de exposición para los humanos y cuál es la susceptibilidad y por tanto la probabilidad y severidad de una infección.[5] Desde la década pasada, como poco, sabemos cuáles son los factores que contribuyen a la aparición de zoonosis y enfermedades infecciosas y cómo muchos de ellos están asociados al extractivismo y especialmente al sistema alimentario globalizado e industrializado: la urbanización y en general los cambios de usos del suelo, la pérdida de hábitats y biodiversidad, el cambio climático, el crecimiento y concentración en ciudades de la población humana, el aumento de la conectividad, el incremento del consumo de productos de origen animal y, por tanto, del comercio de especies silvestres y la ganadería intensiva. Aunque estos factores están estrechamente relacionados entre sí y es imposible abordarlos de manera aislada, vamos a ir explicando uno por uno.
Un tridente nefasto: cambios de usos del suelo, pérdida de biodiversidad y cambio climático
11 Introducción Artículo firmado por el Colectivo Fractal: Raíces socioecológicas de una pandemia prevista, en el que las autoras destacan que aunque la pandemia de la COVID 19 ha cogido por sorpresa a la mayoría, hace décadas que se conocen las relaciones directas e indirectas entre los cambios en los usos del suelo, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la aparición de enfermedades infecciosas provenientes de zoonosis. El texto explica algunos de los mecanismos y procesos ecológicos que subyacen al surgimiento de esta amenaza y su relación con los extractivismos, como la ganadería industrial, y la globalización. Invita asimismo a la reflexión sobre algunos de los impactos socioecológicos de la desregulación ambiental que se está generando desde el estallido de la pandemia. Tanto las consecuencias de la pandemia como de esta desregulación, además, están aumentando la vulnerabilidad de las poblaciones de manera diferencial. Propone, a modo de cierre, el impulso de aproximaciones interdisciplinares, la transformación profunda del modelo económico y la incorporación de la mirada de la justicia ambiental para el abordaje y la prevención de futuras pandemias.
Raíces socioecológicas de una pandemia prevista

12 dieta de los hogares pobres en Camerún, con enfermedades infecciosas asociadas a los virus del VIH/SIDA, Ébola y Marburgo.[10] Los cambios de usos del suelo son un impulsor directo de la pérdida global de biodiversidad, una de las principales emergencias que vivimos: alrededor del 25% de las especies de grupos de animales y plantas evaluados están amenazadas, alrededor de un millón de especies ya están en peligro de extinción y, si no se adoptan medidas, habrá una mayor aceleración del ritmo de extinción de especies en todo el mundo (IPBES). Sin embargo, la biodiversidad constituye posiblemente el mejor protector frente a la transmisión de patógenos. Por un lado, la diversidad de huéspedes inhibe la abundancia de parásitos.[11] Por otro, a mayor diversidad genética, mayor probabilidad de desarrollo de resistencia, ya que esta diversidad representa la capacidad para encontrar individuos que suplan a otros afectados por diversas dolencias congénitas, malformaciones, debilidad ante patógenos u otros problemas hereditarios. Cuanto mayor diversidad genética, mayores probabilidades tienen las especies de sobrevivir a los cambios del medio ambiente. Patógenos y hospedadores pueden co evolucionar y adaptarse para sobrevivir juntos sin problemas durante mucho tiempo. Además, se ha hablado mucho en el último año, de cómo en contextos con mucha diversidad se pueden dar el llamado “efecto de dilución”.[12] Según el efecto de dilución, comprobado empíricamente en la mayoría de casos, en hábitats con gran diversidad de especies y alto número de ejemplares: 1) las poblaciones de especies susceptibles de hospedar patógenos están mejor reguladas, 2) los virus se distribuyen entre las distintas especies e individuos de la población, teniendo muchas posibilidades de acabar en alguno que bloquea su la proliferación de herbívoros, vectores habituales de patógenos. En un ecosistema presionado, de hecho, las primeras especies que suelen desaparecer son aquellas más apicales en la cadena trófica, las predadoras, o las especialistas, que son las que más contribuyen al control de la propagación de vectores, dejando así lugar para la proliferación de las poblaciones de otras especies más oportunistas. Sobre el efecto de dilución hay debate y controversia:[13] no parece ubicuo, sino que depende de cada comunidad y las características de las especies, pero las últimas revisiones sistemáticas apoyan su relevancia y por tanto la importancia de la conservación de la biodiversidad a todas las escalas para frenar la aparición de enfermedades infecciosas.
Además, en los territorios muy deteriorados, el cambio climático (a su vez impulsado por estos cambios de usos) puede exacerbar los riesgos de desbordamiento zoonótico. Un ejemplo es el del polvo en suspensión como vector de patógenos: en ecosistemas con suelos muy degradados, la erosión, tanto por agua de escorrentía como por el viento, es frecuente y precisamente el incremento del viento es uno de los efectos del cambio climático. El aumento de las temperaturas medias se ha demostrado que aumenta la incidencia de la fiebre hemorrágica de Crimea Congo y la persistencia del virus del Zika. Por efecto del calentamiento global se están derritiendo enormes superficies de hielo y permafrost dentro de las que había encapsulados virus, por ejemplo, en antiguos yacimientos funerarios humanos. El deshielo da lugar a nuevos hábitats donde se pueden desarrollar, reproducir y transmitir patógenos entre especies. De hecho, ya han empezado las apuestas sobre cuál será el origen de la próxima gran pandemia, y algunos de los patógenos mortales de los siglos XVIII y XIX suenan como candidatos fuertes.
Otros factores ecológicos relacionados con enfermedades infecciosas Asociadas a la transformación de los ecosistemas y al cambio climático están las alteraciones en la movilidad, los patrones migratorios y en general la ecología de especies silvestres que sirven de reservorio y/o vector de patógenos. Estas alteraciones influyen en la probabilidad de contacto y exposición entre individuos de la misma especie y entre especies. Por ejemplo, las alteraciones en los patrones migratorios de algunas aves, debidas al cambio climático o al tráfico de aves, resulta en su redistribución y contacto con otras especies o con humanos. En las islas de Sumatra, la migración de los murciélagos de la fruta provocada por la deforestación debida a los incendios de la selva condujo a la aparición de la enfermedad de Nipah entre los ganaderos y el personal de los mataderos de Malasia.
3)dispersión,seinhibe
Otro factor ecológico clave en la dispersión de enfermedades infecciosas son la concentración y la conectividad, ya que facilitan la rápida propagación de los patógenos una vez se ha dado la infección y dificulta las medidas de distanciamiento personal para evitar la propagación.[14] El enorme y rápido aumento de la densidad de población en las ciudades, que genera arrabales y barrios especialmente poblados, empobrecidos y sin infraestructuras adecuadas de vivienda y saneamiento, por ejemplo en Asia, no hace más que allanar el camino a las enfermedades infecciosas.

Las especies invasoras pueden actuar como vectores, como reservorios de patógenos o facilitando la expansión de estos, por ejemplo compitiendo con las especies autóctonas o provocando enfermedades en estas.[16] Además, el estudio de enfermedades infecciosas derivadas de patógenos infecciosos humanos como la COVID 19, tienen características y consecuencias similares al patrón de las invasiones biológicas,[17] así que es necesario buscar sinergias entre disciplinas como la epidemiología y la ecología, para comprenderlas y evitarlas. El riesgo de introducción de especies está estrechamente ligado con las actividades humanas y se ha visto incrementado debido al desarrollo de nuevos y más rápidos sistemas de transporte que permiten un incremento del comercio y el turismo.[18],[19] Además, a su vez, las especies exóticas son una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad y uno de los principales motores del cambio global, especialmente en contextos mediterráneos debido a las condiciones ambientales y a consideraciones biogeográficas.[20]
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También la enorme movilidad a escala mundial, asociada al comercio, el empleo y el ocio, facilita, como hemos visto con la COVID 19, la rápida dispersión de patógenos a escala planetaria.[15] Esto sucede, no solo en tanto en cuanto el ganado y las personas somos vectores, sino también de forma indirecta, ya que las infraestructuras (viarias, ferroviarias, portuarias…) asociadas a dicha conectividad contribuyen a la fragmentación de hábitats cuyos impactos mencionamos antes. Este tipo de conectividad y de concentración de la población mundial en ciudades nos hace por tanto más vulnerables frente a las enfermedades infecciosas emergentes. Las alteraciones en los patrones migratorios de algunas aves, debidas al cambio climático o al tráfico de aves, resulta en su redistribución y contacto con otras especies.
Otras relaciones con el sistema alimentario globalizado El incremento del consumo de proteínas de origen animal ha contribuido de manera indirecta a aumentar los riesgos de zoonosis. Por un lado, ha impulsado la industrialización masiva de la ganadería en todo el mundo (especialmente de aves y cerdos, estupendos vectores de virus), aumentando enormemente el volumen de ganado en el planeta, su densidad y por tanto la probabilidad de infectar a humanos. Por desgracia, en España la producción de cerdo se ha doblado en las últimas tres décadas y es la primera de Europa y la cuarta a nivel mundial. En el caso de los pollos de engorde, la producción ha duplicado su crecimiento en los últimos cinco años. Por otro lado, está aumentando el consumo de especies silvestres, especialmente en Asia, África y Latinoamérica, incentivando el comercio ilegal de especies y sus productos, así como la caza. En estas zonas, de hecho, son habituales los mercados de animales, un espacio donde coinciden y se concentran animales de diferentes orígenes que pueden portar diversos patógenos y no cuentan con condiciones de salubridad o agua corriente. En términos de impacto, sin embargo, la responsabilidad en los hombros del sistema agro alimentario industrializado, impulsado por el consumo exacerbado en el Norte global, es mucho mayor que la de los mercados del Sur global donde se comercializan productos derivados de animales silvestres.
La resistencia a insecticidas está creciendo y se espera que siga haciéndolo debido a la intensificación y la simplificación de la agricultura, lo cual plantea enormes dificultades para el control de enfermedades cuyo vector es un insecto. Algo parecido sucede con el abuso indiscriminado de antibióticos, tanto en humanos como en animales, que están generando una resistencia sistémica que la OMS ya teme como la primera causa de muerte a nivel mundial en 2050. También se ha visto que el incremento de nutrientes debido al uso excesivo de fertilizantes agroquímicos en la agricultura industrial y a la contaminación por nitratos derivada de la ganadería intensiva, puede exacerbar el impacto de las enfermedades infecciosas. Finalmente, en el último eslabón de la cadena, además de la resistencia a antibióticos, todos los problemas relacionados con la salud humana y la capacidad del sistema inmunitario de responder, nos hacen más vulnerables frente a las enfermedades infecciosas emergentes: la deficiencia de determinados nutrientes por malnutrición o desnutrición, la obesidad, el estrés, la diabetes o la exposición a contaminantes.[21]
Impactos ambientales de las desregulaciones a causa de la COVID 19 Es interesante comprobar cómo la epidemia provocada por la COVID 19 a su vez está teniendo un efecto negativo sobre el debilitamiento de las regulaciones ambientales a nivel global, en contra de lo que cabría pensar, aumentando así los futuros riesgos a pandemias. Por ejemplo, la ONG Conservación Internacional a través del rastreador de retrocesos de la conservación global[22] ha contabilizado los retrocesos de las regulaciones ambientales desde que comenzó la pandemia. En Brasil, por ejemplo, ha habido intentos de autorizar la minería en tierras indígenas, construir nuevas carreteras y legalizar la ocupación de tierras indígenas por acaparadores de tierras, generalmente con fines de agronegocios o minería. En India se ha dado vía libre a más de 30 proyectos en áreas protegidas, reservas de elefantes y tigres para la minería del carbón, carreteras y líneas eléctricas. En Canadá se eliminaron muchos requisitos de monitoreo para las compañías petroleras, incluido el monitoreo del agua superficial y del agua subterránea. En el caso de España, se han aprobado diversos decretos, más laxos en regulación ambiental, donde se acortan plazos en procedimientos administrativos con el argumento de estimular la reactivación de la actividad económica.[23] En abril de 2020, el relator especial de la ONU sobre derechos humanos y medio ambiente ya avisó de que estas acciones eran «irracionales, irresponsables y ponen en peligro los derechos de las personas vulnerables».[24] No se puede afirmar que todos estos retrocesos se han debido directamente a la pandemia, pero sí que han ocurrido en un momento donde la participación cívica se ha limitado debido al distanciamiento social y las restricciones de reuniones públicas. Según Global Witness, algunos gobiernos han utilizado la pandemia como excusa para restringir las libertades de las y los defensores de territorios y del medio ambiente, como el derecho a protestar o la libertad de expresión. La limitación de las protestas y manifestaciones ha contrastado con la permisividad con los proyectos extractivos como la minería. La Coalición Defensora de Defensores del Medio Ambiente y la Tierra ha identificado tres tendencias generales que han emergido con la pandemia: el mantenimiento de las amenazas contra las/os defensoras/es, la aparición de nuevos tipos de riesgo y la exposición de pueblos indígenas en particular.
Propuestas para evitar futuras pandemias Ha quedado claro cómo el modelo de producción y consumo y en especial el sistema agroalimentario industrializado y globalizado, tiene una parte importante de la responsabilidad de las zoonosis y la pandemia de la COVID 19 en concreto.[25] Así que es urgente y fundamental transformar radicalmente las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, y especialmente el sistema agroalimentario, para acoplar de nuevo el sistema económico y social dentro de los límites planetarios y asegurando los niveles de calidad de vida de la población. Las propuestas de la agroecología, que apuntan de hecho a re localizar la producción y el consumo, cerrar ciclos, garantizar el bienestar animal y respetar los ritmos y funciones de los agroecosistemas y de las personas, parecen ahora más pertinentes que nunca. La llamada a trabajar por “Una Salud” (One Healt)

[2] Mark EJ Woolhous y Sonya Gowtage Sequeria, «Host range and emerging and reemerging pathogens», Emerging Infectious Diseases 11(12):1842 7, 2005, https://doi.org/10.3201/eid1112.050997
[5] Raina K. Plowright, Colin R. Parrish, Hamish McCallum, Peter J. Hudson, Albert I Ko, Andrea L. Graham, James O. Lloyd Smith, «Pathways to zoonotic spillover», Nat. Rev. Microbiol. 15, 502 510, 2017, https://doi.org/10.1038/
Finalmente, para responder a futuras pandemias se necesita un conocimiento heterogéneo, abordajes interdisciplinares para mejorar la predicción, prevención y respuesta ante futuros eventos. Recientemente, Montserrat Vilá y colaboradores han reclamado la necesidad de perspectiva interdisciplinar sobre las enfermedades infecciosas y la biología de las invasiones podría hacer avanzar ambos campos,[27] y en particular la necesidad de considerar la complejidad de los sistemas socioecológicos y promover un marco que adopte una perspectiva multiescalar y orientada a los sistemas en un contexto de cambio global. [28] Tomar una perspectiva desde los sistemas complejos adaptativos y los sistemas socioecológicos[29] ayudará a comprender las estrechas interrelaciones e interdependencias entre el sistema ecológico y social para entender mejor las relaciones entre naturaleza y pandemia como parte de una red mayor de relaciones. Colectivo Fractal es un espacio de mujeres investigadoras. En este artículo han colaborado las investigadoras Elisa Oteros Rozas (Universitat Oberta de Catalunya), Irene Iniesta Arandia (ICTA Universitat Autónoma de Barcelona), Cristina Quintas Soriano (Universidad de Almería), Marina García Llorente (Universidad Autónoma de Madrid), Violeta Hevia (Universidad Autónoma de Madrid), Federica Ravera (Universitat de Girona) y Sara Mingorría.
[4] «Prioritizing diseases for research and development in emergency contexts», OMS, página web, s/f.
[6]nrmicro.2017.45S.Díaz,J.Settele, E. S. Brondízio et al., Informe de Evaluación Mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas. Resumen para los encargados de la formulación de políticas, IPBES, Bonn, 2019, [7] Felicia Keesing y Richard S. Ostfeld, «Impacts of biodiversity and biodiversity loss on zoonotic diseases», PNAS, 118 (17) e2023540118, 2021, [8]https://doi.org/10.1073/pnas.2023540118KathleenLoGiudice,RichardS.Ostfeld,Kenneth A. Schmidt, Felicia Keesing, «The ecology of infectious disease: effects of host diversity and community composition on Lyme disease risk», PNAS 100, 567 571, 2003, [9]https://doi.org/10.1073/pnas.0233733100AMarmKilpatrick,.«Globalization,Land Use, and the Invasion of West Nile Virus», Science 334: 323 327, 2011, https://doi.org/10.1126/ [10]science.1201010LoGiudiceet al., 2003, op.cit. [11] David J. Civitello, Jeremy Cohen, Hiba Fatima, Neal T Halstead, Josue Liriano, Taegan A McMahon, C Nicole Ortega, Erin Louise Sauer, Tanya Sehgal, Suzanne Young, Jason R Rohr, «Biodiversity inhibits parasites: Broad evidence for the dilution effect», PNAS, 112: 8667 8671, 2015, https:// [12]doi.org/10.1073/pnas.1506279112FKeesing,RDHolt,RSOstfeld, «Effects of species diversity on disease risk», Ecology Letters, 9: 485 498, 2006, https://doi.org/10.1111/j.1461 [13]0248.2006.00885.xParaampliaren este sentido se puede consultar el trabajo de Randolph y Dobson, quienes hicieron una crítica a la manera en que se estaba dando por sentado la ubicuidad del efecto de dilusión 86:4,the[14]buffershttps://www.cambridge.org/core/journals/parasitology/article/abs/candidebitstream/1893/17673/1/Pangloss%20revisited.pdf);(https://dspace.stir.ac.uk/larespuestaderesponsetopanglossianaccusationsbyrandolphanddobsonbiodiversitydisease/C2784AE4150C159B9CD0AEC6FC469199ShimaHamidi,SadeghSabouri,ReidEwing,«DoesDensityAggravateCOVID19Pandemic?»,JournaloftheAmericanPlanningAssociation,495509,2020,https://doi.org/10.1080/01944363.2020.1777891
14 ha cobrado protagonismo también en este sentido: es «el esfuerzo de colaboración de múltiples disciplinas que trabajan a nivel local, nacional y mundial, para lograr una salud óptima para las personas, los animales y nuestro medio ambiente», porque toda está conectado.[26] Sin embargo sigue faltando la valentía para emprender el camino del decrecimiento y dejar atrás el extractivismo exacerbado que sustenta el desarrollismo capitalista. La comunidad científica lleva años advirtiendo de que la destrucción de ecosistemas y la pérdida de biodiversidad fomenta el surgimiento de enfermedades zoonóticas. Es necesario reconocer que las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son las que también generan riesgo de pandemia a través de sus impactos directos e indirectos en la naturaleza. Además, las consecuencias no han sido iguales para todo el mundo. Hay poblaciones que, especialmente durante la pandemia, se han visto más vulnerabilizadas. Actuar para prevenir riesgos contra futuras pandemias también significa trabajar sobre los ejes de la justicia social y ambiental, poniendo especial énfasis en proteger y respaldar a aquellas comunidades que están defendiendo el medio ambiente y los territorios.
[3] Stuart Levin, «Zoonoses», en: Goldman, L. Schafer, A.I. (Eds.), Goldman’s Cecil Medicine, ed. 24ª, W.B. Saunders, Philadelphia, 2012, pp. 1964 1967.
NOTAS: [1] La OMS define las «infecciones infecciosas emergentes» como «enfermedades infecciosas que han sido identificadas y clasificadas taxonómicamente recientemente”. Algunas parecen ser «nuevas» enfermedades de los seres humanos, otras pueden existir desde hace muchos siglos y han sido reconocidas solo recientemente porque los cambios ecológicos u otros cambios ambientales han aumentado el riesgo de infección humana.

[26]j.agsy.2021.103134«OneHealth:A New Professional Imperative», 2018. American Veterinary Medical Association, 2018, p. 9, [consulta: 20 de agosto de [27]2017]Vilá et al., 2021, op.cit. [28] Graeme S. Cumming, Celia Abolnik, Alexandre Caron, Nicolas Gaidet, John Grewar, Eleonore Hellard, Dominic A. W. Henry, Chevonne Reynolds, «A social ecological approach to landscape epidemiology: geographic variation and avian influenza», Landscape Ecology, 30: 963 985, 2015, https://doi.org/10.1007/s10980 015 0182 8
15 24] «COVID 19: “no es una excusa” para retroceder en la protección y aplicación medioambiental, afirma un experto de las Naciones Unidas en derechos», ACNUR, Ginebra, 15 de abril de 2020.
[15] Serina Chang, Emma Pierson, Pang Wei Koh, Jaline Gerardin, Beth Redbird, David Grusky, Jure Leskovec, «Mobility network models of COVID 19 explain inequities and inform reopening», Nature, 589: 82 87, 2021, https://doi.org/10.1038/s41586 020 2923 3
[25] Rivera Ferre MG, López i Gelats F, Ravera F, Oteros Rozas E, di Masso M, Binimelis R, El Bilali H., «The two way relationship between food systems and the COVID19 pandemic: causes and consequences», Agricultural Systems, 191: 103134, 2021, https://doi.org/10.1016/
[17] Motserrat Vilá, Alisson M. Dunn, Franz Essl, Elena Gómez Díaz, Philip E. Hulme, Jonathan M. Jeschke, Martín A. Núñez, Richard S. Ostfeld, Aníbal Pauchard, Anthony Ricciardi, Belinda Gallardo, «Viewing Emerging Human Infectious Epidemics through the Lens of Invasion Biology», BioScience, biab047, 2021, https://doi.org/10.1093/biosci/biab047 [18] Charles Perrings, Katharina Dehnen Schmutz, Julia Touza, Mark Williamson, «How to manage biological invasions under globalization», Trends in Ecology and Evolution, 20(5): 212 15, 2005, https:// [19]doi.org/10.1016/j.tree.2005.02.011LauraA.Meyerson,HaroldA.Mooney, 2007. «Invasive alien species in an era of globalization», Frontiers in Ecology and the Environment, 5: 199 208, 2007, https://doi.org/10.1890/1540 9295(2007)5[199:IASIAE]2.0.CO;2 [20] Osvaldo E. Sala, F. Stuart Chapin III, Juan J. Armesto, Eric Berlow, Janine Bloomfield, Rodolfo Dirzo, Elisabeth Huber Sanwald, Laura F. Huenneke, Robert B. Jackson, Ann Kinzig, Rik Leemans, David M. Lodge, Harold A. Mooney, Martin Oesterheld, N. LeRoy Poff, Martin T. Sykes, Brian H. Walker, Marilyn Walker, Diana H. Wall, «Global Biodiversity Scenarios for the Year 2100», Science, 287: 1770 1774, 2000, https://doi.org/10.1126/ [21]science.287.5459.1770HellasCenayMarcello Chieppa, «Coronavirus Disease (COVID 19 SARS CoV 2) and Nutrition: Is Infection in Italy Suggesting a Connection?», Front. Immunol. 11:944, 2020, https://doi.org/10.3389/fimmu.2020.00944
[16] Helen E. Roy, Sven Bacher, Franz Essl, Tim Adriaens, David C. Aldridge, John D. D. Bishop, Tim M. Blackburn, Etienne Branquart, Juliet Brodie, Carles Carboneras, Elizabeth J. Cottier Cook, Gordon H. Copp, Hannah J. Dean, Jørgen Eilenberg, Belinda Gallardo, Mariana Garcia, Emili García Berthou, Piero Genovesi, Philip E. Hulme, Marc Kenis, Francis Kerckhof, Marianne Kettunen, Dan Minchin, Wolfgang Nentwig, Ana Nieto, Jan Pergl, Oliver L. Pescott, Jodey M. Peyton, Cristina Preda, Alain Roques, Steph L. Rorke, Riccardo Scalera, Stefan Schindler, Karsten Schönrogge, Jack Sewell, Wojciech Solarz, Alan J. A. Stewart, Elena Tricarico, Sonia Vanderhoeven, Gerard van der Velde, Montserrat Vilà, Christine A. Wood, Argyro Zenetos, Wolfgang Rabitsch, «Developing a list of invasive alien species likely to threaten biodiversity and ecosystems in the European Union», Glob Chang Biol, 25:1032 1048, 2019, https://doi.org/10.1111/gcb.14527
[22] Global Conservation Rollbacks Tracker. , [23] Véase a modo de ejemplo: www.ecologistasenaccion.org/146703/conhttps:// la excusa de la covid la junta suprime la licencia ambiental en castilla y leon/ o https:// theconversation.com/la pandemia de decretos leyes que ponen en riesgo el medioambiente 140652
[29] Rodrigo Arce Rojas, «Relaciones naturaleza y pandemia desde la perspectiva de los sistemas complejos adaptativos», Pluriversidad, 6: 13 31, 2020, https://doi.org/10.31381/pluriver sidad.v0i6.362

¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
Vinculación ¿Acaso no resuenan con pertinencia las palabras del clérigo inglés John Doone en su poema? :
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
A pesar de las posibilidades crecientes de configuración en nuestro camino hacia la madurez, sostengo que nuestra concepción de la autonomía y la libertad debe ponerse cada vez más en relación con esa experiencia universal de estar remitidos a otros y ligados existencialmente con ellos. Desde el punto de vista biológico, el individuo humano, como bestia corporalmente poco dotada, solo sobrevive gracias a las intervenciones comuni“Todostarias”. los organismos o seres vivientes se originan, se mantienen vivos, se desarrollan y perecen mediante procesos de intercambio, tanto materiales como energéticos («espirituales»). Procesos que tienen lugar tanto en el interior del organismo como en relación con su entorno. En esa interacción dinámica, los humanos podemos negociar de manera saludable una serie de encuentros amorosos y sensibles que son una verdadera experiencia para los que en ellos participan”.
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Vulnerabilidad La vulnerabilidad humana es perceptible a primera vista. El ser humano carece de «corteza» (esa piel dura y gruesa que a veces nos recomiendan); carece de plumas y de coraza, está desprotegido. Su piel es supersensible. Eso nos hace radicalmente distintos de todos los mamíferos a cuyo género pertenecemos biológicamente. Los cuerpos humanos son todos estructuralmente frágiles. A eso se le añade su progresiva indefensión y posibilidad de ser heridos.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
En este contexto, desglosaremos el significado, significante y pertinencia de los tres vocablos sugeridos. “Estas iniciales V deberían sernos hoy guías para leer bien nuestro presente y actuar de una manera que sea, a la vez, universal y práctica, tanto en nuestro trabajo como en todos los campos de la vida”, puntualiza la escritora.
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
Ya en nuestra infancia somos vulnerables al máximo: el lactante depende totalmente de la vinculación y la responsabilidad de otros; y esa dependencia relacional infantil configura nuestro ser humanos. La misma vulnerabilidad afecta después al individuo, sobre todo en la vejez (que, hoy en día, abarca casi un tercio de la vida). Esas edades de la vida particularmente vulnerables (infancia y senectud) reclaman una mejor comprensión de la fragilidad humaLana.protección de cada persona (tanto de los más tiernos y necesitados de cuidado en nuestra sociedad como de los particularmente amenazados en el resto del mundo) interpela a nuestra imagen del ser humano. Y hoy, en un mundo como el nuestro de más publicidad y más posibilidades, debería convertirse en un derecho humano universal. El dolor y la necesidad de las víctimas, (la obvia vulnerabilidad de migrantes en busca de tierras acogedoras, víctimas de la guerra o del cambio climático) como también la de esos niños invisibles que soportan pobreza o violencia doméstica; cuestionan un contrato social que no está en disposición de crear unos derechos humanos universales y eficaces.
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este munNingúndo?
Borrel lo ratifica sabiamente: “Nada de lo que tengo y de lo que soy ni ninguno de mis patrones de conducta me lo debo a mí misma. Todo ha ido desarrollándose a partir de la relación y la dependencia. Y debo agradecerlo a otros, tanto desde el punto de vista biológico como existencial. Aunque el bebé sea separado del pecho de su madre, queda remitido al intercambio afectivo con las personas con que se relaciona.
En su breve ensayo, aparecido en las páginas del portal catalán Cristianismo i justicia, Borris aboga por un tipo de ser humano “con ojos bien abiertos hacia la vulnerabilidad, la vinculación y la vigilancia” o responsabilidad: ojos muy abiertos hacia la fragilidad tanto del planeta como de cada individuo. Los seres humanos somos mutuamente responsables, en la medida en que dependemos unos de otros y estamos ligados unos con otros, tanto en lo ecológico como en lo económico, lo político, lo sanitario y lo tecnológico e informativo.
Por: Ismael Noé
La pensadora alemana Nora Borris nos propone apropiarnos de estas tres “V” como pre requisito indispensable para afrontar la pandemia y el retorno a la “nueva normalidad”. Las tres palabras han sido traducidas de los vocablos o textos germanos (Verwundbarkeit, Verbundenheit, Verantwortung).
Vulnerabilidad, vinculación y vigilancia: la gran lección de la pandemia
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Vigilancia
Ismael
La palabra vigilancia (responsabilidad) incluye la disposición y el ánimo para responder a otro. Ese aspecto relacional está presente en las tres palabras de nuestro título, pero hay que acentuarlo más en la responsabilidad. Es cierto que los acompañamientos y las terapias nos ayudan a percibir y afrontar perniciosos enredos colectivos; pero esa atención no debe llevarnos a una mentalidad que invite a apearnos (evadir) de nuestra responsabilidad para con los demás y abrir demasiado espacio a las inclinaciones individualista. La piel tan fina del animal humano posibilita una enorme sensibilidad que se traduce en el «poder ser tocados» psíquicamente. La posibilidad de ser heridos y la capacidad para la empatía reclaman una conciencia
17 de nuestra responsabilidad social y una obediencia a nuestros impulsos de compasión y diálogo. A los seres humanos se nos exige ser cuidadosos y asumir responsabilidades mutuas. Somos seres provistos tanto de gran necesidad corporal como de magníficos recursos para que nos pongamos al servicio de los otros de manera responsable y audaz. Y esto vale tanto en el campo personal como en el político: el planeta Tierra nos está llamando a una responsabilidad colectiva para con la Madre Tierra y por la supervivencia de todas las formas de vida. En los actuales procesos de cambio, podremos moldear todos los espacios vitales cuando nuestra convivencia esté marcada mucho más por la solidaridad y el cuidado que por la rivalidad o competencia; y más por la confianza que por la desconfianza y la hostilidad. Y esa actitud es fundamental en estos días del coronavirus que nos hacen sentir de manera especial el significado de nuestras tres palabras (vulnerabilidad, vinculación, vigilancia), estos días en que cada cual está amenazado de ser contagiado por el otro o ser contagiador del otro. Y, sin embargo, hemos de encontrar creativamente maneras de mantener nuestros contactos que nos permitan seguir relacionándonos cuidadosamente. Noé V. Periodista independiente


Necesitamos un pensamiento más radical sobre el sentido del hombre sobre la tierra. Un salto a lo Trascendente, en una era dominada por la tecnología.
Si algo declina en el mundo es lo que llamamos «Occidente». Esa visión del «Pensamiento Único», que comienza en el Siglo XVII, con la entronización de la Razón, se continúa en el Siglo XVIII con el Iluminismo, en el Siglo XIX con el Positivismo y naufraga en el Siglo XX con el Cientificismo, dos guerras sin precedente y el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki. El siglo XXI trata de ser convertido en el Siglo de la Transhumanidad, donde los hombres devendrán en dioses, como afirma el historiador israelí Yuval Noah Harari, uno de los autores más leídos de este siglo.
3) En la dialéctica del mundo contemporáneo, la globalización ha sido la condición de posibilidad de que se produjera «La primera Pandemia en la Historia de la Humanidad». El COVID19 se manifiesta en un punto del planeta y, en término de semanas, se expande a los cinco continentes. Con la misma velocidad que, en el marco de la globalización, circulan personas, bienes, servicios y, fundamentalmente, las redes y flujos de capitales móviles que constituyen el instrumento de financiarización capitalista. Estos capitales móviles son, ahora, el gran sujeto de la historia.
1)CONCLUSIONES:Lapandemianos obliga a pensar en términos de «Humanidad». A diferencia de las dos grandes guerras, este es un fenómeno planetario que no está localizado y amenaza a todo el género humano. No podemos ser neutrales. No sabemos cómo reaccionar porque estamos ante un fenómeno nuevo. Desconocemos adónde vamos porque vivimos en una era de total incertidumbre. Nada garantiza que en la postpandemia terminemos más egoístas, ávidos de poder y mezquinos o que giremos hacia una perspectiva más espiritual y solidaria. La mera vacuna no nos sacará de nuestra miseria espiritual. Hace falta una transmutación que termine con lo que Heidegger llamaba «el olvido del Ser», dejar de ser esclavos de los entes (las cosas materiales) y volvernos hacia lo Sagrado.
2) Estamos en un crepúsculo como decía Spengler en la «Decadencia de Occidente».
2) Toda ideología se concibe y propone a sí misma como la solución para asegurar el progreso, la justicia y la paz del género humano. Así lo imaginaron: el fascismo, el nazismo y el comunismo que, finalmente, fracasaron. Sin embargo esto no fue el «Fin de la Historia». Tras el colapso de la URSS, apareció el neoliberalismo que es, en esencia, la etapa de concentración y hegemonía del capitalismo financiero a escala mundial.
TRES PREMISAS PARA ENTENDERNOS:
El neoliberalismo o financiarización del capital, opera a través del mercado y la globalización, como un dispositivo de poder y dominación sobre toda la humanidad, como lo soñaron las otras ideologías.
1) Nuestra tesis fundamental es que la devastación o desertificación de la naturaleza y la humanidad (en el sentido anunciado por Martín Heidegger, en 1935) había comenzado antes que apareciera el Covid 19. Era una bomba de tiempo destinada a estallar. Lo único que faltaba era la chispa que encendiera la mecha. La llama que provocó el estallido fue el Covid19. Todo análisis que prescinda de la historicidad de ese fenómeno, su vinculación con el pensamiento postmoderno, la emergencia del neoliberalismo y la globalización, será una fragmentación, una mirada parcial y consecuentemente un reduccionismo.
Por: José Miguel Amiune* El debate sobre la Pandemia de Coronavirus (Covid 19) se ha planteado, hasta hoy, entre infectólogos y economistas, entre partidarios de la Cuarentena y enemigos de ésta. Por esa vía se ha llegado a niveles de grosera simplificación, reduccionismo y dogma. Vamos a intentar una mirada distinta, menos «especializada» y más totalizadora, desde dos disciplinas que se caracterizan por tener visiones más abarcativas de los fenómenos de la naturaleza y la humanidad: la Filosofía y la Geopolítica.
La unapandemia:miradadistinta
La gran pregunta que se formula es: ¿Qué se le puede vender a los miles de millones de seres humanos que habitan el planeta? Esa inmensa masa de seres humanos tienden a ser transformados en potenciales consumidores. Colonizados en su subjetividad por el pensamiento postmoderno, hasta convertirlos en máquinas deseantes, consumidores compulsivos de lo innecesario e individuos narcisistas. Descreen de los grandes relatos, de las tradiciones espirituales y niegan la posibilidad de trascendencia. Por eso los modernos ideólogos del capitalismo hablan de un «Choque de Civilizaciones». El enfrentamiento de Occidente que sólo confía en la Ciencia, la Técnica y el Mercado (sus únicos dioses), versus el Oriente que todavía sostiene algunas formas ideológicas, cultiva sus tradiciones espirituales o, simplemente, cree en Dios, la Trascendencia y lo Sagrado.
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Necesitamos el «nuevo pensar», que proponía Heidegger, abrirnos a la comprensión, sin conjeturas ni predicciones, una apertura al Asombro, al Misterio, a lo Sagrado. Si la única salvación es la vacuna, volveremos a la normalidad de un mundo que apesta.


Heidegger dice que: La única fatalidad que le queda al mundo es optar por hundirse o perecer. Cuando uno pierde la idea de su origen, sólo perece como acto existencial. Si uno no tiene raíces, ni siquiera muere, se hunde, porque se nos ha exilado de la vida. Si un pensamiento no es provocativo no nos mueve a despertar, en una humanidad que vive anestesiada. Sin identidades y con una educación como la actual, de pura orientación técnica y con rápidas salidas laborales, que inventó a los especialistas y los expertos, es decir, que nos educa como seres fragmentados, incapaces de ver la totalidad, de tener una cosmovisión de la naturaleza y el hombre, estamos condenados al idiotismo, como estulticia del espíritu. El «idiotismo» es la fascinación por la «multiplicidad» del consumo y caer en el hipnotismo colectivo que nos priva de lo «UNO», en otras palabras, nos lleva «al olvido del SER».
7) En suma, la Pandemia no trajo la crisis en que vive el hombre contemporáneo, sólo intensificó lo que ya existía. El dilema y la lucha entre lo que Blacke llamaba el hombre prolífico (el que se entrega) y el hombre devorador (el ávido, egoísta y mezquino).
Ambos libran una lucha entre dos tendencias del corazón humano. Una lucha entre la luz y la oscuridad. La verdadera sabiduría está basada en el UNO, pero en el mundo material hay siempre una lucha entre dos fuerzas opuestas.Nodebemos darnos por vencidos ante las fuerzas de la oscuridad que instalaron el relato de que la tecnología y la globalización unidas por el neoliberalismo son invencibles. El coronavirus está mostrando su fragilidad y la del sistema financiero que los instrumenta. Hagamos como el hombre prolífico. Seamos, hegelianamente, dialécticos. Sepamos que el neoliberalismo es una negación y la COVID19 es la negación de la negación. Tomemos consciencia que siempre está presente la salvación que, como toda síntesis creadora, surge de la NADA de ambas negaciones. Volvamos hacia nuestro interior y busquemos el sentido de la vida en lo trascendente, en el encuentro con Dios o el Ser. *Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Nacional del Litoral, Argentina. Estudios de post grado en las universidades de de Harvard y Tufts. Máster en Relaciones Internacionales por The Fletcher School o Law and Diplomacy. Exembajador y secretario de Obras Públicas y Servicios de Argentina. “La religión del hombre de la postmodernidad es la religión del libre mercado y el monoteísmo del consumo. Sus santuarios son las Bolsas de Valores y su única noción de Paraíso, los paraísos fiscales”
Esto constituye el «idiotismo». La palabra idiota alude al que sólo se conecta consigo mismo, una suerte de narcisismo que tiende al placer inmediato y a vivir en un puro presente. Sin raíces y sin frutos. Para esta gente decir que uno cree en lo trascendente, en lo sagrado o es religioso, equivale a una declaración de demencia.
6) La religión del hombre de la postmodernidad es la religión del libre mercado y el monoteísmo del consumo. Sus santuarios son las Bolsas de Valores y su única noción de Paraíso, los paraísos fiscales.
4) Necesitamos un pensamiento fuerte, no un pensamiento débil como el de la postmodernidad. Un pensamiento que rescate la espiritualidad de las tres religiones del Libro, del hinduismo, del budismo, de Confucio, del Sintoísmo, del Taoísmo. Que rescate de la Filosofía sus más altas expresiones, sobre este dilema contemporáneo, como la obra de Heidegger, de Guenon, de Carl G.Jung, Julius Ébola y otros nombres ilustres que anticiparon la tragedia que estamos atravesando.
3) El gran poeta Hölderlin decía: «Cuando crece el peligro, también crece lo que salva». Pero la salvación supone un cambio radical en nuestra consciencia, debemos abandonar la superstición de que el cambio es imposible, la globalización imparable, el control de los Big Data sobre la humanidad inexorable, y la hegemonía del capital financiero nuestro destino final. Nosotros creemos que hay salida, que podemos evitar el efecto desintegrador del individualismo neoliberal sobre las relaciones personales, familiares, sociales, nacionales y regionales. Se trata de un gran asalto a nuestra identidad y nuestras raíces, bajo la colonización de nuestra subjetividad, que rebaja al ciudadano a la mera condición de
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5) Existe otro camino y es fácil encontrarlo. Sus bases están contenidas en la Encíclica del Papa Francisco, «Laudato sí», que desarrolla una ética del cuidado de la Tierra como nuestra casa común. Denuncia cómo la ciencia y la tecnología, manejadas por la voracidad ciega de optimizar ganancias, están destruyendo no sólo nuestra casa sino a nosotros mismos. Un pensamiento similar que viene de Eurasia relaciona Geopolítica y Existencialismo, en la obra de Alexander Dugin, o de Europa a través de Alain de Benoit. Estos pensadores refutan el pensamiento «Único y determinista de Occidente». Afirman que no es lo mismo destruir para construir algo nuevo, que la devastación o la desertización, cuando la tierra y la humanidad ya no podrán renovarse. Nada humano puede crecer sino se arraiga en la tierra.
MARZO DE 2020 En una muy interesante nota, el filósofo Byung Chul Han1 hace una comparación entre los tipos de políticas aplicadas en Oriente y Occidente frente a la coyuntura pandémica que estamos atravesando.
Más allá de las lecturas con respecto a la efectividad y los fracasos de estas medidas en medio del caos pandémico, y de la comparación que podríamos hacer entre ambos hemisferios, lo que Han pone sobre la mesa es que si la crisis del capitalismo neoliberal contemporáneo factor que muchos pensadores de izquierda enarbolan como una inminente victoria muta hacia una política de la excepción permanente y de vigilancia digital, como vemos actualmente en algunos Estados asiáticos, el panorama no pinta para nada alentador. El romanticismo crítico que vemos hoy día con respecto a la fractura de la hegemonía capi talista se encuentra lejos de dibujar un horizonte utópico, además de parecer poco realista.
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Los países occidentales exponen su fragilidad no sólo en el des borde de sus sistemas de salud, corroídos por las lógicas antiestatistas y neoliberales, sino también en el impacto que produce la carencia de cohesión social como producto de un individualismo que ha carcomido genealógicamente cualquier posibilidad de acción colectiva frente a coyunturas de crisis pública. Por su parte, en algunos países asiáticos, que según Han responden a una visión más verticalista y autoritaria de la relación con los liderazgos políticos, han desarrollado estrategias mucho más severas y panópticas, basadas en el Big Data y la vigilancia digital, identificando casos de contagio a través de inteligencia artificial y dando aviso a través de redes sociales, con el propósito de gestar movimientos de disuasión, contención y resguardo.
Por: Nicolás Panotto
Pero la nota de Han arroja un último elemento que merece una reflexión más profunda sobre su posible contra efecto. Cito: “No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movi lidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”. Vemos, otra vez, el “tropezón” de muchas teorías críticas contemporáneas. En un contexto donde la racionalidad humana ha sido confrontada con la mortalidad de un organismo indivisible que se le escapa de sus mediciones, la salida propone Han se deposita en la radicaliza ción de este mito moderno, como es el de la indestructibilidad del Gran Hombre (sic) Todopoderoso que se levanta como un homónimo de los más clausurantes prejuicios de la teología medieval decimonónica que pretende superar. La pandemia del COVID19, así como otros sucesos del trágico siglo XX, pone otra vez en evidencia las fantasías del progreso y las promesas perdidas de la modernidad. Mitos que han dejado cicatrices aún sangrantes, pero que continuamos apelando cual síntoma de un complejo de Edipo no superado. Es la arrogancia antropológica que se oculta en narrativas que nos sofocan día a día, a través de las ilusorias ofertas de la meritocracia, de las abstractas “elecciones racionales”, de la panacea de la libertad individual, sostenidas paradójicamente en un conjunto de entramados metafísicos, como la auto gestión del mercado, la naturalización ontológica de las clases, las dinámicas de demarcación racial y, sobre todo, de la quimera de la autosuficiencia de la Humanidad como animal supremo en la escala evolutiva. De alguna manera, el impacto de la pandemia da prueba de las desigualdades e injusti cias que las ideologías contemporáneas siguen naturalizando, así como de la devastación total de los dispositivos que fueron creados al servicio del cuidado y la dignificación de la vida, los cuales finalmente sirven al abandono y la destrucción. Pero también, una vez más, exponen los erróneos mecanismos históricos que construimos para lidiar con aquello que más angustia nos trae: la incertidumbre, lo imprevisible, la fragilidad, la debilidad de la vida. Por ello, ¿dónde reside nuestro problema? ¿En los dispositivos por sí mismos, o más bien en ese eterno vicio ontológico moderno colonial del que se nos hace imposible deshacemos, el cual no sabe cómo lidiar con las realidades del descontrol, la imprevisibilidad, la desproporción, la desazón? Como afirma Alberto Moreiras, “la vida se captura a sí misma como poder, pero al mismo tiempo la vida se excede a sí misma como fuerza más allá del poder”.2 La lógica capitalista y colonial que nos atraviesa como sociedades posmodernas nos ha engañado, embanderando el eslogan de que es posible construir órdenes de poder y dispositivos tecnológicos que anulan el hiato de indecibilidad que habita la frontera entre la vida y la muerte. Es la falsa promesa de la eternidad en nuestras propias manos. La máquina y los sistemas han pretendido absorber la potencia de la historia y sus cuerpos a través de iner cias y reflejos que apelan a la no diferencia y la inexistencia de límites o fronteras, cuan do en realidad, por detrás, han levantado murallas que tapan lo reprimido, el descontrol que nos exaspera, así como la escoria que creamos y no queremos ver, y que al final, nos pone en un lugar de aún más fragilidad, cuando la puerta de lo impensado se abre. Todo ello no es más que un pobre intento por encubrir nuestra condición más básica, la nuda vida (Agamben) en su estatus más pobre y más real; es decir, incontrolable. “La ficción de que la voluntad del yo no tiene límite, de que todo podría ser controlable, deconstruible y reconstruible a imagen y semejanza del ideal, es la carne de la ansiedad, que no es sino la expresión de la inquietud frente a lo contingen
Pandemia y la economía de la Incertidumbre
Podemos tomar la “Soledad” como esa condición ineludible de fragilidad, no sólo de los lazos y las estructuras que construimos, sino también de aquello que nos constriñe, que nos excede. Por la propia débil cadencia de lo que nos une y creemos eterno, de bemos aprender a mirarnos, a traspasar las fronteras impuestas con el Otro y construir un Común solidario. Es una soledad que se arroja a lo común, a la construcción de un sentido de colectividad, al reconocer su transitoriedad. Soledad Común como una abertura hacia una amistad innovadora, solidaria y sensible a los procesos. Por ello, una pandemia, así como todo fenómeno que nos confronta sorpresivamente y nos desnuda por completo, no se lucha con la “racionalidad humana”, como desliza Han. Sin duda, ella es un ingrediente también inevitable. Pero la dimensión tanatológica de lo vital, en su iracunda presencia, se desvía de cualquier cálculo o medición, por lo cual la salvación se encuentra en la dimensión inherentemente relacional de la existencia, con sus complejidades, contradicciones, debilidades y fracturas. Por ende, ¿estamos preparados/ as cuando las fórmulas fallan? ¿Nos sabemos seres que formamos un cosmos que nos excede, y por momentos también puede aplastarnos? ¿Contamos con herramientas para lidiar con esos síntomas tan propios de la colisión entre el surrealismo exitista neoliberal y el fracaso de la inercia de la vida, como son la ansiedad, el pánico, la angustia? ¿Cómo nos acompañamos como Común en tiempos donde lo conocido parece acabar? ¿Cómo potenciamos horizontes de soPorbrevivencia?ello,una economía de la incertidumbre no envuelve únicamente la deconstrucción de nuestras nociones ontológicas más fundamentales, como son lo humano, lo cosmológico, lo saludable, lo sostenible, entre otros. Una dislocación epistémica de dichos valores tiene directa incidencia sobre nuestras prácticas y estructuras políticas.
Santiago: Paidós.
Por ello, una economía de la incertidumbre significa asumir la previsión y el cuidado como dos respuestas políticas inherentes, lo cual, a su vez, también impacta en el desarrollo de políticas públicas que favorezcan la protección colectiva, una economía regida por la dignidad y la administración de la sustentabilidad.
que lo que creemos incondicional, en realidad puede ocasionar aún más daño del que pensamos frente a una coyuntura que nos sobrepasa, cuando le otor gamos un estatus que no posee, tal como lo están mostrando algunos modelos políticos, de salud y económicos que se mueven reactiva y mecánicamente en una arena movediza insospechada, por entronizar diversos principios axiológicos por fuera de una sensibilidad real desde el movimiento de los procesos sociales y los cuerpos. El modelo neoliberal y su mentirosa predicación de la total apertura, es una clara muestra de cuando la metafísica del mercado y de la meritocracia esconden los principios de poder, clasificación, represión y racialización más nefastos, dejando arrojados a su suerte (es decir, a su muerte inevitable, como la exposición a un virus) los sectores que quedan fuera de sus fronteras inalienables. Los cálculos y las predicciones, abstracciones que sirven a la legitimación de poder algunos grupos y narrativas particulares, están mostrando lo peor de su fugacidad.
En estos días circuló un meme que decía: “creíamos que el miedo a morir convertía ateos en creyentes, pero resulta que convierte a neoliberales en keynesianos”. Una humorada más que oportuna sobre el rol que se le ha exigido a los Estados en esta coyuntura, que ha puesto en evidencia la hipocresía de la ortodoxia liberal, así como del pensamiento conspirativo de cierta izquierda. El reciente debate entre Agamben y Nancy da cuenta de cómo cierto sector de la teoría crítica contemporánea tiene dificultades en pensar sobre la institucionalidad política sin caer en la supuesta inevitabilidad de un
21 te: a lo que no se sabe, no se puede, a lo que hace esperar”, resume la psicoanalista chilena Constanza Michelson 3 Para la lógica moderna aún enclaustrada en nuestros poros, la falta de cesura y la carencia de registro es moralmente más dañina e inaceptable que el sufrimiento causado por el asesinato de las masas como desenlace natural de aquellos sistemas que creamos para el auto engaño de nuestra eficacia. Es la lógica del “daño colateral”, que se carga miles de vidas al día, con tal que nuestro ego de auto suficiencia siga funcionando como una trampa sintomática. La pandemia nos ha puesto de frente con la vulnerabilidad más real, que siempre estuvo allí y que aún no queremos ver. La ciencia está desorientada y no puede dar respuestas de la noche a la mañana, como muchos pretenden. La clase política camina a prueba y error, reconociendo la inevitabilidad de lo peor. Nuestras vidas diarias se han transformado en pequeñas cárceles que, por más seguras que parezcan (“quédate quieto y todo saldrá bien”), no dejan de ser espacialidades plagadas de inseguridades. Vivimos en la paradoja de que todo depende de nosotros y nosotras, aunque nuestro “enemigo” (como algunos neo mal thusianos andan predicando frenéticos por doquier) es absolutamente impredecible. Byung Chul Han tiene mucha razón en advertir que el capitalismo actual y su vio lencia sistémica pueden mutar en algo aún peor. Pero la esperanza no se encuentra en crear Otra Gran Épica, como lo deslizan sus palabras sobre este Súper Humano Persona Racional y Revolucionario. Ello sería caer en la misma maquinaria tanatológica de los sacrificios que exige la lógica moderno colonial para sobrevivir (Hinkelammert). El desafío reside en crear caminos que asuman la vacilación constitutiva de toda narrativa, de toda performance, de toda ideología, de todo lugar en la historia, no con el propósito de diluirnos en la nada misma de la no creatividad e inacción, sino de estar preparados y preparadas para una economía de la incertidumbre cuando la vacilación nos Principalmente,abrace.darcuenta

Dentro de todas las cosas que requeriremos repensar cuando pase lo peor de esta situación, es cómo entendemos los mínimos de “lo humano” fuera de las retóricas modernas que parecen no abandonarnos. El COVID19 no nace gracias al capitalismo, la modernidad o el colonialismo. Pero sin duda, expone una flaqueza histórica con la que aún cargamos, que es el cómo lidiar con aquello que nos sobrepasa y no tenemos capacidad de mani pular. Al final, lo que se levanta como un orden que sutura los sentidos y las prácticas, como grandes promesas del progreso humano, nos deja aún más expuestos/as frente a las disyunciones de la existencia. Como dijimos, esto no significa abandonar las estructuras, las estrategias y las tecnologías que nos acompañan en el sobrellevar las condiciones de debilidad cósmica y humana. Más bien, conlleva deconstruir el estatus ontológico que le otorgamos a algunas de ellas, y con ello, reconocer que la defensa férrea de ciertos dispositivos e ideologías puede traernos un sufrimiento cuyo origen no es el manejo de la con tingencia y lo inevitable, sino la injusticia provocada por nuestro egoísmo y arrogancia.
22 estado permanente de excepcionalidad. Creo que es posible y éste es el gran desafío del pensamiento social hoy imaginar una práctica, institucionalidad y administración de lo político, sin caer en los extremos de la resignación nihilista y la concepción represivo panóptica de cualquier institucionalidad.
Reconocernos débiles, susceptibles, atravesados por vacíos que no tienen nombre, puede despejar la mirada hacia la identificación de atajos desconocidos en momentos de des esperación, potenciando la creatividad a través del sentido de lo Múltiple, ayudándonos construir prácticas de prevención a partir del reconocimiento de que no tenemos el destino bajo nuestro mando. Limpiar nuestros prejuicios para ver con mayor claridad el punto de im potencia que nos asienta, para extender la mano en solidaridad y en exclamación al prójimo para ser sujetados/as. Así, tal vez, podremos estar preparados/as para salvar muchas más vidas en momentos de vulnerabilidad, evitando caminar por el sendero de las mentiras grandilocuentes de la autosuficiencia, desde las quimeras que la modernidad nos vendió a través de los sentidos dados por la ciencia, la política, la gobernabilidad, el orden, la moral, la economía, el control, sacrificando vidas en defensa de los “sectores producti vos” para el sistema, la naturalización de las escalas clasistas y la protección del movimiento bursátil del mercado, en lugar de ser responsables con la versatilidad de la propia existencia.

¿Cómo vivir ante la posibilidad de la extinción en el horizonte?
El fenómeno Bolsonaro es tan extremo en su vulgaridad que me hace pensar en una especie de Berlusconi en una fase de senilidad extrema.
Creo que la senilidad y la impotencia son claves muy importantes para entender la ola de violencia machista y racista. En cuanto a Estados Unidos, la guerra civil se está desarrollando. Es un potencial que no se desarrolla en las calles, se desarrolla en las grandes instituciones del imperialismo estadounidense. Pero existe también una guerra racial y social que ha explotado en los últimos cuatro meses y no parará con las elecciones. Es una crisis psíquica.
La respuesta es sí. Es la única manera para escapar de la extinción. Seguir imaginando ternura, imaginando erotismo, imaginando aventura.
ENTREVISTA
Un dato esencial es la subida ininterrumpida del consumo de drogas oficiales que lleva a una intoxicación masiva, sobre todo de la población blanca senilizante. En junio se vendieron tres millones de armas de fuego, que fue una de las mercancías más vendidas durante la pandemia: hay 300 millones de armas de fuego bajo los colchones. La insurrección del movimiento norteamericano después del asesinato de George Floyd se explica en términos de reactivación psíquica del organismo pensante de la organización colectiva. Un intento subconsciente por evitar una depresión suicida en el largo plazo.
Cada vez más la fuerza dominante ha sido la abstracción tecnofinanciera que ha impuesto sus reglas y que ha destrozado unos estructuras de la vida social. Pero durante la pandemia nos damos cuenta de que el problema no es el dinero. Lo importante son cosas muy concretas como las estructuras sanitarias, las mascarillas, la comida. Lo que necesitamos básicamente se impone como lo que está al centro de la atenEntonces,ción. la frugalidad es la palabra que mejor expresa esta vuelta a lo concreto. Frugalidad no significa pobreza significa una relación buena, feliz, entre lo que necesitamos y lo que podemos tener. Pero hay un punto que vamos a ver claramente en el futuro: solo una redistribución de la riqueza, de los recursos a nivel planetario y local podrá permitir una salida de la crisis espantosa que se está desarrollando en el mundo. Redistribución de la riqueza, frugalidad, igualdad.
¿Y qué evidenció el virus?
Pero la explosión fue como un estallido de locura, una convulsión. Y la convulsión anticipaba el colapso que llegó en febrero con la pandemia. En este momento es el caos lo que tenemos que interpretar. No podemos interponer fórmulas políticas del pasado. Tenemos que entrar en sintonía con el caos. Cuando se verifica una situación de caos es inútil y peligroso pensar que tenemos que hacer la guerra contra el caos. El caos se alimenta de la guerra. Es la primera vez que se puede usar la palabra extinción en un sentido político y no biológico. Porque la extinción se ha vuelto muy probable. Lo que tenemos que hacer es captar un nuevo ritmo, a nivel sensible, a nivel de formas de vida. Es un proceso que puede ser muy largo y muy doloroso. Yo creo que la pandemia obliga a la sociedad global a buscar un ritmo sintónico con la situación caótica que 40 años de locura neoliberal han producido. Estamos en el umbral. El pasaje de la oscuridad a la luz y de la luz a la oscuridad.
El problema es que el colapso no puede ser superado al interior del paradigma neoliberal. La cuestión principal que yo me pongo es la siguiente: ¿se puede imaginar vida feliz en el horizonte de la extinción?
Lejos de esta posibilidad, las crecientes expresiones de derecha en el mundo han negado la pandemia y pujan desde el comienzo por volver a “encender la máquina”. Lo vemos en Brasil y en Estados Unidos, donde cada vez más se habla de un proceso de guerra civil.
23 Franco ‘Bifo’Berardi: “Tenemos que entrar en sintonía con el caos” El filósofo italiano Franco ‘Bifo’ Berardi presentó su libro El umbral. Crónicas y meditaciones, donde comparte su diario durante la pandemia y analiza la situación geopo lítica que cristalizó el coronavirus. Bifo dice que el comienzo de la pandemia le produjo una soledad eufórica: “Se desató un tiempo tan terrible como útil. Escribir sobre mi experiencia personal ha sido una manera casi involuntaria de analizar muchos acontecimientos que pasan en el psiquismo global”. Sobre la portada del libro El umbral. Crónicas y meditaciones (Tinta Limón, 2020), donde destaca una ilustración de su autoría, cuenta que es resultado de momentos donde está “un poco nervioso” y necesita conectarse con “una esfera menos racional”. Referente del movimiento de la autonomía obrera italiana y fundador de importantes experiencias de comunicación alternativa, Bifo se transformó en una de las voces más influyentes para leer la coyuntura internacional. ¿Qué significa que el coronavirus pasó de ser un biovirus a un infovirus y por qué eso nos coloca como humanidad ante un umbral? Tengo que anticipar el discurso a un período anterior a la explosión de la pandemia. Al final del año 2019, durante la explosión de revueltas en todo el mundo. De Hong Kong a Quito, La Paz, Santiago de Chile, Barcelona, París, Beirut. En el otoño de 2019 me pareció que se estaba verificando algo de nuevo muy espasmódico. Me pareció que estábamos ante una confusión del cuerpo global. Como si el cuerpo de las nuevas generaciones, especialmente de la generación precarizada, hubiese nacido en el interior de la aceleración telemátiEstaca. generación estaba produciendo un rechazo muy violento, muy corpóreo a la sofocación. Esa sofocación es el punto de partida de todo esto. La imposibilidad de respirar que el movimiento negro expresa con las palabras “I can’t breathe”. Es el símbolo y el síntoma al mismo tiempo del efecto que 40 años de dictadura neoliberal ha producido sobre el cuerpo y el cerebro, entendido de una manera neurofisiológica casi. Es esta corporeidad conectiva la que explota sin proyecto, sin estrategia. Desde mi perspectiva, el centro de la revuelta de otoño de 2019 es Chile. Porque en Chile todo empezó. En Chile todo puede terminar. La dictadura fascista y neoliberal.

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Amor en Pandemia. Autor: Juan Carlos Fernández
