como la primera acción unificadora y como una de las intenciones de la política de “unidad nacional” emprendida por el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, ya que México se encontraba en un proceso de modernización que figuraba bajo la dinámica del establecimiento de las bases para la industrialización. Con este precedente, el secretario de educación, Jaime Torres Bodet, al igual que el presidente de la República, vieron en la campaña una posibilidad de llevar al país al progreso. Como primera actividad, esta campaña estuvo sustentada a nivel nacional por la Ley de Emergencia que inicia la Campaña Nacional contra el Analfabetismo, estipulando 3715 artículos donde se establecen las responsabilidades jurídicas, administrativas, sociales y educativas que definieron cuál sería el rumbo del proyecto educativo de alfabetización. Bajo la premisa de que todos los ciudadanos que supieran leer y escribir, asumieran el compromiso de enseñar a quienes no sabían, haciendo de la misma manera un llamado a los analfabetas para asumir la responsabilidad individual y social de adquirir la lectura y la escritura. En este entendido, se hizo un esfuerzo por alfabetizar al pueblo mexicano, la primera obra y la más importante fue la edición de la cartilla de 1944, que estuvo apoyada con el impulso de las cartillas lingüísticas 16 en lenguas: maya, otomí, tarascas, y náhuatl, así como la acción radio educativa. Fuentes icnográficas17 consultadas en el archivo histórico de la Secretaría de Educación Pública dejan interpretar que fueron 26
radiodifusoras como la XEEP y XEOP, radio educación y radio gobernación quienes difundieron los mensajes educativos a todo el país, entre ellos los de la campaña alfabetizadora.18
III. La cartilla de
alfabetización de 1944 en la Campaña Nacional contra el Analfabetismo
La cartilla fue un recurso didáctico visto en la Campaña Nacional contra el Analfabetismo como un libro de texto entendido como “libros diseñados y producidos específicamente para su uso en la enseñanza” (Borre, 1996: 26). En esencia, esta cartilla se hizo pensando en que fuera útil no sólo para los analfabetas de cualquier edad; sino también para los ciudadanos y maestros voluntarios (instructores) que podrían enseñar a leer y escribir sin preparación previa. Este libro de texto diseñado para los adultos, fue una de las prioridades promovida desde la ley de 1944, que en su artículo 13º señala como una de las obligaciones de la SEP, la elaboración y distribución de una cartilla para alfabetizar.
tan poco diestro en pedagógicos artificios acerca de algunos puntos” (Torres, 1969: 171). Tras estas inquietudes y un arduo trabajo, se concluyó el proyecto de la cartilla de alfabetización que se utilizaría en la campaña, sustentada en la finalidad educativa de enseñar a leer y escribir.
IV. La estructura y contenidos de la cartilla de alfabetización de 1944
Estructura La cartilla (1965) que se revisó para este trabajo no fue la que se editó en 1944 sino la de 1965, esta última en la parte final expresa que es una edición facsímil de la cartilla para la Campaña Nacional contra el Analfabetismo, información que contrastada con la de Valentina Torres Septién en Historia de la Alfabetización (Torres, 1994), me permite sustentar que en cuestión de estructura, contenido y forma fue la misma, ya que una edición facsimilar tiene por característica ser la reproducción intacta de la original.
Así, para su diseño, elaboración y revisión metodológica se nombró una comisión (Torres, 1969: 170) integrada por las maestras Dolores Uribe y Carmen Casgoya Rivas, quienes estuvieron en permanente comunicación con el secretario de la SEP.
De las fuentes icnográficas adquiridas en la fototeca de la SEP, la portada de la cartilla de 1944 sufrió una ligera modificación, se caracterizó por poseer tres franjas, representando los colores nacionales verde, blanco y rojo, en el centro una pequeña imagen ilustrando a tres niños campesinos y una joven instructora sentada en un petate.
Al respecto, Torres Bodet recuerda en sus memorias: “la profesora Uribe iba a verme frecuentemente, me enseñaba las lecciones que juzgaba satisfactorias y, sin ninguna pedantería, me interrogaba a mí,
En la cartilla de 1965 ya no aparecen las franjas tricolores, pero sí retoma la imagen de los niños campesinos y la joven instructora al centro de la portada, en un tamaño mayor que la anterior, es decir de 10