la cartilla de San Miguel (1875), el primer libro de lectura de Luis Mantilla8 (1892, nueva edición), el de Rebsamen9 (1889), el libro Nacional de Lectura y el Silabario de Ignacio Ramírez, que como destinatario tenían a los niños y distaban mucho de vincular los intereses y las necesidades de los adultos analfabetas que pretendían aprender a leer y a escribir. Este contexto propició que los adultos abandonaran su decisión de alfabetizarse, porque a menudo se sentían avergonzados de ser tratados como niños, desarrollar su aprendizaje en un espacio incómodo y destinado para los alumnos, además de que los contenidos de las lecciones eran más cercanos a los infantes. Los primeros intentos por editar libros para adultos se hicieron presentes, tal fue el caso de El tesoro del adulto (1920), escrito por el profesor Juan Pérez Gómez publicado por la Vda. de Ch. Bouret, sustentado por un método natural,10 lo cual no despertó interés entre los maestros que estaban acostumbrados al fonético.11 En décadas posteriores al inicio del periodo cardenista se vio l a n ec e si dad de e n se ñ ar l a lectoescritura, con este propósito el Departamento de Enseñanza primaria y normal sugirió:
mediante las lecturas exhortaba a los indígenas a tomar conciencia de la realidad en la que vivían.
Estaba dirigida especialmente a los adultos, por lo que se hizo explicito que sobraban las motivaciones artificiales y largas, los cuentos y los juegos, éstas deberían de ser por el contrario, un llamado al amor propio, al interés personal, indicando los beneficios de la enseñanza reportaría a la vida social y cultural del alumno adulto (Loyo, 1994: 424).
Despierten campesinos su hora ha llegado. Levántense del fango de la ignorancia, pobreza y superstición. Sacudan el lodo del vicio, mediten bien sus costumbres; abandonen las que les dañen como la embriaguez y el analfabetismo...Amen las escuelas, ellas les guiaran a una vida mejor; aprendan bien el español que es el idioma nacional. Dichoso el hombre o la mujer que habla dos idiomas, la nación los quiere ayudar, pongan la parte que también les corresponde ( Loyo, 1994: 453).
Para esta campaña se utilizo El libro de lectura para uso de las escuelas nocturnas para trabajadores, (1938) publicado por la comisión editora popular en coordinación con la SEP, este material iniciaba con actividades que propiciaban la desenvoltura de la mano con ejercicios de preescritura, para que los músculos se relajaran y se acostumbraran al uso del lápiz, los ejercicios de óvalos directos y palotes, precederían a los de la escritura, además se utilizó el método Palmer. Se editaron varios textos de lectura para las escuelas rurales como la serie “Simiente”(1935) de Gabriel Lucio, el libro El Porvenir de Rafael Ramírez y para las escuelas urbanas la serie SEP,12 estos últimos libros alcanzaron una edición de un millón de ejemplares que fueron distribuidos entre las organizaciones obreras y campesinas, sirvieron también como materiales de esta campaña. Además de esta estrategia se diseñó también una cartilla lingüística, de la autoría de William Townsend,13 que pretendió que los adultos indígenas aprendieran a leer y hablar el español, como resultado de este proyecto se editaron cartillas en tarasco y náhuatl, en donde el autor
A partir de este antecedente histórico se puede argumentar que la importancia de los materiales escritos utilizados para la alfabetización en las diferentes campañas cobraron un significado diferente dependiendo del concepto de alfabetización y de la finalidad del proyecto educativo que se propone en cada una de ellas.
II. La Campaña Nacional contra el Analfabetismo (1944-1946) La Campaña de alfabetización impulsada en 1944 no fue la excepción. Enfrentaba un gran reto, diseñar estrategias administrativas, espacios de alfabetización y, lo más importante, un recurso didáctico capaz de alfabetizar al 55.2%14 de la población analfabeta existente en el país, lo que significó que menos del 50% de los mexicanos mayores de 10 años habían accedido a la educación formal. Ante este panorama socioeducativo, la Campaña Nacional contra el Analfabetismo se impulsó 25
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El empleo de carteles...con frases cortas y el elemento que se trataba de aprender... dominado este método se pasaba al libro para obtener lecturas variantes e interesantes se sugirió a los maestros que los alumnos seleccionaran sus propios textos e hicieran su propio libro “con materiales de periódicos y revistas revolucionarias” (Loyo, 1994: 423).
En 1936 la Campaña Pro-Educación Popular, impulsada por el gobierno de Lázaro Cárdenas: