Entre la guerra y el deporte

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•2019•

ENTRE LA GUERRA Y EL DEPORTE •crónica •

•crónica•


ENTRE LA GUERRA Y EL DEPORTE

Cerca de las once de la mañana, estábamos en el velódromo Alfonso Flores, z nos encontrábamos a la espera de conocer la historia de Cristóbal Zamora, de él solo conocíamos pequeños fragmentos de su vida, pero esa mañana seria nuestra oportunidad de conocerle. Cristóbal, un hombre que de primerazo sonríe y da la mano, su piel oscura como el ébano, emana una amplia sonrisa blanca, acomoda su cuerpo sobre la bicicleta antes de contarnos su historia. Érase una vez en el Charco Bajo el sol que siempre estaba presente en el Charco, Nariño, Cristóbal un joven que apenas tenía la mayoría de edad, caminaba por el campo donde solía trabajar, campo que conocía más que un salón de clases, ‘‘ Yo tenía que trabajar, porque o estudiaba o comía’’, y esa es la realidad de muchos niños y jóvenes colombianos que viven en zonas rurales, niños que como él a los 13 años ya tienen cuerpo de hombre, porque eso es lo que forja trabajar tirando machete en vez de estar en una escuela. Cristóbal, solía caminar por el campo de aquel pueblo bello que él tanto recuerda, pero esa belleza escondía la supervivencia en una zona de guerra. Una mañana del 22 de noviembre del 2008, Cristóbal caminaba por el campo después de terminar su día de trabajo, caminaba sin saber que toda una odisea entre guerrilleros y soldados del ejército estaría por comenzar. Pasó de caminar pacíficamente a correr por su vida, a huir y esconderse porque lo tenían en la mira, una falsa señal, creyeron que era guerrillero, mientras desesperadamente corría recibió impactos de bala en su pierna izquierda, los recibió, pero aún podía correr, huyó como pudo y luego empezó la espera. Sí, esperar, eso tuvo que hacer esperar a que el servicio médico lo atendiera, lo socorriera y le salvaran la pierna, paso una día, su pierna sangraba, estaba herida y él no recibía ayuda, pasaron dos, pasaron tres, el helicóptero llegó, pero su pierna ya no tenía vida, tenía gangrena había esperado tres días sin atención médica, su pierna se pudo haber salvado, pero no fue así, tuvieron que cortar su pierna y empezar la resiliencia.


De la oscuridad a la luz Cristóbal tuvo que huir de su pueblo, de su gente, de su familia, porque a causa de un mal entendido decidió forzosamente migrar, recorrió varias ciudades de Colombia, hasta que llegó a la Ciudad bonita, Bucaramanga, él cree en eso de: ‘‘El que pisa tierra santandereana es un santandereano más’’. Ya han pasado 11 años desde el accidente, hace 5 nació su mayor tesoro, Sofía, la luz de sus ojos, su hija, y hace más de dos años conoció la luz del deporte y no la apagó, porque entre la guerra y el deporte, una y mil veces más él elegiría el deporte, con una sonrisa en su rostro afirma que el deporte es una luz en su vida. Siempre le gustó el deporte y siempre le atrajo el ciclismo, pero quizá nunca concibió la idea de practicarlo y llegar a ser atleta, ‘‘Un día menos pensado vi a una persona montar bicicleta, me quedé sorprendido y pensé, si este puede yo también puedo’’, en dos años y un poco más, ha ganado medallas, y recibido frases de aliento de quienes le tienen fe ‘’Creo que será nuestro próximo campeón mundial’’ dijo uno de sus amigos. Fue quizá el vender su prótesis el mayor riesgo que ha tomado, para así comprar su bicicleta. Su vida ha continuado, con esfuerzos, con luchas y triunfos, siendo siempre un loco enamorado de la vida.


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