Futbol en breve

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CAMPEONES Sergio Adanés Argentina Fulgencio Paniagua era lo que todos llamamos un ser inocente, aunque los duros de película prefieran denominarlo, eufemísticamente, “un débil mental”. Pero en realidad no lo era. Fulgencio tenía una capacidad envidiable para todo lo que tuviera que ver con el futbol; comía, bebía y soñaba futbol. Y no era hincha de ningún equipo en particular: su amor arrebatado y febril era la celeste y blanca de la selección argentina, por lo que su máxima aspiración era que sus colores ganaran la final del mundial del 2014. Sin embargo, Fulgencio estaba preocupado por la condición de local de Brasil y lo desvelaba la posibilidad de que los árbitros lo favorecieran, más que nada para evitar un desborde social de imprevisibles consecuencias si el “scracht” no lograba coronarse campeón. Por esa vía, Fulgencio llegó a la conclusión de que detrás del pibe Messi, el más grande, no tenían que jugar Mascherano o Gago, sino Patoruzú, Inodoro Pereyra, el Eternauta y si hacía falta, el mismísimo Clemente de Caloi. El Negro Fontanarrosa haría fuerza sentado a la derecha del Papa Francisco que es argentino, igual que Dios y el alma de Gardel sobrevolaría el Maracaná. Insisto: la inocencia de Fulgencio, muy cercana a la subnormalidad, lo empujó hacia una fantasía delirante. Y así consumió nuestro héroe los días y las noches previos al mundial. Recortó figuras de las revistas, las pegó sobre hojas en blanco, y las llenó de inscripciones en las que los personajes les daban indicaciones a los jugadores para que resolvieran los más delicados problemas estratégicos y tácticos en el campo de juego. Por eso no debe sorprenderte, oh lector de esta absurda microficción, que Argentina terminara


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