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INFINITO ENTRE 4 PAREDES Mª Azahara Román Navarro | e´AM


Una novela conectaría nuestros destinos, estudiantes de lugares distintos se compenetrarían para materializar con una palabra un espacio infinito.

Era primavera y comenzamos una aventura sin apenas saberlo. Clase de proyectos, nervios del primer día, incertidumbre y miedo ante aquello que nos esperaría… La búsqueda de un lugar sería nuestra primera misión; un lector, nuestro interlocutor y una descripción nuestra única guía.

<<El lector se encuentra en un recinto construido dentro de un parque amplio, accesible desde cualquier lado, que tiene, por un lado, una alameda con una senda que conduce a dicho reciento y, por otro, un bosque compuesto, sobre todo, de robles y setos por el que se puede transitar (y perderse) a través de infinitos senderos furtivos. Es un lugar apacible, que inspira tranquilidad, aunque es cierto que puede resultar inquietante, o quizá peligroso, puesto que está aislado. El recinto, de dos pisos, es muy luminoso debido a sus grandes ventanales con vistas al parque. A la única entrada se accede por un porche de tres peldaños. Cuando se cruza su puerta se observa una extraña sala azul que conduce a una larguísima y lujosa galería. A final de esta hay una escalera alfombrada que sube hasta el segundo piso, donde hay, enfrente, dos puertas que dan acceso a dos habitaciones vacías y que proporcionan unas extraordinarias vistas al parque. En el lado opuesto de estas habitaciones se oculta un salón. Es un lugar íntimo, tranquilo, con ventanales abiertos que llenan la estancia de los múltiples aromas del parque. De espaldas a la puerta se sitúa un sillón (el favorito del lector) de terciopelo verde, con un alto respaldo, donde el lector, arrellanado, lee la novela. Junto al sillón hay una mesita gracias a la cual el lector tiene los cigarrillos al alcance de la mano>>



¿Qué querrá decir? ¿Dónde debo buscar?

¿Lo encontraré a tiempo?

¿Estará ahí esperándome?

Son solo algunas de las preguntas que nos hicimos en medio de la desesperación.

Fue entonces cuando empecé a comprender que no son las palabras, imágenes o trazas las que revelan el contenido de un lugar; sino las sensaciones que nos produzcan, la interpretación que le demos y las lentes con que las observemos.

Nuestro lugar estaba ahí, parecía inevitable que se cruzasen nuestros caminos. El puzle empezaba a encajar y las palabras se manifestaban a cada paso que dábamos.



Visible desde diversos puntos, un lugar propicio para la lectura donde naturaleza y arquitectura conviven embelleciendo este gran jardín botánico-histórico.

Se caracteriza por su diseño paisajista y romántico y su colección de flora tropical, subtropical y de árboles de hoja perenne y caduca. Esta Finca invita desde la senda de su entrada a perderse por sus diversos caminos furtivos, dejarse sorprender por el paisaje y verdes de otro punto de vista. En el centro de este parque se encuentra la casa-palacio construida por el arquitecto August Orth en 1857 como villa de recreo para la familia Loring y centro de reunión para conocidos aristócratas, políticos y artistas del siglo XIX y XX.

Al recinto se accede por un porche que conduce a una sala azul pintada por el cielo, el patio central con cubierta de cristal. Este comunica a las habitaciones con ventanales que permiten entablar un diálogo con el entorno y a una biblioteca que encierra el conocimiento de la época clásica entre las hojas de sus libros. Así mismo, el propio parque se convierte en reflejo de la casapalacio. Posee una galería (el Museo Loringiano; diversas estancias, a las que se llega recorriendo escaleras cubiertas por alfombras de hojas y flores, como el cenador de glicinias (que impregna de aromas al lugar) o sus invernaderos y un salón, el mirador, donde el lector puede reposar sobre el manto verde de la vegetación y disfrutar de una calada de aire o una mirada.



Segunda misión, un programa que satisfacer, un listado que cumplir, unos grados que buscar en un lugar dentro de otro lugar.

GRADO DE ILUMINACIÓN: Es un lugar que dispone de mucha luminosidad, ésta, propiciada por grandes ventanales, permitían que el aire tuviese acceso al interior, de lo cual disfruta el habitante al principio, luego se verá que no tanto. GRADO DE ALTURA CON RESPECTO AL SUELO: El lugar está en una zona un tanto elevado, retirada de la ciudad, de la vida habitual del hombre. Es un sitio frío. De allí examina cómo es su vida normalmente en la ciudad, y suele extraer lecciones más negativas que positivas, lo cual le produce un enorme dolor. GRADO DE CONECTIVIDAD: La conexión con el exterior es muy difícil para el que está dentro del recinto, casi imposible. En cambio, para la persona que permanece fuera, la entrada es muy sencilla, aunque extrañamente no accede nadie al interior, sólo los fantasmas de nuestro habitante. No obstante, el habitante parece que sólo puede relacionarse con su entorno accediendo a él. GRADO DE MODIFICABILIDAD: Podemos decir que es un lugar fijo, a pesar de que, pasajeramente, es un lugar modificable. Decimos pasajeramente, ya que casi de inmediato el habitante se instala en un espacio fijo, donde permanecerá el resto del tiempo, para toda la eternidad. GRADO DE INTIMIDAD/ PRIVACIDAD: Se trata de un espacio privado en el que sólo tiene acceso el propio lector; esto le permite gozar de una placentera estancia. GRADO DE ERODABILIDAD: Este recinto se encuentra en perfectas condiciones. Es un lugar al que no le afectan de inmediato las inclemencias del tiempo, sino que será a largo plazo cuando se perciban los desperfectos en él, hasta que, finalmente, acabe con su destrucción. GRADO DE ACCESIBILIDAD: El lugar tiene fácil acceso, aunque, extrañado, el habitante no ha encontrado aún a nadie que haya accedido a él. Sólo el personaje ha conseguido acceder, y lo ha hecho de tal manera que incluso ha accedido a una parte de él mismo, que había procurado por todos los medios mantener fuera: sus miedos, sus fobias, sus fantasmas.



GRADO DE EVACUABILIDAD: No hay manera posible de evacuar el lugar. Siempre se detecta el peligro de improviso, cuando está irremediablemente próximo, sin que exista ya posibilidad de huida. Esto es algo que, pese a la importancia que el habitante sabe que tiene, sin saber cómo, acaba por olvidarlo siempre. GRADO DE INTERFERENCIA: El lugar no parece tener interferencias en un principio, por lo que el habitante disfruta de una plácida soledad. Sin embargo, muchos peligros, interfieren en el lugar, y se pasa a una soledad temerosa. GRADO DE APERTURA: Se trata de un lugar rodeado de cuatro paredes –un espacio cerrado. A pesar de ello, el habitante se siente cómodo e incluso goza del placer que le permite olvidarse de todo lo que le rodea. Pero, al final, estos estados se truncaran produciendo sentimientos de angustia y terror. GRADO DE MOVILIDAD: Es un lugar por el que el habitante puede caminar sin ningún impedimento al principio. En cambio, sí es cierto que el movimiento en él es prácticamente nulo después, por el pánico que le produce el lugar. GRADO DE TRANSITABILIDAD: El lugar es perfectamente transitable. El habitante al principio se desenvuelve por él con total transitabilidad. Si más tarde no consigue ni siquiera caminar, no es por culpa del lugar en sí, sino porque el habitante no está preparado para transitar por él; no es lo suficientemente valiente. En efecto, sus fobias, sus pesares se cierran sobre el habitante, y él no es capaz de rechazarlo, entonces el miedo y el pánico lo paralizan. Por eso queda inmovilizado dentro del lugar, como una estatua que representa a un hombre leyendo un libro y que no puede pasar de página, condenado siempre a releer lo mismo una y otra vez. GRADO DE RE-CONOCIMIENTO: El habitante cree reconocer perfectamente el lugar antes de llegar, puesto que acude allí con mucha frecuencia; sin embargo, una vez dentro, comienza a sentirse confuso, recuerda a duras penas dónde se encuentra cada cosa, y casi no distingue nada a su paso, como si una neblina lo escondiera todo. El habitante espera encontrar tranquilidad en este lugar y más bien se topa con lo contrario. GRADO DE ESTANCIALIDAD: El habitante, paradójicamente, hace del lugar una estancia. Paradójicamente porque si bien al principio siempre es agradable y cómodo dicha estancia, luego, en cambio se convierte en un lugar peligroso, germen de mil angustias, y donde el habitante llegará a temer incluso por su vida.



Sentimientos del ocupante del espacio con respecto a él.

¿Cómo lo habita?

¿Cómo es su relación con él?

La relación del habitante con respecto al lugar es, digamos, bipolar. El lugar para él tiene una doble vertiente: una, en la que disfruta de una tranquilidad y un poder de evasión que no puede encontrar en su vida cotidiana y que desea profundamente, y otra, en la que, por el contrario, el lugar se convierte en un lugar peligroso, casi terrorífico, donde el habitante lucha con sus propios fantasmas (procedentes de la tranquilidad y la evasión de que disfruta en un principio, y una vez que la imaginación se despereza y alcanza una lucidez extrema).

Es cierto que la realidad encierra mucho más de lo que el hombre llega a apreciar, solo cuando intentamos proyectarla comenzamos a valorar las numerosas maneras que tenemos para acercarnos a un lugar (a través del olor, de los sonidos, de la luz, del color, de aquello a lo que nos recuerda…). La historia de mi lugar y la experiencia al recorrerlo me ayudarían a encontrar ese espacio ideal, aquel que satisfagaría nuestro programa, aquel que nos acercaría cada vez más (a veces de forma paradójica) al espacio de nuestro lector.



Nuestra última pista, el origen de nuestra aventura, el lugar donde se oculta nuestro interlocutor, las páginas entre las cuales vive o creemos que vive nuestro lector, el texto original, Continuidad de los caminos, de Julio Cortázar: <<Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña de monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso desviado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. E l mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. La luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela>>



Para algunos fue la pieza que faltaba por encajar; para otros, la carta que derrumbaría su castillo de naipes y el motor con el que volver a empezar y para otros, la clave para comprender aquello que ocultaba la descripción inicial o el programa con cada grado espacial.

Curiosamente, sería el cine quien nos iluminaría para ver más allá, el responsable de que comenzásemos a recordar a aquel que por un momento habíamos olvidado, el engranaje principal para crear nuestro proyecto, nuestro LECTOR. Entre las escenas de una película comprendí la diversidad de lectores existentes y las diferentes lecturas que se pueden realizar.

Fue así como a través de las páginas de un libro o las escenas de una película comprendí que el hilo conductor de la literatura, del cine y de la arquitectura es su capacidad para llegar al ser humano, para traspasar los límites materiales y físicos de una hoja, de un DVD o de una maqueta y para provocarnos sensaciones y experiencias iguales solo que de forma distinta.




PROYECTO

El proyecto final “Infinito entre 4 paredes” sería fruto de un largo proceso de investigación y de la evolución de las sucesivas propuestas.

Mi idea inicial sería la creación de un mosaico en el interior del patio central.

El objetivo de esta propuesta inicial sería favorecer la creación de un espacio donde el lector pudiese llevar a cabo una lectura del propio espacio, esto es, la casa-palacio de la Finca de la Concepción.

Además, el proyecto atendería a las necesidades actuales del lugar (no abrir la casa al público) ya que permitiría al lector leerla sin necesidad de penetrar en ella (porque el patio es el lugar de la casa que posee una entrada que comunica directamente con el exterior y permite observarla sin recorrerla)


La lectura del mosaico conectaría al lector con el propio espacio y como resultado, la propia casa le revelaría información acerca de sí misma (sobre sus recorridos, su historia…).

Como un ser que está por descubrirse al mundo, la casa-palacio es un lugar que ha quedado bajo la sombra del jardín de la Concepción ocultando consigo la esencia de este lugar, una parte de su historia y las sensaciones al recorrerlo y experimentarlo.


A partir de esta propuesta, descubrí que mi proyecto debía constituir un recorrido que condujese al lector hasta su centro, su trama, su esencia… al igual que las páginas de un libro.

Indagando en las sensaciones que el lector sentía al leer nuestro libro descubrí que mi proyecto debía provocar incertidumbre, miedo, agobio… incluso pánico y que los reflejos podrían ser la vía para distorsionar la realidad y confundir lo real con lo irreal a través del espacio.

ARRIBA – ABAJO El reflejo de la cúpula de cristal del patio nos acerca el cielo a nuestros pies y los espejos del suelo nos proyectan hacia el cielo creando la sensación de estar a la vez arriba y abajo.

REALIDAD – IRREALIDAD El conjunto de reflejos especulares confunden el trayecto recorrido modificando nuestra visión del espacio sin poder diferenciar lo real de lo que no lo es.

FUERA – DENTRO La propuesta recoge la idea de conseguir la sensación de estar fuera permaneciendo dentro proyectando imágenes del exterior.


ARRIBA - ABAJO

REALIDAD - IRREALIDAD

FUERA - DENTRO


Así fue como surgiría mi segunda propuesta, la creación de un recorrido en el interior del patio a lo largo del cual el lector se encontrase con numerosos espejos colocados estratégicamente.

Con estos espejos se conseguiría ver desde dentro el exterior, ver desde abajo lo de arriba…. y confundir realidad e irrealidad.


La reflexión extraída de estas propuestas y la búsqueda y análisis de materiales me ayudaría junto con el texto original de Julio Cortázar en la creación de mi proyecto.

Mi proyecto final consistiría en la creación de un recorrido en el interior del patio basado en la utilización de cristales reflectantes y polarizados.

El lector comenzaría el recorrido observando, a través de los cristales, el patio interior. El pasillo que recorrerá estará ensombrecido (ya que los cristales están polarizados).

Al cruzar la primera esquina se dará cuenta de que continúa observando el patio pero que ha perdido de vista el pasillo anteriormente recorrido (a causa de las propiedades del espejo).


El momento de entrar en el patio será clave, ya que quedará cegado por la luz natural y conforme vaya recuperando la visión sentirá la sensación de estar despertando de un sueño…

Y de repente se encontrará en un espacio desconocido para él… Habrá dejado de ver todo el recorrido anterior y creerá estar sumergido en una burbuja, rodeado por el reflejo infinito distorsionado de sí mismo y del espacio…


Es as铆 como a trav茅s de la luz, los materiales y el propio espacio nuestro lector puede sentir lo mismo al leer que al recorrer el lugar.

Secci贸n inicio del recorrido

Secci贸n final del recorrido


INFINITO

LUZ


Con la luz y los reflejos pretendo hacer sentir al lector que se encuentra en un sueño, en una burbuja en medio del infinito…

La sensación de no poder escapar, de no reconocerte a ti mismo, de distorsionar la realidad, de no saber si lo ocurrido anteriormente ocurrió de verdad,

la incertidumbre de desconocer si estamos siendo observados o utilizados… en un juego que se nos escapa de las manos, en un recorrido en el que quedas atrapado…

y en un mundo distinto a aquel que creías real hace tan solo unos minutos.







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