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ES LA INFLACIÓN
Recientemente el Banco de México sorprendió a los mercados con un aumento en la tasa de referencia de 50 puntos base para ubicarla en 11.0%; con ello, acumula 700 puntos base de alza en este ciclo restrictivo de política monetaria y mantiene uno de los mayores rendimientos dentro de la categoría de mercados emergentes, particularmente de América Latina, con una tasa real positiva cercana al 3%.
Además de desligarse del FED, (aunque en sentido contrario al desacoplamiento que esperaban los participantes), la decisión resultó superior a lo estimado por el consenso, luego de conocerse el dato de inflación al mes de enero la cual resultó en 7.91% la general y en 8.45% la subyacente, ambas por arriba de lo esperado y superiores al mes previo. De esta manera, el escenario hacia adelante parece incierto, y modera el optimismo observado en los mercados al inicio de este año, pues lejos de ver una disminución, observamos un rebote en ambos indicadores, preocupando especialmente la inflación subyacente que se mantiene en niveles elevados pese a los esfuerzos observados por parte de Banco de México.
La inflación es la principal variable de preocupación entre los inversionistas. A nivel global, influye la apertura de la economía China; la prolongada guerra entre Rusia y Ucrania; los conflictos geopolíticos entre EUA y China; las afectaciones climáticas; y la propia dinámica de la economía norteamericana que mantiene una fortaleza en el mercado laboral (con una tasa de desempleo en mínimos de más de 50 años en 3.4%, con casi 2 ofertas de trabajo por cada vacante), entre otros factores; lo que desde nuestro punto de vista mantendrá elevada la inflación global, la cual por cierto, se ubica actualmente en promedio arriba del 8%, más de tres veces la inflación promedio observada en la última década.
A lo anterior, hay que sumarle los impactos locales como el incremento al salario mínimo; el incremento extendido en los costos de las empresas; el aumento reciente a las tarifas de servicios públicos; la inseguridad y la volatilidad de algunas materias primas y otros insumos; que han provocado aumentos generalizados en los precios de mercancías y servicios, pero lo que más preocupa es el impacto en los alimentos y productos de primera necesidad, por lo que empezamos a ver con preocupación una contaminación de precios, lo cual es muy probable que impacte en una inflación elevada por más tiempo y con eventuales efectos en el consumo y por lo tanto en el crecimiento económico.
Ante un proceso de desinflación más lento de lo previsto, los pronósticos para las inflaciones general y subyacente se han ajustado al alza a niveles de 4.9% y 5.0% respectivamente. En Monex mantenemos nuestro estimado en 5.2% para finales de año en ambos casos, aún lejos del objetivo del Banxico del 3%, por lo que es de esperarse que veamos nuevos incrementos en la tasa de referencia de por lo menos otros 50 puntos base adicionales en los meses por venir para ubicarla en 11.5%, manteniéndose elevada la tasa por un tiempo prolongado para buscar alcanzar el objetivo del Banco Central hacia el cuarto trimestre del 2024, un trimestre posterior a lo estimado previamente, con su respectivas consecuencias, como el encarecimiento del crédito, la desincentivación en la inversión y el estancamiento económico.
Los efectos en el tipo de cambio no se han hecho esperar, nuestra moneda se ha mantenido fuerte con una apreciación de casi el 5% durante el año, y a pesar de que seguimos pensando que esta “fortaleza” es coyuntural, este diferencial de tasas respecto a Estados Unidos continúa haciendo atractiva en nuestro mercado accionario.
Hacia los meses por venir, la mayor atención de los participantes estará centrada principalmente en la expectativa de inflación y en la tasa de referencia terminal. Por ahora, cualquier escenario de baja en las tasas de interés se ve alejado.