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1.2. PROTAGONISTA DE LA TRANSFORMACIÓN URBANÍSTICA DE MEDELLÍN: RAÚL FAJARDO MORENO
El arquitecto Raúl Fajardo Moreno perteneció al grupo de los primeros arquitectos que imaginó y dibujó la ciudad cuando esta era un lienzo en blanco, por ende, fue testigo y protagonista de toda la transformación urbanística de Medellín, incluyendo el sector de Otra Banda donde hoy se encuentra la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. En esta oportunidad nos habla sobre dicha experiencia.
—¿Qué recuerda sobre la construcción de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot?
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—La memoria mía de pronto se me va. Yo entré a trabajar al Plano Regulador en 1952 y me tocó conocer directamente la historia y participar un poco de lo que se estaba haciendo, porque en ese año la cuestión del Estadio ya estaba marchando. Me enteré de que en los terrenos que tenía Medellín desde 1936 se había dispuesto construir un estadio; en 1937 se aprobó su construcción. En 1946, siendo alcalde Raúl Zapata Lotero, se compraron los terrenos para el Estadio en Otra Banda, y en 1953 fue inaugurado por el doctor José Arturo Rodríguez. Esa es la síntesis de la compra de los terrenos y la inauguración.
—¿Cuál fue el siguiente paso después de la compra de los terrenos?
Foto 9. Raúl Fajardo Moreno (arquitecto) (q. e. p. d.)
—Había un proyecto elaborado por el doctor Nel Rodríguez, un arquitecto excelente. Ya estaba definido el sitio, él hizo el proyecto urbanístico desde el campo de Marte, entonces sacaron una licitación, pero no me acuerdo en qué administración, y se presentaron las firmas para ver quién se ganaba la construcción del Estadio con los planos de Nel Rodríguez. Entre los invitados de esa licitación estaba una firma que se llamaba Ardeco, conformada por tres socios muy importantes: el doctor Antonio Mesa Jaramillo, arquitecto que ha sido decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana y profesor mío; Raúl Zapata Lotero, ingeniero de los que ha roto el terreno en todos los tiempos, y Jaime Goldenberg, otro ingeniero. En su propuesta, ellos presentaron una modificación a los planos del Estadio, no de la Unidad Deportiva, sino del Estadio; era un proyecto estructural totalmente diferente al que había presentado Nel, elaborado por Guillermo González Zuleta, un ingeniero calculista de Bogotá. Yo no sé cómo fue esa licitación; sería por peso y por la calidad estructural que se la adjudicaron a esta firma. Para entonces González Zuleta ya había hecho, creo, los planos del estadio de béisbol de Cartagena; lógicamente tenía experiencia y era un excelente ingeniero. Una vez adjudicada, ya entramos a participar un poquito en el desarrollo de la construcción. Como funcionario técnico del Plano Regulador, yo estaba implicado indirectamente. Mi hermano
Diego Fajardo trabajó con Ardeco y lo nombraron ingeniero residente del Estadio; a él sí le tocó la construcción, la parte estructural, porque Ardeco presentó únicamente la parte estructural del Estadio.
—¿Cuál fue su labor como funcionario técnico del Plano Regulador?
—Prácticamente secundaria, rellenar los espacios que quedaban libres. No había sanitarios ni restaurantes ni nada, pues solo hicieron la estructura. A mí, como funcionario del Plano Regulador, me tocó participar, junto con otros, en la distribución de esos espacios. Esto era en realidad una cosa muy sencilla.
Seguimos muy al tanto, eso sí, durante la construcción. No sé si el Plano Regulador subcontrató a Obras Públicas, pero de todos modos participamos en el desarrollo. Recuerdo una anécdota muy simpática: cuando ya estaba la cachucha vaciada, González Zuleta, mi hermano Diego, Ariel Escobar y yo nos subimos una vez en un malacate de construcción y llegamos a uno de los extremos de ese voladizo tan grande, y empieza feliz González Zuleta a brincar para ver cómo estaba reaccionando la estructura, y nosotros muertos del susto dijimos: “este hombre va a tumbar esto”, pero excelente, él quedó muy satisfecho. Cuando nos montamos todos en ese malacate para bajar, el que lo manejaba no se dio cuenta y ¡frung!, lo soltó. Yo pensé: “no nos matamos allá, pero nos vamos a matar aquí”; faltando como treinta metros el encargado se dio cuenta, o le avisaron, pero llegamos sanos y salvos después de esas dos experiencias. Esa fue la historia del Estadio.
—¿Cómo era el sector centro occidental de la ciudad conocido como Otra Banda?
—Antes se pensaba que Otra Banda era terrenos malsanos, que allá no había sino moscos; la ciudad no se atrevía a dar el paso. Después nos tocó construir esa Villa de Suramericana, y colaborar con Wiener y Sert, los que hicieron el Plano Regulador. El sitio del Estadio estaba ya definido desde antes, pero había que desarrollar esas urbanizaciones de Calasanz y Estadio, y ya vemos lo que es hoy. Es un cambio de paradigma.
—¿Considera que el Estadio propició el desarrollo de ese sector de la ciudad?
Indudablemente. Otra cosa que me tocó, casi simultáneamente a la inauguración del Estadio en 1953, fue la construcción del colegio San Ignacio, que prácticamente fue en el 54. El traslado del colegio de la Plazuela de San Ignacio para allá fue por concurso, en la oficina nos lo ganamos y nos tocó también la construcción de varias urbanizaciones en el sector. Indudablemente el Estadio impulsó ese desarrollo. Antes, el río se atravesaba solamente para ir a Belén y al barrio la Cooperativa, diseñado por Pedro Nel Gómez y conocido hoy como Laureles. El Estadio implicó una transformación muy grande.
—¿Qué características debe tener una estructura, una edificación, para que se convierta en referente?
—En ese momento fue definitivamente una estructura muy novedosa. No es que acá no hubiera excelentes ingenieros estructurales o calculistas, pero es que el trabajo de González Zuleta era de avanzada. Si uno mira el nido de abejas del campeonato mundial de fútbol en Sudáfrica, o lo que se está haciendo en Londres, uno ve esto como una cosita de nada, pero en ese tiempo definitivamente fue una obra atrevida. La gente lo sentía así; era un proyecto muy interesante indudablemente.
—¿Qué significado tendría el Estadio Atanasio Girardot para los que viven el fútbol?
—Indudablemente el fútbol fue siempre un deporte popular y de masas; se jugó mucho fútbol en el Estadio de los Libertadores, que era ahí en San Joaquín, y también en el San Fernando. Campo de Marte, que ya se ha vuelto las canchas auxiliares, inicialmente no fue canchas auxiliares, sino que campo de Marte se llamaba un parque que salía
de la calle Colombia hasta llegar al Estadio, pero no con canchas, sino que con el cerrejón se fueron aprovechando; muy bonito sí, pero las canchas deportivas se necesitaban. Alrededor de todo eso ya se construyeron las piscinas, esa maravilla de coliseos que tenemos hoy y las últimas estructuras que se han hecho que son excelentes. Ese parque en realidad es la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, referente importante de la ciudad de Medellín.
—La propuesta que ganó la licitación propuso cambios radicales…
—Exacto, en cuanto al Estadio de Fútbol. El urbanismo y la distribución, que es más o menos lo que tenemos hoy, se ha ido complementando de acuerdo a las necesidades deportivas, pero se mantuvo. Como yo lo veo, pudo haberse armado un escándalo por sacar una licitación con un proyecto que cambiara el proyecto original, pero como lógicamente el cambio radical fue para bien, nunca hubo una crítica a esa actuación, todo el mundo reconoció que era una cosa que valía la pena.
—Usted nos habló de su hermano Diego…
—Él fue el ingeniero residente. Él me llevaba un año a mí, él se murió a los cuarenta años; yo voy a cumplir ochenta y tres, él tendría ochenta y cuatro. Le tocaron unas construcciones grandes, por ejemplo el Olaya Herrera y la misma Fábrica de Licores, esos paraboloides hiperbólicos de la estructura.
—De las personas que estuvieron con usted en la construcción de la Unidad Deportiva, ¿quién más puede compartir información sobre la participación en este proceso?
—Yo creo que el único que queda soy yo. De pronto el ingeniero que trabajó en el Plano Regulador y aún está vivo, César Piedrahita, pero no sé cómo encontrarlo.
—¿Qué función cumplía el Plano Regulador?
—El Plan Piloto se ordenó en el Plano Regulador; era un plan para el desarrollo que en ese momento se pensaba para una ciudad muy grande, de seiscientos mil habitantes. El Plan Piloto se contrató con la firma extranjera de urbanistas de Wiener y Sert, una firma excelente. Ellos presentaron el Plan Piloto, las líneas básicas del desarrollo, se aprobó y después se desarrolló el Plano Regulador, que era en detalle lo que se pensaba hacer. Se ha cambiado mucho aunque algunas directrices existen, pero si no hubiera sido por eso, el desorden de esta ciudad habría sido tremendo; Medellín fue la primera ciudad que tuvo, porque Bogotá no fue capaz, aquí eso sirvió mucho, aunque lo critican. Se ha dicho que nosotros los arquitectos acabamos con la arborización de El Poblado, yo digo que está hoy más arborizado que antes.
Yo participé en la construcción de la Universidad de Antioquia, el edificio Coltejer, el edificio Suramericana, Coltabaco, el Banco Cafetero; eso era cuando estaba joven, ya estoy, como dicen por ahí, barriendo para entregar.