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LOS EXCESOS DEL HEMBRISMO
En la actualidad, los excesos radicales se evidencian en muchas partes del mundo, donde los hombres están siendo víctimas del abuso con el apoyo del Estado y las leyes perjudicando sus derechos.
El feminismo surgió con raíces sociales protestantes en EE. UU., en torno al movimiento sufragista, es decir, otorgarle el derecho al voto de la mujer. En la actualidad, nadie se atrevería a cuestionar este aspecto (…)
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EN LA mitología griega, una gorgona era un feroz monstruo femenino; tenía un poder tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado. A veces era representada con alas de oro, garras de bronce y colmillos de jabalí; llevaba un cinturón de serpientes entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí.
El surgimiento del llamado hembrismo podría generar una sensación similar a una gorgona en algunos grupos sociales que sufren los excesos de ciertos grupos equivocados que llevan hacia el radicalismo la lucha por la igualdad.
Aunque muchas feministas han tratado de calificar el término “hembrismo” como algo inexistente, ciertas actitudes extremas o algunas formas desaforadas de defensa de las corrientes feministas indican que no es del todo un invento, sino una realidad que lejos de contribuir a la igualdad de hombres y mujeres le está haciendo mucho daño.
En la actualidad, los excesos radicales se evidencian en muchas partes del mundo, donde los hombres están siendo víctimas del abuso con el apoyo del Estado y las leyes perjudicando sus derechos.
¿Existe?
Para tener una definición precisa del “hembrismo” se debe revisar el término opuesto, es decir, el “machismo” que, según la Real Academia de España (RAE), se define como la “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”.
El machismo engloba “el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas como masculinas y discriminatorias contras la mujeres”.
Si el hembrismo es lo contrario del machismo, el “conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas como femeninas y discriminatorias contras los varones”.
Los científicos sociales sostienen que el hembrismo no debería, en ningún caso, confundirse con el feminismo que es una escuela crítica de pensamiento, que supone persigue la igualdad entre hombres y mujeres.
Muchas voces provenientes del feminismo indi- can que el hembrismo no existe, sino que es un neologismo creado por ciertos sectores conservadores negados a ceder sus “privilegios machistas”. Insisten en que se emplea este calificativo para desprestigiar la lucha reivindicativa del feminismo.
“El hembrismo, si es que existiera, no sería jamás un peligro para las mujeres que buscan autonomía, sino para el sistema de opresión”. “Es un mito inventado por el machismo para no admitir su miedo a la mujer sin miedo”, expresan diferentes feministas.
(…) la “corriente hegemónica” no tiene un encuadre científico sino posmoderno “es intolerante, cultiva el victimismo de la mujer” y, más grave aun, atropella principios constitucionales conquistadas por la humanidad, como la igualdad ante la ley o la presunción de inocencia.
¿Es una amenaza?
La primera vez que se usó el término hembrismo fue en la década de 1960, en el libro “La dominación masculina”, del sociólogo francés Pierre Bourdieu. Lo empleó para referirse a la actitud excesivamente servil que la cultura machista tradicional asigna e impone a la mujer.
Es decir, lo usó como un concepto complementario del machismo: si este último es la dominación masculina de la sociedad, el hembrismo sería la sumisión femenina en la misma.
El nuevo impulso del feminismo, a principios del siglo XXI, ha generado en algunas colectividades la idea de que la masculinidad se encuentra bajo ataque y que el feminismo perseguiría una agenda para castrar simbólicamente a los varones. El uso del término hembrista como “feminista radical” pareciera surgir de dichos sectores.

Por ejemplo, es empleado con frecuencia en los movimientos neocon (neoconservadores) o de alt-right o derecha alternativa, quienes acusan a la sociedad de padecer una agenda de “marxismo cultural” que amenazaría los valores tradicionales occidentales.
Los temores
Los colectivos conservadores tienen casuística que les sirve de asidero. Por ejemplo, en los últimos años en España, los hombres están siendo víctimas del abuso feminista, y lo peor es que esta forma de ataque está siendo respaldada por el Estado, apoyando por las fuerzas de izquierda simpatizantes con el feminismo.
El masivo apoyo a las mujeres frente a lo que se considera “violencia de género” ha producido que los varones sean calificados sospechosos por el solo hecho de ser hombres; a tal punto que basta una declaración de una mujer para detener al varón y acusarlo severamente. En la actualidad, el testimonio de un hombre no vale nada frente a la defensa de la mujer.
Asimismo, otra forma de abuso sucede en los divorcios, donde las mujeres pese a no sentirse discriminadas, cargan culpas a sus exparejas para obtener grandes réditos y mejores beneficios. Los jueces, acogiéndose a sus leyes, usan argumentos poco creíbles para darle validez a la voz de las mujeres y calificar a los varones como culpables.
Historia y woke
El feminismo surgió con raíces sociales protestantes en EE. UU., en torno al movimiento sufragista, es decir, otorgarle el derecho al voto de la mujer. En la actualidad, nadie se atrevería a cuestionar este aspecto, como todos aquellos en los que los derechos fundamentales de hombres y mujeres son los mismos como seres humanos y ciudadanos.
Con los años se fue mezclando con conceptos vinculados a otro tipo de ideologías, especialmente la denominada ideología de género, que enfatiza el derecho al aborto sin considerar la vida humana en gestación. Esta mezcla ha hecho que muchas iglesias, líderes y entidades cristianas se mantengan al margen o se opongan al feminismo.
En los últimos años, el llamado hembrismo ha sido incluido en el paquete de lo que en Estados Unidos ha comenzado a llamarse cultura “woke”.
Este término, que en español significa “desper- té”, surgió dentro de la comunidad negra de los Estados Unidos y originalmente quería decir “estar alerta a la injusticia racial”. La palabra rebrotó con ocasión del movimiento Black Lives Matter, que nació en rechazo a la brutalidad policial en contra de personas afrodescendientes.
En esta nueva oportunidad su uso se difundió más allá de la comunidad negra y empezó a ser utilizado para identificar otros grupos dedicados a temas sociales como el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el uso de vacunas, el activismo ecológico, el derecho a abortar y el feminismo.
Los críticos de la cultura “woke” cuestionan, sobre todo, los métodos coercitivos que utilizan estos grupos que se arrogan derechos de “policías de la palabra”, contra quienes dicen cosas o cometen actos que ellos perciben como misóginos, homofóbicos o racistas.
Una de las cosas que ha causado mucho malestar es el uso de un método conocido como la “cancelación”: un boicot social y profesional, que suele realizarse a través de las redes sociales, contra individuos que actuaron o dijeron algo que para ellas es supuestamente intolerable.
La profesora española María Calvo señala que los “woke” es un movimiento muy emocional e irracional. “De hecho, ha tenido manifestaciones violentas en algunos sitios de Estados Unidos. Es también muy dañino porque no exige igualdad, sencillamente porque ahora mismo la mujer tiene mayor valor social y más autoridad en todos los ámbitos públicos políticos y administrativos. Lo que quiere es venganza”, dice.


La filósofa argentina Roxana Kreimer ha publicado el libro “El Patricarcado no existe más”, en el que denuncia al feminismo hegemónico que postula que el sufrimiento de una mujer siempre es más grave que el de un hombre.
Dice que la “corriente hegemónica” no tiene un encuadre científico sino posmoderno “es intolerante, cultiva el victimismo de la mujer” y, más grave aun, atropella principios constitucionales conquistadas por la humanidad, como la igualdad ante la ley o la presunción de inocencia.
Barreras de contención
• Las iglesias evangélicas
• La familia
• La soberanía de las naciones
• El cristianismo
¿Quiénes se oponen?
Son muy pocos los que se atreven a enfrentarse a la agenda globalista. Uno de los principales fue Donald Trump en Estados Unidos.
La agenda GLOBALISTA
La agenda GLOBALISTA
Es una ideología cuyo objetivo es terminar con el estado-nación para instaurar un solo gobierno mundial. El globalismo no es sinónimo de globalización. La globalización, por el contrario, es un fenómeno positivo que permite integrar al mundo. La agenda globalista es una cosa distinta. Los globalistas pretenden vender una idea al mundo, asegurando que la gente no debe preocuparse y, como decían en el antiguo socialismo, van a cuidar de las personas desde la cuna hasta la tumba. La realidad es que los países no van a tener independencia, ni se va a poder desarrollar porque desde afuera van a controlar el desarrollo económico, político y social.
El HEMBRISMO surgió como producto de la agenda globalista. Esa palabra ya es contemplada por la Real Academia Española (RAE) que la define así: “Concepción o actitud que presupone la superioridad de las mujeres respecto de los varones.”
La agenda globalista está contenida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Globales, que fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para, supuestamente, poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad.
Los dogmas globalistas
• El matrimonio gay
• La diversidad sexual
• El feminismo radical (hembrismo)
• Aborto
• Migración descontrolada
• El cambio climático
¿Quiénes la promueven?
Organizaciones que van desde las Naciones Unidas, las fundaciones y ONG’s de millonarios como GEORGE SOROS y la familia ROCKEFELLER.
En la mañana del 8 de febrero, los estudiantes de la Universidad de Asbury, Texas, convirtieron una reunión de rutina en una asamblea de oración y adoración sin parar. El hecho inspiró a alumnos de otras universidades a participar en la reunión. Muchos están hablando ya de “avivamiento”.