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MÚSICA

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CARTAS

CARTAS

Himno de la compositora Clara Harriet Scott. Fundamentado en la Biblia, desarrolla una oración de fe que fluye por intermedio de la vista, el oído, los labios y la mente, y culmina en el palacio celestial.

ABRE MIS OJOS A LA LUZ

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Himno de consagración que se ha entonado durante más de un siglo, el cántico “Abre mis ojos a la luz” es una súplica a Jesucristo para conocer su amor y su gran poder. Publicado en 1895, fue escrito por la hermana Clara Harriet Scott, compositora y editora estadouni[1] dense, quien acudió a Dios para crear una canción que proclamara la autoridad del Espíritu Santo.

Estructurada en cinco estrofas, en las que se desarrolla una oración de fe que fluye a través de la vista, el oído, los labios y la mente y culmina en el palacio celestial, la alabanza de la sierva Scott, musicalizada por ella misma con una agradable melodía, brinda para los pecadores una forma especial de llegar al Creador y contemplar su dulce faz. Fundamentado en las Sagradas Escrituras, este poema, de acuerdo a la base de datos en línea de himnos y música de adoración Hymnary.org, alude a: Éxodo 4:12, Salmos 40:6, Salmos 40:8, Salmos 51:15, Salmos 119:18, Proverbios 15:31, Isaías 35:5-7, Isaías 42:18-20, Isaías 50:4-5, Mateo 11:15, Mateo 13:16, Marcos 16:20, Lucas 10:21-24, Lucas 24:30-32, Lucas 24:45-49, Juan 8:32-36, Romanos 5:5, 1 Corintios 2:10-15, Efesios 1:17-19, Efesios 4:15, Colosenses 1:9, 1 Juan 3:1821, 1 Juan 5:9-13 y Apocalipsis 1:18.

PREDICAR LA PALABRA Nacida el 3 de diciembre de 1841, en la villa de Elk Grove del estado de Illinois (Estados Unidos), la creyente Clara Harriet se dedicó a predicar la Palabra por intermedio del canto y la composición desde muy joven. En 1858, ingresó al Instituto Musical de Chicago, establecido por los maestros Chauncey Marvin Cady y William Batchelder Bradbury, donde empezó a crear himnos evangélicos. Luego, en 1859, dictó clases de música en un seminario de Iowa.

Hija del profesor Abel Fiske Jones y de la hermana Sarah Searles Rockwell, se unió en matrimonio con el siervo Henry Clay Scott el 15 de octubre de 1861. Alentada por su esposo, manifestó su esperanza en el Altísimo con obras melodiosas que dan cuentan del mensaje del Redentor. En 1882, editó una colección de himnos, denominada “The royal anthem book”, que fue la primera recopilación de canciones evangélicas publicada por una mujer.

Amiga de los editores Ella Emerson y Horatio Richmond Palmer, quienes también la animaron a publicar sus composiciones dedicadas al Salvador, lanzó una compilación de setenta y nueve himnos en 1896. Seguidora fiel de Dios, dejó de existir en un trágico accidente ocurrido el 21 de junio de 1897. Aquel fatídico día, mientras

ABRE MIS OJOS A LA LUZ

1 Abre mis ojos a la luz, tu rostro quiero ver, Jesús; pon en mi corazón tu bondad, y dame paz y santidad, humildemente acudo a ti. Porque tu tierna voz oí; mi guía sé, Espíritu consolador.

2 Abre mi oído a tu verdad, yo quiero oír con claridad; bellas palabras de dulce amor, ¡oh mi bendito Salvador! Consagro a ti mi frágil ser, tu voluntad yo quiero hacer. Llena mi ser, Espíritu consolador.

3 Abre mis labios para hablar, y a todo el mundo proclamar que tú viniste a rescatar al más perdido pecador. La mies es mucha, ¡oh, Señor! Obreros faltan de valor; heme aquí, Espíritu consolador.

4 Abre mi mente para ver más de tu amor y gran poder; dame tu gracia para triunfar, y hazme en la lucha vencedor. Sé tú mi escondedero fiel, y aumenta mi valor y mi fe; mi mano ten, Espíritu consolador.

5 Abre las puertas que al entrar en el palacio celestial, pueda tu dulce faz contemplar por toda la eternidad. Y cuando en tu presencia esté tu santo nombre alabaré; mora en mí, Espíritu consolador.

se dirigía a la ciudad de Dubuque, perdió el control del carruaje que conducía y murió instantáneamente.

La sierva Clara Harriet Scott proporcionó con “Abre mis ojos a la luz” una imagen que es común en la Biblia. Una figura que, con agudeza, reafirma la potestad restauradora de Cristo y el valor de proclamar a todo el mundo que el Señor vino a la Tierra para restaurar a los idólatras, paganos y ateos. Una receta que además empuja a aprender a ver, escuchar y decir la verdad del Mesías desde el corazón.

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