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CARTAS

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Los talibanes han retomado el poder en Afganistán veinte años después. Miles tratan de huir del país por miedo al totalitarismo de este grupo islámico que somete a las mujeres a un trato inhumano y terrible. El mundo observa asombrado la crisis humanitaria en el país asiático.

ESTEBAN GUERRA

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EL FUTURO SOMBRÍO DE AFGANISTÁN

“Estoy sentada aquí esperando que vengan. No hay nadie que me ayude a mí ni a mi familia. Estoy sola sentada con mi esposo. Vendrán a gente como yo y me matarán. No puedo dejar a mi familia. Y de todos modos, ¿a dónde iría?”.

Estas son las dramáticas palabras de Zarifa Ghafari, la alcaldesa más joven en la historia de Afganistán, cuando se enteró de que los talibanes estaban en la puerta de la ciudad de Kabul para retomar el poder.

Ella y miles de mujeres de ese país, situado en Oriente Medio y con 38 millones de habitantes, esperan lo peor de este grupo sunita que tiene una doctrina islámica radical. Los talibanes volvieron al gobierno después de veinte años, ante el retiro de las tropas de Estados Unidos que durante todo ese tiempo pretendió instaurar un gobierno viable y construir unas fuerzas armadas que constituya un dique de contención para el extremismo talibán.

La crisis afgana, que se prolonga por más de tres décadas, se agravó cuando el gobierno norteamericano decidió sacar a sus soldados por decisión del gobierno de Joe Biden. Así empezó la reciente catástrofe humanitaria que involucra a millones de personas en el país asiático. No solo fueron dejados indefensos miles de aliados afganos que en las pasadas dos décadas ayudaron a las tropas occidentales, sino la propia población que no comulga con los talibanes.

¿QUÉ SON LOS TALIBANES? Los talibanes son puristas que pretenden evitar que su sociedad se impregne de los valores occidentales a los que consideran como fuente del “libertinaje”. Quieren establecer una sociedad regida por la interpretación estricta de la ‘sharia’ (o ley islámica) e instaurar “una vida virtuosa”.

Etimológicamente ‘sharia’ significa “camino a la paz” y proviene de cuatro fuentes: Corán (recitación), Ijma (consenso), Ijtihad (esfuerzo) y Hadiz (narración). La ‘sharia’ es la base del derecho islámico y contiene normas que rigen el código de conducta y moral de los ciudadanos: rutinas diarias, obligaciones familiares o mandatos religiosos. Bajo este conjunto de reglas, fundamentadas en el Corán, se establece lo que está permitido o no, tomando como base la moral religiosa.

El término talibán hace referencia a “estudiante” en la lengua pastún, ya que muchos de los combatientes fueron estudiantes de las escuelas religiosas de Afganistán y Pakistán, donde recibieron una educación islámica radical sunita.

Los primeros talibanes surgieron a partir de un movimiento denominado “muyahidines”, que combatieron contra las tropas de la Unión Soviética que dominaban el territorio a finales de los años 80.

El grupo como tal se formó a mediados de los 90, en 1994, y comenzó a conquistar poco a poco el país. Inicialmente estaba arraigado en las zonas rurales de la provincia de Kandahar, en el corazón de la etnia pashtún, en el sur del país

Se dice que, a mediados de los 90, el mulá Mohamed Omar, considerado como el fundador de ese movimiento, decidió emprender la conquista del país debido a que vio que el 'sharía' no había sido implantado aún. Un año después sus fuerzas ya había controlado la capital, Kabul.

Las primeras víctimas de la pretendida sociedad talibán son las mujeres. Cuando este movimiento asumió el poder por primera vez, en 1996, oprimió a las mujeres, simplemente por "el 'delito' de haber nacido mujeres", según la versión de Amnistía Internacional.

LAS VÍCTIMAS MUJERES Las primeras víctimas de la pretendida sociedad talibán es

la población femenina. Cuando este movimiento asumió el poder por primera vez, en 1996, oprimió a las mujeres, simplemente por "el 'delito' de haber nacido mujeres", según la versión de Amnistía Internacional.

Todas permanecieron “presas” dentro de sus hogares e invisibles en el espacio público. Así definió Amnistía Internacional el destino de las mujeres luego de que este grupo radical asumieran el control de Afganistán por largos cinco años.

Antes de que los talibanes controlaran el poder en la década de 1990, la ley protegía a las mujeres en Afganistán. Un reporte de 2001 del Departamento de Estado de Estados Unidos señala que a comienzos de la década, 70% de las maestras, la mitad de los funcionarios gubernamentales y estudiantes universitarios y el 40% de los doctores en Kabul eran mujeres. Desde la década de 1920, estaba consagrado el derecho femenino al voto y hacia la década de 1960 la Constitución tenía disposiciones vinculadas a la igualdad. Pero todo cambió desde 1996.

El aprendizaje en casa se toleró en algunas instancias,

pero en general también se reprimió. Esto quiere decir que las mujeres que hasta entonces podían estudiar incluso en la universidad, se quedaron sin oportunidades.

Hubo escuelas en las áreas rurales que intentaron seguir funcionando de manera secreta, siempre con el temor de que se las descubriera. Las escuelas que fueron sorprendidas pagaron caro la osadía.

Una profesora que, según algunos reportes, habría insistido en seguir enseñando fue golpeada con la culata de un rifle y luego asesinada con un disparo en la cabeza y el estómago. Su muerte fue presenciada por sus alumnos, su marido y su hija.

Los talibanes prohibieron también el maquillaje, los esmaltes de uñas, y los zapatos que hicieran ruido, entre otras prendas y accesorios femeninos. Dispusieron el uso del burka aunque no es obligado por el Corán. El texto sagrado del islam insta a las mujeres a vestirse con modestia, pero no hace referencia a una prenda específica de este tipo.

Antes de que los talibanes tomaran el control, el burka existía en Afganistán y lo usaban algunas mujeres, por ejemplo en áreas rurales. Sin embargo, no era obligación, y en las ciudades muchas mujeres simplemente se cubrían la cabeza con pañuelos.

Con el régimen, el burka (una prenda que cubre desde

los pies hasta la cabeza, incluidos los ojos que quedan cubiertos detrás de una malla) se volvió obligatorio. Este requisito se exigió incluso a niñas pequeñas, de ocho o nueve años, según el Departamento de Estado. Su uso se hacía cumplir con amenazas, multas y golpes.

Las medidas restrictivas contra la población femenina también tuvieron una dimensión económica: las mujeres que no podían acceder a comprarse el burka ni a conseguir uno, no podían salir de sus hogares.

Las mujeres no podían mostrarse en público a menos que un hombre de la familia como un padre, hermano o esposo las acompañara. La regla no tenía excepciones, ni siquiera cuando las mujeres acudían al médico.

Bajo el régimen talibán, a las mujeres solo se les dio un acceso muy rudimentario a la atención sanitaria y médica. En la mayoría de los hospitales, los médicos hombres solo podían examinar a una paciente si estaba completamente vestida, excluyendo la posibilidad de un diagnóstico y un tratamiento significativos.

Los médicos no podían levantarles el burka ni mirar o tocar el cuerpo a las mujeres. A tal nivel que, por ejemplo, hasta los dentistas que trataban mujeres fueron golpeados e incluso enviados a prisión por hacerlo.

A las mujeres se las azotaba por mostrar uno o dos centímetros de piel bajo el burka; recibían palizas si intentaban estudiar y podían ser lapidadas hasta la muerte si se las hallaba culpables de adulterio.

Además de las golpizas, los actos de violencia incluían violaciones, secuestros y matrimonios forzados. De hecho, el 62% de mujeres estaban casadas antes de cumplir los 18 años.

Las mujeres no podían manejar ni abordar un taxi sin compañía de un hombre. Solo podían transportarse en autobuses especiales con las ventanas pintadas para que nadie pudiera verlas desde fuera. En esos mismos autobuses, el conductor estaba separado por una cortina y los encargados de cobrar los boletos a las mujeres eran niños menores de 15 años.

Las casas donde habitaban mujeres también debían tener echadas las cortinas para que no se las pudiera ver desde la calle. También se les prohibió trabajar fuera del hogar, salvo excepciones como por ejemplo, los trabajos vinculados a la agricultura en zonas rurales y en algunas instalaciones de salud.

La restricción severa a la libertad femenina, redundó en pobreza porque miles de mujeres viudas que se sostenían con sus ingresos se vieron obligadas a mendigar o vender sus pertenencias para mantener a las familias.

Cuando el régimen talibán cayó el año 2001, las cosas parecieron cambiar para la sociedad afgana. Las mujeres comenzaron a ser reconocidas nuevamente como sujetos de derechos en Afganistán.

La Constitución de 2004 garantizó la igualdad de dere-

Los médicos no podían levantarles el burka ni mirar o tocar el cuerpo a las mujeres. A tal nivel que, por ejemplo, hasta los dentistas que trataban mujeres fueron golpeados e incluso enviados a prisión por hacerlo.

Las niñas que se encontraban en los colegios recibieron la noticia de la llegada del régimen al poder y sus profesores se despidieron de ellas, asegurando que ya no podrían volver a la escuela y se despidieron para siempre.

chos y cuotas para la participación de las mujeres en el Parlamento, entre otras disposiciones. Más de tres millones de niñas empezaron su educación en las escuelas y para 2019, más de 1.000 mujeres tenían sus propios negocios.

¿QUÉ SE ESPERA? Ahora que los talibanes retomaron el poder. En las calles de las principales ciudades de Afganistán ronda el terror y el silencio. En las afueras de los salones de belleza que tenían imágenes de mujeres maquilladas y arregladas, se decidió pintar de blanco los muros para evitar cualquier tipo de represalia.

Las organizaciones de protección de los derechos de las afganas han manifestado que el régimen no ha cambiado su forma de ver a las mujeres y lo que les espera es someterse a un nuevo control. De hecho, a medida que avanzaba la toma de los islamistas extremos, entraron a las oficinas bancarias para retirar a las mujeres que se encontraban trabajando allí y les pidieron que se fueran a sus casas.

Las niñas que se encontraban en los colegios recibieron la noticia de la llegada del régimen al poder y sus profesores se despidieron de ellas, asegurando que ya no podrían volver a la escuela y se despidieron para siempre.

En Afganistán el futuro es sombrío.

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