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Una de las preguntas más aterradoras con las que nos enfrentamos concierne al problema del mal. ¿Por qué hay mal en el mundo si existe un Dios? ¿Por qué no hace Él algo al respecto? Muchos suponen que la existencia del mal prueba la inexistencia de Dios.

JOSH MCDOWELL & DON STEWART

¿POR QUÉ DIOS PERMITE EL MAL?

Algunas veces el problema del mal se le presenta al cristiano en la forma de una pregunta compleja: “Si Dios es bueno, entonces no debe ser bastante poderoso para vérselas con todo el mal, y la injusticia que todavía existe en el mundo. Si Él tiene bastante poder para detener el mal, entonces Él mismo debe ser un Dios malo, pues no está haciendo nada al respecto, aunque puede. Entonces, ¿es Él un Dios malo, o un Dios que es todopoderoso?”

Aun los escritores bíblicos se quejan del dolor y del mal. “Porque me han rodeado males sin número” (Salmo 40:12). “¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación?” (Jeremías 15:18). “Toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22). Admitimos que el mal es un problema y también admitimos que si Dios hubiera creado el mundo tal como es hoy en día. Él no sería un Dios de amor, sino un Dios malo.

LA CAÍDA DEL HOMBRE Sin embargo, las Sagradas Escrituras dicen con claridad que Dios no creó el mundo en el estado en que se encuentra ahora, sino que el mal vino como resultado del egoísmo del hombre (Génesis 1-3). La Biblia dice que Dios es un Dios de amor y que Él deseaba crear una persona y con ella una raza que lo amara.

No obstante, el verdadero amor no puede existir a menos que se dé con libertad, por decisión y voluntad libres, y así al hombre se le dio la oportunidad de aceptar el amor de Dios o rechazarlo. Esta oportunidad hizo que la posibilidad del mal fuera muy real.

Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, no escogieron algo que Dios hubiera creado, sino que por su decisión trajeron el mal al mundo (Génesis 3). Dios no es malo ni creó el mal. El hombre trajo el mal sobre sí mismo al decidir egoístamente que haría su propia voluntad, alejado de la voluntad de Dios.

Debido a la caída, el mundo es ahora anormal. Las cosas no están en el estado en que debieran estar. El hombre, como resultado de su caída, ha sido separado de Dios. La naturaleza no es siempre amable con el hombre y el mundo animal también puede ser su enemigo. Hay conflictos entre el hombre y su prójimo. Ninguna de estas situaciones existía antes de la caída. Cualquier solución que se pueda dar a los problemas de la humanidad debe tomar en consideración que el mundo de ahora no es normal.

EL MAL ES TEMPORAL Aunque el mal está aquí y es real, también es temporal. Al final, el mal será destruido. Esta es la esperanza del creyente. Hay un nuevo mundo por venir, en el cual no habrá más lágrimas ni dolor, porque todas las cosas serán hechas nuevas (Apocalipsis 21:4-5). El paraíso perdido será un paraíso reconquistado. Dios corregirá todo lo malo y destruirá el mal de una vez por todas, a su tiempo.

Los cristianos tienen una justificación en su lucha contra el mal, la inmoralidad y la corrupción. El mundo no incluía el mal en sus planes, y el creyente tiene un fundamento real para luchar contra los males de la sociedad. Él no tiene la creencia de que lo que existe sea lo correcto. El cristiano no da por buenas las malas obras, afirmando que este mundo es de Dios, ni supone que Dios está de acuerdo con todo lo que ocurre.

UN JOVEN LLAMADO ALBERT EINSTEIN

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios creó todo lo que existe?

Un estudiante valiente contestó: - Sí, lo hizo.

El profesor contestó: - Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo.

El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.

Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta profesor? - Por supuesto, - respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó: - ¿Profesor, existe el frío? - ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?

El muchacho respondió: - De hecho, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. “Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor”.

Dios no desea el mal, ni lo da por bueno nunca. Él detesta el mal y el cristiano también debe rechazar el mal, y está obligado a hacer algo al respecto. Aunque el pecado es real, no es algo que el creyente acepte como el curso normal de las cosas.

Al identificarse con Jesús, el creyente tiene el deber de ponerse en contra de lo malo y de hablar con firmeza cuando el mal esté venciendo el bien. El cristiano no lucha contra Dios cuando combate los problemas sociales. Los desastres naturales, el crimen y el retraso mental no deben ser el orden de cosas aceptado, porque nunca debió ser así y no será así en el futuro reino de Dios.

Sin embargo, algunas personas todavía se sienten molestas porque Dios permite el mal. Ponen en duda su sabiduría al dar al hombre la oportunidad de elegir en el asunto.

Y continuó el estudiante, dijo: - Y, ¿existe la oscuridad?

El profesor respondió: - Por supuesto.

El estudiante contestó: - Nuevamente se equivoca, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. ¿Cómo puede saber cuán oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor: - Señor, ¿existe el mal?

El profesor respondió: - Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.

A lo que el estudiante respondió: - El mal no existe, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, a igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.

Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado.

El nombre de aquel joven era Albert Einstein.

Dorothy Sayers pone el problema del mal en la perspectiva debida: “Cualquiera que fuera la razón por la cual Dios decidió hacer al hombre tal cual es —limitado, sufriente y sujeto a la tristeza y al dolor—, tuvo el valor y la honradez de tomar su propia medicina. Cualquiera que sea el juego que esté jugando con su creación, ha respetado sus propias reglas y ha jugado limpiamente. Él no puede exigir del hombre nada que no haya exigido de sí mismo. Él mismo ha pasado por toda la experiencia humana, desde las molestias diarias de la vida familiar y las muchas restricciones del trabajo duro y la falta de dinero, hasta los peores horrores de dolor y la humillación, la derrota, el desespero y la muerte. Cuando Él se hizo hombre, desempeñó a cabalidad su papel de hombre. Nació en la pobreza y murió en desgracia, y consideró que todo valía la pena” (Dorothy Sayers, Creed or Chaos? ¿Credo o caos?, Nueva York; Harcourt, Brace y Col. 1949, p. 4).

Al identificarse con Jesús, el creyente tiene el deber de ponerse en contra de lo malo y de hablar con firmeza cuando el mal esté venciendo el bien. El cristiano no lucha contra Dios cuando combate los problemas sociales. Los desastres naturales, el crimen y el retraso mental no deben ser el orden de cosas aceptado, porque nunca debió ser así (…)

EL ENTENDIMIENTO La Biblia dice que los propósitos de Dios están algunas veces más allá de nuestro entendimiento. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8, 9). Pablo le escribió también a la iglesia de Roma: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

Aunque la Biblia informa cómo y por qué apareció el mal, no nos dice por qué Dios permitió que ocurriera. Sin embargo, sí sabemos que Dios es totalmente sabio y omnisciente y que tiene razones para permitir que ocurran cosas que están más allá de nuestra comprensión.