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LITERATURA

Libro que engloba casi la totalidad de los escritos de un gran siervo, Edward Bounds. Texto que reúne en un solo tratado dos temas aparentemente disímiles: la oración y la vida eterna. Es una potencial herramienta para preparar estudios bíblicos, cultos y prédicas.

LO MEJOR DE EDWARD BOUNDS

La palabra “oración” expresa el más amplio y comprensivo acercamiento a Dios. Da prominencia al elemento de la devoción; es una estrecha relación y auténtica comunión con él, disfrutar de Dios y tener acceso a Él. Por su parte, la “súplica” es una forma más estricta e intensa de oración, acompañada por un sentido de necesidad personal, limitada a buscar de una manera urgente una respuesta para la necesidad apremiante; la misma alma de la oración que ruega por alguna cosa muy necesaria que pesa sobre el corazón. Y la “intercesión” es una ampliación en la oración, un extenderse de sí mismo hacia los demás. Se basa en la confianza e influencia del alma que se acerca a Dios, ilimitada en su acceso y sus peticiones. Y esta confianza e influencia ha de ser usada en favor de los demás.

Volumen que incluye la casi totalidad de los escritos de un gran siervo del Señor, el libro “Lo mejor de Edward Bounds” explora el clamor a Dios a profundidad. Dividido en dos partes, el texto está abocado a examinar la realidad de la oración, el propósito de la oración, las posibilidades de la oración, los fundamentos de la oración, la necesidad de la oración, el predicador y la oración, hombres de oración, la realidad de la resurrección y la gloria del cielo.

Cuanta más oración haya en el mundo, mejor será éste, y las fuerzas contra el mal que rodean la Tierra serán más potentes y eficaces. La oración, en una de sus múltiples facetas, ejerce un poder antiséptico y preventivo. Purifica el ambiente, destruyendo el mal tan contagioso. No es algo dudoso y sin importancia. No es una voz apagada y débil, en medio del tumulto del gran universo, que apenas pueda ser escuchada; sino que es una voz potente que va directamente al oído de Dios (porque el oído de Dios está siempre abierto a las oraciones santas y a las cosas santas). Sí, Dios moldea a este mundo mediante la oración. Las oraciones son imperecederas. Los labios que las pronunciaron

pueden quedar silenciados por la muerte, el corazón de donde brotaron puede haber dejado de latir; pero las oraciones viven ante Dios, cuyo corazón está puesto en ellas. Y es que las oraciones sobreviven a las vidas de aquellos que las dijeron; sobreviven a una generación, a una edad y a un mundo.

MANUAL DE EDIFICACIÓN Publicada en el 2001, esta obra fue compilada por la autora española Ana Magdalena Troncoso, sierva de Cristo, quien formó parte del Departamento de Corrección y

Redacción de la Editorial CLIE, la mayor casa editora de libros cristianos en español, y estuvo a cargo de la revisión y ampliación de textos de fe de gran relevancia como el “Diccionario de creencias, religiones, sectas y ocultismo” y “Salón de belleza para el cristiano”. La oración tiene que ver con el hombre entero; abarca todo su ser, mente, alma y cuerpo... Y es necesario que sea de este modo, pues la oración afecta a todo el hombre, incluso en los resultados de la gracia. Así como la naturaleza entera del hombre entra en la oración, todo su ser se beneficia de ella. Por ello, el hombre entero debe ser ofrecido a Dios al orar, porque mayores resultados de la oración obtendrá si se entrega a Dios todo él, con todo lo que le pertenece. Éste es el secreto de la consagración plena y de la integridad, y ésta es la condición de la oración triunfante; la clase de oración que rinde frutos copiosos... Es más, Dios quiere, necesita, todo lo que hay en el hombre para contestar sus oraciones. Debe tener un alma abierta y sincera a través de la cual ejecutar sus propósitos y planes respecto a los seres humanos. Manual de edificación doctrinal, el ejemplar, de acuerdo al sello editorial evangélico de origen catalán, es una potencial herramienta para preparar estudios bíblicos, reuniones de oración y prédicas.

Homenaje a todo un clásico de la literatura cristiana del siglo XIX, presenta, desde un punto de vista práctico y apoyado en innumerables citas bíblicas, las bases y condiciones de la oración que prevalece con el Creador. En cualquier estudio de los principios y procedimientos de la oración, de sus actividades y empresas, debe darse un lugar preponderante a la fe. Pues es la cualidad inicial en el corazón de cualquier persona que desee hablar con el Dios invisible. Así, en su impotencia, el hombre debe fortalecer las manos de la fe. Y cuando no puede probar, debe creer. En última instancia, la oración es simplemente un acto de fe, reclamando sus maravillosas pre-

Cuanta más oración haya en el mundo, mejor será éste, y las fuerzas contra el mal que rodean la Tierra serán más potentes y eficaces. La oración, en una de sus múltiples facetas, ejerce un poder antiséptico y preventivo. Purifica el ambiente, destruyendo el mal tan contagioso. No es algo dudoso y sin importancia. No es una voz apagada y débil, en medio del tumulto del gran universo, que apenas pueda ser escuchada; sino que es una voz potente que va directamente al oído de Dios.

rrogativas: la fe, tomando posesión de su herencia ilimitada. Esto es, la fe puede lo imposible porque hace que la divina providencia obre a nuestro favor, y con Dios no hay nada que sea imposible. ¡Cuán grande, incalificable e ilimitado es el poder de la fe! Si la duda y la incredulidad desaparecen del corazón, lo que pedimos a Dios seguramente sucederá.

Parte de la colección “Grandes autores de la fe”, el volumen “Lo mejor de Edward Bounds” reúne dos temas, la oración y la vida eterna, aparentemente disímiles, en un solo tratado. Según la Editorial CLIE, el compendio unifica ambos tópicos debido al hecho de que los grandes incentivos para la oración se encuentran en la Biblia y de que el Redentor concluye sus enseñanzas acerca de la oración con la seguridad y la promesa del cielo.

Repetimos, el Evangelio de Cristo no se mueve por olas populares; no tiene poder propio para propagarse: se mueve, de la manera que los hombres encargados de él se mueven. O sea, el predicador debe personificar el Evangelio. El poder constriñente de amor debe ser en el predicador como una fuerza de proyección excéntrica, que todo lo domina y se olvida de sí misma. La negación de sí mismo debe constituir su ser, su corazón, su sangre y sus huesos. Porque es un hombre entre los hombres, vestido de humildad, viviendo en mansedumbre, “prudente como una serpiente, y sencillo como una paloma”, con las obligaciones de un siervo y el espíritu de un rey; un rey con porte noble, real e independiente, pero también con la ingenuidad y la dulzura de un niño. Sinceros, heroicos, compasivos, sin temor al martirio, deben ser hombres que se tomen el trabajo de apoderarse y modelar una generación para Dios.

EXISTENCIA ESPIRITUAL En el prólogo de la recopilación de la hermana Troncoso

se afirma que: “Un espíritu atado a la Tierra y satisfecho con este mundo no puede orar, pues en su corazón la llama de los deseos espirituales se ha desvanecido o está a punto de extinguirse. Sólo aquellos que esperan de rodillas en el Señor renuevan sus fuerzas, toman alas como de águilas y vuelan sin fatigarse ni desmayar hacia las nubes”. La Palabra de Dios es un registro de oración, de hombres de oración y de sus logros, de la garantía divina y el aliento dado a quienes desean orar de verdad. Nadie puede leer los casos, ejemplos, mandamientos y multiformes declaraciones concernientes a la oración sin darse cuenta de que la causa de Dios y el éxito de su obra en este mundo están encomendados a la oración, y que los hombres de oración han sido los vicegerentes de Dios en la

Tierra. Así como la casa de Dios es llamada casa de oración, porque la oración es el más importante de sus santos oficios, de igual manera, la Biblia puede llamarse el Libro de la Oración. Pues la oración es uno de los grandes temas de la Escritura para toda la humanidad... Ampliamente conocido y respetado por toda la comunidad evangélica internacional como el gran especialista en la oración, el hermano Edward McKendree Bounds, honrado con esta publicación, redactó nueve libros para hablar de un mismo tema. Sus obras, en las cuales no solo se limita a dar exhortaciones a favor de la oración, parten de la roca firme de la Palabra de Dios y ayudan a concretar una existencia espiritual plena. En todo el Antiguo y el Nuevo Testamento se nos dan tipos y sombras, preceptos y promesas de que los santos heredarán el Cielo después de la muerte. No hay verdad establecida de modo más claro y más necesaria al hombre, más de acuerdo con el carácter de Dios y conforme a su gloria, que la verdad y la doctrina del Cielo; un Cielo eterno, no contaminado, de bienaventuranza, perfecto, por los siglos de los siglos sin fin, ésta es una doctrina que enaltece al hombre y honra a Dios. Y dicha verdad se basa en el advenimiento, la persona y la obra de Jesucristo, por el cual fueron hechos los Cielos. Sí, Cristo es nuestro camino hacia el Cielo...