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HÉROE DE LA FE

Poeta fértil, el reverendo Isaac Watts ocupa un lugar preferencial en la historia de la fe evangélica de la Edad Moderna. Compositor de más de ochocientos cánticos y autor de cincuenta y dos publicaciones cristianas, predicó la sana doctrina con gran dedicación.

AMOS WELLS

LA PODEROSA PLUMA DE ISAAC

Reconocido como el padre de la himnodia ingle-

sa, el siervo Isaac Watts fue un escritor evangélico prolífico y un predicador sobresaliente de la Palabra de Dios que ocupa un sitial preponderante en la historia del cristiano de la Edad Moderna. Conducido por el Señor, difundió con gran dedicación la fe en el Creador y compuso más de ochocientos himnos que hasta el día de hoy resuenan en las iglesias y los templos de todo el mundo.

Nacido el 17 de julio de 1674, en la ciudad de Southampton, situada en el sur de Inglaterra, fue el hijo mayor de los nueve vástagos de los creyentes Isaac Watts y Elizabeth Taunton quienes conformaron un matrimonio de disidentes protestantes que siguió la sana doctrina y debido a ello enfrentó una serie de tribulaciones. Ambos le inculcaron la piedad en sus actos y una dedicación profunda y verdadera para las cosas de Jehová.

Desde sus primeros días de vida, se acostumbró a escuchar el Evangelio y a orar al Mesías. También se habituó a ver a su padre en problemas con la justicia inglesa por su fidelidad al Salvador. Incluso, en una ocasión, fue amamantado por su madre en la puerta de la prisión de Southampton, en la que fue recluido su progenitor, mientras ella cantaba alabanzas al Redentor y leía pasajes de las Sagradas Escrituras para reconfortarse y tranquilizarse.

En el inicio de su infancia, mostró una enorme avidez por aprender las verdades de la Biblia y un talento innato para la creación de rimas. En su hogar, a los cuatro años de edad, comenzó a estudiar latín. Dos años después, fue enviado a la escuela King Edward VI, una institución gratuita en aquel momento y dirigida por el reverendo John Pinhorne, donde recibió una excelente formación académica y aprendió hebreo, griego y latín.

Cuando tuvo quince años de edad, le confió su vida a Jesucristo y lo recibió como su único Salvador. En aquel momento, además, su notable intelecto despertó el interés del doctor John Speed, un erudito de su localidad, y de otras personalida-

des de su localidad quienes le ofrecieron apoyarlo para acceder a estudios universitarios con miras a unirse a la Iglesia anglicana. Sin embargo, prefirió rechazar las diferentes propuestas.

En 1690, fiel a las convicciones espirituales de sus padres, se digirió a la urbe de Londres para completar su aprendizaje en una academia disidente del barrio de Stoke Newington, encabezada por el pastor Thomas Rowe, encumbrado maestro que impulsaba la teología calvinistas, quien lo invitó a profundizar sus conocimientos sobre Dios. En ese templo del saber, realizó laboriosos análisis y se nutrió con una serie de libros de fe.

MISIÓN PASTORAL Tras cuatro años de intensa preparación, en abril de 1694, re-

gresó a su casa para pasar un tiempo de oración y retiro en el que alabó a Jesús y creó un conjunto de poemas dedicados a glorificar el poder del Creador. Fueron alrededor de dos años y medio en los que se consagró a intensificar su conexión con el Hijo del Altísimo y darle vida a un puñado de versos que, en 1707, se transformaron en la obra “Himnos y cánticos espirituales”.

El varón Jhon Hartopp, un creyente piadoso, lo contrató el 15 de octubre de 1696 como tutor de su hijo y lo invitó a vivir en su mansión del barrio de Stoke Newington, emplazado en el norte de la capital del territorio inglés, donde encontró un aposento completamente entregado a los propósitos del Rey de reyes. El 17 de julio de 1698, compartió su primera prédica a la congregación del reverendo Isaac Chauncy de la que formaban parte los Hartopp.

En febrero de 1699, fue nombrado predicador asistente del siervo Chauncy y empezó a evangelizar a sus ovejas, los sábados por la mañana, con poderosos mensajes que impactaron profundamente los corazones de quienes tuvieron el privilegio de escucharlo en un templo localizado en el corazón de Londres. Posteriormente, el 15 de enero de 1702, luego de la renuncia del hermano Chauncy, fue convocado para hacerse cargo de esta iglesia.

El 18 de marzo de 1702, asumió su misión pastoral y de inmediato demostró su eficiencia para transmitir el mensaje divino. Para que sus oyentes pudieran entender lo que decía, se concentró en la sencillez y la claridad de su predicación. Desde su posición, favoreció la formación de personas capaces de anunciar con idoneidad las buenas nuevas. Y pese al resquebrajamiento progresivo de su salud, fue ministro de Cristo por más de cuatro décadas.

Memorable portavoz de Dios, sufrió por desgracia diversos males físicos, en los primeros años de su labor evangelística, que lo llevaron a instalarse en 1712 en la residencia del varón Thomas Abney, misericordioso seguidor del Mesías, quien junto a su esposa Mary Gunston lo cobijaron y lo ayudaron a restablecerse. En aquel lugar, en medio de un ambiente de paz y con todos los cuidados posibles, moró hasta el final de su existencia.

Uno de los escritores más populares de su época, lideró la transformación de la música congregacional inglesa. En ese sentido, y aunque creía que los autores antiguos debían ser imitados, desarrolló creaciones sagradas originales, basadas en la Biblia, que abordaron su amor, sus miedos, sus esperanzas, su fe, su asombro, su dolor y su alegría. Todo empezó un día que su padre lo desafió a que escribiera algo que valiera la pena cantar.

DOCTOR EN DIVINIDAD Hombre comprometido con el progreso del cristianismo, creyó con firmeza que los Salmos eran de gran valor para la adoración evangélica, pero que eran insuficientes para expresar la amplitud de la experiencia de los creyentes. Por esa razón, a la

hora de componer, evitaba la complejidad, recurría a imágenes de eventos de la vida cotidiana para asombrar y maravillar a la grey de Jesús y prefería emplear el plural por encima del singular.

Su primera colección de canciones inspiradas en el Redentor, que apareció en julio de 1707 bajo el título “Himnos y cánticos espirituales”, abarcó doscientos veintidós poemas y presentó doce doxologías. En abril de 1709, fue corregida y ampliada. Su publicación tuvo una considerable repercusión entre los disidentes. Su creatividad extendió una voz, hasta entonces no escuchada en Inglaterra, basada en una fuerza devocional inédita.

En 1715, publicó un himnario infantil, titulado “Canciones divinas adaptadas a un idioma fácil para el uso de los niños”, que hasta la fecha ejerce una influencia incalculable entre los pequeños creyentes. Cuatros años después, editó su cancionero “Los Salmos de David, imitados en el lenguaje del Nuevo Testamento”. Lo concibió con la idea de hacer que el sucesor de Saúl hablara como un cristiano. Fue uno de sus logros más aclamados.

Honrado, en 1728, por las universidades de Edimburgo y Aberdeen con el título honorífico de Doctor en Divinidad, lanzó cincuenta y dos obras que abarcaron múltiples temas como educación, teología, filosofía y política y comprendieron su amplio trabajo ministerial. En sus textos, del mismo modo, presentó su visión de la historia de las Escrituras y tocó la ruina y la recuperación de la humanidad con un lenguaje apoyado en las enseñanzas del hijo de Dios. Interesado en la expansión del Evangelio, mantuvo correspondencia con los principales misioneros que transmitieron la doctrina de Cristo en la región de Nueva Inglaterra, conformada por los estados de Maine, Nuevo Hampshire, Vermont, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut, como los reverendos Cotton Mather y Jonathan Edwards. A la distancia, se emocionó con las noticias del Primer Gran Despertar y las campañas evangelísticas del predicador George Whitefield. La tarde del 25 de noviembre de 1748, el reverendo Isaac Watts murió y partió al cielo con la esperanza segura de alcanzar la vida eterna. Su incansable quehacer en beneficio de la retransmisión de la Palabra de Dios lo encumbró como un autor fructífero de bellas canciones de fe y esperanza que han conmovido a millones de personas desde el día de su fallecimiento. Hermano innovador, dejó un extenso legado musical imperecedero.