Revista Salud LMental Nº5 Mayo 2022

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Para enviar textos con temas de psicología, psiquiatría, salud integral, consultorías en salud mental, psicosocial, arteterapia, psicodrama, etc. Escribir al correo: psicosaludvg@gmail.com

BASES DE PUBLICACIÓN

Enviar un texto de dos páginas en letra Times New Roman 12, con interlineado 1,5 considerando temá cas a nes a la Salud Mental y en un formato como en el que aparece en cada ar culo del presente número. En su forma cada trabajo debe incluir una descripción con obje vos, metodología, resultados y conclusiones. Si se trata de un tema de inves gación, con sus respec vas grá cas, citas y bibliogra a. Los trabajos descrip vos, cualita vos y de análisis-re exión, se enviarán con sus citas y bibliogra a al nal del estudio anotando autor, tulo del texto citado y año de la publicación. El nombre junto tulo y/o grado del autor y su lugar de desempeño o formación. Los textos aquí publicados son de responsabilidad de cada autor. Enviar dentro del plazo de recepción (20 de marzo año 2023) al correo señalado al inicio: psicosaludvg@gmail.com

DIRECTORA:

Ps. Verónica Garay Mo at

COLABORADORES:

Ps. Rubén Darío Gil Gómez

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Macarena Prieto Sepúlveda

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DIFUSIÓN:

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Patricio Vidal Toro

EDITOR:

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Ps. Juan Pablo Vicencio


“El mundo cambia en un instante y nacemos en un día” Gabriela Mistral


ÍNDICE Página BASES DE PUBLICACIÓN……………………………………………………………………………………….……............... 1 ÍNDICE………………………………………………………………………………………………………..…………….................. 3 PALABRAS AL INICIO………………………………………………………………………………………..…………............….4 MODELOS POLARES PARA ORIENTAR LA INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA EN PSICOTERAPIA RELACIONAL Por Patricio Araya Arenas.............................................................................................................. 5 EL AUTORITARISMO, PATOLOGÍA DE LA SALUD INTEGRAL Luis Weinstein Crenovich................................................................................................................ 8 LA PERSONA DEL TERAPEUTA EN CONTEXTO DE PANDEMIA: Autocuidado en empos de Crisis” (Parte II) Ps. Juan Pablo Vicencio C............................................................................................................... 10 LA CONSTITUCIÓN DEL PSIQUISMO EN FREUD Y EN LACAN…. Karina Jiménez................................................................................................................................15 DE LA VIOLENCIA A LA FRATERNIDAD: Hacia una Democracia Consciente (Parte 1)... Eduardo Yentzen Peric.................................................................................................................... 18 TECNOLOGÍA “PLANDEMIA” Y CREATIVIDAD: Empoderamiento en el Proceso de Psicoterapia de Autorrealización Carola Paz Moraga Sepúlveda....................................................................................................... 21 PEDAGOGÍAS DEL CUIDADO, DEL RECONOCIMIENTO Y LA RESPONSABILIDAD… Jorge Osorio Vargas....................................................................................................................... 26 AMORES VIOLENTOS Bárbara Pozzo................................................................................................................................ 32 COMENTARIO DE LIBROS: EPIGRAMAS, APOTEGMAS Y OTROS TEXTOS DE GONZALO VILLARINO H.

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Ivo Sazunic Y................................................................................................................................... 34


PALABRAS AL INICIO La transformación es posible en la medida que despertamos a lo que nos está pasando. Si del miedo es que viene la duda y la inseguridad, y con ello la falta de con anza como respuesta a una sociedad exigente, se hace necesario prac car cada vez más la valen a y el coraje. Desde el instante en que predomina una autoimposición de ser demasiado obedientes sin querer transgredir lo establecido solo para sen rnos seguros, comenzamos entonces a defendernos a través de proyecciones depositando en el otro lo que nosotros mismos estamos sin endo, lo que tarde o temprano provoca un con icto. El miedo se origina en la cabeza a través de la comparación; por lo tanto, es un proceso mental. En lo somá co se mani esta a través de dolencias a las vísceras y en la cabeza principalmente, con retorcijones y cefaleas como síntomas frecuentes y molestos; en el comandar todo desde la cabeza unidireccionalmente hay una desconexión inversa cuerpo-mente-afectos, lo que, pese a ser más simple de lo que pensamos, resulta tan invisible, que da sus señas solo a través del dolor o cuando ya se hace crónico, resultando tarde como para prevenir. Se origina en gran parte por tensiones, desatención a carencias de afecto y contacto sico, desplazándose la atención hacia la mente y creyendo que el problema parte allí siendo muchas veces es al revés. Se llega a hacer mental una defensa o racional, cuando el cuerpo no es sostenido ni contenido en las emociones de pena, rabia, o temor. Siguiendo el esquema psicodramá co MENTE, CUERPO Y AFECTO nos movemos entonces solo desde la mente, faltando la integración afec va que produce el contacto con los demás. Es aquí donde entran en juego aspectos importantes como la con anza, la lealtad y la valoración, siendo fundamentales la crea vidad y la espontaneidad. ¿Por qué se perderían si son cosubstanciales a lo esencialmente humano? ¿Por un exceso de distracciones en una sociedad que termina originando el aburrimiento? ¿O la sobrexposición a un ofertón constante que no cesa de privilegiar la competencia? Todas esas a rmaciones enen sen do, y como sea, en este quinto número de la revista abordaremos la temá ca de la transformación desde diversas aristas: el autocuidado, la noción psicoanalí ca del psiquismo de Freud a Lacan, el paso de la violencia a la fraternidad, experiencias prác cas de empoderamiento a través del trabajo terapéu co dentro del enfoque humanista. También una pedagogía del Cuidado se hace muy necesaria en estos días, junto con el reconocimiento y responsabilidad como focos de acción educa va. Por otro lado, no habrá tampoco una salud mental

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integral mientras sigan exis endo prác cas autoritarias.


MODELOS POLARES PARA ORIENTAR LA INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA EN PSICOTERAPIA RELACIONAL Por Patricio Araya Arenas1 Cualquier psicoterapia ene como nalidad primordial ofrecer alivio a través del encuentro de sen do y de vivir una experiencia transformadora. Para que ello sea posible es menester considerar que no basta con escuchar acerca de lo que duele, sino que es necesario aliviar, desconges onar, generar sen do. Es desde esta mirada que me atrevo a pergeñar aquí algunos elementos de carácter polar o binario para el encuadre interno del terapeuta, con el n de orientar su pensamiento e intervención en una situación terapéu ca dada, orientando su mirada al polo opuesto de lo presentado en algunos momentos de la sesión. Voy a referirme a algunos de los elementos an té cos que uso en sesión, intentando aportar algunos casos clínicos para su clari cación. Individuación/Pertenencia Una de las tensiones fundamentales en todo individuo en su desarrollo social, ene que ver con su necesidad de sostener su propia individualidad y, a la vez, sen rse perteneciente a un grupo, familia y conglomerado. En ocasiones los vínculos de pertenencia están tan deteriorados que aparece como mucho más visible el polo de individuación, bajo la forma de diferentes variedades de esquizo pia. Al adver r ese polo de funcionamiento resulta ú l plantear al paciente ac var cualquier inicia va de vinculación con su entorno, ya sea retomando vínculos de amistad que hace empo ha dejado de lado, par cipando en ac vidades virtuales a nes, donde encontrarse con personas interesadas en la misma ac vidad, o simplemente retomar ac vidades que le impongan salir de casa o de su aislamiento. Por otro lado, he podido observar en ciertos pacientes una actuación regida por mandatos de obediencia y sacri cio familiar, se trata de casos en los que las necesidades personales quedan frecuentemente relegadas a un segundo plano. Al observar este po de exceso polar, mi acción terapéu ca propende a que el paciente pueda hacer valer sus propios intereses y ac vidades o necesidades. Resulta muy es mulante escuchar que a raíz de este

po de intervenciones el consultante vive una especie de

liberación personal, puesto que logra equilibrar sus propias necesidades respecto de las de los otros. Aquí el foco de atención terapéu ca apunta a relevar aquellas necesidades postergadas y que legí mamente requieren darle prioridad a la vida de cada uno.

Psicólogo Clínico, Psicoterapeuta relacional, Psicodrama sta, Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Chile, Centro de Psicodrama Triádico de Madrid, mail: arayaarenas@hotmail.com

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Mundo interno/Mundo externo Una polaridad que me ha tocado observar y tratar, consiste en ciertas manifestaciones de excesiva mentalización, en detrimento de la ac vidad en el mundo exterior. A veces se trata de mentalización con ideas obsesivas o con fantasías de destrucción, denotando un mundo interno turbulento y problema zado. En otras oportunidades se trata de una ac vidad mental excesiva, que de ene a la persona en su mundo interno, en una especie de ensoñación interior. Más allá de intentar comprender el por qué ese po de experiencias, también tenemos en nuestra mano destacar que más allá de nuestros pensamientos que nos pueden tener muy ocupados, hay un mundo ahí afuera al que también hay que acudir. Un paciente, por ejemplo, abandonado por su padre desde pequeño, pero con quien mantenía una comunicación telefónica esporádica, pasa buena parte de su primer empo de terapia hablando de él, que aún está vivo, sin embargo, no lo veía. Si bien se trata de un padre internamente “vivo” -a pesar del abandono- se trata de un padre al que no se acude, al que solo se le piensa, pero no se le olfatea. Un punto importante de nuestro trabajo consis ó en pasar de la imagen fantaseada a la realidad del encuentro. Pasado/Presente En par cular en situaciones de trauma zación en la historia de vida (ya sea por algún hecho más o menos puntual o por situaciones relacionales vividas de forma sostenida en el empo), muchas veces el recuerdo -o situación traumá ca- ende a mantenerse enquistado en el relato y vivencia del paciente. Uno de los enfoques primordiales en psicoterapia relacional consiste en considerar el trauma como hecho signi ca vo en la historia del consultante, muchas veces el poder rememorar estos hechos frente al terapeuta (en especial si nunca se ha hablado de ello) sirve como válvula de descompresión, como descarga aliviadora, sin embargo también es necesario trascender el mero relato para poder comprender cómo se inscribe en la historia de la persona y cómo la determina en sus con ic vas actuales, eso impone un trabajo de elaboración donde poder comprender cómo nuestro pasado determina nuestro presente. Es labor del terapeuta orientar ese pasaje de comprensión, aceptación y duelo, enriqueciendo la comprensión del presente y sus determinaciones, en un sen do de apertura hacia lo nuevo. Inconsciencia/Consciencia Otro de los pasos donde cabe una labor ac va del terapeuta, consiste en facilitar procesos de comprensión del paciente respecto de sus propios contenidos inconscientes que lo determinan y hacen parte de sus propias estructuraciones. Muchas veces, cuando se hace este descubrimiento se trata de un momento sorpresivo, puesto que hasta antes de este descubrimiento no se tenía conciencia de esta recurrencia o condicionamiento. El paso aquí se da tanto por parte del terapeuta, cuando es capaz de

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apuntar la recurrencia o trama según la cual se mueve el paciente, o también puede ser el paciente


mismo quien llegue a este descubrimiento. En todo caso el disposi vo terapéu co, bien llevado, con capacidad de escucha, apertura y aceptación, provisiona que se logre este po de descubrimientos. Estado inicial/Estado nal (de sesión) Siempre es necesario considerar el estado inicial con el que llega el paciente a sesión o, en su defecto, algún estado emocional signi ca vo que abra durante la sesión, en par cular en cuanto cuando se trata de afectos penosos es del todo necesario efectuar cualquier operación terapéu ca que permita aliviar ese estado. Una paciente me comenta que está pasando un mal momento porque está en un proceso de desvinculación de su trabajo, donde ha recibido mucho maltrato, además, agrega, se queda en casa, no está saliendo, lleva varios días en eso. Advierto que no basta profundizar en su malestar, sino que debo hacer lo posible por sacarla de ese lugar de sufrimiento, al menos en sesión y con la intención de dejar un modelo de auxilio personal. Mi intervención, en esa situación, consiste en pedirle que se mueva mientras hablamos, que vaya al pa o, que me relate lo que ve, que a enda a su cuerpo, que se enda, que respire, todo esto tomando todos los minutos necesarios para que cuando le pregunte me pueda decir que se siente más aliviada que cuando empezamos la conversación. Es cierto que este po de intervenciones a veces solo enen un carácter palia vo, pero al menos ahí se juega la posibilidad de hacer de la consulta terapéu ca un espacio de alivio del dolor emocional. Para concluir, puedo señalar que en el contexto de la consulta clínica, es preciso disponer de un encuadre mental exible que permita generar espacios de intervención oportunos y per nentes a las necesidades del paciente, y una de las modalidades de exibilización consiste en una visualización polar de las situaciones que ocurren dentro de la consulta.

Bibliogra a León, S.; Ortúzar, B. y otros (2020): “Diccionario introductorio de psicoanálisis relacional e intersubje vo”, RIL Editores, San ago de Chile.

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Winnico , D (1986): “Realidad y juego”, Editorial Gedisa, México.


EL AUTORITARISMO, PATOLOGÍA DE LA SALUD INTEGRAL Luis Weinstein C.2 Vivimos en una época donde la democracia está en todas partes, aunque es demasiado leve, ene tan escasa intensidad, que solo contamos con declaraciones en favor de los derechos humanos, con discursos, con muchísima ret rica, en que se la enaltece. Por de nición, democracia es gobierno del pueblo, de las mayorías. Las mayorías, es cierto, eligen gobernantes, legisladores y autoridades locales. Sin embargo, no expresan opciones, sobre lo más medular, la calidad y el sen do de la vida. Grupos de personas especializadas dan informaciones, evaluaciones e ideas sobre la marcha del desarrollo humano. La ciudadanía, como conjunto, no interviene en ello. Se da, incluso, una tendencia de los sectores más sensibles a la cautela de los valores humanistas que propugna canalizar la atención de las personas hacia lo local, lo pequeño. Lo emblemá co es el predicamento de “lo pequeño es hermoso”. Lo pequeño, insigne redundancia, es pequeño, hermoso o no tan hermoso... Dis nto es el dictum de “pensar globalmente y actuar localmente”, aunque, de nuevo, se cae en lo obvio ya que todo actuar es localizado, sea grande o de poca extensión. Hay que empezar por pensar globalmente, siempre fue así ́y, con más razón ahora, en un mundo globalizado. La democracia “realmente existente” es laminar,

ene poco espesor,

ja límites al ámbito de intervención de las

autoridades, establece derechos de propiedad, llama a mover el lápiz en consultas periódicas sobre el ejercicio de cargos. La democracia legi ma, la del gobierno del pueblo, requeriría la intervención del pueblo en la dirección del desarrollo, en la calidad de la convivencia, en la cultura, en el establecimiento de proyectos de desarrollo personal, vincular y grupal. Es allí ́donde se hace presente una ausencia, la de la autonomía crí ca, profunda. Por falta de condiciones económicas y, o, culturales, por carencia de consciencia humana, consciencia de la condición del ser humano, de la época y el momento evolu vo, de la trascendencia de la vida de cada ser humano, de la trascendencia de la vida, de la complejidad. Por esa dirección va el obje vo del desarrollo personal orientado a la conciencia humanista, de la educación para la vida, de la salud integral, de la democracia profunda...facilitar el ejercicio de ser personas, de desarrollar lo humano. Es, como dudarlo, un propósito utópico, o rela vamente utópico, ya que cuenta sólo con realidad y viabilidad en algunas partes, en personas, grupos y redes que a través del orbe buscan formas de contribuir a un cambio de paradigma, de las bases de la cultura.

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2 Educador Comunitario, escritor, médico psiquiatra y de salud pública. Director de la Revista Coincidir.


El poder, claro está,́ el macro poder y el poder capilar de los pequeños espacios, discurriendo en las creencias en boga, se orienta en otro sen do, busca mantenerse en lo fác co, en lo separado, en lo compe

vo, en lo acumula vo, en lo mensurable. Se apoya en una estructura de carácter que recorre el

mundo, el modo de ser autoritario. Con gobiernos militares o civiles, con reyes o presidentes, con sistemas feudales, coloniales, neo coloniales, socialismos burocrá cos, capitalismos incipientes o avanzados, premodernidad, modernidad o post modernidad... la cultura contribuye a la cristalización de un conjunto de rasgos que per lan el modo de ser, el síndrome autoritario. Su caracterización cons tuye uno de los logros más interesantes del siglo veinte. En el modo de ser autoritario (1) se actualiza una proclividad a enmarcar las acciones, sin sen do crí co, en las polaridades del mandar u obedecer. Se manda a los subordinados, se obedece a los superiores, sin apertura, sin re exión, sin concepción de diálogo. Un ejemplo demostra vo se encuentra en la conducta de Eichman, burócrata del exterminio en empos del tercer Reich, tan bien documentado por Hannah Arendt (2). El público ha conocido la impactante evidencia de la patología del obedecer, presente en las personas más insospechadas, a trav s de las inves gaciones de Stanley Milgran donde se muestra al extremo a que pueden llegar “buenos ciudadanos “por obedecer a los que legi man como autoridades” (3). Entre los rasgos más notorios del modo de ser autoritario, se destacan la tendencia a los prejuicios y a los estereo pos, la rigidez, el desprecio a las minorías y la admiraci n por la fuerza, el rechazo a la ambig edad, la distancia ante lo subje vo. En el trasfondo podemos situar la hip tesis de Sartre según la cual el an semi smo se basa en el rechazo a la condici n humana. Se busca seguridad, estructura, negando la “viscosidad”, el “para sí”, la interioridad. “El an semita es el hombre que quiere ser pe asco implacable, torrente furioso, rayo devastador, todo menos un hombre” (4). En el autoritario, de cualquier ideología o nivel de pragma smo, hay un proyecto de vida primario, inconsciente, apoyando la búsqueda de seguridad profunda, ontol gica, no asumiendo el v r go de la condici n humana.

Bibliogra a: Adorno T.W. y otros. (1965) La Personalidad Autoritaria. Ed Proyecci n.Bs Aires. Arendt, Hannah. (2000) Eichman en Jerusalén. Ed. Lumen. Barcelona. Stanley Milgran (1980) Obediencia a la Autoridad. Ed. Desclee de Brouwer.Bilbao

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Sartre Jean Paul. (2008) Re exiones sobre la Cues ón Judía Seix Barral


LA PERSONA DEL TERAPEUTA EN CONTEXTO DE PANDEMIA: Autocuidado en empos de Crisis (Parte II) Ps. Juan Pablo Vicencio C.3 Para la OMS (2019, párr.1) “autocuidado es la habilidad de las personas, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud [biopsicosocial], hacer frente a las enfermedades o discapacidades con y sin el apoyo de un proveedor de atención en salud”. A menudo se asume que nuestra profesión de psicólogos nos inmuniza contra el efecto nocivo que puede traer el enfrentar el sufrimiento y trauma smos de nuestros clientes, pero lo cierto es que más allá de elec vos o talleres, nuestra formación profesional pone poco énfasis en hablar del tema o proponer estrategias de protección. Autocuidado para psicólogos en pandemia: recomendaciones basadas en la inves gación y la prác ca clínica Norcross & Phillips (2020) presentan nueve métodos -o técnicas- breves, y apoyadas por la inves gación que deben integrarse en hábitos de autocuidado más amplios, a saber: 1. Limite y absténgase del consumo excesivo de los medios de comunicación: manténgase informado y siga las recomendaciones respecto del COVID -19, pero sin entrar en el pesimismo sensacionalista de los medios de comunicación. 2. Organice un horario o una ru na con ac vidades que brinde una sensación de estructura y tranquilidad. Si es bueno para los pacientes, también aplica a usted. 3. Prac que la reestructuración cogni va: ser autoconsciente de los autodiálogos nega vos, autoengaños y distorsiones cogni vas. Los psicólogos, aunque somos conscientes de las creencias irracionales con nuestros clientes, nos pasa lo mismo como personas. 4. Prac que la gra tud diaria. Probablemente por razones adapta vas somos más conscientes de las emociones nega vas -o displacenteras- que de las posi vas. Para corregir este desbalance, realice ejercicios de agradecimiento: escriba sobre las cosas posi vas de la vida en un diario o recuerde tres cosas buenas del día -antes de ir a dormir- por ejemplo, como una manera de ampliar nuestra percepción: ¡también ocurren cosas buenas en pandemia! 5. Tómese dos minutos para conectar con el momento presente, sin juzgar (sin pensamientos en la mente): prac que una ac tud “mindfulness” (conciencia plena o atenci n consciente). Tambi n se puede hacer un ejercicio de centrado de treinta segundos: respirar tranquila y profundamente, despejando la mente de las cosas que uno debe hacer más tarde, y concentrarse en el aquí y ahora y luego en el paciente que está a punto de ver. Estas prác cas de mindfulness pueden realizarse antes de comenzar el día profesional, entre pacientes y al nal del día -antes de salir de la o cina.

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Psicólogo Clínico miembro del Clinical Supervision Research Collabora ve. Revisor de la www.revistasaludlmental.cl y parte del equipo colabora vo.


queridos (familia y amigos) es necesario más que nunca en pandemia. El apoyo social reduce las presiones actuales experimentadas, amor gua los estresores laborales y modera la asociación entre el estresor y la tensión. Dicho de otro modo, actúa como factor protector. 7. Conéctese con la naturaleza -de forma segura- Un poco de eco-terapia nos permite levantar el ánimo y disminuir la ansiedad. 8. Prac que la autocompasión o auto empa a. Los profesionales son propensos a culparse a sí mismos y mantener un exceso de deberías (mochila de autoexigencias crí cas). Durante esta crisis temporal, sea amable [buen amigo de sí mismo]. 9. Vuelva a centrarse en su misión y la ventaja de prac car psicología: la ansiedad e incer dumbre del COVID-19 pueden transformarse en una oportunidad para experimentar el privilegio de ayudar a otros.

Otras acciones sugeridas son: •

Tenga conciencia de sus necesidades emocionales: este percatarse le permi rá una mayor exibilidad para modi car días y horas de sesiones -cuando no esté en condiciones de atender-, por ejemplo, cuando un miembro de su familia se encuentra hospitalizado (grave) por COVID-19.

Organice su agenda de pacientes, de acuerdo a la complejidad de éstos, de modo de no sobrecargarse (quemarse).

Considere derivar a sus pacientes cuando la problemá ca de éstos, exceda sus competencias. Esto implica un actuar é co del terapeuta.

Haga ejercicio, descanse, aliméntese y duerma adecuadamente. Puede resultar de perogrullo, pero la mayoría de los terapeutas trabajan entre 44 a 50 horas semanales. No se alimentan adecuadamente, ni menos toman descansos o realizan ac vidad sica. Las licencias psiquiátricas por diversos trastornos psicológicos y enfermedades psicosomá cas suelen ser altas (Guy,1995).

Deje pasar al menos 15 minutos entre sesiones para recuperarse, revisar notas y conectarse con su nuevo cliente (Yalom, 2002).

Revise sus notas ( cha de paciente) previamente, esto le permi rá tener un hilo conductor entre sesiones y enfrentar cada encuentro más relajado. A su vez, le permi rá hacer resúmenes (re ejo empá co) y mejorar el vínculo (Yalom,2002). Otra variante es anotar sus reacciones emocionales y pensamientos a modo de prác ca re exiva: ¿por qué creo que reaccioné de esta manera? ¿Cómo respondió el cliente en la sesión? ¿Qué haría diferente la próxima vez?

Integre el humor como herramienta terap u ca y como “amor guador” de situaciones di ciles -en

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sesión y fuera de ella- (Norcross, 2018).

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6. Acérquese a su red de apoyo para nutrirse emocionalmente: aceptar y dar apoyo a nuestros seres


No trabaje solo -como una forma de prevención del deterioro mental-. James Guy (1995) propone educación con nuada (seminarios o talleres); supervisión periódica o interacción con colegas (red de apoyo) y psicoterapia personal.

Intente no llevar los problemas -y las tareas- a la casa. A menudo, los terapeutas les cuesta tomar distancia afec va de sus pacientes. Esto puede llevar a mantener di cultades para relacionarse con familiares y amigos (Guy,1995). Para ello, sugiero elaborar un ritual de transición para dejar el trabajo en el consultorio (o cina). En un acto simbólico, cuando dejo la consulta suelo poner un cartelito en la puerta que dice: hasta mañana. Usted, dependiendo de si trabaja de forma pública o privada, puede modi car el mensaje o crear otro rito. Es importante que, todas las sugerencias mencionadas, estén abiertas a la re exión del profesional:

más bien son una invitaci n y no una exigencia; el autocuidado es “un traje a la medida” en el sen do de que cada terapeuta sabe qu necesita (“d nde le aprieta el zapato”) y qu ac vidades -recursos o técnicas- le resultan más e caces y e cientes que otras en virtud de su es lo y su individualidad.

Conclusiones A par r de mi trabajo de 20 años como clínico -en ámbito público y privado-, sumado a las inves gaciones y experiencias de otros terapeutas como Guy (1995), Yalom (2002), Norcross (2018; 2020) o Daskal (2016) -con más de 40 años de profesión-, se puede a rmar que los terapeutas -en generaltenemos poca conciencia de nuestras necesidades emocionales, por tanto, nos cuesta darnos cuenta y, luego, tomar acciones de prevención y/o tratamiento. Acostumbramos a entregar nuestra ayuda a otros, sin embargo, somos renuentes a pedir apoyo y ser contenidos. Dicho de otro modo: no tenemos incorporado el autocuidado como una prác ca constante en nuestra vida profesional. Es importante desmi

car las “máscaras” (e quetas sociales adjudicadas al rol) para dar paso al

terapeuta real -que sufre los mismos embates de la vida que nuestros clientes- y que nos permite ser conscientes del desgaste que implica nuestro quehacer -al margen de los privilegios y aspectos posi vos de la profesión- y tomar las medidas que nos protejan. El rol de terapeuta y la vida personal, no están disociadas: son dos caras de “la misma moneda” que interactúan y se afectan recíprocamente. Urge, por tanto, indagar y profundizar en “la persona del terapeuta” así como generar inves gaci n, que pueda ser aplicada en la ense anza de los programas de pregrado, para que se integre en la conciencia del psicólogo como un impera vo é co de los terapeutas que quieren ofrecer servicios de excelencia. Dada la exposición inherente de nuestra profesión, sumada al contexto adverso de la pandemia: ¿cómo

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nos cuidamos -responsablemente- para cuidar, contener o acompañar e cazmente a otros?


Referencias Bagcchi S. (2020). S gma during the COVID-19 pandemic. The Lancet. Infec ous diseases, 20(7), 782. h ps://doi.org/10.1016/S1473-3099(20)30498-9 Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., Daskal, A. (2016). La persona del terapeuta. San ago, Chile: Ediciones UC Figley, C. R. (Ed.). (2002). Psychosocial stress series, no. 24. Trea ng compassion fa gue. Brunner-Routledge. Freudenberger, H. (1974) Sta Burnout. Journal of Social Issues, 30, 159-165. h p://dx.doi.org/10.1111/j.1540-4560.1974.tb00706.x Guy, J. (1995). La vida personal del psicoterapeuta. El impacto de la prác ca clínica en las emociones y vivencias del terapeuta. Barcelona: Paidós. Maslach, C., & Leiter, M. P. (2016). Burnout. In G. Fink (Ed.), Handbook of stress: Vol. 1. Stress: Concepts, cogni on, emo on, and behavior (p. 351–357). Elsevier Academic Press. Norcross, John & VandenBos, Gary. (2018). Leaving It at the O ce: A Guide to Psychotherapist Self-Care. Norcross, J.C. & Phillips, C.M. (2020) Psychologist Self-Care During the Pandemic: Now More Than Ever. J Health Serv Psychol 46,59–63 h ps://doi.org/10.1007/s42843-020-000105.h ps://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30460-8. Extraído de h ps://coronavirus.jhu.edu/map.html consultado17 noviembre 2020 Salazar de Pablo, G., Vaquerizo-Serrano, J., Catalan, A., Arango, C., Moreno, C., Ferre, F., Shin, J. I., Sullivan, S., Brondino, N., Solmi, M., & Fusar-Poli, P. (2020). Impact of coronavirus syndromes on physical and mental health of health care workers: Systema c review and meta-analysis. Journal of a ec ve disorders, 275, 48–57. h ps://doi.org/10.1016/j.jad.2020.06.022 Saxon, David & Barkham, Michael. (2012). Pa erns of Therapist Variability: Therapist E ects and the Contribu on of Pa ent Severity and Risk. Journal of consul ng and clinical psychology. 80. 535-46.DOI: 10.1037/a0028898. Sera ni, G., Parmigiani, B., Amerio, A., Aguglia, A., Sher, L., & Amore, M. (2020). The psychological impact of COVID-19 on the mental health in the general popula on. QJM: monthly journal of the Associa on of Physicians, 113(8), 531–537. Advance online publica on. h ps://doi.org/10.1093/qjmed/hcaa201 Wampold, B. E., & Brown, G. S. (J.). (2005). Es ma ng variability in outcomes a ributable to therapists: A naturalis c study of outcomes in managed care. Journal of Consul ng and Clinical Psychology, 73(5), 914–3. h ps://doi.org/10.1037/0022-006X.73.5.914 World Health Organiza on (2019) Consolidated guideline on self-care interven ons for

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h ps://apps.who.int/iris/ Yalom, I. (2002) El don de la terapia. Carta abierta a una nueva generación de terapeutas

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y a sus pacientes. Emecé Editores. Buenos Aires.


LA CONSTITUCIÓN DEL PSIQUISMO EN FREUD Y EN LACAN Karina Jiménez4

El texto escrito a con nuación es una adaptación de la ponencia presentada en el II Coloquio Canario de Psicoanálisis bajo el tulo de “La Segregaci n, Rechazo al Otro”, celebrado en 1995 en Las Palmas de Gran Canaria. En este trabajo de la psicoanalista Dolores Conde destacan la claridad en la expresión de los conceptos y el uso de un lenguaje fácilmente accesible, por lo que un extracto del mismo puede ayudarnos en la comprensión de la cons tución del psiquismo, conceptualizada por Freud y Lacan. Destacar así mismo que la formaci n del Yo en Freud, remite a su texto “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” y la formaci n del Yo en Lacan remite a su texto sobre “El Estadio del Espejo”. Freud, ya desde "El Proyecto de Psicología para neurólogos", de 1985, considerado como su primer texto, explora la cons tución de la realidad psíquica en el humano y su relación con el Otro. En su re exión sobre el principio de realidad como opuesto al principio del placer destaca que la relación primera del recién nacido con el exterior es a través de su madre. El recién nacido, par endo de su desamparo, va diferenciando la sa sfacción de lo doloroso, lo interior de lo exterior, por medio de esta relación. Su experiencia de sa sfacción depende al completo del Otro, que es a su vez su objeto primordial. Poco a poco va reconociendo, en la repe ción, los objetos de su sa sfacción y aquellos que le causan dolor. Al igual que va diferenciando los es mulos internos placenteros de los displacenteros. De esto queda una huella, y por medio de ellos construirá su realidad psíquica, conformando "una atracción posi va hacia el objeto deseado, o, más bien, hacia su imagen mnemónica, mientras que de la vivencia dolorosa resulta una repulsión". Pero los encuentros con el objeto no son sin problemas, ya desde el inicio el humano se encuentra con que hay algo de la primera experiencia mí ca de sa sfacción que no puede reproducirse, que en esta repe ción hay una pérdida. La percepción no es la misma, algo queda fuera de representación, excluido, en el encuentro con el objeto. A este fracaso Freud lo denominó experiencia de dolor y esto excluido es lo que llama La Cosa (Das Ding), algo que es interior pero que queda segregado como lo extranjero, lo ajeno, lo desconocido, y lo iden

cará con aquello del prójimo que también le es

ajeno. Así va cons tuyéndose el aparato psíquico, diferenciándose entre el Yo y el no Yo. "Para el juicio, lo malo, lo ajeno al yo y lo exterior son la misma cosa” (Freud, La Negación, 1925). La Cosa, como vacío, supone una hiancia a nivel inconsciente, Lacan lo expresa del siguiente modo; "El Ding, como extranjero e incluso hos l a veces, en todo caso como el primer exterior, es aquello en torno a lo cual se organiza todo el andar del sujeto" y será el origen de su deseo, aquello que lo empuja; tratar de volver a encontrar aquello perdido.

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ago de Chile

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4 Médico-Psiquiatra y Psicoanalista, San


Pero, como se ha dicho, hay algo de irrepresentable que nunca logrará encontrar. El deseo, que es la huella de la experiencia de sa sfacción guía al sujeto en la búsqueda del objeto, pero el principio del placer le impone sus rodeos, conservando una distancia en relación con la Cosa, para evitar el encuentro con la huella de la experiencia insa sfactoria, dolorosa. Esto provoca un malestar, el mantenimiento de una fuerza interior constante que es conceptualizada por Freud como la pulsión. Esta pulsión fuerza a ir más allá del principio del placer que era explicado como la búsqueda de la homeostasis, ya que el equilibrio queda roto. Este más allá, es lo que Freud denomina pulsión de muerte. ¿Cuáles son las caracterís cas de la pulsión? Que se trata de una fuerza constante, que no ene objeto y que es acéfala, su n no es la procreación sino su sa sfacción en el recorrido, es decir, que se sa sface ella misma. El sujeto se cons tuye en respuesta a esto que lo mueve pero que le es desconocido. Percibido como lo ajeno, lo extranjero, lo diferente, de esto no quiere saber nada. Las estructuras clínicas son la respuesta del sujeto a esto imposible de representar. Para el psicoanálisis el sujeto es siempre supuesto, debe encontrar su lugar en un Otro que le preexiste y que con ene las leyes que le rigen. A este lugar Lacan lo denomina el OTRO (A), la alteridad radical que nos cons tuye y que es esencialmente simbólico, es el lugar del lenguaje, del signi cante. El Otro cons tuye la razón estructural de la alienación fundamental del ser hablante: para responder a la pregunta sobre su iden dad debe ir a ese lugar del Otro. El sujeto deviene dividido de esta operación signi cante, y por el hecho de hablar está para siempre separado de su naturaleza de ser vivo. Por esta incidencia del signi cante, el sujeto pasa de ser sujeto de la necesidad a serlo de la demanda y del deseo. Es del Otro de quien depende la sa sfacción de la necesidad que desde el momento mí co en que ocurre deja de ser tal para conver rse en demanda y pregunta acerca del deseo de ese Otro, del que el sujeto hará suyo su deseo; "el deseo es el deseo del Otro", dirá Lacan. "La palabra mata a la cosa", hay algo que se pierde en la operación del lenguaje que causa al sujeto. Este resto es lo que no puede ser simbolizado, aquello que Lacan denominó primero y siguiendo a Freud, la Cosa -Das Ding- y luego goce, el goce inherente a la Cosa en tanto que perdida. La Cosa es de nida por Lacan como lo real. Lo que ya está antes del signi cante y fuera de signi cado, que escapa a las representaciones inconscientes, excluido de lo simbólico y que queda situado como el primer exterior en el interior del campo de las representaciones. Es a propósito de este real en lo simbólico que u lizará el término de ex midad, lo que es extranjero e ín mo a la vez. El sujeto, dividido por su propio discurso que conlleva una pérdida, man ene su distancia respecto a la Cosa y se construye en un modo de relación de “afecto(defensa)primario”, anterior a toda represi n y del que surge el bien, el mal, el sufrimiento, el amor y el odio. Esto explica que haya “algo que posee el carácter de irrepresible, aún a través de las represiones…un empuje que viene del interior…que no se trata de la presi n de la necesidad…que es una fuerza constante, una energía…” a lo que Freud dio el nombre de pulsión. Ningún objeto de la necesidad puede sa sfacer la pulsión, la sa sfacción de la pulsión es el goce, un real que está más allá del principio

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del placer, llamado por Freud “pulsi n de muerte”. Un goce marcado por una p rdida, cuyo punto de


par da es el cuerpo, que, contrariamente al principio del placer, puede limitar con el dolor y que, por lo tanto, es nocivo en relación a los nes homeostásicos de dicho principio. “El sujeto aparece primero en el Otro, en la medida que el primer signi cante, el signi cante unario surge en el campo del Otro” (Lacan). Pero en esta captura simbólica del sujeto hay una pérdida, lugar del ser de goce, que produce su división y causa su deseo. Al primer signi cante, rasgo unario, quedará alienado el sujeto, siendo la matriz del ideal del yo, iden

cación primaria narcisista, ideal del Otro, I(A). A par r de esta referencia, el sujeto ve

aparecer su yo y su yo ideal,” ese punto donde desea complacerse consigo mismo” fabricado a par r de su imagen en el espejo: autónoma, unitaria, completa. Ante la pérdida, el sujeto se disfraza de su contrario; la autonomía del yo, función de desconocimiento, ya que la iden dad con la que se nombra y los ideales con los que se iden

ca tratan de velar su falta en ser, su verdad par cular, aquello que

desconoce de sí mismo y que goza. Es bajo la forma especular que el sujeto percibe también al otro, su semejante.

Bibliogra a Conde, María Dolores. La Segregación, Rechazo al Otro. Alisios, cuadernos canarios de psicoanálisis.1996. n°1. Pág. 50-58. Freud, Sigmund. Proyecto de una Psicología para Neurólogos. (1895 (1950)). Editorial Biblioteca Nueva. OC. Freud, Sigmund. Más Allá del Principio del Placer. 1919-1920. Editorial Biblioteca Nueva. Lacan, J. Seminario 7: La É ca del Psicoanálisis. (1959-1960). Editorial Paidós. OC.

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Soler, C. El Cuerpo en la Enseñanza de Lacan en Rev. Con uencias Vol1, n° 3


DE LA VIOLENCIA A LA FRATERNIDAD: HACIA UNA DEMOCRACIA CONSCIENTE (Parte1) Eduardo Yentzen Peric5

Los seres humanos podemos vivir bajo cuatro diferentes principios de vida o leyes, las que enen una gradación que representa dis ntos niveles de conciencia. De mayor a menor conciencia, estas leyes son: * la ley de la fraternidad o del amor *la ley de la convivencia tolerante *la ley de la lucha y la sobrevivencia del más fuerte *la ley de la violencia Hagamos una mínima caracterización de estas leyes: *La ley de la fraternidad o del amor proviene de las grandes tradiciones espirituales, en especial de sus maestros, y su propuesta es Ama a tu prójimo como a

mismo; lo que implica la hermandad de todo ser

humano. *La ley de la convivencia tolerante acepta convivir con el otro aunque se le rechace, se esté en desacuerdo, se tengan convicciones diversas. Es una disposición a no negar ni destruir al otro, y una rela va intencionalidad a cooperar unos con otros. *La ley de la lucha y la sobrevivencia del más fuerte valida la lucha, la confrontación, la imposición y dominio, a par r de la necesidad de subsis r en contextos de bienes escasos. *La ley de la violencia es un posicionamiento que valida destruir al otro en la prosecución de los propios deseos, intereses o convicciones. Niega toda sensibilidad hacia la vida del otro y toda inhibición al dominio, a causar daño, hacer sufrir o eliminar al otro. Estos cuatro principios representan así cuatro niveles de conciencia, actuando sobre el ser humano; y está en juego cuál guiará predominantemente los des nos de la humanidad. Frente a esto, es misión de cada quien elegir el po de ley al que va a obedecer, y el nivel de conciencia en el que va a vivir. Es impresionante reconocer que quien vive en cualquiera de estos niveles, valida ese nivel, y le parecen inconcebibles las manifestaciones de los otros niveles. Así, quien se guía por la violencia o por la lucha por la sobrevivencia, considera al amor una debilidad y una necedad. Quien aspira a la vivencia del amor ve en la violencia una conducta dañina que sólo causa sufrimiento. Quien se guía por la ley de la convivencia no concibe destruir a otro violentamente ni imponer sus ideas.

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5 Terapeuta transpersonal, facilitador en talleres de Eneagrama y Sanación de personajes interiores.


Quien se guía por la fuerza y la violencia, las considera como el único camino para conquistar los nes deseados. Quien se guía por el amor, ve a la violencia y a la fuerza como los grandes obstáculos a la armonía y el bienestar humanos.

La Democracia, y la elevación de la Conciencia La Democracia la concebimos –primeramente– como un modo de organizar la vida en comunidad desde el principio de la convivencia. Sin embargo en ella se expresa tanto la ley de la convivencia en que se toleran unos a otros, como la ley de la lucha por la sobrevivencia del más fuerte, y la ley de la violencia. En un grado menor, también se dan manifestaciones de la ley del amor o de la convivencia fraterna. Es decir, en la democracia conviven los cuatro niveles de conciencia. Dado esto, podemos decir que la democracia –en virtud de haber instalado en la historia de la polí ca y del gobierno de los pueblos el principio de la tolerancia recíproca- representó una elevación del nivel de conciencia respecto de las formas de gobierno monárquicas, feudales y ránicas -traspasando el centro de gravedad desde la ley del más fuerte a la ley de la convivencia, con tolerancia del otro- y creando las condiciones para seguir avanzando en elevar el nivel de conciencia de cada comunidad, sin necesitar salirnos de ella. Así –por ejemplo- un real respeto a los DDHH representaría una democracia más cerca de la ley del amor. Pero hoy en la democracia como convivencia tolerante predomina la tensión porque subyace por debajo de la fuerza de tolerancia, la ley de la lucha del más fuerte –expresada formalmente en la llamada competencia. Y además dentro de esta predominancia irrumpe una y otra vez la ley de la violencia, pues las personas instaladas en la lucha o la competencia se ven tentadas a bajar de nivel de conciencia y aceptar la violencia al servicio de su triunfo.

La Democracia al nivel de conciencia de la Violencia El tema de la violencia, que es un tema gigante, conmovedor y demoledor, que atraviesa toda la historia de la humanidad. Representa el uso de la fuerza para obtener algo en contra de la voluntad del otro; el no tener sensibilidad hacia la existencia del otro o negación del otro; el tener una disposición a causar intencionalmente daño a otro; y en extremo la disposición a destruir y eliminar al otro. Resalto, entonces, que la violencia no queda de nida sólo por el uso de la fuerza; además requiere disposición al abuso y a la destruc vidad. La violencia está así más abajo que la ley de sobrevivencia del más fuerte, pues valida la destruc vidad. El animal que caza para comer no se guía desde la destruc vidad sino desde la sobrevivencia. El animal no ataca desde la destruc vidad sino desde la necesidad. Por ello el ser humano que vive bajo la ley de la

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violencia se sitúa en un nivel de conciencia más bajo que el del animal.


La ley de la violencia se mani esta en los diversos escenarios y en múl ples aspectos y grados que pueden ser: la pareja, familia, lo laboral, polí co, social, militar, delictual, y otros. Los aspectos y grados de la violencia son: lucha, confrontación, agresión, indignación, rebeldía, desquite, venganza, destruc vidad, vandalismo, burla, crí ca, reclamo, rechazo, maltrato, rudeza, saña, resen miento, desprecio, amenaza, humillación, destrucción, abuso, some miento, acoso, violación, eliminación, asesinato, represión, tortura y también defensa. La violencia surge a par r de una distorsión psicológica, desde la cual una persona se permite conseguir lo que desea o eliminar lo que le molesta, sin importarle el dolor que produce. Esta distorsión psicológica proviene, en la mayoría de los casos, de haber sido originalmente víc ma de esos tratos. Al otro lado de la acción violenta, o del violen sta, tenemos a las víc mas de la violencia: los pueblos invadidos; los perseguidos por la santa inquisición; los pueblos some dos por dictaduras, personas maltratadas por parejas, jefes, etc. Estas víc mas, cuando se de enden, lo hacen desde la ley de la sobrevivencia y no de la destruc vidad. Pero es una delgada línea la que separa el que la víc ma se convierta en vic mario, pasando de la defensa a la venganza. Y en los procesos colec vos, sociales y polí cos, que quienes se alzan contra una opresión, se conviertan a la vuelta de la historia, en opresores. La violencia, en de ni va, nos produce horror y dolor, y ella se perpetúa a sí misma cons tuyendo un círculo vicioso. Es muy di cil llegar a in uenciar a quien jus

ca o valora ser violento. Si alguien violento pasa a no jus

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la violencia, ene la posibilidad de dejar de ser violento. La gran mayoría no-violenta requiere contener a los violentos, pero debe cuidar de no entregarse a la disposición a destruirlos, pues allí pasa a guiarse también por la ley de la violencia.

Bibliogra a: ‘El reencantamiento del mundo’. Morris Berman. Edit. Cuatro Viento. 1987. ‘Cuerpo y espíritu. La historia oculta de Occidente’. Morris Berman. Edit. Cuatro Vientos. 1992. ‘La mente patriarcal’ Claudio Naranjo. Edit. Del Nuevo Extremo. 2010. ‘El eneagrama de la sociedad’. Claudio Naranjo. Ediciones La llave. 2007. ‘Fragmentos de una enseñanza desconocida’. Pedro Ouspensky. Editorial Hache e. 1961. ‘Hacia una democracia crea va’. Eduardo Yentzen. Edit. Universidad Bolivariana. 2007. ‘Encuentros con hombres notables’. G.I. Gurdjie . Editorial Hache e. 1980. ‘Nuestros con ictos interiores’. Karen Horney. Editorial Psique. 1971.

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‘La sanaci n de nuestros personajes interiores’. Eduardo Yentzen. Autoedici n. 2015.


TECNOLOGÍA, “PLANDEMIA” Y CREATIVIDAD: Empoderamiento en el Proceso de Psicoterapia de Autorrealización Carola Paz Moraga Sepúlveda6

Para hacer un recorrido respecto al Espacio Psicoterapéu co de Autorrealización que me encuentro brindando actualmente, les invito a viajar en el empo hacia el año 2020. Un año que fue desa ante desde el inicio, pues cambiaron las prioridades y de manera espontánea comenzó a ac varse el Consultorio on line Menoko Lawen, en primera instancia con el cambio del Ciclo Vida Crea va de formato presencial en Casa Magnolia, Centro Psicoterapéu co integral de la ciudad de Osorno a la realización de los talleres grupales vía virtual a través de la Plataforma Zoom. Inicio de la nueva era del teletrabajo, del encierro, las fases 1, 2 y 3 y una serie de medidas propias del contexto Covid -19. Se instaló en el ámbito social la normalización de la enfermedad y la muerte, el miedo y el encierro como un macro-ship de lo ins tuido, junto a un sin n de “estrategias de domes caci n o dominaci n de lo ins tuyente” como proceso dialéc co que perpetúa el poder ins tucionalizado siguiendo al reconocido analista E.Loreau en su libro “Análisis Ins tucional” en el marco del Gran Estallido o Movimiento Social de su poca conocida como Revolución de Mayo del 68, principalmente en Francia extendiendo su in uencia por toda Europa y La noamérica impulsando signi ca vos cambios en diversos ámbitos tales como educación, salud y cultura; especí camente en el área de Salud Mental con polí cas públicas que dieron como resultado el cierre de los manicomios, la prohibición de seguir realizando tratamiento tales como electroshock, sobremedicalización o medidas coerci vas de la libertad de los atendidos, junto a un largo etcétera, provocando acelerados cambios hasta el día de hoy en favor de una mejor atención en salud mental con modelos cada vez más integrales, humanos y respetuosos. En este formato virtual de manera abrupta Instaurado, se realizaron 2 talleres grupales: “La piel del alma” y “El viaje del h roe”, impulsando un encuentro NECESARIO en un ambiente de progresiva sensación de aislamiento y encierro. Una actualización de la capacidad para establecer vínculos grupales, ac vando su potencial transformador en términos de contención social, apego seguro, autoes ma y sen miento de pertenencia al contar con una red de apoyo en momentos de encierro y aislamiento repen no y masivo. Como bene cios que percibimos conjuntamente coincidíamos en sen r que “nos sacó de la soledad, nos permi ó compar r nuestras incer dumbres, miedos, di cultades, angus a ante las adversidades externas, etc”. Es decir, funcionaba como un disposi vo de sostén social.

A pesar de los miedos y barreras hacia lo tecnológico, tanto mías como de los par cipantes, sumado a todo el revuelo de contexto que estaba presente en ese momento, se logró romper estructuras y 6

Psicóloga humanista Transpersonal, Psicodrama sta y especialista en Psicoterapia Clínica. Cofundadora de

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Menonko Lawen (Medicina del Humedal), carolamoragasepulveda@hotmail.com


resistencias, abriéndonos a una nueva experiencia. Por supuesto, no resulta una plataforma ideal estando muy alejada del logro vincular de una sesión presencial, aunque de todos modos, sa sfactoria y posi va en cuanto a cambios necesarios de impulsar en empos de adversidad, reforzando tejidos tanto internos como externos. La red comenzaba su proceso natural de colaboración y reciprocidad. Como en el común de los trabajos grupales se rea rma la cohesión y sen do de pertenencia, sostenimiento mutuo o ins nto gregario, seguridad, autoes ma, equilibrio y, por lo tanto, mejoras en el sistema inmunológico, ya que todo efecto posi vo en nuestro aspecto emocional aporta a nuestra salud integral. Por lo que las sesiones contrarrestan los sen mientos nega vos por los cuales muchos estábamos atravesando en diversos grados: dolor, miedo, angus a, caos, confusión, encierro, incer dumbre, entre otros. Tal como la naturaleza nos enseña, junto a todas las cosmovisiones ancestrales o la gran mayoría de ellas, el ujo natural es el movimiento, el cambio o la incer dumbre, recuperar ese ins nto de vivir en el presente o el Aquí y Ahora es una idea fuerza de la Filoso a Humanista o Existencialismo donde el ser se propone una búsqueda de sen do trascendental. Posteriormente, esta noción de PRESENTE nutre toda la corriente de la Psicología Humanista, Psicología del Encuentro, actualmente se agrupa en múl ples desarrollos como Psicología Posi va. En Psicodrama, su Fundador Dr. Jacob Levy Moreno acuña el concepto “MOMENTO” para referirse y dar metodología de acción para regresar a este presente como agente propiciador de cambio, un agente ac vo, un ser en sí mismo hacedor y creador de su des no. En la actualidad, se conoce la corriente de Mindfulness, también llamada Conciencia o Atención plena que profundiza en esta idea fuerza que consiste “en estar atento de manera consciente e intencional a lo que hacemos en el momento presente, sin juzgar, apegarse, o rechazar en alguna forma la experiencia”; la que también se encuentra ligada al budismo como una de las etapas de la iluminación, junto al concepto de Impermanencia, el Desapego y la Libertad de ser en esencia más allá de credos, creencias, condicionamientos o estructuras. Una corriente que llama a liberar la mente situándola en el presente, en la respiración, principalmente mediante la meditación. La invitación es a salir de la alineación social, lo cual es urgente en sistemas obsoletos y destruc vos que no consideran un desarrollo integral. De esta manera, conver rnos en agentes de cambio hacia la sustentabilidad que desde la cosmovisión mapuche seria despertar. Desde el yoga iluminarse o vivir en la conciencia plena. Así en diversos lugares se ha entendido este estado de gracia como un saberse parte, sen rse vivo, pleno y autorrealizado en el sen do de encontrar tu misión en la vida, armonizar tus vínculos con el todo y desde ahí sen r que todo está bien y que solo nos queda apreciar lo esencial, lo simple, lo bello, el encuentro genuino o autén co con otro, el verse, el sen rse, el conversar, el poder de los corazones en interacción, el saber que no estamos solos, que formamos parte de algo muy grande: de la energía vital y de la Madre Tierra. Entrar en una conciencia genera empoderamiento. Tan solo acrecentar esta conciencia transcendental origina cambios relevantes. Cambios que nos ayudan a ges onar y mantener nuestra salud mental junto

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al estado de bienestar que tanto anhelamos.


como profesional, al iniciar sin proponérmelo la inauguración de mi consultorio on line atendiendo en el transcurso del año 2020 / 2021/2022 diferentes procesos, constantes y estables, lo que no acontecía en las consultas arrendadas, donde lo pico eran los cambios de hora, perder el viaje, reorganizar agenda, etc. Ahora en terapias on line no sucede lo mismo, la gente suspende su hora y puedo reorganizar mis empos sin fuga de energía en términos de empo, viaje, costo de arriendo de box, traslado, etc. Todo es más exible y humano al encontrarnos en sesión virtual, se desarrolla una sesión muy similar a la presencial en contenido si bien en forma es muy diferente exis endo inconvenientes o barreras con las que se debe lidiar: contraseña, mala señal, mal audio, poca privacidad en ocasiones, interrupciones de todo

po, aun así, no se pierde la profundidad del proceso psicoterapéu co, aportando a la

trasformación del ser hacia una versión mejor de sí mism@. Además, se puede tener mayor cercanía a los lugares a los que pertenece cada persona, su casa, su o cina, sus lugares preferidos y sus interacciones co dianas, el paisaje emocional. Nos permite a su vez, estar en movimiento sin perder la constancia del proceso psicoterapéu co. Cuando nos toca viajar, solo nos abrimos a organizarnos y ges onar nuevos escenarios desde donde se puede conectar igual y con mayor in midad, en la seguridad del hogar o en algún rincón de la naturaleza que también es nuestro hogar, desde esa sensación de seguridad lanzarnos al desa o de expresar los dolores, heridas, traumas, y duelos pendientes. Le llamo Psicoterapia de Autorrealización ya que las personas logran encontrar un sendero personal (Camino de la Individuación) donde ac van sus fuentes internas de talentos y dones que desean enfocar en desarrollar y/o expresar. La invitación es abrir un proceso junt@s hacia la creación conjunta del proceso de trasformación, ac vando y despertando potenciales dormidos. Las sesiones son diversas: conversación, meditación, biodramas internos, arteterapia, focusing, visualizaciones crea vas, mensajes de diversos oráculos, lectura y estudio de textos, ejercicios de relajación y respiración consciente. Se desarrolla de manera muy libre y se avanza en cada proceso escuchando y respetando el ritmo de cada quien, logrando muy buenos resultados en términos de alta clínica, al lograr la superación de la sintomatología de ingreso junto con los deseos de con nuar profundizando para el logro de cada vez más espacios de empoderamiento y autorrealización en las diversas áreas de la vida. Solo me queda agradecer al proceso de cada un@, por la con anza y los pasos dados hacia la liberación del sufrimiento, el dolor y fragilidad debido al abuso, violencia, agresión y destruc vidad en general, que se han atravesado en los umbrales del crecimiento humano. Pasos que a veces se perciben muy lentos, otras veces se dan de manera abrupta y rápida, que nos llevan hacia la integración de la felicidad a través de la sanación de heridas o del reconocimiento de responsabilidades, de comprender el proceso de perdón y la liberación del pasado, para abrirse a lo nuevo, comprender los ciclos vitales, las diferentes etapas, reconciliarse consigo mism@s, ver el re ejo de amor, dejar de lado condicionamientos, mitos,

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secretos y narra vas de mandatos familiares, avanzando en la diferenciación de los vínculos primarios,

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El desa o o el obstáculo fue la puerta de ingreso a un nuevo espacio para mí como persona y también


mejorando la autoes ma, aprendiendo a tomar decisiones aser vas, en pro del desarrollo y bienestar, encontrando mejores hogares, trabajos y relaciones, en resumen, encontrando y/o creando una mejor vida. Como conclusión, el proceso Psicoterapéu co de Autorrealización permite o facilita el encuentro con una mejor versión de si mism@s, con mayor capacidad de disfrutar, de crear, de soñar y materializar un futuro deseado. Reconociendo el deseo, e iden

cando lo que nos hace felices, valorando y cuidando la esencia,

así como también nutriendo las esperanzas ya que al compar rlas se iluminan en conjunto. En palabras de J.L. Moreno transitar desde estados irresueltos del ser hacia estados cada vez más resueltos y crea vos: “Así en la concepción moreniana, todo hombre o mujer, así como fue capaz de arrojarse al mundo en el acto del nacimiento, tendrá siempre la potencialidad, en un momento dado, de fundarse a si mism@ en un nuevo acto de crea vidad resolu va (Pág.100-101, “Magia, Mito y Psicodrama”, C.M. Menegazzo). Deseo profundamente que como sociedad podamos dar los pasos hacia entornos cada vez más saludables regenerando la vida en cada espacio que se encuentre disponible a nuestras posibilidades. Que podamos encontrar el camino que nos lleve de regreso a nuestro interior, despertando la chispa divina crea va que nos impulsa a un futuro lleno de belleza y alegrías. Resumiendo: -Hay dos grandes líneas psicoterapéu cas “pre y post pandémicas”. -Se hace necesario una reformulación vital hacia el camino al empoderamiento y la integración del deseo personal al proyecto de vida. -La trasformación se dirige hacia la expansión de la conciencia (proceso de profundización en el mundo interior). -Por otro lado, existen diversos grados de sufrimiento asociados al contexto social que detallo a con nuación: Paralización y angus a vital / alineación al sistema, sobre-tecnologización, adversidad, pánico, soledad y/o sensación de aislamiento-encierro, falta de sen do vital, estados depresivos cíclicos con y sin ideación suicida reac vos y crónicos. -Estrés/ Síndrome de Burnout cuya sintomatología es Insomnio, ataques de pánico, ideación suicida, incapacidad de lograr concretar proyectos personales, desordenes del sueño y alimen cios. -Secuelas COVID: estados de falta de concentración, atención y di cultades en retención de información, memoria a corto y mediano plazo, según tes monio “me siento dispersa, decaída con di cultades para concretar ideas obje vos o proyectos”. Sin duda la experiencia ha sido esclarecedora y gra

cante por lo

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que les invito a sumarse a esta hermosa con nuidad, posibilidad vital de cada mágico presente.


Bibliogra a Loreau, R. (1970) “Análisis Ins tucional”, N. Fiorito de Labrune, Trad. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argen na. Menegazzo, C.M. (1981) “Magia, Mito y Psicodrama”, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argen na. Moraga, Carola. (2004) Tesis para optar al tulo de Psicóloga, “Los aportes del psicodrama en el proceso de reinserci n social de un grupo de psic cos del Hospital Psiquiátrico de San ago de Chile”, Universidad Diego Portales. Reyes, Gloria. (2007) “La prác ca del psicodrama”, RIL Editores, San ago, Chile. Sartre, J.P. (1961) “El ser y la nada”. IberoAmericana, Buenos Aires, Argen na.

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Wikipedia. Mindfulness de nición.


Jorge Osorio Vargas7 El presente texto ha sido escrito en el marco del Curso Filoso a, Literatura y Medicina Narra va realizado por el Laboratorio de Medicina Narra va de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso durante el segundo semestre de 2021. Mi propósito es nutrir el proyecto eco-re exivo de una “pedagogía del cuidado, del reconocimiento y la responsabilidad” en el que me empe o (Osorio,2021) desde algunas de las mo vaciones y fuentes que fueron some das a consideración durante este curso. El punto de par da del proyecto ha sido la iden los actuales debates sobre “

cación de coordenadas claves que se mani estan en

cas” de la responsabilidad, del cuidado y el reconocimiento y sus

dimensiones pedagógicas. Estos debates se han ampli cado en el contexto de la actual crisis socioecológica, de alcance planetario, generándose un desplazamiento tanto en el pensamiento é co y en la loso a polí ca como en los territorios de la pedagogía.8 El tema crucial de la habitabilidad del mundo está dando curso a teorías emergentes sobre responsabilidad humana, el cuidado, el reconocimiento y la proximidad (“projimidad') que nutren nuevos movimientos eco-sociales y pedagógicos a nivel global. El contexto del proyecto es el “giro espiritual-narra vo” en la educación que se genera desde diversas líneas , entre ellas : el interés por las tecnologías del cuidado de sí , en el sen do que lo planteó Michael Foucault y su condensación metodológica en estrategias de escrituras del yo en la pedagogía (Foucault, 2005) ; la adopción de metodologías escriturales para el fortalecimiento y capacitación de las tareas

Educador, Lic.en Historia UCV, Magister en Educación y mediación. Miembro GIPE-CEAAL y ex secretario grl de la misma. Magister de Psicología Org.y Trabajo U. Valpo.Diplomado en Psicología Junguiana Univ. Católica Stgo.

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Magister en Ed. Personas Jóvenes y Adultas U. Playa Ancha.

www.researchgate.net/pro le/Jorge-Osorio-3

Los proyectos pedagógicos se han desarrollado según las concepciones de mundo de las diversas culturas en el devenir de la historia de la humanidad y con más intensidad en épocas de crisis y desconcierto humano (Armstrong, 2018; Jaspers, 2017). Tales proyectos educa vos han creado sus propios conceptos de formación humana, de aprendizaje, de maestría y de métodos (caminos) y ha dejado huellas a través de relatos, ritos e ins tuciones sobre cómo y dónde se enseña y se aprende, sobre cómo se llega a la sabiduría, a través de modos de ser y estar en el mundo. Lo educa vo emerge para hacer presente en la sociedad argumentos para entender lo cons tu vo de lo humano en empos de desorientación, violencias, ranías: sen mientos, in midades, corporalidad, sexualidad, salud, relación con la naturaleza, conocimientos, reciprocidad, comunidad. Jaspers ha iden cado, como manifestación superior de este fenómeno, el siglo IX AC, como el escenario de una regeneración moral y cultural que dio lugar a una “regla de oro” compar da por guras como Buda, Sócrates, Confucio, Jeremías y los sabios de los Upanishads basada en una é ca de la compasión, un profundo programa de autoconocimiento humano y una búsqueda de una espiritualidad y una esté ca de la bondad (Amstrong,2018).

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PEDAGOGÍAS DEL CUIDADO, DEL RECONOCIMIENTO Y LA RESPONSABILIDAD


profesionales de lxs docentes; la apertura a nuevos repertorios de “ejercicios contempla vos y rituales” de carácter intercultural en las escuelas ; el rescate de la inves gación narra va y la producción de relatos ( mapas parlantes, diarios de vida , historias locales) en los movimientos pedagógicos crí cos que se proponen recuperar las memorias y los saberes invisibilizados y subalternos de las comunidades; el desarrollo de los enfoques fenomenológicos para entender las micro-educaciones y los procesos de aprendizajes en contextos no-escolares coincidentes con la renovación de la observación-escritura etnográ ca en los estudios educacionales; las teorías del bienestar subje vo

y del enfoque de

capacidades (Sen, Nussbaum) que ponen el acento en el derecho a crear y narrar “proyectos de vida” de las personas y sus comunidades y la necesaria generación de educadorxs capaces de animar procesos narra vos liberadores ; la valoración de la cualidad sanadora de las narraciones de vida en personas y comunidades afectas a grandes crisis, dañadas, violentadas que habitan los espacios educa vos; la con guración de movimientos ciudadanos del cuidado y la hospitalidad que han inspirado pedagogías y escuelas del refugio en territorios de movilidad humana forzadas y sus estrategias de “dar cuenta” en el marco del enfoque de las resiliencias narra vizadas; el desarrollo de círculos conversacionales, comunidades de aprendizajes y aprendizaje entre pares como dinámicas didác cas ; el desarrollo de metodologías para crear capacidades “de relato” en los profesionales de la educaci n (storytelling). Durante los primeros años del siglo consideré que un promisorio camino para el desarrollo de este proyecto era considerar la obra de Hans Jonas (Jonas, 1995), cuyo pensamiento cons tuía un hito sobresaliente para hacer dialogar en “lo pedag gico” responsabilidad, cuidado y reconocimiento (Osorio, 2021). Jonas propone valores y virtudes como la austeridad, el pudor y el misterio – diluidos por las razones instrumentales de la ciencia y la técnica contemporánea - en el marco de una loso a polí ca entendida como un saber unitario del ser humano y la naturaleza. Iden

qué cuatro asuntos disputados

que surgen de la fuente jonasiana: • el legado “progresista” de la modernidad que Jonas pone especial atenci n en desmontar; • un discurso crí co de la responsabilidad como concepto é co; • una "

ca ecol gica" o del cuidado del “hogar común”

Tomando en cuenta estos tres asuntos me planteé preguntas tales como: ¿Podemos derivar un concepto de responsabilidad asociado a una especie de mís ca de la naturaleza que la considere como algo está camente sabia y perfecta, desprendiéndose del mismo ser de la naturaleza normas, deberes y derechos propios? ¿Cualquier é ca deberá fundarse en la autonomía moral de las personas y concebir irremediablemente la naturaleza como medio para alcanzar nes humanos? ¿Habrá que fundamentar una (eco) é ca en una a rmación del ser humano como n úl mo de la naturaleza en la medida que lo haga como ser moral respetuoso de la misma y de su futuro y no como un depredador que cree en una

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pretendida neutralidad valórica de la ciencia y de la técnica?


La indagación acerca de estos temas de discusión me llevó a recorrer un curso re exivo a través de dos ver entes: • una "

ca del cuidado"

• una pedagogía ciudadana delibera va capaz de darle signi caciones pedagógicas a las disputas morales, polí cas y ambientales en un proceso de dialogicidad que conjugara “escuchas”, “saberes” y “proximidad”. Propongo la é ca del cuidado como una fuente promisoria para cons tuir una nueva sensibilidad é ca en torno a los dilemas del habitar humano y sus dimensiones pedagógicas.

El cuidado re ere a

reciprocidad y mutualidad; al reconocimiento de que el encuentro próximo del otro-a, se basa en una radical con anza que sólo puede emerger de una atención sensible, reveladora de una relación única, de comunión y potenciadora de la disposición voluntaria a la convivencia con otro-as en espacios públicos (ciudadanía). Una pedagogía que adopte tal intencionalidad implicará desarrollar “disposiciones”, respuestas apropiadas y situadas en con ngencias humanas; apelar a las responsabilidades individuales y sociales en cuanto donación y gratuidad (la matriz samaritana) 9 ; una pedagogía de la cooperación y de la mediación, que sintonice

con “los principios universales e impera vos de jus cia”, y que, a la vez,

a enda a las circunstancias, a los medios y argumentos, a través de los cuales esos principios se pueden concretar históricamente.10 Por ello, esta pedagogía del cuidado es radicalmente ciudadana y se desarrolla tanto en los espacios interpersonales como en los espacios públicos. En el habitar la polis y en el cohabitar comunitario con la naturaleza.11 Su matriz es la del aprendizaje en la presencia - en la experiencia, animada hacia una “pericia

ca progresiva”, en el decir de Francisco Varela (Varela, 1991) ,

que reconoce su “debilidad”: “que renuncia a construir ontológicamente grandes y pesados relatos sobre el ser, adoptando una postura de “escucha” y hermenéu ca del sen do del “educar” , desde la presencia, la con ngencia y la-vida-vivida-con-otros en contextos poli-é cos concretos, en cuales pretendemos actuar cordialmente, desde el cuidado, la reciprocidad y el respeto a la diversidad “ (Osorio, 2019 ). Su lenguaje es sapiencial, esto es una: “expresión de una experiencia par cipa va (“vivida” como

La ética del cuidado es, en palabras de Paul Ricoeur, una “economía del don” que considera toda la vida en el planeta y las relaciones sociales en términos de disponibilidad, reciprocidad, servicio, donación y Escucha (Ricoeur: 1993).

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“El debate del lugar de la justicia y el cuidado no es solo un debate académico y conceptual. Ha de dirimirse ateniendo a lo conseguido hasta ahora por las éticas de la justicia y lo no conseguido por ellas precisamente porque les falta la dimensión del cuidado” (Camps,2021)

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En el primer ámbito requiere el desarrollo de una pedagogía ciudadana o pedagogía de lo público (pro-común) que desarrolle capacidades deliberación, argumentación, respeto de la diversidad, ejercicio efectivo de derechos políticos y culturales. Tal pedagogía nutre una politización de la ética del cuidado a través de una "política deliberativa” sustentada movimientos sociales que se propongan la construcción de espacios públicos inclusivos, no-discriminadores, participativos y sensibles.

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acontecimiento) que no se desarrolla sobre la base de “pruebas”, “datos” “evidencias” según el esquema cien

co de la modernidad occidental sino de categorías fenomenol gicas “débiles”, y que han sido

marginadas por las epistemologías dominantes” (Osorio,2019) Sus vías de conocimiento son contempla vas, esté cas, poé cas, imaginales, y también las que se mani estan desde lo que algunos al llamado la “meta sica de la presencia”, es decir, de la “proximidad” o, dicho de otro modo, desde el ámbito o praxis radical del “buen samaritano”. La epistemología occidental valida preferentemente la razón instrumental, que se nutre del método cien

co posi vo, como la vía para referirse al mundo

“obje vo” de las relaciones sociales y de las formas que las sociedades enen para “educarse”. Yo deseo caminar preferentemente otra vía: la vía del conocimiento y de los rituales de las comunidades y de sus relatos sapienciales (diálogo de saberes locales, ancestrales) teniendo como referencia el mul verso de la época que K. Jaspers llamó la “era axial” (Armstrong 2018), que acreditaron otras formas de referirse al “coraz n” de la vida y de la educaci n” y que ha tenido formas escriturales simbólicas, arcanas, arque picas, litúrgicas, poé cas, pictóricas por sobre la escritura de lo de lo “obje vo” al modo como lo ha conocido el mundo occidental desde la lógica de la inves gaci n cien

ca “basada en evidencias y

resultados”. El lenguaje sapiencial es algo más que una “forma de decir”, es la expresi n de una experiencia par cipa va (“vivida” como acontecimiento) que no se desarrolla sobre la base de “pruebas”, “datos” y “evidencias” según el esquema cien

co de la modernidad occidental sino de categorías

fenomenol gicas “d biles”, “cordiales” (apreciar la realidad como susurro y no como verdades inmutables), y que han sido marginadas por las epistemologías dominantes)12 . Hablar de pedagogía desde estos “bordes” supone reconocer: la experiencia par cipa va y vivida; la apertura a lecturas y descubrimientos de signos, “rostros” y “huellas” de la “crea vidad radical de las comunidades y las minorías (de los “menores”) y sus fuentes de sen do13. Una pedagogía mendicante, de la “paz como bienvenida” usando la expresi n de Levinas14. Esta propuesta anima al desarrollo de un nuevo paradigma de movimiento é co-pedagógico , que centra su interés en la trama (o mundo) de la vida que incluye el territorio (lo bio-cultural), el bienestar y las necesarias capacidades humanas para hacerlo posible, según plantea Martha Nussbaum (2012), la vecindad, la calidad de la par cipación de la vida común (la polis), la dialogidad con las sabidurías axiales , la formación de la Atención (Varela, 1991) y la prác ca de la mitología ac va

(Campbell,2018)

como ejercicio de

conexi n

con la “in midad re exiva “ y la

“in midad liberadora” (Rubin 2021). La tarea, entonces es co-ordenar una educación contempla va y narra va. La educación llega a ser así un aprendizaje espiritual -sagrado conectado con lo mito- poé co

En su É ca de la Razón Cordial (2007), Adela Cor na sos ene que dos los sustentos de una educación en la ciudadanía del siglo XXI: jus cia y gratuidad. Una pedagogía sapiencial profundizará en principios tales como la reciprocidad, la mutualidad, el cuidado y la proximidad como ac tudes “fuertes” del aprendizaje necesario para “vivir-junto-a-otros-as”, para “sen r viviendo” (Esquirol, 2018).

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Recomiendo la metodología del Dragon Dreaming como una vía de exploración para este po de dinámica pedagógica: h ps://dragondreaming.org/wpcontent/uploads/2020/01/DragonDreaming_eBook_spanish_V02.09.pdf

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Messina, A.L. (2021) p.250

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(mitología ac va) y las narra vas axiales.15 La novedad de este movimiento é co – pedagógico se nutre de la matriz del cuidado en cuando apela a una é ca sensible de proximidad (Levinas: 2000) y como una forma prác ca de un nuevo comunitarismo con la naturaleza, que ya no es atendida como objeto ar

cioso, sino como Vida, lo que obliga a vivenciar (Ortega y Gasset) un habitar comunitario, vis a vis,

mirada a mirada. Escribe Byung -Chul-Han: “La vida contempla va presupone una par cular pedagogía del mirar…Aprender a mirar signi ca “acostumbrar el ojo a mirar con calma y con paciencia, a dejar que las cosas se acerquen al ojo” (Byung-Han está citando a Nietzsche) para una profunda y contempla va atención, para una mirada larga y pausada (Chul-Han,2021).

Zaratustra: “¿Habrá que romperles antes los oídos, para que aprendan a oír con los ojos? (Nietzsche: Así Habló Zaratustra) Referencias bibliográ cas: Armstrong, K. (2018). La gran transformación. Barcelona: Paidós. Campbell, J. (2018). La Máscaras de Dios IV. Mitología Crea va, Girona: Atalanta Camps, V. (2021). Tiempos de Cuidados, Barcelona: Arpa. Cor na, A. (2007). É ca de la razón cordial. Oviedo: Nobel. Chul-Han, B. (2018). La Sociedad del Cansancio, Barcelona: Herder

Esquirol, J.M. (2018). La penúl ma bondad. Ensayo sobre la vida humana. Barcelona: El Acan lado

Foucault, M. (2005). La Hermenéu ca del Sujeto. Madrid: Akal Frankel, E. (2020). Terapia Sagrada, Barcelona: Ediciones Obelisco Jonas, H. (1995). El Principio Responsabilidad, Barcelona: Herder Levinas, E. (2000). La Huella del Otro, México DF: Taurus. Nussbaum, M. (2012). Crear Capacidades, Barcelona: Paidós Messina, L.A. (2021). La Anarquía de la Paz. Levinas y la loso a polí ca, San ago de Chile: UDP Osorio, J. (2019). Nuevos paradigmas educa vos e inteligencias pedagógicas arque picas: re exiones sobre el "corazón de la educación". Revista Pensamiento Académico 1 Osorio, J. (2021). Lo Próximo-Complejo: enfoque eco-re exivo en educación y polí ca ciudadana. Pretextos de inicios de siglo, La Serena: Nueva Mirada Ediciones Ricouer, P. (2005). Caminos del reconocimiento, Madrid: Tro a

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“Aprendemos a encarnar y vivir nuestras historias sagradas; como dijo una vez Elie Wiesel: “Las personas se

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convierten en las historias que escuchan y en las que cuentan “(Frankel, 2020)


Rubin, J. (2021). Psicoanálisis Medita vo, en Loizzo, J. et alter: Avances en Psicoterapia Contempla va, Barcelona: Ele heria

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Varela, F. (1991). É ca y Acción. San ago de Chile: Dolmen


“El goce del Otro (…) del cuerpo del otro que lo simboliza, no es signo de amor.” J. Lacan.

Bárbara Pozzo16

Una viñeta clínica: Ella man ene una relación de pareja violenta: no hay mediación entre ella y el partenaire, lo que le dice la confunde pero no le es indiferente, se angus a al no saber qué quiere decir cuando le dice tal o cual cosa, teme que la deje de querer y enloquece buscando signos de su amor. Relata escenas del pasado en que llegó a arrojarse delante de un auto en la vía pública en plena discusión con él. En una oportunidad la sangre que sale por su nariz, luego de que él golpee su cabeza contra el piso, es lo que pondrá límite a la escena violenta. Es una “relaci n t xica”: él es violento y ella, de otra manera, también lo es: lo acosa y enloquece con su demanda de amor in nita, en eso, es que ella juega su parte. Desde el inicio apunto a intervenir en la línea de poner límite a su demanda de sen do, introduciendo la imposibilidad de que encuentre “la palabra” que con rme el amor por ella.

Son

intervenciones que no enen mayor efecto pues ella trae una y otra vez lo que él le dice, lo que la deja algo perpleja y muy angus ada, puede no quererla y dejarla. Cada vez, mis intervenciones tratan de mediar entre el mensaje enigmá co y su interpretación, produce alivio pero no hay cambios en su posición, vuelve una y otra vez al mismo punto. No habla de otra cosa que de él, pendiente de lo que le dice, si lee sus mensajes, si responde o no, si contesta o no sus llamados. La ausencia de respuesta la deja sumida en una profunda angus a y desesperación, empujándola a veces a llamarlo una y otra vez, enviarle mensajes agresivos, no dormir, esperando su respuesta. Intervengo en la línea de instalar un límite, poner algún sen do allí donde aparece la angus a, por ejemplo: ‘no contesta porque está trabajando’ o ‘te quiso decir esto’, intervenciones que funcionan en presencia, cada vez, a corto plazo. Un n de semana en que él no le contesta, se angus a, piensa en suicidarse colgándose de un árbol, episodio luego del cual me llama por teléfono, pues teníamos el acuerdo de hacerlo cada vez que se sin era demasiado angus ada. Algo de la palabra funciona como freno a la angus a pero su posición se man ene inconmovible. En sesión, trae el relato del úl mo episodio de violencia entre ambos, ante lo cual intervengo en otra dirección: ‘mi palabra no ene peso para

y eso me deja en el lugar de tes go, el cual no estoy dispuesta

a ocupar. No hay posibilidad de tratamiento si no haces lugar a mi palabra. Piensa qué vas a hacer con esto, la decisión es tuya.’ La apuesta, en esta oportunidad, fue apuntar a su posición subje va frente a su sufrimiento y a su responsabilidad respecto a querer hacer algo con ello. El consen miento provino de su

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Psicóloga Clínica y Psicoanalista. www.barbarapozzo.cl

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AMORES VIOLENTOS


lugar de tes go y apuntar a su responsabilidad en juego lo que permi ó poner freno a su locura en su relación al partenaire, punto a par r del cual cesaron las escenas de violencia, se paci có su relación al propio pensamiento, cesó la angus a desbordante. La relación a esta pareja perdió peso hasta caer, nalizando sin pena ni gloria una vez que su posición fue tocada. Al empo, inició otra relación de pareja, sin el rasgo violento de la anterior, acontecimientos que le parecieron su cientes para detener el tratamiento por ese momento. La relación estragante con la madre, telón de fondo y hueso más duro de roer, hubiera sido tal vez una segunda vuelta para el caso, tal vez hasta ahí llegó su consen miento... no fue poco. Aprendí con este caso que no hay posibilidad de hacer con la “violencia sufrida” -habrá hombres dispuestos a encarnar el lugar de objeto de goce, ¡verdadero partenaire!- si no es a par r del consen miento a la parte implicada del sujeto en esa violencia que sufre, para ello, habrá que pagar el precio de renunciar a la posición de víc ma. Para concluir… Considero que la posición é ca del psicoanálisis en estos empos, frente a los “amores violentos” -entre comillas, pues habría que revisar si es del orden del amor lo que está en juego allí-, puede ser la de sostener, caso por caso, la dimensión sintomá ca como lo mejor que puede haber frente a lo irreduc ble del dos, con lo que cada uno debe inventar una manera de arreglárselas y vivir, para vía el síntoma, tolerar esa diferencia radical a la que el encuentro con el otro confronta. ¿En qué consis ría sostener esta dimensión sintomá ca? A muy grandes rasgos, consis ría en ir a contrapelo del problema que plantea la violencia hacia el otro, el rechazo de la alteridad de su goce, para hacer de esa alteridad un síntoma que, como tal estorba pero también anuda, viene al lugar de la mejor solución posible frente al no hay relación sexual. La cues ón que se plantea entonces es cómo me sirvo del partenaire para, por su relevo, acceder a un otro goce, más vivi cante. No hay relación sexual, es decir, goces complementarios, medias naranjas que hagan una, pero hay buenos encuentros, más o menos felices, siempre con ngentes, que ningún contrato pret-a-porter puede venir a reglar del todo. Se trata de inventar cada vez qué arreglo sintomá co establecer con el partenaire elegido/a.

Referencias bibliográ cas Lacan, J. (2006) Seminario 20 “Aún”, Ed. Paidós, Argen na. Laurent E. (2019) Conferencia “Re exiones sobre tres cues ones del feminismo con la no relación sexual.” Buenos Aires, Argen na.

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Miller J. A. (2010) El partenaire síntoma. Ed. Paidós, Argen na.

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parte, no sin haber apuntado a su implicación subje va respecto de su malestar. Fue un no consen r al


LECTURAS DE AUTOR Por Ivo Sazunic Y17.

He tenido el privilegio de acceder al manuscrito original, de un peculiar texto al que me referiré a con nuación. Hoy escribir poesías, cuentos, novelas, ensayos no es un fenómeno inusual, muchos lo intentamos, pero escribir, apotegmas, epigramas, silogismos muy pocos logran hacerlo. Menos son los atrevidos y más escasos los que consiguen su obje vo, sólo un personaje tan peculiar como Gonzalo Villarino con vasta sapiencia re exiva, experiencia en la escritura, (cuenta ya con varios libros publicados a su haber: ¿Es Chile Un País Sustentable? LA MORAL CIUDADANA Y OTRAS FICCIONES), cultor de la historia y gran lector, podría lograrlo. En este texto reunido orecen y estallan los conceptos, la loso a es expuesta en vitrina, parca, como siempre ha debido ser, con las palabras exactas, porque ninguna sobra ninguna falta, medidas y perfectas, para elaborar y mostrar pensamientos, fulminar ideas, prejuicios o verdades a medias, esgrimiendo con certera estocada sus razones , provocando muecas con su crí ca, muchas veces con sarcasmo, pero las más con negro humor, despertando en nosotros

risa inmediata, para así poder

con nuar leyendo y no huir despavoridos ante lo que se propone, como ejemplo en SABIDURIA SUMERIA. Extraña

or la que

orece en estas páginas, rareza entre las rarezas en estos días, donde la

super cialidad ufana se pasea prác camente en todos los medios de comunicación. Les invito a recorrer estos vericuetos donde la agudeza se ensaña con los temas más diversos de la historia, polí ca, religión, economía, loso a, pero al n después de leerlos, parecen todos reunidos bajo una sola trama, la ridiculez, ignorancia, la tontera y la maldad humana. Sobrevuela la historia desde el inicio de los empos, sombra necesaria para per lar el dibujo completo, materia oscura dirán otros, sin la cual la que percibimos no podría exis r. Podrán ustedes estar de acuerdo o en desacuerdo, podrán cri car esta forma desesperanzada de pensamiento, que subyace casi en todas sus líneas, pero al leerlas no dejarán de sen r escozor, un terremoto interno, serán removidos de su centro, por la certera pluma, de este autor tan singular, que nos enrostra con mirada diáfana la realidad co diana. Curiosa meta a la que nos invita, pocos podrán embarcarse en esta profunda mirada de lucidez transparente en la sombra, extraña, que no se da dos veces en lustros, y que pocos se atreverán a leer.

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Médico Anatomo Patólogo, amante de la música, poesía y medicina, nacido en Punta Arenas Noviembre 1956.

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Cioran, Nietzsche, maestros de lo mismo, necesarios todos para recordar lo que somos y sobre lo que pisamos. Sobre todo, a los que están acostumbrados a la risa fácil, la belleza banal de lo ú l, lo que podría disgustarles del escrito, les prevengo, es el amargo sabor que des la desesperanza, el pesimismo que impregna casi todas sus líneas, que debemos aceptar como parte de la existencia y que nalmente terminamos asimilando, como un elixir y exó co perfume, necesario, vital, honesto y directo, que ahora

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les invito a leer sin más pretexto.


CRITERIOS DE PUBLICACIÓN DE TRABAJOS EN REVISTA SALUD L-MENTAL Se recibirán trabajos escritos en letra Times New Roman 12 a 1,5 interlineado, con extensión de un máximo de 2 o 3 planas en lo posible. Plazo de recepción: 20 de marzo 2023 al correo: psicosaludvg@gmail.com Selección de trabajos: que se adecúen a estos criterios solicitados, por una comisión formada por Psicólogos: Ps. Verónica Garay, Ps. Rubén Darío Gil y Ps. Juan Pablo Vicencio y periodista Macarena Prieto. Esta Revista de Salud L-Mental, se enmarca en sus contenidos en las revistas de las Ciencias de la Salud considerando 12 criterios básicos de admisión, para proponer su inclusión a futuro en indexaciones de revistas estando actualmente incluida. 1-Será una revista con periodicidad anual. 2-Todo original será some do al proceso de revisión por pares especialistas mencionados. 3. Se hará enviará una descripción de ajuste al proceso de selección entregado en las bases. 4. Todo ar culo postulado para publicación debe ser original o inédito y enviado antes del plazo de recepción al correo mencionado. 5. El trabajo enviado no debe estar postulado para publicación simultáneamente en otras revistas u órganos editoriales. 6-Los fascículos serán editados de acuerdo con la periodicidad expresada por la revista (anual). Estará actualizada y contará con un si o en plataforma virtual www.revistasaludlmental.cl 7-En los datos básicos de iden

cación de la revista en su portada y página de presentación irá el tulo completo:

“Revista de Salud L-Mental” inscrita en derecho de autor, con el registro 285818 a nombre de su directora Verónica Garay Mo at e ISSN digital 0719-9538 e impreso 0719-9546 según trámite realizado en el programa de Información Cien

ca de CONICYT validándose en el portal:

h ps://portal.issn.org/resource/issn/0719-9546 versión digital h ps://portal.issn.org/resource/issn/0719-9538 versión impresa 8. Llevará visible el Volumen y número en su actual alojamiento plataforma ISSUU.COM (en buscador de issuu.com: Revista Salud LMental) o con el link: h ps://issuu.com/imanuelajiron/docs/salud_lmental_derechosedicion27_-_s 9. Como también estará visible el periodo que cubre la edición con mes(es) y año(s)

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10-La Revista considerará, además, los criterios generales de calidad editorial


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