Madre recibe un “milagro” en Navidad
Año 4
No. 202
Semana del 23 al 29 de diciembre de 2012
Alegrémonos porque nuestro salvador ha nacido en el mundo
Del cielo ha descendido la paz verdadera
En la Navidad del año 2000, la italiana Lucrecia Tresoldi recibió un milagro: su hijo Maximiliano despertó del estado de inconsciencia en el que vivió por casi diez años tras sufrir un accidente automovilístico. “Max” tenía sólo 20 años cuando quedó paralizado como “un tronco muerto sin posibilidad alguna de recuperación”, tal como los médicos le diagnosticaron el 15 de agosto de 1991, cuando sufrió un terrible accidente de auto. El 28 de diciembre de 2000 Lucrecia Tresoldi acostó a Max como cada noche desde que salió del hospital para cuidarlo. En esta ocasión, no tomó su mano para hacerle el signo de la cruz, se sentía deprimida y sin fuerzas. “Mira, esta noche ya no puedo más, no quiero ni rezar ni nada”, le dijo. No obstante, como explica Lucrecia “el signo de la cruz fue realmente su salvación”, y en ese instante Max sacó las fuerzas para consolar a su madre, alzó la mano y se hizo él mismo el signo de la cruz. Después, la abrazó. Para Lucrecia fue el mejor regalo de Navidad. Desde ese momento, Max comenzó a exteriorizar sus sentimientos y emociones. Max afirmó que él “siempre ha estado contento a pesar de su parálisis”. Lucrecia señaló que la primera palabra que dijo Max fue “yo soy feliz, estoy contento de estar con ustedes”. Acto seguido, dijo que había sido consciente de todo cuando no tenía fuerzas para expresarse, e incluso sabía la equivalencia de la lira italiana al euro. La madre de Max está segura de que Dios tenía un proyecto para su hijo: recordar al mundo que las personas con discapacidad tienen derecho a una vida digna, son fuente de vida y deben ser amadas y respetadas. “El día del accidente le dije a la Virgen: ‘el 15 de agosto mi hijo estaba en tus manos, lo hiciste nacer el 8 de septiembre a pesar de tener que nacer un mes después, y no sé qué proyectos hiciste tú para tu hijo, pero yo lo dejo en tus manos. Solo dame las fuerzas de ir hacia adelante y aceptar todo esto’”. Lucrecia explica que siempre fue una mujer muy frágil, pero la fe es lo primero que la sostuvo junto a la unidad de su familia. Cuando ocurrió todo, “les dije ‘somos una familia y tenemos que trabajar todos unidos. Y también se unieron sus amigos y los voluntarios, y así hemos formado un gran grupo donde hoy son ellos los que nos dan las gracias porque han aprendido mucho”. Max también es capaz de escribir y lo demostró incluso ante el Papa Benedicto XVI. El 2 de junio de este año tuvo un encuentro con él en Milán y le entregó el libro firmado y con una dedicatoria.