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EL DESVÁN DE COLIN

A la mañana siguiente a la hora del almuerzo,

1975. Como era costumbre, con la llegada de esta estación Brai, un pequeño pueblo de Irlanda, quedaba prácticamente deshabitado. Apenas permanecían una veintena de habitantes, la mayor parte de avanzada edad. Se podría decir que yo era el único muchacho de aquel lugar, lo cual cambió con la llegada de la que sería más que mi mejor amiga. La familia Hernández era de origen español. Debido a la profesión del señor Manuel, todos tuvieron que mudarse al norte de Irlanda, aun sabiendo que su hija mayor, Mar, se resistía a aceptar esta nueva vida. Era la chica más hermosa que jamás había visto. Por aquel entonces tan solo tenía

die-

ciséis años y me recuerdo como un joven muy tímido. Nunca hubiese entablado conversación con ella de no ser que, para mi suerte, Mar fuese la persona más extrovertida que hasta entonces había conocido. Sin saber cómo ni por qué, comenzó una bonita amistad. Todas las tardes después del colegio

Mar no apareció en el comedor del colegio, algo que me pilló por sorpresa, ya que no tenía noticia alguna de que fuese a ausentarse aquel día. Al salir me dirigí directamente hacia su casa. Me tenía verdaderamente preocupado. Llamé una, dos, e incluso tres veces hasta que se dignó a abrirme la puerta. Tenía buena cara y no parecía que le hubiese pasado nada importante como para no ir a clase, así que sin rodeos se lo pregunté directamente a ella, que me respondió: “Pasa, tengo que enseñarte algo”. La intriga me recorría todo el cuerpo. Subimos hasta su habitación donde saco un viejo cuaderno de debajo de su cama. Me lo acercó. Se podía apreciar que era de hace años, ya que sus tapas estaban verdaderamente desgastadas. Pasé la primera hoja y con dificultad conseguí leer “Enero de 1870”. Eché un vistazo por encima y mirando fijamente a Mar dije en voz alta: “Parece un diario”. Ella se limitó a afirmar con un leve movimiento de cabeza y me explicó que lo encontró entre las cosas de la buhardilla la noche pasada. Juntos comenzamos a leer.

jugábamos con la nieve y pasábamos horas leyendo

Enero de 1870

junto a la chimenea. Sin lugar a dudas la lectura lo era todo para ella y, pese a que a mí no me gustase mucho leer, el hecho de pasar un rato en su casa escuchándole contar aquellas historias era todo lo que necesitaba. Una tarde como otra cualquiera, Mar recitaba uno de sus poemas preferidos. El viento soplaba con gran fuerza y las gotas de lluvia repicaban en las ventanas como el sonido de las manecillas de un reloj. La madera crujía con cada movimiento y la luz iba y venía por momentos. Decidimos subir a la buhardilla para observar la tormenta desde lo más alto. Aquel

“Las cosas están cada vez más difíciles por Irlanda. Es por ello por lo que he decidido empezar a escribir este diario, con el que espero poder contar lo que está sucediendo a la persona que lo encuentre en un futuro. Soy Colin, un pobre científico que lucha por sacar adelante a su familia y que sueña con poder llegar algún día a Londres, donde seguro que apreciarán más mis conocimientos y no seré tachado de lunático. Pero, como ya he dicho, las cosas están muy difíciles y es imposible salir de este lugar sin ser visto. Creo estar cerca de algo importante que podrá ayudarnos.”

lugar estaba lleno de antiguos muebles y pinturas elaboradas con mucho empeño. Había incluso lo que parecía una vieja bicicleta y decenas de cajas apiladas. Empezamos a remover y a observar todo lo que encontramos a nuestro paso. Para cuando quise darme cuenta, ya era de noche y debía marcharme. Me despedí de Mar y bajé las escaleras lo más rápido que pude, saliendo como una exhalación por la puer-

Mar me miró. Yo seguía pensando en lo que acababa de leer y me preguntaba a mí mismo qué sería lo que tramaba el autor de aquel diario. Decidimos que sería nuestro secreto y que nadie más podría saber sobre la existencia del mismo. Pasaron días, semanas e incluso meses. En los ratos libres leíamos fragmentos de esta historia de hace un siglo, siguiendo detenidamente todos los pasos que 77

Lucía Illán, 1ºA Bachillerato

Todo comenzó un frío y nevado invierno de


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