Boletín de la Congregación Unida El Buen Pastor, junio 2021

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D I C MES DE JUNIO 2021

LA LIBERTAD CRISTIANA En tiempos de crisis, como lo es una pandemia como la que hoy afrontamos, las situaciones vulnerables tienden a exacerbarse. Y así ha ocurrido. Tenemos personas altruistas que trabajan para aplacar las consecuencias de la pandemia, pero predomina una población asustada, angustiada y rabiosa frente a lo incontrolable, lo desconocido e impredecible. En esa línea, se ha agudizado el egoísmo y la falta de consideración por los demás. En ese contexto, las medidas adoptadas para hacer frente a la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 han puesto límite a nuestra capacidad de realizar muchas actividades que nos gustan: tomar algo, viajar, salir cuando queramos, reunirnos con nuestros amigos y familiares, ir de fiesta, reunirnos como comunidad de fe en los templos, etc. Con las medidas sanitarias tomadas se ha comenzado a discutir el concepto de libertad, en muchos casos politizada, o en muchos casos sesgada por el cansancio ante la limitación de ciertas actividades cotidianas que considerábamos habituales y básicas para la vida. En la discusión pública, algunos identifican la libertad como una especie de libre albedrío. Es decir, se trataría de poder satisfacer los deseos personales por sobre los demás. Sin embargo, esta perspectiva utilitarista contamina uno de los conceptos más importantes que sustenta nuestra sociedad, ya que la libertad es otra cosa. La libertad no es hacer lo que nos dé la gana con las demás personas. Las discusiones se fundamentan en que el ser humano es libre por naturaleza. El ser humano ha sido creado libre, es libre por su capacidad de pensar y establecer autónomamente las normas de su actuar como también las del orden social y estatal. Hemos experimentado que esta idea de libertad en medio de las medidas por la pandemia ha sufrido un fracaso. Hay muchas explicaciones para el fracaso de la idea de la libertad que se traslucen en las discusiones públicas: circunstancias externas, como la pandemia; de la debilidad de las estructuras democráticas; de la carencia moral. La fe cristiana puede dar un paso y avanzar y superar dicho fracaso. El paso necesita vincular la idea de libertad humana con el acto de liberación de Dios. Lutero habla de la libertad del ser humano como acto liberador del Dios trino, en su obra en Jesucristo. Para el reformador alemán, la libertad es gracia y no naturaleza. Los reformadores no se han preguntado en primera instancia por la libertad, sino por la justicia, porque ellos sabían que allí el ser humano encuentra la libertad. Entonces, el ser humano que ha reconocido a la justicia de la fe como raíz de la libertad es justo en la gracia de Dios. Su libertad no consiste en que se gloriará de su autonomía, sino que viven su victoria de liberación como colaboradores de Dios. Dios no libera al ser humano para abandonarlos a sí mismo, sino que Dios lo libera para ser parte de su gracia para transformar al mundo en sentido positivo.


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