El Buen Pastor - Boletin Agosto 2010

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Mes de agosto de 2010

Y vos, ¿cómo empezás el día?

Al comenzar un año nuevo solemos desearnos las mejores cosas para el mismo. Pero cuando lo hacemos olvidamos a menudo que la calidad del año depende de la manera que encaremos cada día. Ante todo debemos partir de la realidad que son pocos los días en que no tengamos dificultades. Siempre aparecerá algo que nos molesta y perturba y estos inconvenientes tal vez nos quiten el entusiasmo, provoquen conflictos con otros y generen sentimientos que no nos gusta tener. Por eso, es bueno ofrecerle a Dios al comienzo del día todo aquello que nos toque vivir, también los cansancios, los imprevistos, los contratiempos y los dolores que la jornada nos depara. Nos hace ver las cosas distintas cuando le decimos a Dios que le dedicamos nuestros esfuerzos e intentos diarios para enfrentar estas situaciones. Se lo entregamos como una ofrenda de amor para aquel que se dio por nosotros en una cruz. Si él lo hizo, ¿por qué no nosotros? Creer que todo tiene que ser perfecto y sin problemas, nos hace olvidar que este lugar es la tierra y no el cielo. Hará falta pedir al Señor paciencia y sabiduría para que aquello que nos pase no nos haga pagar mal por mal, ni promueva la violencia en cualquiera de sus formas, pero posibilite un aprendizaje en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Las preocupaciones, pequeñas o grandes, deberían ayudarnos a estar más despiertos a la totalidad que la vida nos ofrece ya que suelen ser una cuña para experimentar la gracia de Dios en medio de las dificultades diarias, que no siempre vienen generadas desde afuera, sino también por los errores que cometemos nosotros mismos. Pero también al empezar el día es bueno tener claridad acerca de lo que queremos lograr y poner nuestras metas en forma de petición respecto a nuestros proyectos y los de otros. Alguien dijo que si no sabemos adónde vamos, cualquier camino puede ser bueno. Para esto habrá que comenzar cada jornada con una actitud de gratitud considerando el día no como uno más sino como una oportunidad valiosa y única que Dios nos regala. Si lo consideramos así, se facilitará la posibilidad de empezar el día con ganas, y estando prontos para ver el costado positivo de las cosas que nos ocurren, listos para sacar lo mejor de cada experiencia, atentos para descubrir las cosas bellas que encontramos a nuestro paso. Por eso la recomendación del libro de Eclesiático puede sernos de utilidad para vivir mejor cada día: “En la medida de tus recursos, vive bien, hijo mío, y presenta al Señor ofrendas dignas. Antes de morir, haz el bien a tu amigo y dale con largueza en la medida de tus fuerzas. No te prives de un día agradable ni pases por alto lo que es bueno y deseable” (11: 11-14).

Pastor Hugo N. Santos


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