Revista Vicepresidencia

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VICEPRESIDENCIA Julio 2012 / Nº2

2 2. Los cuerpos de 775 víctimas identificadas son cargados en brazos, uno a uno, desde la morgue hasta el cementerio de Potočari. Página posterior: 3. El cementerio de Potočari alberga actualmente los restos de 5.837 víctimas. 4. Grabados en mármol y dispuestos en círculo, los 8.423 nombres de las víctimas. 5. Clérigo islámico ayuda a los familiares a llevar los féretros hasta las tumbas recién excavadas. 6. El llanto de las madres de Srebrenica. Muchas de las mujeres de la región han perdido a padres, hijos, maridos y hermanos.

una breve independencia de casi un siglo con la formación del Reino de Bosnia, independencia que se truncó con la llegada de los turcos en 1463. Esta maraña de datos históricos es clave para comprender la diversidad religiosa de este territorio, la diferencia que sobresale, junto al nacionalismo y la crisis económica, al buscar las razones del conflicto. Los Balcanes recibieron la influencia católica por el lado de Italia y la ortodoxa por el lado de Grecia, mientras que la llegada de los turcos trajo consigo la religión musulmana. Los turcos permanecerían en territorio bosnio algo más de cuatrocientos años. Un puente sobre el río En la simbología literaria tradicional, un puente representa un nexo entre dos orillas, entre dos extremos. Esta metáfora, excesivamente utilizada y manida, adquiere connotaciones nuevas en el imaginario balcánico. Andrić convierte el de Višegrad en el punto en el que colisionan Cristianismo e Islam. Pero el de Andrić no es el único puente con historia en Bosnia y Herzegovina. Tristemente conocido es también el de Mostar sobre el río Neretva, uno de los símbolos de la última guerra balcánica. El ejército croata de Bosnia lo hizo es-

tallar en pedazos en noviembre de 1993. Hasta su reconstrucción, tras el conflicto, fue sustituido por un sencillo y frágil puente atirantado, hecho de cables. Fue otro puente el que se erigió como escenario del atentado contra el archiduque Francisco Fernando de Austria. El crimen, cometido por el nacionalista

Tamara Djermanovic: “Quieren crear un estado para sentirse más fuertes

serbo-bosnio Gavrilo Prinzip, tuvo lugar cerca del puente Latino de Sarajevo, que sería posteriormente conocido como puente Prinzip. Este atentado, manifiesto de la tensión nacionalista existente en los pueblos balcánicos contra las sucesivas invasiones de su territorio, marcaría el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Su final, en 1918, concluiría para los eslavos del sur con la formación del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que pasaría a llamarse Yugoslavia en 1929. Una unión que, sin embargo, resultó ser poco afortunada. Tamara Djermanovic, directora del Seminario de Estudios Eslavos en la Universitat Pompeu Fabra, pone de manifiesto el porqué de la formación de Yugoslavia: “Cuando los eslavos se querían unir en Yugoslavia no fue porque se amaran locamente, sino porque, cuando se desintegra el Imperio Austrohúngaro, quieren crear un Estado para sentirse más fuertes”. Esta creación no consiguió disolver las diferencias en un territorio que, pese a estar artificialmente unificado, estaba formado por identidades nacionales muy distintas. La religión es la diferencia que sobresale cuando buscamos los nudos del conflicto. Sin embargo, tanto Tamara Djermanovic como Francesc Veiga, autor de La Trampa Balcánica y otros libros sobre los Balcanes, insisten en una posición más cercana a la laicidad antes de que comenzara la guerra. “La religión actúa como reforzadora de los valores culturales o incluso ayudando a la conservación de los conocimientos específicos de una comunidad”, afirma Veiga. Este papel de la religión serviría como excusa para reafirmar las distintas identidades: “Cuando

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