La
noche de la
Luna
Rosada Maria Paula Gómez
Ilustradora:
Paola Cantoral
La noche de la Luna Rosada María Paula Gómez Ilustraciones: Paola Cantoral Servicios editoriales Mistu 23 calle 14-58 zona 4 Mixco Condado Naranjo, Bodega A2. Guatemala Centroamérica www.grupoamanuense.om info@grupoamanuense.om Primera edición 2023 D.R. Copyright © 2023 María Paula Gómez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información, ni transmitir la totalidad o alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado. El autor se reserva los derechos de producción, escenificación, representación, adaptación, traducción y montaje total o parcial de la obra.
La
noche de la Luna Rosada
Maria Paula Gómez
S oy María Paula y una mañana de abril mis papás me dijeron que cada noche en este mes habrá una luna rosada. Pensé, ¿cómo será la luna rosada? Luego recordé que en la escuela hablaron sobre Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna y se me ocurrió, ¿qué pasaría si yo fuera la primera niña en la luna?
Agarré la escalera de mi papá e intenté tocar la luna, pero no pude. Se me ocurrió que con el telescopio de mi tío quizá podría alcanzarla, lo intenté y de nuevo fallé, pero sentí que estuve mucho mas cerca. Subí a la terraza de mi casa, pero tampoco lo logré. Me puse triste, pero lo volvería a intentar, ¿tal vez con muchas escaleras?, no pude... ¡pero lo lograré!
Me pregunté ¿qué pasaría si me pongo un traje de astronauta? Creo que los trajes de astronauta tienen casco, guantes y una especie de traje aislante para las distintas condiciones extremas que debe vivir un astronauta. Le pedí a mi abuelita que forrara con papel aluminio un overol de lona que utilizo cuando trabajo arreglando las plantas del jardín de mi mamá.
Luego colocamos una capa impermeable para la lluvia. ¡El traje estaba casi listo! Finalizamos forrando todo el traje con papel de carbón, para los guantes tomé prestados unos que mi papá tiene en su bodega de herramientas y los pinté con una pintura en aerosol, le puse varias capas de pintura para hacerlos aún más resistentes. Para cubrir la cabeza usaré un viejo casco de motocross que también pinté. Un astronauta además debe llevar una mochila con comida y equipo que le sirven para resistir todos los días que deben pasar en el espacio. Le pedí a mi mamá que me ayudara preparando raciones de comida para unos quince días. A estas alturas toda mi familia se preguntaba ¿Qué estaré haciendo?
Yo sin revelar cual era mi gran aventura solo les dije que algo grande estaba por suceder e intrigados todos, se emocionaron al verme trabajar arduamente. Les dije: - ¡no debo de distraerme!- Debo continuar haciendo mi mochila. Agregué todo lo que pensé que pudiera servirme y claro, como soy una niña no puede faltar algo con que jugar.
Terminada mi mochila me puse a trabajar en construir una nave espacial. Debía ser muy potente si quería llegar a la luna. Usé de base dos toneles, en esta tarea no podía trabajar sola, por lo que les conté de mi plan a mis papás y a unos primos quienes sin estar muy convencidos dijeron que me apoyaban. Le pusimos un motor a los toneles, dos ventiladores grandes, las ruedas de mi vieja bicicleta y construimos unas alas con unas mantas plásticas super resistentes, por dentro forramos la nave con duroport, esponja, papel aluminio y por último capas y capas de papel de carbón. Colocamos una gran batería y muchos cables ¡los botones también eran muchos! ¿Pero quién dijo que una nave espacial era cosa sencilla?, agregamos luces, ventilación y un centro de control usando mi tablet. La nave empezaba tomar forma, se miraba ya muy espacial,
Colocamos calcomanías y unas cámaras externas para ver todo desde adentro. Trabajamos unos días más en la nave y esta quedó lista, ya solo faltaba probarla.
Nos reunimos todos un domingo por la mañana en el parque de mi condominio y yo con mi traje puesto me metí a la nave y la encendí, recorrí como cuatro cuadras pero no logré que mi nave volara. Regresamos al taller, ahora ya toda mi familia sabía lo de mi gran aventura, ahora cada fin de semana llegaban primos, tíos y amigos a terminar mi nave. Los días terminaban hasta muy noche y todos nos sentábamos muy ilusionados a ver la luna. Mejoramos el motor y ahora tenía más potencia, colocamos una batería más para los nuevos ventiladores extragrandes que agregamos. Estábamos listos para la segunda prueba.
Volvimos a juntarnos familiares, amigos y vecinos los que llegaron a ver mi nave, esta vez logramos que se elevara un poco y la gente con entusiasmo me aplaudió, todo era felicidad en mi condominio y empezaron a llamarme la niña astronauta.
Mucha gente empezaba a hablar de mi sueño, y en las redes sociales colocaron fotos e historias de mis intentos de mis intentos de llegar a la luna, incluso salí en la televisión, mostrando mi nave. Nuevamente regresamos al taller, cambiamos las alas plásticas por unas de carbono, pusimos mas potencia en los motores y quitamos un poco de peso a la nave y como dice el dicho: “la tercera es la vencida”. Un par de semanas más tarde, mi nave se miraba increíble y fue un domingo por la mañana cuando hicimos la tercera prueba frente a muchas personas que llegaron a verme y se tomaban fotos conmigo “la niña astronauta”. En esta tercera vez tampoco lo logramos elevar la nave, pero entendí que debía seguir trabajando arduamente.
Me prometí a mi misma hacer ejercicio, estudiar a diario y prepararme de todas las formas posibles porque yo seré la primera mujer que camine sobre la luna.
María Paula Gómez Nació en la Ciudad de Guatemala el 30 de Junio de 2013. Es amante del arte (escritura, canto, actuación) y los idiomas. En su tiempo libre también disfruta de practicar Kempo Karate. .
Certamen ¡Ahora cuento yo!
2023