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Sangre y sal
40 Duele sentir
Cada vez que siento que mi corazón empieza a latir, como un pájaro que se estrelló contra un espejo, recuerdo cuando era niño y me gustaba caminar descalzo en la lengua del Sol y hacer pequeños charcos de orina en el polvo, bajo la sombra de un árbol de lima.
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Poseído por el deseo de mamar los pechos de la noche, despierto y muerdo las yemas de mis dedos hasta que la sangre infunde mi lengua con el sabor reconfortante de la sal.