Edición N° 1

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R e v i s t a H i p a t i a

día. Lo único a destacar es el número, ya que al ser visible es un indicador de legitimación social. En la vida cotidiana, el minino intercambio de palabras con otra persona significa el aseguramiento de aceptación de amistad, automáticamente se convierte en amiga de face. De esta forma, las actividades sociales que antaño se realizaban en la esfera privada offline, pasaron a convertirse en interacciones intervenidas algorítmicamente por una empresa. Lazos que son funcionales al tipo de relación que el sistema postcapitalista impone. Como afirma Van Dijck: El sostenido aumento de la cantidad de usuarios es prueba suficiente de que el sitio poco a poco va convirtiéndose en una fuerza centrípeta en la organización de la vida social de las personas. La principal ventaja que ofrece a los usuarios es, en primer lugar, entrar y permanecer en contacto y, en segundo lugar, estar (bien) conectado. […] “Entrar en contacto” y “seguir en contacto” son en la actualidad actividades completamente centradas en los sitios de la red social: los servicios facilitan la superación de las distancias de espacio y tiempo y ayudan a que las personas se mantengan informadas acerca de la vida de sus amigos. [...] Una vez que alguien se ha inscripto como miembro, la presión social para mantenerse conectado es enorme, sobre todo entre los jóvenes, en la medida en que no estar en Facebook supone no ser invitado a fiestas o no recibir información sobre eventos importantes; en síntesis, quedar desconectado de una dinámica de la vida pública que parece muy atractiva. (Van Dijck, 2016: 85).

Es a través del muro de Facebook que los sujetos muestran y reciben la percepción de todas las personas que lo componen, teniendo como consecuencia el apaciguamiento de los sentidos corporales. De esta forma, bajo el resguardo virtual, el régimen imperante arrebató a los sujetos el contacto sensorial en la construcción de su relación con ellos mismos y con los demás. Transitar por este nuevo territorio exige poca dedicación física y por lo tanto involucramiento. Dicho lugar se rige por la inmediatez, fugacidad y la velocidad, son bajo estos parámetros que fluyen los vínculos. Es precisamente al limitarse el contacto a través de la interacción cara a cara/ directa, que el orden virtual imperante necesita sobreestimular una terminología que solape la desconexión que provoca. De aquí que los conceptos como “compartir” y “hacer amigos” se convirtieron en ideas ideológicas que invaden todos los ámbitos de la cultura, afectando el sentido de la sociabilidad. Y, por otro lado, el derrame de estos conceptos naturalizó el hecho de la trasmisión de datos personales entre las personas, una de las actividades actuales postcapitalista por excelencia. En un mismo movimiento, el orden imperante logró la dispersión física entre los seres

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