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DEVOCIÓN CULTO LITÚRGICO DEL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA


PRIMERA

PARTE

DEVOCION AL SAGRADO CORAZON DE MARIA EN LA IGLESIA María es la “Virgen oyente”, que acoge con la fe la palabra de Dios: fe, que para ella fue premisa y camino hacia la Maternidad divina, porque, como intuyó San Agustín: “la bienaventurada Virgen María concibió creyendo al (Jesús) que dio a luz creyendo”; en efecto, cuando, recibió del Ángel la respuesta a su duda (cf. Lc. 1, 34-37). “Ella, llena de fe, y concibiendo a Cristo en su mente antes que en su seno”, dijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1, 38; 46); fe, que fue para ella causa de bienaventuranza y seguridad en el cumplimiento de la palabra del Señor” (Lc. 1, 45); fe, con la que Ella, protagonista y testigo singular de la Encarnación, volvía sobre los acontecimientos de la infancia de Cristo, confrontándolos entre sí en lo hondo de su corazón (cf. Lc. 2, 19- 51.).

PABLO VI (Exhortación apostólica sobre EL CULTO A MARIA). I. ORIGEN DE LA DEVOCION A LOS SAGRADOS CORAZONES La devoción a los Sagrados corazones no surgió toda de una vez y en un momento determinado de la historia. Ella se formó poco a poco, y comenzó insensiblemente. Ella nació y se desarrolló como nacen y se desarrollan todas las doctrinas y aún todos los dogmas. En el curso de los siglos, y bajo la acción de las circunstancias, ella adquirió una claridad, una precisión, cada vez más grande. En vano se buscaría la fórmula rigurosa en la Sagrada Escritura y en los primeros testigos de la tradición católica. Sin embargo aquella y éstos han suministrado preciosos datos dogmáticos sobre los cuales se apoya ella. II. DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA El Antiguo y sobre todo el Nuevo Testamento contienen textos que abren ante nosotros encantadoras perspectivas sobre la vida íntima de María. En el Evangelio, son todas aquellas palabras, como arrojadas al pasar y sin embargo de una inagotable profundidad, que nos revelan uno después de otro las alegrías y los dolores de María, sus admirables disposiciones, su fe heroica, su ternura maternal. A través de la Biblia

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El Antiguo Testamento contiene igualmente indicaciones proféticas acerca de la Santísima Virgen y acerca de sus perfecciones (en particular en los Salmos, los Profetas y el Cantar de los Cantares). Los Primeros Padres de la Iglesia Los primeros Padres y escritores eclesiásticos sacaron de esos datos escriturarios, la materia de una elevada enseñanza dogmática y moral que preparó el terreno para la devoción desde entonces en formación. Es por ejemplo, San Agustín y San León celebrando “La casta fecundidad del Corazón purísimo de María”.  San Bernardo que canta con acentos deliciosos y penetrantes la misericordiosa ternura.  San Juan Damasceno diciéndonos ardientes anhelos.  Ricardo de San Víctor cuyas obras nos ofrecen ya miras notables acerca del Santo Corazón de María;  San Buenaventura, quien la saluda como la fuente de donde brotó la salvación del mundo… En la Edad Media La Edad Media, época fecunda entre todas en la vida intelectual, moral y religiosa de la Iglesia, no podía ignorar los encantos del Corazón de María. Numerosos fueron entonces las almas que soportaron su dulce y poderoso atractivo y experimentaron la necesidad de celebrar sus alabanzas, de proclamar sus beneficios. Señalemos, en primer lugar, el grupo tan interesante de tres místicos impulsados por el movimiento de su piedad y la acción del Espíritu Santo, de perderse en una luminosa contemplación del Sagrado Corazón de María: Santa Mechtilde, Santa Gertrudis, Santa Brígida. Nada es tan hermoso como las prácticas de devoción hacia el Sagrado Corazón de María, que nos dejaron esas santas, y las revelaciones con que fueron favorecidas respecto a esto. Fuera del claustro, el canciller Gerson, San Lorenzo Justiniano, San Bernardino de Siena, rivalizaron en ciencia y celo para exaltar las virtudes y la santidad del Corazón de María, y su perfecta semejanza con el de su Hijo. Manifiestamente, a juzgar por los escritos en su honor, la corriente que lleva las almas hacia él y que alcanzará su pleno desarrollo en el apostolado de San Juan Eudes, se hace de siglo en siglo más poderosa. En el Siglo XVI

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A pesar de la influencia racionalista y del Renacimiento, se puede citar en el siglo XVI más de un personaje a quien sedujo del Corazón de María.  San Ignacio, que llevaba continuamente sobre su pecho una imagen del Corazón de María.  Luis de Blois y Pedro Canisio, el cartujo Lansperge. Sin embargo es San Francisco de Sales quien sobresale. Es al Sagrado Corazón de María que dedica su “Gran tratado del Amor de Dios”. El insiste como Santa Brígida, acerca de la unidad de los Corazones de Jesús y de María. En el Siglo XVII Es bajo su influencia que el Corazón de María encontró en la primera mitad del siglo XVII un número creciente de fieles, entre ellos:  La bienaventurada María de la Encarnación, fundadora de las Ursulinas de Québec;  La Madre Villani. Teólogos que se constituyeron en apóstoles:  Luis de Granada; José de la Cerda, Obispo de Almerin; Bartolomé de los Ríos; los Padres Poiré, Sufren y de Barry. La devoción penetra en el pueblo. Esta devoción comenzó a penetrar en el pueblo. Desde 1636, el Padre de Barry nos cuenta que algunas personas piadosas celebraban, el primero de junio, una fiesta en honor del Sagrado Corazón de María. Sin embargo, esta fiesta no tenía ningún carácter litúrgico y no pedía ninguna intervención ni ninguna aprobación de la autoridad eclesiástica. La devoción al Sagrado Corazón de María no había traspasado todavía el dominio de la piedad privada; le faltaba para imponerse y ofrecerse a plena luz, la precisión doctrinal. En resumen ella no existía sino en el estado de tendencia un poco confusa. Estaba reservado a San Juan Eudes el darle la organización que le faltaba, conquistarle los sufragios del clero y del pueblo, y el introducirla en la liturgia católica.

III. SAN JUAN EUDES (1601 – 1680) SU

OBRA

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Origen Uno se pregunta de dónde San Juan Eudes tomó ese celo y esta vocación de propagador y organizador de la devoción al Sagrado Corazón de María. Esta estaba, como acabamos de darnos cuenta, en la atmósfera espiritual de la época, muy especialmente en la profunda religión mariana de las Maestros de la Escuela Francesa y muy en primer lugar en el Cardenal de Bérulle, después San Francisco de Sales. Ahora bien, el joven Padre Eudes leyó ávidamente las obras de estos dos grandes espirituales; el es un discípulo ardiente de lo que se llama la Escuela Francesa. Sin embargo, en sus obras, todo respira el fruto de una meditación muy personal y sólidamente fundada en los principios de la más segura teología y la lectura asidua de las Sagradas Escrituras y de los Padres. Se puede concluir que es principalmente un atractivo especial de la gracia que da en San Juan Eudes esta forma de devoción. El decreto de beatificación habla de una “inspiración divina”. Sea lo que fuere, San Juan Eudes está reconocido como el Doctor y el Apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de María.

Culto Su salida del Oratorio, donde él había entrado en 1623, le asegura la providencial libertad de acción que reclama el nuevo apostolado. Lo preludia toda una serie de actos muy significativos, textos y hechos que se multiplican a partir de 1643.  La consagración a los Sagrados Corazones de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad (en 1641) y de su Sociedad de Sacerdotes;  El blason de su Sociedad;  Las oraciones especiales, “el Benedictus sit” y el “Ave Corsanctissimum”;  Las letanías del Sagrado Corazón de la Virgen María con el versículo y la oración. Estas oraciones, tan bellas y tan llenas que estaban del espíritu de su querida devoción, no respondían suficientemente ni a su deseo de ver honrar y amar esos Sagrados Corazones ni a los derechos que en cierta manera el les había conferido.

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Fiestas Por la consagración de sus Institutos, esta devoción pedía por vía de consecuencia, su celebración pública y arrastraba casi necesariamente a la institución de una fiesta en la cual se rindiese a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, el culto solemne que las Sociedades religiosas rinden a sus patronos. Por eso San Juan Eudes, muy pronto pensó en el establecimiento de dos fiestas distintas en honor de esos dos corazones. Fiesta del Corazón de María Si hay que creer a Martine, desde 1643, su designio a este respecto, se habría detenido completamente. En realidad, no fue sino mucho más tarde que el se decidió a establecer la fiesta del Corazón de Jesús. La del Corazón de María vino en primer lugar. Sea lo que fuere, la fiesta del Sagrado Corazón de María fue incontestablemente celebrada en la Congregación de Jesús y María, en 1643, o lo más tarde en 1644. Fechas Ella fue al principio de orden enteramente íntimo; lo que no impide en absoluto gozar desde 1646, del privilegio litúrgico de una octava. Hasta 1646 tuvo lugar el 20 de octubre, como nos los dice el relato del P. Finel, uno de los compañeros del P. Eudes. 20 de Octubre “El sábado 20 de octubre, día y fiesta del Sacratísimo Corazón de María, en Lions-sur-la-Mer, cerca de Delivrance, donde dábamos una misión, dichas las letanías ordinariamente antes de medio día, el P. Eudes me llamó a su cuarto y me dijo que desde hacía mucho tiempo el deseaba hablarme, y que lo había hecho antes si no hubiera preferido esperar a este santo día, con el fin de darme el medio de ser, si yo no quería poner obstáculo, uno de los hijos del Sacratísimo Corazón de la Madre Admirable, y aumentar así la fiesta de su amabilísimo Corazón. El me preguntó si yo no quería entregarme y consagrarme a Jesús y María, para vivir las máximas del Evangelio…” 8 de Febrero

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Al año siguiente, el P. Eudes transfirió al día 8 de febrero la fiesta. Continuando el relato del P. Finel, tenemos las razones de este cambio por parte del. P. Eudes. Fundamento doctrinal “Por este medio, nos dijo, se le puede dar una octava a la fiesta del Sagrado Corazón de María; porque es más fácil ordinariamente colocar una a esta época del año, que en cualquier otro tiempo”. Otra razón se le presentó proporcionada por dos textos de San Lucas, donde la Sagrada Escritura hace mención del Corazón de María; “Maria autem conservabat omnia verba haec conferens in corde suo… et mater ejes conservabat omnia verba jaec in corde suo. María, su Madre, conservaba todas estas cosas y todas estas palabras, meditándolas en su Corazón”.

Lc. 2, 19; 2m 51.

Estos textos, dice el P. Eudes, encierran un magnífico elogio del Corazón de la Madre del Salvador. Nos dan a entender las maravillas que tenemos que admirar allí; por consiguiente nos la representan como muy digna de nuestra veneración y proveen en la verdad que enuncias uno de los principales fundamentos de la devoción al Sagrado Corazón de María. “Según esto, añade él, en el primer pasaje se trata de las cosas maravillosas acaecidas en la infancia del Hijo de Dios, y en el segundo se hace mención principalmente de las que pasaron en su vida oculta; estos son esos misterios que la Santísima Virgen conservaba preciosamente en su corazón. Por otra parte, el comienzo de febrero termina el tiempo consagrado en honor de la divina infancia de Jesús, y coincide en la primera parte del tiempo que la Iglesia dedica a la vida oculta, desde la Purificación hasta la Cuaresma. Es por consiguiente hacerse eco de las alabanzas dadas por el Espíritu Santo al Corazón de su Esposa, y conformarse al orden seguido por la Iglesia, en la distribución de sus fiestas, el colocar en esta época el día destinado a celebrar las grandezas y las bondades del Corazón amabilísimo de la Madre de Jesús”. Elección del día 8 En cuanto a la elección del día 8, se debió al recuerdo de las fiestas de la Inmaculada Concepción y de la Natividad de la Santísima Virgen: porque el P. Eudes nos enseña:

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“a consagrar el día 8 de cada mes en honor de la Amable María, dado que ella fue concebida el 8 de diciembre y que nació el 8 de septiembre”. Desde 1647, la fiesta del Sagrado Corazón de María se ha celebrado invariablemente el 8 de febrero, en la Orden de Nuestra Señora de la Caridad, en la Congregación de Jesús y María y por las Cofradías del Sagrado Corazón de la Madre Admirable. A su ejemplo, gran número de Prelados, de comunidades religiosas y aún de diócesis han elegido también ese día. Quedaba por franquear un último paso, los fue el 8 de febrero de 1648, con ocasión de la famosa misión de Autún. IV CULTO LITÚRGICO AL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA LAS APROBACIONES El P. Eudes no se contentó con la devoción al Sagrado Corazón de María, sino que la explicó, formuló, justificó, y esto pedía un “doctor” que supiese defender y hacer aceptar este culto. San Juan Eudes, fue ese doctor como lo declaró Pío X: “el bienaventurado (San Juan Eudes) debe ser considerado como el doctor del culto litúrgico de los Sagrados Corazones, puesto que él compuso, en su honor, oficios y misas propias”. Toda obra litúrgica posee un innegable carácter doctrinal y dogmático. De ahí, el cuidado con el cual la Iglesia vigila los menores detalles de la vida litúrgica. La petición de aprobación episcopal Desde el principio, tal vez desde 1641 el P. Eudes había compuesto un Oficio y una Misa para el Sagrado Corazón de María. Únicamente la aprobación de la Iglesia podía introducirlos en el culto público. El los presentó pues a la aprobación de Monseñor Ragny, Obispo de Autún. El los hizo examinar por varios doctores, quienes declararon sucesivamente por escrito, el 14, 15 y 20 de enero de 1648, no haber encontrado nada que no fuese conforme con la doctrina de la fe. Apoyado en estos testimonio y en su propio examen, Monseñor De Ragny permitió imprimir el Oficio del Sagrado Corazón, al cual estaba adjunto el del Sagrado nombre de María. 8


Aprobación de Monseñor de Ragny El los aprobó “para el uso de aquellos que tuviesen la devoción de recitarlos, exhortando a todos y a cada uno de su diócesis, tanto seculares como regulares, de servirse de ellos para rendir honor y veneración debidos a dos cosas tan sagradas y tan venerables como lo son el Corazón Divino y el nombre bendito de la Madre de Dios y para celebrar la memoria y la fiesta que se hace el 8 de febrero y el 22 de septiembre. El acta es del 20 de enero de 1648 y atestigua que la fiesta del Sagrado Corazón de María se celebraba ya regularmente el 8 de febrero. Ese documento público señaló fecha Primera edición del Oficio Provisto de esta autorización de Monseñor de Ragny, el P. Eudes hizo imprimir en Autún los oficios en cuestión, y el 7 de febrero de este mismo año de 1648, tuvo la dicha de celebrar solemnemente en la catedral de Autún la fiesta del Sagrado Corazón de María. Diversas aprobaciones episcopales Después vinieron numerosas aprobaciones, porque San Juan Eudes se dedicó a ganarse los obispos para el culto de los Corazones de Jesús y de María. A partir de 1648, las aprobaciones episcopales se multiplican a favor del Oficio y de la fiesta del Sagrado Corazón de María; en 1648 obtiene la aprobación de Pedro de Jardivilliers, arzobispo de Bourges; de Simón Le Grass, obispo de Siossons; de Henri de Banadat, obispo de Noyon; de Jacques de Berron, obispo de Evreux; en 1649, las de Claude de Auvry, obispo de Coutances, y de Leonor de Matignon, obispo de Lisieux; en 1649, la de Francisco Servien, obispo de Bayeux; en 1660, las de Francisco de la Pally, obispo de Jeliópolis, y de Ignacio Cotolendi, obispo de Métellopolis, ambos vicarios apostólicos de …… en 1661, las de Henri de Maupas, obispo de Puy de André de Saussay obispo de Toul; y de Francisco de Harlay de Campvallon arzobispo de Rouen; en 1662, las de Francisco de Montmorency-Laval, primer arzobispo de Québec y de Francisco de Nesmond, obispo de Bayeux. (2).

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(1) Aún de los decretos de San Pío V y de Urbano VIII, que reservaban al Soberano Pontífice la aprobación de los Oficios nuevos, los obispos de Francia se creían con derecho de autorizar en sus diócesis, la celebración de fiestas nuevas con Misa y Oficio propios, y es un hecho constante que ellos no recurrían a la Santa Sede para la aprobación de su propios. Los Soberanos Pontífices toleraban este estado de cosas. El R.P. Mallet, cuenta que, en una de sus entrevistas, Pío X le afirmó que aprobando los oficios y misas compuestas por San Juan Eudes, los obispos de esa época no habían sobrepasado sus derechos y que así, del hecho de esa aprobación, el culto de los Sagrados Corazones inaugurado por San Juan Eudes venía a ser un culto legítimamente aprobado. (2) Según una carta del R.P. Blouet de Camilla al obispo de Vannes, se ve que el P. Eudes hizo celebrar la fiesta del Sagrado Corazón de María desde los primeros años en la casa de Caen con la aprobación (1662) el Mñor de Nesmond, obispo de Bayeux. Este prelado se apoya en los permisos de “sus tres ilustres predecesores” para autorizar de nuevo él mismo esta solemnidad. Ahora bien, de los tres prelados que el P. Eudes había visto sucederse en la sede de Bayeux desde el establecimiento de la sociedad, Mñor Molé se había opuesto; por consiguiente todo lleva a creer que una autorización de Mñor de Angennes, que no llegó hasta nosotros habría precedido la de Mñor Servien, dada en 1659, y que fue sobre esta, que el P. Eudes celebró la fiesta del Corazón de María. En la misma época tenemos que señalar otros progresos. Leemos en el libro del P. de Fallifet, Asistente General de la Compañía de Jesús, acerca de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: “En Dijon, desde el año 1654, la casa de refugio fue dedicada al Sagrado Corazón de María, el Vicario General de la Diócesis, en el permiso que dio de imprimir el Oficio del Santo Corazón habla así: “Vistos por nos, vicario general, los oficios de la solemnidad del Santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen, que se celebra el 8 de febrero, y de la fiesta del santísimo nombre de María; vistos también los testimonios y permisos de varios de nuestros señores obispos, acerca del uso y celebración de los dichos oficios en sus diócesis, deseando contribuir con todo nuestro poder al aumento y gloria de esta misma Virgen en la cual no hay nada que no sea admirable; hemos procurado que sean impresos, para tratar de extender esta devoción como un bálsamo, y de servirse y de celebrar la memoria, para rendir el honor y la alabanza que es debido a dos cosas tan sagradas y tan venerables, como son el Corazón Santísimo y el nombre bendito de la digna Madre de Dios”.

Dado en Dijon, el 12 de abril de 1654, GONTIER. Vicario General

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El P. Eudes, aunque creyese en el derecho de los obispos de autorizar las fiestas nuevas y aprobar los nuevos oficios, daba un precio diferente a la sanción de la Iglesia romana. También recoge con mucha atención los menores indicios de aprobación de Roma. En 1666, San Juan Eudes tenía la alegría de ver al Papa Alejandro VII erigir en orden religiosa bajo la regla de San Agustín su Instituto de Hijas de Nuestra Señora de la Caridad, del Refugio. Las reglas presentadas a los ojos de la Congregación de los obispos y regulares mencionan la devoción al Sagrado Corazón de María como devoción principal. Tuvo por consiguiente, como un primer examen, y como una primera aprobación, a lo menos de la devoción al Sagrado Corazón de María. Un Acta del 14 de enero de 1667 de Mñor de Paupas, obispo de Evreux, concedió especialmente a los sacerdotes de la Congregación de Jesús y María “el celebrar todos los años, el 8 de febrero, solamente y con octava, la fiesta del Santísimo Corazón de la Santísima Madre de Dios; de servirse para este caso del Oficio y Misas propias aprobadas ya en 1661”. Autorización del Cardenal de Vendome en nombre de S.S. Clemente IX La prueba vino también. Los Jansenistas se levantaron contra esta devoción reciente que ellos calificaban de innovación, y la atacaron con violencia, pero la aprobación dada en 1668, por el Cardenal de Vendome, en nombre de Clemente IX, del cual el era Legado a latere, en París, respondió victoriosamente a sus ataques; la fiesta fijada desde entonces para el 8 de febrero, fue elevada al rango de doble de segunda clase. Carta del P. Eudes al Cardenal de Vendome “Eminentísimo y Reverendísimo Señor, Juan Eudes, sacerdote superior de seminarios de la provincia de Normandía, expone humildemente a Vuestra Eminencia, que, del consentimiento y con la aprobación de varios arzobispos y obispos, ha compuesto y hecho imprimir un libro que contiene un oficio del Sagrado Corazón de la Bienaventurada Virgen María. Para dar más autoridad a ese libro, el desea que sea aprobado por Vuestra Eminencia, le suplica humildemente se digne por gracia especial, aprobar y confirmar el dicho libro, que contiene el dicho oficio, y las aprobaciones de los doctores, arzobispos y obispos que van adjuntas, con todo cuanto está allí contenido. El todo por gracia especial y con las cláusulas convenientes”. Respuesta del Cardenal de Vendome

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“Luis de Vendome, Cardenal diácono de la santa Iglesia romana, del título de Santa María in Portieu, legado ad látere de la Santa Sede apostólica y de nuestro Santo Padre el Papa Clemente IX, nos, habiendo visto el libro que tiene por título: Oficio del Sagrado Corazón de la Bienaventurada Virgen María, libro aprobado por arzobispos, obispos y doctores, con la autoridad apostólica que usamos en este punto, alabamos, aprobamos y confirmamos esta laudable y útil devoción hacia el sacratísimo corazón y el glorioso nombre de la Virgen María”. Autorización en nombre S.S. Clemente IX “Dado en París, el 2 de julio de 1668.- Firmado: Cardenal de Vendome, legado, y más abajo: de Bonfils, auditor y secretario de la legación”. Comentario de San Juan Eudes San Juan Eudes nos dice: “tomad nota, primeramente que la dicha petición suplica a su Eminencia aprobar, no solamente el oficio del Sacratísimo Corazón de la Bienaventurada Virgen, sino también autorizar y confirmar todo cuanto está contenido en las aprobaciones de N.N.S.S., los arzobispos y obispos. Lo que habiendo hecho, ha autorizado por consecuencia la fiesta con su octava, que celebramos el ocho de febrero, puesto que las aprobaciones de los nombrados señores los prelados nos dan el permiso. En segundo lugar, que las actas de la legación de Mñor el Cardenal de Vendome han sido confirmadas en Roma por la Santa Sede Apostólica y por nuestro Santísimo Padre el Papa Clemente IX. Y de este modo ved la devoción y la fiesta del divino Corazón de la Madre de Dios autorizadas y confirmadas no solamente por un legado ad látere, sino aún por un Soberano Pontífice, Clemente IX”. La Sagrada Congregación de Ritos, en su decreto del 13 de junio de 1861, parece apoyarse ella misma en una aprobación dada por el legado de Clemente IX, para los tres oficios de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de San Agustín. Sin embargo, mientras que en Francia, los obispos y el Cardenal de Vendome aplaudían los esfuerzos del P. Eudes por propagar la devoción a los Sagrados Corazones, en Roma la Congregación de Ritos daba el 8 de junio de 1669, un decreto que de buenas a primeras parecía menos favorable al culto del Corazón de María. Está concebido así: Decreto de Roma 8 de junio 1669

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FRANCIA.- Se ha suplicado a la Sagrada Congregación de Ritos aprobar un oficio con misa propia, en honor del Sagrado Corazón de la Bienaventurada Virgen María, todo ello impreso en Francia, 16560, etc… La Sagrada Congregación de Ritos respondió que no había lugar para dar esta aprobación, 8 de junio 1669. Comentario de este decreto Notemos en primer lugar que la Sagrada Congregación no rehúsa su aprobación a la devoción, sino más bien a un oficio y a una misa del Sagrado Corazón de María. “Ahora bien, ha dicho Tetani (Apología del Sagrado Corazón) hay una gran diferencia entre una devoción más o menos privada, una fiesta celebrada públicamente en nombre de la Iglesia, y un oficio propio. Puede haber razones para conceder en un punto y negar en otro. La respuesta mencionada, atestigua pues solamente que la Congregación de Ritos a creído deber, en 1669, rehusar la sanación de su autoridad al oficio del Sagrado Corazón de María. Para cualquiera que conozca los usos y la práctica de las Congregaciones romanas, está esto muy lejos de una condenación. Esto es tanto más evidente que cuando las circunstancias se modifiquen, la Sagrada Congregación admitirá nuevas peticiones, y en 1861 aprobará el Oficio. No se sabe quien hizo estas primeras peticiones, pero parece seguro que no fue San Juan Eudes. En efecto, algunos años después el P. Eudes alega en apoyo de este mismo oficio del Sagrado Corazón de María, la aprobación del Cardenal de Vendome, legado del Papa Clemente IX y añade: Buena fe del P. Eudes “Tened en cuenta que las actas de la legación de Mñor el Cardenal de Vendome fueron confirmadas en Roma por la Santa Sede apostólica y por nuestro Santo Padre el Papa Clemente IX”. El añade además: “Esta fiesta está “apoyada” sobre la piedra inconmovible de la Santa Sede Apostólica”. A sus ojos, aparecía que el oficio del Sagrado Corazón de María tenía pues la sanción a lo menos indirecta de Roma; lo que prueba muy bien que él ignoraba la respuesta de la Sagrada Congregación. Bulas autorizando establecer Cofradías 13


En el año de 1674, el P. Jacques de la Haya de Bonnefonds, va a Roma y obtiene varias Bulas del Papa Clemente X, de las cuales 6 que permiten establecer en las casas de Caen, Rouen, Coutances, Lisieux, Evreux y Rennes las Cofradías del Sagrado Corazón de María, en las Iglesias y Capillas. Esta bula de 1674 de Clemente X hizo época, porque otras autorizaciones de obispos apoyándose en esta bula, serían concedidas, y de este modo cofradías de los Sagrados Corazones se erigieron en Francia. Algunos obispos concedieron además la autorización del culto de los Sagrados Corazones, y aún la celebración de sus fiestas extendiéndola a toda su diócesis. Esto es lo que anotamos para no citar sino un ejemplo, en la carta de Mñor Olivier Ségou de Kerlivic, obispo de Tréguier, de fecha de 1704. Autorizaciones a las Benedictinas del Smo. Sacramento También debemos señalar aprobaciones a comunidades no eudistas: A la petición de la Madre Mechtilde del Smo. Sacramento, priora del monasterio de Religiosas Benedictinas del Smo. Sacramento en París, el Cardenal de Vendome, por la aprobación del 26 de mayo de 1668, aprueba y autoriza el celebrar la fiesta del Sagrado Corazón de María. Esta aprobación del Cardenal de Vendome, volvió definitivas en todas las casas de esta Congregación, la fiesta y el oficio del Sagrado Corazón de María. Esto es lo que nos explica cómo, aún antes del final del siglo XVII, gracias a la propagación rápida del Instituto, el culto del sagrado Corazón se había establecido en Rambervillers, en Toul, en Nancy, en Varsovia, en Sens, Dreux, etc. Otras Abadías Benedictinas También fuera de este Instituto, otras benedictinas no tardaron en seguir este ejemplo, y varias abadías, como la abadía real de Montmartre en París, la de San Pierre-les-Dames en Lyon (cuando la Revolución dispersó a las religiosas en 1792, una de las más jóvenes, la Srta. De Bavoz, volvió a revivir más tarde su abadía, fundando en Jouarre a las “Benedictinas del Sagrado Corazón de María”. Los Franciscanos solicitaron en 1668 el favor de celebrar en los conventos de la provincia de Francia la fiesta del Sagrado Corazón de María, el provincial, en esa época, era el R.P. Bernard Chancerel, y fue él quien obtuvo la autorización del Cardenal de Vendome. Ellos sin embargo prefirieron colocar esta fiesta solemne el primero de junio, como se practicaba ya en varias localidades. Otras Órdenes 14


Las Clarisas, la Visitandinas de Caen, de Paray le Monial, las religiosas de Nuestra Señora de Vernon; los Bernardinos de Val Richer; los Carmelitas de Caen, de Pontoise, de París, adoptaron igualmente la fiesta del Sagrado Corazón de María. Mr. Boudon, de acuerdo con Mr. Bagot, fundador de las Misiones Extranjeras, se hizo apóstol y propagador de la devoción del Sagrado Corazón de María, en París. Muerte de San Juan Eudes Por su obra doctrinal, su obra litúrgica, su apostolado litúrgico, y otros medios más, San Juan Eudes, a su muerte en 1680, dejaba la devoción y el culto del Sagrado Corazón de María provista de todo cuanto era necesario para tener derecho de ciudadanía en la Iglesia. Devoción en el Canadá El impulso dado por su influencia se continuará no solamente en los últimos años del siglo XVII, sino en todo el curso del siglo XVIII, sobre todo en Francia, pero también en Canadá por libertad “casi milagrosa” de Québec atacada por una flota inglesa en 1690. Las religiosas del Hospital general de Québec obtuvieron de Mñor de San Valerio, su obispo, la autorización de celebrar cada año la fiesta del Sagrado Corazón de María, con el Oficio y la Misa de San Juan Eudes. Esta devoción pasará de Québec a Montreal donde en 1722, una Cofradía del Sagrado Corazón de María será erigida en la Iglesia parroquial atendida por los sacerdotes de San Sulpicio. En el siglo XVIII, la propagación de la devoción al Sagrado Corazón de María va a recibir un impulso nuevo y muy importante debido a la devoción y culto al Sagrado Corazón de Jesús, gracias al impulso de los Jesuitas. Devoción en Francia en el siglo XVIII Bajo la influencia de la doctrina de la Escuela francesa, esta devoción va a “humanizarse” y se encontrará muy extendida ya a fines del siglo XVII, gracias a la obra de los Eudistas y de los Jesuitas. Hay que anotar que la Familia Real de Francia dio señales de devoción al Corazón de María desde los orígenes de la devoción y ha continuado haciéndolo hasta la Revolución (es gracias a Luis XIV y su participación pecuniaria que el seminario de Coutences y la capilla del seminario de Caen fueron construidos desde 1664). Carmelo de San Dennos 15


Sabemos también que la entrada de Madame Luisa de Francia en el Carmelo de San Denis tuvo lugar al fina de una novena al Corazón de María hecha por las religiosas para obtener una postulante que pudiese remediar su terrible indigencia. Voto de Madame Elizabeth Un hecho más importante todavía, fue al Corazón de María que Madame Elizabeth dirigió con un cierto número de Damas de la Corte una ardiente novena acompañada de un voto para lograr el restablecimiento de la religión en Francia.

LAS APROBACIONES DE LA SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS - 1861 En el siglo XIX Cuando la calma comenzó a reaparecer después de la revolución, el culto al Sagrado Corazón tomó un nuevo impulso. Sin embargo con el desorden litúrgico que reinaba en esta primera mitad del siglo XIX, no es de admirar que los oficios del P. Eudes hubiesen sido adoptados no solamente por sus Institutos, sino por otras sociedades religiosas también y aún por algunas diócesis, que por lo menos tomaron de ellos numerosos pasajes. Petición de autorización en 1856 sin resultados Cuando las diferentes diócesis de Francia comenzaron a volver poco a poco al rito romano, surgieron numerosas dificultades para los Institutos del P. Eudes, sobre todo para el de Jesús y María y para la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Cada vez menos podían servirse de los Oficios de los Sagrados Corazones, aun que los amaran mucho. Ellos quisieron colocarse de modo a continuar usando una herencia tan preciosa. A este fin y conforme a aquello que se había resuelto en la Asamblea de los Padres Eudistas en 1852, se presentó una petición de aprobación a Roma, hacia finales de 1856. Esta petición estaba firmada por el vicario general de Rennes y provista de sello episcopal. Se trasmitió a la Congregación de Ritos, pero esta primera diligencia no obtuvo ningún resultado. Petición de N.S. de la Caridad en Caen En 1860, el monasterio de Nuestra Señora de la Caridad en Caen, apoyado por Mñor el Obispo de Bayeux, presentó una nueva petición para este mismo fin. Esta vez, la Sagrada Congregación de Ritos aprobó para la casa de Nuestra 16


Señora de la Caridad en Caen las Misas y los Oficios propios redactados por el P. Eudes para las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María. Respuesta favorable La Sagrada Congregación motivó su decreto del 13 de junio de 1861 en el muy largo espacio de tiempo que hacía que las religiosas de Nuestra Señora de la Caridad recitaban esos Oficios, y en el recibo que había hecho de ellos el Cardenal de Vendome, legado ad látere del Santo Pontífice Clemente IX. La Sagrada Congregación concedía además este permiso a todos los sacerdotes que celebraran en la capilla del convento, el servirse de las Misas del P. Eudes. Los Papas habían aprobado la devoción general a estos divinos corazones, un gran número de obispos, un legado ad látere, y aún indirectamente al menos, los Soberanos Pontífices Clemente IX y Clemente X habían autorizado la devoción de San Juan Eudes a los Sagrados Corazones de Jesús y de María; con todo ningún acta de Roma había venido a dar una sanción tan expresa. Este decreto completa por consiguiente la serie de aprobaciones concedidas a la devoción de los Divinos Corazones, tal como la había propagado el fundador. Esta aprobación bastaba para la devoción del P. Eudes a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, pero no era suficiente para colmar los votos de todos cuantos formaban parte de los Institutos. En efecto, según el rescripto del 13 de junio de 1861, la única casa que iba a poder servirse de los Oficios del P. Eudes, era la de Caen, las otras no participarían de este beneficio. Las dos familias enteras, no podían dejar de solicitar la extensión de este favor tan precioso a sus ojos. La ocasión por otra parte iba a serles favorable con la visita a Roma de Mñor Poirier, obispo de Roseau, y miembro de la Congregación de Jesús y de María. Mñor Poirier se hizo intérprete de sus hermanos, y de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad. El pidió que la corte romana quisiera extender a los dos Institutos del P. Eudes, el permiso concedido al monasterio de Caen. Rescripto 5/9/1861 Una primera vez, el 5 de septiembre de 1861, el Soberano Pontífice Pío IX él mismo extendió la autorización a toda la Orden de Nuestra Señora de la Caridad. Rescripto 6/10/1861 El 6 de octubre del mismo año, Mñor Poirier obtenía la extensión del mismo privilegio a todos los clérigos y a todas las iglesias o capillas de la Congregación de los Eudistas.

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Autorización para toda la Orden Finalmente, el 12 de diciembre, por nuevas instancias, la Sagrada Congregación de Ritos, recordando los diversos permisos concedidos en el transcurso de ese año, por ella misma o por el Soberano Pontífice, aprobó las “lecciones” propias de la octava para la Congregación de Jesús y María. La sanción de la Iglesia, al afirmar esta doctrina sobre la roca inquebrantable de Pedro, le añadió una fuerza incomparablemente más grande. Podemos afirmar por consiguiente, que la aprobación de Roma fue el coronamiento del edificio construído por el P. Eudes, a gloria de esos divinos Corazones, y la sanción de la Sagrada Congregación de Ritos ratifiquen su autoridad suprema todas las aprobaciones dadas durante más de dos siglos a la devoción y al apostolado de San Juan Eudes por tantos doctores y prelados de la Iglesia de Francia. En el siglo XIX las devociones a los Sagrados Corazones fueron tan apreciadas que vemos florecer durante y después de la revolución una espléndida floración de Congregaciones religiosas, de Cofradías y Asociaciones deferentes consagradas al culto de los Sagrados Corazones de ellas por lo menos unas cincuenta Congregaciones al Corazón Inmaculado. Los Soberanos Pontífices, sobre todo Pío VII y Pío IX concedieron a varias iglesias particulares la celebración de una fiesta del Corazón purísimo de María fijada para el domingo después de la Asunción, después al sábado después de la fiesta del Sagrado Corazón. S.S. Pío X. Decreto del 28 de Agosto de 1914 A continuación, S.S. Pío X, tres años antes de Fátima, el 28 de Agosto de 1914, publicó un decreto instituyendo la fiesta del Corazón Inmaculado para todas las diócesis que lo pidieran; estaba fijada para el día siguiente de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. V. EXTENSION DEL CULTO DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA A LA IGLESIA UNIVERSAL Más cerca de nosotros, y a consecuencia de la devoción del P. Eudes y de diferentes apariciones de Nuestra Señora, en Fátima, el Corazón Inmaculado de María está en el centro del mensaje. En las instrucciones del Ángel, los Sagrados Corazones de Jesús y de María son mencionados en cada visita: “los santísimos Corazones de Jesús y de María están atentos a vuestras oraciones”, “queréis sufrir para obtener la conversión de los pecadores, para reparar las blasfemias como también todas las ofensas hechas al Corazón Inmaculado de María”. 18


Fue en la segunda aparición de Nuestra Señora (junio 1917) que la primera revelación verdadera del Corazón de María se efectuó para los tres pastorcitos y para nosotros mismos, cuando María les mostró su Corazón rodeado de espinas que lo atraviesan por todas partes. La Virgen dijo a Lucía: “Jesús quiere servirse de ti, para hacerme conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado… mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”. En la tercera aparición (julio 1917) la Santísima Virgen enseño a los niños a sacrificarse “por amor a Jesús, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Corazón de Jesús y de María…” Después, en aquello que se llama el “secreto” es la devoción al Corazón Inmaculado el que salvará a los pecadores del infierno, y la consagración de Rusia a este mismo Corazón”. “Para salvar (las almas de los pecadores) Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. Si hacen lo que voy a decirte, muchas almas se salvarán y tendréis la paz”. En las memorias de Lucía y en particular en su carta del 18 de mayo de 1936, ella refiere una conversación íntima con Nuestro Señor. Ella le preguntó por qué El no convertiría a Rusia sin que el Santo Padre la consagre a María. Nuestro Señor respondió: “Porque yo deseo que toda mi Iglesia reconozca el retorno (conversión) de Rusia como un triunfo del Corazón Inmaculado de María, a fin que su culto se extienda paralelamente con el culto al Sagrado Corazón”. En una carta del 2 de diciembre de 1940, Lucía pide a S.S. Pío XII, en Nombre de Nuestro Señor, que el Soberano pontifica con todos los obispos, haga la consagración del Mundo al Corazón Inmaculado, con mención especial de Rusia. S.S. Pío XII. Consagración del 8 de diciembre de 1942 del mundo al Corazón Inmaculado de María. El 31 de octubre de 1942, S.S. Pío XII hizo un radio mensaje que contenía “la Consagración de la Iglesia y del mundo, haciendo mención de aquellos “pueblos separados por el error y la discordia, especialmente de aquellos que os han dedicado una particular devoción…” Su Santidad Pío XII renovó este acto en la Basílica vaticana el 8 de diciembre de 1942 delante de 80.000 fieles.

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De este modo, en plena guerra mundial, S.S. Pío XII consagró a todo el género humano al Corazón Inmaculado de María para ponerlo bajo la protección muy especial de la Madre del Salvador. El Santo Padre decretó, en 1944, que cada año la Iglesia toda celebraría una fiesta en honor al Corazón Inmaculado de María el 22 de agosto, asignándole como finalidad, obtener por intercesión de la Santísima Virgen:    

la paz de las naciones la libertad de la Iglesia la conversión de los pecadores el amor a la pureza y la práctica de las virtudes

Decreto del 4 de mayo de 1944 “Nuestro santísimo Padre el Papa Pío XII, conmovido por los graves males que afligen a los pueblos a causa de la horrible y cruel guerra, consagra para siempre la Santa Iglesia Universal y todo el género humano al Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen y Madre, el año de 1942 en la fiesta de su Inmaculada Concepción, como lo hizo el Papa León XIII en otra ocasión al Sagrado Corazón de Jesús. Con el fin de conservar la memoria de esta consagración, ordena extendiéndola a toda la Iglesia Universal, el celebrar la fiesta del Corazón Inmaculado de María el 22 de agosto, en lugar del día de la octava de la Asunción, bajo el rito doble de la segunda clase, con el fin de obtener por el socorro de la bienaventurada Madre de Dios, la paz para todas las naciones; la libertad de la Iglesia de Cristo; para los pecadores, el perdón de sus faltas; para todos los fieles, que se afirmen en el amor de la pureza y en la práctica de las virtudes. El mismo decreto precisa también el objetivo del culto litúrgico: “Por este culto la Iglesia rinde al Corazón de la Bienaventurada Virgen María el honor que le es debido, puesto que bajo el símbolo de este Corazón, venera muy devotamente la eminente y singular santidad del alma de la Madre de Dios, pero sobre todo su ardientísimo amor hacia Dios y su Hijo Jesús, así como su maternal bondad hacia los hombres rescatados por la sangre divina”. S.S. Pablo VI renueva la consagración del mundo entero al Corazón Inmaculado de María El 21 de noviembre de 1964, S.S. Pablo VI, en su discurso de clausura de la 3ª. Sesión del Concilio Vaticano II, renueva la consagración del mundo entero: “En tanto que volvemos nuestra alma hacia la Virgen en una oración ardiente con el fin que ella bendiga el Concilio ecuménico y a toda la Iglesia, nuestra 20


mirada se vuelve hacia los horizontes del mundo entero… que nuestro predecesor Pío XII, de venerable memoria, y no sin una inspiración de arriba, consagró solemnemente al Corazón Inmaculado de María… a tu Corazón Inmaculado, Oh María, nos recomendamos finalmente todo el género humano…” VI.

CULTO LITURGICO DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARIA DESPUÉS DEL CONCILIO VATICANO II

El nuevo calendario romano general, revisado a continuación del Vaticano II, apareció en mayo de 1969, pero tomó oficialmente vigor el 1º de enero de 1970. Con sus nuevas normas, la fiesta del Corazón Inmaculado de María se convirtió en una simple memoria, facultativa, colocada al día siguiente de la fiesta del Sagrado Corazón, o sea el sábado de la tercera semana después de Pentecostés. Varios textos muestran la elección de la Sagrada Congregación del Culto Divino, para colocar la fiesta del Corazón Inmaculado de María en esa nueva fecha. LUMEN GENTIUM No. 66 “La Iglesia honra a justo título con un culto especial a aquella que la gracia de Dios hizo ciertamente inferior a su Hijo, pero superior a todos los ángeles y a todos los hombres, en razón de su papel de Madre santísima de Dios, y de su asociación a los misterios de Cristo”. Sacrosantum Concilium No. 103 “Celebrando el cielo anual de los misterios de Cristo, la Santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo; en ella, la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser”. Pablo VI. Culto a María hoy No. 2 La reforma de la liturgia romana presuponía una atenta revisión de su Calendario General. Este, ordenado a poner en su debido resalto la celebración de la obra de la salvación en días determinados, distribuyendo a lo largo del ciclo anual todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación hasta la espera de su venida gloriosa, ha permitido incluir de manera más orgánica y con más

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estrecha cohesión la memoria de la Madre dentro del ciclo anual de los misterios del Hijo”. Ibid. No. 8 Si el Calendario Romano restaurado pone de relieve sobre do algunas celebraciones, incluye no obstante otro tipo de memorias o fiestas vinculadas a motivos de culto local, pero que han adquirido un interés más amplio. (Sábado de la 3ª. Semana después de Pentecostés; Corazón Inmaculado de María). “Ni debe olvidarse que el Calendario Romano General no registra todas las celebraciones de contenido mariano: pues corresponde a los Calendarios particulares recoger, con fidelidad a las normas litúrgicas pero también con adhesión de corazón, las fiestas marianas propias de las distintas Iglesias locales. SEGUNDA PARTE DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA EN LA SOCIEDAD

“Estas dos devociones (la del Sagrado Corazón de Jesús y el Sagrado Corazón de María) son inseparables una de otra. Ambas nos hablan del amor que Dios nos tiene y del que nosotros debemos tener a Dios. El Corazón de Jesús está enteramente en el de María, y el Corazón de María ocupa el centro del Corazón de Jesús. El Corazón de Jesús imprime su semejanza de una manera inefable al Corazón de María, le comunica sus perfecciones y sus privilegios en un grado incomunicable a toda otra criatura. Honrar, invocar, parecerse al Corazón de María, es honrar, invocar, parecerse al Corazón de Jesús”.

P. de Clorivière Documentos históricos. p 169 Como lo hemos visto, la devoción a los Sagrados Corazones se desarrolló muy rápidamente en Bretaña: el P. de Clorivière y M. de Cicé cada uno a su manera, fueron fuertemente impregnados de esta devoción desde su infancia. No hay lugar aquí para estudiar el “desarrollo” de la devoción al Sagrado Corazón de María en sus vidas, pero en todos sus escritos, la Virgen María, tiene por decirlo así, el primer lugar. 22


En esta segunda parte, vamos a aplicarnos más particularmente al aspecto de la celebración de la fiesta del Sagrado Corazón de María, el 8 de febrero y de las diferentes fases que autorizan este culto litúrgico, en la Sociedad.

I.- PROYECTO DE ESTA DEVOCIÓN EXTENDIDA A TODA LA SOCIEDAD POR EL PADRE DE CLORIVIÈRE Y MADRE DE CICÉ

En 1805, para responder al deseo del P. de Clorivière, tanto como a su propia devoción, vamos a ver a través de las respuestas del Padre en sus cartas, el proyecto que M. de Cicé sometía a su aprobación. A.- Se trata de un voto que M. de Cicé tendría la intención de hacer para celebrar de un modo especial la fiesta del Sagrado Corazón de María, en la Sociedad. Bosquejo de un voto para celebrar de un modo especial la fiesta del Sagrado Corazón de María. Sábado 9 de febrero de 1805 (1) (Carta a P. de Clorivière. T 1, pg. 259). “Hablaré en otra ocasión del voto hecho por Ud…” Lunes 11 de febrero de 1805 (2). Carta P. de Clorivière. T. 1, pgs. 259-260. He hecho querida hija, mis reflexiones sobre el voto de que me habla, helas aquí: 1. Tenéis todo el derecho de comprometeros para la Sociedad de María al presente y en el porvenir, pero M. Bourgeois no tenía ninguno para comprometerse por toda la Sociedad del Corazón de Jesús, no siendo del Colegio de París; pero supongo que el no lo habrá pretendido. (a los comienzos, el P. de Clorivière empleaba a veces el término (de “colegio” para indicar las Reuniones). 2. Ese voto ha sido hecho bajo condición o absolutamente? 3. Como la fiesta del Sagrado Corazón de María no es universal y que su día no es en todas partes el mismo, habría que especificar que día preciso se escoge para celebrarla. 4. Parece conveniente que todo cuanto se hace para la fiesta del Corazón de María, se haga igualmente para la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Así una obligación parece llevar a la otra, y hay que ser extremadamente circunspecto para contraer esta especie de obligaciones sobre todo por medio del voto. 5. Aunque no desaprueba quemar por devoción cirios delante de las imágenes sagradas, sin embargo como nunca lo he visto practicar en la Compañía de 23


Jesús, yo no querría comprometerme por voto por la Sociedad del Corazón de Jesús. Habría que especificar la calidad del cirio y durante cuanto tiempo permanecería encendido. B.- Los datos del voto se precisan: La fiesta del Sagrado Corazón de María sería celebrada en la Sociedad. Febrero 20 de 1805 (1) (C. P. de Clorivière, p. 262). “He reflexionado seriamente delante de Dios respecto al voto, y como Ud. había debido sometérmelo, ved aquí lo que yo decido: es un buen propósito, sin duda, que las fiestas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María sean celebradas (2) en (tiempo del P. Clorivière “chemer” significaba “celebrar”), en nuestras Sociedades, pero no es a propósito, creo, el comprometerse con voto. He aquí que os comprometerse con voto. He aquí a que os comprometería ese voto y a todas cuantas vengan después de Usted. Sería a hacer cuanto estuviera a su alcance para que la fiesta del Sagrado Corazón de María sea celebrada en vuestra Sociedad, y vos misma la celebráis tanto cuanto lo pueda con las condiciones propuestas. Tomaréis también, pero sin voto, la misma resolución para la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. De mi parte, yo tomo las mismas resoluciones para la Sociedad del Corazón de Jesús. Dios nos conceda la gracia de ponerlas en ejecución. 24 de febrero 1805 (3) (C.P. de Clorivière p. 265) Fiesta del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero. “Mi querida hija, creo haberle explicado que no era necesario comprometer a las Sociedades por voto; sino que, para nosotros podríamos comprometernos a hacer en tiempo conveniente, todo cuanto estuviera a nuestro poder para que se celebrara en las dos Sociedades las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús el viernes después de la octava del Smo. Sacramento, y la fiesta del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero; y nada más. Hablaré de ello a M. Bourgeois, pero Ud. también puede hablarle. Después de estos tanteos, los dos fundadores llegaron a formular un “compromiso” común, la manera como se celebraría en el porvenir la fiesta del Sagrado Corazón de María en las dos Sociedades.

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PROMESA DE CELEBRAR LA FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE MARIA L.J.C. Nos comprometemos en nombre de las dos Sociedades presentes y venideras del divino Corazón de Jesús y del Sagrado Corazón de María, a celebrar la fiesta del Corazón de María, de la manera siguiente: 1. La víspera, todos los miembros de una y otra Sociedad, que no estén impedidos por una causa razonable, ayunarán. 2. Todos celebrarán la fiesta del Corazón de María como un día de obligación, si uno no está impedido. 3. En cada colegio (Reunión) en una y otra Sociedad, se encenderá un cirio o una bujía ante la imagen del Sagrado Corazón de María. 4. Se dará una pequeña limosna en honor de ese mismo corazón tan amable.

I.J.C. B.S.I.C.B.V.M

Gracias a una carta de M. de Cicé a Amable Chenú, sabemos que este “compromiso”se hizo en mayo de 1808. 7 de febrero 1809 (1) (Carta M. Cicé. Tomo II, p. 50) Compromiso mayo 1808. Comentario de M. de Cicé “… Mañana es la fiesta del Sagrado Corazón de María. Hemos prometido en el mes de mayo último, para lo que nos sucediera en ese tiempo, y obtener las gracias que pedimos para las dos familias, ayunar en el porvenir la víspera de la fiesta del Corazón de María, festejar esta fiesta el 8 de febrero, encender un cirio, hacer una pequeña limosna en honor de ese amabilísimo Corazón. Todo esto es para aquellos que no estén impedidos por alguna causa razonable de salud, de prudencia o de discreción, sobre todo en estos tiempos, para no dar nada a conocer. Si el año próximo se está más libre, aquellas que lo puedan hacer, con las condiciones aquí dichas, cumplirán nuestro deseo cumpliendo estas cosas”. En las Constituciones y en el Directorio, encontramos el compromiso tomado por M. de Cicé. En las Constituciones de 1818, que reagrupan las Reglas y la Regla de Conducta, encontramos en la página 34, en el tercer medio: la comunión frecuente, el pasaje siguiente: Constituciones de 1818

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“Las Hijas del Corazón de María celebrarán, con particular devoción la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y la del santísimo Corazón de María; se prepararán a ellas por los ejercicios de penitencia y de piedad que les serán indicados por su superiora”. En la misma época, por una carta de Madame de Seisseval, que vino a ser Superiora General, y dirigida a Amable Cheng, vemos como en concreto, se celebró en 1819 la fiesta del Sagrado Corazón de María. París, 16 de marzo 1819 … En el libro reimpreso… (1) (Se trata de las Constituciones de 1818, citadas más arriba) se dice que la fiesta del 8 de febrero se celebrará con actos de penitencia y de piedad dirigidos por la superiora. Aquí hemos hecho una novena, hay varias casas religiosas donde hay octavas y bendición, nuestras amigas han aprovechado y varias entre ellas a un excelente sermón hecho en la Visitación por un Padre de la Fe, Sr. Mac Carthy, que es considerado como el mejor de todos los predicadores. Bendigamos al buen Dios que permite que su palabra sea anunciada tan dignamente”. En el Directorio de 1856 (p. 54) encontramos con algunas ligeras modificaciones necesarias por las circunstancias, la promesa de M. de Cicé. “La fiesta del Sagrado Corazón de María será celebrada, en todas las reuniones el 8 de febrero. 1. La víspera de la fiesta, todas las Hijas del Corazón de María que no estén impedidas, por causas razonables ayunarán; las que no lo puedan hacer, harán la privación de los viernes (este ayuno no entraña la abstinencia). 2. Ese mismo día, se hará arder un cirio o una bujía delante de la representación del Corazón de María, en la capilla, si se tiene una, o si no en la sala de reuniones. 3. Todas harán una limosna proporcionada a sus medios; esta limosna se dedicará, o a la bolsa común, o a la capilla, o la buena obra de la reunión, a elección de cada una, pero siempre sometida a la aprobación de la superiora. 4. El día de la fiesta, se recitará o se cantarán las letanías de la Sma. Virgen, y se animará a las Hijas del Corazón de María a decir en particular las letanías del Sagrado Corazón de María. Bajo el generalato de Mme de Saisseval, y bajo el Pontificado de León XIII, gracias a una recomendación de Mñor de Quelen el 19 de julio de 1825, un rescripto de la 26


Sagrada Congregación de Asuntos Eclesiásticos, autoriza a las Hijas del Corazón de María a seguir las Reglas de la Sociedad y les concede diversas indulgencias (1). (1) “Libro verde”. Aprobaciones de la Iglesia a la Sociedad de las H.C.M. y referencias de las Constituciones a los Escritos de los Fundadores y documentos de la Iglesia 1975-1976, p. 166). (1) Mñor de Quélen en ese momento, era arzobispo de París, y Superior General de la Sociedad. 1825 Indulgencia plenaria De las tres indulgencias concedidas, se halla una que es: “para el día en que ellas celebren la fiesta del Sagrado Corazón de María”. (8 de febrero).

AUTORIZACIONES CONCEDIDAS POR LA IGLESIA A LA SOCIEDAD DE CELEBRAR LA FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA EL 8 DE FEBRERO 1860 1946

BAJO EL GENERALATO DE MADRE DE GOESBRIAND. A la petición de M. de Goësbriand, la Sagrada Congregación de Ritos concedió el 15 de marzo de 1860, en virtud de la costumbre observada en el Instituto de celebrar la fiesta del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero, la autorización de celebrarla ese día en todas las iglesias y capillas de la Sociedad, todas las misas rezadas y solemnes del “Purísimo Corde Beatae Marieae virginia” con tal que esto no coincida con un domingo, una fiesta de primera clase ó el miércoles de ceniza. (2) (Anales, tomo I, p. 166). Autorización de celebrar el 8 de febrero la fiesta del Sagrado Corazón de María en la Sociedad. Es interesante anotar que esta petición de M. de Goësbriand, coincida con las peticiones de autorización formuladas por los diferentes institutos fundados por el P. Eudes, de los que hemos hablado en la primera parte.

BAJO EL GENERALATO DE M. CLAUSIER 27


Petición de M. Clausier para la Sexagésima. Una nota autógrafa de enero de 1920, de M. Clausier, nos da cuenta de una carta escrita a la señorita Jecker, entonces provincial de Italia: Habiéndome escrito varias superioras acerca de la Misa en honor del Sagrado Corazón de María, el 8 de febrero que cae en el domingo de Sexagésima –he escrito a la Sta. Jecker, rogándole se informe si se podría obtener de la Sagrada Congregación la autorización de decir ese día de Sexagésima la Misa del Sagrado Corazón de María y yo añadía: en el caso de que sea dado el permiso, debería entenderse que es únicamente por la casa de París ó por todas nuestras capillas? y si por ese año únicamente ó por todas las veces donde una circunstancia semejante se encontrara? Autorización del 20 de enero de 1920 La señorita Jecker informó por telegrama de la autorización dada verbalmente, por la Sagrada Congregación bajo el pontificado de Benedicto XV, el 26 de enero de 1920. “Resulta de ese telegrama que el Santo Padre concede: 1º la misa en honor del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero, aunque ese día sea el domingo de sexagésima. 2º que él concede este favor para todas las capillas. 3º que el lo concede definitivamente, es por consiguiente para siempre. Es un favor insigne del Santo Padre”. La implicación dada a esta autorización se menciona en el Epitome en la página 64, en nota. Hemos visto que en el Directorio de 1856, se mencionaba la fiesta del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero, así como lo que se debería hacer la víspera y el día de la fiesta. No es sino en el Directorio de 1876 que el rescripto del Papa Pío IX con fecha del 15 de mayo de 1860 que se menciona por la primera vez. Los Directorios de 1822, 1888, 1899, 1922 indican las mismas cláusulas. BAJO EL GENERALATO DE MADRE RASCOL Autorización a perpetuidad para el 8 de febrero aún si es sexagésima.

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En 1946, M. Rascol dirigió una súplica a Roma, para pedir la autorización de celebrar el 8 de febrero, la fiesta del Sagrado Corazón de María, aún si cae el domingo de sexagésima. En el rescripto No. 7065/46, la autorización es concedida a perpetuidad, el 3 de septiembre de 1946.

III – LA IGLESIA CELEBRA SOLEMNEMENTE EL 22 DE AGOSTO LA FIESTA DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA - 1945 – 1969-

AUTORIZACIONES CONCEDIDAS A LA SOCIEDAD Cuando, en aplicación del decreto de mayo de 1944, el calendario litúrgico de la Iglesia universal fijó para el 22 de Agosto la fiesta del Corazón Inmaculado de María, súplicas fueron dirigidas a Roma, a fin de conservar la fiesta del Sagrado Corazón de María como fiesta patronal de la Sociedad el 8 de febrero. Una serie de rescriptos autorizan la petición. 16 de diciembre de 1949. Por el rescripto, Prot. No. 10493/49, la Sagrada Congregación de Religiosos concede la autorización de continuar celebrando la Misa del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero. La autorización no es sino por 5 años, renovable cada 5 años (1) Epitome p. 64. 5 de noviembre de 1954 Por el rescripto Prot. No. 10943/49 la renovación por 5 años es concedida, cualquiera que sea la feria ocurrente. 23 de noviembre de 1959 Por el rescripto Prot. No. 14421/59 la renovación por 10 años se concede, cualquiera que sea la feria, a excepción del día de Cenizas. 22 de marzo de 1969 Por el rescripto Prot. No. C. 20/1969, la Sagrada Congregación de Ritos no autoriza celebrar el 8 de febrero, sino dos Misas del Corazón de la 29


Bienaventurada Virgen María, como Misa votiva de 2ª. Clase, observando por otra parte las rúbricas. (1) (Informe del Capítulo de 1969, p. 94).

IV – AUTORIZACIÓN CONCEDIDA DESPUÉS DE LA REFORMA LITÚRGICA DE 1969

Con el nuevo calendario litúrgico puesto en vigor el primero de enero de 1970, la fiesta del Corazón Inmaculado de María, se cambió en una simple memoria facultativa, el sábado después de la fiesta del Sagrado Corazón (2) (Motu propio “Mysterii Paschalis” -ver Documentación Católica del 1º. de junio de 1969 – No. 1541, p. 521). La celebración solemne de esta fiesta el 8 de febrero, no hace por consiguiente doble empleo con la celebración de esta misma fiesta en otra fecha en la Iglesia universal. Por otra parte las normas universales del año litúrgico y del calendario llevan: No. 48 “La disposición de las celebraciones en el año litúrgico está reglamentada por un calendario, que es general ó particular, según que haya sido establecido para todo el rito romano, o para el uso de una Iglesia particular o de una familia religiosa”. No. 49 “…Los calendarios particulares contienen celebraciones especialmente propias, armonizándose de modo oportuno con el ciclo general. En efecto cada Iglesia o familia religiosa debe honrar de manera particular los santos que, por una razón particular le son propios. Sin embargo, los calendarios particulares, cuyo establecimiento pertenece a la autoridad competente, deben ser aprobados por la sede apostólica”. No. 52 “… En el calendario religioso, además de las celebraciones del rito, del Fundador y del Patrón, los santos y los bienaventurados que han sido miembros de esa familia religiosa o han tenido con ella lazos particulares (3) (3 – Ibid, p. 527). Apoyándose en estas normas nuevas, los Padres Eudistas dirigieron una súplica a la Sagrada Congregación para el Culto divino con el fin de conservar la fiesta del Sagrado Corazón de María el 8 de febrero. Petición del 5 de abril de 1974 Otras congregaciones presentaron a su vez la misma súplica, lo cual la Sociedad hizo el 5 de abril de 1974, bajo el generalato de Madre Parodi. 29 de mayo de 1974 30


Por el rescripto Prot. No. 1492/74, la Sagrada Congregación para el culto divino concedió que la solemnidad del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María pudiese ser celebrada el 8 de febrero de cada año por esta misma Sociedad. Los textos de la Misa y del Oficio divino para la celebración de la solemnidad se tomarán en el Propio de la Congregación de Jesús y María, aprobado por esta Sagrada Congregación el 8 de febrero de 1973 (Prot. No. 108/73). La fiesta del Sagrado Corazón de María, fiesta patronal de la Sociedad nuevamente se celebra el 8 de febrero, como lo habían querido nuestros Fundadores. X.X.X.X.X.X.X.X.X. Después de estas líneas recordando la devoción al Corazón de María, de su origen con San Juan Eudes hasta nuestros días, es bueno volver a leer el texto del P. de Clorivière, donde el nos propone cómo debe ser nuestra devoción hacia la virgen María. Que yo tengo fuertemente en el corazón, y que yo pido encarecidamente al Señor que una tierna y sincera devoción a la Santísima Virgen sea para siempre la herencia de esta Sociedad, como lo ha sido en todo tiempo en la Sociedad de Jesús y de todas las demás sociedades religiosas en el tiempo de su primer fervor. Sin esta devoción, qué parte tendríamos en los más tiernos, en los más íntimos sentimientos del Corazón de Jesús? Cómo podríamos encontrar acceso cerca de ese Divino Corazón? Por consiguiente si deseamos pertenecer especialmente a ese Divino Corazón, si queremos ser miembros de su Sociedad, distingámonos por nuestra devoción hacia María. Este es después del amor e imitación de Jesús, nuestro Jefe adorable, el primer deber que se prescribe a aquellos que se alistan en el servicio del Señor en esta naciente Sociedad. No descuidemos nada para cumplirlo, con toda la perfección de que cada uno de nosotros sea capaz, este es el medio más seguro para atraer en todo tiempo sobre nosotros y sobre toda la Sociedad las más abundantes bendiciones.

18 de enero de 1800 (Extracto de la respuesta a algunas objeciones acerca de la Santísima Virgen. Cartas circulares p. 403

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