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LA SOCIEDAD DE LAS HIJAS DEL CORAZON DE MARIA

TOMO SEPTIMO 1935 - 1947

Primera parte


Introducción – Generalidades

La provincia de Bélgica fue erigida en el Capítulo general de 1935. Colette Breydel fue su primera provincial, al mismo tiempo que tenía la carga directa de Gante. Alemana formó parte de ella hasta 1938, luego fue erigida en vice-provincia.

Matutina en Banneux, por Colette Breydel. En 1933 se sucedieron ocho apariciones de la Virgen, desde comienzos de enero hasta fines de febrero. La “Virgen de los Pobres” pidió allí una capillita y un centro de oración por todas las naciones. La capilla fue bendecida el 15 de agosto por el Padre de Rinder. En 1935 el paisaje y el ambiente encantan a la provincial, que aspira a construir allí una gran casa de reposo y de descanso para unas cuarenta HCM. Habiéndolo aprobado la superiora general desde 1937, el vicario general Mons. Tillieux coloca la primera piedra. Este, haciendo enérgicamente albañilería hace con humor una alusión a nuestra forma de vida: “Esto, es la francmasonería”.

Tres reuniones: Bruselas, Gante, Lieja (a la que se anexó Namur al cabo de poco tiempo), se dividían ciento noventa HCM belgas, noventa y dos en Bruselas, donde era superiora Marguerite Cousebant d’Alhemad; cuarenta y una en Gante y treinta y cinco en Lieja, contando a la responsable, Gabrielle Biolley: el fervor religioso era grande, las vocaciones numerosas, gracias en parte – como se verá más adelante – a la irradiación de las HCM que trabajaban en la Acción Católica.

El 8 de abril de 1938, en Pascua, Stella Matutina abre sus puertas. Una HCM de Bruselas será responsable por un tiempo, ayudada por mujeres de Lieja. Desde entonces, las belgas irán a renovarse allí en el descanso y el recogimiento. En tiempos de vacaciones se sucederán retiros para laicas y para HCM. Durante la guerra, la casa será el refugio de unas cuarenta dominicas desprovistas de todo, luego volverá a tomar sus actividades; y su irradiación continuará a pesar de las graves dificultades debidas a fallas en la construcción. Parece que los temores de los aldeanos relativos a la competencia que les haría la casa se calmaron, pues los archivos ya no hablan de eso.

Las novicias (unas cincuenta) son formadas al principio en las reuniones por las superioras que confían a una u otra profesa las explicaciones de la Regla de conducta a las principiantes. Así, Gabrielle Godin en Lieja. Algunas novicias, como Lilly Byvoet, encuentran magníficos los comentarios, en tanto que hacen enfurecer a Simonne Vroonen por la insuficiencia de su nivel intelectual. Felizmente, la novicia puede desahogarse con su superiora. La atmósfera en Lieja es por lo demás, a decir de los testimonios, sencilla y familiar, allí se organizan fiestas “a la buena de Dios”, en tanto que en Bruselas todo es más “académico”, austero: la perfección se considera allí hasta en la organización de las diversiones. En Gante, las HCM viven en diáspora, las reuniones se hacen en los locales de la Acción Católica, que sirve de biombo; el secreto era riguroso, pero eso no impide las vocaciones.

Un gran acontecimiento fue el Congreso de Malinas en 1936, en el que participaron numerosas HCM. Luego, en 1938, la visita de M. Rascol fue una gran alegría para todas. Por lo demás, los vínculos con la casa general se mantienen gracias a la participación en las sesiones de superioras y de novicias en París.

Los acontecimientos principales antes de la guerra fueron primero la apertura de Stella

Empieza a plantearse la cuestión del bilingüismo. En 1936, el 18 de junio, se tiene 1


por primera vez una oblación y un sermón en flamenco en Gante; en 1938, en Bruselas, se predica un retiro en esta lengua. Pero sólo en 1946 la nueva superiora, Elisabeth van Elewyck, anuncia que en adelante las conferencias se darán cada mes alternadamente, una en francés por ella misma, la otra en flamenco por Mlle. Van Maele. Igualmente las recreaciones tendrán lugar alternadamente en las dos lenguas, esto para favorecer la unión entre todas. Se prevé también la reunión de Brujas.

a catorce años en condiciones materiales difíciles, pero con un ardor comunicativo. La recuperación de las “boinas verdes”, insignias de los niños, da lugar a una pintoresca expedición a través de la ciudad ante transeúntes estupefactos de ver pasar a jóvenes burguesas (las monitoras) llevando de dos en dos grandes canastos de ropa de regreso de la lavandería, felices de poner en práctica su divisa: “Servir con alegría”. Pero es sobre todo la Acción Católica femenina el terreno al que se dedican muchas HCM bajo la dirección de Christinne de Hemptinne. Son numerosos los miembros de la Sociedad que ejercen allí responsabilidades importantes. Eso no se da sin la incomprensión de la parte del clero que ve mal su presencia, incluso discreta, en ese movimiento de laicos. Blanche de Beauval será encargada de buscar un terreno de entendimiento.

En 1947 tiene lugar en Gante una jornada de formación en la que se plantea de nuevo el problema de la lengua. Las respuestas del padre predicador que comprendía el deseo de las flamencas fueron consideradas satisfactorias por unas, insuficientes por otras: los archivos anotan la dificultad para tratar el tema sin herir las sensibilidades.

Por esos múltiples compromisos las HCM belgas responden al deseo del P. de Clorivière que la Sociedad “abarque en general toda clase de servicios que las diversas Sociedades religiosas se distribuyen entre ellas”.

Las obras antes de la guerra Son numerosas y diversas: catecismos de parroquias o escuelas laicas, obras de misiones, retiros y recolecciones para diversos movimientos, patronatos, visitas a los hospitales o a las familias, permiten descubrir y aliviar muchas miserias. Las HCM tratan de llegar a todos los ambientes: así en Bruselas “el Círculo de Madres” para las jóvenes mujeres de la pequeña burguesía. En Gante, dos HCM forman parte del comité de la “Cruz amarilla y blanca” (cuidados a domicilio), ayuda mutua para las jóvenes madres. Otras trabajan junto a los foráneos. En Lieja, centro minero, lo prioritario es el apostolado obrero. La casa Santa Cruz acoge ampliamente para escucha, consejos, préstamo de libros. La obra de las mutualistas, la Bolsa de Trabajo, el “Club” para ofrecer formación humana y espiritual en un clima de descanso, se abren a centenares de jóvenes, en tanto que HCM recorren los campos como enfermeras o formadores de dueñas de casa rurales.

La guerra de 1939 – 1945 Desde 1939 las amenazas de guerra se hacían sentir en Bélgica que reforzaba la movilización. Y bruscamente el 10 de mayo caen sobre el país violentos bombardeos, prácticamente sin interrupción durante ocho días. Los recuerdos de Bruselas hablan de la lúgubre sirena aullando sin cesar ni de día ni de noche. Los refugiados huyendo de la avanzada alemana llegan a la casa común. Entre otras, ocho visitandinas enloquecidas, tratando de llegar a Francia, lo que finalmente no se logrará. Algunas HCM. obligadas a seguir a su familia parten hacia Bretaña, el centro o el sur de Francia, especialmente a Tolosa, donde serán recibidas con los brazos abiertos, como también refugiados civiles. El 17 de mayo ya no hay agua ni electricidad en Bélgica, saltan los puentes... El 18 de mayo, Bruselas es invadida, la población se mantiene digna y silenciosa. En la casa

Una joven HCM abrió en una pequeña villa una colonia de vacaciones para niños de cinco 2


común, a pesar de las noches sin dormir y el trabajo de acogida, la vida continúa en la regularidad religiosa que le es propia, y que, nos dicen los archivos, continuará toda la guerra con un aumento de ardor en la oración. El 28 de mayo se sabe que ha capitulado el ejército. Pero dejemos la palabra a la Carta anual de Bruselas: “¿Qué ha pasado?... Oración redoblada... La calma reina por todas partes en la misma dignidad silenciosa. El éxodo belga hacia la costa y hacia Francia se mantendrá como una de las fases más dolorosas de la guerra. A todas las miserias se añade el dolor de ver que la calumnia ataca nuestro honor nacional y se acusa de felonía al símbolo mismo de este honor: nuestro rey.”

acoge a los siniestrados, tratando de unir la ayuda espiritual a los auxilios materiales. Las Hijas del Corazón de María se consagran sin medida con los civiles, en todas las obras de guerra, y casi en la clandestinidad, a las obras de las que se ha hablado anteriormente, en particular a la Acción Católica, que está a la mira de los alemanes. Hay que darle una apariencia relajada para dejar pasar sus actividades como una especie de patronato y de campamento de jóvenes. En Lieja se han quemado los ficheros para evitar detenciones y partidas a trabajos forzados. La Acción Católica contribuirá a limitar el éxodo masivo hacia Francia, exhortando a unos y albergando a otros. Algunas actividades animadas por HCM permiten evitar deportaciones de judíos o partidas para el trabajo obligatorio en Alemania. Es el caso, por ejemplo, de la Bolsa de Trabajo.

“La luz hizo justicia a esas cobardías; sin embargo, habían tenido tiempo para perjudicar y comprometer a veces hasta a los más honestos en lamentables negaciones, lamentadas luego por la mayoría de ellos.” Como jefe del Estado, el rey se despidió ese 28 de mayo, hasta tiempos mejores. Su acción ahora sólo podría ejercerse en la sombra, y no podremos medir toda su importancia hasta que se establezca el orden.”

Una Hija del Corazón de María pagó con tres semanas de prisión su rechazo a responder a una convocación para ese trabajo obligatorio. “Los resistentes del Ejército Blanco (nombre belga de la resistencia) podían contar con la discreción de las nuestras”, escribirá una HCM mezclada a esas diversas formas de resistencia.

Los bombardeos, debidos a los combates aéreos por encima de Bélgica, no cesarán durante cuatro años, sembrando ruinas y duelos por todas partes. A pesar de la propaganda alemana que trata de excitarla contra los Aliados, la población soporta todo con tranquilo valor. Una HCM queda sepultada bajo los escombros de su casa. Otra que escapa de una bomba que no ha estallado, escribe: “Los tiempos que vivimos valen por un retiro: ¡qué lecciones de desprendimiento, y cómo se comprende la vanidad de las cosas terrenas! Sólo cuenta el equipaje espiritual. Los infelices siniestrados dan prueba de valor y de resignación; Dios los fortalece. Debemos agradecer el vivir en los tiempos actuales, es una gran gracia.” Las Hijas del Corazón de María se dan por entero, permaneciendo en su lugar incluso en 1944, cuando aparecerán los terribles “V1”, luego los “V2”. En todas las reuniones se

A eso se añaden actividades de auxilio a los heridos civiles y militares, a las familias de los trabajadores enviados por fuerza a Alemania. Se creó las cuatro A: Ayuda Alimentaria a los Adolescentes Anémicos. Esas actividades, recordémoslo, se desarrollan en un clima de inseguridad, de privaciones de todas clases, a veces en un frío riguroso. Los desplazamientos son peligrosos pues los transportes públicos son revisados frecuentemente. Sin embargo, las HCM los enfrentan, sea para asegurar el abastecimiento, sea para dirigirse a los encuentros comunitarios, las superioras para encontrarse con sus diferentes grupos. Citemos un testimonio: “Se viaja como se puede: en tren, en autobús, en camión, “a dedo”, a pie, yendo de uno a otro (a veces en calesa... ”

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“Se está a merced de los trenes que no avanzan (locomotoras viejas y asmáticas), a veces se emplean doce horas para un trayecto de menos de cincuenta kilómetros: eso si no se debe abandonar el tren para acostarse en los campos a fin de escapar al ametrallamiento. Los coches no calefaccionados están por la noche en la más completa oscuridad y super abarrotados de viajeros... son también los trayectos a pie con un frío glacial, pasando de un tren a otro que sólo se puede alcanzar corriendo muy rápido para llegar a compartimentos tan atestados que casi no se puede poner el pie.” “En mayo de 1944, Mlle. Le Vionnois llega a Bruselas justo un cuarto de hora antes del bombardeo de la estación precedente. Los relatos terminan siempre con una acción de gracias por las protecciones divinas y al fin de un testimonio se advierte que Bélgica no es el país que más sufrió con la guerra. He aquí el testimonio de Anne Kervyn cuyo hermano (en los servicios de informaciones) pudo regresar del campo de Dachau: “Yo vivía sola (en pleno campo) con mi padre y algún empleado; yo acogí solamente, como trabajadores en los bosques o, de acuerdo con el arrendatario, como trabajadores en los campos, una cantidad de jóvenes, e incluso una niña, que es escondían de los alemanes para evitar ser enviados a Alemania por la Werbestelle. Tuvimos dos pesquisas alemanas... una vez en busca de armas que no encontraron, y otra buscando a hombres escondidos – a los que yo pude prevenir a tiempo para huir...” Y Ana evoca la entrada de todos esos jóvenes en la Resistencia, “sin ninguna formación, sin disciplina, corriendo riesgos desconsiderados que llevaron a terribles represalias de parte de los alemanes, tal como en Francia...” (Ella nota sin embargo que en varios lugares la Resistencia estaba bien organizada).

Eso es todo lo que podemos decir en lo que se refiere a la Reunión de Banneux (añadamos, y las otras), pero el Señor ha anotado mucho más. “Todo esto se cumplió, como naturalmente, en la confianza en la providencia, en unión con sus valientes compatriotas, y en la fidelidad a su vida de HCM. Las vocaciones no faltaron durante este período: se leen treinta y cuatro oblaciones en las Cartas anuales de Bruselas, treinta y cuatro en Gante, catorce en Lieja.”

1944: la Liberación el fin de la guerra. Este es el relato que hace la reunión de Bruselas: “el paso de aviones, los bombardeos, las hazañas del Ejército secreto, se vuelven frecuentes; luego, en abril, empiezan los ataques cada vez más próximos. Los atentados se multiplican, implicando ruinas y duelos. La noticia del desembarco en Normandía vuelve a encender las esperanzas, se redobla la oración: se piensa en M. Rascol, en aquellas de las nuestras que están en el ardor de la batalla.” “El 7 de junio, estupefacción: el rey, a pesar de sus protestas, es conducido a Alemania, luego el 9, son los hijos reales... ¿Dónde están? Las noticias nos llegan cada vez menos.” Los acontecimientos se precipitan luego: el 4 de septiembre los alemanes huyen sin destruir demasiado fuera de la cúpula del Palacio de Justicia. A las dos horas, Bruselas es liberada, es el regocijo, se embandera, el retrato del rey está casi en todas las ventanas, se desfila con los Aliados. El 10, gran manifestación de gratitud en la catedral Santa Gúdula, donde las Vírgenes de las diferentes parroquias se agrupan en torno a Nuestra Señora de la Liberación. La situación es crítica en Gante, que sólo será liberada el 13. El mismo día se sabe que Anvers ha sufrido siete días de bombardeos intensivos, se cuentan mil doscientos muertos. El 17 de septiembre, los Aliados traen de Normandía municiones y abastecimiento. El 21 la superiora de Bruselas se dirige a Anvers siempre cercada, y la provincial parte hacia Lieja, a pesar de los grandes daños en la casa. Todas vuelven a encontrarse.

En conclusión, he aquí lo que escribe MarieMadeleine Hanquet, después de evocar los compromisos de su Reunión, que son los que acabamos de leer: “Todo esto no se llama directamente resistencia, pero eran formas muy eficaces para resistir”.

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El 16 de octubre y hasta el 10 de noviembre las “V!” vuelven a caer sobre Bélgica. Anvers es particularmente tocada una vez más. En Bruselas, un “V1” caerá cerca de la casa común sin interrumpir la oración. El 15 de diciembre, la contra ofensiva de los alemanes en las Ardenas sorprende a todo el mundo y siembra de nuevo ruinas y duelos, “pero se conserva confianza y abandono”.

separación y reanudar las relaciones con el Centro. Luego en 1946, todas las belgas válidas benefician de la visita de la Superiora general, en Bruselas. Allí también, alegría de los reencuentros después de las pruebas de la guerra. Y la vida se reanuda con las obras, como antes. En septiembre de 1946, Anvers es constituida en Reunión separada de Gante, con Colette Breydel como superiora y Mlle, Lowie como asistente. Esta última había ido regularmente a hospedarse con valor en esa ciudad, tan probada por los bombardeos que algunas HCM la habían abandonado con sus padres.

El 1° de enero de 1945, Bruselas es el campo de combates aéreos; el 8, las superioras local y provincial alcanzan penosamente Anvers que ofrece el espectáculo de una verdadera devastación. En abril, los prisioneros y deportados regresan debilitados y enfermos. Anvers vuelve a encontrar su calma, pero ¡está destruida en el ochenta y siete por ciento por los “V1” La ciudad ha mantenido heroicamente la actividad del puerto durante cinco meses gracias a veintidós mil defensores, hombres y mujeres lanzando – dicen los archivos – numerosas salvas defensivas para proteger el puerto.

En Gante, la casa común adquirida en 1935 había acogido a refugiados por el alquiler... de tres Avemarías, fijado por Mlle. Van de Poele. Las HCM que habían partido al comienzo de la guerra regresaron en noviembre de 1944. El nombre “Pro Caritate” reemplaza la sigla de la Liga internacional U.L.C.F.... La casa se abre para los retiros... destinada a las HCM o a otros, para la obra de los foráneos, para estudiantes polacos...

En mayo de 1945, a pesar del armisticio, la alegría es grave. La situación política es confusa. El rey Leopoldo III había escogido compartir la suerte de su ejército prisionero: numerosos belgas, valones sobre todo, habrían querido que él alcanzara Inglaterra como de Gaulle y la reina Guillermina de Holanda. En 1950, cuando un referendum por el regreso del rey da una pequeña minoría en la parte valona contra una mayoría en Flandes, Leopoldo III, para favorecer la unidad, abdica a favor de su hijo Balduino.

En abril de 1946, el Padre van Thorenburg predica una recolección sobre la mística de la acción, pues dice a las HCM de Gante, muy tomadas por las actividades caritativas, “en lugar de trabajar, se agitan”. Esto no impide a esas HCM practicar tan bien el silencio durante sus retiros que las religiosas que las acogieron en agosto de 1945 se preguntaban quiénes eran esas señoritas tan serias. ¡El secreto estaba bien guardado!

Las HCM que han tomado gran parte en la vida de sus compatriotas, van a trabajar ahora por el relevo, conservando la confianza en la Providencia.

En febrero de 1947, la casa ve instalarse a Mlle. Lecuit, socia de la maestra de novicias de Gante. Esta vez el silencio es tan grande que la conserje se queja de ello y hay que ofrecerle un puesto de T.S.F. para compensarla. Casa silenciosa y tan pobre que se hace un llamado a la generosidad de todas para paliar esa situación.

El período de 1945 a 1947

El 20 de octubre de 1945, las superioras belgas obtienen un pasaporte para París donde tienen la alegría, muy corta pero bienhechora, de volver a ver a M. Rascol después de la larga 5


En Banneux, es sólo en 1949 que las HCM podrán regresar a Stella Matutina cuando las dominicas la dejan después de haber reconstruido su convento. En cuanto a Bruselas, la casa se vuelve aún más abierta gracias a las obras, gracias a la instalación de la calefacción central luego de dos emociones muy grandes: la caldera explota poco después de su instalación, y la provincial es atacada por un malhechor del que la

libra una intervención inesperada. Pero luego, gracias a Dios, la vida regular se reanuda normalmente. Así este período de reconstrucción encuentra a las HCM belgas tan fieles a su vocación como durante la tormenta. La gran actividad sigue siendo la Acción católica.

DOS PERSONALIDADES DE LA ACCION CATOLICA Marie du Rostu en Francia Christine de Hemptinne en Bélgica

La participación de las HCM en la Acción Católica femenina es muy grande. Dos figuras excepcionales nos servirán de guía: la de Marie du Rostu (1891.1979), la francesa, y la de Christinne de Hemptinne (1896-1984), la belga. Ellas tienen casi la misma edad, trabajaron en su país, pero han tenido responsabilidades internacionales que las hicieron encontrarse con frecuencia. Ambas bebieron en su amor por la Iglesia y la Sociedad la fuerza para unir una actividad intensa a una vida religiosa profunda, y esto cumpliendo su deber familiar: Marie junto a su madre, luego un hermano. Christinne junto a un hermano. Son dos personalidades fuertes, cuya irradiación fue grande tanto en la Sociedad como en el mundo.

en las escuelas católicas. Marie y su equipo comprometieron al movimiento en los métodos activos y una toma de responsabilidad, cosa nueva para la época.

En Francia, la mayor de las dos, Marie, había nacido en una familia bretona, medio vendeana, muy profundamente cristiana. En 1906 su padre, oficial de carrera, presentó su renuncia, para no participar en la entrada por fuerza a la catedral de Angers en el momento de los Inventarios ordenados por las leyes del gobierno de Combes. Marie heredó esa fidelidad sin fallas a la Iglesia.

Marie du Rostu la orienta hacia una actitud positiva de formación de la mujer y de servicio a la sociedad francesa. Su preocupación por la formación femenina la guiará toda su vida, y a su muerte el Padre Delaporte, en su homilía de la celebración en recuerdo de Marie, el 8 de septiembre de 1979, destacará que su acción preparó la orientación de la actual A.C.G.F. Pues ella tuvo siempre el cuidado de adaptarse y de adaptar. “Evolucionar es ser fiel”, la divisa que el Padre Delaporte había leído en una banderola de una de las primeras Jornadas nacionales en la que participó, podía ser la de Marie que siempre supo abrir caminos nuevos, siempre en fidelidad a la jerarquía de la Iglesia.

En 1935 Marie es nombrada secretaria general de la Liga femenina de Acción Católica. Ese movimiento, antiguamente Liga patriótica de las Francesas, había sido fundado en 1902 por tres Hijas del Corazón de María: Mlle. De Bournonville, Mme. De Brigolde y Mlle. Frossard. Estaba destinado a defender las libertades religiosas en Francia, en el contexto de las leyes de 1901, hostiles a las congregaciones religiosas a las que se prohibió tener escuelas.

En 1920, con otra HCM, la Sra. de Velard, Marie funda los grupos de “Jóvenes de la Liga patriótica de las francesas”. Era el primer movimiento de apostolado de las jóvenes por las jóvenes, destinado principalmente a los ambientes populares descristianizados, antes de desarrollarse 6


La estima, y se puede decir la adhesión que le manifestaba el Cardenal Suhard, arzobispo de París, es una prueba de ello. Estima que recaía sobre la Sociedad (como lo muestran sus homilías para el 2 de febrero 1945, 46, 47). Él destaca por otra parte la importancia para la Iglesia de la Acción Católica en la que están comprometidas tantas HCM:

desdichadamente con el regreso tan deseado de M. Rascol a París, nos quedamos con hambre. Poseemos otra fuente de información, una carta de Marie del 20 de julio de 1940, en la que la secretaria general de la Liga da directivas a las responsables. Ella muestra ahí sus cualidades de jefe, lúcida, prudente y valerosa, que sabe delegar las responsabilidades. Volveremos a encontrar los mismos aspectos de la situación y los mismos tipos de consignas con la Acción Católica belga. Marie escribe: “Nos han advertido muy seriamente, de diferentes lados, que las actividades de la Acción Católica eran consideradas peligrosas... es más prudente no hacer aparecer ninguna revista de nuestro lado, pues todo impreso debe pasar por la censura: ahí, dos alternativas. O se dice lo que se piensa, y entonces la revista no puede aparecer; o se permite que la revista aparezca modificando sus artículos, o lo que es peor, insertando otros que no serían de nuestro gusto... ”

En 1939 ella funda, con Christinne de Hemptinne la federación mundial de la juventud femenina católica. Después de 1952, su actividad se ampliará en el plano internacional cuando es elegida presidenta de la unión mundial de organizaciones femeninas católicas. Ella multiplicará los viajes en todos los continentes. En 1965 será llamada a la cuarta sesión del Concilio Vaticano II. En 1969 abandonará sus funciones en el seno de la Acción Católica. En el Capítulo general de 1975, las capitulares la elegirán para preparar la reformulación de nuestras Constituciones. Después de dos años de trabajo, ésta es sometida al juicio de todas las HCM y se le devuelve con innumerables notas y ella acepta que su trabajo sea revisado teniendo en cuenta todas esas observaciones. Sin embargo, el estudio profundizado de los textos relativos a nuestros fundadores le permite emprender la notable serie de obras históricas sobre la Sociedad de las Hijas del Corazón de María. En medio de su trabajo de escritora, la catarata y la artrosis detienen su acción. Suzanne Droux, que acompañó a Marie du Rostu en sus últimos momentos, ha podido dar testimonio de su valor. Ella murió apaciblemente el 14 de junio de 1979.

“En consecuencia, hacemos aparecer hojitas, éstas son transmitidas de mano en mano... Las reuniones pueden hacerse, pero discretamente. En la actualidad hacemos un trabajo simplificado sobre algunos escritos de Pío XII, excesivamente interesantes para los tiempos actuales. Si nuestra región permanece ocupada por cierto tiempo, tendremos los campamentos de adolescentes, un tipo de escuela única, estilo “Juventud nazi” (ya llegó a Laval). Dicho en pocas palabras, esto les explicará lo prudente que debe ser nuestra acción: será tanto más tenaz.” “Varias casas han sido revisadas... hemos hecho lo necesario en el 98 (calle de la Universidad) para estar listas para recibir visitas.” “Me parece que la acción en país libre debe continuar muy directa y positiva, aprovechando reacciones generosas y exámenes de conciencia del país y de las personas, para acentuar la nota educación cristiana, piedad, principios.” Esta idea de examen de conciencia del país está muy presente en su diario personal. Las palabras “redención, arrepentimiento” vuelven por lo menos veintiuna vez bajo su pluma. La certeza que Francia paga la pérdida de su fe y de su moral, y que las pruebas soportadas pueden ser redentoras si acepta enderezarse, es compartida

En el marco de este volumen, hay que volver ahora a su acción durante la guerra de 1939-1945. Podemos saber cómo vibró su alma de francesa con las desdichas que caían sobre el país, gracias al Diario que ella mantuvo desde el 10 de junio de 1940 hasta el 6 de marzo de 1943, ¡precioso documento! Esas fechas corresponden exactamente a la ausencia de la Superiora general, en zona libre, que había partido a Tolosa para tener más facilidad de contactos con las reuniones del mundo entero. Ese documento se detiene pues

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por todas las autoridades católicas, y tal vez por los creyentes fervorosos. El cardenal Suhard, por ejemplo, insiste en ello en su comunicado del 18 de agosto de 1940 a los católicos. La carta de M. Rascol del 5 de marzo de 1942 a todas las HCM desarrolla las mismas consideraciones. Después de haber evocado la prueba de la guerra que ha dispersado a las HCM separadas por la línea de demarcación, escribe: “Dominus est! diría M. de Cicé. En efecto, toda prueba es, como lo enseña San Ignacio de la enfermedad, una “visita del Señor” que trae consigo gracias de luz, de fuerza, de santificación... Por la prolongación misma de la prueba, Nuestro Señor parece invitarnos de manera más imperiosa a profundizar la lección...” Ella sigue evocando: “el camino real de la Cruz por la cual se continúa la obra redentora”. Y M. Rascol evoca la influencia del neo-paganismo en el mundo y hasta en los ambientes religiosos, que implica “una menor estima de las obligaciones más santas... un cierto laxismo en la práctica de los votos... llevando a sacrificar la oración a la acción...”

Ella no permanece pasiva: por ejemplo, ante un afiche de propaganda que muestra a un soldado alemán, una niñita a su cuello comiendo lo que él le ofrece, otros dos niños estrechados contra él – y bajo ese grupo, en epígrafe: Población abandonada, confía en el soldado alemán, - ella escribe: ¿No es un deber hacia la verdad, el honor del país, hacer suprimir este afiche?... Orar – reflexionar – orar más y no ceder a la rebeldía instintiva del corazón, de la raza. – Pero sí la santa cólera del Evangelio.” María está bien en esas líneas: ella pedirá consejo al canónigo Pasteau y al cardenal, que aprueban plenamente su proyecto de dirigirse a un miembro influyente del consejo municipal para hacer suprimir “esa afrenta inaceptable”, y añade: “esto entra directamente en la función misma de la Liga – orar, pedir en la misa, y seguir las indicaciones de la Providencia – en el sentido único del A.M.D.G.” Para ayudar a los grupos de Acción Católica de la zona libre, ella no vacila en hacer varios viajes, atravesando la línea de demarcación bajo nombres supuestos. Como lo nota el P. Delporte en la homilía ya citada del 8 de septiembre de 1979, Marie era “sin temor” para enfrentar a un responsable de Iglesia, en Francia o en otra parte, si él no había comprendido o si se oponía a los esfuerzos del movimiento en su país. Sin temor también para intentar una de las primeras, después de la liberación de París, trámites al más alto nivel para reaccionar contra algunos arreglos de cuentas, especialmente en relación con el cardenal Suhard. A éste, los resistentes le reprochaban haber recibido en la catedral al mariscal Petain y haber asistido a las exequias de Philippe Henriot diputado, portavoz habitual de la colaboración alemana que los resistentes habían ejecutado el 28 de junio de 1944. Después de vacilación, el cardenal había creído que no podía rehusar el asistir a las exequias, pero había resistido las órdenes terminantes de Pierre Laval y del embajador alemán de pronunciar la acusación de los asesinos, y se había ocultado rápidamente sin hablar ni saludar a nadie, lo que le había valido ser tratado de “gaullista” por la prensa de

Marie du Rostu entra plenamente en esas consideraciones, a la vez que se indigna por los ultrajes infligidos por el ocupante al honor de Francia. ¡Cuán dolorosamente reacciona contra las represalias que siguen a los ataques de los Resistentes y contra la detención de judíos en julio de 1942, en el velódromo de invierno. Ella anota, parece que exagerando las reacciones populares: “la opinión popular trastornada.- sublevada... sólo queda la oración y la ofrenda.” Sus sentimientos hacia el ocupante son decididamente hostiles porque los nazis humillan y hambrean a Francia, y se oponen a todos los movimientos católicos, tratando de extender su doctrina pagana. Se acompañan también de una lealtad hacia el mariscal Petain, “hombre providencial que representa la autoridad legítima”. En esto comparte la opinión de un gran número de católicos que sabían agradecer a Petain por haber abolido las leyes antirreligiosas de 1901-1904 y por favorecer ahora las escuelas católicas que abren para la renovación moral y religiosa tan deseada. Pero en enero de 1941 aplaudió el despido de Pierre Laval, abiertamente pro-alemán.

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colaboración, y no había impedido que fuera denunciado en la liberación.

los espíritus en el momento de la liberación. Toda su vida está impregnada de esas mismas cualidades de corazón y de inteligencia que hacen de ella una HCM ejemplar y que le ganaron la estima de laicos y de numerosos miembros del clero.

Marie, como muchas en la Liga, había ayudado a judíos, especialmente escondiendo niños en familias. Su acción en el seno de la Acción Católica le valió ciertamente la consideración de personas influyentes y permitió ayudar a apaciguar

Christinne de Hemptinne y la Acción Católica

Christinne de Hemptinne nació en 1896 en el ambiente acomodado de la gran industria textil de Gante. Su educación y la de su hermano y su hermana fue espartana bajo la dirección de una gobernanta alemana, lo que forjó su voluntad. Ella puso muy joven los recursos de su espíritu vivo y de su generosidad al servicio de una parroquia pobre de Gante, visitando las familias y consagrando el domingo a los niños que ella llevaba a misa y luego a la sala parroquial para el catecismo y juegos. Ella secundó también al abate Poppe, fundador de la Cruzada eucarística, y escribió para los niños obras como “Zo bidden Jesus beste vriendjes” (“Así oran los mejores amigos de Jesús”), y un pequeño misal en colaboración con otra HCM, Elisabeth van Elewyck.

carácter valeroso y sus cualidades de organización, su amor por la Sociedad y su sentido de la obediencia. Durante la guerra de 1939-1945, como muchos dirigentes de la Acción Católica, ella unió valor y prudencia, pues el movimiento estaba particularmente en la mira de los alemanes. Varios militantes conocieron las prisiones y los campos de deportación. El ocupante controlaba todas las publicaciones, las colectas de dinero. A pesar de eso, se distribuyeron clandestinamente un número incalculable de boletines y más aún de folletos, en tanto que millares de jóvenes beneficiaban de sesiones en campamentos. Tuvieron lugar ciento cuarenta mil reuniones locales.. Además, se multiplicaron las obras recreativas para luchar contra la propaganda nazi. Luego comunista.

Habiendo conocido la Sociedad gracias al Padre Claeys Boùùaert, que la orientó a Colette Breydel, hizo sus primeros votos en 1923. Su acción se amplió rápidamente en Bélgica y pronto al mundo entero. Todavía novicia, se inició con Marie du Rostu en el trabajo de la Liga de jóvenes y en los métodos de círculo de estudios. Así pudo trabajar en Bélgica en la Acción Católica de la juventud y el cardenal Mercier la nombró presidenta del Movimiento nacional.

“El trabajo clandestino fue intenso, escribe Christinne, además ayudábamos a las víctimas de los bombardeos y eso fue el comienzo del servicio de ayudas familiares donde participé en la formación de dirigentes, especialmente para el capítulo educación y catequesis.” En 1943, el obispo de Gante, Mons. Calewert, tuvo el cargo de lanzar una escuela de servicio social católica, que fue reconocida después de la guerra. Por todas partes, la ayuda mutua y la caridad eran ejercidas al máximo, lo que exigía de los responsables desplazamientos numerosos y difíciles.

El tomo VI de los Anales ha referido el relato que Christinne hizo de sus actividades al servicio de la Acción Católica hasta 1935 aproximadamente. Sus numerosos desplazamientos en América Latina le permitieron poner los jalones de la fundación de la Sociedad en Brasil (tomo VI, págs. 229-233). El relato, muy vivo, muestra su

A fines de 1945, Chrsitinne de Hemptinne renunció a la Acción Católica de jóvenes en

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De ahí recorre los Estados Unidos “al ritmo de dos a cuatro exposiciones por día, a diversos auditorios”. En 1955, Manila para el Congreso Eucarístico, pasando por Tailandia y las Filipinas, siempre en conferencias.

Bélgica para consagrarse al plano internacional. Antes, fue a ella a quien M. Rascol pidió que hiciera el viaje heroico a Alemania para encontrar a aquellas de la Sociedad de las que no se tenía noticias. Como Marie du Rostu, con la que en adelante va a trabajar más estrechamente, Christinne siempre pensó que las uniones mundiales eran una ayuda para las nacionales y que les primeras se reforzaban con la vitalidad de las segundas. Ellas creían, las dos, en el rol coordinador de la Acción Católica general. Ahora bien, la tendencia a una especialización cada vez mayor se reforzó después de la guerra.

Al día siguiente de sus votos perpetuos (tiene el dolor de perder a su padre después de su madre) la Sociedad pide a Christinne que se ponga a la disposición de un jesuita belga para organizar el pabellón congolés en la exposición universal de Bruselas, en circunstancias que ella no se siente a gusto en este tipo de organización. Gracias a ”un muy buen comité”, ella puede escaparse antes y después de la exposición: en Nueva Delhi debe representar la Internacional de la juventud católica y la de las mujeres. Ella lo aprovecha para hacer un viaje de información y de animación a través de toda la India, ayudada por los obispos encontrados en Filipinas.

Otra orientación se precisaba, la del movimiento de masa, especialmente para los jóvenes. La necesidad de camuflar las actividades de la Acción Católica durante la guerra, el deseo de combatir las influencias paganas, y de sustraer a los jóvenes a las requisas para Alemania, todo eso había esbozado el cambio. Una parte de la elite abandonó el movimiento, y algunos de la masa rechazaron el acento demasiado católico. Esto ciertamente hizo sufrir a Christinne, pero sus informes no dicen nada de eso. Mencionan solamente que en 1949 se esbozó un esfuerzo de vuelta a las fuentes.

En Pakistán es testigo del hermoso trabajo que comienza la ayuda a los leprosos en medio “de las mayores miserias”. Una punta de Birmania donde el obispo la hace hablar “a auditorios de sacerdotes, religiosas, seminaristas... nurses y estudiantes de los más interesados y de razas diversas... temiendo el comunismo y vivos como las anguilas y peces que pululan en sus lagos”. Se ve que Christinne se adapta a todos.

De 1945 a 1975 aproximadamente, es decir hasta la edad de setenta y nueve años, volvemos a encontrar a Christinne en todos los caminos del mundo, sobre todo al servicio de la Acción Católica, a solicitud del Papa, o de Marie du Rostu, pero también directamente enviada para una misión por la Superiora general, siempre con su aprobación, escribe ella en su informe pleno de vida, alegrado aquí y allá por anotaciones pintorescas.

Con ocasión de una sesión, todas las participantes, comprendidas las europeas, dormían en el suelo en una sala, lo que, escribe nuestra viajera, “me dejó bien confundida, pues en el cuartito para brochas habían puesto una camita de fierro para mí.” De regreso en Francia, Christinne es enviada donde Mons. Lefebvre, delegado apostólico en Dakar, para estudiar entre otras las proposiciones de implantación de la Sociedad en el sector. Al mismo tiempo, Marie du Rostu le pide que promueva la primera sesión para mujeres africanas que debe tener lugar en Lomé, en Togo, en julio de 1958. Ella se esfuerza por convencer especialmente a las africanas mismas. Su doble misión la lleva a recorrer toda el Africa occidental francesa, en Alto Volta (actual Burkina) reside donde las Hijas del Corazón de María, admirando allí también “su magnífico y heroico trabajo en un

En 1947 es la peregrinación a Fátima, donde encuentra a las dos de Goa y el P. Albranches. Fue una de las primeras relaciones que condujeron con otras a la fundación de Goa y más tarde de la India con M. Paiva. En 1952 es enviada por M. Rascol a Canadá para conferencias religiosas en francés y en inglés, aunque ella se dice sin experiencia en ese dominio.

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clima tan duro”. Encuentra también a Padres Blancos que en torno al fuego de leña la hacen hablar de la “verdadera” Acción Católica. A su regreso a Europa ella encontrará el tiempo para mandarles ochenta mil folletos en francés y sesenta mil en inglés, que ellos le habían pedido escribir sobre la Acción Católica, la catequesis y el comunismo.

incluso que hable del laicado africano en la Universidad de Lyon. Al leer el relato de sus múltiples actividades internacionales, uno se pregunta de dónde sacaba Christinne su fuerza. Ella dice: en la oración, en las directivas de la Sociedad y de la Iglesia. Ella tuvo la gracia de varias audiencias privadas con Pío XII y Juan XXIII. Supo solicitar y apreciar la ayuda de otros, especialmente de las HCM, así como “el trabajo ingrato pero eficaz de Françoise de Saint Maurice y el pleno de entusiasmo y de capacidad de Clotilde Giraud Héraud” en su trabajo en la UNESCO. A pesar de algunas dificultades su salud era sólida, pero a los setenta y dos años tuvo que renunciar a sus grandes desplazamientos. Pero no para descansar en seguida, su largo informe señala al final:

Ese largo periplo africano permite a Christinne adaptar, para las africanas, los métodos de Acción Católica. Así, cuenta ella, algunas religiosas “creían obedecer a la consigna del Papa siguiendo los programas J.E.C. de Lille y otras partes, los que no convenían en absoluto.” Y continúa. “Sentada en el suelo, con un grupo de “fin de primaria”, me di cuenta de inmediato de que la única y angustiante preocupación de esas pobres adolescentes era: ¿A qué horrible hombre viejo van a venderme el año próximo, sin consultarme, y porque él tiene dinero? (la dote). Ellas sacaban todo, y lloraban.” Y Christinne continúa: “después de eso las confiamos a una religiosa africana que, basada en el Evangelio, supo consolarlas, fortalecerlas y prepararlas para un porvenir incierto. Después recibí muy hermosas cartas.”

“En Bélgica tenía trabajo que hacer: 1. La escuela (mixta) de servicio social, fundada en 1944, 2. La Acción Católica de mujeres flamencas, con publicación, etc. 3. Reorganizar apostólicamente la plana de juegos y de camping.

A propósito de las posibilidades de implantación de la Sociedad, sus observaciones son esperadas y seguidas. En Guinea, la proposición hecha fue considerada inaceptable. Lo mismo la de Mons. Lefebvre en Dakar.

Además, las antiguas relaciones internacionales piden a veces correo y acogida improvisada.” A los ochenta y ocho años, Christinne deja esta tierra en la que había trabajado tanto por el Señor, “apaciblemente, serenamente, dejándonos el recuerdo de una gran figura, apostólica y religiosa”.

De regreso en Bruselas para la Exposición de 1958, vuela a Africa del Sur incluso antes de la clausura de la famosa exposición. En adelante, recorrerá todo ese continente hasta 1975. Por todas partes trabaja con otras en la promoción de la mujer africana en Europa. En 1965 se le pide

Le debemos varias vocaciones a la Sociedad.

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PROVINCIA DE INGLATERRA – IRLANDA

Mirada de conjunto

Londres – Wimbledon Edimburgo Liverpool

IRLANDA Dun Laoghaire Algunos testimonios

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PROVINCIA DE INGLATERRA – IRLANDA 1935 – 1947

Mirada de conjunto

suplencia después del fallecimiento de Miss Ada Vertur.

Durante los años que preceden a la segunda guerra mundial, la vida católica, liberada en cierto modo después de la emancipación de los católicos en 1929, sigue desarrollándose. A partir de 1936 las escuelas católicas son subvencionadas por el Estado en un sesenta y cinco por ciento. La mayoría de las escuelas especiales para ciegos, sordos y otros limitados, así como los hogares para niños abandonados, están a cargo de religiosas.

LONDRES – WIMBLEDON La comunidad apreció mucho las visitas recibidas del Centro de la Sociedad. Esas visitas, además de hacer sentir la unión con las HCM en Europa continental y en América, ayudan a profundizar el espíritu de nuestros fundadores.

La situación de los católicos en una sociedad protestante más bien hostil exige el celo apostólico de todo el conjunto de la comunidad católica para sostener los esfuerzos de los obispos y salvaguardar el bienestar espiritual de esta población pobre a través de las instituciones de la Iglesia. La indigencia es en gran parte la causa de ese problema; sin embargo, a medida que pasa el tiempo la acción de los católicos debe adaptarse y luchar contra la creciente declinación moral. Las Hijas del Corazón de María se mantienen durante este período en un número aproximado a las ciento setenta; están repartidas en las reuniones de Londres con el grupo de Edimburgo (éste fue anexado a Liverpool en 1946), Liverpool y Dun Laoghaire en Irlanda. El número de novicias que antes de la guerra se eleva a treinta y cinco, disminuye durante los años 1939-1945 para alcanzar una media de once, y luego, en 1946-1947 serán sólo siete en la provincia.

Blanca de Beauval vino en 1936 y Emilia Le Vionnois en 1937. En octubre de 1936 y en 1938 tuvimos la gran alegría de acoger a M. Rascol, Superiora general, quien nos habló en un inglés muy claro de la grandeza de nuestra vocación. Aumentan nuestro entusiasmo y nuestra gratitud por ese gran don de Dios. La visita del cardenal Hinsley en 1938 nos trajo un gran aliento, él manifestó una alta estima por la Sociedad. La construcción de los nuevos edificios avanza, y el 16 de junio se celebra por primera vez la misa en la nueva capilla, y al fin del retiro anual, el 20 de junio, asume su cargo nuestra nueva superiora, Miss Morewood. En la casa, ocho cuartos están listos y tenemos la alegría de ver regresar entre nosotras a las que tuvieron que encontrar temporalmente un alojamiento fuera de la casa. Ahora hay un constante ir y venir de las HCM de fuera para los retiros comunitarios o privados, las recolecciones y también para un tiempo de descanso en un ambiente tranquilo y serenos. El hermoso jardín contribuye mucho...

En Inglaterra los dos tercios de las Hijas del Corazón de María viven fuera; en Irlanda, los tres cuartos están en casa común. Después del Capítulo general de 1935, Miss Dinnis, nombrada provincial, reemplaza a Miss Begge a la que se la había confiado la

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Compartimos ese beneficio también con otras personas. Las hijas de María, además de sus recolecciones, tienen alegres garden party durante el verano, algunas jóvenes de un circulo de Southwark vienen para una jornada de recolección. Un pequeño círculo de ciegos encuentra acogida en nuestra casa; también hemos servido el té en el jardín a unas sesenta mujeres pobres de Southwark, lo que fue para ellas una gran alegría.

población estudiantil, y para responder un poco a esa necesidad abrimos en Upper Bedford Place, muy cerca, un hogar para jóvenes. Esta casa llegó a ser luego una residencia para sacerdotes estudiantes o de paso en Londres. Estos prefieren el ambiente familiar de nuestro Hotel para hombres al de los hoteles de la ciudad, y expresan su gratitud por esa acogida. Entre los pensionistas se encuentran no solamente jesuitas, sino también franciscanos y benedictinos. Junto al servicio del hospedaje, Walsingham House está ampliamente abierta a la acogida de todo tipo de actividades a favor de la formación de estudiantes católicos de las diversas Universidades. Allí se tienen las reuniones regulares de la Federación de Graduados de la Universidad Católica de Gran Bretaña y de Catholic Junior Leagues, y varias asociaciones católicas han escogido nuestra gran sala para conferencias, charlas y reuniones sociales. Nuestro capellán dirige un círculo de estudios de historia de la Iglesia, un dominico explica la Summa de Santo Tomás, en relación con los problemas modernos. Walsingham House es realmente un centro en el que los jóvenes estudiantes, niñas y muchachos, encuentran atención y comprensión a todos sus problemas, y también alimento para su vida espiritual y sacramental. Más de dos mil comuniones se distribuyen cada año.

Las relaciones con la parroquia dirigida por los Padres jesuitas son excelentes. Colaboramos en la instrucción de nuevos convertidos, en la biblioteca parroquial y durante algunos años nos hemos encargado también de la biblioteca de los padres jesuitas de Farm Street. Los Padres nos envían gente que necesita atención y ayuda. Las hijas de María se reúnen cada semana en nuestra casa para coser y bordar. Los ornamentos litúrgicos y la ropa de altar que ellas confeccionan son admirados durante su exposición anual, y entregados luego a la asociación de la Propagación de la Fe para las Misiones extranjeras. Las HCM mayores mantienen con mucho celo y creatividad lo que llamamos los almacenes de Nuestra Señora. Es un ropero que mantiene regularmente un stock de vestidos útiles para los pobres. Ellas son felices de poder colaborar así gracias a sus trabajos de costura, tejido y crochet, a la acción caritativa de la casa.

Esta casa, más central que la de Wimbledon, permite también a las HCM encontrarse allí más fácilmente. Las jóvenes se reúnen en ella cada semana con su maestra de novicias.

Las obras En octubre de 1941, ese apostolado fructuoso es detenido violentamente: durante un bombardeo aéreo el conjunto de las tres casas vuela en pedazos. Felizmente no hay víctimas; la ecónoma escapa justo de la muerte: en el momento de la alarma ella salta de su cama para ir a la capilla, e inmediatamente un enorme bloque de albañilería cae sobre la cama que acaba de dejar. El Santísimo Sacramento es retirado por el capellán y llevado a un convento vecino. Frente a este montón de escombros, la acción de gracias por la protección de los habitantes se mezcla con la

Walsingham House

En 1936 abrimos un hogar para estudiantes de la Universidad de Londres, el Walsingham House. Desde el comienzo, dieciséis jóvenes indias procedentes de Roma y de Lourdes fueron acogidas en él; también algunas americanas y cuatro religiosas de Francia y de Bélgica. La casa estaba ya completa en 1937. El problema de alojamiento es muy grande para la

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dolorosa incertidumbre de cómo volver a tomar ese apostolado tan necesario...

El trabajo social ocupa un gran lugar entre nuestras actividades: el año 1937 señala mil cuatrocientas visitas en los hospitales y a domicilio; la atención a las jóvenes en peligro, eventualmente su colocación en el Buen Pastor; la ayuda a las madres; la regularización de matrimonios; se proporcionan albergues, alimentación y ropas a los necesitados, sin contar con la escucha atenta y la orientación de muchas personas.

Saint-George-Southwark

Un pequeño grupo de HCM sigue viviendo en Saint-Georges, centro social de este barrio londinense. Ellas comparten las preocupaciones de los habitantes, sobre todo de los que deben dejar su miserable albergue. La demolición de muchos callejones sin salida y callejuelas insalubres con la evacuación de numerosas familias es un proyecto puesto ya en ejecución por el distrito. Mucha gente ha regresado al campo; a veces en una extrema pobreza, sobre todo durante la crisis de septiembre de 1938. Entonces proporcionamos ropas a los niños. Preocupadas de no abandonarlos en su angustia, procuramos, no sin dificultad, ponerlos en contacto con organizaciones de la región en la que viven en adelante. Aquí, en Southwark, se han construido nuevos edificios y ahora están habitados.

La colaboración con la parroquia de la catedral de Southwark es intensa; nuestras salas están a la disposición de la corporación social católica de los Caballeros y Escuderos de San Columbano, los knight of the blessed Sacrament (caballeros del santo Sacramento), de la Sociedad de San Vicente de Paul, de la Legión de María, del club de los italianos, de las asociaciones de caridad y de ayuda a los niños lisiados. El arzobispo responsable de la pastoral en esta parte de Londres, Mons. Amigo, expresa sus estímulos por nuestro trabajo, tanto en el plano espiritual como en el material. ¡Cuánta fue nuestra alegría cuando, en 1938, el cardenal Hinsley escogió nuestro establecimiento para organizar la gran procesión por la paz, hecha en silencio.

Durante nuestras visitas a esos apartamentos hemos encontrado muchas familias católicas que han perdido la fuerza de su fe. Un campo de apostolado se abre para la evangelización y tratamos de integrar a los recién llegados en las organizaciones constituidas, como la Holy Family Guild (Asociación de la Sagrada Familia), para las madres, que agrupa ahora ciento cincuenta miembros. Hay también un club para las jóvenes, inaugurado en octubre de 1936. El año siguiente serán cuarenta y ocho inscritas. Se da instrucción religiosa a los niños y a los recién convertidos.

¡Ay!, inmediatamente después de la declaración de guerra, en 1939, el barrio se convierte en blanco de los raids aéreos y nos vemos obligadas a cerrar nuestro establecimiento Saint-Georges, después de cuarenta y nueve años de trabajo junto a los pobres.! Poco tiempo después, la catedral que estaba enfrente fue destruida completamente, y SaintGeorges tan dañado que ya no podría ser utilizado. ¡Medio siglo de inserción entre los pobres y a su servicio se detiene bruscamente! ¿qué será el porvenir?...

En 1936 pudo surgir un nuevo servicio, deseado desde mucho tiempo, en un barrio muy pobre. Una HCM arrienda un departamento en su casa para poder acoger allí a algunos grupos del barrio, jóvenes varones y niñas ciegos, y sobre todo un club para los cesantes. Por fin, se ha encontrado un lugar de acogida para los más pobres.

Wimbledon Al comienzo de la guerra, la casa escapa al bombardeo, la vida continúa regularmente así

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como la acogida de los ejercitantes, a pesar de los raids masivos y el ruido de la D.C.A. Cuatro jóvenes HCM ofrecen sus servicios a la Cruz Roja y otras obras útiles en este tiempo de guerra.

numerosas que había que rechazarlas. Dadas las dificultades de abastecimiento, teníamos que privarnos de nuestra ración de carne la semana anterior al retiro, para tener suficiente para nuestros huéspedes. Cuando ellas descubrieron nuestra privación voluntaria quedaron profundamente conmovidas y agradecidas.

Miss Dinnis, provincial de Inglaterra-Irlanda desde el Capítulo general de 1935, viene a vivir en la casa común por algunos meses. Como el peligro aumenta, algunas son evacuadas apresuradamente a Tumbridge Wells. Al fin de 1939 nos piden que iniciemos la obra de Wayside en Hammersmith; se trata de un hogar para las señoras convertidas y antiguas religiosas anglicanas. Con la aprobación del cardenal Hinsley y de la Superiora general empezamos ese servicio.

También nosotras estamos llenas de gratitud a nuestras hermanas de Irlanda que, apenas supieron de la restricción en la alimentación, nos enviaron generosas donaciones. En 1942 Miss Dinnis cayó enferma en su casa. La trasladamos a la casa común en ambulancia y el Señor vino a buscarla tres días después, el 24 de noviembre.

Al fin del triduo de 1940 sufrimos las consecuencias de un raid aéreo: han caído bombas en el vecindario y las alertas son continuas. Esos ataques mortales duran todo el año 1941: la Batalla de Gran Bretaña ha empezado, principalmente sobre Londres. A pesar del peligro creciente, las HCM continúan su trabajo, yendo y viniendo a la oficina, sin estar jamás seguras de no encontrarla reducida a cenizas.

La provincia de Inglaterra-Irlanda fue confiada en adelante a Miss Caroline Cameron Morewood, quien llevaba orgullosamente su nombre de clan escocés, Cameron. Ella tiene un espíritu cultivado y dotada de una serena confianza en Dios En su cargo se muestra extremadamente comprensiva y animosa. Toda su vida supo aceptar las cruces por las que el Señor la hizo pasar. Ella acumula este cargo de provincial con los de las reuniones de Wimbledon y de Edimburgo, de los que es superiora desde 1931.

Una de ellas y sus ancianos padres perdieron todo lo que poseían, dos veces en el curso de un año. Otra, con su anciana mamá, tuvo que abandonar su casa de noche, y minutos más tarde ésta se derrumbó. Una gran casa de salud, dirigida por una HCM quedó tan dañada que fue necesario cerrarla. La casa de Wimbledon permanecía aún en pie. Todas agradecían a Dios con fervor, confiándole el porvenir. Sin embargo, nos parecía prudente enviar a algunas muy nerviosas a la casa de Wayside, situada en un barrio menos expuesto a los bombardeos.

Una de las privaciones más fuertemente sentidas durante la guerra fue la dificultad para comunicarse con el Centro de la Sociedad. El delegado apostólico que vino a vivir en el vecindario nos hizo visitas frecuentes y amistosas. Incluso nos propuso hacer llegar a la Superiora general cartas no censuradas, por el Vaticano. De vez en cuando llegaba también una carta de Lisboa con una palabra de estímulo de M. Rascol, acogida siempre con gran alegría. Pero había el peligro de comprometer a unas y otras por cartas llegadas de Inglaterra. Ese peligro pareció muy real una vez, estando Miss Morewood en camino para la visita a Irlanda. Los oficiales de aduana hicieron un inventario completo de su saco y encontraron un sobre dirigido a la superiora de Lisboa.

Los triduos y retiros para las HCM tienen lugar regularmente. Ellas manifiestan también su valor y su adhesión a la vida de la Sociedad por la participación fiel en las reuniones bimensuales. Una calma de los bombardeos nos permitió volver a empezar la acogida para retiros y recolecciones, suspendida durante algunos meses. Las solicitudes eran tan

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Miss Morewood fue llamada a la oficina e interrogada minuciosamente por un oficial: . ¿Quién es esa señorita d’Andigné? - ¿Desde cuándo la conoce? - ¿Dónde la encontró? - ¿Qué hace ella en Lisboa? etc. La provincial prometió no escribir mientras estuviera en Irlanda y destruyó el sobre. ¡Cuál no sería su sorpresa, una o dos semanas más tarde, al recibir una carta de la censura conteniendo el sobre destruido y un extracto del reglamente relativo a las penas en que incurrían los que mantenían correspondencia con los países ocupados por el enemigo. Miss Morewood quedó poseída de temor por lo que podría sucederle a la Srta. d’Andigné por el hecho de haber recibido cartas de Inglaterra, y durante meses no se atrevió a escribir a la superiora general.

absolución general a todas las que estaban sepultadas en las ruinas, y la Extremaunción a cinco o seis a las que pudieron acercarse. Una hermana mayor, Miss Amy Tailor, fue sacada la primera, pero murió en el camino al hospital. Otra, Gracia Hatchett, que estaba en su cama en lo alto de la casa, fue lanzada hacia abajo, en su cama, y aunque terriblemente herida, fue trasladada al hospital y operada de inmediato. La asistente y maestra de novicias, Miss Robson, también fue sacada de los escombros, inconsciente. Por milagro no había incendio, aunque el aire estaba lleno de humo y de gas. En la confusión general, no se llegaba a distinguir quién estaba muerto y quién herido. De las veintitrés HCM aparecieron once, envueltas bien que mal en las ropas que habían podido encontrar. Estaba oscuro como en una cueva y nevaba.

A fines de 1943 los bombardeos se intensificaron, sonaron las sirenas, las noches se vieron turbadas y estábamos en estado de alerta hasta que sonara el cese al fuego.

Algunas religiosas ursulinas de un convento vecino acudieron a la colina y llevaron a su casa a todas las sobrevivientes. Colchones, almohadas y frazadas fueron lanzados sobre el suelo, se distribuyeron bebidas calientes, y todo el mundo fue recibido con la mayor cordialidad. Esa mañana tuvimos el gran consuelo de participar en la santa misa en la capilla de las religiosas. Sólo al fin del segundo día s encontró el último cuerpo: contamos cinco HCM muertas y siete heridas.

En febrero de 1944 era nuestro triduo habitual; algunas de nosotras renovaron sus votos. Las sirenas aullaban constantemente, de día y de noche. Estábamos tan acostumbradas a su ruido que, bajo la protección especial de Nuestra Señora, no les pusimos atención. Hasta entonces, después de cinco años de guerra, nuestra casa de Wimbledon, como acabamos de decir, había permanecido intacta. El viernes 18 de febrero estábamos reunidas para la recreación como de costumbre, y pasamos una velada especialmente feliz y alegre, sin el menor presentimiento de que fuera el fin de un capítulo de nuestra historia.

La parte principal de nuestra casa fue completamente destruida, sólo la capilla y algunos cuartos quedaron de pie. El santuario estaba casi intacto, pero cubierto de vidrio quebrado. Por la mañana después del raid, la superiora fue con un Padre jesuita a retirar el Santísimo Sacramento. Los días siguientes se emplearon en identificar a las hermanas difuntas, visitar a las heridas en tres hospitales diferentes, prevenir a parientes y amigos, y tratar de encontrar un techo para las heridas.

Después de la oración de la noche todo el mundo se fue a descansar. Justo después de medianoche las sirenas dieron la alarma, pero no era muy fuerte, la mayoría de nosotras no la escucharon, algunas bajaron. De pronto todas fuimos despertadas por un espantoso crujido, seguido por otro: la casa se derrumbaba. Casi inmediatamente la policía de socorro estaba trabajando y varias ambulancias llegaron a los lugares. Dos sacerdotes de la capilla de Padres jesuitas vecina dieron una

El arzobispo de nuestra diócesis vino a manifestarnos su simpatía, como también el delegado apostólico. Cada correo traía cartas de condolencia de todos los rincones del país,

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así como paquetes con ropas. Muy pronto se encontraron albergues provisorios para las HCM sobrevivientes.

nuevo avión sin piloto, el V.1, hacía su aparición. Las seis semanas que siguieron fueron, en verdad, las peores de la guerra. Las alertas duraban a veces veintidós horas, y los V.1 parecían constantemente sobre nuestras cabezas. Las que estaban heridas tuvieron que trasladarse de nuevo, para Edimburgo o Liverpool. Nuestra casa de Wimbledon nuevamente fue dañada. En diferentes barrios de Londres algunas HCM perdieron sus habitaciones. Pero los V1 y los V2 no les impedían ir a su trabajo diario y las conferencias fueron seguidas mejor que nunca.

Se celebró una misa solemne en presencia de los cinco féretros (Amy Tailor, Elisabeth Brown, Winnifred Brook, Marie Maw, Catherine Mc-Guiness) a la que asistieron nuestro superior eclesiástico y numerosos sacerdotes de la diócesis. En cuanto las HCM de Irlanda tuvieron conocimiento de nuestra prueba nos enviaron un telegrama pidiéndonos que fuéramos todas donde ellas para hacer nuestra casa mientras durara la guerra. La invitación fue aceptada de inmediato y ocho de las de más edad fueron enviadas en cuanto fue posible y recibidas con la más cálida cordialidad. Siendo Irlanda un país neutral, las HCM estaban fuera de peligro, podían tener una buena alimentación y podían tener también el tiempo para reponerse.

Se acercaba el momento del triduo de Agosto 1944, y las ursulinas nos ofrecieron su capilla, oferta que aceptamos con alegría. Pero como los V1 aumentaban, se hizo evidente que sería demasiado peligroso hacer venir a las que habitaban en distritos menos expuestos, y tuvimos que postergar nuestro triduo. Sin embargo nos reunimos en Wayside para hacer la gran culpa, y allí, en el pequeño oratorio, la superiora hizo la profesión de fe y la humilde súplica. La renovación de votos tuvo lugar mientras aullaban las sirenas y los aviones enemigos pasaban sobre nuestras cabezas.

Luego la superiora y otras tres HCM dejaron el convento de las ursulinas por un pequeño apartamento en Wimbledon, hasta que les ofrecieron una casa muy cerca de la iglesia del Sagrado Corazón, así como otras tres. Gracias a la amabilidad de un vecino, hermano del Padre Corbisly, pudieron permanecer allí cinco meses. Durante ese tiempo continuaron regularmente los encuentros de las HCM con su superiora y la participación en las reuniones comunitarias, en un subterráneo con los postigos cerrados, mientras continuaban los bombardeos. A pesar del gran peligro, las conferencias eran siempre bien seguidas y la unión parecía hacerse más fuerte a medida que aumentaban las penas. Cinco de nuestras heridas, entre ellas Frances Brown, hermana de Margery, pudieron dejar el hospital al cabo de algunas semanas y venir a unirse al pequeño grupo que estaba aún en Wimbledon.

Interrumpimos un instante este relato, pues parece llegado el momento de dar a conocer un hecho inédito, consecuencia del bombardeo de Wimbledon: “La Sociedad fue conocida en Inglaterra de una manera totalmente inesperada. Cuando fue destruida la casa de Wimbledon en febrero de 1944, también lo fue la biblioteca. Nuestras constituciones, la regla de conducta, fueron lanzadas fuera de la biblioteca, recogidas y leídas por muchas personas de fuera. Tuvo lugar una exposición vocacional en Earl’s Court y el arzobispo nos pidió que participáramos en ella. Pensando en el secreto que hasta ese momento era guardado estrictamente, la superiora habló de ello a la Superiora general, que a su vez se dirigió al Santo Padre Pío XII, contándole que los libros habían sido proyectados sobre la plaza pública. Él respondió que como habíamos sido derramadas en público, era tiempo de abrirse

Sin embargo una noche, en el mes de junio de 1944, se escuchó un extraño ruido en el cielo, que se hizo más y más fuerte; luego hubo un silencio mortal seguido de un espantoso estruendo. ¿Qué podía ser? La D.C.A. disparaba sin parar. Todas bajamos al sótano y recitamos juntas el rosario. Ese ruido duró toda la noche y por la mañana supimos que un

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y participar en la exposición, con gran asombro de la mayoría de la gente, así como el de otras congregaciones que no nos conocían antes.

casa no es ideal, no bastante grande, pero tendrá una capilla y la posibilidad de la misa diaria. Además, es un lugar fácilmente accesible para las HCM de fuera.

Luego vino un breve periodo de seguridad relativa, y Miss Morewood pudo hacer su visita anual a Irlanda y Liverpool.

Poco tiempo después compramos la casa del lado, así como una tercera destinada a hogar para jóvenes. Reparaciones necesarias permiten tener el triduo a fines de enero 1946. El 1° de febrero se celebraba la primera misa en nuestra nueva capilla. Dos novicias pronunciaron sus primeros votos. Es una fiesta plena de emoción. Agradecidas por la protección especial de Dios, nos sentimos como recreadas en nuestra vocación. De inmediato después de la ceremonia los obreros invaden la casa y durante más de dos meses el silencio es turbado por los golpes de martillo y el ruido de las sierras... pero por fin estamos en nuestra casa. En el mes de marzo de 1946 regresan aquellas que habían sido evacuadas en Irlanda. Un Padre franciscano erige canónicamente el Via Crucis en la capilla de Kensington, y un sacerdote de la parroquia bendice la casa. Y en abril llegan las primeras jóvenes para un día de retiro.

Las amigas cuya casa habíamos ocupado en Wimbledon deseaban ahora regresar a ella, de manera que debíamos trasladarnos otra vez. La Providencia proveyó. Como el peligro era aún muy grande, no habíamos buscado nueva instalación. Una HCM fallecida en febrero de 1944 nos había dejado su casa en Tumbridge Wells (a unas treinta millas de Londres) y allí se instaló un pequeño grupo, quedándose la superiora en Wayside, en un barrio central de Londres desde donde podía comunicarse fácilmente con los otros miembros de la Sociedad. Miss Morewood, durante ese período, mostró mucho valor, iniciativa y abnegación. Sin embargo, las dificultades reales aún no habían terminado. Para hacer frente a esa situación, el Consejo general prolongó su doble mandato de superiora y de provincial, pero la descargó del grupo de Edimburgo.

Durante los Ejercicios espirituales de la comunidad, M. Rascol, en camino hacia Nueva York, nos hace una visita volante. Ella aprovecha para estimularnos y recorre la nueva casa, expresando su satisfacción.

En 1945 tuvimos la alegría de acoger a M. Rascol, que había obtenido la visa tan deseada. Pero... no teníamos casa para recibirla, y las Auxiliadoras ofrecieron hospitalidad. En su convento de Londres descendió M. Rascol y se reunieron las HCM. ¡Qué día inolvidable para todas! Los corazones estaban inundados de una alegría demasiado profunda para expresarse; todos los horrores y las ansiedades de los seis años pasados fueron sumergidos en una ola de gratitud al Señor.

Después de haber vencido frecuentemente durante la guerra grandes obstáculos para participar en la vida comunitaria y a veces también para asegurar nuestra vida de oración, ahora somos muy felices de poder venir a la casa, no solamente para los encuentros comunitarios, sino también para jornadas de recolección y retiros particulares. Se reanudan las relaciones con las superioras. El Señor nos ha dado un tiempo de descanso después de nuestras pruebas para restablecernos y prepararnos a nuevos esfuerzos A.M.D.G. Una venta de objetos confeccionados por las HCM ha permitido enviar a los Padres jesuitas una suma para su casa de vocaciones tardías.

Finalmente se encontró una nueva casa y el 21 de noviembre estaba concluido definitivamente el trámite. Pero pasaron varios meses antes de que pudiéramos tomar posesión de ella. Es una gran alegría poder encontrar asilo en Kensington, en la misma parroquia en la que empezó la Sociedad hace casi cien años. La

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La obra de la visita a los hospitales que dirigimos durante numerosos años fue abandonada forzosamente durante la guerra. Tratamos de resucitarla sin mucho éxito. Es difícil encontrar visitadoras, pues casi todas las mujeres están tomadas por sus obligaciones familiares y profesionales y no tienen tiempo libre para hacer visitas. A una reunión presidida como en otro tiempo por un Padre del Oratorio sólo asistieron cinco o seis personas. Estamos decididas a continuar la obra.

católicas. Allí, con la bendición del cardenal Griffin, ella es elegida para representar a las enfermeras británicas en el congreso internacional en América. En Nueva York, su discurso sobre la ley moral atrajo una asistencia de siete mil personas, y una religiosa le agradeció diciendo: - “Un discurso como ése sería casi imposible para nosotras, religiosas que llevamos hábito.” A su regreso, el cardenal le pidió que lo representara en algunas organizaciones que se interesan en las enfermeras católicas.

Las HCM externas continúan su trabajo de penetración escondida. Algunas hacen apostolado en las parroquias: instrucción a convertidas, enseñanza del catecismo, preparación a los sacramentos. El Wayside, hogar para señoras de edad, continúa siempre; las residentes son felices y bien cuidadas. Ellas se alegran de ayudar según sus posibilidades...

Los tres últimos días de noviembre 1946 están consagrados a celebrar el centenario de la fundación de la Sociedad en Inglaterra. La Sra. de Saisseval, que durante la revolución francesa se había refugiado en Inglaterra, había querido mostrar más tarde, por el establecimiento de la Sociedad en el país que la había recibido con tanta hospitalidad, su gratitud a Dios y a Inglaterra. Esta fundación era pues una acción de gracias. La primera superiora había sido instalada en Clapham con algunas Hijas del Corazón de María francesas; luego la Sociedad se había establecido en Kensington (cf. Anales, tomo II, págs. 343 y ss.)

La casa de campo en Tumbridge Wells ha servido bien como lugar de descanso, y varias HCM agotadas por la tensión de los acontecimientos han podido restablecerse allí en una atmósfera apacible y religiosa. Sin embargo, vendimos esa casa y compramos otra más sencilla y más adaptada. Las HCM que permanecen allí aprovechan bien el aire estimulante.

Tratamos de hacer revivir ese acontecimiento tan importante, y para eso hemos estudiado nuestra historia desde cien años, visitado los lugares en los que trabajó la Sociedad, y exhumado antiguas fotografías olvidadas...

Los Padre jesuitas nos piden volver a tomar la dirección de una biblioteca, anexa a su iglesia, en Farm Street. Hace más de cuarenta años que nos ocupamos de esa obra, pero durante la guerra sirvió de albergue y se ha acumulado el polvo. Después de limpieza y arreglo de los libros, la biblioteca se abrirá al publico en febrero de 1947. Muchas personas vienen a pedir prestados libros. Es un apostolado muy fructuoso.

El 28 de noviembre de 1946 es el día de la apertura del triduo. El delegado apostólico, Mons. Godfrey, gran amigo de la casa desde mucho tiempo, nos da una alocución muy apreciada. Durante la guerra él nos ha manifestado su gran benevolencia. El 29, el superior de la residencia de los jesuitas preside la celebración. Se espera a la Superiora general, pero de París llegan noticias inquietantes: es la huelga de los medios de transporte, nada circula, no hay trenes, ni barcos... Esperamos que pueda venir en avión. Pero una tempestad de nieve y una espesa neblina han detenido los aviones, y el viaje es imposible.

Evelyne Pearce ha organizado el grupo de enfermeras británicas para asistir al congreso internacional de enfermeras en Roma. El Santo Padre las ha recibido cordialmente y ha prometido orar por Inglaterra. Durante ese congreso presidido por el cardenal Pizzardo, Evelyne ha leído un informe sobre la organización profesional de las enfermeras

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El domingo 30, el cardenal Griffin llega con su secretario. Es la primera visita que hace a nuestra casa. Él nos recuerda el pasado, algunas de nuestras obras durante estos cien años, agradece por todo lo que la Sociedad ha hecho por la Iglesia. Después del Te Deum recibe a cada Hija del Corazón de María de la reunión y les dice una palabrita de aliento.

coloreada de melancolía: Miss Morewood, nuestra provincial, es elegida Asistente general. Sin embargo estamos felices de la ayuda que podrá ofrecer a la Sociedad, gracias a su experiencia y a su dedicación religiosa, leal y absoluta. En adelante, Miss Morewood irá a vivir a París conservando el cargo de la provincia de Inglaterra-Irlanda. Ella sintió muy profundamente su “exilio” y no perdió jamás completamente la nostalgia que la habitaba. Ella confidenció una vez a una HCM que “tenía la costumbre de ir a la oficina de Thomas Cook ¡sólo para oír hablar inglés!”. Miss Gladys Stuart Robson fue nombrada superiora de la reunión de Londres para sucederla. Ella está bien preparada para esta responsabilidad. Tiene la experiencia de la vida religiosa, tanto afuera, como en la profesión y en casa común. Nacida en una familia protestante, ella desea ser útil a los demás y se prepara en la carrera de enfermera. Durante la primera guerra mundial va a París y da pruebas de gran abnegación junto a soldados heridos. Trabajando luego en un establecimiento dirigido por una HCM, Gladys tiene un primer contacto con las católicas. Después de discernimiento y preparación, entra en la Iglesia católica. Habiendo conocido la Sociedad, pide ser admitida en ella. El 15 de agosto de 1927 dice su Veni Creator en Londres y hace su noviciado sin dejar de ejercer su trabajo de enfermera. En 1941 la Sociedad le confía el cargo de maestra de novicias en Londres. Para eso renunciará a su profesión, pues se convierte también en asistente de la reunión de Wimbledon.

Después de su partida, en la gran sala, cada una reproduce por cuadros vivos la historia de la Sociedad en Inglaterra. Gracias a las fotografías encontradas, algunas escenas del tiempo de la fundación toman vida con un excelente comentario. Para conmemorar de una manera durable ese centenario, hemos podido encontrar una hermosa estatua de Nuestra Señora de la Paz. Una pequeña historia se vincula a esa estatua. El escultor, artista célebre y católico fervoroso, la esculpió en 1939, justo antes de la guerra, orando ardientemente para que se le ahorrara al mundo tan espantosa desdicha. La Santa Virgen implora de todo corazón, los ojos elevados al cielo; el artista ha puesto su alma en esa obra, era su oración. Apenas terminada la estatua empezó la guerra. Durante el bombardeo de Londres fue destruido el estudio, y Nuestra Señora de la Paz quedó sepultada bajo los escombros. Cuando la encontraron, estaba medio quebrada, pero su cabeza y sus hombros estaban intactos, ¡ni una mancha sobre su hermoso rostro! ¡Es simbólico! Sí, la paz fue quebrada, la guerra devastó tantos países, pero la paz volverá. Nuestra estatua llevará siempre las heridas de la guerra. Ella recuerda los días penosos, la muerte de algunas de nosotras bajo los escombros de la casa, y también la misericordia infinita del Señor que nos ha protegido, nos ha dado a Nuestra Señora de la Paz: que ella reine siempre en la casa... Al comienzo de agosto 1947 se reunió la congregación provincial en vista del Capítulo general. Están presentes las superioras y delegadas de Dun Laoghaire y de Liverpool. Miss Robson, asistente de Londres, es elegida delegada de la provincia. El Capítulo general de 1947 nos informa la reelección de M. Rascol como Superiora general. Nos trae al mismo tiempo una alegría

EDIMBURGO Desde el fallecimiento de su superiora, Miss Russel, en 1933, este grupo fue anexado a la reunión de Londres. Durante el período 19351947, las HCM continúan su misión junto a los pobres, que le es confiada por la Iglesia en esta capital de Escocia.

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Las jóvenes les son enviadas por la policía. ¿Acaso no son ellas parte de la multitud de miserables de nuestras grandes ciudades, sin preparación ni medios para enfrentar las dificultades que se presentan o de las que son víctimas?

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Abandonadas por su familia, madres solteras con su bebé, cesantes, convalecientes, detenidas liberadas, sin domicilio... encuentran siempre en Providence House (Casa de la Providencia) acogida y apoyo. La pequeña hospedería recibe a toda hora del día y de la noche. Al abrir la puerta, la HCM abre también su corazón a esta miseria que se presenta. No es siempre fácil, pues las obreras son poco numerosas, el trabajo es agotador y pide la abnegación de todo momento, la escucha atenta y el olvido de sí. No vemos el resultado de nuestra obra porque con mucha frecuencia la estadía en nuestra casa es una reparación, un paso, a la espera de una colocación en un establecimiento especializado, un repatriamiento o un empleo. Pero también tenemos la alegría de volver a ver a nuestras antiguas a las que les gusta venir para encontrar consuelo y consejo, o simplemente para una charla amistosa con una de nosotras. Entonces de buena gana estamos a su disposición, sacrificando con gusto el tiempo libre... a este apostolado suplementario, muy fecundo A.M.D.G.

.a la visita regular a la parroquia de los Padres jesuitas, lo que nos permite ayudar a las familias a regularizar su matrimonio y a encontrar escuelas católicas para sus niños a la ayuda a los clubs de jóvenes, organizados por la Legión de María.

Un cambio de estructuras se operó cuando, al fin de la guerra, el grupo de HCM fue anexado a la reunión de Liverpool. Sin embargo, las jóvenes han continuado viviendo en Providence House, situado en un barrio muy pobre de la ciudad, e incluso de mala fama, de donde venía en otro tiempo la mayor parte de sus huéspedes. Ahora son sobre todo jóvenes trabajadoras las que se reciben; ellas están felices de encontrar aquí un hogar. Es verdaderamente su casa en la que se celebra Navidad y los cumpleaños, e incluso después su matrimonio, pues ahí tiene lugar el “almuerzo de bodas”. No es raro que policías llamen a la puerta durante la noche: nos traen a una joven, encontrada en la calle, sin domicilio. Naturalmente ella es alojada por la noche, tal vez por varios días, mientras se encuentra una solución satisfactoria a su problema. Una HCM se ocupa mucho de los clubs parroquiales, de los catecismos y de toda clase de servicios que se presentan. Nuestra pequeña comunidad es feliz, vivimos en gran sencillez, entre los que son materialmente pobres, y sobre todo los que lo son moralmente. A veces parece que la tarea nos aplasta, nos sobrepasa... ¿podremos continuar por mucho tiempo? En esta región en la que los católicos son muy minoritarios aún no han surgido vocaciones... ¿vendrán, recibiremos ayuda de otras partes?... Nuestra oración suplicante se vuelve siempre más confiada.

Dos clubs para jóvenes se reúnen cada semana en nuestra casa. Uno para las empleadas domésticas, que lejos de su país están felices de pasar aquí su tiempo libre, en una atmósfera agradable. Otro tuvo su origen en las salas de espera de una estación, donde se reunían jóvenes que tenían miedo de pasearse solas por la ciudad. Providence House les ha ofrecido hospitalidad para sus reuniones, ofrecimiento que ellas aceptaron con alegría Además de la tarea propia del hogar, nuestra acción se extiende: - a la visita a domicilio de antiguos delincuentes, a fin de mantener un contacto con ellos y ayudarles a integrarse socialmente (esto lo piden las Cortes de Policía)

LIVERPOOL

Esta comunidad de HCM hace suya de una manera muy especial la mirada de Cristo sobre

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el sufrimiento de las mujeres y de los niños. Las obras de misericordia espiritual siempre unidas a la caridad material comprometen a cada HCM, aunque de manera diferente, sea en iniciativas propias de la Sociedad, sea en colaboración directa con otras instituciones, oficiales o privadas, o incluso en un voluntariado escondido.

dirigió a la oficina de servicios, no confesional, que se ocupa del bienestar material de esta pobre población; ella expuso el proyecto de servicio social, educativo y espiritual, para la promoción del barrio. Ese proyecto fue aceptado por las superioras, y más tarde, en 1946, tanto las autoridades eclesiásticas como las civiles expresaron su reconocimiento a la activa e infatigable misionera del tribunal, Miss Mary Ellen Park, elogiando su ayuda, sus consejos, sus alegatos a favor de los que estaban en conflicto con la ley. Por el momento, el director responsable de la atribución de alojamientos comprende de inmediato la importancia de tal iniciativa para el bien del conjunto del nuevo barrio. Ofrece a las HCM una casita, aún no terminada de construir, al lado de la oficina pública. En febrero siguiente, Miss Park, Annie Hamblet y Rachel Valentine se instalan en ese nuevo domicilio para vivir entre los pobres y trabajar con ellos.

La Superiora general vino en el mes de junio de 1938, justo por un día; sin embargo, ella se da cuenta de nuestra tarea, de nuestros esfuerzos, de nuestros compromisos; ella nos estimula, a todas y a cada una, a ser lo que debe ser, y así cristianizar el mundo... En este mismo año 1938, gracias a una donación muy generosa de un bienhechor anónimo que admira nuestro trabajo, podemos comprar una hermosa casa nueva, en Oakhill Park. Esta podrá ser ocupada en 1940 y bajo el nombre de Settlement St Mary (Asentamiento Santa María) será el centro de las Hijas del Corazón de María de Liverpool. La instalación está prevista para 1940, pero el traslado se hace en medio de las mayores dificultades. Una espesa capa de nieve y una semana de dura helada nos dejan sin agua ni gas durante ocho días; luego el deshielo nos da los dos a la vez. A consecuencia de la guerra hay escasez de mano de obra y de material, los arreglos de la casa tardan en concluirse. La capilla será instalada después de varias semanas, pero ¡qué alegría tener la presencia eucarística, y tener diariamente la misa en la casa! Por ser Liverpool el principal puerto de Inglaterra, son numerosos los raids de aviones enemigos; felizmente, nadie es tocado.

Así empieza el Catholic Settlement (Asentamiento católico) en estrecha colaboración con la parroquia. Las HCM se encargan de fundar asociaciones femeninas católicas, como la Liga de mujeres, la asociación Santa Inés para las jóvenes. Ellas se encargan también de la instrucción de los nuevos convertidos, ayudan a las mamás en la casa de reposo, y durante la guerra nace también una organización al servicio de los soldados. A consecuencia de los bombardeos, las víctimas, especialmente las familias de los soldados y de los marinos muy afectadas, encuentran allí alivio y apoyo.

Justo antes de la guerra, en 1939, la municipalidad había empezado la evacuación de los slums (tugurios) del centro de la antigua ciudad, y el traslado de millares de católicos muy pobres a Huyton, periferia próxima de la ciudad. Profundamente conmovida por las necesidades de esa gente. La superiora de Liverpool, Beatriz Deery, así como Miss Park, habían ofrecido a los sacerdotes de la parroquia sus servicios a favor de esa gente desplazada. Ellos aceptaron, pero las “misioneras” buscaron en vano un cuarto para poder vivir en ese barrio. Fue entonces cuando Miss Park se

Se entiende que toda miseria moral encuentra acogida junto a las HCM, sin distinción de confesión: matrimonios a regularizar, madres solteras, jóvenes en peligro... En ese barrio, algunos presbiterianos muy sectarios tienen una cierta influencia y crean conflictos entre católicos y protestantes, especialmente en las proximidades de las fiestas de julio: Orange célébration. Se aconseja a los católicos que eviten los Orangequartiers, lo que no se hace siempre.

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Por ejemplo, dos niñitos que tenían la costumbre de visitar cada domingo a su abuela que vivía en Orange-area, fueron detenidos un domingo 12 de julio por un policía que les pidió que sacaran la insignia de su colegio y se pusieran la chaqueta al revés para no ser reconocidos como católicos. Se lanzan incluso piedras contra el coche del arzobispo que va al colegio Nuestra Señora para la distribución de premios; él ha tenido que volver hacia atrás. Los niños esperaron en vano a su arzobispo, sin comprender nada...

Las HCM colaboran con otras obras, como la sociedad de San Vicente de Paul, la ayuda a los prisioneros liberados, la obra de rehabilitación para jóvenes delincuentes, los servicios de protección a los jóvenes viajeros tanto en el puerto como en las estaciones. Hay que mencionar muy especialmente el trabajo en los tribunales, con las visitas regulares en las cárceles, seguidas por trámites que se imponen para ayudar a los presos y acompañarlos a su salida de prisión en vista de facilitar su inserción en la familia y el trabajo.

¡Qué delicada misión para las HCM en ese barrio: considerar sólo a los pobres y sus necesidades, contribuir a la paz durante ese período de luchas sectarias! También durante la guerra, a solicitud de un padre benedictino, las HCM abren en Warrington el Hotel San José para las jóvenes. El mismo padre se encarga de la compra de la casa y de los muebles. El 14 de septiembre de 1943, dos HCM una de ellas Mary Ellen Park (se decía que ella iba por algunos meses y se quedó veintisiete años) se instalan allí. Esa pequeña célula de vida apostólica irradia, no solamente por la desbordante actividad social y caritativa, sino por la personalidad de esas dos HCM. Junto a la presencia eucarística en la minúscula capilla ellas renuevan cada día su don a Dios y al prójimo. Numerosas mujeres y niñas jóvenes, y también madres solteras con sus bebés, descienden al Hotel San José, sea simplemente por una noche, por haber perdido la correspondencia del tren, sea para permanecer más. Entonces con frecuencia ellas vuelven a encontrar el camino de la Iglesia y de los sacramentos, camino abandonado a veces por mucho tiempo.

Terminada la guerra, Miss Greehy es nombrada superiora de la reunión de Liverpool y viene a vivir en la casa común. Es acogida con entusiasmo, pues desde muchos años la superiora, además del cargo de la reunión, debía hacer frente a obligaciones familiares y profesionales muy absorbentes. Miss Greehy puede dedicarse enteramente a la función espiritual del noviciado y a la misión junto a la comunidad. Las obras iniciadas durante la guerra, como el Settlement en Huyton y el Hotel San José en Warrington se desarrollan. Las Misioneras de los Tribunales son incansables junto a los detenidos como también a su salida de prisión, y obtienen muy buenos resultados. Los magistrados del tribunal expresan su satisfacción por la obra. Cuando se reorganizaron los tribunales se pensó que la obra ya no era necesaria, o incluso posible, bajo el nuevo régimen. Uno de los magistrados visitó personalmente a Miss Morewood en Londres para pedirle insistentemente que no retirara a las misioneras.

El oficial de salud encargado de la inspección de la casa aprueba todos los servicios y auxilios administrados, especialmente los que se dirigen a los bebés y a sus madres, pues es difícil encontrar en otra parte lo que precisan a la vez unos y otras. Visitantes extranjeros, incluso algunos no católicos, hacen notar que hay algo en el Hotel San José que no se siente en ninguna otra parte.

IRLANDA DUN LAOGHAIRE

Durante el período que se extiende de 1935 a 1947, el número de HCM se mantiene alrededor de cincuenta: Miss Mary Murray es superiora desde 1935 con Miss Franley como asistente. La reunión se desarrolla, verdadera

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colmena, en la que las HCM están totalmente entregadas al servicio de Dios y de los demás, sobre todo de la juventud. En la amplia propiedad de Tivoli Road se encuentran muchas obras, que se complementan y se ayudan mutuamente, manifestando así una vida fraterna feliz.

Ciertamente que en octubre de 1947 el paso de Christinne de Hemptinne, HCM belga, ha preparado un poco el camino a la Acción Católica en Irlanda. Christinne, dirigente internacional, ha explicado, tanto en nuestra casa como en los grandes colegios tenidos por las dominicas y las hermanas de la Misericordia en Dublin y en Waterford, el objetivo de la Acción Católica. El Papa considera ésta de una importancia primordial para la Iglesia hoy. Esperamos que esta pequeña semilla lanzada con amor empiece a germinar A.M.D.G.

El orfanato es siempre nuestra obra por excelencia. El número de huérfanas se mantiene estable: casi setenta entre tres y dieciocho años. Después de terminar la escuela primaria en nuestra casa, ellas siguen cursos técnicos en la ciudad. También vemos florecer entre ellas vocaciones religiosas. La enseñanza dada en la escuela primaria es muy apreciada por padres e inspectores. La consecuencia es el aumento considerable del número de alumnas, lo que obliga a considerar el construir una nueva escuela en la propiedad. El ministerio nos autoriza a hacerlo e incluso promete financiar los dos tercios del costo de la construcción. Pero en la espera hay que ingeniarse: el comedor de la casa de retiro se convierte cada semana, de lunes a viernes, en sala de clases.

La congregación mariana es siempre fervorosa; todos los domingos hay reunión en Tivoli Road; las HCM acompañan a esas jóvenes que colaboran también con su entusiasmo juvenil en la kermesse de la parroquia y en la de San José. El deseo de ser útil al prójimo desarrolla la creatividad de las HCM. Junto a las obras para los niños y los jóvenes, en 1937 se acuerda empezar un nuevo apostolado en beneficio de ancianas señoras aisladas que son muy numerosas en los alrededores. Con este fin utilizamos una casa situada en nuestra propiedad, que ha quedado libre después de haber estado arrendada durante varios años. Esta casa es muy hermosa, el jardín comunica con el nuestro de manera que es fácil venir a la capilla. Durante todo este período está ocupada lo que prueba que las damas están felices en nuestra casa; ellas manifiestan mucha estima y afecto a las HCM que se ocupan de ellas. Al mismo tiempo, esta obra, gracias a las pensiones entregadas por las damas, constituye actualmente la mayor parte de los ingresos de la reunión que sin eso no podría subsistir.

En 1939 las alumnas son trescientas diez, el buen renombre de la escuela crece, las instalaciones se amplían, incluso durante la guerra, y en 1946 el efectivo es de ochocientos cincuenta, entre ellos setenta niños de cuatro a ocho años (después de haber hecho su primera comunión éstos nos dejan para entrar a escuelas para niños). La casa de retiros espirituales abre sus puertas cada fin de semana durante diez meses. Jóvenes niñas y mujeres vienen siempre más numerosas. Primero eran cincuenta; en 1947 son ochenta las que viven en un ambiente de silencio y recogimiento como el que ofrece Tivoli Road. Rehacen sus fuerzas espirituales sumergiéndose en la oración. Esas jóvenes son generalmente tan cogidas por esta atmósfera que, dejadas a ellas mismas, en la casa reina un silencio perfecto... la gracia pasa... También cada año se dan dos medias jornadas de recolección a las empleadas domésticas y una jornada entera a las mujeres de Dublin.

Nuestra lavandería pública era desde mucho tiempo casi el único recurso financiero de la reunión. Sin embargo, ya algunos años antes de la guerra las entradas habían disminuido mucho. Se habían instalado muchas nuevas lavanderías, con material totalmente moderno, Teníamos dificultad para luchar contra esos competidores tan bien equipados. Por fin en 1941 se multiplicaron las dificultades,

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escaseaba el carbón vegetal, todo estaba carísimo, habría sido necesario reemplazar algunas máquinas y se hacía imposible continuar, Tuvimos que renunciar a la lucha. Las jóvenes de fuera que trabajaban ahí encontraron fácilmente colocación en otras partes, nadie sufrió por el cambio... De todos modos, y felizmente, el lavado de la casa aún se hace ahí.

a M. Rascol. Esta noticia nos alegró, como también la elección de Miss Morewood para ayudarla. Pero las HCM de Irlanda experimentan pena: ¡ella nos ha acompañado durante tantos años!

Algunos testimonios venidos de Inglaterra Los testimonios que seguirán, vividos por algunas Hijas del Corazón de María, ¿son exclusivos de la provincia Inglaterra-Irlanda, o son el reflejo de una época precisa en la historia de la Sociedad?

En Irlanda, país neutral, los horrores de la guerra nos fueron ahorrados. Sin embargo, hemos sentido profundamente las desdichas del mundo, los duelos de las familias cuyos hijos combatían y morían en los ejércitos aliados, y también los sufrimientos de los refugiados que llegaban de Inglaterra.

“M. Rascol buscaba voluntarias para partir en misión. Me ofrecí como voluntaria y aparentemente fui aceptada” (Se trata de Margery Brown). Después de haber hecho mi equipaje me pidieron que desembalara y siguiera mi trabajo como de costumbre. En el primer momento quedé un poco aturdida, pero hice lo que me pedían. Durante ese tiempo, mi hermana Françoise fue llamada a Portugal para encontrarse con M. Favre y de ahí partió a Pakistán, donde empezó a trabajar con los pobres leprosos, vendando sus heridas y cuidando de ellos. Después de un tiempo recibí un mensaje preguntándome si estaba de acuerdo en ir a Ranchi. Yo no tenía ninguna idea de dónde se encontraba eso, pero me dijeron que fuera a Liverpool (ella está ahora en Wimbledon) y tomara el barco para Bombay donde Miss Paiva Couceiro me esperaba y me tomaría a cargo. Pauline Mc Grosty y su hermana mayor Dorothy me pusieron en el tren en Euston Station. Algunas de las HCM de Liverpool me acompañaron al barco y me desearon buen viaje, y así empecé mi carrera misionera en India. (Era el 6 de julio de 1955).

Inmediatamente después de la declaración de guerra afluyeron mujeres y niños. Para albergarlos se hizo también un llamado a San José. Durante semanas, cada noche veía a trabajadores sociales y agentes de la ciudad conducir hasta nuestra puerta a grupos de gente que era cálidamente acogida por la superiora. Encontraron asilo y descanso en la casa de retiro que albergó a centenares. Esto continuó durante algunos meses, y de nuevo en el mes de marzo de 1944 acogimos a un grupo de HCM de Inglaterra después del terrible bombardeo de Wimbledon; otras nueve las siguieron en julio. Cuando las campanas tocaron por fin el fin de la guerra, nuestra acción de gracias se unió a la del mundo entero. Nuestros vínculos con la familia religiosa se estrecharon después del aislamiento de los últimos años, se reanudaron los contactos con el Centro. Juntas hemos buscado la voluntad de Dios y la manera de hacer vivir mejor el reinado del Sagrado Corazón en cada una de nosotras y en la obra que se nos confiaba. El espíritu fraternal se desarrolló, nuestra acción prosperó en una atmósfera de paz, de oración y de trabajo perseverante, verdadero milagro de la providencia, a pesar de las dificultades.

Norah Mitchell es más expansiva en un relato del 25 de marzo de 1988 confiado a Gertrude Schmalzl, y del que damos un extracto: Cómo llegó a la Sociedad una convertida.

En 1944 Miss Morewood vino aún para la visita provincial y permaneció varios días con nosotras. El Capítulo general de 1947 reeligió

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Sé que usted se ha convertido en católica romana y estoy sorprendida de que haya abandonado su libertad intelectual. Era en 1929 y había sido influenciada y guiada por un joven con el que trabajaba en el servicio civil. Mi madre estaba totalmente trastornada: “Preferiría que te hicieras musulmana” Mi padre estaba de mi parte, pero con prudencia; él velaba para que mi bicicleta estuviera lista y que pudiera ir a la misa. Mis hermanas decían que lo que yo hiciera les daba lo mismo. Incluso conocidas lejanas desaprobaban con estruendo. Ideas de vocación religiosa me daban vueltas ya en la cabeza. Lourdes, adonde hice una peregrinación con Grace Hatchett en 1931, profundizó esas ideas, aunque me sentía siempre atraída hacia el joven que me había ayudado a entrar en la Iglesia. Rogué a Nuestra Señora, y tres años más tarde hice mi oblación en la Sociedad. Y con Gracia hice el noviciado en 1934, 1935, 1936. Seguía encontrando dificultades a propósito de mi religión en la casa, y también de parte del clero local.: “Es ridículo para usted que tenga que hacer una hora de meditación al día.” La vida también estaba tejida de problemas, como por ejemplo el de emplear mi tiempo teniendo en cuenta mis ejercicios espirituales y el horario de mi trabajo. Miss Greehy, la maestra de novicias, veía bien que las dificultades estaban a punto de sumergirme, y puso en duda mi vocación. ¡Qué desdichada me sentí después de esa entrevista!

En la época yo no había comprendido que la comunidad estaba en vías de vivir un período de transición. Las novicias teníamos nuestra propia mesa (en el comedor), con Miss Greehy que nos servía el alimento según lo que le parecía justo poner en nuestros platos. Jamás se nos habría ocurrido pedir algo diferente... Había una lectura en alta voz y se observaba estrictamente el silencio. Cuando nosotras entramos en la Sociedad era un tipo de vida conventual. Todo eso me parece bien extraño cuando miro hacia atrás. La casa general en París nos parecía muy alejada con pocas idas y venidas hasta que M. Rascol vino en 1935. Quedé subyugada por esa elegante señora cuando vino a nuestra sala de comunidad vestida con un vestido de seda negro con una piel de zorro sobre sus hombros. Representamos una pequeña pieza para ella y quedé encantada al escuchar su comentario y su manera de dar un giro espiritual a una pequeña presentación muy corriente. Otra visitadora vino de París. Ella nos entrevistó a todas. Miss Greehy nos había alineado para ver si estábamos vestidas de manera conveniente. Ella planteó un montón de preguntas, me preguntó la edad de mis hermanos y hermanas, y tuvo la pena de decirme que no había respondido correctamente. Si uno tenía dieciséis años, ¿qué edad tenía el otro? Muy bajo, le respondí que eran gemelos. Mirando hacia atrás, me siento llena de gratitud al buen Dios y a María por las dificultades como por las numerosas gracias de esos primeros años. La hermosa figura de Enid Maud Dinnis

Eramos treinta y tres en el noviciado cuando entré en 1934. Casi todas vivían en familia. La comunidad estaba instalada, en el 48, calle del Parque de Kensington. Miss Greehy no vivía ahí. Para las conferencias estábamos sentadas por orden de entrada en la Sociedad. No hacíamos más que sentarnos y escuchar, ningún comentario, ninguna pregunta, ningún compartir. Me pregunto si la maestra de novicias recibió alguna vez una reacción: ¿qué comprendíamos realmente, y qué pensábamos de cada conferencia?...

según su noticia, el testimonio de su amiga Sor Clara Teresa, clarisa, y el de un crítico literario inglés. Enid Dinnis nació el 23 de mayo de 1873 en el este de Londres donde su padre, sacerdote anglicano, estaba a cargo de una parroquia. Era

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un hombre cultivado al mismo tiempo que poeta. Ella aprendió de él muchos conocimientos y el amor a los libros.

Eso ¿no era susceptible de afectar el gran trabajo apostólico que hacía con su pluma? Pues era también por sus escritos como era capaz de asegurar los gastos de la vida cotidiana para ella misma y para su hermana, que sólo podía contar con ella. Esos nuevos trabajos, ¿no vendrían a interferir con el cuento que debía enviar cada mes a América? Ella vivió unos momentos de ansiedad aguda, y luego triunfó su fe.

Obligada a dejar su país a consecuencia de su cambio de religión (ella fue recibida en la Iglesia católica en Bélgica, en 1897), ella se dedicó a escribir encantadores poemas, algunos de ellos publicados en Punch, y supo apreciar la amistad de otros periodistas y escritores. Una de sus amigas muy queridas, Sor Clara Teresa, clarisa, confía: Ella era la perfección misma. Siempre desbordante de la alegría franciscana, era una notable terciaria y aportaba chispas de alegría en los acontecimientos más simples. Tenía la costumbre de expresarse en verso a la menor ocasión.

La experiencia muestra que fue sacrificada la totalidad de su producción literaria. Su corazón, agobiado por la preocupación de los otros, perdió luminosidad. Sin embargo, hasta octubre de 1941 continuó dándose generosamente a la Sociedad, pero nunca fue capaz de vivir en la casa. Sus conferencias no eran pesadas. Estaban siempre llenas de pensamientos profundos. En las cartas dirigidas a sus hijas espirituales daba muestras de una simpatía cálida y comprensiva.

Durante el verano de 1917 el cielo hizo un rico regalo a la Sociedad cuando Enid entró en ella y se dio enteramente, ella y su pluma de la que vivía, al servicio de Dios (nos hemos servido incluso de sus libros como lectura espiritual, y como meditación para retiros). Ella vino a la Sociedad como alguien que busca aprender. ¡Sabemos que Dios nos dio una madre espiritual que puede compararse a Adela Picot hace cien años!

En el otoño de 1940, cuando empezaron los bombardeos, los sufrimientos experimentados por todas tuvieron una gran resonancia en su delicada sensibilidad. Fue la pequeña paja que dañó todo el organismo.

Un crítico de revista escribía: Ella es una especie de religiosa, un miembro de la Santa Orden de la Alegría, que guarda bien su celda y su claustro con la risa cristalina que es el secreto del santo y del niño. Pero el cilicio está bajo su traje de niño.

Después de una estadía de tres meses en Downs Lodge volvió a su casa, llevando de frente su carga de provincial y sus trabajos literarios para los Estados Unidos. Pero un día, comprendiendo que no podía seguir enfrentando sus responsabilidades en la Sociedad, pidió ser descargada, lo que le fue concedido un año más tarde. La sucedió Miss Caroline Cameron Morewood.

Y, continúa Sor Clara Teresa, Enid había cuidado siempre de ocultar el secreto del Rey. En su libro de poemas (Meadowsweet et Thyme, 1931) podemos describir el vuelo de su alma, pero ella tiraba rápidamente el velo antes de perder el control.

Así transcurrió un año. Poco a poco, como sus fuerzas no dejaban de declinar, se decidió a dejar su apartamento y volver a la casa común. Los fuertes brazos de los camilleros la llevaron a la cama que se había preparado para ella: Esto es como el cielo, dijo...

En la mitad de la carrera de su vida en la Sociedad, en 1931, otro llamado se hace oír para pedirle que suba más alto y acepte la carga de superiora de la reunión de Londres, a la que más tarde se unirá la de toda la provincia de Inglaterra-Irlanda. Ella responde a esos llamados y obedece.

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Nos dejĂł definitivamente unos dĂ­as mĂĄs tarde, el 24 de noviembre de 1942.

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PROVINCIA DE ALEMANIA 1935 – 1947

Alemania es vice-provincia en 1936 Hedwviges Veltmann, primera vice-provincial Situación antes de la guerra durante la guerra después de la guerra

Las reuniones

Aquisgrán (Aachen) Colonia Dortmund Düsseldorf Paderborn La Sociedad en Silesia, 1940-1946 Reconstrucción después de la guerra


ALEMANIA 1936-1947 Situación antes de la guerra En 1935 el Capítulo general decidió erigir a Alemania en vice-provincia, anexada a la provincia de Bélgica, creada en la misma fecha. Mlle. Colette Breydel, nombrada provincial, era muy conocida y amada por las HCM alemanas. Ella había sido provincial de Francia Norte, de la que habían dependido por un tiempo las reuniones de Alemania. Colette, nacida en Gante, no solamente poseía la lengua alemana sino tenía además una fina sensibilidad y una gran cultura. Esto le permitía captar la mentalidad y poder acompañar y apoyar a las HCM que vivían en una situación cada vez más difícil: el nacionalsocialismo empezaba a invadir todos los dominios. Los esbirros de esa nefasta ideología vigilaban con particular malevolencia a las personas comprometidas en la Iglesia, tanto católicas como anglicanas, sobre todo los educadores y las obras confesionales. Esto no disminuía el valor de las HCM: su número aumentó ligeramente durante el período que precedió a la segunda guerra mundial. Eran casi doscientas, repartidas en las reuniones de Aquisgrán, Colonia, Düsseldorf y Paderborn, especialmente numerosas en la región industrial Rin-Rhur, lo que permitió una nueva división de la reunión de Düsseldorf. Recientemente la fundación de Paderborn había permitido agrupar a las HCM de esa ciudad y sus alrededores en una nueva comunidad de la que se nombra superiora a Elisabeth Veltmann.

de casa común, la ceremonia tuvo lugar en la casa diocesana de Höntrop. La reunión escogió como nombre “Sagrado Corazón de Jesús”. Se colocó bajo la protección de ese Divino Corazón, plena de confianza. Anteriormente, después de varios meses de búsqueda, de reflexión y de oración, se había escogido el lugar para el emplazamiento de la casa común y se había comprado el terreno. La construcción, así como la dirección de los trabajos, habían sido confiadas al arquitecto Singer, hermano de Agnes, HCM. El 30 de marzo de 1936 Hedwige Veltmann y Agnes Singer daban los primeros golpes de azadón, acompañados por estas palabras: “Esta casa debe ser construida en honor de la Santa Virgen y bajo la protección de San José.” El tiempo es favorable, los trabajos avanzan, se han de hacer muchos trámites, pagar facturas... La providencia vela. Aunque no todo esté terminado, aprovechando las vacaciones de verano para el traslado, Hedwige se instala el 1° de septiembre, seguida, el 9, por Augusta Deimann, que se encarga del mantenimiento de la casa. Poco a poco se organiza la reunión. El 10 de diciembre, con la alegría de todas, la casa es bendecida por el señor cura. En su homilía, él hace alusión al significado de la “Casa común”, como centro de renovación espiritual y de vida fraterna. ¡Qué felicidad tener por fin la capilla con la presencia eucarística! Es aquí donde en los tiempos atormentados encontrarán las HCM fuerza y valor. Este oasis de paz es particularmente necesario durante este período tan turbado. Con la acción de gracias surge, espontáneamente, la oración confiada en la protección de Dios.

Su hermana Hedwige, superiora de Düsseldorf, recibió la misión de constituir un nuevo centro en Dortmund para el grupo numeroso que vivía en esa ciudad, en Essen muy próximo, y en los alrededores. Su instalación por Colette Breydel tuvo lugar el 18 de junio de 1936, día de la fiesta del Sagrado Corazón, en presencia del señor cura y de numerosas HCM. A falta

Muy disminuida en número después de la fundación de Dortmund, que agrupa casi a cincuenta HCM, la reunión de Düsseldorf, con veinticinco miembros, es confiada a la Srta.

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Hahner hasta 1939, cuando debe reemplazar a la superiora de Colonia, Cunigunde Vogt, fallecida.

la educación especial que necesitan. Los hogares de Colonia y de Düsseldorf reciben a jóvenes que buscan trabajo, albergue y apoyo; frecuentemente hay que aliviar verdaderas miserias morales y materiales.

Joséphine Lipp es nombrada entonces superiora de Düsseldorf. En 1938, justo antes que estalle la segunda guerra mundial, la decisión del Capítulo general de 1935 se hace efectiva por el nombramiento de Hedwige Veltmann como vice-provincial de Alemania. Ella asume de inmediato el cargo; a pesar de su edad, ninguna fatiga, ninguna distancia u otro obstáculo le impiden emprender todos los viajes que se imponen, para conocer las reuniones, sus miembros y sus obras. Los desplazamientos se hacen ya en condiciones difíciles: por todas partes se perciben inseguridad y desconfianza; se deja presentir el próximo estallido de la guerra. Durante los años que la preceden inmediatamente las HCM, intensificando siempre sus esfuerzos, siguen permaneciendo fieles a los encuentros comunitarios. Estos se hacen más difíciles debido a la recarga profesional de muchas, al ambiente de inseguridad debido a una vigilancia disimulada que se ejerce sobre todo junto a las que están comprometidas en la enseñanza oficial. La persecución religiosa, más o menos abierta, empieza a irrumpir por todas partes.

Un número importante de HCM están comprometidas en la enseñanza oficial, a todo nivel, situación particularmente delicada como se acaba de decir, donde dan un testimonio notable de sus convicciones cristianas al mismo tiempo que de su dedicación sin límites a su tarea profesional La discreción, incluso el secreto, conserva toda su importancia para dejar a las HCM el espacio de libertad indispensable para su vida religiosa y la penetración apostólica. Durante ese período, casi de terror, un inspector dijo a una HCM docente en una escuela pública: Señorita, permanezca siempre una violeta; la tempestad arranca las encinas, pero no las violetas; a éstas sólo se las adivina por su perfume.”.

Durante la guerra A partir de 1942 empiezan los bombardeos sistemáticos de las ciudades; luego los ataques aéreos se hacen cada vez más numerosos y violentos a partir de 1943 hasta el armisticio, en 1945. Durante los meses que lo precedieron, los ataques a las grandes ciudades se seguían casi sin interrupción; las ciudades se transformaban en inmensos braseros, antes de ser reducidas a un montón de ruinas. En esa atmósfera vivió un gran número de HCM, compartiendo la suerte del pueblo, amontonado en refugios o en sótanos, antes de ser evacuado hacia sitios menos expuestos, en el campo.

La actividad apostólica y caritativa sigue su curso en todas las casas de la Sociedad y se hace un esfuerzo muy particular a favor de la juventud. Las casas se mantienen abiertas a la acogida de grupos de jóvenes y adultos, ávidos de formación religiosa, pero esa acogida está siempre unida al peligro de una persecución domiciliaria de parte de los nazis. En 1937 la Gestapo hace una pesquisa en la casa común de Dortmund. Ya seis meses antes Hedwige Veltmann, consciente del peligro, había tomado las disposiciones necesarias para la seguridad de las HCM amenazadas y para la garantía del secreto de la Sociedad.

Sin hacernos pesadas con los relatos de lo que afectó a una y otra HCM, su familia y su entorno, relatos que se encuentran en fragmentos de cartas, sin firma, haremos sólo una descripción global de lo que vivieron las comunidades de HCM: angustia, hambre, sed, estadías prolongadas en los sótanos o en albergues superpoblados, frecuentemente con la carga de una mamá enferma o paralítica. Los incendios que estallan por todas partes

En la Marienheim, en Aquisgrán, se recibe siempre a niños retardados, que benefician de

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hacen pensar en emperador Nerón.

Roma incendiada por el

Ella tenía también la alegría de constatar un considerable crecimiento de la Sociedad, sobre todo en Silesia, al extremo Este del país, donde se presentaban serias vocaciones, con un fuerte temple de alma. Visto el número de nuevos sujetos en esa región, Hedwige juzgó bueno enviar allí una superiora experimentada del Oeste para formar a esas nuevas reclutas y dar bases sólidas a esa fundación, en la frontera de Rusia.

Provocada por “una lluvia de bombas incendiarias y de fósforo” se presenta una visión apocalíptica; los inmuebles se derrumban, no hay agua ni electricidad, es difícil y peligroso salir de los albergues; sin embargo, hay que hacerlo para buscar en las ruinas algunos objetos, alimento, pero sobre todo... ¡las personas que allí se encuentran! ¡Todas las casas de la Sociedad son destruidas; varias HCM sepultadas bajo los escombros! Las HCM externas en su mayoría han perdido su casa de familia y todos sus bienes. Pobreza material total, compartida con toda la población. Gran solidaridad fraterna: preocupación de unas por otras, acogida de una HCM en una casa o un apartamento ya superpoblado; se estrechan, se ayudan mutuamente, se comparte.

Por la única carta de Hedwige Veltmann, fechada el 25 de junio de 1944 y que llegó a la Superiora general durante la guerra, sabemos que una joven Elisabeth... estuvo en París para Pentecostés. En contacto estrecho con la viceprovincial, ella se ocupa de las jóvenes en Düsseldorf. La superiora, Joséphine Lipp, ha partido con mucho ánimo y confianza hacia Silesia, mientras que su asistente, Anna Windhaus, asume la responsabilidad de la reunión, da las conferencias, etc. La carta continúa: “Hace un mes, Dortmund sufrió un gran ataque aéreo, la ciudad ha sufrido mucho y nuestra casa ha sido muy dañada; sin embargo, puede ser reparada, lo que deseo ardientemente. Ahora ocupamos solamente los cuartos del subsuelo y nos ayudamos como podemos. Así nos hacemos sencillas y modestas, sin pretensión; es muy bueno. Es edificante ver como varias de nuestras amigas (HCM) que han perdido mucho, incluso todo, soportan con valor y confianza la situación que ha seguido. Si fuera posible, querríamos organizar en otoño un encuentro de familia, sería una gran alegría volver a encontrarse, sobre todo si usted pudiera estar presente... ¡Ay! Ese hermoso proyecto no pudo realizarse. El 12 de marzo de 1945 un terrible bombardeo destruyó la casa de Dortmund y tres HCM quedaron sepultadas bajo las ruinas.

A pesar de los ataques aéreos siempre más numerosos y más violentos, la vice-provincial H. Veltmann no retrocede ante ninguna fatiga, ningún sacrificio, para cumplir sus deberes. Ella visita las diferentes comunidades de HCM, mantiene la unión entre Oeste y Este, Norte y Sur de Alemania. Trabaja incansablemente para la Sociedad que ama por encima de todo, y emprende numerosos viajes, incluso muy largos y penosos hasta Munich, Breslau y Berlín, en interés de la Sociedad. Granizadas de bombas sobre las ciudades y las estaciones no la apartan del cumplimiento de su tarea. Una vez, en 1944, en camino de Dortmund hacia Silesia, estuvo veinticuatro horas en un compartimento expuesta a las más duras privaciones porque un terrible bombardeo sobre Hamm obligaba al tren a detenerse y esperar largo tiempo. Ni cruz ni sufrimientos le fueron ahorrados. El arzobispo Dr. Kaspar Klein, que tenía muy a pecho la expansión y la vitalidad de la Sociedad en Alemania, obtuvo de Roma que durante este período sin comunicación posible se le concedieron a Hedwige Veltmann poderes excepcionales necesarios para la Sociedad. Así ella estaba autorizada para admitir al noviciado y a los primeros votos.

Agnes Singer, asistente de la reunión de Dormund, comunica el 22 de junio a M. Rascol los dolorosos ecos de esa terrible jornada del 12 de marzo de 1945 y sus consecuencias (cf. Ecos tomados de la noticia de Hedwige Veltmann)

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“El 10 de marzo de 1945, un violento bombardeo cayó brutalmente sobre el barrio de la ciudad en el que se encontraba la casa. En veinticinco minutos, las diez o quince bombas incendiarias que cayeron sobre el jardín arrancaron persianas y ventanas. Ante el desastre, el confesor jesuita, que llegó a las 14 horas, hizo venir a un hermano para ayudarnos.”

y columna vertebral afectadas, así como los pulmones y el estómago. No le faltaron los auxilios, pero los médicos nos habían quitado toda esperanza. “Desde el alba nos pusimos a buscar un sacerdote. Encontramos uno cerca del sanatorio. Era el señor abate Gall, un francés que cumplía trabajo obligatorio junto a estudiantes en teología en Dortmund. Él recibió la última confesión de Hedwige. .Luego, acercándome a ella, le tendí mi crucifijo de profesión que tenía conmigo. Con una voz firme, ella renovó sus votos. Los heridos graves y los agonizantes, cerca de nosotras, no se dieron cuenta de la solemnidad de ese momento no acostumbrado. De rodillas junto a la moribunda, estábamos en oración.

La asistente urgía a Hedwige a que se refugiara en un albergue, pero ella no quiso. El lunes 12 de marzo, aprovechando una calma, Agnes preparó mochilas, creyendo que sería posible una huida; pero por la tarde, después de tres alertas, empezó un nuevo bombardeo Hedwige, que escribía, se puso a temblar, hasta el punto que su compañera tuvo que llevarla, por así decir, hasta el sótano, donde ya se encontraba otra HCM. Imposible cerrar la puerta debido a la presión del aire. Las bombas cayeron sin interrupción durante una hora diez.

“El Sr. Abate Gall nos preguntó si éramos religiosas. - Sí, le respondí, y la moribunda es nuestra superiora. Él quiso saber a qué congregación pertenecíamos: - a las Hijas del Corazón de María. Oh, las conozco – dijo él – El cardenal me ha hablado de ellas y me ha dicho “son personas en las que se puede confiar, se las puede enviar a cualquier parte”... ¡Y están también en Alemania! Seguimos la conversación y le dije, entre otras: -“Estoy especialmente conmovida de que usted, francés, pueda asistir al momento de su muerte, una HCM que es actualmente la más alta autoridad de la Sociedad en Alemania. - Pienso lo mismo, estoy muy conmovido. Nunca olvidaré esta hora. El se ocupó de la moribunda de una manera plena de piedad. Cuando quise agradecerle, recibí esta conmovedora respuesta: - Soy yo quien debe agradecer a Dios por haberme concedido la gracia de encontrar un alma de la que puedo creer que ha ido directamente al cielo, sin pasar por el purgatorio.

“En la obscuridad lanzamos verdaderos S.O.S. hacia el Señor – continúa Agnes. Los aviones silbaban, los muros se desmoronaban. El techo del sótano se debilitó. Cayeron piedras sobre la espalda de Hedwige, sentada todavía, y una estatua de la Virgen cayó sobre su nuca y sobre sus hombros. Nos dimos cuenta cuando se filtró un poco de luz, pero imposible tocar nada pues las piedras se desmoronaban. “Nuestros gritos fueron escuchados por fin y nos respondieron que todo estaba destruido y que había que esperar el día. El superior de los Padres jesuitas logró acercarse y nos prometió la ayuda de un grupo de soldados; ellos lograron evacuarnos a las tres, por el lavadero contiguo que no estaba destruido, y nos llevaron – Hedwige extendida sobre unas angarillas – hasta el refugio de la Cruz Roja. “Afuera... ¡terrible visión! Ni calles, ni plazas, ni edificios... ¡solamente tierra revuelta! En el refugio, sobre el suelo, muertos y moribundos. Junto a ellos fue depositada Hedwige en la misma losa, teniendo bajo ella sólo una manta. Conservó todo su conocimiento hasta una media hora antes de morir. Había sido alcanzada gravemente: pecho hundido, costillas

Sí, el purgatorio estaba en esas horas horribles. Nuestra superiora ha muerto en el más completo despojo, acostada sobre la piedra de la que la separaba solamente una delgada

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manta. No pudimos procurarle ningún alivio. Solamente tres veces, en el curso de esas doce horas, pude humedecer sus labios con un trapo de algunos centímetros. Ella no dejó escapar ni una queja, e incluso parecía esperar una mejoría y un regreso a la casa. Pero cuando le dije: El Señor viene ahora y la llama a Él, se abandonó en Dios, pareció entregar todo en mis manos y se durmió, apacible.

muy adecuados para santificarnos. Dios quiera conducirnos El mismo en este camino de sufrimiento: es siempre el camino de la felicidad, de la verdadera paz. Ella nos llevará al cielo. Hasta ahora, he encontrado a las HCM plenas de valor, abandonadas, confiadas. El Buen Dios da a cada una, con la Cruz, la fuerza para llevarla. Las dos hermanas de Hedwige están en Paderborn, bombardeada e incendiada. Berta se encuentra en Sajonia. De Maríe de Munich, de Lucie de Colonia, de Joséphine de Silesia no he podido saber hasta ahora ninguna noticia. Las comunicaciones por el tren aún son muy reducidas, el correo en general no transporta nada. Pero del 6 al 15 de agosto espero encontrar juntas a muchas HCM para volver a tomar en el silencio una nueva fuerza para los meses que vendrán, que aún se nos presentan bien sombríos.

Al llamado de las sirenas fue preciso dirigirse a otro refugio. Al regreso, no encontramos ya el despojo de Hedwige. Nos dijeron que acababan de llevarla al cementerio. Fuimos allá... aún no había llegado. Vengan mañana. Pero la búsqueda entre los ataúdes, llevada hasta el agotamiento de sus fuerzas por M. Schneider, es vana. Por fin sabemos que el cadáver descrito podría corresponder a uno no identificado, acostado en la plaza de la policía. Es así... pero no tiene ataúd. Un chal encontrado en nuestra casa y que había servido para llevar a Hedwige y a sus hermanos y hermanas al bautismo, nos permite envolverla. Habiendo hundido las bombas las calles, ningún vehículo puede dirigirse al cementerio. Decidimos llevar nosotras el cadáver, al caer la noche, pero al momento de empezar el extraño traslado, el cuerpo ha desaparecido de nuevo. Volvemos a encontrarlo al día siguiente, en el cementerio, en un ataúd de tablas brutas. Lo reconocemos gracias a la cadena y la medalla que llevaba sobre ella. Sobre la cubierta trazamos una gran cruz y escribimos el nombre de la difunta, con tiza blanca.

Y la carta concluye así: “Querida M., esté segura de que me esforzaré para trabajar enteramente en el sentido de su pensamiento y en el espíritu del Instituto, para la gloria de Dios y para el bien de todas. Tengo un buen consejero en nuestro arzobispo, y Dios ayudará para que haga el bien en la forma y en la medida que Él quiera hasta que usted pueda tomar sus disposiciones y dármelas a conocer. A mis oraciones uno hoy el mejor respeto de su muy obediente hija. Agnes. P.S. – Las preocupaciones materiales de la vida económica son grandes en este momento. No puedo saber si será reconstituida, y cómo, la fortuna destruida y aniquilada del Estado vencido, pero no descuidaré nada de lo que sea necesario hacer. Para poder mantener mejores contactos con la familia, trato de tener un pequeño cuarto en casa de las hermanas Höntrop, cerca de Bochum. Es una casa de retiros cerrados, bien conservada aún, y situada en un punto muy central para mi trabajo. Por el momento estoy en Dortmund, a fin de salvar algo de las ruinas de la casa. ¡No es mucho! La destrucción de nuestros libros es una de nuestras mayores penas.

El entierro sólo pudo hacerse dos días después, pues debido a continuos ataques aéreos no se podía cavar las tumbas. Eramos las únicas presentes junto al Sr. Cura de la parroquia... ¡Soledad, despojo total! Ahora Hedwige está desde hace tiempo junto a Dios. Para nosotras, el tiempo de prueba continúa. Trato de restablecer los vínculos con las queridas nuestras que están dispersas en todo el Reich. Quiero cumplir la tarea que ella me dejó en herencia mientras sea capaz con la ayuda de la gracia de Dios, y le rogaré con toda sencillez que me dé su luz. El no me negará su auxilio. Los tiempos que hemos vivido eran

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Ayer en la misa vi al señor abate Gall que le hará llegar esta carta.

Después de la guerra El 26 de junio de 1945, por primera vez después del derrumbamiento del país, las responsables de las reuniones de Alemania pudieron encontrarse en Paderborn junto a su nueva provincial. Se reunieron en un local del seminario arzobispal, medio levantado de sus ruinas y puesto graciosamente a su disposición.

Después del fallecimiento de Hedwige Veltmann, las HCM, especialmente las superioras, se encontraban en cierto desconcierto debido a la falta de comunicación con el centro de la Sociedad. Agnes Singer, asistente de Hedwige, que la había puesto al corriente de los asuntos, servía de intermediaria, pero sin haber recibido una misión oficial.

Estaban presentes en esa asamblea: la superiora de Aquisgrán, Berta Eisel, la asistente de Colonia, Lucie Venth, la de Dormund, Agnes Singer, y Marie Bergmann, de Scholssberg, en Baviera, encargada de la formación.

En esta situación, ¿quién tenía, en la Sociedad, la posibilidad de admitir al noviciado y a la profesión? ¿quién podía tomar decisiones a nivel provincial? ¿quién podía favorecer la unión entre los miembros dispersos y alejados los unos de los otros en esta amplia viceprovincia? ¿apoyar a las numerosas HCM que, habiendo perdido todo en los bombardeos, vivían en extrema pobreza? Había que tratar de desarrollar la vida comunitaria, ayudarse mutuamente en las nuevas tareas caritativas y apostólicas que se habían hecho necesarias. S.E. Mons. Lorenz Jaeger, arzobispo de Paderborn, gran amigo de la Sociedad y responsable de la vida religiosa en general, consideró la situación de las HCM en Alemania como la de un rebaño sin pastor.

Estaban ausentes: Joséphine Lipp, recientemente de regreso de Silesia, gravemente enferma en el hospital, y la asistente de Düsseldorf, Anna Windhaus, retenida por deberes profesionales. Josefa Göckede, asistente de Paderborn, Estaba invitada y encargada de la redacción del acta de la sesión. Todas las que estaban presentes tuvieron que superar grandes dificultades de viaje. Marie Bergmann, que venía de la zona ocupada por los americanos, había pasado dos noches en estaciones. Ella llegó a Paderborn sólo el 25 de junio en la mañana, y contó que la entrada en zona británica le habría sido imposible sin la benévola invitación hecha por el arzobispo de Paderborn. Al presentarla, obtuvo de inmediato el pase.

Él pidió entonces a Agnes Singer que consultara a las HCM que podrían verse afectadas por este trámite, y comunicaran directamente el nombre de la persona que deseaban como provincial. El mismo arzobispo de encargaría de presentar esa postulación a Roma.

La provincial María Hupe explicó por qué Paderborn había sido escogido como lugar de encuentro: permitir a las superioras conocer al director del seminario, Dr. Jürgens Meier, encargado de las religiosas de la diócesis, y que ya había hecho muchos servicios a la Sociedad.

María Hupe, superiora de Paderbor, obtuvo el mayor número de sufragios. La Sagrada Congregación de Religiosos aprobó esa designación excepcional el 15 de octubre de 1945, hasta que ese nombramiento pudiera ser hecho por el Consejo general de la Sociedad, conforme a las Constituciones. Este, puesto al corriente del trámite, ratificó la solicitud hecha por el arzobispo de Paderborn y nombró a María Hupe provincial de Alemania.

Por otra parte, las HCM que vivían en el campo circundante habían dado la posibilidad de acogida y de aprovisionamiento. Como, debido a la larga separación y a la imposibilidad de comunicarse, las HCM presentes no sabían nada de los últimos días y de la muerte de Hedwige Veltmann, Agnes

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Singer dio un informe detallado de lo que había vivido junto a ella en esas dolorosas circunstancias, bajo el bombardeo, causa de su muerte, y la completa destrucción de la casa de Dortmund.

pero es consciente de la prudencia que se impone para la correspondencia. Aprovecha todas las ocasiones para hacer llegar noticias al centro por intermediarios de confianza, que varias veces le han sido proporcionados por el arzobispo.

La provincial describió también la inseguridad y las vacilaciones en las que se encontraba la Sociedad después de la muerte de Hedwige. Las HCM estaban separadas unas de otras, incluso en su propia región, debido a zonas de ocupación diferentes, y se estaba sin noticias de los miembros de la Sociedad que se encontraban en Silesia, ocupada por los rusos.

Aunque provista de poderes excepcionales durante este período, la provincial los usa solamente para las admisiones y cuando la gloria de Dios, la prosperidad y la extensión de la Sociedad lo exigen absolutamente. El nombramiento de superioras de Düsseldorf y de Colonia será diferido hasta la visita de la Superiora general. Las asistentes están encargadas provisoriamente de la dirección de esas reuniones.

Después de eso, Agnes Singer informó de la solicitud hecha por el arzobispo de Paderborn para proveer al nombramiento de la nueva provincial. Como se dijo anteriormente, María Hupe fue designada por una duración de tres años. Más adelante, el Consejo general confirmó ese nombramiento.

A fin de no retardar las admisiones al noviciado y a los primeros votos, la provincial se ha escogido un consejo y lo ha comunicado a la Superiora general. Ese consejo está compuesto por las Srtas. Eisel, Bergmann, Singer y Venth, y de secretaria Josefa Göckede.

Las HCM presentes en esa asamblea evocaron luego la situación de sus reuniones y la suerte de las obras y de las casas comunes. El director del seminario, Dr. Jürgens Meier, hizo una exposición muy interesante en la que destacó los grandes problemas del momento, el aislamiento de las personas, la obligación para las superioras de favorecer el desarrollo de la Sociedad, así como la organización de las comunidades, la profundización de la vida espiritual. Hizo un llamado a la responsabilidad de las superioras en esta gran tarea de formación y de penetración apostólica. En la tarde, la sesión continuó en la casa de Josefa Gökede. La provincial insistió primero en el deber de las superioras de ayudar a las HCM en esas circunstancias tan difíciles para que vivieran conforme a su vocación, como verdaderas religiosas. Pidió también que el secreto que se vive en la Sociedad fuera bien comprendido. Es una protección indispensable para las que viven en el mundo, una ayuda particularmente eficaz para dar testimonio de una vida auténticamente cristiana en la profesión.

Todas las superioras constatan que en el contexto actual algunas HCM están en la imposibilidad de responder a las obligaciones de la Sociedad: agotamiento, trabajo profesional muy exigente, sin hablar de la falta de calefacción y de la sub-alimentación. Ya en 1943 se había visto de cerca este asunto: el espíritu es más importante que la letra y compromete la responsabilidad personal de cada una. En este período de post-guerra la admisión de vocaciones, la expansión de la Sociedad son estudiadas con particular cuidado. El trabajo de reclutamiento es sobre todo la tarea de las superioras, sin embargo, cada HCM debe interesarse también en él. Sería útil, dice el Dr. Jürgens Meier, obtener la colaboración de algunos directores de ejercicios espirituales, pero con prudencia, pues no conviene informar demasiado a los eclesiásticos. Con ocasión de este encuentro las entrevistas personales con la provincial han estrechado lazos y han hecho reconocer que esos dos días

Ella dio a conocer su gran deseo de tener relaciones directas con la Superiora general,

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de reflexión, de oración y de trabajo en común han sido una gracia. Después de eso cada cual ha regresado a su reunión con nuevo ánimo y plena de confianza, consciente de vivir en condiciones difíciles que, durante esos primeros años de post-guerra, no disminuyen. De mes en mes se esperaba una normalización en lo referente a habitación, vestido, alimentación. Por el contrario, la situación económica del país se degrada y la miseria, en todos los dominios, parece aumentar sin límite Esto no ha impedido que, por sus esfuerzos, las HCM hayan desarrollado su creatividad. Podemos notarlo en las reuniones que, todas, han sufrido mucho y sin embargo llegan poco a poco a surgir de sus ruinas. Al constatar la situación actual de las reuniones (fines de 1947) nos detenemos brevemente en lo que ha pasado en cada una de ellas durante los últimos doce años. Las reuniones durante la guerra

Más adelante, la Marienschule Harscamstrasse 28/30 es afectada en varias ocasiones por los bombardeos. La primera vez, en 1941, sin grandes daños, la vida de comunidad y la escuela continúan normalmente. Nuestro sótano, muy sólido, es transformado en refugio. Este es considerado como uno de los mejores de la ciudad. Acoge no solamente a los habitantes de la casa, sino también a los vecinos que buscan protección. Nuestra capilla permanece también a disposición de la parroquia: cada domingo se celebran allí tres misas con una asistencia numerosa y orante. Cuando los bombardeos se hicieron más intensos y más peligrosos, la comunidad tuvo permiso para trasladar el Santísimo Sacramento al sótano, donde se instaló un tabernáculo provisorio en un gran nicho. Con gran respeto, la superiora cogió la Santa Eucaristía para ponerla en seguridad; la comunidad permaneció junto a ella en profunda adoración hasta que pasó el peligro.

AQUISGRAN (Aachen)

Cuántas veces pasó Berta así – silenciosa y fuerte – horas espantosas, privada de sueño. Durante la noche del 13 al 14 de julio de 1943, bajo un espantoso bombardeo que duró tres cuartos de hora, la ciudad entera se volvió un mar de llamas. El calor del aire provocó una especie de corriente que desprendió una lluvia de chispas. El mar de fuego invadió toda la ciudad, y también nuestra calle. La gran preocupación era: ¿cómo poner en seguridad el Santísimo Sacramento que conservábamos en el sótano y ante el cual hacíamos adoración nocturna con la gente refugiada en nuestra casa?

Es la más antigua reunión de la Sociedad en Alemania. Agrupa a unas cuarenta HCM. Berta Eisel, superiora desde 1929, continúa en ese cargo durante los años penosos de los trastornos políticos. Desde el principio del embargo del nacional-socialismo sobre el país, Berta siente la gravedad de la situación, todo el rigor del sistema, pues dos veces estuvo en peligro de perder su libertad. Sin embargo, su valor y su espíritu de servicio no disminuyen. La casa se mantiene abierta a la acogida de varios grupos, sobre todo de jóvenes orientados por Padres jesuitas. Se dan retiros para adolescentes y sesiones para profesionales. Por todo el tiempo que es posible, se mantienen en actividad la oficina de colocación para niñas jóvenes y la misión de la estación.

Primero pensamos que con el alejamiento de los bombarderos había pasado el peligro... pero los pájaros de la muerte vuelven y las bombas de fósforo caen de nuevo sobre la ciudad. Repentinamente, se extingue la electricidad, el agua es cortada para evitar las inundaciones. Hasta las cuatro de la mañana tratamos de dominar el fuego con nuestras reservas de agua, pero su fuerza sobrepasa nuestros pobres esfuerzos. El humo penetra en el sótano, la respiración se vuelve casi imposible, las llamas

Pero estalla la guerra. Al comienzo, la molestia que ésta aporta a la comunidad es soportable. La sala de gimnasia es requisada y los soldados son instalados en ella. Ellos se sienten bien a gusto en su Villa Lustig” (Villa gozosa), como ellos la llaman

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avanzan... ¿cómo salvar la Eucaristía del fuego, y adónde llevarla? Las chispas llueven; caen piedras, tejas, vigas, muros... Anna Müller, asistente, es encargada para su felicidad – dice ella- de llevar al Señor y salvarlo... ¡Emoción indescriptible! Con una cacerola invertida sobre su cabeza para proteger sus cabellos del fuego, ella atraviesa el jardín y el patio, el calor es insoportable, caen piedras y vigas inflamadas, ella entra en la casa más próxima... pero ¿dónde ir? Todas tenemos que salir para buscar un refugio, al menos provisorio. Felizmente, algunas casa del frente no arden aún y encontramos un pequeño lugar.

Ese éxodo, con la dispersión de las HCM que lo sigue, se impone después de la pérdida de su habitación. Algunas encuentran refugio primero, con su superiora, en una gran granja, propiedad de la familia de una antigua alumna, en Günsten, cerca de Jülich. De ahí, la superiora busca contactos con las HCM dispersas, y durante un año aproximadamente esa pequeña villa se convierte en el centro de la reunión. Las HCM que vivían en sus casas, en la ciudad, habían perdido también sus casas y sus bienes. Pobreza no escogida, sino simplemente compartida con la población.

Anna cuenta: “En la mañana, la superiora y yo, conscientes del peligro, vamos entre casas en fuego y escombros donde el Sr. Cura para preguntarle adónde llevar al Santísimo. Sacramento. Con gran pena, encontramos nuestra hermosa iglesia parroquial en ruinas. El señor cura había salvado el Stmo. Sacramento llevándolo de la iglesia a su apartamento. Él nos aconseja llevar “nuestro” Santo Sacramento a la iglesia colegial de Konelimünster, a varias horas de trayecto. Partimos por la tarde. No circulan ningún tren, ningún tranvía, todo está destruido... quemado. Es una extraña procesión de Corpus Christi... Empezamos el camino a pie; luego, con la ayuda de un soldado, un auto nos lleva a través de la ciudad en ruinas. A cierta distancia él nos hace subir a un camión ya recargado con refugiados y sus muebles. La gente protesta por el cuidado que tenemos con el saco en el que está escondido nuestro único consuelo... Al llegar a Kornlimünster entregamos nuestro precioso tesoro al señor cura. ¡La separación de Aquel que, por muchos años, era nuestro Amigo y el Huésped del Tabernáculo nos es extremadamente dolorosa! Podemos descansar un poco en casa de las religiosas de Kornelimünster, y luego nos detenemos en casa de una HCM que habita en la región.

En septiembre de 1944 llegan las tropas americanas. Los combates se entablan en la región y de nuevo hay que huir. La población que incluye algunas HCM es evacuada hacia Alemania central. Después de un largo y penoso viaje, Berta Eisel y su fiel compañera Mathilde de Verdin llegan a Schellbach cerca de Zeits en Sajonia, con sus voluminosos bagajes (treinta a cuarenta cajas y maletas) llenos de archivos, documentos y libros de la Sociedad. Es la diáspora; un sacerdote, evacuado también, se hace cargo de la numerosa población católica. Ha recibido permiso para celebrar la misa en el templo protestante de Schellbach, pero allí falta todo para la celebración litúrgica. Entonces Berta pone a contribución su creatividad, así como los tesoros penosamente salvados; se trata de proveer vasos y ornamentos para que el sacerdote pueda celebrar la Eucaristía en las diez comunas de las que está encargado. Empieza a formarse una fervorosa comunidad. Al acercarse Navidad, todos se ponen a trabajar con ardor para celebrar las fiestas solemnemente y permitir así a los refugiados encontrar un poco del clima cálido del hogar perdido. Los católicos vienen de todos lados para participar en la misa de Navidad, e incluso los protestantes asisten en gran número; para ellos es una experiencia completamente nueva. La confianza en Dios, la alegría por el nacimiento de Cristo en esta tierra, unen fraternalmente a esos pobres cristianos

El 19 de julio, fiesta de San Vicente de Paul, aniversario de la inspiración del Padre de Clorivière, tenemos que dejar nuestra casa en ruinas y nuestra querida ciudad de Aix-laChapelle.”

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despojados de los bienes materiales. Berta y su compañera son muy estimadas y amadas por todo el mundo, no les falta lo necesario, y tienen la alegría de colaborar intensamente para hacer revivir la vida de fe en la población circundante.

muy penosos, escuchamos las bombas que estallan sobre nuestra hermosa ciudad. Entre nosotros hay ocho a diez sacerdotes. Para alegría de todos, ellos anuncian que el domingo se celebrará la santa misa. La gran sala del cuartel se transforma en capilla.

Por fin llegan noticias de Aquisgrán. Terminada la guerra, la comunidad de HCM trata de reconstituirse. La superiora se apresura, en cuanto puede, en volver a la casa y llega inesperadamente a Aquisgrán el 21 de diciembre de 1945, después de un largo y muy penoso viaje de casi dos semanas. La casa de la Harscampstrasse no es más que un montón de escombros. Se puede arrendar dos pequeños cuartos para la superiora y su asistente en la casa del frente, medio destruida. En esta miseria, ¿cómo reunir a las HCM dispersas, hacer renacer la comunidad?... Esto empieza en casa de Anna Storen, HCM. Ella es costurera, tiene un taller; las aprendices y obreras encuentran en ella una verdadera madre. Decidida a no abandonar la ciudad, ella se ingenia para escapar a la evacuación, incluso durante el sitio por las tropas americanas. Varias semanas todavía, soporta los bombardeos espantosos con todas sus consecuencias. Con peligro de su vida, logra recibir frecuentemente la santa comunión, encontrar pan y agua para ella y sus vecinos. El peligro aumenta.

El cura de San Pablo celebra la primera misa; pleno de emoción, hace un llamado a la solidaridad, al valor, a la confianza en Dios. Antes de la comunión recitamos juntos el confiteor, el sacerdote da la absolución general y vamos a la Mesa del Señor. ¡Cuánta gracia en medio de la mayor privación! ... Poco después, la Eucaristía será celebrada cada día. Escuchemos la continuación, relatada por la misma Anna: “El 5 de noviembre soy autorizada para dejar el cuartel. Me conducen en coche hasta Wilhelm Strasse; luego, sola, atravieso las calles llenas de escombros: fierros quebrados, muebles rotos, muros caídos por todas partes. ¡Cuánta desolación! Al llegar cerca de mi casa habría querido hacer estallar mi alegría: la casa aún está en pie, sin embargo el interior está fuertemente dañado y con gran esfuerzo he podido, hasta diciembre, hacer un poco habitable una pieza. “El temor no me deja, pues los combates continúan muy cerca, por la noche el cielo está rojo fuego... Poco a poco vuelve la calma. Hasta el fin de mi vida agradeceré a Dios por su maravillosa protección.”

El 12 de octubre de 1944, los militares alemanes lanzan desde un avión hojas que invitan a la población restante a abandonar inmediatamente la ciudad pues los americanos amenazan destruirla totalmente. Informada por el señor cura, Anna se une a los trescientos feligreses de San Alfonso y de San Adalberto para refugiarse en los amparos de la Gottfried Strasse, donde hay que permanecer durante cuatro días.

Entonces empieza para Fraulein Storem como la llaman, lo que ella considera como el más hermoso tiempo de su vida religiosa. Estando enteramente destruido Marienheim, centro de la Sociedad, y las HCM diseminadas a los cuatro vientos, la comunidad empieza a reagruparse lentamente en casa de Anna. Las HCM que vuelven de diferentes regiones del país, fatigadas, desprovistas de lo indispensable, son recibidas por ella con el mayor afecto. En Navidad 1945 la superiora, Berta Eisel, está también ahí. Las reuniones comunitarias tienen lugar en casa de Anna e incluso un Padre jesuita va allí a dar conferencias. Sin embargo, el espacio es estrecho, las HCM sueñan con volver a su casa y empiezan a poner el Marienheim en las

El 16 de octubre el peligro es inminente, los bombardeos del refugio son intensos... todos temen lo peor. En el momento de mayor angustia, un joven valiente abandona el refugio y con un gran paño blanco hace señas a los americanos que cesan inmediatamente el fuego. Refugiados en un cuartel vivimos días

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condiciones más elementales: se reparan algunas piezas de las comunes así como la cocina y la sala de gimnasia, de manera que después de un penoso trabajo pueden volver, mal que bien. El antiguo césped cerca de la casa es transformado en huerta.

enviada para ayudarla. Con su valor habitual, ella se pone a la obra y secunda a la directora hasta su muerte. Entonces la casa pasa a la familia Kratz y la obra debe ser cerrada. Franziska Leopold, médico, comprometida en los servicios de salud en Geistingen, tiene sobre todo la gran alegría de poder cuidar y aliviar a la población pobre. Sin embargo, bajo el tercer Reich sufre tantas incomodidades de parte de los poderes públicos que debe cerrar su consulta. Luego es llevada a asumir reemplazos en los pueblos circundantes. Nuestras casas no están en condiciones para organizar los Ejercicios espirituales para las HCM. Las “Casas de retiros”, bajo el régimen nacional-socialista ya no tienen derecho a recibir ejercitantes, así buscamos caminos nuevos. La mayoría está obligada a asegurar sola ese tiempo de oración y de reflexión. Sin embargo, en 1941 una quincena de HCM pueden reunirse en Xanten donde, a la sombra de la venerable catedral y bajo la protección de los santos mártires tienen lugar los Ejercicios del 6 al 15 de agosto. Esta posibilidad es ofrecida por el decano de la catedral, y la superiora del hospital nos acoge en su casa. Hemos tenido predicador solamente por dos días; el resto del tiempo nos ayudamos solas. Cada mañana el decano celebra la eucaristía en la capilla del hospital y por su comentario de la Palabra alimenta nuestra oración del día. Por la tarde, cantamos juntas las Completas. Al fin del retiro, tres postulantes se ofrecen al Señor por la oblación, y siete novicias se comprometen enteramente por la profesión religiosa.

Marie Royé, directora de la escuela para niños retardados, abnegada y competente, debido a los bombardeos tuvo que renunciar a continuar la obra educativa. Se refugia en el campo y encuentra asilo junto a parientes en Kornelimünster. En cuanto puede, vuelve a Aachen y con las primeras HCM que han regresado como ella emplea todas sus fuerzas y su tiempo en organizar un lugar de estadía en los locales que han escapado a la destrucción total. Es así como en un rincón de la sala de gimnasia empieza a abrir de nuevo la escuela y es feliz de poder acoger a los tres primeros pequeños alumnos. Una vida nueva empieza a salir ya de las ruinas. En febrero de 1946 las HCM volvemos a encontrarnos en esta misma sala para el primer triduo, y en agosto para los Ejercicios espirituales; ¡qué alegría este encuentro después de tantos años de dolorosa separación!. La comunidad se reorganiza y con ella se reanuda la vida de las HCM al servicio de su pueblo.

COLONIA

La reunión es numerosa y muy viva, comprometida en la evangelización, especialmente en la instrucción de los protestantes y de los judíos que desean entrar a la Iglesia católica. Las HCM junto a su trabajo profesional se ocupan también de obras sociales, especialmente de las que se dirigen a la juventud femenina.

A pesar de las dificultades crecientes de toda especie, nuestra vida religiosa continúa con fervor, incluso sin los encuentros comunitarios regulares, que debemos evitar por razones de seguridad. El año siguiente son las religiosas ursulinas las que nos acogen para el retiro, y en este tercer año de guerra hemos tenido la alegría de recibir aún tres nuevas novicias.

El pequeño grupo de las de Francfort acaba de ser anexado a la reunión de Colonia. Además del gran hogar de la Bachemstrasse, la Sociedad tiene la responsabilidad de la casa de Ejercicios espirituales de Geistingen, dirigida por la Srta. Kratz. En 1936, Walburga Bonn es

El 10 de septiembre de 1942 nuestra ciudad sufre un ataque terrible de los bombarderos

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ingleses; nuestra casa en la Dietrich Eckarstrasse 10, es fuertemente dañada y quedará inhabitable por algún tiempo. Ese mismo día, cuatro HCM pierden todos sus bienes, sus casas quedan completamente destruidas por el fuego. En Duisburg, tres han soportado la misma suerte. Todas las demás, tan duramente probadas, nos dan el testimonio de su completo abandono a Dios y el de una calma serenidad. La solidaridad fraternal que se pone en movimiento para ayudar allí donde es posible es un gran consuelo para las unas y para las otras, se realiza la divisa “un solo corazón y una sola alma”.

Bachemstrasse sólo encuentra un montón de ruinas. Los vecinos, todavía presentes, le informan que ellos han trasladado cadáveres, pero ¿adónde?... Lucie va de cementerio en cementerio, allí están alineados los muertos... Ella mira... contempla... ¡Qué oración! Pero los cuerpos no están ahí, tampoco los de las treinta o cuarenta jóvenes del hogar. Algunos días más tarde, María Winansky va al lugar de la casa destruida, con la esperanza de descubrir, tal vez, algo sobre el fallecimiento y sobre la suerte de la capilla. Sólo ve osamentas... luego encuentran el tabernáculo y las hostias consagradas son rescatadas por el señor cura Fabry... Solamente el 6 de agosto, apartando escombros, se encuentran los cuerpos de cuatro HCM: M. Hähner, Kunigud Vogt, Gertrud Stauff y Marie Kettenis. Son sepultadas luego, con numerosas víctimas más, en el cementerio Melaten en Colonia.

A pesar de los ataques aéreos y las dificultades de todo tipo, la actividad en Bachemstrasse continúa: jóvenes sin alojamiento se dirigen continuamente al hogar; otras miserias solicitan alivio, y más que nunca las HCM se sienten solidarias entre ellas y con toda la población sufriente.

El 15 de agosto de 1943, Lucie Venth es nombrada superiora de Colonia; la vida de la comunidad continúa. Más que sobre la reconstrucción material, los esfuerzos se llevan a la profundización interior, y el Señor bendice a la pequeña familia que se confía a Él.

La víspera de la fiesta de San Pedro y San Pablo 1943 queda profundamente grabada en nuestros corazones. En el encuentro comunitario el Cor Unum se había vivido particularmente en profundidad. Kunigunde Vogt, antigua superiora, descubre a las 18 hrs. que dos novicias aún no han almorzado; las lleva a la cocina y les prepara apresuradamente una comida. Su equipaje está listo, pues al día siguiente debe partir de vacaciones...

La capilla del Carmelo nos acoge para la fiesta de febrero 1944: ¡qué sorpresa para una carmelita, detrás de la reja, al descubrir en la que pronuncia sus primeros votos de HCM a su amiga Elisabeth Nicola! Nos reciben nuevamente para la renovación del mes de agosto, y nuestros Ejercicios espirituales se dan también en su capilla. Una alerta nos obliga a buscar refugio con ellas en el sótano.

¡Y sobreviene esa terrible noche del 28/29 de junio! Los bombardeos se suceden sin detención, siembran la destrucción, desencadenan incendios que dejan por varios días a la ciudad en el fuego. En las calles, los escombros forman verdaderas cadenas de montaña, ¡cadáveres por todas partes! Esa noche cayeron bombas sobre la Bachemstrasse y destruyeron completamente nuestras casas contiguas, la de la comunidad y el hogar de las jóvenes. ¿Y qué pasó con sus habitantes?...

El 29 de octubre de 1944, una postulante, Anne Keufner (en camino hacia nuestra casa, donde debe hacer su oblación), es sorprendida por la voz lúgubre e insistente de las sirenas. Busca un refugio y al cabo de dos horas se reúne por fin con su superiora y dos HCM que la esperaban. Ella realiza su generosa ofrenda en la indigencia más completa.

Lucie Venth se puso en marcha, se abrió un camino entre las ruinas. ¡Qué desolación! ... La iglesia San José, donde es cura su hermano, también fue destruida. Al llegar a la

En febrero de 1945, dos novicias, las hermanas Ada y Karola Schwarz, muy temprano se

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conversación cae la palabra Hija de María”, y se produce un pequeño milagro. Todo se arregla, y el 26 de julio empieza para nosotras un retiro cerrado de ocho días. ¡Qué alegría, qué maravilla poder hacer finalmente los Ejercicios espirituales sin alarma y sin verse obligada a volver cada tarde a su casa! Lucie sigue visitando a las HCM dispersas; se reúnen en pequeños grupos en Geistingen, Bonn, Oberkassel, y los encuentros comunitarios de las que viven en Colonia se realizan cada semana en la casa parroquial de San José en Nippes. Es una invasión del presbiterio que el señor cura acepta amablemente.

ponen en camino hacia la iglesia San José en Nippes. La superiora y algunas HCM se encuentran ya allí; a las seis empieza la misa. Durante el Credo aúllan las sirenas, – hay que refugiarse en el sótano. Después de cuarenta minutos se anuncia el fin del peligro y la celebración puede continuar con las puertas cerradas. Los fieles que llegan para la misa de siete gritan y sacuden la puerta, quieren entrar. Entonces la panadera, resuelta, calma a la gente diciendo: “La Señorita Venth bien puede una vez celebrar tranquilamente con su asociación”. ; entonces, pacientemente, la gente espera que se abran las puertas... Los días cinco y seis de marzo de 1945 llegan las tropas americanas; los soldados se asombran de encontrar tan poca resistencia en Colonia, pero... ¡qué imagen les ofrece la ciudad!... Todos los puentes están destruidos, como también las iglesias; la espléndida catedral aún está en pie, pero dolorosamente herida por los bombardeos. En el centro de la ciudad, ninguna casa está intacta; en las afueras también es grande la destrucción. ¡Qué desolación... ruinas por todas partes! Durante algunas semanas continúan aún los combates en la rivera derecha del Rhin, los bombarderos enemigos vuelan por encima de nosotros, sus cargas mortíferas ya no están destinadas a nuestra ciudad en ruinas. Sin embargo, pensamos con angustia en el sufrimiento de los que serán sus víctimas.

La Superiora general, que llega a comienzos de febrero de 1946, también es recibida en la casa parroquial; es instalada en la polivalente que el señor cura ha puesto generosamente a disposición de la Sociedad. El 5 de febrero tiene lugar la reunión general: “qué bueno es encontrarnos finalmente entre nosotras”: el calor fraternal hace soportar el intenso frío, tanto más cuando M. Rascol nos comparte ese amor que nos reúne en el Corazón de Cristo y de su Santa Madre. Anne Keufner y Christinne Dumm tendrán la alegría de emitir sus primeros votos entre sus manos. Pero antes, además de la preparación espiritual, había que pensar en “el traje nupcial y en el velo”. Se tiene un solo velo, y las novicias son dos... ¿qué hacer?

Luego de un gran esfuerzo para reunir a las ovejas dispersas, las HCM de Colonia y de los alrededores vuelven a encontrarse el 27 de abril de 1945 para celebrar a Adelaida de Cicé; la alegría de los reencuentros es inmensa.

Entonces se presenta la ocasión para intercambiar un par de botas por un velo, ¡Qué ganga!... Apresuradamente se hacen los preparativos en la única pieza disponible. Gustavo, el sobrino nieto de Lucie, llega corriendo, muy sorprendido: sus grandes ojos miran a las costureras improvisadas y su tía le explica que se prepara el guarda ropa para una amiga. Tranquilizado, Gustavo dice entonces: “Yo pensé que se casaba la protección de la joven.”

No teniendo ya casa, el hospital San Vicente nos acoge en su capilla para las ceremonias de febrero y agosto. Buscamos también un lugar adecuado para que cuarenta HCM puedan hacer juntas los Ejercicios espirituales. Las Damas del Sagrado Corazón, respondiendo a un deseo expreso del cardenal Frings, habían vuelto a abrir su casa de retiros en Pützchen. Lucie Venth fue allí, expuso su deseo... la hicieron esperar durante horas... Por fin se presenta de nuevo una religiosa y durante la

Entretanto, la Superiora general hace una peregrinación, ¡qué difícil!, a través de las ruinas hasta el pequeño cementerio San Jorge donde descansa el abate Fabry, amigo

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abnegado de la Sociedad, y luego a la Bechemstrasse donde las HCM tenían su centro de vida comunitaria y el hogar de jóvenes. La vida continúa, la esperanza y la confianza no han muerto.

carga de la reunión. Esta es muy viva con sus cincuenta y cuatro miembros dispersos y tres postulantes. Actualmente no se puede pensar en la reconstrucción de la casa. Las HCM se reúnen generalmente para sus encuentros comunitarios en Höntrop, en casa de tres de ellas cuya casa familiar no fue destruida. Para los triduos y retiros, las hermanas de San Vicente de Paul que dirigen la casa diocesana de espiritualidad las acogen con mucha caridad.

En noviembre de 1946 pueden hacerse lo Ejercicios espirituales de treinta y siete HCM “en cuerpo y alma”. El predicador siembra alguna duda... insistiendo sobre el hecho que la conciencia obliga a contentarse con lo que se puede adquirir con los tickets solamente, y que no está permitido comprar artículos de alimentación en el mercado negro - ¿quién no lo había hecho? – La superiora tranquiliza y observa: ¿el buen Padre se da cuenta de que las comidas que le presentan las religiosas no corresponden a lo que se puede adquirir con los tickets solamente?... Las HCM recobran su serenidad y se renuevan en la fraternidad y la acción de gracias.

El grupo naciente de Hannover-Hildesheim también forma parte de esta reunión; está compuesto por tres profesas, una novicia y dos postulantes. Agnes Singer mantiene también contactos con el Padre Werth, jesuita, en vista de una posible fundación en Berlín. El Padre es de opinión que hay que esperar hasta después de 1947. Pero ya se encuentran en el lugar una HCN profesa expulsada de Silesia y siete aspirantes a la Sociedad. La clausura casi hermética de la frontera con la zona ocupada por los rusos hace difícil el encuentro, pero las cartas circulan aún libremente. Se establece una intensa comunicación por correspondencia entre las aspirantes y Marie Bergmann, encargada de la formación. Marie les envía también circulares adaptadas a su situación. Las respuestas regulares de esas jóvenes dan testimonio de la seriedad, de la asimilación de los temas propuestos y del gran deseo de ser admitidas.

En 1947 aún es imposible pensar en una construcción. Está prohibido construir, y por otra parte, la Sociedad no dispone de los medios necesarios... No conviene cargarse con pesadas deudas. Lucie Venth advierte simplemente: “La reunión de Colonia ha sido siempre el niño asistido de la Sociedad.” Más de dos años han pasado desde el armisticio, muchas HCM que han perdido todo viven en la dispersión. La vida fraterna se reanuda entre los cincuenta miembros de la reunión. Aún no hay obra común, sin embargo el compromiso pastoral y caritativo de cada una, junto al trabajo profesional y deberes de familia, les permite irradiar su vida consagrada.

Una postulante de Berlín después de haber sido expulsada de Silesia escribe: “Pida para nosotras que nos decidamos totalmente y enteramente por Él y que nos ofrezcamos de nuevo a Él por las manos de su Santa Madre. Y también que seamos fieles a seguirlo de cerca. ¡Qué agradecida estoy por las gracias recibidas este año! Yo creía ya que todo había terminado y ahora hay una vida nueva. Espero, plena de confianza, estar más profundamente unida con las amigas el año próximo. Mañana, 8 de diciembre, presentaré mi súplica a la Santa Virgen, para que después de siete años y medio de preparación pueda por fin ser recibida.”

DORTMUND

Hedwige Veltmann, vice-provincial y superiora de la reunión falleció el 12 de marzo de 1945 a consecuencia de las heridas recibidas bajo el terrible bombardeo que destruyó tres cuartas partes de la ciudad (ver anteriormente). Antes de morir, ella había confiado a su primera asistente, Agnes Singer, el cuidado de la Sociedad. Agnes asume provisoriamente la

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Marie Bergmann, que es también la asistente de la superiora de Dortmund, reside en Munich en el Marienstift. Ella está encargada de un pequeño grupo de HCM compuesto por cuatro institutrices y una empleada del ministerio del interior. De ahí continúa su misión de formadora itinerante, como maestra de novicias y responsable de las HCM dispersas en el sur de Alemania. Hasta el nombramiento de Joséphine Lipp como superiora en Silesia, Marie estaba encargada también de esa fundación, plena de promesas.

seguridad, pero las noticias de las nuestras son malas. Con ocasión del avance de los rusos, las HCM de Silesia han tenido que huir, esto en pleno invierno, a veinte grados bajo cero.” Schlossberg, 4 de marzo de 1945. “El correo falta completamente por esta región. No recibo noticias de nadie, ni de las fugitivas de Silesia, ni de mis parientes, ni de Dortmund. ¡Que todo pueda salir bien! En 1946, con el nombramiento de María Hupe como provincial, la sede de la provincia se traslada de Dortmund a Paderborn; el grupo de Munich es anexado entonces a esa reunión. En diciembre de 1947, Agnes Singer es nombrada superiora de Dortmund.

Por una de sus cartas del 27 de julio de 1944 podemos darnos cuenta un poco de la situación y de las dificultades de esta vida errante: (Al regreso de un viaje a Constance). “Yo querría hacerles saber que encontré mi casa intacta, un oasis en medio de ruinas. Nuestra ciudad (Munich) está espantosamente dañada; no hay ni gas, ni agua, ni corriente eléctrica... ni teléfono, ni tranvía, ni sirena; Sólo los tiros de la D.C.A: nos advierten de la llegada de los bombarderos.” “Regresé de Constance sólo el 19 y así escapé de los peores días de terror con el lanzamiento de bombas de fósforo... Por fin la verdadera “lluvia munichoise” vino a darnos la posibilidad de respirar libremente, pues las bombas no pueden prevalecer contra tal cielo.” Los viajes de un extremo al otro de Alemania del Sur tuvieron que terminar ese 19 de julio de 1944. En efecto, en el mes de agosto las estaciones ya no entregaban boletos cuando el trayecto sobrepasaba los cien kilómetros, a menos de una autorización especial. Entonces, entre las HCM sólo había cartas circulares, ya en uso desde algún tiempo. Luego vinieron increíbles retrasos de correo... Entre las ciudades de Alemania del sur, Munich parece haber sido la más probada por frecuentes y violentos bombardeos... Más tarde fue el turno de Stuttgart y de Friburgo en Brisgau. Luego, en el invierno 1944-1945, la huida trágica de los habitantes del Este.

DUSSELDORF

Esta floreciente reunión, que contó hasta ciento nueve miembros, ha permitido emigrar a Paderborn y Dortmund. Al comienzo del período, el centro religioso de las HCM se encuentra en la Stephanienstrasse, mientras que la Liobaheim en la Heinestrasse y el pequeño hogar de la Schutzenstrasse acogen a niñas jóvenes. Es un servicio importante que las HCM hacen a las jóvenes trabajadoras, siempre más numerosas en las grandes ciudades, y en busca de un alojamiento. En 1939 estalla la guerra con todo lo que la acompaña de angustia, miseria, sufrimiento de todas clases que las HCM soportan como toda la población. Ellas procuran aliviar a los otros según sus posibilidades. Durante el ataque aéreo del 11 de junio de 1943 nuestra casa común es alcanzada por varias bombas incendiarias. A pesar de eso, después del ataque y de las reparaciones más necesarias, podemos acoger en esa pequeña casa, destinada a ocho o diez personas, un centenar de sin albergue... incluso es apreciado un pequeño lugar para sentarse en las escaleras. Sólo a fines de julio todo el mundo encontrará un alojamiento. La cohabitación tan estrecha no es fácil, imposible pensar seriamente en la

He aquí otro testimonio: “Ataque aéreo violento, demolición de una parte de Marienstift. María Bergmann, sana y salva, se ha dirigido a Scholssberg en la región prealpina, en Alta Baviera. Allí está en

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vida comunitaria, y pensamos también en la instrucción de las novicias que durante este período es muy reducida debido a las circunstancias.

está en un estado deplorable: ventanas sin vidrios, puertas voladas en pedazos, paredes interiores y muros exteriores con grietas y huecos peligrosos. . Una chaise longue, medio demolida, un catre de campaña, dejado por los soldados americanos, una mesa y dos sillas apenas utilizables son todo el mobiliario. Buscando bajo los escombros de nuestras casas destruidas encontramos algunos objetos enmohecidos, luego recibimos uno u otro mueble, sea como regalo o como préstamo. Buenas personas nos ayudan a reparar grietas y huecos. Sin embargo, en general, somos nosotras mismas carpinteros, vidrieros y cerrajeros, porque no se encuentra artesanos.

Los bombardeos mortíferos continúan y aumentan; en noviembre, los dos hogares son totalmente destruidos y nuestra casa común se convierte también en presa de las llamas. Para nosotras es un año rico en sacrificios tanto como en gracias. Como tantos sin albergue, ahora es a nosotras a quienes corresponde buscarlo. Casi todas las HCM han perdido ya su casa o han sido evacuadas como institutrices con sus escuelas. Con muchas dificultades hemos arrendado un apartamento para la comunidad, lo que no fue por mucho tiempo, pues las bombas lo destruyeron, como también los locales arrendados más adelante.

El 1° de diciembre de 1945 podemos reunirnos por primera vez después de la guerra; se reanudan nuestros encuentros, sobre todo los de las novicias, teniendo que completar su instrucción fragmentaria durante esos últimos años.

En este mismo año 1943 nos piden hacer el sacrificio de nuestra querida superiora Joséphine Lippmann, que es elegida para formar el pequeño grupo naciente de HCM en Silesia. La asistente, Anna Windhaus, la reemplaza aquí. Ella empieza a reunir a las HCM dispersas por los trágicos acontecimientos. No es fácil, ya no existen las casas... las comunicaciones son extremadamente difíciles. Anna misma, en un pequeño apartamento en Wuppertal, había acogido ya a dos personas sin albergue y el espacio era muy reducido; teniendo que guardar el secreto, ella prepara las conferencias por la noche en su cama.

Cuando nuestra nueva provincial, María Hupe, llega a nuestra casa en junio de 1946, el primer piso está en orden, cuatro piezas son habitables. Tenemos seis camas, prestadas naturalmente, y cinco posibilidades ocasionales para acostarse. Durante los años 1946-1947 quedan por dar muchos pasos, solicitar muchas ayudas; hay que soportar ruido, suciedad, debidos a los trabajos iniciados. Pero es la esperanza... En junio de 1947 empieza el arreglo de las buhardillas; ...pero los obreros vienen solamente durante su tiempo libre y además hay que poner a su disposición alimento y tabaco. ¡Qué agradecidas estamos a las HCM de los Estados Unidos que nos envían cigarrillos, lo que permite hacer avanzar los trabajos!...

Los encuentros comunitarios se hacen siempre más difíciles... ¿dónde reunirse?... ¿cómo llegar ahí? Los puentes sobre el Rhin han saltado... hay que hacer largas colas para coger un lugar en los barcos recargados que, de vez en cuando, atraviesan el río.

El 30 de octubre de 1947 es bendecida la casa, puede hacerse la acogida de las HCM de paso, e incluso una u otra viene para su retiro o un período de reposo.

Después de la tan dolorosa ruina, el 15 de octubre de 1945 la comunidad se instala, de manera muy precaria, en un apartamento en Düsseldorf-Oberkassel, sobre la rivera izquierda del Rhin. La única pieza utilizable al principio es la cocina; el resto del apartamento

Las HCM continúan, junto a su trabajo profesional, la actividad apostólica y caritativa. ¡Cuántos sacrificios hay que hacer para poder

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participar regularmente en la misa en una ciudad en la que casi todas las iglesias están destruidas!

sin dinero, y recibe con gratitud la hospitalidad fraterna. Desde el comienzo de esta fundación, las HCM deben enfrentar grandes dificultades, debidas sobre todo al nacional-socialismo, que en esta región católica reina con particular violencia. Se vigila sobre todo a las mujeres, y entre ellas a las maestras, pues son ellas las que por su fidelidad a Dios y a la Iglesia siembran y mantienen, en la medida de lo posible, los valores del Evangelio.

Mathilde Escherich, asistente social, se dedica a apoyar a las mujeres en prisión, primero en la casa de reclusión en Duisburg, luego en la de Düsseldorf. Mathilde toma su tarea de educación, de encuadramiento y de animación muy en serio y gana así la confianza de las prisioneras. Ella toma partido en su favor, cuando la conciencia lo pide, y para eso no teme a los potentados del Tercer Reich.

El histórico de la reunión, conservado casi milagrosamente, permite darse cuenta de la vida y de las actividades de las HCM durante esos años trágicos. Desde 1936, el ambiente se hace cada vez más inseguro, por todas partes se siente la desconfianza, pues reina una vigilancia policial más o menos abierta. El apostolado ya no puede desarrollarse tan libremente como en los años anteriores; ahora se trata de realizarlo con precaución, en la abnegación, el silencio y la clandestinidad.

Joséphine Rempo, maestra en una escuela primaria, perdió su trabajo cuando ésta fue suprimida por el nacional-socialismo. Asumió entonces la tarea de institutriz en otra escuela primaria, instalada en barracas a orillas de la ciudad. El trabajo es duro, el éxito escaso. Pero Joséphine comprende la urgencia de esta misión junto a los más pobres; ¡cuánta luz y alegría puede dar a esos niños, que en su casa reciben tan poco amor! Así, incluso bajo el régimen nazi, todavía era posible un trabajo de evangelización, a pesar de las prohibiciones y la vigilancia.

Las maestras sobre todo. En las escuelas, tanto oficiales como privadas, necesitan valor y prudencia para continuar dando a la juventud las nociones justas en lo que se refiere a las verdades de la fe y de la moral cristiana. También deben sostener su entusiasmo para vivir de acuerdo con esas verdades y dar testimonio de ellas.

PADERBORN

Esta reunión, fundada en 1936, aún no tiene casa común. Las HCM se reúnen en casa de una u otra de ellas, esperando poder entrar en posesión de otra morada, hermosa y amplia, donada por una HCM. Pero antes de que terminaran los trámites ésta fue destruida por un bombardeo.

Ellas son miembros activos de la asociación católica (Katholischer Lehrerinnen Verband); las autoridades escolares insisten para que dejen ésta y adhieran al N.S.L.B. (National Socialistischer Lehrer Bund), bajo amenaza de ser transferidas al Este. Las que no están inscritas en el partido nacional-socialista son sometidas por castigo a trabajos comunitarios: por ejemplo hacer, un día fijo, una exposición sobre un tema impuesto. Dada la calidad de esos trabajos, el valor de sus fuentes, el contenido de la discusión que se desprende luego, los organizadores nacional-socialistas renunciaron a continuar este método.

La nueva superiora, Elisabeth Veltmann, que acaba de jubilarse para estar más disponible para su cargo, hace en 1936 una estada de cuatro semanas en París, en la casa general, Podrá penetrarse más del espíritu de la Sociedad y prepararse así para la misión que le ha sido confiada. En la oración, ella deposita las intenciones de la reunión sobre las tumbas de los fundadores. Como en Alemania es imposible procurarse divisas, ella llega a París

Dos HCM se dieron cuenta de que habían puesto una marca en el sobre de su boletín de

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voto. A pesar de eso, conscientes del peligro, votaron contra el gobierno nacional-socialista. En las calles de la ciudad, el gobierno hace sacar las cruces y las estatuas: valientemente, la gente pone flores en su lugar.

comunitaria. Se prepara así para la enseñanza secundaria y es nombrada en una escuela de la ciudad. Cuando se impone el régimen nazi, necesita todo su valor para confesar su fe. Su fidelidad a Unión de la Enseñanza Católica hace llover sobre ella trabajos de castigo y le vale ser internada en los campamentos de Senne y Obertudorf.

La Gestapo está presente en todas partes; por medida de prudencia, la superiora pide a las HCM que quemen los escritos de la Sociedad. En noviembre de 1938 es incendiada la sinagoga en Paderborn como en otras ciudades. Nuestro sufrimiento es grande al ver la deportación de los judíos y nos preguntamos hacia dónde los conducirán. A pesar del peligro, algunas de las nuestras han socorrido en secreto a judíos en la miseria, dándoles alimento y vestidos. Una mujer judía que salió con el último convoy dijo que no olvidaría jamás el amor de los cristianos, amor que le impidió suicidarse. El noventa por ciento de la población de Paderborn está contra esa persecución de los judíos, pero frente al terror del nacional-socialismo no es posible ninguna acción.

El 13 de marzo de 1939 es un día de alegría para las HCM. La Superiora general, Marie Rascol, acompañada por la provincial Colette Breydel y la vice-provincial Hedwige Veltmann, llega para una corta visita. Imposible recibirlas en una casa religiosa, así que es en la espaciosa habitación de Josefa donde una veintena de HCM pueden reunirse con las visitantes: último encuentro con las superioras mayores antes de la gran tormenta... M. Rascol insiste en la grandeza y la gracia de la vocación, sobre la fidelidad a Dios y al deber que ella exige, y participa de la unión fraternal que existe entre las HCM del mundo entero. El intercambio que sigue estrecha los lazos fraternales en torno a una taza de café. La superiora enferma, Elisabeth Veltmann, tiene la alegría de recibir su visita. En lo sucesivo, debido a la enfermedad de Elisabeth que se prolonga, Josefa Göckede es encargada de las conferencias a las HCM.

El gobierno prohibe celebrar las fiestas de Todos los Santos, de la Inmaculada Concepción y de Epifanía. La organización de la escuela sin religión está prevista para Pascua 1939; la población protesta; los maestros cristianos son amenazados, varias HCM han sido desplazadas del oficio en lo sucesivo. Sin embargo, la vitalidad de la Sociedad continúa, a pesar del ambiente de inseguridad, de turbación, de temor al estallido inminente de la guerra. Se necesita mucho valor para reunirse; los encuentros comunitarios se realizan, alternadamente, en los apartamentos de la superiora, de Josefa Göckede, de Teresa Brockmann y de otras.

En julio del mismo año, varias hacen una peregrinación a Fulda, a la tumba de San Bonifacio, primer apóstol de Alemania, e imploran con gran fervor su protección sobre nuestra querida patria. Elena Pfeiffer, impedida de renovar sus votos con la comunidad, los renueva en la tumba de Santa Lioba, en presencia de tres HCM. Cuando estalla la segunda guerra mundial, las HCM están obligadas como todo el mundo a participar en los cursos y en los ejercicios de defensa aérea pasiva.

Teresa Brockmann, desde su juventud, ha seguido con valor y ardor el llamado del Señor. Primero maestra en el pueblo de Espeln, hace bien a la juventud, al mismo tiempo que se ocupa del aseo y del adorno de la iglesia, vigila por la lámpara del santuario y toca tres veces al día el Angelus. Al entrar en la Sociedad, no teme el largo camino hasta Paderborn para recibir la formación y participar en la vida

Algunas victorias en Polonia, desde el comienzo de los combates, son anunciadas, pero no despiertan alegría. A consecuencia de la invasión de Bélgica y Holanda en mayo de

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1940, y con la llegada de los heridos desde la primera tarde, es cuando la población empieza a sentir profundamente el horror de la guerra.

educación cristiana en esos establecimientos. Hostigada continuamente por la malevolencia del inspector, no se le ahorran las emociones ni las fatigas; de eso se siguen hemorragias repetidas en la retina. El médico le aconseja tomar un retiro anticipado para salvar su vista. Parece que Dios la destina a otra misión. En 1943 es nombrada superiora local.

La situación de las HCM comprometidas en la enseñanza se hace cada vez más delicada y difícil; ellas son atacadas continuamente por sus jefes a causa de sus convicciones cristianas. Se prolonga la duración de su trabajo y, de la enseñanza, son cambiadas a servicios administrativos o a puestos difíciles en el campo.

El arzobispo le ofrece la capilla de su palacio para la instalación. María, agradeciendo esa delicada atención, la rechaza porque hay que evitar atraer la atención sobre la existencia de la Sociedad. La Gestapo está presente por todas partes... Entonces, la celebración tiene lugar en la casa madre de las religiosas de San Vicente. Hedwige Veltmann, vice- provincial, y su asistente Agnes Singer, han venido de Dortmund. El arzobispo pronuncia la homilía, y María, en presencia de casi todos los miembros de la reunión, hace la profesión de fe. Ambiente de paz, de confianza, de abandono a pesar de la inseguridad y las dificultades de todas clases que rodean la ceremonia.

Elisabeth Stiene, maestra, aunque provista de los diplomas necesarios para enseñar en escuelas superiores, prefirió permanecer siempre en la enseñanza secundaria, tarea más modesta, donde le parecía que podía dar mejor, como maestra y educadora, una formación a la juventud. Durante ese tiempo de persecución disimulada, una asociación católica pidió a Elisabeth que redactara un pequeño manual para las clases elementales. Con la colaboración de dos HCM, apareció el libro Las fiestas de los niños de las escuelas. Treinta mil ejemplares fueron consumidos por las bombas incendiarias. Luego le pidieron que hiciera aparecer una Biblia de la juventud, presentada de tal manera que, incluso en esos días de violento sectarismo, los niños de las escuelas o incluso mayores pudieran encontrar allí sin dificultad las enseñanzas religiosas recibidas en otro tiempo de sus padres. Ese trabajo, listo para la impresión, también fue destruido en un incendio causado por las bombas. De su trabajo así aniquilado, Elisabeth dijo sencillamente: El Señor quiso hacer de él un holocausto.

Las HCM son ingeniosas para encontrar ocasiones de encuentros, para fortalecerse y sostenerse mutuamente en la fidelidad a su vocación. Triduos y retiros tienen lugar bajo formas diferentes pues es imposible hacerlos en una casa de retiro debido a la vigilancia policial. Frecuentemente, a consecuencia de las alertas, de los ataques aéreos o de la hora de queda no pueden salir a la calle durante la mañana, entonces aseguran una parte de las meditaciones o de las lecturas en su casa, y en la tarde se reúnen en casa de una u otra para asistir a una conferencia en común, dada por un Padre jesuita.

Después del fallecimiento, en 1941, de la asistente Wilhelmine Leers, que entre otras trabajó mucho en la traducción de los escritos de la Sociedad, María Hupe fue nombrada consejera y encargada de la formación de las postulantes y novicias. Por otra parte, profesora en la escuela normal y directora de la escuela de la catedral, ella debía luchar también con mucho valor, bajo el régimen nazi, para mantener los valores de la

El 2 de agosto de 1942 nos reúne en la capilla de las hermanas de San Vicente; cuatro postulantes se comprometen, por el acto de oblación, a seguir a Cristo más de cerca. El 15, en la capilla de Santa Lucía, dos novicias pronuncian sus primeros votos, nosotras renovamos los nuestros, bien conscientes de las posibles consecuencias de este compromiso. Hemos venido a la capilla a escondidas, por caminos desviados, en medio

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de escombros, pues la víspera hubo un violento bombardeo, sin embargo, la alegría espiritual domina el temor.

Sociedades religiosas, pero no sabían que las Hijas del Corazón de María subsistían aún hoy. Hacia 1937-1938, el P. Johannes Blumel, S.J., sabe por Marie Bergmann, HCM, que la Sociedad existe siempre en Francia, en otros países e incluso en Alemania. Persuadido de que esta forma de vida religiosa podría contribuir mucho a mantener la vida cristiana en un país en el que la persecución religiosa por el nacional-socialismo reinaba fuertemente, el P. Blumel, muy interesado, entra en correspondencia con Hedwige Veltmann. Al mismo tiempo, vislumbrando gérmenes de vocación en jóvenes que hacen los Ejercicios espirituales, él les ayuda a discernir, las orienta hacia la Sociedad y las pone en relación con Hedwige en Dortmund.

Durante el año 1943 la nueva superiora, María Hupe, visita a las HCM de la diáspora, las reúne por pequeños grupos cada tres meses para, juntas, familiarizarse con los escritos de los fundadores, y especialmente la vida de Adelaida de Cicé que, en las circunstancias actuales, nos es particularmente próxima. Son días de gran alegría, de intercambio fraternal, de unión profunda en el Señor... El aislamiento de la diáspora se hace menos duro, la inseguridad y las fatigas de los largos viajes, complicados y peligrosos, son soportados valientemente. El 30 de septiembre tiene lugar el encuentro de superioras de la provincia; ellas llegan de Dortmund, Düssseldorf, Aquisgrán, Colonia y Munich, y son acogidas por las HCM que aún pueden ofrecer un alojamiento. La sesión tiene lugar en el palacio del arzobispo, quien ha dado una conferencia; por la tarde la vice-provincial recibe en particular a las superioras de paso que se reúnen luego en la casa de Catalina Backhaus

El 1° de mayo de 1940 Hedwige, acompañada por Marie Bergmann de Munich, visita Breslau por primera vez. Cinco personas, con las que ella está ya en contacto, son admitidas al postulantado el 12 de mayo de 1940. Marie Bergmann recibe la responsabilidad del grupo y el encargo de su formación. Aproximadamente cada dos meses ella hace el viaje de Munich hacia Silesia y se detiene allí unas tres semanas.

En 1944 la situación es trágica; todo el pueblo desea ardientemente la paz... la vida se hace más insoportable de día en día bajo el terror del gobierno y de la policía nazis; además, los bombardeos son casi diarios.

En 1941, la vice-provincial visita de nuevo el grupo naciente, acompañada esta vez por la asistente de Dortmund, Agnes Singer. Juntas, ellas hacen la peregrinación al santuario de Santa Hedwige, protectora de Silesia, en Trebnitz. El pequeño círculo de aspirantes crece; por todas partes donde el P. Blumel da los Ejercicios espirituales se despiertan vocaciones: en el Glatzer Bergland, en la Silesia superior, en Breslau y sus alrededores. En el mes de octubre de 1943, cinco oblaciones en Breslau en la iglesia de los jesuitas, y en agosto de 1944, primeros votos de Clara Hartelt...

Las HCM tienen siempre más dificultad para reunirse; del 15 al 23 de julio hacen su retiro anual. Por la mañana, cada una permanece en su casa en oración y por la tarde se encuentran para una lectura en tres casas diferentes... cada cual se expone a los peligros de la calle, de la Gestapo, y se confía a la protección de Dios.

LAS H.C.M. EN SILESIA 1940-1946

Una gran esperanza crece en esta tierra lejana, plena de fe y de fidelidad a la Iglesia católica. Una comunidad de HCM empieza a nacer, con miembros dispersos en las ciudades y pueblos, pero siempre en la misma región geográfica.

En Breslau, los jesuitas sabían por la historia de la Compañía de Jesús, que en el siglo XVIII el Padre de Clorivière había fundado dos

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El porvenir es prometedor, el pequeño núcleo crece de mes en mes, tanto en número como en irradiación.

su apartamento, las acogen. La cohabitación no trajo dificultades serias. La antigua iglesia, al centro del pueblo, había sufrido pocos daños. Con el permiso expreso del Estado mayor ruso, se convirtió pronto en el centro de encuentro de los cristianos, alemanes y polacos, conforme a la expresión de las autoridades rusas Katolitzki nix Fachist (los católicos no son fascistas), varios ocupantes rusos descubrieron pronto allí la piedad de sus propias abuelas.

Hedwige Veltmann considera entonces que ha llegado el momento de enviar una superiora residente a Silesia para formar las nuevas vocaciones plenas de entusiasmo, de amor a Cristo y de celo apostólico, y para acompañar el desarrollo de la Sociedad naciente. Joséphine Lipp, superiora en Düsseldorf, es escogida para esta nueva misión. En plena guerra, al comienzo de 1944, ella parte para Silesia, y reside en Oppeln, cerca de parientes, en una casa bastante espaciosa, en la que puede acoger libremente visitas. Es una hermosa primavera para la Sociedad y que recuerda a la Iglesia primitiva. En medio de las turbaciones de la guerra y de las persecuciones nuevos miembros se unen al grupo.

Durante todo el año 1946 reinó una gran incertidumbre en la población silesiana... ¿cuándo será tocada por la orden de expulsión? En la espera, el trabajo obligatorio en un cuartel próximo de la defensa aérea alemana, fuertemente vigilado por unos dos mil rusos, proporciona la alimentación necesaria, que compartimos con los que no tienen trabajo, personas mayores y enfermas; una hermosa solidaridad se crea y se desarrolla entre las dos poblaciones.

Durante una jornada de recolección, dada en la residencia de los Padres jesuitas en Breslau por el P. Bögner, superior, se reúnen quince a veinte participantes, unas ya admitidas en la Sociedad, las otras aspirando a ella.

Sin embargo, poco a poco, las personas de origen alemán son enviadas a los campos de concentración en Breslau, de donde se las transporta hacia el Oeste. Se organizan convoyes de mil quinientas personas en cincuenta vagones de carga. La orden de partida obligatoria era esperada de mes en mes por los alemanes. Vivíamos en la incertidumbre y el aislamiento. Ningún correo postal pasaba ya la frontera, las noticias al interior de la zona rusa no circulaban sino por portadores. No sabíamos nada de las HCM. Volvamos a Joséphine Lipp. Ella fue una de las primeras obligadas a abandonar Silesia. En 1945 es evacuada, como la mayoría de los habitantes. Su primera carta, escrita en el campo de Lohne-Oldenburg, llega a Paderborn el 5 de abril de 1946, donde se encuentra con la Srta. Laschitzka, también HCM. Ella solicita ayuda para organizar su regreso a la patria, cuenta sus fatigas, aumentadas por la necesidad de tener que sufrir durante el viaje una intervención quirúrgica.

Hasta el otoño de 1944, Joséphine Lipp circula mucho para visitar los pequeños grupos o los miembros aislados. Sin embargo, las condiciones de viaje se hacen cada vez más difíciles; los lugares de combate se acercan. Hay que dejar Oppeln, ciudad en peligro, para alcanzar el Glatzer Bergland, aparentemente menos expuesto a los ataques aéreos. Es allí donde Joséphine se encuentra al fin de la guerra en 1945, no en el ambiente apacible esperado, sino bajo el terror de la ocupación rusa. Mathilde Matezki ha contado esos acontecimientos que ella vivió: Al fin del verano llegaron nuevos habitantes, familias polacas expulsadas de Galicia por los rusos, que han requisado sus casas. Esos primeros refugiados, polacos, muy tímidos, tenían miedo de los rusos. A su llegada, esa pobre gente, expulsada de sus casas, debía ser instalada en Silesia. Como todo el mundo, Joséphine y su compañera, ya muy estrechas en

Antes ya, ella y la Srta. Jablonski habían tenido que dejar su apartamento y en esa ocasión habían perdido los objetos de valor, la mejor ropa y el dinero alemán, aceptando esa pérdida

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“Desde mucho tiempo, Trebnitz era zona de combate. Los rusos se encontraban ya a la distancia de dos calles. No podíamos utilizar los refugios antiaéreos porque la Gestapo estaba cerca. Además, los sótanos estaban llenos de municiones y de lanza cohetes. El lunes de Pascua nuestro barrio fue incendiado, pensamos que era el fin del mundo. Salían llamas de todas las ventanas, las chispas volaban como copos de nieve en invierno. Tuvimos que partir en tres minutos y corrimos hacia otra parte de la ciudad con mi madre enferma y mi sobrina cardiaca. Al día siguiente regresamos a nuestra casa y pasamos allí la noche; al día siguiente hubo una granizada de bombas. Nuestra casa fue alcanzada; mi madre, mi sobrina y yo volvimos a encontrarnos en las ruinas.

de manera admirable... ¡ pero era preciso separarse! Fue entonces cuando la Srta. Laschitzka, aunque ya tenía en su casa a otra sin albergue, acogió a su superiora en gran miseria. Ellas vivían juntas, muy estrechamente. Personas buenas las ayudaban pues para las pobres personas enfermas no había posibilidad de ganarse el pan; la Srta. Laschitzka había tenido que vender también sus muebles, uno tras otro, para poder sobrevivir. Por fin, después de grandes sufrimientos soportados valientemente, Joséphine Lipp llegaba gravemente enferma a Düsseldorf, a comienzos del verano de 1946. El 12 de julio del mismo año moría en el hospital Santa María. Poco antes de su muerte, con una voz cada vez más débil, Joséphine recomendó a María Hupe la pequeña familia apenas nacida en Silesia y ya dispersa, y añadió: “Allá arriba me esperará una de mis hijas que, como suponemos, fue apuñalada por los rusos, mártir de su pureza”. Era la joven M. Lenke, maestra y fervorosa HCM.

Tratamos de salir. Yo arrastré a mi madre... cuando llegamos finalmente a pleno aire, la llevé en brazos como a un niño. El ataque duró de las 11 de la mañana hasta las 19 horas. Regresé aún otra vez a Trebnitz, los cuatro quintos de la ciudad estaban destruidos. Era horrible. Me parecía que habían pasado cien años y que yo había dormido. No me afligía la pérdida de mi propiedad, pues el 15 de agosto de 1944 yo había dado todo al Señor y soy feliz de que haya aceptado ese don. Al ofrecer todo mi haber, yo había pedido la gracia de la conversión de mi madre protestante. Ella se convirtió el 19 de marzo al catolicismo y falleció el 1° de diciembre diciendo: “Querida Madre de Dios, ¿adónde me conduces?” Cinco semanas más tarde se le unió, mi sobrina enferma, a la edad de veintiséis años. Después de esos terribles acontecimientos, mi trabajo consistía en despejar de cadáveres, desembarazar de ladrillos, barrer las calles y trabajar en los campos, al servicio de los rusos. Después trabajo como empleada de aseo en casa de polacos, me encargo también de su lavado.”

El éxodo continúa. Desde el mes de junio llegaban algunas HCM de Silesia; varias habían podido abandonar el país después de la llegada de los rusos y residían ya en Alemania, en la zona ocupada sea por los ingleses, sea por los rusos, y en condiciones muy precarias. La suerte de las otras es desconocida, como la de Marta Rczytki que vivía en Retibor, ciudad fronteriza, completamente destruida Era un alma ardiente, plena de celo apostólico, que había hecho su oblación en octubre de 1943. ¿Habrá sido deportada, muerta por los rusos? ¿O pereció en su ciudad natal cuando ésta se redujo a un montón de ruinas? Dejemos hablar a una HCM cuyo nombre no se ha conservado, y que da un esbozo de lo que se vivió durante la invasión de su patria por los rusos. Ella vivía en Trebnitz, ciudad que debía ser evacuada. Al llegar a Breslau ella escribió, el 15 de septiembre de 1946:

Esta HCM fue expulsada de su país el 13 de octubre de 1947. El 28 de noviembre del mismo año escribió desde una pequeña aldea de Turingia: “Ahora hemos tenido que dejar nuestra patria...

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¡La partida de Breslau no fue hermosa! Ocho días antes de la partida de nuestro convoy fuimos expulsadas de nuestras casas... Una polaca, mujer del segundo director del P.U.P. en cuya casa yo había hecho aseo en otro tiempo, me acogió hasta la partida del tren. En el puesto de control nos quitaron la mitad de nuestro equipaje. En Altenburg tuvo lugar el despojo, nos cubrieron de polvo. Luego nos pusieron durante quince días en cuarentena en el campamento de Meiningen. Después recibimos, mi hermana, mi cuñado y yo, un cuarto sin ningún mobiliario y sin hornillo. Ahora tenemos por lo menos las cosas indispensables, incluso un hornillo a leña, pero sin atribución de leña. Felizmente el bosque está cerca de nuestra casa, vamos a buscar allí leña. Y para ir a la iglesia hay que caminar dos horas.”

de pensar en reconstruir; el primer resultado es insignificante. Falta todo, tanto los materiales como los obreros. Unos y otros sólo pueden obtenerse pagando en especie con objetos prácticos; el dinero vale poco y, entregado solo, no obtiene nada. Con el regreso de las HCM, la vida comunitaria empieza a renacer, los alegres reencuentros estrechan los lazos fraternales. Podrán hacerse de nuevo los Ejercicios espirituales. Sólo el 8 de diciembre de 1947 puede tener lugar un encuentro comunitario en todas las reuniones, después del hundimiento de la querida patria. Hemos sido acogidas para la circunstancia en una casa religiosa que permaneció en pie. Esto permitió a la superiora dar informaciones, y a cada cual intercambiar fraternalmente; los vínculos se estrecharon y las lenguas se desataron en torno a una taza de té con galletas, don de las HCM del extranjero. Sin su caridad, nunca habríamos podido hacer esa maravillosa merienda.

Seis HCM llegaron al país de Sajonia y de Turingia; desdichadamente sólo podemos comunicarnos con ellas por correspondencia. Una de las nuestras, de Erfurth, trató de reunir a las HCM de la región para un encuentro y para los Ejercicios espirituales; una sola logró pasar la línea de demarcación. La separación con las HCM de zona rusa dura ya cuatro años.

En general, la participación en la vida comunitaria es aún muy difícil. Los viajes son casi imposibles: trenes colmados, poca posibilidad de encontrar hospitalidad por la noche. Muchas de las nuestras hacen horas de camino a pie para poder participar en un encuentro; y para que éste pueda realizarse en un lugar un poco calefaccionado, cada cual debe traer carbón o leña.

La hermosa primavera, plena de promesas para la Sociedad, fue cortada violentamente, ¿qué será el porvenir?... El grano de trigo lanzado en tierra ha muerto... ¿saldrá aún a la vida?... Nuestra fe y nuestra esperanza no están muertas y tenemos confianza en que germinará a la hora querida por el Señor.

Pudieron organizarse también los Ejercicios espirituales en 1946 y 1947. Casas de espiritualidad de la diócesis de Paderborn acogieron a las HCM en Höntrop y en Werl. El abastecimiento era aún muy difícil y precario, cada cual debía llevar, además de sus tickets de alimentación, papas y legumbres.

Después de la guerra El regreso a las ciudades destruidas.

La mayoría de las HCM evacuadas regresaron a sus casas durante el año 1946. No encontraron ya la misma casa de la comunidad.

Dos HCM deportadas de Silesia y refugiadas en la zona rusa pudieron unirse a los Ejercicios espirituales en Werl en julio/agosto de 1947. Al llegar totalmente agotadas, fueron recibidas con gran alegría; compartimos con ellas, aún

En Aquisgrán, Colonia y Düsseldorf, delante de las casas en ruinas comprendemos que ya no es posible continuar nuestras obras, como podíamos hacerlo hasta la víspera de la ruina general. Con grandes esfuerzos, ahora se trata

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más pobres, nuestra pobreza, y ellas regresaron felices de esta experiencia espiritual y fraternal. Después del hundimiento de las obras de la Sociedad, el apostolado de las HCM consiste, además de su trabajo profesional, en colaborar en la preparación de adultos y de niños a la recepción de los sacramentos de penitencia y eucaristía, en la formación religiosa de los convertidos, el cuidado de los enfermos y la asistencia a la juventud en peligro. Son también organistas, sacristanas de pueblos, y dan su tiempo a las bibliotecas parroquiales, así como a las colectas mensuales para la reconstrucción de las iglesias. Una tarea prioritaria es también la ayuda material y moral a los pobres refugiados del Este que llegan desprovistos de todo.

cedido provisoriamente, para permitir a las HCM los encuentros comunitarios. Después de una visita rápida a la ciudad, pasando por las ruinas de la casa común y del hogar, M. Rascol comprueba la desolación de la ciudad, en otro tiempo sonriente, con sus numerosas iglesias, sus hermosos edificios y sus puentes imponentes sobre el Rhin, actualmente destruidos.

El primer contacto directo con el centro de la Sociedad

El tiempo vuela... Al día siguiente hay que continuar viaje en esta época la más fría del invierno, a través de un país completamente destruido... ¡ruinas sin fin y cuánta miseria! El tren está abarrotado, no tiene calefacción, los vidrios de los vagones están quebrados. Se está obligada a permanecer de pie durante una parte del trayecto. Nueve horas más tarde, llegada a Paderborn.

Berta Eisel, superiora de Aquisgrán, llega luego con la Srta. Müller para encontrar a la Superiora general. Por la tarde, en la buhardilla de la casa parroquial, una treintena de HCM se reúnen en torno a ella; es grande la alegría de volver a encontrarse, de poder comunicarse después de tantos años de separación.

Desde el fin de la guerra, Marie Rascol, Superiora general, ha empezado las gestiones para obtener una visa para Alemania. Ella tenía prisa por conocer personalmente la suerte de las HCM que se sabía probadas por la guerra y sus consecuencias. Un primer ensayo en diciembre de 1946 fue infructuoso, pues la visa sólo era válida para la zona ocupada por los franceses; al llegar a Baden-Baden no recibió la autorización para continuar su viaje en zona ocupada por los ingleses, donde estaban situadas las reuniones de las HCM. Ni siquiera le fue permitido hacerles llegar una gran maleta con vestidos y provisiones para aliviar un poco su inmensa miseria. Imposible describir la pena y la tristeza, tanto de Marie Rascol como de las HCM.

La Superiora general es recibida en casa de Catherine Backhaus. Pueden ofrecerle un cuarto calefaccionado gracias a la bondad de un vecino que, la víspera, había dado algunas centenas de briquetas. Veinticuatro horas después había que volver a Colonia. Se habría querido evitar a la visitante ese nuevo viaje por tren, conduciéndola en auto. Pero el chofer tenía miedo de hacerlo, no solamente por la escasez de bencina, sino sobre todo debido al gran frío, si tenía una pana en pleno campo... Por lo menos se pudo acompañar a M. Rascol hasta la estación, gracias a la benevolencia del arzobispo, que puso su coche a nuestra disposición.

A comienzos de 1947, la alegría y el consuelo invadieron los corazones cuando pudo hacerse realidad esa visita, tan deseada por la Superiora general y por las HCM alemanas. Al llegar a Colonia a las 5 de la mañana, ella se dirigió de inmediato a la parroquia de Nippes, donde es cura el hermano de Lucie Venth. Allí también la Sociedad dispone de un local,

Al pasar, una visita rápida a Dortmund ha permitido comprobar la desolación de la ciudad destruida, ver las ruinas de la casa de la Sociedad y evocar con emoción el fallecimiento de Hedwige Veltmann.

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A continuación, su llamado a las provincias menos probadas hace surgir respuestas generosas de los Estados Unidos, de Inglaterra, de Suiza. Llegan paquetes que contienen vestidos, víveres, medicamentos y otros artículos prácticos. Las HCM más desprovistas son las primeras beneficiarias, sobre todo las que han sido expulsadas de Silesia y se encuentran aún en zona ocupada por los rusos. Oraciones ardientes dan testimonio de la gratitud y de la alegría por ese Cor Unum profundo y real.

El domingo por la mañana, en Colonia, durante la Santa Misa celebrada en la capilla del hospital de las Hijas de la Caridad, dos HCM tuvieron la gracia y la alegría de pronunciar sus primeros votos en manos de la Superiora general, y otras cinco, los votos de cinco años. Era la primera emisión de votos de cinco años desde el comienzo de la guerra, signo de resurrección y de esperanza. La partida de M. Rascol se acerca. A las tres de la mañana ella recibe la santa comunión de manos del señor cura Venth que luego, con su hermana Lucie, la acompaña a pie hasta la estación. Era una hermosa noche sin viento y no demasiado fría, la nieve había cubierto las ruinas con su blanco manto.

Después de ese encuentro, los vínculos entre la provincia de Alemania y el centro de la Sociedad se estrechan, y el Capítulo general que tendrá lugar durante ese mismo año 1947 hace esperar volver a encontrarse en París.

Anuncian que el tren tendrá tres horas de atraso. Felizmente la policía de la estación, complaciente, ha dispuesto un banco sobre el andén. Esa larga espera era aún un favor: a pesar del cansancio, ha permitido prolongar el encuentro.

Así, será grande la decepción para las delegadas que no lograrán obtener la visa necesaria para hacer el viaje.

Durante ese viaje relámpago, gracias al diálogo con las HCM y la conversación con algunos sacerdotes, M. Rascol pudo darse cuenta, por lo menos en parte, de la situación de miseria del país y de las necesidades de las HCM en Alemania. La destrucción de todas las casas de la Sociedad, la dispersión actual de las HCM, las condiciones de vida muy penosas que hacen casi imposibles el cumplimiento integral de los ejercicios de piedad y sobre todo los encuentros comunitarios regulares, no facilitan la unión visible de los miembros. La extrema pobreza de la población, pobreza de la que las HCM son solidarias y que se acerca a la miseria extrema, hace carecer de lo indispensable: alimentación, vestidos... Por un gesto que viene espontáneamente de su corazón, Marie Rascol se quita entonces su cadena de oro y la ofrece a sus hijas para que puedan “comer”.

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PROVINCIA DE ITALIA 1935 – 1947

INTRODUCCION

Roma Milán Melzo Génova Turín Cuneo Palermo Padua Nápoles

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INTRODUCCION

Estos doce años están marcados por la presencia de Dios que ha conducido a la Sociedad, y por Hijas del Corazón de María humildes o ilustres, que en una vida de oración y de acción se han dado al servicio de Dios y de los hermanos; años marcados sobre todo por los sufrimientos indecibles infligidos por una guerra que parece querer destruir las ciudades, las familias, las personas; siembra el dolor y los duelos, y deja sólo atroces recuerdos de vejaciones, de injusticias, de espanto, de sospechas.

adoración, para implorar, reparar. Sufrimiento y amor hacen crecer la comunión de los corazones y, por la experiencia, se aprende un poco el valor de este amor universal sacado del Corazón de Cristo, que abarca todos los hombres y no rechaza a ninguno. María Teresa de Lorgeril es provincial hasta 1938; su mandato empezó en 1929/1930. Mujer de gran corazón. Voluntad resuelta, inteligencia abierta, ella ha sabido conducir con dulzura y firmeza una provincia que se ha vuelto numerosa. Su caridad es sin límites, no tiene en cuenta sacrificios; la encontramos presente en las fundaciones nuevas, así como en la elección juiciosa y prudente de las personas a las cuales las confía. Alguien ha dicho que ella sabía captar las ocasiones para hacer el bien con audacia, porque amaba verdaderamente; y que ella estaba atenta a descubrir siempre en toda persona el lado positivo, y a ponerlo si no existía, al menos a primera vista.

La Sociedad de las Hijas del Corazón de María comparte la angustia del pueblo italiano e incluso el sufrimiento mundial: vencedores y vencidos han pagado duramente con su sangre un proyecto demencial de supremacía. Urgencia ha sido la consigna; ahora bien, en la urgencia no se tiene tiempo para perderse en consideraciones; una sola cosa es necesaria; actuar para lo mejor. En los momentos de urgencia, un corazón enteramente dado a Dios sabe que sólo es posible el milagro del amor. Bajo esa iluminación conviene leer la historia de la Sociedad durante esos cinco años de sufrimientos extremos.

La Sociedad en Italia está en pleno esplendor; además de las reuniones más antiguas: Roma, Milán, Turín, Génova, se han fundado otras en estos años: Palermo, Nápoles. Cuneo. El grupo de Padua continúa con fervor su penetración capilar en las obras parroquiales y diocesanas; hay incluso llamados a los que no se puede responder de inmediato: se trata de lugares próximos a Roma donde las HCM van sólo en verano, para un tiempo de vacaciones – apostólicas, o bien de ciudades lejanas, Cagliari por ejemplo.

Ciertamente, estas páginas no están escritas negro sobre blanco en la crónica; los sentimientos, los sacrificios, los actos se dejan percibir en ínfimas alusiones, breves anotaciones; a partir de ahí, toda reconstitución es imposible, pues habría que completar con lo que no está escrito y sólo se percibe por intuición. No se retrocede ante nada para compartir un trozo de pan, algunos vestidos incluso usados, con los que están desprovistos de todo; para dar una frazada de lana, un refugio a los que ya no tienen casa, a alguien que está perseguido por el furor racista y exterminador, a niñitos que han quedado huérfanos, a viudas sin apoyo, desamparadas...

Es verdad que en Roma ha venido de Cerdeña para su formación Giuseppina Sussarella, de Sassari. Una HCM conserva de ella el recuerdo de un alma generosa, de sencillez encantadora, dispuesta a dar su casa de familia a la Sociedad si se ve posible una implantación en Cerdeña. Desdichadamente, una mala caída en las escaleras provoca un traumatismo craneano. Ella murió poco después de su regreso a Cerdeña.

La provincia se moviliza con frecuencia en tiempos de oración especial: horas de

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La Srta. Lai era también originaria de Cerdeña, de Cagliari. De gran valor, en tiempo de guerra, el vuelo ida y regreso en aviones militares no le inspiraba ningún temor. Ella fundó, en Cagliari, una escuela que dio más tarde a la Sociedad; allí trabajarán las HCM. Páginas de historia que parecen interrumpidas pero que Dios conduce según Su Voluntad.

establecimiento escolar que lleva el nombre de la fundadora de la Sociedad de las Hijas del Corazón de María; igualmente importantes son los contactos con el exterior, y gracias a las obras de apostolado la irradiación alcanza a la ciudad entera, y los alrededores. En sus lugares de vida, las HCM trabajan, en silencio y con eficacia, estimuladas por el amor de Cristo, obreras incansables al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia. Su vida interior está escondida en el secreto de la relación con Dios, alma de su vida y de su apostolado. Se la puede captar por intuición sólo si al admirar los frutos se remontan a la flor que está en el origen, y a la savia invisible de la gracia que ha sido su alimento. Se puede decir sin embargo que ninguna HCM ha puesto límites al sacrificio y al don de sí incesante, por el contrario, ellas han lanzado a plenas manos la semilla en el silencio y la esperanza.

Fines de 1938, a María Teresa de Lorgeril sucede, en calidad de provincial, Guiseppina Saccardo Rasi, antes responsable de Padua y superiora, en ese momento, de la reunión de Génova. Ella tendrá que hacer frente a los años de guerra: lo hará con gran generosidad, a pesar de su salud vacilante. Cuando Italia del Norte será cortada del centro sur, las comunicaciones se interrumpirán en la provincia y también con la casa general en París. La misma Superiora general, que venía a Italia al menos una vez al año, tendrá que suspender sus viajes desde 1940 hasta el otoño de 1945.

Nada se pierde en el campo en el que Dios es el cultivador

Ya no será posible una estadía para las vacaciones en Vico Soprano en el Valle Bregaglia (Suiza); esas estadías de vacaciones ofrecían una maravillosa ocasión de encuentros a buen número de HCM de toda Italia. Habrá que esperar 1946 para invitar de nuevo a toda la provincia a los retiros en Casa Betania en Cuneo.

Durante esos doce años, esa confianza no fallará, continuará día tras día. Giuseppina Saccardo Rasi sucederá a M.T. de Lorgeril durante varios años; luego, al degradarse su salud, será ayudada por María Paravidini, vice-provincial y superiora de la reunión de Milán; En Roma, la reunión tendrá por superiora a Laura di Battista, luego Isabella de Capitani. Matilde Tadolini y Berta Heily serán sucesivamente encargadas de la formación de postulantes y de novicias.

Como se podrá leer en la historia de cada una de las reuniones, 1946 y 1947 serán años de recuperación. Llevarán un poco por todas partes la alegría de nuevas vocaciones. Por todas las gracias, visibles y escondidas, que Dios ha prodigado durante esos años, el corazón canta con gratitud un himno de alabanza.

En el curso de los años, la provincia ha tenido que enviar a otras HCM para seguir las fundaciones nuevas: Palermo, Cuneo, Nápoles: Hay siempre un buen Cireneo dispuesto a cargar la Cruz... La vida interior de la reunión se desenvuelve bajo el signo de la regularidad, incluso durante la guerra. La vida espiritual tiene siempre el primer lugar. La jornada empieza muy temprano en la mañana, para que la parte normalmente mejor del día se dé a la oración, a

ROMA María Adelaida La reunión María Adelaida efectúa una tarea cuyo impacto es de los más considerables en el

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la misa, etc. Retiros y triduos, jornadas de recolección, encuentros comunitarios se efectúan regularmente.

Pequeñas amigas de los pobres, y de saber que su escuela ha sido escogida como sede central de todos los grupos romanos.

En Roma hay, se puede decir que todos los años, una visita de la Superiora general, que constata de cerca la vida espiritual y apostólica de la reunión; ella da ánimo, estimula, corrige, hace participar de la vida de la Sociedad en el mundo, de la expansión misionera, de los proyectos y de los desafíos del momento. El cardenal protector (denominación usada aún en esta época) visita la reunión cuya vida observa de cerca. En realidad, la tarea es ahí pesada, el apostolado exige sacrificios considerables, pero en la lectura de las crónicas y de las noticias se encuentran personalidades de un fuerte temple, totalmente entregadas a la obra de Dios, al precio de sacrificios considerables. Momentos festivos renuevan las fuerzas para el camino.

En el tomo VI de los Anales (págs. 298, 299) se dio cuenta de la muerte de la directora Luisa Cerqua: parecía imposible llenar el vacío que ella había dejado. Durante dos años ella había suscitado las más hermosas esperanzas y había dado al establecimiento un impulso apostólico excepcional.

Las obras de Dios deben continuar su marcha, sin cesar jamás.

A Isabella de Jorio fue confiada, a título provisorio, la dirección del Instituto María Adelaida. Ese provisorio durará años. En 1935 estalla la guerra, oponiendo Italia con Etiopía, en la euforia para muchos italianos, sobre todo para los adolescentes, que siguen, desplazando sus banderitas tricolores, el avance de las tropas italianas en territorio etíope, y que cantan a voz en grito Facetta nera. Durante ese tiempo, los adultos observan los acontecimientos con angustia, es un momento de gloria precaria, y también de una gran generosidad a favor de la patria. No se sabe lo que será mañana...

Tal es en cierto modo, globalmente, la vida de la reunión de Roma, como las de las reuniones de Milán, Turín, Génova, y de las reuniones nuevas en vías de formación. 1935 es el año del cincuentenario de las HCM en María Adelaida, nacida, se puede decir con el establecimiento escolar mismo. El cardenal Bisleti nos honra con su presencia. Estamos felices con la de la Superiora general que bendice y aprueba la tarea cumplida. Los miembros de la reunión ofrecen a la capilla un precioso incensario adornado con brillantes; algunos días más tarde, con ocasión de una audiencia particular, ellas llevan al Santo Padre un cáliz cuyo hermoso trabajo de orfebrería es rico en sentido simbólico. Alumnas y exalumnas de María Adelaida encuentran ahí una ocasión para reiniciar el camino con un fervor renovado, que animará en adelante su formación personal y las obras a las que se dedicarán.

¿Quién no recuerda los den cobre para la patria? Y las hermosas cacerolas relucientes que decoran las cocinas caen en los grandes canastos de la colecta... Luego vendrá el den oro para la patria, y las mamás sacan su alianza de su anular pensando en sus hijos; en cambio, reciben una de fierro... No se puede saber... tal vez su sacrificio los salvará... ¡Cuánta tristeza en esos gestos! Las HCM están en oración; y también porque la Superiora general, Marthe Donnezan, está en un estado grave que la conducirá pronto al encuentro con su Dios al que ella ha dado todas sus fuerzas, para que siempre sea mejor servido y mejor amado.

Bajo el impulso de Elisa Flick, HCM, se forma el grupo de damas de caridad para la visita a los pobres. Pronto se hará numeroso y será estimado en la ciudad, sabiendo unir a la caridad una piedad sólida y profunda. Las alumnas están orgullosas de llegar a ser

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El 21 de noviembre de 1935, el Capítulo general llamará para conducir la Sociedad a Marie Rascol, quien recogerá la herencia con el mismo amor y el mismo ardor apostólico.

Mons. Canovai, P. Cappello, P. Lanz, P. Lyonnet, etc.; para algunos se ha abierto el proceso diocesano de heroicidad de virtudes. 1938 nos da un nuevo cardenal protector en la persona del cardenal Pietro Boetto, S.J., que conoce ya bien la Sociedad, habiéndola seguido en su caminar y en sus obras apostólicas en Turín y en Génova. Él va a hacerla beneficiar en más amplia escala de su ministerio y de su dedicación. M. Rascol está presente en la ceremonia en el curso de la cual él se dirige a todas las HCM: “He venido aquí para ser su protector, lo que quiere decir, su padre. Cada una de ustedes sin excepción podrá venir a mí con plena libertad, y venir con la confianza que deben tener las hijas con su padre. Ser cardenal protector no significa mezclarse en lo que corresponde sólo a las superioras, o cambiar lo que ha sido establecido en la Sociedad. Ser cardenal protector quiere decir proteger los intereses de esta Sociedad, dedicarse a eso muy paternalmente y sin reserva.

Todo acontecimiento es un llamado a una oración más intensa y a una gran confianza en Dios, que conduce a la Sociedad y a cada una de nosotras Fuerza es constatarlo aún en acontecimientos de gran banalidad. La crónica cuenta uno: incluso en Roma, el cielo no siempre es azul. Un día de tormenta cayó un rayo sobre la casa. Obreros hacían reparaciones; una inmensa biblioteca cayó sobre una HCM que limpiaba su interior; un momento después, ella se libera sin un rasguño; todo alrededor el piso está sembrado de sillas y de vidrios rotos. ¿Había sido ella proyectada por el soplo de la deflagración? Queda sin explicación, solamente se agradeció a Dios porque se había salvado. Vemos partir a dos HCM de la reunión: Puglisi va a Melzo, Isabella de Capitani, venida de Milán a Roma, va ahora a Palermo, donde más adelante irá a unírsele la Srta. Heily. En el curso de los años siguientes, la vida continúa, hecha de vicisitudes y de alegrías, en la comunidad como en el establecimiento escolar. Es lo cotidiano de toda familia que hace vigilante, y ofrece continuamente ocasiones para dar prueba de paciencia, de prudencia, de vivir algún momento mágico de amor y de sacrificio.

“De todo corazón he aceptado yo este cargo, pues las conozco desde mucho tiempo. Cuando era superior en Cuneo e iba a Turín para los triduos de renovación, yo leía durante el trayecto la vida de su venerada madre de Cicé. Su figura, a la vez tan humilde y tan grande, su espíritu de fe, de caridad, me encantaban. Ella era verdaderamente digna de ser la colaboradora de su santo fundador. “Ustedes son verdaderas religiosas que por su espíritu interior y su abnegación son tanto más útiles cuanto parecen ser como todo el mundo. El Santo Padre las encuentra indispensables en la hora actual y las aprecia grandemente.

El Instituto María Adelaida ha sido reconocido por el Estado, pero eso implica adaptaciones considerables del personal docente; diplomas, certificados de aptitud, etc. No siempre es fácil satisfacer a todos los criterios de elección: los nuestros... y los del Estado.

“En el mundo tienen ustedes imitadoras, pero ellas no tienen su vida religiosa tan completa, tan sólida, y no hacen todo el bien que ustedes realizan. Cuando yo era superior en Turín, había allí una obra que no marchaba. Ustedes vinieron, y bastó con dos o tres HCM para renovar completamente esa obra, eso sin ninguna ostentación. Se hacía el bien, dejando a los otros el mérito y el honor, en plena

Y luego, los tiempos cambian, y las tareas educativas también se hacen más delicadas, más difíciles. El establecimiento recibe la ayuda preciosa de sacerdotes capaces de dar una instrucción religiosa viva, y bien en la corriente “moderna”. En la crónica figuran nombres ilustres por el saber y la santidad:

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conformidad con el uso constante de la Sociedad.”

En abril de 1939 se celebra en Roma el congreso internacional de la Acción Católica femenina. Veintidós HCM venidas de Europa y de América participan en él y son recibidas en nuestra casa. Marie du Rostu y Mlle de Robien están entre nosotras, trayendo noticias de la casa general.

El año 1938 va a ver cumplirse la promesa hecha durante la guerra de Etiopía: adoptamos nuestro misionero. El escogido es hermano de una HCM de nuestra reunión, Tina Russo; él se prepara para su futura misión en la congregación de San Juan Bosco, especialmente consagrada a la Virgen María Auxilio de los Cristianos. La superiora de Turín lleva a la casa general de los salesianos la suma reunida por todas las reuniones para ayudar a la evangelización de los etíopes.

Las HCM responsables de “la protección de la joven” en Génova, Milán y Turín, participan en el congreso que tiene lugar en Roma durante el mes de junio. Después de la misa de reapertura 1939-1940 tiene lugar en el salón la presentación oficial de las alumnas en uniforme fascista; una delegación representa al “partido fascista”. Discurso habitual; se termina como se había empezado, con la Marcha real y el canto Giovinezza (Juventud).

Habría que recordar ahora la actividad que las HCM ejercen cada verano. En Roma se había instituido una tradición: las vacaciones en Poggio Mirteto; a partir de los años 1934-1935 se escogió una localidad próxima – Mandela – (sobre la colina) por encima de Tívoli. Las HCM hacen el catecismo a los niños, toman contacto con sus mamás y con las familias; es como una misión popular, con el consejo y bajo la dirección de Matilde Tadolini, la maestra de novicias, y de María Rosanoff que le aporta una ayuda eficaz.

El Te Deum clausura el año: nuestro corazón agradecido da gracias a Dios por todo el bien recibido e implora la paz para el mundo entero. La paz no vendrá; eso también nos vuelve hacia Dios. 1940, ¡ay!, es el año de la entrada en guerra de Italia. Estamos todas reunidas en la capilla para la apertura del retiro. Son aproximadamente las diecisiete horas. El padre predicador habla, pero por las ventanas abiertas (hace mucho calor) llega la voz atronadora de Mussolini que cubre a la del predicador. Anuncia la entrada en guerra de Italia. ¡Qué sacudida en los corazones, qué impulsos de confianza y de abandono en Dios! Si no es posible imaginárselos, ciertamente se los puede recordar...

1939 se acerca a grandes pasos: el clima es pesado de amenazas. En vano Pío XI eleva una voz dolorosa para llamar s los pueblos a la prudencia. Su llamado no es escuchado por Alemania y tampoco por Italia que entrará en el conflicto en 1940. El 10 de febrero de 1939, muerte de Pío XI; el nuevo pontífice, Pío XII, el cardenal Pacelli, es elegido el 3 de marzo de 1939. A las oraciones por el Papa difunto suceden las oraciones por el que va a tomar la inmensamente pesada carga de conducir la Iglesia en circunstancias de extrema dificultad.

Incursión aérea durante la misma noche. La D.C.A. tira. Pero es Francia que hace un lanzamiento de folletos: Italianos, ¡he aquí la guerra! Sabemos que no la quieren... ¡Deténganse! A la mañana siguiente se encuentran los folletos en el jardín y sobre la terraza... la paz con Francia se hará sólo en 1943.

En la reunión tenemos sin embargo algún consuelo: una mujer judía realiza su deseo, acariciado desde mucho tiempo, de hacerse cristiana: en nuestra capilla recibe ella el bautismo, la confirmación, y hace su primera comunión en presencia de su marido y de su hijo.

Se multiplican las novenas, súplicas, peregrinaciones, horas de adoración... se invita

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a las alumnas y padres a orar y “hacer sacrificios”. Son frecuentes las alertas, día y noche: hay que ir apresuradamente al refugio donde se vela, en oración.

El testimonio que sigue nos permite conocerla mejor: “Inteligente, carácter abierto, dotada de sentido práctico, de fuerte voluntad, sabía imponerse, no tanto por la palabra como por el ejemplo de su intransigencia personal de religiosa fiel a las observancias, y también por su bondad. Aunque condujo la reunión con mano firme, era comprensiva y naturalmente imparcial. Ella había logrado conocer bien a cada una y sabía mostrarnos su gran corazón, al mismo tiempo que exigía que la comprensión de los deberes de la vida religiosa se tradujera por una práctica fiel.

Son escasas las HCM que se reúnen con su familia para un tiempo de vacaciones: las novicias están contentas de pasar algunos días en los jardines y sobre el césped de la Villa Pamphili, esto también puede ser un veraneo. Ellas no dejan de ir – a pie – acompañadas por la Srta. Heily, la maestra de novicias, en peregrinación a Nuestra Señora del Divino Amor y, terminadas las vacaciones, al santuario de Galloro.

“Este período no era fácil. La reunión era pobre, los precios empezaban a subir. Ella observaba escrupulosamente la pobreza. Estaba entonces cerca de los ochenta años. Por la tarde, habitualmente, en la cena tomaba sólo caldo y un huevo. Cuando supo el precio de un huevo, no lo quiso más pues, decía, “algunas de mis hijas lo necesitan más que yo”. Persistió en esa renuncia y se contentó con su caldo.

El 18 de junio de 1941 Sofía Novellis, de Turín, vuelve de Albania, donde ha servido como enfermera de la Cruz Roja. Un sentimiento de tristeza nos invade cuando volvemos a verla en diciembre, a punto de salir para Grecia; más tarde sabemos solamente que, con otras enfermeras de la Cruz Roja, ha sido deportada a un campo de concentración en Alemania. En Roma, en junio de 1942, el Instituto es consagrado solemnemente al Sagrado Corazón, y tres meses más tarde, el 13 de octubre, al Corazón de María, en recuerdo de las apariciones de la Virgen en Fátima. El mismo Papa Pío XII consagrará el mundo entero al Corazón Inmaculado de María el 8 de diciembre de ese mismo año, en la basílica de San Pedro, gestos de amor y de confianza. Así, fuertemente estimulado, el pueblo cristiano, con María, reinicia el camino.

“Una simple gripe degeneró en neumonía. Un día la que la cuidaba le llevó un pollo que había podido procurarse – ¡en tiempo de guerra era una verdadera riqueza! - pero ella no quiso saber nada y dijo: “No, déselo a mis hijas, yo sé que ellas tienen hambre y lo necesitan más que yo”. Desdichadamente, si el físico aún podía resistir, sus facultades se deterioraron. Cayó en un desequilibrio mental que daba compasión. Tuvieron que hospitalizarla en una clínica. Al día siguiente el Señor la llamó a Él, era el 10 de febrero de 1943. Se supo más adelante que, con ocasión de un retiro, contemplando a Jesús disfrazado con el manto de los locos, ella había pedido la gracia de poder imitarlo.

El 10 de febrero de 1943, Laura di Battista, nuestra superiora, nos deja por el cielo: es para nosotras un día de duelo y de gran tristeza. Ella nos deja el ejemplo de una vida enteramente consagrada al servicio de Dios y de la Sociedad. En efecto, desde que quedó libre de pesadas cargas familiares se puso a su disposición. Ya no era joven, pero fue enviada de inmediato a Portugal. Ayudó a la nueva fundación de Lisboa, luego fue a Génova y a la reunión San José.

Nuestra provincial asumió entonces la doble tarea de provincial y de superiora local. En julio de 1943 ella nos dejó para pasar en Padua el tiempo de vacaciones de verano. No volveríamos a verla, pues los acontecimientos se precipitaron e hicieron que se quedara en

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Italia septentrional. La superiora de Palermo, venida a Roma en abril a consecuencia de los bombardeos, nos fue dada como asistente haciendo función de superiora.

El 8 de septiembre de 1943, día mismo del armisticio, recibimos la noticia de la firma del decreto de paridad entre enseñanza privada y enseñanza pública de nuestro liceo, protección especial de lo Alto, pues en medio de todo el trastorno, un día más tarde, y todo estaba perdido...

Después de los bombardeos de julio de 1943 en San Lorenzo y los del mes de agosto, Roma vivió en la angustia. Luego es el armisticio del 8 de septiembre entre los aliados y el mariscal Badoglio que deja en suspenso, pues el día siguiente es de los más inciertos... La caridad se hace inventiva para venir en ayuda de los que están en la miseria, pero la oración también se intensifica. Se creería de vuelta a los tiempos de la revolución francesa: también a nosotras se nos pide comprometernos en una venganza evangélica, orando, no solamente por la paz, sino también por la conversión de todos los que nos hacen sufrir y han conducido a Italia a esta situación lamentable: todos los sábados, misa de súplica y de reparación, una hora de adoración y privación de postre.

Durante las turbaciones suscitadas por la caída del fascismo, la batalla en torno a Roma después del armisticio, las ametralladoras en nuestra misma calle, la ocupación alemana de la Ciudad eterna, intensificamos nuestra súplica al Cielo. El Señor debía escucharnos plenamente... Con la ocupación alemana debían empezar las peripecias que conocieron todos los países ocupados; las cacerías al hombre, las visitas domiciliarias, la persecución de los judíos, las deportaciones, las condenaciones... También tuvimos nuestra parte en la asistencia a esos pobres perseguidos. Siguiendo las directivas de la autoridad eclesiástica, albergamos durante esos días de angustia a cuatro judías polacas, y aún otras judías, entre ellas cuatro hermanas de origen turco; una mujer de oficial superior de la marina italiana cuya cabeza estaba puesta a precio; un oficial, un ingeniero con su familia y otros más, sea temporalmente, sea por la duración de ese tiempo de calamidades...

En nuestra casa de Via Palermo, a solicitud del Vaticano, hemos asegurado durante un año la tarea de hacer en nuestra cocina, para las familias necesitadas, cuatrocientas cincuenta sopas que les distribuimos en tres turnos. Entre un turno y otro se organizó una pequeña “misión” con explicación del catecismo, una biblioteca, etc. Un joven empezó a interesarse en las lecciones de catecismo y a sentir despertarse en él la vocación al sacerdocio de su infancia. Otro, joven maestro de escuela de veinte años, se apasionó por el estudio de la religión y, de vuelta en su provincia, se convirtió en un verdadero apóstol en la enseñanza... Así las sopas de San Pedro no se limitaban a un simple alivio corporal, sino se convertían en ocasión de una obra de misericordia espiritual. Entre las alumnas de nuestra escuela, nos esforzamos por ejercer una influencia apostólica por medio de movimientos especializados: Rinascita, Liga misionera, Congregación de Hijas de María, Sociedad de San Vicente de Paul...

Naturalmente, ninguna de nosotras tenía tarjetas de abastecimiento. A veces se tuvo hambre, verdaderamente. El Vaticano trataba de venir en nuestra ayuda. Un día el coche del cardenal Pizzardo cruzó el portal; él mismo, ayudado por el chofer, descargó un saco de un quintal de harina y volvió a partir apresuradamente... ¡Qué alivio para nosotras ante tal regalo de la Providencia! Citemos ahora algunos testimonios: Las familias judías que habían confiado sus hijos a nuestro establecimiento escolar (Instituto María Adelaida) se hicieron bautizar casi todas, esperando escapar así a la persecución; en la mayoría de los casos, fue en vano. Pero la maravilla que pudimos ver fue el desarrollo de la gracia del bautismo, unido a la

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antigua bendición del pueblo elegido: se asistió a un crecimiento considerable, extraordinario, del amor de Dios y de la piedad.

Otras familias judías, con niños, vivían en el mismo inmueble que nuestro joven catequizado. Su familia se había hecho bautizar, y pronto se vio enfrentada a la hostilidad, a los reproches, etc. Una mañana, seis o siete pequeños camaradas esperaron al niño a la puerta del inmueble y lo apostrofaron violentamente: “Sucio traidor de nuestros antepasados, quita ese objeto de tu cuello” – a lo que el niño respondió con gran firmeza: “No, en adelante yo soy cristiano y amo a Jesús.” Se siguió un altercado que degenerará en disputa cuerpo a cuerpo. Felizmente intervino el conserje... no pudieron arrancarle el crucifijo. Al día siguiente su madre vino a rogarnos que lo persuadiéramos de no llevarlo ostensiblemente, sino lo pusiera bajo su traje. Todo fue inútil; él respondía: “Si me matan, ¿qué importa?... yo no quiero traicionar a Jesús, moriré por Él.” Los niños fueron reprendidos por sus padres, e intimados a no volver a empezar, pero hasta el fin de las clases para las grandes vacaciones se agrupaban en la calle al momento oportuno y le lanzaban toda clase de insultos; en cuanto a él, pasaba orgullosamente, con su Jesús al cuello, y se decía feliz de sufrir insultos por el Crucificado.

Maurizio, un alumno del jardín infantil, de cuatro o cinco años, era muy hermoso: cabellos negros muy ensortijados, tez muy clara, dos ojos azules... una verdadera miniatura. A la entrada de la capilla hay un gran Crucifijo – una hermosa obra - y Maurizio la ama con locura. Cada vez que los niños son acompañados a la capilla para una visita, él se detiene: apenas bastante grande para tocar los pies del Crucificado, con su pequeño dedo acaricia los pies y se le oye murmurar: el clavo... el clavo, u otra cosa que no se comprende. De hecho, un gran clavo atraviesa los pies de Jesús. Siempre es difícil apartar a Maurizio de allí. Un día, la persona que lo acompañaba a la escuela se presenta en la oficina de la directora, muy inquieta. Ella tiene al niño de la mano, y él, el rostro ceñudo, con su otra mano se apoya sobre su pierna. “No sé lo que tiene en su bolsillo, ha hecho caprichos durante todo el camino” – dice su acompañante. La directora le pregunta gentilmente: “Maurizio, ¿vas a decirme lo que tienes en tu bolsillo? Él vacila un poco, luego abriendo su abrigo saca de su bolsillo un gran martillo. ¡Estupefacción general! “¿Qué es eso? ¿Por qué has traído ese martillo a la escuela? Otra vacilación... luego ante las insistentes preguntas responde entre dientes: “Porque quiero quitar el clavo de Jesús”.

En el mes de junio de 1944 se llega a un clima de sufrimiento indecible. Después de casi diez meses de ocupación alemana, eso podía ser una alegría: sin embargo, estábamos cortadas de Italia septentrional, y en consecuencia nos era imposible comunicarnos con la provincial y con las reuniones de Milán, Turín, Génova. Los alemanes, en derrota, eran más terribles: siendo la oposición de los guerrilleros muy inferior a las fuerzas alemanas, todo combate regular era imposible. La caza al hombre, no solamente a los judíos sino también a los guerrilleros, llegó a violencia extrema. El ejército fascista, además, estaba implicado en acciones fratricidas. El eco que podía llegar hasta nosotras redoblaba el sufrimiento y el terror; en consecuencia, nuestra oración incesante era sólo de súplica.

Teníamos la costumbre de dar un Crucifijo a los niños, en premio de primera comunión, recomendándoles que amaran a Jesús crucificado, que lo conservaran fielmente como compañero de toda su vida. Hacia el fin de 1944 uno de nuestros pequeños judíos fue bautizado.- tenía unos diez años - y puso su crucifijo al cuello. Lo llevaba con mucho orgullo. Lo dejábamos hacer. Desde la liberación de Roma (4 junio 1944) los judíos que estaban escondidos volvieron a vivir en sus casas.

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La liberación llegó también a Italia del norte el 25 de abril de 1945, pero ¿había terminado realmente la guerra? ¡Cuántos resentimientos, odio, venganzas! Hay que leer esas tristes páginas pensando en la exasperación de la población. La Iglesia sufre con ese clima: ¡cuántas veces sacerdotes, curas de parroquia, se interponen para calmar la violencia! Nadie está ya seguro, ni en su casa, ni afuera: la venganza, pública y privada, es el verdadero drama de la post-guerra. Las comunicaciones, durante meses todavía, pondrán a prueba la paciencia y harán correr riesgos notorios. En octubre de 1945 esperamos a la Superiora general: habría tenido que llegar a las diez de la mañana, y llega sólo tarde en la noche... Se hace un balance de las fuerzas: en Roma, ¡cuántos duelos esos últimos años! En cambio, el Señor nos ha enviado varias vocaciones: al fin del año 1945 celebramos diecinueve novicias y trece nuevas profesas.

que la escuela permaneciera a la altura de su importante misión. Los cursos de religión, los retiros, las actividades de las congregaciones marianas, todo se recobró y se desarrolló... incluso no faltaron las excursiones al campo y el teatro, en el salón del Instituto, que es la alegría de los niños y de los padres en la época de carnaval. Durante el año escolar 1946-1947 el ministro de la instrucción pública visitó el instituto, hablando a las alumnas reunidas en el salón manifiesta que se siente feliz de encontrarse en un medio que conoce bien y que estima mucho. Esas visitas ciertamente dieron placer a todas las HCM, pero la que nos hizo la Superiora general, M. Rascol, dio un soplo de vida nueva a nuestra reunión. Ese verano nos dirigimos al santuario de Genazzano. Pasamos días deliciosos en una casita escondida entre el verdor, en la que renovamos las fuerzas del cuerpo y del alma; sí, incluso del alma, pues pudimos dar jornadas de estudio sobre los Ejercicios espirituales a dos grupos durante ese período de descanso. Allí también no estuvimos inactivas; en una capillita puesta a nuestra disposición por el cura, hicimos catecismo a los niños que se reunieron numerosos en torno a nosotras. Los frutos fueron abundantes. Nuestra partida fue muy sentida por esa buena población.

1946 empieza con un duelo: el 7 de enero Mlle Heily está en estado grave, hay que hospitalizarla. Al llegar a la clínica San Carlos ella saluda con una sonrisa a la Inmaculada que está a la entrada, luego se desploma, se abandona entre los brazos de Isabella de Capitani, que la ha acompañado.: al cabo de algunos instantes se va a contemplar cara a cara a su Dios y a la Virgen María. Ella se había dado “con todas sus fuerzas vivas, los dones recibidos de la naturaleza y de la gracia” a su tarea de formadora. Se sentía que ella vivía verdaderamente la unión con el Señor, dependiendo enteramente de Él. Inteligente, serena, podía parecer un poco pasiva, lejana, pero cuando se le acercaba, se apreciaba la riqueza interior de un alma que podía a su vez dar mucho a las novicias que le eran confiadas. De salud delicada, los años de guerra le fueron fatales. Cuando Dios la llamó a Él, ella tenía sólo cincuenta y cuatro años...

Las HCM que viven en la ciudad se dedican generosamente a la biblioteca, a la obra de la providencia, a la protección de la joven, al catecismo en las parroquias, al apostolado de la oración, etc. Una de ellas es el alma del movimiento de renacimiento cristiano entre las damas de la sociedad romana. Ese apostolado de ambiente, con un método que responde a las necesidades actuales, ha dado ya y promete resultados consoladores para el porvenir.

El Instituto María Adelaida continuó su tarea durante la guerra y los años siguientes en medio de obstáculos de todo tipo, pero sin ninguna interrupción. A pesar de todo, y en despecho del número restringido de HCM, nada se descuidó para

ROMA

Escuela normal de maestras Santa Catalina Instituto pontificio

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En 1935 Ada Stefani es directora de la escuela normal de maestras Santa Catalina, y al mismo tiempo asistente de la reunión María Adelaida. 1935 abre un período de feliz desarrollo y de paz que durará varios años. El instituto tiene por protector a Mons. Cremonesi, que apoya esta obra con delicadeza y confianza. Poco después, el Santo Padre lo llama a una alta responsabilidad y lo nombra cardenal. El instituto, al mismo tiempo que se alegra del honor hecho a su superior, se apena al perder un apoyo tan seguro. Por su parte, Mons. Cremonesi aseguraba que sólo había tenido que estimular al instituto. Prometió seguir rogando por él, y que si no era ya el superior seguía siendo el amigo.

Las ex alumnas vuelven regularmente a las reuniones de hijas de María. A un buen número le gusta encontrarse cada semana en santa Catalina para trabajar en beneficio de la obra de las iglesias pobres. Algunas, incluso casadas, son felices de venir a tomar su lugar en ese grupo en el que, jóvenes, pasaron hermosas horas. Durante las vacaciones, las HCM del instituto hacen apostolado junto a las familias que viven en los alrededores de la villa puesta a su disposición por los padres de una de nuestras alumnas. Sesenta familias han sido consagradas al Sagrado Corazón; se ha preparado a un centenar de jóvenes para la primera comunión.

El Santo Padre, al confiar el instituto a Mons. Migone le dijo cuán querida le era esa obra. El número de alumnas aumenta de año en año. Los resultados en los exámenes de Estado prueban la seriedad y la regularidad de los estudios. En el año 1935, treinta y seis alumnas obtienen la licencia magistral superior que les permite, al entrar en la enseñanza pública, llevar allí el espíritu religioso.

Durante la guerra continúa la enseñanza en el instituto, que se esfuerza también por ayudar a las familias de las alumnas refugiadas fuera de Roma debido a los daños producidos por los bombardeos. Los años 1946-1947 son de recuperación. Un consuelo es la primera misa que celebran en nuestra capilla un jesuita y un sacerdote del colegio Capranica, ex alumnos de las clases primarias del instituto.

El Santo Padre, puesto al corriente de lo sucedido, hace llegar una medalla de oro a la directora, acompañándola con estas palabras: “Queremos dar así un signo sensible de nuestra personal satisfacción al instituto magistral pontificio santa Catalina, que nos es tan querido.”

La obra de los hospitales Durante todos esos años, nuestras actividades en los hospitales continúan, a pesar de la falta de personal y de medios. En tiempo de guerra, se han multiplicado peligros y dificultades de toda clase; el número de enfermos, con frecuencia solos, es también más considerable. Se puede hacer mucho bien allí, y en Roma los hospitales son numerosos. Las HCM visitan regularmente a los enfermos. No descuidan seguirlos, incluso después de la salida del hospital. Encontramos allí gente culta, que ha conocido días mejores, de toda nacionalidad, de toda religión, comprendidos los judíos que son numerosos. En los servicios de profilaxis especial, las jóvenes y mujeres hospitalizadas necesitan ser ayudadas a salir de ciertos medios, hasta de la prostitución.

Una de las pruebas del buen espíritu de las alumnas es la generosidad con la que han distribuido aún este año, con ocasión de Navidad, ayudas a ciento cuatro familias de uno de los barrios más miserables de la capital, y vestido de pie a cabeza a veinticuatro niños pobres con ocasión de su primera comunión. Entre nuestras alumnas hay diez religiosas de diferentes órdenes, que obtuvieron el diploma de licencia magistral. Ellas continúan sus estudios en la universidad católica de Milán. Varias más, laicas, están en la universidad de Roma, frecuentando las Facultades de Letras, de Filosofía, de Matemáticas. Tres están inscritas en la Facultad de Medicina. En ese nuevo ambiente ellas hacen obra de apostolado.

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casas de Roma se han constituido para recibirlas, pero admiten sólo a las que pueden pagar. Las que no pueden hacerlo son nuestra herencia...

La protección de la joven En el volumen precedente (Anales t.VI, p.309) ya se indicó que en razón de contingencias diversas había sido preciso cerrar la Casa Juana de Arco que recibía estudiantes. Hemos lamentado tanto más este cierre cuanto la obra tenía allí un muy hermoso campo de apostolado.

Ellas llegan a todas horas a la casa de acogida que es muy pequeña. Tenemos muchas aventuras, pero también hermosas experiencias. Se presentan salvamentos en condiciones muy dolorosas moralmente: entonces el trabajo se hace espiritual. Durante su estadía, nos esforzamos por ponerlas en alguna ocupación según sus aptitudes. Las sesiones de colocación son laboriosas por las exigencias y las pretensiones de los partidos en causa. Algunas son arrancadas al mal, colocadas, o repatriadas si es necesario, con la ayuda de la policía que nos es favorable.

M.T. de Lorgeril, entonces provincial, no quiso dejar caer la obra misma y abrió una sección que les estaba reservada en la casa de acogida de la protección de la joven. Esta última, transferida a una villa más espaciosa, podía permitir resolver así el problema; las estudiantes tendrían sus cuartos; las HCM asegurarían un doble servicio: a la protección, y junto a las jóvenes, sin que se dispersaran las fuerzas. La presidenta de la obra es la marquesa Malvezzi, HCM. La directora de la casa, Natalia Rosanoff, es ayudada eficazmente por otras dos HCM, Antonia y Lucía Fornari.

El gran consuelo es haber acogido y esclarecido varias vocaciones religiosas, tres de ellas para la Sociedad. Ahí se admira el misterio de la gracia: Dios escoge más almas entre los pobres que entre los otros, como en los días de Cristo y de la primitiva Iglesia.

Las HCM forman parte del comité nacional, pero tienen en mano el comité romano con todos sus servicios, sus patronatos y la importante sección de las corresponsales que da un pesado trabajo. La crisis, que agrava por todas partes la miseria y suscita la cesantía, hace que muchas jóvenes afluyan hacia la capital en busca de una situación.

En 1939 la marquesa Malvezzi, por razones de salud, hace venir de Génova a las hermanas Ravasco para que asuman la dirección de la obra, dejando a Natalia Rosanoff la de la casa de acogida. Al año siguiente las hermanas Ravasco renuncian; son reemplazadas por las condesas Mainone y Suardi que aportaban ya su ayuda, y que hacen un llamado a las religiosas del oratorio de san Felipe, de Rhodes.

La protección está implantada en varios lugares, pero es sobre todo en la estación donde está presente para una primera acogida de las jóvenes en busca de trabajo. En gran número son originarias de Italia del norte, especialmente de Venecia.

En septiembre de 1943 la casa de acogida debe liberar los locales para la autoridad militar. Serán restituidos en abril de 1944. Natalia volverá allí en calidad de directora. La obra continuará en el curso de los años siguientes.

Para las jóvenes que encuentran trabajo se organizan reuniones, encuentros, cursos de corte y costura, etc. En la estación, la delegada de la obra debe estar constantemente en lucha. No teme intervenir para oponerse a los agentes sospechosos que tratan captar a las ingenuas o desamparadas. Ella las agrupa y luego, en el primer momento de tregua, encuentra el medio para hacerlas conducir a lugar seguro. Muchas

Talleres San Juan y Ara Coeli

En Roma existen también dos talleres de trabajo de los que se ocupan algunas HCM: el taller San Juan y el taller Ara Coeli.

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En San Juan son más de setenta obreras en lencería fina que trabajan entre otras para las princesas reales. El espíritu es muy bueno. Una colonia de vacaciones bien organizada renueva cada verano sus fuerzas físicas y su piedad.

primera vez a la Eucaristía y recibieron el sacramento de la confirmación. Las alumnas de la escuela catequística estudiaron con celo y buena voluntad, y el curso concluyó con un examen. El año terminó por una visita al santuario de Galloro y otra al del Divino Amor. Al pie de la Virgen, las jóvenes renovaron su consagración a María y pidieron con fe su maternal protección para el presente y para el porvenir.

El taller Ara Coeli, con sus veinte obreras en confección, reemplazó a Laetitia y Labor (Alegría y trabajo), y conserva las buenas tradiciones de la obrera cristiana. Ha trabajado en silencio desde 1935 y lo hará hasta 1947. Las jóvenes obreras han encontrado siempre allí una segunda familia; ese apoyo material y moral les ha dado la fuerza para soportar valientemente tantas dolorosas pruebas. En el terrible período en el que el hambre se hacía sentir, la dirección del taller les proporcionaba ampliamente productos de primera necesidad, vestidos que les procuraba a costa de enormes dificultades y exponiéndose a veces a verdaderos peligros. Los Padres jesuitas de la obra pontificia de asistencia fueron de gran ayuda en ese trabajo difícil, y tomaron verdaderamente a pecho las necesidades de nuestras jóvenes.

En Ceccano, Enrica Sindici, HCM, habiendo instituido un pequeño asilo de ancianos sin otro fondo que la Providencia (ver Anales, tomo VI, págs. 311-312) ve que esa obra se sostiene y crece poco a poco. Su sueño habría sido que la Sociedad pudiera asumir la tarea después de ella. Pero pareció que era un mejor servicio de Dios confiar el porvenir a las hijas de Sante Antide Touret que ya están establecidas en esa pequeña región. Al cuidado de la obra de los ancianos, Erica une desde hace tiempo el de la visita a las cárceles Ella logró poner en condiciones de servicio decente la capilla del establecimiento y la proveyó de todo, a fuerza de colectas y solicitudes. Hace celebrar allí la misa todos los domingos, instruye y consuela. Ella misma, gravemente afectada en su salud, se mantiene de pie por milagro, y Dios bendice su valor, digno de su vocación.

Estas no fueron ingratas pues, cuando los Padres jesuitas pidieron confeccionar de urgencia centenares de vestidos de lana para los niños alcanzados por los bombardeos, ellas trabajaron día y noche para satisfacer su deseo. Una recompensa para tanto trabajo fue, en 1944, la audiencia concedida por Pío XII a las directoras y a las obreras del taller. El Papa se interesó en su marcha y en cada joven en particular. Él aceptó la ofrenda espiritual que se le hizo en un rico pergamino, y dio a cada una un pequeño rosario blanco. Esta visita dio un nuevo impulso a la vida espiritual del taller: misa del domingo, Ejercicios espirituales predicados por un Padre jesuita, etc.

Su obra, para la visita de los detenidos, existe también en Roma. Una HCM obtiene la introducción del Crucifijo en el establecimiento penitenciario Regina Coeli.

Cooperación con Russicum Hay que recordar muy particularmente una obra que ganará en intensidad durante la guerra, y continuará los años siguientes. María Rosanoff estaba en Italia, con su madre, Natalia, desde varios años. Eran inmigrantes rusas; ambas eran HCM. En el curso de los años que precedieron a la guerra, muchos judíos se habían refugiado en Italia; eran acogidos en Russicum, obra de ayuda, obra

Centro muy floreciente del apostolado de la oración, el taller cuenta entre sus miembros un buen número de apóstoles fervientes... En mayo de 1946 tuvo lugar una hermosa ceremonia en nuestra pequeña capilla: cinco obreras de quince años se acercaron por

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cultural también, que dirigían los Padres jesuitas.

pobres que todos los días vienen a golpear a la puerta, con la certeza de obtener cuidados médicos gratuitos, y no solamente eso... En efecto, es la época en que un médico, después de haber examinado al enfermo, pide a la enfermera que alcance al enfermo y le entregue un sobre con el dinero necesario para comprar los medicamentos.

Esos inmigrantes llegaban así a encontrar lugares en los que escapar a la persecución que causó estragos después de la revolución de 1917. Durante la guerra mundial, los refugiados eran mucho más numerosos; reducidos a una extrema pobreza, encontraban refugio, gracias a la protección del Vaticano y a la ayuda de Russicum, en un gran inmueble en el que alojaban más de doscientas cincuenta personas. Hubo que organizar progresivamente esta casa. María Rosanoff fue llamada a ayudar, ella también, pues sabía varias lenguas.

El cardenal Pizzardo visita la clínica casi todos los años; trae siempre de parte del Papa estímulos para continuar, en la escuela de enfermeras, la obra tan preciosa de formación técnica, concerniente a esta profesión, así como la formación espiritual. Él admira todo lo que se ha podido realizar, tanto en el dispensario como en la clínica. Tal vez no ignora sobre cuánta generosidad se apoya tal obra apostólica, a la que todas las reuniones de la provincia han contribuido con largueza. De hecho, en esta clínica se hospitalizan las HCM enfermas no sólo de Roma, sino también de Turín, Milán, etc.; es una alegría para ellas encontrar su casa en San José.

“Yo les daba lecciones de italiano, y al hacerlo se hablaba fácilmente de religión. Hubo bautizos, primeras comuniones, conversiones.” María se prodigará allí y dará también lecciones de inglés, francés. Se espera abrir próximamente un internado en el que los niños, bajo la dirección de los Padres de Russicum conservarán su carácter nacional y serán educados según los principios que los harán el germen de una Rusia nueva. Así: Dios se sirve de todo para el mayor bien.

La reunión, las alumnas, el personal diplomado, los agentes de servicio, los miembros de las diferentes obras parroquiales, se suceden en un ritmo sostenido en los triduos y retiros... se puede leer la crónica de los nombres de los predicadores con renombre de santidad.

Efectivamente, después de la guerra, la Casa Santa Elena será confiada a las HCM por los Padres jesuitas de Russicum y por el cardenal Tisserant, entonces secretario de la Congregación para las Iglesias orientales. En 1943 se celebraron en la capilla de Russicum los funerales de la princesa Volkonsky, HCM que durante mucho tiempo había sido huésped de la reunión San José (en Roma); allí falleció el 19 de mayo de 1943.

Cada año se celebra una misa en rito bizantinoeslavo y en lengua eslava, para que las HCM, rusas de origen, puedan revivir la liturgia de su patria: ¡qué alegría para la princesa Volkonsky, como para Natalia y María Rosanoff! En 1935 tiene lugar en Roma un congreso internacional de enfermeras: participaron en él algunas HCM venidas de Francia, así como nuestra directora Francesca Crispolti y un grupo de alumnas. Esta fue invitada a relatar los comienzos (es la primera en Italia) y el desarrollo de la escuela. Ella expone el método empleado para dar una formación profesional segura y responsable, y al mismo tiempo una formación cristiana igualmente profunda. Durante el verano de ese mismo año se propagó una epidemia de tifus; el trabajo se

ROMA San José Con impulso, como de costumbre, empezó el año 1935, por las actividades caritativas: el regalo de la Befana (Epifanía) ofrecido a unos doscientos niños, la presencia de numerosos

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recargó considerablemente, se multiplicaron los cuidados. Fue también el año de la guerra que opuso a Italia con Etiopía. Una circular de Francesca invita a todas las enfermeras, voluntarias o no, a mantenerse preparadas para servir, en caso de necesidad.

En la casa hay también una tradición para la fiesta de Pentecostés: los pobres, nuestros visitantes habituales, son invitados a hacer juntos su Pascua en una celebración festiva. Vienen numerosos. Esta fiesta, como toda fiesta, termina por un encuentro gozoso; chocolate y maritozzi1.

Incluso si se está cerca de tanta gente que sufre se pueden deslizar algunos momentos de fiesta. Para la de Francesca, las alumnas quieren hacer un regalo a su directora. Se ordenan quince pequeñas mesas de madera que servirán en la clínica. ¡pero no las entregan a tiempo! Entonces se ven aparecer quince mesas en papel: tienen un hermoso aspecto; cada cual está dedicada a un misterio del rosario. ¡La fiesta ha resultado!...

Para las obras que hay que acoger, la superiora ha recuperado una sala. Pues cada HCM, además del ejercicio habitual de su profesión en la que se ocupa en la clínica, tiene un jardinillo apostólico que cultivar: catecismo, preparación a la fiesta de la Befana2 para los niños de familias pobres, preparación a los sacramentos, visitas a las personas mayores solas, etc.: todas ocasiones excelentes para conservar el contacto con el mundo, con el sufrimiento. No hay que dejar que el corazón se seque por la rutina, consecuencia inevitable de todo trabajo.

La reunión se hace más numerosa; todo el entorno habla de generosa dedicación, de caridad edificante. Ese testimonio se hará casi un lugar común, que se repetirá por numerosos años.

Todo el servicio proporcionado por los dispensarios es gratuito. Los gastos son cubiertos por generosas ofrendas, por la rifa, las loterías, por el envío de dones considerables hechos por las ex alumnas, las voluntarias de los primeros tiempos, todas de la nobleza romana, desde la reina Elena hasta las princesas, condesas, marquesas, etc., que saben bien lo que se hace en los dispensarios.

Pero el considerable trabajo cumplido al interior de la clínica no podría encerrar entre cuatro muros el impulso apostólico. La parroquia llama en ayuda, la reunión responde. Giovanna Alessi realiza un trabajo asiduo en los dispensarios, pero da cada uno de sus momentos libres al apostolado de la oración, a la Cruzada Eucarística, a los Pajes del Santísimo Sacramento, a la consagración de las familias al Sagrado Corazón, etc. Su caridad generosa la hace acudir junto a toda persona que necesita ayuda: ¡Dios sabe cuánta gente pudo consolar por su presencia y su bondad! Es el modelo vivo de la verdadera celadora de la que – una semana antes de su muerte – trazará los rasgos notables con ocasión de una reunión: enteramente consagrada al Corazón de Jesús, es por El que vive, en Él pone su confianza, a Él abandona su vida y su trabajo. Para mí, vivir es Cristo puede decir con San Pablo. Es joven aún cuando el Señor la llama a la vida eterna. Solamente dos días de enfermedad han sido como la purificación final. Sus funerales celebraron el triunfo de su modestia y de su humildad.

Tal vez al leer estas líneas se esbozará una sonrisa: ¡cómo ha cambiado nuestra sociedad! Pero hoy también el voluntariado, aunque sin blasón, interpela a muchas personas, se ejerce eficazmente con sencillez y modestia. Hay siempre el buen samaritano que se inclina sobre el hermano herido; sólo el milagro del amor durará sin fin. Tal vez muchos no escuchan la voz que dice: “Es a mí a quien lo has hecho”, y sin embargo recibirán la recompensa, porque habrán amado. La nota dominante que conviene destacar es la sencillez afectuosa que atrae la simpatía y gana la confianza. Cada año hay algunas vueltas a Dios entre los enfermos del dispensario y en 1 2

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Pequeñas galletas con uvas 6 de enero


sus familias: un judío, una familia protestante, una conversión en 1938 al cabo de cincuenta y un años de abandono de práctica religiosa, y muchos otros episodios que alegran el corazón e incitan a vivir aún más intensamente para Dios.

1939 trae, ¡ay! síntomas de guerra. El discurso del Santo Padre Pío XI conmueve a todo el pueblo cristiano y llama a la oración, tiempo de vela, vivido en la angustia y la espera dolorosa de los acontecimientos. La Sociedad está en primera línea para implorar la paz: se multiplican jornadas de oración, novenas, peregrinaciones a los más próximos santuarios de la Virgen.

Todos los años unas cincuenta personas de una empresa de trabajos públicos que trabajan para la clínica, se reúnen durante tres días en la casa para prepararse a la comunión pascual. Una vez recibido el sacramento de la reconciliación cada cual participa en la misa solemne en la que asalariados y ejecutivos comulgan al mismo Señor.

En una carta circular, M. Rascol invita a un fervor, a una fidelidad renovados, así como a la reparación por actos de amor y de generosidad en la práctica de las virtudes sólidas, y a la humilde confianza.

A veces el tren blanco, tren de peregrinación para Loreto o para Lourdes, es acompañado sea por una HCM sea por una enfermera, sea aún por una voluntaria de la escuela de enfermeras. ¡Cuántos corazones y cuerpos se curan! No faltan elogios, venidos del exterior: son visitantes ilustres: el príncipe Chigi, gran maestro de la Orden de Malta, numerosos cardenales, obispos, sacerdotes. No es raro que los diarios hablen de nuestra escuela y del trabajo de las enfermeras a favor de las personas necesitadas.

Para Italia también llega la guerra, con las angustias, los sufrimientos que sólo pueden comprender los que han vivido esos años tan largos. Inseguridad, ruinas, devastaciones; toda familia tiene a alguien en el frente, o en los campos de concentración, o en la guerrilla en la Resistencia En la clínica, puertas y corazones están abiertos a los nuevos pobres que vienen a golpear. Nuestros soldados llegan de Albania. Con los pies y las manos congelados; ya no son los soldados de la primera guerra mundial (1914-1918); los tratamientos son diferentes, pero las heridas sobre las que se inclinan las enfermeras no son menos profundas ni menos desgarradoras.

Si la responsabilidad y la carga de un complejo tan pesado caen sobre la superiora y la directora, se puede decir también que el compartir y la cooperación de todas las HCM, de los médicos, de los docentes y del personal son una realidad.

Un seis de enero, día de la Epifanía, nuestras enfermeras son llamadas al hospital Príncipe del Piamonte, de la Orden de los Caballeros de Malta, para recibir el primer contingente de enfermos provenientes de Albania; ¡qué masacre, y qué valor!

Además está la ayuda invisible y poderosa de la oración y del sufrimiento de varias HCM enfermas. Cuántas veces la Superiora general, con ocasión de sus visitas, ha exhortado a cada una a encarnar el carisma de la Sociedad:

Sobre la gran terraza que constituye el techo de un ala entera de construcciones de la clínica, se había trazado una gran cruz amarilla y roja, la cruz de los caballeros de Malta, para que los aviones comprendieran que se trataba de un establecimiento hospitalario que había que perdonar. Allí también encuentran refugio personas que hay que salvar del peligro de las redadas.

Ser contemplativas en la acción; en el mundo pero no del mundo, en una vida de dedicación humilde e incesante a los miembros sufrientes del Cuerpo de Cristo, y exhortando a la formación de las jóvenes, llamadas a servir a los enfermos en los hospitales.

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El general Crispolti, hermano de Francesca, su cuñado coronel, sobrinos de las HCM de la reunión, otros próximos, huyen de sus ciudades bombardeadas y encuentran refugio en nuestra casa. El profesor Coen, cirujano y judío, desaparece con otros amigos. Todo habla de inseguridad.

Los nombres de las HCM que ejercieron responsabilidades de dirección en las obras, o en el interior mismo de la reunión, están puestos a plena luz por la crónica. Los nombres de las otras HCM que aseguran la buena marcha de los servicios cotidianos, muy importantes: cocina, lavandería, portería, no son menos notables. Todas juntas crean la fisonomía del establecimiento con sus rasgos principales: caridad, trabajo, vida espiritual, que hacen visible lo invisible. Recordemos a la Srta. Falangola, el buen ángel que se colocaba junto a las recién llegadas. ¡Cuánta delicadeza, consideraciones, ayuda, consejo, palabras de aliento, y sobre todo qué ejemplo daba!

Hacia el fin de la guerra, el señor cura busca dónde esconder a numerosos jóvenes para que no sean capturados, en represalia, por los alemanes que han ocupado la ciudad. Las HCM continúan las visitas a campamentos de barracas situados no lejos de allí, zona peligrosa, en la que cada cual asegura su propia defensa por una lucha sin cuartel, y donde los niños pequeños son testigos de escenas de horror; allí es donde se ocupan de una niñita que ven salir de un lugar en el que ni los carabineros están en condiciones de asegurar el orden y la tranquilidad.

¡Y la señora Bompiani, presente desde la fundación, en el antiguo dispensario! Se puede decir que, de nombre Serafina, ella es de hecho un serafín, supo mejorar la actividad general. Hija, hermana y tía de todos los profesores Bompiani ella no era doctor en medicina, pero sabía sugerir comportamientos en diferentes circunstancias difíciles. Con una dulzura sagaz y maneras distinguidas ella conducía lo que se llamaba la buena sociedad de las voluntarias.

La pequeña es una gentil niña, se deja educar y cambia incluso de lenguaje; ya no dice palabras obscenas, las únicas que llegaban a sus oídos; se convierte en una niña bien educada que puede ser preparada para los sacramentos. Una enfermera y una de las nuestras proveen a eso. Para la directora su primera comunión será un regalo magnífico. Toda la familia de la niña está presente e incluso su padre se confiesa. Su gratitud durará toda su vida: ella encuentra un trabajo y, tomando de su primer salario, compra flores y viene con el corazón lleno de alegría a ofrecerlas a la capilla. También vendrá a darnos a conocer a su novio, luego a presentar a sus amigas su primer hijo: una niña. Ella será en lo sucesivo una persona de la familia que nos hará compartir todas sus alegrías.

Ella encontraba el tiempo y el medio para ejercer un apostolado fuera. Las visitas a los pobres eran para ella una alegría. Abordaba los casos difíciles con serenidad, oraba con confianza y tenía éxito siempre. Ella era estimada por todos por su benevolencia, su paciencia, su indulgencia, su apertura y su rectitud de espíritu. Con su sonrisa constante soportaba valientemente sus sufrimientos físicos. En la homilía que pronunció con ocasión de sus exequias, el señor cura decía que él la habría canonizado de inmediato. La condesa Mornati, siempre sonriente también, parecía vivir su vida interior en el silencio; salía raras veces y sólo para el bien de los otros. Entonces sabía reconfortar los espíritus abatidos, y hacer sonreír por una broma marcada de finura; uno se sentía feliz junto a ella.

La reunión encontró en esos mismos campamentos a un comunista: le rodeó de cuidados y de benevolencia, e incluso le ofreció un viaje a Lourdes, que él aceptó de muy mal humor. Es mutilado. Parte... y vuelve transformado; ya no habla sino de Lourdes y de la Santa Virgen; incluso será invitado a contar en la clínica sus impresiones a sus amigos pobres.

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La señora Binelli pasaba fácilmente inadvertida a un observador poco atento. Se habría dicho que ella no estaba ahí, tanto sabía eclipsarse y desaparecer. Y sin embargo, ¡qué ejemplo de bondad, de sencillez, de discreción!

renovadas, pues la rica Milán marginaba o destruía en su bienestar a un número infinito de nuevos pobres; este conocimiento la hacía igualmente apta para encontrar por anticipado los medios para ir en su ayuda. Esta lección de amor viviente perdura más allá de su muerte, pues otras HCM recogen su herencia y continúan las obras que ella creó. Para un relato detallado del apostolado de Carolina remitimos a la obra de Franco Berra, prologada por Mons. Bernareggi, obispo de Bérgamo, que había trabajado mucho tiempo en Milán, y precisamente durante los años en los que ella estaba en actividad.3

La vida de Francesca Crispolti no se podría resumir en pocas palabras: personalidad austera, inteligencia muy viva, intuitiva, voluntad fuera de lo común, espíritu de organización, gran abnegación, cualidades de jefe, espíritu de sacrificio... Su bondad verdadera, profunda, transparentaba sobre todo cuando se daba cuenta – y ella se daba cuenta siempre – de que había sido un poco demasiado severa o exigente con las demás. Entonces encontraba la palabra y el gesto que restablecían la situación. Siempre dispuesta y siempre presente.

En Milán, la Sociedad tiene su sede en vía Conservatorio; allí es donde se encuentra un establecimiento escolar importante. El cardenal Ferrari quería que ofreciera una educación cristiana a las niñas de familias pertenecientes a las clases media y alta de la sociedad milanesa; en esa época las escuelas de los francmasones y de los protestantes ejercían una considerable influencia. Fundado en 1896, el instituto Vittoria Colonna continúa su obra en 1935, gracias a la cooperación de las HCM de la casa común, y también gracias a la fuerza del Cor Unum: de ella saca sin cesar nuestra vida religiosa su plenitud.

Ella era muy conocida en la Roma de entonces. Las repetidas bendiciones de san Pío X, que había querido y pedido esta obra a las HCM, los estímulos de Benedicto XV, de Pío XI y de Pío XII acompañaron los cuarenta años de su actividad el servicio del bien. Ella murió en julio de 1946, llorada por todo el barrio y, se puede decir, por la ciudad misma. Los años 1946 y 1947 registraron los acontecimientos habituales. Cada cual vio volver fechas de encuentros, de fiestas, de conmemoraciones, con las costumbres unidas a esas festividades; cada año soportó también mil imprevistos que pidieron un corazón siempre abierto, generoso, y animado por una búsqueda ardiente del amor de Dios y del prójimo.

La tarea educativa del instituto se hace cada vez más difícil, debido al espíritu de independencia que gana a las nuevas generaciones, y debido al débil apoyo que nuestra dedicación encuentra en las familias de nuestras niñas. A pesar de las dificultades económicas, más de trescientas alumnas pidieron ser recibidas en nuestra casa en 1935. Ellas quieren su escuela y saben bien, luego, hacerse a su vez apóstoles celosas.

MILAN

El tomo VI de los Anales concluyó evocando a Carolina Cassinis (p. 324,325,329): nacida en Turín, ella fue la primera HCM de esta ciudad, pues la Sociedad la envió primero a Padua, luego a Génova, por fin a Milán donde prodigó todas sus energías en un apostolado intenso y creativo. Ella tejió una red estrecha de obras y de conocimientos personales: el amor la hacía conocer e identificar las miserias, sin cesar

Una joven de trece años, después de cuatro años pasados en nuestra casa pidió y obtuvo la gracia de ser bautizada. 3

Franco Berra: “Que yo sea la sombra”, Chieri 1941. No se habla ahí de su consagración religiosa como HCM, pero a falta de fechas, podemos identificar las obras a las que la Sociedad, con un corazón abierto a las necesidades de los tiempos, regala a sus hijas.

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Una ex alumna, después de muchos años de lucha fue bautizada y recibió la primera comunión en nuestra capilla.

obra de los retiros a Obreros, que reúne un cierto número de señoras y de jóvenes en torno a nosotras; sus trabajos de bordado son vendidos con ocasión de una kermesse, y el provecho va a los obreros que hacen un retiro en casa de los Padres jesuitas. Además de los trabajos de bordado, ellas tratan de profundizar su fe y su vida cristiana por recolecciones mensuales, jornadas sociales, etc.

Nosotras continuamos nuestra obra de formación cristiana después que las alumnas han terminado sus estudios, reuniéndolas cada mes para una conferencia y cada año para un retiro. Hacemos lo mismo con las maestras que no son HCM:

En el Patronato Silva se reúnen todos los domingos un buen número de empleadas domésticas y de oficina; las HCM las acogen, animan ese momento de descanso y les ofrecen un poco de cultura religiosa. A partir de 1937 ese centro recreativo tendrá su sede en el instituto Vittoria Colonna. El Socorro Mutuo, en una casa de campo, se esfuerza por hacer bien a las que buscan descanso y calma. Ofrece la posibilidad de retiros.

Más de cuarenta niños y niñas recibieron al Señor en nuestra capilla. La ceremonia empezó por la renovación de las promesas del bautismo y terminó por una procesión con lirios que los niños depositaban a los pies de la Santa Virgen. En la tarde ellos distribuyeron regalos a los ancianos de las Hermanitas de los Pobres. El instituto empezó una biblioteca circulante que promete un rápido desarrollo. Las comedias durante el carnaval, los paseos en primavera, han acercado las alumnas a las maestras.

Algunas HCM ejercen una actividad apostólica en las obras de la protección de la joven, otras enseñan en las escuelas públicas, trabajan en sus parroquias haciendo catecismo, ocupándose de los pobres, o bien en la Acción Católica El cardenal Schuster desea que la Semana filosófica. de los universitarios se desarrolle en el instituto Vittoria Colonna; es seguida todos los años con mucho interés. Pide también a la Sociedad una HCM para que se ocupe de la formación de un grupo de personas deseosas de consagrarse a Dios.

El instituto respondió con mucha generosidad al llamado de nuestra patria dando oro, plata, cobre, y enviando al Africa paquetes para los soldados. Un joven oficial escribió a una de nuestras alumnas que él había vuelto a encontrar la fe de su infancia al leer el librito de oraciones que ella le había enviado. Organizamos un centro para la obra de las alumnas de la Caridad de San Vicente. Se trata de enseñar a las jóvenes la manera de visitar a los pobres con un espíritu cristiano, lo que será benéfico para ellas y para ellos.

En 1936 llegan refugiadas de España, donde benedictinas, cistercienses, Hermanas reparadoras han sido obligadas a abandonar de prisa sus monasterios. Necesitan ropa blanca y vestidos. Se colecta lo más que se puede y se les da también lana que ellas mismas podrán tejer.

Este año se empezó también un curso de enseñanza doméstica: veinticinco jóvenes lo frecuentan con asiduidad. La obra de educación del instituto pide nuevas iniciativas, otras organizaciones más conformes con los tiempos en los que vivimos. Esperamos que el Señor venga en nuestra ayuda, pues somos sólo humildes instrumentos en sus manos.

Además, las vacaciones en Vicosoprano, en Suiza, son una ocasión apostólica maravillosa para la parroquia y para las personas que suben del valle: catecismo, preparación de niños a la primera comunión, encuentros con las mamás, regularización de situaciones, aprendizaje de la oración, lo que es importante en medio

Las demás obras, sostenidas en su mayoría por HCM que no residen en la casa común, continúan también. Así está el taller ORO, la

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protestante. En Vicosoprano o en Corconio, sobre las orillas del lago de Orta, las HCM pueden pasar un tiempo de vacaciones, orar, encontrarse: cuando es posible, vienen de toda Italia, e incluso de Francia. El Cor Unum se refuerza en la alegría de hacer conocimiento y de orar juntas.

Universidad del Estado, en el marco de conferencias dadas por un Padre jesuita. La experiencia que se comprueba positiva estimula a continuar y a desarrollar esas iniciativas de formación; son acogidas favorablemente y bien seguidas. 1939 trae tristes presagios de guerra; consecuencias temibles seguirán para Italia. Nos esforzamos por hacer frente a nuevas dificultades, pero la vida sigue. 1940 traerá el anuncio doloroso de la entrada de Italia en el conflicto.

Se comprueba también que de esos encuentros nacen vocaciones religiosas, a la Sociedad, a la vida contemplativa. Para muchas otras el llamado es a formar familias sólidamente fundadas sobre el Evangelio Algunas se dirigen hacia la enseñanza en las escuelas públicas, otras encuentran su campo de apostolado en la Cruz Roja.

Al comienzo el instituto Vittoria Colonna continuó su trabajo habitual y las obras que se realizaban, intensificó su acción en vista de proveer a las nuevas necesidades, enviando por ejemplo paquetes a los capellanes militares. Pero tanta actividad fue interrumpida bruscamente por los primeros bombardeos. Alrededor del instituto todo son casas destruidas por las bombas explosivas. Casi todos los vidrios han caído. Hay que alejar de la zona peligrosa al mayor número posible de HCM. Se refugian en nuestra casa de Melzo. No se puede pensar en continuar la actividad escolar; transferir el instituto a otro lugar no es fácil. Encontramos por fin un hotel en San Fedele d’Intelvi y nos instalamos allí a comienzos de enero de 1943.

El grupo Alumnas de la Caridad de San Vicente se desarrolla; con una HCM abre una sección en la Universidad Católica del Sagrado Corazón; en 1937 cuenta ya con unas sesenta estudiantes. Todas las semanas, en una sala de la Universidad, se reúnen para coser ropas que llevan luego donde los pobres, acompañadas por una HCM. Al mismo tiempo llevan una palabra y una sonrisa que alegran, alivian, reconfortan. Ellas mismas, con frecuencia muy absorbidas por los estudios y la actividad intelectual, se abren a la formación del corazón: el grupo les da lecciones de vida. En 1938, en el instituto Vittoria Colonna se convirtieron diecisiete alumnas y ex alumnas. Una familia recibió los sacramentos de manos del cardenal Schuster, arzobispo de Milán. En el marco de las parroquias, las HCM trabajan en todos los movimientos de Acción Católica: esto también es un compromiso apostólico considerable ofrecido a la Iglesia por la sociedad.

Allí se organiza un pequeño internado. Se dan cursos regulares. Se recibe también a jóvenes, refugiados en las localidades vecinas, y se abre un anexo en Lanzo d’Intelvi El 14 de febrero, nuevo raid: tres granadas incendiarias caen sobre el techo de la casa. Con el valor infundido por el peligro, algunas HCM que se han quedado en Milán, ayudadas por tres hombres, suben a lo más alto del techo y logran extinguir las primeras llamas. Pero la ciudad está iluminada como en pleno día por el incendio que hace estragos por todos lados; en torno a la casa todos está devastada. Al interior se trata de salvar lo que se puede. La capilla está entonces casi indemne, excepto los vidrios que han caído.

La participación en las conferencias San Vicente de Paul que agrupan a estudiantes de la Universidad Católica empieza por encuentros con los jóvenes titulares de un diploma universitario, por invitaciones a cortos retiros espirituales: ese desarrollo apostólico es un ejercicio de caridad y una práctica seria de la vida cristiana, forma almas bien templadas. Del contacto con los profesores de la Universidad Católica nace el deseo de ofrecer también encuentros a los profesores de la

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A fines de mayo, doscientos empleados de los servicios municipales de abastecimiento se reúnen en el salón del piso bajo para prepararse a hacer su Pascua. Las HCM que están en los alrededores de Milán tratan de venir, ellas también, aunque las comunicaciones son extremadamente difíciles.

montañas, sólo el diario y la radio traían noticias.

Julio de 1943 es el mes de acontecimientos políticos inesperados: el partido nacional fascista es disuelto, se constituye un gobierno provisorio, de manera que se está en alerta.

La reunión había sido evacuada en parte a Melzo y en parte a San Fedele. Las pocas HCM de vía Conservatorio trataban de acoger a jóvenes que volvían de Milán.

Del 11 al 13 de agosto no cesan los raids aéreos; la casa está gravemente dañada. Las escasas partes habitables están ocupadas por el ejército del aire. Los daños en vía Conservatorio y en el Colegio Real son considerables. Los bombardeos de los días 15 y 16 de agosto demuelen también un ala de la casa y una parte del establecimiento escolar. La capilla ya no tiene techo, los muros están agrietados.

Esperando la vuelta a la calma, era urgente pacificar, sustraer a tal o cual de las investigaciones, a fin de evitar eventuales actos fratricidas. ¡Qué triste fue ese período! Al fin del verano, San Fedele d’Intelvi regresa a Milán.

Una tregua hasta el 25 de abril de 1945; será seguida por un largo año de venganzas y de represalias. En lo sucesivo, Milán será aún el teatro de episodios terribles.

Se reabre la escuela bien que mal en octubre de 1945 en las salas de clase utilizables: los montones de escombros hacen visible la tragedia que se ha vivido. La vida se reanuda en la fiebre de las reparaciones, de la reconstrucción; hay que encontrar todavía algún cuarto hospitalario, volver a traer el mobiliario trasladado fuera de la ciudad. Es un retorno gozoso, aunque no hay una familia que no llore a uno de sus miembros... Nosotras también nos contamos: el Señor nos ha preservado a todas.

El armisticio pone fin a esos ataques sobre la ciudad, pero continúan sobre las vías de comunicación y obras de arte circundantes (vías férreas, puentes, etc.) En San Fedele d’Intelvi la vida religiosa continúa con fervor. María Paravidini, la superiora, sigue a sus hijas alejadas gracias a la correspondencia. Junto a todas ellas continúa con solicitud su tarea de formación, estimulándonos siempre a mayor fidelidad y confianza. Algunas aspirantes suben hasta San Fedele para conocer la Sociedad. Norma les abre de par en par la puerta y las acoge con una gran sonrisa. Se establece ya un verdadero Cor Unum. Lea Perugini, directora del establecimiento escolar, se da en cuerpo y alma a las internas y se comparte entre San Fedele y Lanzo d’Intelvi. Una tarde se la vio llegar sola en un frío día de invierno, bien abrigada, con su calzado de montaña cubierto de nieve. Había venido por no se sabe qué medio, sin duda más bien ocasional que regular, muy feliz, la sonrisa en los labios: el día había sido bien empleado por Nuestro Señor. Allá arriba parecía que los ruidos de la guerra se atenuaban por la inmensidad silenciosa de las

De las ventanas del segundo piso y de las del tercero casi reparadas, podemos saludar de nuevo a la Madonnina en oro que se destaca en el cielo por encima de la ciudad, tan cerca de vía Conservatorio. Recogemos, de labios de nuestro arzobispo, la palabra de Jesús: “He ahí a tu Madre”. Con ella, renace la confianza en el porvenir. Es verdad que nuestra casa estaba quemada en parte y que en el incendio se había perdido mucho, pero también era necesario que diéramos nuestra parte en el gran sacrificio de la patria. Y estábamos contentas de poder sentir los efectos de la pobreza. Mucho trabajo, mucho dinero se necesitaba para volver a poner en condiciones las clases. Se tuvo que

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