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MUERTES AL DIA

El fentanilo se ha convertido en el problema de salud más importante para los estadounidenses. Actualmente existe una crisis causada por el consumo de opioides que continúa en constante crecimiento. Los opioides han causado una gran cantidad de muertes en nuestro país vecino. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de

Enfermedades (CDC) , más de 150 personas mueren cada día por sobredosis relacionadas con opioides sintéticos como el fentanilo.

La gran cantidad de muertes por sobredosis se debe a su potencia, la cual puede ser entre 50 y 100 veces mayor a la de la morfina. El contacto directo con de 2 a 3 miligramos de la droga puede causar un paro respiratorio o incluso la muerte. Una vez que se consume el fentanilo, es recibido por las áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones, por lo que éste se acostumbra a dicha sensación y una vez que termina el efecto, es difícil sentir placer de manera natural, por lo que se vuelve adictiva. Además, las personas que ya han desarrollado una adicción y dejan de consumirlo presentan síntomas de abstinencia a las pocas horas como dolor de huesos, problemas para dormir, escalofríos o movimientos incontrolables en el cuerpo.

Las Soluciones Republicanas

Para algunos políticos norteamericanos (y no pocos mexicanos que también avalan los mismos recursos), una solución sería que el gobierno de los Estados Unidos declarara a las organizaciones delictivas como grupos terroristas, con la consecuencia de emprender operaciones militares en territorio mexicano. No es una idea nueva, de hecho, Mark Esper, exsecretario de Defensa de Donald Trump compartió en su libro de memorias titulado ‘A Sacred Oath’ (Un juramento sagrado) que el entonces presidente estadounidense le preguntó sobre la posibilidad de lanzar misiles a México, para “destruir los laboratorios de drogas” y aniquilar a las organizaciones delictivas.

Por su parte, Dan Crenshaw y Michael Waltz, integrantes de la Cámara de Representantes, presentaron una propuesta para que el Ejército se encargue de combatir las organizaciones delictivas mexicanas. El proyecto de ley buscaba la autorización del uso de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos contra los responsables de traficar fentanilo o llevar a cabo otras actividades relacionadas que causen desestabilización regional en el hemisferio occidental. En México, el presidente, legisladores y funcionarios de diversas dependencias se manifestaron contra la propuesta, señalando que los políticos estadounidenses querían usar a México para crear un ambiente que les permita ganar las elecciones en noviembre de 2024.

El mismo gobierno de Joe Biden advirtió que vetaría la propuesta republicana, porque crearía un clima hostil entre los dos países y arruinaría la relación con México, que representa uno de sus aliados estratégicos. La Casa Blanca no se puede dar el lujo de cortar la cooperación con su vecino, por el contrario, es tiempo de que asuman su responsabilidad en el problema, como el consumidor número uno de drogas en el mundo.

A diferencia de lo que señalan los republicanos, las soluciones no pasan por la invasión de un país o por enviar misiles para destruir objetivos en el país vecino. El gobierno de Estados Unidos debe concentrarse en estrategias propias, es decir, dentro de su territorio, Deben evitar trasladar el problema fuera de sus fronteras para enfocarse en encontrar soluciones en sus causas; ya que mientras el mercado siga requiriendo del fentanilo, las organizaciones criminales (sin importar el país de origen) van a seguir produciéndolo.

Es fundamental que el gobierno intensifique los esfuerzos para reducir la disponibilidad y oferta de fentanilo ilegal en el mercado. Además, de abordar el problema del fentanilo como una cuestión de salud pública, mas que como un problema de justicia. La inversión en servicios de salud mental y de adicciones, así como en prevención, tratamiento y recuperación, es esencial para abordar las causas subyacentes de la crisis de opioides.

Es importante destacar que la crisis del fentanilo requiere una estrategia integral y coordinada que involucre a múltiples sectores de la sociedad, incluyendo al gobierno, a los profesionales de la salud, y a la comunidad en general. La cooperación y el trabajo conjunto son fundamentales para enfrentar este desafío.

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