Hélice UC. Edición 5: Memoria

Page 22

se trata de la capacidad de erosionar desde los márgenes la memoria oficial. Como ejemplo de esto, Ryan (2010) presenta las protestas y narrativas estudiantiles norteamericanas de los setenta respecto a lo que realmente había ocurrido y estaba ocurriendo en la guerra de Vietnam, o las demostraciones de las madres en la Plaza de Mayo en la época de la dictadura de Argentina, que forzaron a repensar el relato tras la historia que estaba construyendo el gobierno. Efectivamente, como plantean Misztal y Tallentire es posible reconocer una mayor democracia en la creación de la memoria gracias a que grupos alternativos y/o subalternos tienen cada vez más recursos para debilitar la memoria oficial y postular su propia visión. Sin embargo, teniendo en cuenta que probablemente siempre existirá un discurso hegemónico de la memoria nacional, la pregunta que me interesa plantear es: ¿la construcción de esa memoria oficial puede tener un carácter democrático o está condenada a ser siempre excluyente y cerrada? Es decir, ¿la democracia en la memoria solo existe desde los márgenes o es posible democratizar la escritura

del relato oficial? En caso de ser posible, sería necesario un cambio de la manera en que el Estado-Nación edifica su memoria. Implica cambiar el paradigma en la construcción de la memoria nacional, transitando desde una actitud autoritaria a una abierta y pluralista. Ursula Van Beek (2007) considera que sí es posible tal hazaña. En efecto, al estudiar la memoria colectiva, la autora plantea que una característica central de la democracia es su capacidad de no cultivar una imagen singular sobre el pasado, sino desarrollar una narrativa que medie e integre diferentes perspectivas. En este sentido lo democrático en la construcción de una memoria colectiva nacional no sería únicamente erosionar la visión dominante desde discursos marginales y subalternos, sino conseguir que dichas perspectivas formen efectivamente parte de ella, de manera que la narrativa oficial e institucional se construya de forma diversa y participativa. Solo de esta manera se podría hablar de una memoria colectiva que realmente sea tal, en tanto su propiedad colectiva no es solamente algo que individuos comparten entre todos, sino también porque es algo que construyen entre todos. Como ya han planteado tantos autores, esto pareciese ser infrecuente. Y no sorprende, ya que engendrar, propagar y defender un único relato es una herramienta eficiente de control nacional e implica escribir un relato del pasado homogéneo y menos complejo. Integrar diversidad de visiones supone añadirle complejidad y disidencia en la memoria colectiva, cualidades que dificultan la labor de gobiernos, pero que aumentarían la transparencia y riqueza de sus relatos oficiales (Langhenbacher & Dandelet, 2005). Van Beek (2007), abogando por la construcción de una memoria transparente y participativa que ilumine las injusticias del pasado y aporte a la construcción de un futuro solidario, estudia el Truth and Reconciliation Comission, una iniciativa del gobierno de Nelson Mandela en Sudáfrica luego del apartheid, que tenía como objetivo revelar ‘la verdad’ del pasado y traer justicia a los sudafricanos. Si bien esta comisión tuvo objetivos similares a las llevadas a cabo en Argentina (1983) y en Chile (1990) después de sus respectivas dictaduras, en tanto en los tres países se investigaron las violaciones a los derechos humanos y se entregaron facilidades a familiares de las víctimas y abusados, la iniciativa sudafricana logró objetivos cuyos efectos duran hasta el día de hoy. Según Van Beek (2007), el gobierno se esforzó por lograr una fuerte

22


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.